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Movimientos sociales: TIC y prácticas políticas

Movimentos sociais: TIC e práticas políticas

Social movements: ICT and political practices

Carlos Eduardo Valderrama H.*


* Sociólogo. Doctorando del programa sobre la sociedad de la información y el conocimiento de la Universidad Abierta de Cataluña. Docente/investigador del Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos de la Universidad Central, IESCO. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.


Resumen

Este artículo destaca ciertas dimensiones de la relación entre los movimientos sociales con la constitución de una esfera pública cualitativamente diferente de la que hasta hace unas décadas existía en el espacio político de las sociedades modernas, así como con algunas prácticas políticas que toman como referencia la constitución de redes y el uso de tecnologías de la información y la comunicación.

Palabras clave: movimientos sociales, tecnologías de la información, redes sociales, prácticas políticas, esfera pública.

Resumo

Este artigo destaca certas dimensões da relação entre os movimentos sociais com a constituição de uma esfera pública qualitativamente diferente à que faz umas décadas existia no espaço público das sociedades modernas, assim como em algumas práticas políticas que tem como referência a constituição de redes e o uso de tecnologias da informação e da comunicação.

Palavras-chaves: movimentos sociais, tecnologia da informação, redes sociais, práticas políticas, esfera pública.

Abstract

This article highlights some dimensions of the relation among social movements, the constitution of a public scenario qualitatively different from that that existed until a few decades ago in the political space of modern societies, and some political practices that take the constitution of networks and the use of the communication and information technologies as a reference point.

Key words: social movements, information technologies, social networks, political practices, public scenario.


No pretendemos otra cosa que aprovechar todas estas herramientas comunicacionales que se metieron sin permiso en los Tambos, Kankuruas, Malokas y asambleas, para el fortalecimiento de cada proceso local, regional, nacional, y así globalizar nuestro pensamiento y nuestras apuestas, de la mano con otros sectores, porque en este maravilloso país la lucha de la Colombia marginada es por la SOBERANÍA DE TODOS LOS COLOMBIANOS1.
SICO-ONIC2

Desde que Manuel Castells (1999) nos mostró –in extenso– la estrecha relación entre la transformación de los movimientos sociales, el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y las estructuras sociopolíticas de una nueva sociedad, es muy común encontrar hoy relatos académicos –y otros un poco más anecdóticos– sobre la acción política en el nuevo escenario informacional y comunicacional. Desde los diversos análisis del ya paradigmático uso político de la Red por parte del EZLN, pasando por la manera como se organizaron ciertas protestas antiglobalización (Seattle, Génova, etc.), por las acciones colectivas contra los atentados del 11 de marzo en Madrid y el manejo político que el gobierno español quiso darle al insuceso, por el uso de los mensajes de texto vía celular en las marchas contra la guerra en Irak, hasta la forma como ciertas comunidades de los países del Tercer Mundo se organizan políticamente aprovechando nodos tecnológicos (como los telecentros en Latinoamérica), los estudios abundan apelando a las más variadas perspectivas teóricas y políticas.

Sin embargo, abordar los movimientos sociales en el marco de la sociedad informacional (Castells, 1999) significa empezar a desenmarañar la intrincada y compleja red de interdependencias que resultan de entrecruzar dos cuestiones fundamentales: el papel mediador que las TIC (y los medios masivos de comunicación tradicionales) juegan en los procesos comunicativos –de diverso espesor y alcance–, y las profundas transformaciones de las dinámicas políticas de la sociedad, las cuales pasan por la crisis estructural de la legitimidad de las formas del ejercicio político tradicional y del correspondiente descentramiento de las prácticas políticas de los espacios institucionales también tradicionales (Beck, 1993; Giddens, 1995; Martín- Barbero, 2000; Hopenhayn, 2001).

Pero como ese esfuerzo excede los propósitos y el aliento de este ejercicio, aquí únicamente vamos a presentar algunas ideas en torno a la relación de estas dos cuestiones que hemos llamado fundamentales. Nos referiremos a la constitución de redes y esfera pública, y a la dimensión política de las tecnologías de la información y la comunicación. En la primera parte, entonces, mostraremos la relación existente entre la emergencia de nuevas prácticas políticas y la configuración de una esfera pública cualitativamente diferente de la que hasta hace dos o tres décadas habíamos conocido. En la segunda parte, analizaremos algunos aspectos de la dimensión política de la tecnología que merecen ser destacados en relación con el uso que de ella hacen algunos movimientos sociales.

Movimientos sociales, redes y esfera pública

Antes de abordar este primer punto, debo aclarar que para el efecto de este artículo, consideramos las prácticas políticas como un tipo particular de prácticas sociales3. Es decir, como un conjunto de acciones de agentes colectivos (en este caso los movimientos sociales y los grupos que los constituyen), que involucran acciones rutinarias, se relacionan con objetos tecnológicos (ciertas dimensiones materiales y digitales de las tecnologías de la información y la comunicación) y despliegan una práctica discursiva que contempla diversas dimensiones, las cuales van desde el conocimiento tecnológico hasta el posicionamiento ideológico, pasando por las lecturas del contexto sociopolítico en el cual y con el cual definen sus actuaciones.

Hecha esta aclaración –evidentemente esquemática–, podemos comenzar afirmando que sin duda alguna hemos venido presenciando en las últimas cuatro décadas una paulatina transformación tanto de las prácticas políticas de los movimientos sociales4 como de las prácticas discursivas que sobre ellos ha elaborado la academia. De hecho, y en relación con este segundo aspecto, uno de los tantos debates álgidos es sobre si realmente existen "nuevos" movimientos sociales o si es el mismo "vino viejo en odres nuevos" (Mees, 1998). Aquí asumimos con precaución esta diferenciación, para seguir puntualizando la perspectiva, pues para algunos especialistas esta distinción es a todas luces inconveniente y lo que más bien se presentan son condiciones nuevas para la acción social colectiva. Mess (1998: 317) afirma que la distinción entre viejos y nuevos movimientos carece de utilidad analítica básicamente por tres razones: no existe comparabilidad, no existen argumentos sólidos que demuestren el cambio cualitativo, y porque todos los movimientos son viejos y nuevos a la vez, en tanto recogen la experiencia y se adaptan a las nuevas condiciones. Otros autores le otorgan importancia a dicha distinción en tanto sugieren que gracias a la incorporación de las TIC en el seno de los movimientos sociales, ha cambiado la práctica, la organización y el discurso en niveles profundos y no meramente en el nivel instrumental u organizacional (Rodríguez, 2002: 6).

Sea como fuere, y más allá de su denominación, no podemos negar que frente a un cierto agotamiento de la política tradicional5 y de los modos de organización interna clásica de los colectivos políticos, hoy estamos ante la presencia de unos movimientos sociales que exhiben en sus prácticas políticas una serie de rasgos que representan un quiebre con respecto a formas de saber hacer en el pasado. Siguiendo a Castells (2001), podemos caracterizar esta nuevas prácticas a partir de varios elementos: a) se organizan y movilizan en torno a valores culturales, es decir, amplían sus reivindicaciones más allá de intereses de clase o intereses de carácter sectorial y llevan sus luchas a planos de interés incrustados en modos de vida y construcciones de sentido o visiones de mundo. Diríamos que los movimientos sociales luchan hoy por la configuración de nuevas prácticas sociales en las cuales cada vez más la cultura deviene en política (Escobar, 1999; Hopenhayn, 2001). b) Reemplazan el vacío dejado por la crisis de las organizaciones políticas verticalmente integradas: los partidos tradicionales operan como maquinarias clientelistas en función de los tiempos electorales y otras organizaciones (sindicatos, asociaciones formales de ciudadanos, etc.) se tornan ineficientes en términos de la participación ciudadana en la medida en que persisten en mantener una organización y un modelo de comunicación vertical, burocrático y rígido. c) Asumen un carácter global –o por lo menos lo pretenden–, especialmente a través de las tecnologías de la comunicación y la información.

En el marco de estos tres rasgos, queremos resaltar un aspecto que nos parece muy potente porque de alguna manera sintoniza con una tendencia de la constitución emergente del tejido social. Difícilmente podemos negar que hoy buena parte de este tejido y la acción de los sujetos en diferentes ámbitos se estructuran a partir de una organización en red (Castells, 1999; Held et al., 1999; Carnoy, 2000). Este tipo de organización es también una dimensión fundamental de algunos de los movimientos sociales emergentes y de la transformación de algunos colectivos que habían venido operando bajo esquemas más tradicionales. En efecto, la red es una de las maneras como tanto desde el punto de vista organizativo como desde el punto de vista comunicativo funcionan la mayoría de estos movimientos (Castells, 1999 y 2001; Finquelievich, 2000; León, Tamayo y Burch, 2001 y 2005; Finquelievih y Kisilevsky, 2005)6. A partir de la configuración de nodos locales conectados y apoyados por las TIC, los colectivos adquieren dimensiones regionales, nacionales y globales.

Sin embargo, es necesario aclarar que si bien es cierto que las TIC se constituyen en una especie de plataforma tecnosimbólica; que son un medio esencial de comunicación y organización en todos los ámbitos de la práctica social; y que en esta medida los movimientos sociales y los agentes políticos lo utilizan como una herramienta para actuar, informar, reclutar, organizar, dominar y contradominar (Castells, 2001); también es cierto que las TIC no juegan un papel meramente instrumental y la relación de los movimientos sociales con ellas se enmarca, entre otras cosas, en la propia apuesta y en las mismas prácticas políticas de los movimientos sociales. Es decir, el mapa de la relación TIC y movimientos sociales se configura entre lo que las tecnologías permiten hacer, la manera de apropiarlas y usarlas (incorporándolas y rutinizándolas) y el discurso o práctica discursiva, es decir, el sentido propiamente político de los colectivos. De esta manera, las apuestas organizativas (jerarquías, redes, lugar y función de los nodos, flujos y producción de información, etc.) y las apuestas participativas (sentidos y lugares otorgados a la otredad, niveles de decisión y empoderamiento, etc.), son el resultado de la tensión entre estos tres elementos: TIC, apropiaciones y prácticas discursivas.

Ahora bien, el uso y apropiación de las TIC y la configuración de redes por parte de los movimientos sociales ha contribuido, junto con otros factores7, al surgimiento de una esfera pública cualitativamente diferente. Frente al hecho de que hoy ya no existe una esfera pública ni unificada, ni atada a los medios de comunicación del Estado (Keane, 1997: 57 y ss.), es necesario resaltar que la nueva condición de la comunicación global, y especialmente la presencia de las TIC, ha generado una esfera pública más global y autónoma, en la cual se reconfigura la información política y se ejerce cierta soberanía en la medida en que no obedece directamente a las regulaciones estatales. En este mismo sentido, se puede constatar la existencia de una serie de condiciones tecnosimbólicas para el surgimiento de esferas públicas radicalmente más desprendidas del referente territorial y nacional, propiciando la circulación de información política entre las partes más alejadas del planeta. Sin embargo, lo más importante para resaltar es la emergencia de una serie de intersticios de lo público-comunicativo desde los cuales no sólo se pueden expresar las nuevas formas de hacer política sino que ellos mismos se constituyen en prácticas políticas desinstitucionalizadas y con alto potencial contrahegemónico. Estos intersticios son espacios como las llamadas bitácoras (weblogs en inglés), las listas de discusión, los foros temáticos en Internet, etc., en los cuales el liderazgo tiende a difuminarse entre los participantes en tanto cada uno, en la medida de su participación (debatiendo, enviando a sus contactos correos electrónicos, etc.), se convierte en un pequeño líder que construye su propio nodo8. Como dicen Jara y Baumann (2001:s/p), "los ciudadanos pueden participar activamente en la difusión de sus opiniones, debates y cuestiones de interés y podríamos decir que se trata de opinión pública sin mediaciones aunque no por ello menos socialmente elaborada".

Así, lo que aquí tenemos es la presencia de una esfera pública absolutamente novedosa, que convive conflictivamente con otras de carácter más tradicional gestadas principalmente en y por los medios masivos de comunicación de carácter privado.

Pero esta esfera pública adquiere sentido en la medida en que encuentra solución de continuidad con el ejercicio del poder. En este sentido, vale la pena resaltar que la mayoría de las prácticas políticas de estas redes se realiza en un espacio sociopolítico que es una mezcla entre lo virtual y lo presencial, en tanto es a través de relaciones tanto virtuales como presenciales que se generan, mantienen y proyectan las acciones políticas y su incidencia sobre los centros de toma de decisiones. Es en la continuidad entre lo virtual y lo presencial en donde las prácticas políticas de los movimientos sociales le dan cuerpo a los lazos entre lo local y lo global. Consideramos que las relaciones sociales en línea no se encuentran aisladas de las interacciones fuera de línea ni de las mediaciones culturales del mundo presencial; más bien, pensamos que ambas son el resultado de una mutua afectación, inscritas ambas en el campo amplio de la cultura y entre las cuales podemos encontrar tanto continuidades como rupturas9.

Para finalizar este apartado, y en relación con el caso específico que nos ocupa, podemos decir que viejas prácticas políticas y de configuración de esfera pública se encabalgan sobre nuevos dispositivos sociotécnicos, soslayando muchas de sus características técnicas que podrían potenciar novedosas prácticas democráticas y participativas. En efecto, no basta con tener una tecnología que posea unas características potentes en términos de rapidez, interactividad, multimedialidad, hipertextualidad; que cuente con espacios para la creatividad y la argumentación como chats, listas y foros de discusión, entre otros; si no existe simultáneamente tanto una voluntad política de democratizar los procesos de configuración de una esfera pública como las condiciones socioculturales para que los públicos políticos puedan participar cualificadamente en ella. En este sentido, es muy importante saber que la introducción y uso de las TIC en la esfera pública no necesariamente significa más democratización, que el acceso a más información tanto global como local no implica automáticamente más poder político o mayor cualificación o calidad en la participación pública. Simultáneamente lo que está en juego son los procesos de democratización de los medios y la democratización a través de ellos. Las luchas no aluden solamente a la conexión, al acceso físico a los aparatos, a la formación en tecnología y al desarrollo de ciertas competencias, sino también al control, especialmente de contenidos, y a la apertura y perpetuación de ciertas prácticas democráticas de participación.

De instrumento a tecnología inherentemente política

Partimos del supuesto de que las TIC no son meros instrumentos o herramientas de transmisión de información que pueden ser usados de manera uniforme e indiferenciada por parte de los diversos usuarios. Tampoco creemos que sean escenarios y plataformas tecnológicas neutras en las cuales se desarrollan dinámicas comunicativas de diverso orden e intensidad. Por el contrario, como lo afirma Escobar (1999: 331), toda "tecnología inaugura un mundo, una multiplicidad de rituales y de prácticas. Las tecnologías son intervenciones culturales que crean, ellas mismas, nuevas culturas y demarcaciones del campo social".

Ahora bien, en el nivel político, que es lo que ahora nos interesa, y basándonos en Langdon Winner (1987), podemos decir que la relación entre los artefactos y la política se encuentra constituida a partir de dos dimensiones. La primera hace referencia a la forma en que la tecnología –su diseño, producción, uso y apropiación– puede utilizarse para incrementar "el poder, la autoridad y el privilegio de unos sobre otros". Utilización que va más allá de sus propósitos y usos aparentes para los que fue diseñada y producida. Muchas disposiciones físicas de tecnologías de la comunicación, el transporte o de otra índole, contienen propósitos políticos implícitos o explícitos, conscientes o inconscientes.

La segunda se refiere a lo que el autor denomina las "tecnologías inherentemente políticas", las cuales son "sistemas hechos por el hombre que parecen requerir o ser fuertemente compatibles con los tipos particulares de relaciones políticas". Este tipo de tecnologías están ligadas a maneras propias e institucionalizadas de ejercer poder. Para el autor, se trata de procesos que tienen la posibilidad de modificarse o apropiarse de manera diferente según los contextos o según los usos dados; conllevan en sí mismos dimensiones políticas en el sentido de que adoptarlos significa así mismo adoptar una forma de vida, una forma de sociedad, una forma de establecer determinado tipo de relaciones sociales.

Para el caso de las TIC, ambas dimensiones son relevantes y ambas se implican directamente con las prácticas políticas de los movimientos sociales, sus rutinas, las interacciones entre los colectivos, sus prácticas discursivas, etc. La primera dimensión, que ha sido ampliamente documentada, alude a la manera como los movimientos sociales las usan políticamente. Algunas investigaciones (Khan y Séller, 2004; Tilly, 2005; Grillo, 2007) han analizado cómo se conforman redes para protestar en contra de intervenciones militares (en Irak, por ejemplo), para mostrar cómo una gran cantidad de medios independientes y de fuentes de emisión no controladas o manipuladas por los grandes medios de comunicación, fueron capaces de autogestionar información (caso Indymedia, verbigracia), dar puntos de vista diferentes a los amañados por las comunicaciones oficiales, reportar las opiniones y acciones antibélicas de todo el mundo, y para mostrar cómo algunos líderes y personas interesadas usan Internet o la telefonía móvil (desde las movilizaciones antiglobalización, hasta las protestas en Filipinas, pasando por las movilizaciones de los mapuches) como herramientas eficaces para la coordinación operativa en la organización de grandes o medianas movilizaciones.

Con respecto a la segunda dimensión, podemos afirmar que en tanto los movimientos sociales no son productores de tecnología10, la relación que se construye pasa principalmente por la experimentación y la creatividad en los procesos de transferencia, uso y apropiación de la misma. Es decir, está en los propios movimientos definir la manera como las TIC se incorporan en sus rutinas, en el seno mismo de sus prácticas políticas.

Pueden optar por acogerse plenamente a las plataformas tecnosimbólicas que las TIC proponen, las cuales desde su diseño mismo se encuentran generalmente atravesadas por los intereses del mercado y por hegemonías de diverso tipo, o pueden por el contrario re-diseñarlas vía la apropiación misma, la adaptación cultural o la transferencia tecnológica crítica en función de su propio proyecto político. Por esta razón, sin que las TIC sean instrumentos neutros, encontramos usos y apropiaciones con proyectos que van desde la más extrema derecha (movimientos xenófobos, por ejemplo) hasta la más extrema izquierda, pasando por toda la escala de tonalidades entre estos dos polos –si es que aún este topos (derecha- izquierda) nos sirve para comprender la actual complejidad política de los movimientos sociales–.

Pero como insistimos en el carácter inherentemente político de las TIC y en el hecho de que las tecnologías "inauguran mundos nuevos" (para retomar la anterior cita de Escobar), estos usos y apropiaciones (instrumentalmente o no), transforman las prácticas de los movimientos sociales. Sus rutinas; sus formas organizativas; su relación con los otros, con los objetos mismos y con su entorno; sus prácticas discursivas, se ven transformadas.

Para mencionar sólo un ejemplo, llamamos la atención sobre lo que posiblemente ha sucedido –y debe estar sucediendo– con los cambios del lugar de la comunicación en la acción colectiva de algunos movimientos sociales. A través de una investigación realizada a 87 organizaciones usuarias de la red telemática española Nodo 50, los autores encontraron cómo algunas de ellas, gracias al uso de las nuevas tecnologías, comenzaron, por una parte, a centrar de manera decidida su trabajo político en torno al mundo de la comunicación y la información, y por otra, a transformar ciertos aspectos organizacionales, como es el caso del tipo y clase de tareas cotidianas y el lugar que ocupa el espacio físico en su organización operativa (López, Roig y Sádaba, 2003).

Para el caso de América Latina, León, Burch y Tamayo (2001 y 2005), en unas recientes investigaciones sobre este tema, hicieron un seguimiento al equipamiento y acceso a las redes electrónicas, a la utilización y la apropiación tecnológica e informativa, al funcionamiento en red y a las políticas y estrategias de comunicación de ciertas organizaciones agrupadas en la Comunidad Web de Movimientos Sociales. Algunas de las constataciones de los autores hacen referencia a que el uso de las tecnologías ha dinamizado y fortalecido las prácticas políticas en dos áreas: el trabajo en red y las actividades de comunicación e información. En este sentido, resaltan las confluencias entre colectivos y redes sociales plurales y diversas que se benefician de los acumulados organizativos y propositivos de cada uno de ellos, y "las posibilidades de comunicar, acceder a información, desarrollar y compartir conocimientos, con severas implicaciones en el convivir social". A través de la experiencia de articulación y confluencia de agrupaciones,

los movimientos sociales han venido procesando la importancia de apropiarse de tales recursos, en particular de la Internet, lo que implica no sólo ser usuarios, sino también profundizar en el entendimiento de sus lógicas para poder sacar un provecho pleno. Pero además se va perfilando que tienen un rol a jugar en la defensa de los intereses populares, de cara a la orientación del desarrollo e implementación de las NTIC, lo cual implicaría no sólo incidir en las instancias de decisión respectivas, sino incluso reconceptualizar el discurso dominante y tomar cartas en la disputa de sentidos [sobre la tecnología y las TIC] (León, Burch y Tamayo, 2001).

De lo anterior se desprende una especie de hipótesis: la comunicación se comienza a volver concientemente política. Podríamos estar asistiendo a una especie de "giro comunicativo" que va del informacionismo a la construcción conjunta de sentidos. Esta construcción semiótica de lo político no sólo define agendas públicas, participación, empoderamientos, etc., además redefine las propias prácticas: rutinas de acción, dinámicas organizacionales, incorporación de hábitos, relación con el entorno, relación con el otro, prácticas discursivas. Esto es lo que puede estar sugiriendo tanto la comprobación de que los movimientos políticos y ciertas organizaciones se consideran, a partir del uso de Internet, medios de comunicación, como la situación inversa: colectivos o medios de comunicación virtuales que devienen organizaciones sociales inscritas en un movimiento (López, Roig y Sádaba, 2003: 56). Igualmente es lo que nos puede estar señalando que, por ejemplo, la Comunidad Web de Movimientos Sociales esté, en su propia práctica de trabajo en red, rescatando el histórico vínculo entre comunicación y acción que "ha venido rompiéndose paulatinamente desde hace un siglo y medio con la irrupción del telégrafo y las posteriores tecnologías de la comunicación, que –para decirlo en palabras redondas– establecieron el mundo de los 'mass media' y la consecuente 'sociedad del espectáculo'" (León, Burch y Tamayo 2001).

Hacia la soberanía

Tienen razón los indígenas colombianos cuando afirman que la actuales TIC se nos metieron sin pedir permiso en las malokas, en los tambos y en las asambleas. Pelearon con otras TIC y vencieron: el chasqui y el maguaré son un recuerdo del pasado. Un folklore para delicia de no pocos ministerios de la cultura de los países latinoamericanos. No hay duda de que hoy las TIC son un campo de lucha, de que la esfera pública que de allí está emergiendo alberga una infinidad de utopías y que su control se vuelve estratégico. La puja del mercado y la puja por el control de la propiedad intelectual y la libre circulación de las ideas no es en vano.

Pero tampoco hay duda de que si bien al acceso a las tecnologías de la información y la comunicación es fundamental para no pocos millones de personas de los países del Tercer Mundo, la cuestión de fondo es el sentido de las prácticas políticas en los procesos de uso y apropiación –y si es del caso producción– de dichas tecnologías. Es claro, como lo hemos tratado de decir, que el sólo acceso a las TIC, o su uso instrumental, no significa inmediatamente democratización. Esta pasa por el respeto a la diferencia en los entornos políticos tanto virtuales como presenciales, por el hecho de que el poder ejercido on line tenga solución de continuidad off line, por la transformación de ciertas prácticas políticas aún ancladas en jerarquías y exclusiones de diverso tipo, por la posibilidad de globalizar los procesos locales y regionales, y pasa, en fin, por el ejercicio de la soberanía de todos los marginados.


Citas

1 Mayúsculas en el original.

2 SICO: Sistema Indígena de Comunicación de Colombia. ONIC: Organización Nacional Indígena de Colombia.

3 De manera general, podemos decir que las prácticas sociales se configuran en campos de actividades humanas entretejidas, que son incorporadas y rutinizadas, y que se organizan alrededor de conocimientos compartidos o prácticas de entendimiento compartido (Schatzki, 2001). Siguiendo a Reckwitz (2002), una práctica social es un tipo de comportamiento rutinizado que comprende varios elementos interconectados entre sí: formas de actividades corporales, formas de actividades mentales, los objetos y su uso, un conocimiento de contexto en la forma de entendimiento compartido, conocimientos técnicos, estados emotivos y conocimiento motivacional.

4 Para efectos de una mejor comprensión de nuestro punto de vista, de manera breve diremos que los movimientos sociales son una red de relaciones que conecta colectivos heterogéneos. Dicha heterogeneidad está dada por la diversidad de formas de acción, por los alcances, por el número de agentes, por las formas organizativas y, en cierto nivel, por el tipo de intereses. Pensamos también que parte de esta heterogeneidad se inscribe en una tensión entre la tradición y el cambio en términos de las prácticas sociales y el ejercicio de lo político, es decir, entre lo que se ha denominado viejos y nuevos movimientos sociales.

5 Entendida como aquélla que se ejerce en los escenarios tradicionales (partidos políticos, parlamento, etc.)

6 Dice Castells (2001: 165): "Los procesos de cambio social conflictivo en la era de la información giran en torno de los esfuerzos por transformar las categorías de nuestra existencia a base de construir redes interactivas como formas de organización y movilización. Estas redes, que surgen de las resistencias de sociedades locales, se proponen vencer al poder de las redes globales para así reconstruir el mundo desde abajo. Internet proporciona la base material que permite a estos movimientos movilizarse en la construcción de una nueva sociedad". Añadiríamos hoy la telefonía móvil, habida cuenta de los desarrollos tecnológicos que están permitiendo una convergencia mediática y la multiplicación de funciones en estos pequeños aparatos.

7 Concentración mediática en grandes corporaciones, privatización de los medios y consecuente dominio de éstos sobre aquéllos de carácter nacional.

8 La experiencia más reciente para el caso colombiano fue el proceso de la organización de la marcha del 4 de febrero del presente año contra las Farc y el que se está llevando a cabo, en el momento de la elaboración de este artículo, para organizar una manifestación el 6 de marzo contra los crímenes de los paramilitares, el desplazamiento de los campesinos y en homenaje a las víctimas de la desaparición forzada, ambos procesos usando intensivamente el portal de red social Facebook y el correo electrónico.

9 De hecho, el concepto de cibercultura ha sido utilizado para la teorización sobre las nuevas formas de sociabilidad que surgen en torno a los usos de Internet, "tanto para explicar la emergencia de patrones culturales en línea como para hacer referencia a grupos y movimientos sociales que toman Internet como el centro de sus actividades e incluso como factor esencial de su misma existencia como colectivo" (Ardèvol, 2002).

10 Con mucha mayor razón para los movimientos sociales latinoamericanos, pues la región no es ni mucho menos líder en la producción de tecnologías asociadas a la información y la comunicación.


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Internet y cultura digital: la intervención política y militante*

Internet e cultura digital: a intervenção política e militante

Internet and digital culture: political and militant intervention

Silvia Lago Martínez**


* Este texto se basa en resultados de la investigación "Internet: un nuevo campo para la acción colectiva", que se lleva a cabo en el Instituto Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Participan en proyecto Ana Marotias, Mirta Mauro, Guillermo Movia y Marilina Winik, que han contribuido a la producción de información y a los resultados de la investigación.

** Socióloga, Investigadora del Instituto Gino Germani y Profesora de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (Argentina). E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.


Resumen

En el artículo se analizan las transformaciones en las prácticas sociales y la cultura política de colectivos sociales que se apropian de las tecnologías de la información y del lenguaje audiovisual en su lucha contrahegemónica. Su actividad pasa a estar centrada en la comunicación y la imagen, integrando las expresiones escritas, visuales, audiovisuales y gestuales de la cultura contemporánea.

Palabras claves: movimientos sociales, Internet, cibercultura, contrahegemonía, comunicación, redes globales.

Resumo

No artigo analizam-se as transformações nas práticas sociais e a cultura política de coletivos sociais que se apropriam das tecnologias da informação e da linguagem audiovisual na sua luta contrahegemónica. Sua atividade começa a se centrar na comunicação e a imagem, integrando as expressões escritas, visuais, audiovisuais e gestuais da cultura contemporánea.

Palavras-chaves: movimentos sociais, Internet, cibercultura, contra hegemonia, comunicação, redes globais.

Abstract

In this article it is analyzed the transformation of social practices and political culture of social collectives. They are appropriated the information technologies and audiovisual languages in their counter hegemonic struggle. The centre of activity is the communication and the image, integrating the writing, visuals, audiovisuals and gesture of the contemporary culture.

Key words: social movements, Internet, cyber culture, counter hegemony, communication, global nets.


Las políticas neoliberales de las últimas décadas, el desarrollo del capitalismo trasnacional, la sociedad globalizada y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) están produciendo cambios de gran magnitud que obran desigualmente sobre los territorios, los Estados-nación y las diversas formas de acción individual y colectiva. Estas transformaciones alcanzan la cultura y a la política de la sociedad global1, de manera tal que las formas dominantes de mediación simbólica se han consolidado en un discurso hegemónico y, en consecuencia, en lógicas de dominación y desigualdad social. El surgimiento de un nuevo paradigma tecnológico –organizado en torno a las nuevas tecnologías de la información– hace que la misma información se convierta en el producto del proceso de producción2. En este escenario las TIC juegan un papel central en el nuevo contexto ideológico, político y cultural del denominado pensamiento único3. El caso de las comunicaciones es particular por tratarse de un área de importancia estratégica en términos del proceso de reproducción global, pues el mundo se encuentra ahora interconectado y los actores operan en una amplia red de interacción que trasciende las fronteras nacionales y geográficas (Lago et al., 2006: 14-16).

En esta dirección, el presente trabajo tiene por objetivo observar las transformaciones en las prácticas sociales y en la práctica política de colectivos y movimientos sociales que se apropian de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y del lenguaje audiovisual en su lucha contrahegemónica.

En la vida cotidiana los medios electrónicos, la fotografía en la prensa escrita, el cine o la televisión generan imágenes como parte de sus actividades propias de producción, recepción y distribución que operan como formas de acción social. Estas formas de acción social, con fines de protesta y denuncia, son desplegadas también por redes de colectivos y movimientos sociales a través de la radio y la televisión comunitarias, portales en la Red, radios por Internet, fotografía y video, arte militante y otras experiencias que centran la actividad en la comunicación y la imagen, integrando las expresiones escritas, visuales y gestuales.

Nuevas formas de intervención política, con soporte en Internet y en las tecnologías digitales, son incorporadas desde fines de los noventa por los movimientos de resistencia global a nivel mundial, y en Argentina por diversos colectivos sociales y culturales involucrados en las luchas de los movimientos sociales.

Las tendencias más relevantes en relación con las luchas sociales de este período, permiten contextualizar algunas transformaciones en la intervención política y en el proceso de acción colectiva: mundialización de la protesta y simultaneidad de acciones de resistencia; nuevas formas organizativas basadas en redes descentralizadas y horizontales y en el trabajo colectivo con soporte en Internet; relevancia de la comunicación en los procesos de activismo social y político (Sabada y Roig, 2004: 203-206); nuevas estrategias de acción colectiva y estética de la protesta; e integración de la comunicación y la imagen en expresiones escritas visuales, audiovisuales y gestuales.

Los movimientos sociales y la intervención política

Hacia los años ochenta se comienzan a denominar nuevos movimientos sociales a aquellos actores colectivos identificados con valores más generales y universales que los específicos y sectoriales de los movimientos tradicionales, entendiendo como tales principalmente al movimiento obrero, articulado a la sociedad industrial. Alberto Melucci (1994: 164) señala que estos movimientos no son nuevos sino que "combinan formas de acción que conciernen a diferentes niveles o sistemas de la estructura social, implican diferentes orientaciones y pertenecen a diferentes fases de desarrollo de un sistema o a diferentes sistemas históricos". De manera que es posible identificar las nuevas formas de acción de los movimientos contemporáneos como características de un contexto sistémico diferente al del capitalismo industrial.

Clauss Offe (1992), por su parte, afirma que se observa la aparición de un nuevo paradigma de acción colectiva a través de los nuevos movimientos sociales, entendido como configuración de actores, contenidos, valores y modos de actuar en conflictos políticos-sociales. Consecuentemente establece un contraste entre el nuevo paradigma, expresado en los movimientos sociales emergentes, y el viejo paradigma, analizando cuatro tipos de organizaciones: ecologistas o de protección del medio ambiente (entorno natural y entorno urbano); movimientos por derechos humanos (principalmente feminismo); pacifismo y movimientos por la paz; movimientos que propugnan formas alternativas o comunitarias de producción y distribución de bienes y servicios.

Estos movimientos adquirieron muchas veces relevancia internacional (ejemplos clásicos son el movimiento ecologista denominado de supervivencia y el feminismo llamado de emancipación). El inicio del accionar de estos "nuevos" movimientos suele identificarse con los movimientos estudiantiles del 68 en Francia, las marchas contra la guerra de Vietnam en todo el mundo, contra las armas atómicas en Gran Bretaña y la República Federal de Alemania y los movimientos por los derechos civiles en Estados Unidos.

La virulencia de los problemas generados por la globalización en América Latina y en el mundo obra como disparador para la gestación de movimientos sociales en contra del modelo neoliberal, que incluyen en su seno diversas expresiones de los opositores al pensamiento único. Alain Touraine (2000) alerta sobre la aparición de nuevas preocupaciones y nuevos horizontes para los movimientos sociales, muchos de los cuales tan sólo se pueden explicar a partir de las acciones que son capaces de proponer y de ejecutar en un mundo de flujos de comunicación en red. Boaventura de Sousa Santos (2001) indica por su parte que la actuación de movimientos y organizaciones sociales en el contexto mundial está vinculada, por un lado, a la emergencia de temas que por su naturaleza son globales (la sustentabilidad del planeta, la violación de derechos humanos, problemas ambientales, la afirmación de identidades de sexo, etnia, nacionalidad, etc.); y, por otro, a la posibilidad de que grupos subordinados, movimientos sociales o regiones, se organicen trasnacionalmente en defensa de intereses comunes, y usen en su beneficio las posibilidades de interacción creadas por el sistema mundial.

Con estos atributos, los movimientos sociales se apropian del espacio de los flujos4, las redes son cada vez más amplias y comienzan a realizarse encuentros y acciones de organizaciones y movimientos sociales y sindicales mundiales. La estructura de los mismos se plantea de forma descentralizada y en red, reflejando y contrarrestando la lógica de dominación –también en red– de la sociedad contemporánea.

Así, en la década del noventa surgen las grandes movilizaciones sociales articuladas internacionalmente5 que se expresan como la confluencia de movimientos opositores al capitalismo global y a las políticas neoliberales. Este ciclo de movilizaciones se inicia con el encuentro intergaláctico llevado a cabo por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1996, considerado la primera convocatoria internacional contra la mundialización neoliberal6. Posteriormente, la protesta en la ciudad de Seattle, en noviembre de 1999, marca el comienzo simbólico de las sucesivas movilizaciones de carácter global denominadas por sus actores contracumbres, puesto que se convocan en coincidencia con las reuniones de las instituciones que regulan los acuerdos comerciales globales (Organización Mundial del Comercio (OMC), Fondo monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM), Grupo de los ocho países más poderosos (G8) y diversos acuerdos regionales). En América Latina se consolidan las luchas contra el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), y el Foro Social Mundial (FSM) encuentra su primer escenario en Porto Alegre, Brasil, en el año 2001.

Estas redes internacionales denominadas movimientos antiglobalización o de resistencia global, se organizan en torno a nodos, cada punto de articulación de la red es uno de ellos y allí se crean las posibilidades concretas de una acción. La novedad es que están conectados en red a través de las herramientas de Internet que resultan imprescindibles para su actuación y para el rendimiento de sus territorios de influencia y acción (Castells, 2001). Aprovechan el desarrollo de los medios de comunicación y transporte para efectuar las acciones colectivas globales o promover redes de apoyo transnacional. La capacidad de organizar una acción común a través del ciberespacio –como los Días de acción global –, la construcción organizativa del FSM y la continuidad de la agenda de acciones globales representan un ejemplo de esta experiencia. La comunicación en tiempo real desde cualquier punto del planeta involucra un salto en la comprensión del tiempo y del espacio de manera que las identidades y las funciones sociales que estaban estrechamente relacionadas con el lugar físico pasan a redefinirse paulatinamente.

Nuevas formas organizativas

La organización de las actividades reposa en redes horizontales; se promueven acciones autónomas, descentralizadas y creativas que sumen adhesión y apoyo activo a la protesta. En su accionar se obtienen intervenciones efectivas y un gran impacto informativo. El ciberespacio ofrece al activismo social nuevas herramientas de intervención política como las campañas virtuales, el correo electrónico, los grupos de discusión, foros, boletines, manifiestos on line, portales colectivos, sites de las organizaciones y agencias de información alternativa o contra-información. Estas acciones son complementarias a la movilización y a las asambleas, marchas, actos públicos, material gráfico, radio y televisión comunitaria, fotografía, cine, arte político callejero y otras experiencias que centran la actividad en la comunicación y en la imagen, integrando con inteligencia las expresiones escritas, sonoras, visuales y gestuales. La intención no es globalizar la experiencia unificándola, sino recrear formas de cooperar, donde cada proceso local tendrá su propio lenguaje y forma de coordinación.

El intercambio de flujos informativos en la Red tiene lugar fundamentalmente a través de las páginas electrónicas propias o portales colectivos, de las listas de distribución y correo electrónico convencional y los foros de debate; también de las agencias de noticias digitales. Las listas de distribución y el correo electrónico se revelan como las herramientas de Internet más utilizadas; se usan para la comunicación interna de la organización y para relacionarse con los medios y la sociedad en su conjunto: "A partir del uso de Internet, hay dos cosas muy claras, una es que la participación interna es mucho mayor, hay más gente que accede, y esto ha abierto mucho el panorama, hay mucha más gente que participa en más cosas, más redes, y por último, facilita el acceso a los medios". (R.P. Amigos de la Tierra, 2006)7.

Incluso los movimientos con menos recursos y dificultades para el acceso, como el movimiento campesino, utilizan las herramientas de Internet, aunque el esfuerzo sea muy grande.

Hasta hace muy poco, cuando no teníamos computadora para consultar el e-mail yo viajaba a Formosa, a la ciudad, 280 Km. o a Clorinda, a 150 km. […] nosotros creemos que hay que utilizarlo para difundir las actividades, para contactar, para articular con otras organizaciones, para fortalecerse entre organizaciones y para crear un espacio virtual más amplio que nos unifique, por lo menos podamos coordinar, articular cosas (B. J., Movimiento Campesino de Formosa, 2006.)

El efecto multiplicador de la herramienta favorece la circulación de la información que puede ser retomada por otras organizaciones. La ciberpágina, por su parte, no sólo permite la difusión y comunicación sino que le otorga al movimiento una mayor visibilidad a nivel nacional e internacional. La complejidad de los sitios electrónicos varía según la capacidad de la organización; las internacionales como la Marcha Mundial de las Mujeres, ATTAC, la Vía Campesina y muchas otras, presentan los contenidos en varios idiomas, documentos, publicaciones, boletines electrónicos, fotos y otras imágenes.

Si bien es cierto que el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación ha producido una caída en los costos tanto del equipamiento informático como de las conexiones a Internet, el tema de la llamada brecha digital no se agota allí. Uno de los obstáculos con los que muchos movimientos sociales se encuentran a la hora de explotar las potencialidades de las TIC, y en especial de Internet, es la falta de conocimiento en el manejo de las herramientas informáticas y las posibilidades de contar con equipamiento y conexión8. En este sentido, la organización en red propia de los movimientos sociales potenciada por el uso de la Red facilita la cooperación entre movimientos sociales con distintas trayectorias y niveles de entrenamiento en el uso de TIC.

Un portal como la Comunidad Web de Movimientos Sociales forma parte de varios ejemplos en esta vía: brinda un espacio a organizaciones que no pueden diseñar y sostener su propia página, al tiempo que nuclea y promueve las actividades más importantes que organizan; cuenta además con su propia agencia de noticias: la Minga Informativa de Movimientos Sociales.

La experiencia es a través de los encuentros con las demás organizaciones, página web no porque no hay, pero si entrás en la Vía Campesina se van a enterar de información sobre el Mocase […] Los medios lo que hacen es acompañar o fortalecer esos espacios. El Mocase no tiene un periódico, pero seguro hay muchos periodistas alternativos o medios que hablan del Mocase. (N.G., Movimiento Campesino de Santiago del Estero, 2006).

Otro ejemplo de cooperación tecnológica es el que brindan las organizaciones que promueven el software libre; por ejemplo, el proyecto de Software Livre Mulheres de Brasil pone el acento en las dificultades que enfrentan las mujeres para acceder a Internet, de manera que opera como grupo de apoyo en cuestiones tecnológicas para varias organizaciones del movimiento de este grupo poblacional, entre ellas la Marcha Mundial de Mujeres. Asimismo, se implementan estrategias de distribución y diseminación de la información como la impresión de los boletinos electrónicos y su distribución en papel y toda la producción gráfica producida por los colectivos o grupos de apoyo a los movimientos sociales, además de las reuniones, asambleas, radios, etc., donde circula la información.

Es evidente que no todos los que forman parte de los movimientos y organizaciones sociales, menos aún los de base popular como el movimiento campesino, tienen posibilidades de acceso a la Red, lo importante es que el movimiento como tal implementa estrategias de visibilidad en Internet y de apropiación colectiva de sus beneficios.

Relevancia de la comunicación

La red de comunicación electrónica sustenta las articulaciones de lucha global, de manera que ésta no sólo se concentra en el enfrentamiento real sino que también se ubica en un plano simbólico. Como los movimientos se ven obligados a superar la frontera mediática, la visibilidad del conflicto es tan importante como su enfrentamiento. El acceso a instrumentos de comunicación social globalizados cambió las estrategias políticas e Internet se constituyó en un centro de operaciones. La mundialización de las luchas permitió el acceso a amplios públicos, además de la creación de servicios alternativos de noticias, cadenas de correos electrónicos y sitios interactivos de información. La popularización de la Red provocó un cambio de actitud en los movimientos, se comenzó a dar un lugar específico a la comunicación y se formaron áreas o departamentos de prensa y comunicación, que significaron la ampliación del equipo de trabajo, del espacio físico y del equipamiento y la relación permanente con los medios alternativos: "Los medios alternativos siempre levantan información, no es que tengamos la exclusividad con algún medio alternativo. Todos los que se quieran relacionar con el movimiento campesino, está todo bien, pero no tenés una red" (N.G., Mocase, 2006).

En 1999, en la ciudad de Seattle, se crea Indymedia –la agencia de noticias en la Red más extendida a nivel mundial– para cubrir las protestas contra la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Es un colectivo formado por periodistas independientes y activistas cuya característica fundamental es la posibilidad de que cualquier persona pueda convertirse en un corresponsal y publicar sus propias noticias. El sitio fue muy visitado durante la protesta, lo que llevó a que se abrieran alrededor de cincuenta centros de información en todo el mundo. En Argentina, Indymedia nace en abril de 2001, acompañando las movilizaciones contra el ALCA en Buenos Aires, y a partir de las protestas del 19 y 20 de diciembre de 2001 registra un altísimo crecimiento tanto de visitas como de corresponsales. De este modo se genera una relación muy estrecha con los movimientos sociales y organizaciones y un alto grado de participación al tener un espacio de publicación, intercambio y opinión. "Bueno, Indymedia es un grupo que ha trabajado mucho con nosotros. Cada vez que hacemos una invitación a nuestras inauguraciones o a nuestro trabajo, ellos siempre han estado, siempre han venido y eso hace que tengan muchas cosas nuestras, materiales" (V., Movimiento de Desocupados Teresa Rodríguez, MTR, 2006).

Esta agencia funciona como una red de contrainformación9 que trasciende el espacio físico y establece una relación dialéctica entre lo global, lo local y lo regional, lo que contribuye a una mirada crítica sobre la propia realidad social y a la incorporación de problemáticas y formas de lucha que se llevan a cabo en otras partes del mundo. Se trata de adelantar acciones y trabajar en forma conjunta con los movimientos sociales, publicando luego noticias en el portal, con lo cual no es sólo un medio que publica lo que no aparece en los grandes medios sino también una forma de hacer política. Indymedia es sólo una de las agencias de noticias en la Red, existen muchas otras de alcance internacional y local como Nodo50 que hospeda, como proveedora de servicios de Internet, a casi 1200 organizaciones de todo el mundo.

El FSM alcanzó un enorme impacto en la opinión pública mundial en gran medida gracias a la creación de una red de comunicación alternativa, en sus inicios impulsada por la agencia Inter Press Service (IPS) y por Le Monde Diplomatique. En Internet se destaca la labor de la Minga Informativa de los Movimientos Sociales y el trabajo de redes como la Asociación Latinoamericana de Información (Alaic) y la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (Amarc).

Diversificación de las estrategias de acción colectiva y la estética de la protesta

Los movimientos poseen una clara definición de principios guías para la acción que funcionan como marco de referencia, a saber: el respeto por la diversidad, la heterarquía, la descentralización, la autonomía, la creatividad, la acción directa, la noviolencia y la desobediencia civil.

La agenda de las jornadas de protesta mundial se programa en forma consensuada por sus organizadores. En estos días los distintos movimientos de todos los países realizan actividades de protesta en forma descentralizada, autónoma y simultáneamente, aunque siempre hay un punto de acción nodal donde confluyen sus intervenciones.

En las movilizaciones se ponen en práctica diversas estrategias de acción directa: bloqueos, ocupación de espacios públicos, caravanas intercontinentales, entrenamientos prácticos sobre métodos de resistencia no violenta a la represión policial; y acciones de representación directa: protestas simbólicas y de fuerte contenido lúdico (fiestas en la calle, carnaval anticapitalista, festival de arte político, dramatizaciones públicas, acciones (in)formativas, acciones de esclarecimiento popular como escraches y tribunales de justicia popular), pegatinas, sténcil, afiches, serigrafías, "hackeos" y ciberactivismo. Estas acciones se caracterizan por la producción de imágenes y signos de gran creatividad e imaginación, con el aporte de artistas militantes. En Buenos Aires, la primera jornada de protesta local en el marco de los Días de acción global, se realizó en abril del año 2001 y aglutinó a diversas organizaciones y partidos políticos de izquierda en la City Porteña. Entre las acciones se organizó un dramatización denominada Carnaval contra el capital que originalmente creó el colectivo Reclaim the Streets (RTS) en Estados Unidos en el año 1999; también es un término utilizado para denotar un tipo de acción política. "Son acontecimientos totalmente autónomos y multidimensionales. Estos tienen su parte intelectual, su parte cultural, su parte antagonista y su parte comunicacional. Posiblemente estas fueron las cuatro dimensiones de aquellos acontecimientos autoproducidos, una forma de acción directa a medio camino entre lo violento y lo carnavalesco" (Holmes, 2005: 228).

Se adoptan consignas, logos y colores, que refieren a las características globales y universales de su lucha: "Estamos en todas partes. ¡Que nuestra resistencia sea tan global como el capital!, Justicia global. Otro mundo es posible". Utilizan estrategias de la propaganda y la publicidad:

Intervenir el espacio público supone alterar una lógica de comunicación, por eso la mayoría de las cosas que hicimos o que hacemos un poco usan el lenguaje cotidiano de la publicidad, por ejemplo, porque lo subvierte […] un afiche que puede ser una pared escrita que puede ser una acción o que puede ser un grupo de gente caminando de determinada manera (M., Mujeres Públicas, 2007).

Brian Holmes (2005: 225-227) señala que la dimensión estética y comunicativa de la acción política contemporánea es absolutamente central y está totalmente entrelazada con la cuestión de la representación. Estos medios son complementarios a la acción directa y con Internet se extienden creando una representación a escala y una multiplicidad de significados de tal dimensión que una experiencia de acción directa estrictamente corpórea no podría sostener. La diseminación de los medios de representación por medio de la Red es uno de los grandes cambios que ha transformado las posibilidades del activismo político.

Yo creo que básicamente Internet es el lugar donde nos alimentamos, las fotos nosotros las transmitimos por Internet, trabajamos en un 70% en digital o casi un 80 o un 90%, nos organizamos nosotros por Internet, nos reunimos cada tanto una vez por semana, a veces dos a veces cada más tiempo pero Internet es el lugar que nos mantiene conectados estemos donde estemos (S., Cooperativa de Fotógrafos- SUB, 2007).

Prácticas antagonistas culturales, sociales y políticas en Buenos Aires

En Argentina, la década del noventa se caracteriza por un enorme aumento de la conflictividad social y política. La virulencia de las consecuencias de la política neoliberal de los años ochenta y la búsqueda de justicia a los crímenes de la última dictadura militar (1976-1983), propiciaron el surgimiento de movimientos sociales de gran envergadura, como el movimiento de desocupados (piquetero) y el movimiento de derechos humanos. Son varias las vertientes de los grupos de referencia: grupos de artistas que despliegan su acción en torno a la gráfica, la representación teatral y otras acciones de fuerte impacto visual y estético; documentalistas y video activistas; fotógrafos que producen reportajes, ensayos, noticias y fotos de archivo; agencias de contrainformación en la Red; nodos locales de movimientos internacionales.

El incremento de las luchas sociales encuentra su punto más álgido en el estallido social de diciembre de 2001, bajo el lema "que se vayan todos". La sociedad se expresa por medio de formas inéditas y tradicionales de protesta, desde el "cacerolazo" hasta la intervención violenta del espacio público con ataques a los símbolos asociados al capitalismo global. Fotos y filmaciones, tomadas por activistas de medios alternativos, circulan en el ciberespacio y desenmascaran a los medios tradicionales.

Avellaneda el 26 de junio de 2002, la fotografía si ahí irrumpe en la realidad política tanto que le corta la carrera al presidente Duhalde por estar muy implicado y comprometido con los dos asesinatos de Kosteki y Santillán. El hecho de que las imágenes hayan aparecido y con la fuerza que aparecieron en ese momento marcó para mi hito de un para qué podría servir la fotografía, aunque en ese momento los medios como Clarín que tuvo la foto y la escondió y después la salió a mostrar al otro día en una maniobra encubierta para intentar tapar lo que no se podía tapar porque habían aparecido imágenes de fotógrafos que no trabajaban en el medio y que habían irrumpido en la realidad, se estaba acostumbrado a que las fotos aparezcan en los medios a partir de los trabajadores de prensa de los medios (S., Cooperativa de Fotógrafos SUB, 2007).

En los últimos años de la década de los noventa y los primeros años del nuevo milenio, en la ciudad de Buenos Aires grupos de jóvenes, artistas militantes y activistas del mundo de la cultura comienzan a implementar formas particulares de activismo basadas en comunicaciones visuales, básicamente icónicas, coincidentes con manifestaciones y otras acciones de protesta y denuncia10, similares a los días de acción global pero asociadas con las problemáticas locales utilizando el lenguaje simbólico mucho más que la palabra.

El escrache11 pasa a ser una modalidad de denuncia y protesta que es acompañada por dramatización y otras formas de representación. La obra Aquí viven genocidas, una propuesta de señales conceptualmente referidas a la justicia, creada para acompañar a H.I.J.O.S en sus escarches, fue una producción conmovedora y de alto impacto.

La consigna: "infiltrarse en el lenguaje del sistema y generar así pequeñas alteraciones buscando desenmascarar o hacer evidentes los juegos de relación del poder, a través de la denuncia".

Desde distintas posiciones estos grupos o movimientos culturales intervienen en el ámbito urbano a partir de diversas estrategias de comunicación, para unos la acción comunicativa se basa principalmente en subvertir los mensajes institucionales vigentes y establecer una simbología que haga visible el mensaje oculto mediante estrategias de ruptura, para otros, en su actividad adquieren un valor mayor los mecanismos utilizados para la denuncia y las posibilidades de confrontación real. Su fuerza creativa escapa de los espacios tradicionales y legitimados de exhibición para volcarse a la esfera pública urbana bajo múltiples formatos que van desde el esténcil a la acción performativa, pasando por las intervenciones sobre señales y carteles.

[…] partimos justamente de esta idea de que vivimos en un capitalismo semiótico plagado de sentidos, significaciones, imágenes, digamos con sentidos específicos y orientadas en un mismo sentido y la idea es reapropiarse de esas herramientas para intervenir ese imaginario dominante y de repente crear un nuevo imaginario […] de alguna manera instalar imágenes o discursos que tengan que ver con cuestiones mas vinculadas a la resistencia. Nosotros concretamente por fuera de los ámbitos de los movimientos sociales sabemos que el trabajo sobre la imagen es una buena manera de llegar al común de la gente (J., Iconoclasistas, 2007).

Las organizaciones entienden su actividad como despliegue creativo, activismo, intervención, guerrilla comunicativa, laboratorio de comunicación y recursos contra-hegemónicos. Estas son estrategias para reapropiarse y reformular el espacio urbano, en colaboración con otros actores sociales.

Este fenómeno trae aparejada una serie de propuestas de tipo participativo, y en la militancia ejercen la acción directa en las calles de la ciudad. Las acciones se viven directamente como conflicto y antagonismo, y, por otro lado, son eventos mediados que pueden introducir en la esfera pública mensajes que difícilmente se proyectaban antes hacia el exterior (Holmes, 2005). Surge así una construcción colectiva enorme en el campo cultural que representa una particularidad donde la experiencia se vuelve interesante también para el exterior. Los colectivos se articulan con otros grupos de América Latina y Europa con visiones similares de la práctica política y activista. Participan de muestras, festivales, encuentros, etc., y de las acciones de protesta que se emprenden en otras ciudades. Internet posibilita el intercambio de los grupos pero también la difusión de la producción mediante la denominada cultura copyleft.

Realizamos un trabajo muy minucioso sobre la imagen para producir recursos para la comunicación de los movimientos sociales bajo licencias copyleft en donde todo lo que se produce está en la página y puede ser utilizado, reapropiado, tergiversado y propiciamos la libre circulación para la lucha y la resistencia de otros movimientos (J. Iconoclasistas, 2007).

[…] Participamos también de diarios, nos manejamos con la cultura copyleft también a la gente que tiene sus publicaciones y que estamos más o menos en la misma movida, damos nuestras fotos para que las bajen sin problemas, las puedan utilizar para sus publicaciones, nos manejamos por diferentes ámbitos con nuestros "standcito", nuestros libros revistas y las cosas que vamos juntando (G. SUB, 2007).

Su práctica cultural y social ha modificado la cultura política del activismo local, sin desconocer que subsiste una contradicción evidente entre los movimientos que luchan por un sentido de la representatividad política clásica de visibilidad, de inclusión, con una concepción moderna de los derechos sociales, una comprensión delegativa en última instancia de la acción política (Holmes, 2005) y los colectivos objeto de nuestro estudio, que se articulan y actúan en una nueva concepción cultural y social distinta de las formas de identidad política clásicas, como se ha demostrado hasta aquí. Esta producción cultural con fines contra-hegemónicos, constituye un núcleo generador de identidades grupales, que reemplazan las identidades exhibidas por otros movimientos a partir de su propia condición; los movimientos de desocupados son un ejemplo, así como los movimientos sindicales, de larga trayectoria en Argentina y con un importante protagonismo en el escenario político actual, son otro.

A modo de síntesis

La incorporación del lenguaje audiovisual, la apropiación creativa no sólo de las TIC (especialmente de Internet), sino de los lenguajes, símbolos, discursos y modelos organizativos que van asociados a ellas y el intercambio translocal, caracterizan los procesos de movilización y resistencia de los últimos años. Internet brinda otro campo desde donde dar batalla y proponer un espacio contra- hegemónico, la información y la fluidez de la comunicación pasan a ser un requisito indispensable para articular la mayor parte de sus acciones y para la distribución de la innovación cultural en esta materia. Se construyen acciones colectivas en función de problemáticas locales articuladas con las globales, o al revés, y los movimientos se valen de las redes para nivelar las relaciones de poder que se dan entre ambos espacios.

Aún con distintas formas de intervención y escalas globales o locales, los colectivos y movimientos sociales estudiados comparten aspectos esenciales: la actividad se centra en la comunicación y en la imagen; se reapropian del espacio simbólico para intervenir en el imaginario dominante y otorgar nuevos sentidos, significaciones e imágenes desde prácticas comunicacionales; vinculan sus formas de intervención y de acción a la idea de contra-información (cultural y política); la organización interna está basada en el trabajo colectivo y en producciones de libre circulación; se apropian de Internet y sus herramientas y se articulan en red construyendo acciones y proyectos colectivos a nivel local, latinoamericano y mundial, donde lo local es el lugar de anclaje cultural y territorial. El conflicto no sólo se produce en la esfera de lo político y social sino también en la producción cultural, en la producción de imágenes y la circulación de signos, entendidos estos como productores de subjetividades contemporáneas. Esta es la característica central de la nueva cultura política y la paradoja de Internet en tanto espacio de circulación no-mercantil de signos e imágenes.

En América Latina, las formas emergentes de práctica política, en un escenario de movimiento global, tuvieron enorme resonancia, no sólo por la manera en que se difundieron estas políticas en todo el mundo, sino también porque han influido en muchas acciones y luchas. EL FSM se inició en Latinoamérica, y los movimientos sociales de la región adquirieron visibilidad y apoyo internacional, siendo capaces de desarrollar una fuerza antagónica a nivel local en articulación con otras organizaciones, generando de tal forma un movimiento de movimientos sociales.


Citas

1 Scott Lash (2005: 59-61) señala que se produce la transición de una sociedad industrial nacional a una cultura informacional global y se pregunta cuáles son las consecuencias para la política en una era cuyos principios fundamentales comienzan a ser reemplazados por tres nuevas lógicas: el principio de lo nacional es desplazado por el principio de lo global; la lógica de la información desplaza la lógica industrial; la lógica de lo cultural desplaza a la lógica de lo social.

2 Manuel Castells (1997: 47, nota 33) establece una distinción analítica entre las nociones de sociedad de la información y sociedad informacional: en primer término destaca el papel de la información en la sociedad, reconociendo que ha sido fundamental en todas las sociedades; el término informacional "indica el atributo de una forma específica de organización social en la que la generación, el procesamiento y la transmisión de la información se convierten en las fuentes fundamentales de la productividad […]".

3 Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, acuña el término "pensamiento único" en una edición de ese diario de 1995 para referirse a las teorías neoliberales creadas en la escuela de Chicago y extendidas por todo el mundo con el máximo de desarrollo en la década de los noventa (Marí, 2004: 24). El término fue ampliamente adoptado por parte del amplio espectro de fuerzas sociales y políticas reunidas en el Foro Social Mundial.

4 El concepto de espacio de los flujos de Castells se refiere a la forma en la que se organiza el espacio en una sociedad que está construida en torno a flujos: de capital, de información, de tecnología, de interacción organizativa, de imágenes, sonidos y símbolos, cuyo soporte material serán aquellos elementos que permiten su articulación en tiempo simultáneo. Dentro del espacio de los flujos, los lugares, su lógica y su significado quedan absorbidos en la red.

5 Vía campesina, 1992; Marcha Mundial de Mujeres, 1996; Jubileo, 2000, 1996; Social Watch, 1996; Attac, 1998; Acción Global de los Pueblos – AGP, 1998; Jubileo Sur, 1999 (Marí, 2004: 50-51).

6 El accionar del movimiento zapatista en el ciberespacio es reconocido como la primera guerrilla informacional, por su política defensiva a través de Internet y por la estrategia de visibilidad del movimiento a través de la Web.

7 En el artículo se incluyen citas de las entrevistas realizadas en el proceso de investigación entre los años 2006 y 2007, se identifican con la inicial del/la entrevistada, la organización a la que pertenece y el año en que fue realizada. Las siguientes fueron las organizaciones de carácter global que se estudiaron: Attac Argentina y Francia, Mocase y Mocafor en la Vía Campesina, Marcha Mundial de Mujeres (MMM), Amigos de la Tierra en la Federación Internacional, Indymedia nodo Argentina, Amarc, nodo Argentina, Prensa de Frente, Organizaciones en Defensa del Software Libre Argentinas y Brasileras; y los colectivos argentinos: SUB Cooperativa de Fotógrafos, Mujeres Públicas, Icnoclasistas, Grupo de Arte Callejero y Etcétera.

8 En Argentina no se cuenta con información oficial actualizada acerca del número de usuarios de Internet. La empresa de información de mercado Prince and Cooke –especializada en investigación y análisis del mercado de TIC– en su Observatorio de Indicadores Tecnológicos, estima, para el año 2006, en trece millones los usuarios de la Red en Argentina, es decir, alredededor de un 35% de la población total. Sin embargo, es muy desigual la distribución en el interior del país. Según estudios anteriores (2004) la penetración en la ciudad de Buenos Aires es mayor al 40% mientras en el resto del país los porcentaje pueden descender al 10% según la provincia. Puede encontrarse en: <www.princecoole.com>.

9 "Contrainformar es trabajar por legitimar los discursos insurgentes frente al pensamiento único neoliberal, destruir el mito de la objetividad, servir de vocero de los movimientos sociales, dar la palabra a quienes callan por falta de oportunidades para hablar, combatir el ruido con apariencia de música que emana de los gigantes mediáticos. Contrainformar es también hacerse con herramientas que permitan la difusión horizontal de información, construir puentes que hagan circular contenidos con valor de uso, romper el monopolio de la producción de discursos sobre el mundo social, desbaratar la ilusión de una "opinión pública libre". Definición de Nodo50: "Territorio virtual para los movimientos sociales y la acción política en Internet. Puede encontrarse en: <www.nodo50.org/faq.htm#contrainformación>.

10 La agrupación H.I.J.O.S de detenidos y desparecidos se convierte en el semillero de grupos de jóvenes artistas y en los años noventa, con los escraches a los genocidas, comienzan su intervención en el escenario de la ciudad de Buenos Aires.

11 El "escrache", en la Argentina de los noventa, consistió en dar a conocer la identidad de un represor de la dictadura militar, los antecedentes, el rostro, el domicilio. Nace como una herramienta política para contraponerla con las leyes de punto final y de obediencia debida, aprobadas durante el período democrático iniciado en 1983, y con los indultos de los años noventa.


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La diáspora mexicana online: una lectura en torno al capital social

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La diáspora mexicana online: una lectura en torno al capital social*

A diáspora mexicana on-line: uma leitura em torno da capital

The online Mexican diaspora: a reading about social capital

Rodrigo González Reyes**


* La investigación de la que parte el presente trabajo ha sido financiada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), por mediación del Programa Nacional de Posgrados de Excelencia, México.

** Licenciado y maestrante en Comunicación Social (Iteso/Universidad de Guadalajara). Investigador de la asociación Televidencias, Comunicación, Educación y Cultura A.C. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.


Resumen

Las diásporas online han sido casi exclusivamente abordadas desde enfoques culturalistas, hecho que ha oscurecido la necesidad de explicar su existencia como producto y determinante de estrictos modelos de acción colectiva. Así, el presente trabajo propone aproximar a su estudio el enfoque del, tendencia teórica atenta a ver el papel de los principios conectivos y asociativos de la redes sociales en la consecución de fines individuales y colectivos.

Palabras clave: diasporidad online, redes, Internet, acción colectiva.

Resumo

As diásporas em linha foram sido quase exclusivamente abordadas desde aproximações culturalistas, fato que escureceu a necessidade de explicar sua existência como produto e determinante de estritos modelos da ação coletiva. Assim, o presente trabalho propõe aproximar a seu estudo a aproximação do, tendência teórica a ver o papel dos princípios conetivos e associativos das redes sociais na realização dos fines dos indivíduos e seus grupos.

Palavras-chaves: diasporidade online, redes, Internet, ação coletiva.

Abstract

Online diasporas have been almost exclusively approached from culturalist visions, fact that indeed has darkened the necessity to explain its existence as product and determinant of strict models of collective action. Thus, the present work proposes to approximate its study to the social capital approach, theoretical tendency to see the paper of the conective and associative principles of social networks in the attainment of individual and colective aims.

Key words: online diaspory, social capital, networks, Internet, colective action.


Introducción

La pobreza, los conflictos bélicos, las persecuciones políticas y los desplazamientos forzados, entre otros factores, impulsan hoy en día a millones de personas a abandonar sus lugares de origen para buscar mejores condiciones de vida en sitios distantes. Muchos de ellos logran establecerse, y con ellos llegan también otros que comparten su misma condición, origen y cultura. Cuando estos establecimientos son masivos y sistemáticos, entonces se habla del nacimiento de una diáspora.

Como es fácil imaginar, los grupos diaspóricos siempre han intentado mantener vivas las relaciones con quienes quedaron atrás y sostener la fuerza de los lazos entre aquellos que migraron. Esta labor nunca ha sido fácil, pero hoy en día, gracias al desarrollo de la plataforma Internet y el surgimiento de un espacio público en la Red1, muchos de estos grupos han encontrado la posibilidad de ampliar sus modelos de acción y socialización a través de un nutrido grupo de sitios virtuales, dando lugar con ello a las llamadas diásporas online (Karim, 2003).

Este hecho, por lo demás, se presenta ante los estudios de migracióncomunicación y comunicación y redes, entre otros campos, como una importante situación testigo para reflexionar sobre cómo abordar un fenómeno asociativo en este espacio desde los principios teóricos y conceptuales del capital social.

Entender el capital social: los principios productivos de las redes sociales

Problemas teóricos y conceptuales tales como la naturaleza de los nexos empáticos entre los sujetos, la creación de redes de confianza o las dinámicas de participación y cooperación interpersonales (Ostrom, 2003) no son nuevos para las diversas disciplinas sociales, sino que, al contrario, han dado lugar en el último siglo a un ingente cuerpo de generación y revisión teóricas. Desde muy distintas perspectivas y respondiendo a intereses muy diferentes, pensadores sociales como Homans (1961), Emerson (1972) o Blau (1964), han tenido en cuenta que las relaciones sociales no sólo producen nexos, sino que los nexos en sí mismos están cargados de un importante y subjetivado valor, y es a partir de esta intuición que se proyecta y modela el concepto de capital social, heredero de las teorías de segunda generación de la acción colectiva y la teoría general de la acción racional (Ostrom, 2003).

Este enfoque, a diferencia de otros que le precedieron en su misma línea, se caracteriza por entender el papel que tienen las redes sociales como posibilitadoras en el intercambio y consecución de recursos sociales, y a su vez, cómo estos intercambios son origen y consecuencia de la acción colectiva.

Así, se puede definir el capital social como un recurso de producción de beneficios que opera en función de los intercambios y las relaciones sociales del sujeto, presentándose como un principio conectivo y concentrador de recursos personales (Coleman, 1994: 306). A partir de él, los actores de una red combinan los efectos de sus distintas acciones individuales para obtener un resultado en términos de acción colectiva (Friedman y Hetcher, 1988: 203).

Vale puntualizar que ésta última, como parte de la acción social, se define en este enfoque no como la mera suma de acciones individuales, sino como una forma de actuación donde la acción individual, combinada con otras, es el recurso productivo de la estructura que posibilita el logro de ciertas metas que serían imposibles de alcanzar en su ausencia (Coleman, 1994: 302).

Con este trasfondo y tal como lo percibiera Coleman (1994: 302), primer re-fundador del enfoque del capital social, éste se puede entender también como la posibilidad de los sujetos de acceder a beneficios, en términos de recursos sociales diversos y posibilitados por la acción colectiva, que sólo son asequibles por mediación de sus redes sociales.

Desde aquí se asume que, si no todos, al menos una determinada cantidad de actores dentro de una red intuyen que los beneficios producto de esa cooperación voluntaria o involuntaria serán superiores a los que se pueden obtener por medio de actos aislados e individuales.

En este sentido, el espacio público de la Web, desde su estructura reticular, permite una serie de intercambios y acciones colectivas que anteriormente estaban casi limitadas a las interacciones presenciales, en tiempo real y cara a cara, perfilándose así como un fenómeno particularmente interesante para los distintos ámbitos teóricos y empíricos que tienen como centro la interacción social.

“Comunidades a larga distancia”: Red, redes y capital social

Es interesante que si uno de los argumentos fuertes en el debate sobre Internet ha girado en torno a los niveles de compromiso y responsabilidad como factores de cohesión en la agregación virtual (Hine, 2004: 31; Lin, 2003: 212), las intuiciones hayan recaído hasta ahora en el inestable concepto comunidad y no en el de capital social. Con todo, existen precisos y útiles cruces teóricos entre ambos constructos, tal como el que ha operado Barry Wellman.

Pionero en el estudio de redes sociales de base telemática, Wellman ha explicado de distintas formas que una de las consecuencias de la Revolución Industrial fue traer la percepción de que el hecho comunitario había desaparecido como elemento de cohesión en las sociedades contemporáneas (Wellman, 2001), cuando este hecho, hoy claramente falso, únicamente obviaba que las formas de convivencia, de mantener redes sociales activas y productivas, sólo se había transformado al utilizar los recientes medios de comunicación como nueva base de vinculación entre sujetos ampliamente dispersos. Este episodio histórico dio lugar, como consecuencia, a las "comunidades a larga distancia" (Wellman, 2001: 5), es decir, a nuevas formas de asociación que se sustentan más en la existencia de prácticas compartidas entre sujetos que en sus condiciones físicas y localizadas de convivencia (Hine, 2004: 31).

Justamente la Red de redes, a través de sus posibilidades técnicas, potenciadas por cada vez más y mejores dispositivos de intercambio de información y la aparición de cada vez más nodos, se ha impuesto como el eje de esta emergente forma de socialidad mediada (Rheingold, 1994: 7; Delanty, 2006: 173), obviando a gritos lo ya insoslayable: estamos en red, interconectados con un número cada vez mayor de articulaciones que crece a una frecuencia acelerada (Da Costa, 2004).

Retomando todo lo anterior, se debe explicitar que un principio axiomático del es aquel que dicta que todo fenómeno asociativo, tanto en la virtualidad como en la vida real (IRl) (Rheingold, 1994: 16), tiene siempre un componente que determina económicamente la acción con base en los intercambios. Éstos, si bien no tienen que encajar forzosamente en las posturas clásicas del actor racional (en la que el sujeto siempre busca acceder con sus posibilidades y recursos al mejor resultado posible), al menos sí buscan acceder a recursos que no obran en su poder a través de la inserción en las redes de intercambio de terceros.

En términos reduccionistas, los sitios diaspóricos online, tal como otras agregaciones sociales públicas en línea, pueden ser entendidos como una red humana de intercambios. Allí, una indeterminada cantidad de sujetos "amarran" sus recursos a una red de intercambios informales en espera de que sean capitalizados, al tiempo que éstos procuran los que ofrecen muchos otros individuos. Esta dinámica, justamente, se vuelve nodal al evaluar las interacciones sociales en el espacio público de la Web como proveedoras de capital social.

Desde aquí y como punto de partida para entender el papel del ciberespacio en este hecho asociativo, es necesario decir que para autores en la línea de Wellman existen al menos dos niveles paralelos de participación colectiva de las que se desprenden y mantienen las principales formas de, las cuales son el contacto social (tal como las visitas, las reuniones sociales, la llamadas por teléfono, etcétera) y el compromiso (actividades organizativas con miras a lograr un objetivo) (Wellman y Quan-Haase, 2004: 115), ambos observables en distintos planos del espacio virtual.

La clave, en objetos como el aquí trabajado, consiste en asumir epistemológicamente el ciberespacio como producto y determinante de formas puntuales de este tipo de acción colectiva, situación que, debido a la inercia empírica que entiende la acción social en Internet no como una acción colectiva sino como la suma de las acciones individuales (Hine, 2004: 25), ha fracasado a excepción de unos cuantos aunque importantes intentos (Lévy, 2004).

Esta inercia cobra sentido cuando se verifica que, fuera del debate micro-macro (Ritzer, 2002: 443), una tendencia en ciencias sociales ha sido ver lo social ya sea en términos de acción o de estructura, pero pocas han sido las intuiciones acerca del papel que la estructura juega en los cauces de la acción, es decir, que la estructura puede ser también entendida no sólo como una mera disposición que cataliza la acción, sino en sí misma como una forma particular de aquélla.

Así, es posible entender que los sujetos en el ciberespacio, al igual que en el espacio físico, no sólo son o están, sino que también actúan, y en la actuación reside la posibilidad de lograr acceder a determinados recursos o posibilitar a otros la consecución de un objetivo dado; precisamente, cuando desde este filtro teórico se observa Internet como un escenario de múltiples y concurrentes interacciones colectivas, se obvia su importante papel histórico como posibilitadora y generadora de distintas formas potenciales de capital social. Esto se puede entender a partir de exponer ocho premisas sobre sus características estructurales y su relación con distintos principios asociativos:

  1. Los vínculos sociales no se generan solamente donde los sujetos se encuentran, por causas ajenas a ellos mismos (Wellman, 2001 y 2004).
  2. Por el contrario, los nexos con otros se buscan y se construyen en la medida de lo posible (Oldenburg, 1999; Berger y Luckmann, 1997).
  3. Esto efectivamente se hace pues los vínculos están subjetivamente cargados de sentido y expectativas productivas (Coleman, 1994; Berger y Luckmann, 1997).
  4. Todo fenómeno asociativo puede leerse en términos de capital social (Wellman, 2001).
  5. A todo fenómeno asociativo corresponden diversas formas de producción o inhibición de (Coleman, 1994: 305).
  6. Los medios técnicos, tales como las tecnologías de la comunicación y sus plataformas, sólo son posibilitadoras y/o potenciadoras de todas las anteriores disposiciones sociales (Wellman y Quan-Haase, 2004).
  7. La Web, desde su estructura de red y a partir de sus posibilidades de reestructuración espacio- temporales (Hine, 2004: 15), potencia y facilita las propiedades reticulares de otras estructuras de organización social que la utilizan (Lin, 2001).
  8. Los usos sociales que privilegian esta propiedad, potencian también la actuación y los beneficios de las formas de acción social reticular, tales como el compromiso grupal y la cooperación (Lin, 2001; Wellman y Quan-Haase, 2004).

Tomando en cuenta este contexto y las últimas premisas que tienen una orientación mediática, también es necesario aclarar que otros medios, como la televisión, han sido vistos como potentes inhibidores de positivo, entendiendo, por ejemplo, que los sujetos que ven más televisión suelen evitar "información útil" en el proceso de comprometerse cívicamente, al tiempo que el consumo televisivo, solitario y unidireccional, impide la colaboración en tareas ciudadanas y el fortalecimiento de lazos cercanos entre sujetos (Putnam, 2000: 231).

Por otro lado, y atendiendo a la imparcialidad, es justo exponer que tampoco todas las visiones sobre redes y han visto con buenos ojos la plataforma Internet; caso sorprendente de esta postura ha sido el mismo Putnam (2000), quien ha afirmado que, lejos de ser una forma que abra la base constructiva del capital social, la acota. El argumento de Putnam parte del razonamiento de que las personas puntualmente interesadas en algo tienden a relacionarse no con "cualquier otro", sino con aquellos que más estrechamente se apeguen a sus intereses, cerrando así la densidad de las redes (closure) e impidiendo el desarrollo de actividades cívicamente comprometidas. Esta afirmación, obviamente, tiene más que ver con prejuicios intelectuales de nuestro autor que con hechos empíricos, puesto que existe una pléyade de estudios serios que han demostrado, con base en su propia teoría, todo lo contrario (Halpern, 2005: 307).

Por otro lado, muchas han sido las preguntas acerca de la duración y fuerza de los vínculos construidos desde el ciberespacio y en él, por lo cual es importante revisar las insoslayables enunciaciones formuladas hace más de treinta años por Granovetter, tesis que se han revelado como centrales en la teorización social contemporánea del espacio Web.

Si bien este autor no habló propiamente de capital social (Granovetter, 1973) ni en su tiempo pudo prever la existencia de la Red, su proposición central es que las relaciones sociales más informales (redes de conocidos,weak ties) suelen comportar una importante fuente de recursos sociales, incluso mayores que aquellos provistos por las relaciones formales, fuertes y estrechas (strong ties). De la proposición de Granovetter se deduce que en tanto que las relaciones débiles son una fuente importante de, es imposible que algún tipo de red exista sin producir al menos una determinada forma de este capital. En este sentido, Internet, a través de sus distintos niveles de socialización e interacción, que van desde los cerrados tejidos de comunidades virtuales con fuerte sentido de pertenencia (Rheingold, 1994; Wellman, 2001) hasta los sitios de interacción fugaz y anónima (Hine, 2004: 28), abre el abanico de posibilidades para tejer vínculos débiles y fuertes, situación que, con relación al renovado interés generado por la telemática de segunda generación, comienza a llamar la atención no sólo de estudiosos de redes sociales y modelos vinculativos, sino de toda una pléyade de científicos sociales procedentes de muy distintos campos disciplinares.

Migración y tradiciones teóricas de la asociatividad

Una vez expuesto cómo opera teóricamente la idea de capital social y la forma en que allí se asume el concepto de acción colectiva, es necesario pasar a revisar su interés por los fenómenos migratorios y su relación con la diáspora online que nos servirá de ejemplo.

En primer lugar, hay que tomar en cuenta que los fenómenos migratorios, por sus procesos de movilidad y sus complejas dinámicas de conexión y desconexión social, han sido un gran fetiche en los estudios sobre redes sociales (Herrera, 2007: 191), y por goteo, de los estudios sobre capital social.

El cruce de estas tradiciones teóricas ha tenido como centro fenómenos empíricos tales como la denominada "migración en cadena" y otros mecanismos de movilización migratoria similares (Portes, 1997); fenómenos donde el flujo migratorio se verifica como producto directo de las interacciones regulares y circulares mantenidas entre no migrados, inmigrantes y emigrados (Arango, 2003). Esta articulación de perspectivas no es casual, pues encuentra su explicación en el hecho de que mientras el concepto de reticularidad funge como punto de llegada en los enfoques de redes, en los del capital social se prefigura como el de partida.

Las preguntas tras el fenómeno han sido en relación con ¿cómo se conectan los sujetos emigrados e inmigrantes con sus pares? ¿Se concertan alianzas entre migrantes de distintos grupos nacionales, étnicos y culturales? ¿Qué papel juega en el proceso de asimilación al nuevo entorno el conocimiento de determinados personajes de una red ya establecida?

Desde ahí, las líneas de investigación que aprietan la agenda del capital social y la migración tienen especial interés en entender cómo estas redes de conveniencia implican, por medio de la acción conjunta, la minimización de costos globales frente a la riesgosa empresa de migrar y el papel de la generación y revitalización de vínculos sociales en el proceso de asimilación a un nuevo entorno geográfico y sociocultural (Arango, 2003). Con ello se viene a obviar la importancia inmediata de estudiar cómo algunos usos sociales del espacio Web posibilitan el papel de la acción colectiva en diversas diásporas online, si bien el interés de los estudios de capital social y migración, hasta hoy, parece radicar en las situaciones asociativas geográficamente localizadas, dejando ver que el interés por Internet como un espacio social virtual ha sido un interés casi exclusivo de ciertos estudios de redes sociales.

Esto ha limitado las posibilidades de producción y acumulación de conocimiento en torno a este fenómeno, hecho que resulta particularmente interesante cuando se constata que los principales continuadores teóricos de este enfoque han hablado sobre el potencial del ciberespacio en la construcción y acumulación de (Halpern, 2004: 307; Lin, 2003: 125; Ostrom, 2003: 206; Wellman y Quan-Haase, 2004).

Los sitios WEB de la diáspora mexicoamericana

A diferencia de las diásporas procedentes de otros circuitos migratorios, la mexicoamericana, debido a su intensa migración circular y la consecuente presencia de siempre nuevas "primeras generaciones", es concebida ante todo como parte de una comunidad transnacional, es decir, donde las dinámicas sociales de los migrantes transcurren simultáneamente en el país de origen y en el de destino. Esto quiere decir, en términos prácticos, que los sujetos que forman parte de la diáspora pueden estar establecidos o en continuo tránsito a ambos lados de la frontera mexicoamericana, lo cual implica, respecto de otros grupos diaspóricos, un importante cambio de usos socializadores del espacio público de la Red.

En este sentido, mientras otras diásporas online agrupan sujetos que tienen como común denominador una misma identidad nacional, en el caso mexicoamericano los sitios genéricos de migrantes son inexistentes, aunque las páginas llamadas por el autor de este trabajo como de "oriundos", que agrupan a sus miembros y participantes en torno a la población o pueblo de origen, se cuentan por decenas en la gran Red (González, 2007).

Esto sucede pues los migrantes mexicanos, en medio de un proceso de inmigración globalizado, han entendido en términos de economía de redes el potencial asociativo que facilita la "matria", por oposición a aquella más débil y desarticulada que ofrece la "patria".

Estos sitios, en términos generales, pueden definirse como sitios virtuales de orientación no institucional, ideológica ni comercial que tienen como interés principal servir de vías de intercambio informal y alternativo de distintos tipos de información entre sujetos impactados por el fenómeno migratorio con un origen regional compartido.

En su inmensa mayoría, estos espacios virtuales están relacionados con municipios o poblaciones pequeñas de las entidades históricamente consideradas como expulsoras, tales como Oaxaca, Jalisco, Michoacán y Zacatecas, aunque prácticamente existen sitios vinculados a todos los estados de la República. En este punto debe indicarse que son inexistentes los sitios relativos a poblaciones grandes, tales como las capitales o ciudades principales, y esto se debe a que las redes de socialización de los sujetos procedentes de este tipo de poblaciones son más diversas y, a la vez, tienden a funcionar en torno a mecanismos de redes personales uno a uno entre otros modelos similares (Wellman, 2001).

En términos de, es necesario observar, también a diferencia de otras diásporas online y con base en otras geografías y lógicas migratorias, que estos sitios son construidos no por inmigrantes recién llegados y desconectados de sus redes, sino por sujetos bien establecidos, ya en territorio norteamericano o al otro lado de la frontera, en busca no de información de primera mano sobre el proceso y el tránsito migratorio, sino en busca de integrar una comunidad de sentido (Berger y Luckmann, 1997).

Esta búsqueda incluye la expectativa de encontrar a otros que, catalizada la experiencia migratoria, ofrezcan una orientación compartida de vida y el acceso a beneficios afectivos, tales como la posibilidad de mitigar la nostalgia a través del sistemático contacto con familiares o conocidos, o bien, satisfacer el deseo, por medio del chisme y el cotilleo, de sentirse incluidos en el aquí y ahora de quienes han quedado lejos.

Por lo demás, la exploración empírica preliminar permite afirmar que gran parte del secundario que se promueve y moviliza en estos sitios está en función de atender al menos cinco necesidades, a saber:

  1. Renovar contacto entre familiares o amigos de la juventud o la infancia con distintos fines de socialización.
  2. Generar o movilizar recursos económicos en la localidad de origen.
  3. Promover políticas públicas a ambos lados de la frontera.
  4. Denostar a un personaje público o conocido por la comunidad, ya sea de un lado o a ambos de la frontera.

Es necesario decir que la presencia de estos sitios, tal como se ha llegado a plantear en más de una ocasión, no sustituye a otro tipo de comunidades o redes sociales (grupos de inserción, conveniencia, etcétera), antes bien, en éstas últimas se potencian y se fortalecen los procesos de socialización e inserción en redes más amplias, modificando importantes aspectos de movilidad y cooperación tanto en los sujetos migrantes como entre aquellos que siguen en sus comunidades de origen.

A modo de cierre, insistimos en mencionar que el enfoque del capital social indudablemente tiene mucho que aportar a la comprensión de fenómenos comunicativos, migratorios y asociativos contemporáneos, mientras que la metáfora de las diasporidades aparece, en este escenario de cambios, como un valioso ejemplo para comenzar a pensar en lo que en un futuro cercano podríamos llamar estudios de la migración mediada.


Cita

1 En este trabajo se asume que Internet es la plataforma tecnológica y que su consecuencia social es el ciberespacio o espacio de la Red. Éste, al igual que cualquier otro espacio social, puede ser dividido en un espacio público y otro privado. El espacio público, objeto de este estudio, es aquél al que se puede acceder sin otra condición que poseer una conexión electrónica activa; el privado, por el contrario, es en el que el acceso es restringido, por diversos medios y dispositivos, por parte de los administradores y/o usuarios del recurso en cuestión. Algunos ejemplos comunes de este espacio lo conforman el correo electrónico o el tablero de mensajes privados (Hine, 2004).


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Estética de la virtualidad y deconstrucción del museo como proyecto ilustrado

Estética da virtualidade e desconstrução do museu como um projeto ilustrado

Aesthetics of the virtuality and deconstruction of the museum as an illustrated project

Adolfo Vásquez Rocca*


* Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Profesor del Instituto de Filosofía de la PUCV, del Departamento de Artes y Humanidades de la UNAB y profesor asociado al grupo Theoria, proyecto europeo de investigaciones de postgrado, UCM. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.


Resumen

Se intenta aquí superar la tradicional antinomia entre arte y tecnología. En cambio, se propone una comprensión del arte posmoderno a partir de la inscripción del artista en el seno de una cultura de la información. Es así como asistimos a un cambio de paradigma en el estatuto del arte, a una revolución en la escena artística y de nuestros regímenes de visibilidad, de allí la necesidad de explorar el desarrollo de las estéticas de la virtualidad que nos instalan en nuevas lógicas de producción de verdad, emancipadas del museo como instancia última de legitimación artística.

Palabras clave: museo, régimen de visibilidad, verdad del arte, pliegue.

Resumo

Intenta-se aqui superar o tradicional contraste entre arte e tecnologia. Entretanto, propõe-se uma compreensão da arte pósmoderna a partir da inscrição do artista em base à cultura da informação. É assim como assistimos a uma troca de paradigma no estatuto da arte, a uma revolução na cena artística e de nossos regimes de visibilidade, daí a necessidade de explorar o desenvolvimento das estéticas da virtualidade que nos traz novas lógicas de produção da verdade, emancipadas do museo como instância última de legitimação artística.

Palavras-chaves: museo, regime de visibilidade, verdade da arte, pliegue.

Abstract

We try to surpass the traditional antinomy between art and technology. We propose an understanding of the postmodern art from the inscription of the artist in the core of a culture of information. We assist to a change of paradigm in the status of the art; to a revolution in the artistic scenario, and in our visibility regimes. Hence the necessity to explore the development of the aesthetics of virtuality that puts us in new logics of the production of truth, which are emancipated from the museum as the last instance of artistic legitimating.

Key words: museum, visibility regime, truth of the art, fold.


1. Megalópolis, transformación del estatuto del arte y cultura global

En la ciudad global, en la megalópolis hiper-conectada y sus carreteras de la información –entre el flujo y la densidad de las unidades de datos– nos desplazamos a través de figuras y entidades híbridas, espectros de una cultura post-humana, capturadas y encapsuladas en bloques de bits.

Las nuevas mega-ciudades con sus sofisticados proyectos de desarrollo urbano, basados en su prioritaria preocupación por la conexión inmediata con otras ciudades globales y el desarrollo de megaestructuras arquitectónicas multifuncionales y autosuficientes, han provocado la desertificación del entorno y gestionado el hábitat sofocado de los nuevos centros comerciales, recintosferiales y estadios cubiertos. Son los nuevos invernaderos, caparazones para una vida que apunta –en la era del capitalismo integral– a la total absorción del mundo exterior en un interior planificado en su integridad1.

Asistimos así a la transformación del estatuto de lo real y a la diversificación de las formas de producción de verdad y de circulación de ideas y obras, con la consiguiente aceleración de su difusión telemática, así como a los procesos de descentramiento que instalan el arte en un nuevo horizonte de interactividad y resonancias políticas globales.

Es en este contexto donde cabe revisar las funciones del museo, principalmente en su papel de archivo que fija la verdad del arte, esto es, como el dispositivo fundamental de la autoreflexión en orden a construir un imaginario epocal en el cual reconocerse, ejercicio verticalista desde el cual se pauta la cultura y se administra el gusto.

Hoy, en nuestras sociedades líquidas del flujo y la deriva de la identidad, el arte no puede ser fijado e inmovilizado para ser objeto de procesos de indexación. Hoy –como nunca– arte y vida se codeterminan y se copertenecen (Vásquez, 2006), y ha sido precisamente la digitalización de las imágenes, su tránsito e incluso su constante y aleatoria modificación por parte de usuarios que comparten en la Red sus licencias creativas, lo que configura nuevas formas de transferencia de conocimientos y circulación de imágenes en una nueva comunidad virtual sin centro y sin periferia. Una Red que se articula a partir de un entramado de navegaciones o trayectos enlazados y federados: multilíneas en paralelo que pueden ser contempladas en su conjunto, de modo horizontal. Esto funda un nuevo orden de visibilidad abierto a los puntos de contraste y fractura con los discursos canónicos, unidimensionales y políticamente correctos, a la vez que propicia la creación cooperativa y la acción colectiva de inteligencias. Es precisamente aquí donde el descentramiento aparece como la estrategia más efectiva para deconstruir la lógica del discurso único, de "la verdad del arte", que precisamente el museo tradicional lucha por preservar. Así pues, se enfrentarán esta memoria despótica, archivística y docu-monumental del museo con la memoria relacional, interproductiva, de las tecnologías informáticas.

2. Virtualidad, producción simbólica y régimen de visibilidad

Debe resaltarse, por más que parezca evidente, que el museo no siempre ha estado ahí, ni seguramente estará ahí eternamente. Como cualquier otra institución humana debe situarse social, histórica y epistémicamente, ya que pertenece a un determinado proyecto cultural, civilizatorio cabría decir, y cobra sentido como parte de un conjunto de prácticas de representación y asentamiento de la verdad específicas de una época. El museo, como institución epocal, no puede por tanto ser ajeno a las transformaciones tecnológico-comunicativas, ni a los modos de producción artística y cultural derivados de dichas transformaciones, al modificarse las formas de representar simbólicamente, de construir la verdad y la memoria, notas identitarias que le permiten al ser humano su autocomprensión y –con ello– su sentido de pertenencia e inclusión en las comunidades con las que se identifica y en las que se reconoce (Marchán, 2006).

En las sociedades informatizadas y globalizadas, el museo ha sido desplazado de su papel hegemónico como administrador del régimen de visibilidad de una cultura, de dispositivo de verdad, para dar paso a nuevas prácticas artísticas de producción simbólica de imágenes y relatos –asociadas con la digitalización y la virtualidad–, estrategias de reconocimiento siempre provisionales propias de las identidades en fuga y del tránsito constante del animal que se desplaza en asentamientos nómadas. Este activismo a la vez político y medial que propician los dispositivos digitales de interacción social, genera modos de comunicación directa entre los ciudadanos, no mediados por el interés de las industrias culturales o los aparatos del Estado.

La introducción en el imaginario colectivo del ciberespacio, abre nuevos horizontes políticos y nuevas relaciones de poder. Espacios de redefinición constante de las prácticas discursivas y ensayo de nuevas subjetividades.

Así, en ausencia de patrias, los hombres fijan sus huellas y gestan imaginarios tribales –en los que reconocen filiaciones acotadas y pertenencias locales a determinados nichos comunitarios–. De modo que nuestros desplazamientos en la Red debieran propiciar nodos capaces de introducir en nuestra experiencia interconectada, reflexividad, interacción y diálogos mínimos en el gueto de nuestra ciudadanía internaútica.

No estamos, por tanto, ante la idea de un todo simultáneo y su representación correspondiente. La idea de redes refiere a múltiples trayectos individuales –que se entrecruzan, a menudo chocan, y otras veces se interrelacionan– más que a la pertenencia a un conjunto homogéneo y estable. Aquí se subraya sobre todo el carácter constructivista que asume la navegación por la Red.

Esto es determinante para todo el discurso posmoderno, abierto a los puntos de contraste, fractura y sospecha sobre todo texto y –por qué no señalarlo– sobre el autor que lo ha articulado. Es precisamente aquí donde el descentramiento aparece como la estrategia más efectiva para deconstruir la lógica del discurso único, la tiranía del principio de no contradicción y la voluntad de sistema a él adherida.

3. Valor de verdad del arte y la deconstrucción del proyecto de museo ilustrado

Sin duda, el cuestionamiento del museo como el lugar del valor de verdad del arte está vinculado con toda la crítica que la vanguardia realiza del proceso de fetichización del que el propio museo forma parte (Marchán, 2006). Para las vanguardias, esta institución tiende cada vez menos a ser ese lugar de realización de la verdad del arte y a ser concebida más como el lugar de su muerte, de su falsificación. La consigna adorniana de museo como "mausoleo" da cuenta de este distanciamiento de las vanguardias, así como toda la tradición del museo sin paredes o del arte público –sacado a la calle– que explicita esta desconfianza creciente en el arte museográfico, concentrado cada vez más en la lógica del espectáculo y la industria cultural y menos en su potencial de producción cognitiva, de verdad.

Aquí no podemos dejar de apuntar lo paradojal que resulta el hecho de que si bien las vanguardias históricas anatematizaban el museo como panteón del arte, ellas sólo se vieron consagradas cuando fueron acogidas en sus salas, únicas garantes de la relevancia de la obra y, en consecuencia, sacralizadoras del arte: exactamente la función tan denostada por los autores de las obras que colgaban de sus muros. Esta observación, pese a todo, no contradice nuestra tesis central acerca del papel sacralizador del museo, más bien la confirma.

Ahora bien, los cimientos del museo han sido socavados desde varios frentes: éste que hemos venido analizando, el desmantelamiento del concepto de museo operado desde la crítica cultural, ha removido parte importante de las bases del panteón, pero los procesos de banalización de la cultura han hecho también su parte; la deriva del museo al territorio de la industria cultural y el entretenimiento ha propiciado esa particular dinámica de percepción propia del turismo cultural, aquella que Benjamin teorizará al dar cuenta de cómo se introduce una inclinación a la percepción distraída, no reflexiva.

En la era digital el museo ha sido –también– objeto de una desterritorialización; con la emergencia de las galerías virtuales y la desmaterialización del arte, la circulación de bienes culturales ha asumido nuevas formas, desarticulando el hegemónico circuito de exhibiciones, y dando paso a una nueva escena artística, donde el arte puede estar en todas partes a la vez, sin centro y sin periferia.

El museo es heredero del mismo programa ilustrado de la Enciclopedia. Caracteriza a los conocimientos el hecho de que se acumulen como un capital: un capital que pertenece a una humanidad ilustrada en su conjunto y que adquiere el sentido de verdad por obra de teóricos y privatizadores del saber, sobre todo, por las clases gobernantes y sus portadores de secretos. Las ciencias empíricas –con sus géneros literarios filiales– se registran en el gran libro de la teoría neoeuropea; fueron los franceses ilustrados los que con su característico genio práctico, ya a mediados del siglo XVIII llevaron a cabo el proyecto de la Enciclopedia (Sloterdijk, 2004). Del mismo modo, la concepción moderna del museo es un hecho relativamente reciente, también surgido con caracteres precisos de autoconciencia y de voluntad programática a partir de la mitad del siglo XVIII, como parte de la afirmación y difusión de la cultura ilustrada. El paso del carácter privado al público de las colecciones de arte transcurre de diversos modos en la Europa del siglo XVIII, relacionado con la consolidación del concepto de patrimonio artístico como bien de la colectividad. El decreto por el cual la Asamblea Nacional transformaba las colecciones reales del Louvre en el Musee Central des Arts asume el valor de inicio de una nueva era en la historia del museo.

El archivo, como depósito de memoria, es pues hijo directo del racionalismo ilustrado, que aspira a la clasificación total del saber. El museo, como invención del siglo XVIII inspirada en el espíritu de la Ilustración, parte del principio de ordenación del saber. La transformación de la colección palaciega en museo no significa sólo el paso de los objetos de arte de una estancia en palacio, y por tanto de carácter privado, a un edificio destinado a tal efecto y con finalidad pública, sino la aplicación de los principios enciclopédicos a la clasificación y catalogación de las obras de arte, de modo tal que las funciones del museo están estrechamente vinculadas a la Academia y a la empresa ilustrada de la formación de un gusto público, esto en la ciega creencia en la universalidad del arte y la cultura.

No parece necesario mostrar aquí cómo este sueño ilustrado ha sido roto en la posmodernidad con el desmontaje del cuadro y del rito contemplativo de la pintura (de la sacralización del aura, de la fetichización de la pieza única) realizado mediante la crítica de la tradición aristocratizante de las Bellas Artes y el cuestionamiento del marco institucional de validación y consagración de la "obra maestra", de las historias del arte y del museo. No obstante, sí cabe atender la génesis del proyecto museo ilustrado dado que éste en sus últimos enclaves de resistencia sigue vinculado con intereses de clase y de dominación cultural, cumpliendo su función hegemónica conservadora de salvaguarda del establishment cultural, de administrador interesado y parcial de un imaginario particular, que intenta presentarse despóticamente homologado con la cultura perenne, resistente a los avatares del tiempo y, sobre todo, a las embestidas de las vanguardias con su agitación y sus propuestas de ruptura en el plano político-estético, irrumpiendo como lo han hecho con un nuevo régimen de visibilidad y produciendo las transformaciones de lo artístico.

4. Las transformaciones del estatuto de lo artístico

Como vemos, y esto no sólo en la esfera de la virtualidad, lo artístico ha alcanzado un estatuto ontológico propio como instancia de interpelación de lo real. Esto acontece con el arte que ha devenido un ejercicio crítico, cercano a la propuesta conceptual y a los performances, movimientos que se han constituido en una resistencia frente a la estetización de lo banal amparada por un proceso de masificación del gusto y del juicio estético, así como por la pérdida de sentido histórico hasta convertir las obras en objetos cosméticos y ornamentos superficiales, averiados en su sentido.

El proceso de globalización del consumo de arte, donde el gusto ha devenido "elitismo de masas", ha dado lugar a una "cultura estetizada" en la que proliferan las multitudes de turistas que invaden los museos y galerías, que consumen información artística con una actitud de shopping propia de la sociedad del espectáculo y el imperio de la moda, devorando las producciones artísticas –sobre todo las audiovisuales que exigen un menor esfuerzo–. Prolifera así una estética que reivindica el "mundo del arte", es decir, "todo lo que tiene que ver con el arte exceptuando el arte mismo" (Gardner, 1996): la empresa cultural que gira en torno al artista, desde los críticos conciliadores, los curadores convertidos en súper-estrellas, pasando por los compradores, hasta los snobistas, la farándula y los pseudo-intelectuales (Fajardo, 1999).

De forma paralela a estas elitistas prácticas mercantiles y al obsceno gusto decorativo e indigesto en auge, se produce una tendencia a aligerar el arte de su contenido crítico, de su actitud transgresora, innovadora y –por momentos– corrosiva. Se trata de una particular tendencia a despolitizar el arte, restándole toda fuerza de ruptura e innovación. El arte contemporáneo ha dejado de ser cáustico como lo fueron las vanguardias de los años veinte. No se debe ser ingenuo y subestimar la habilidad con la que el sistema de convenciones institucionales ha logrado reingresar constantemente el gesto iconoclasta al inventario calculado (razonado) de las desviaciones permitidas, neutralizando así el ademán irreverente y reeducando el exabrupto (Vásquez, 2005).

5. El arte se repliega en sí mismo

Como lo señala Sloterdijk en "El arte se repliega en sí mismo": "Los museos, bienales y galerías son las instituciones actuales para la producción de visibilidad estética, y la misma producción estética se halla irremisiblemente colonizada museística y galerísticamente. Allí donde hay una galería, hacia ella fluye el arte de galería" (Sloterdijk, 2002).

De este modo, la producción artística gira en torno a la elaboración de exposiciones. El aparato moderno de mediación del arte se ha instalado como una máquina de mostrar que desde hace ya largo tiempo es más poderosa que cualquier obra individual. De allí también el protagonismo que han adquirido los curadores, dado que se les asigna el papel de editar, esto es, de dar un sentido a un conjunto de producciones que si no fuera por la unidad dada por el crítico como intérprete super-dotado, aparecerían en su radical autonomía, dispersas, sin ánimo de suscribir ninguna teoría del arte, ni adscribirse a tendencia alguna que le reste peso de realidad a su radical voluntad expresiva –necesariamente individual– insurrectas y resistentes a su subsunción en un catálogo homogeneizador. La producción de exposiciones, con su correspondiente tranza bursátil, su núcleo mercantil y la puesta en escena fashion, son parte de las estrategias socializadoras con que el mercado del arte y la sociedad del espectáculo coquetean con una clase intelectual cada vez más farandulera, seducida por los flashes y la ocasión socialite ampliada en las páginas sociales de algún prestigioso matutino. Esta corte con sus flancos publicitarios, sus sistemas de influencia y especulación se ha vuelto autónoma por encima del valor de las obras expuestas y no muestra en última instancia ningún otro poder creativo que el suyo propio, el de la exposición misma. Como certeramente apunta Sloterdijk (2002), el negocio del arte tiene como conflicto hacerse visible. El negocio del arte es así un sistema de celos y exhibicionismo. En él, el deseo de las obras consiste en convertirse en objetos de deseo. El mercado las hace sensuales, el hambre de deseo las hace bellas, la obligación de llamar la atención genera lo interesante (Ibíd.).

Pero en su fuero íntimo las obras desean sustraerse al régimen de visibilidad, es decir, replegarse sobre sí mismas. Casi nada en ellas ofrece superficies vulnerables a la mirada. La obra permanece plegada, enrollada en sí misma, encuadernada en sí misma, por así decirlo, cerrada. Su día de exposición y despliegue no es hoy, tal vez ya no lo sea nunca, tal vez no lo sea aún. No obstante, tiene una forma de existencia, aunque no una del tipo habitual. La presencia de la obra no es ni la presencia de su valor ni de aquello que contiene de visible. No se revela en su plenitud, se mantiene en un ángulo agudo respecto al mundo. La curiosidad no puede leerla hasta el final y consumirla, la mirada choca con las cubiertas. En algunos casos el pliegue es tan denso que uno ni siquiera puede estar seguro de si en realidad hay obras en el interior. ¿Dónde está la pared blanca en la que pueda ser extendida la totalidad de superficies plegadas? ¿No sería bueno que existiera una pared así? ¿O esas obras han rehusado por su cuenta dicha pared? ¿Se han resignado ante su imposibilidad de ser descubiertas? ¿Están enfadadas con la pared blanca? En aquella otra pared hay un cuadro blanco sobre fondo blanco o sólo un espacio, el vacío de un cuadro robado por su propio pintor.

6. El negocio del arte como sistema de celos y exhibicionismo

Las obras no dejan percibir nada sobre sus experiencias con paredes y galerías. Su historia previa cuenta poco en el momento. Su estar por ahí tiene algo de repentino y casual. Ahora permanecen plegadas en sí mismas ante nosotros, no alegan nada en su defensa, no muestran enojo, no toman ninguna iniciativa contra sí mismas, se preservan. Reclaman algo de espacio al margen, sin jactarse de su existencia. Están en el margen, humildes como estanterías en una bodega; puestas, no expuestas; colocadas unas junto a otras, no presentadas en primer plano (Sloterdijk, 2002).

¿Están tristes esas obras? ¿Tienen nostalgia de las grandes paredes vacías? ¿Se sienten no realizadas en su íntimo ser-para-la-compra? ¿Simulan ante las grandes exposiciones una capacidad para el exilio de la que se arrepienten secretamente?

¿Pueden los artistas ensimismarse y convertirse en autistas, abandonar el arte sin exponer? Pero qué es lo que tendrían que abandonar realmente, tal vez sólo el sistema de galerías y visualidad social. Es decir, aquello en lo que ya no está el arte, sino más bien donde se le encubre y enmascara.

Este fue, sin duda, el sentido del gesto iconoclasta de Beuys con su declaración de abandono del arte, con el que puso en operación el sueño vanguardista de la disolución del arte en la vida. Quizás haya que fracasar como artista para avanzar como hombre. Quizás deban descansar incluso los mismos poderes creadores de obra como terrenos ya demasiado explotados durante largo tiempo. Los desmontajes de la felicidad creativa muestran al arte la dirección para hacerse a un lado.

Pese a todo, éste no es un tiempo del cual esperar mucho. Pronto saldremos también de esta sala. Ninguna distancia habla ebria de una futura gran felicidad. Pero lo visto es lo visto. ¿Qué es visibilidad? Quizás la cotidianeidad de la revelación. ¿Qué es entonces revelación? Que algo nos ilumine con su visibilidad. Cuando estamos al aire libre. Cuando estamos tan afuera que el mundo se muestra.


Cita

1 Particularmente en las artes se observa un refuerzo del papel de las instituciones directamente ligado a programas de promoción de las ciudades, como la implantación de grandes museos que albergan exposiciones internacionales, inmensas edificaciones que contribuyen a la espectacularización de las ciudades y al turismo cultural, lo que conduce, a su vez, a un redimensionamiento de la producción artística concebida para esos espacios.


Bibliografía

  1. FAJARDO, Carlos, 1999, "Arte de mediocre convivencia", en: Magazín El Espectador, Bogotá, abril.
  2. GARDNER, James, 1996, ¿Cultura o Basura?, Madrid, Acento.
  3. MARCHÁN, Simón (comp.), 2006, Real/virtual en la estética y teoría de las artes, Barcelona, Paidós.
  4. SLOTERDIJK, Peter, 2002, "El arte se repliega en sí mismo", en: Brumaria, No. 1, Madrid, disponible en: <http://www.brumaria.net/textos/petersloterdijk.htm>.
  5. SLOTERDIJK, Peter, 2004, Esferas II. Globos. Macroesferología, Madrid, Siruela.
  6. VÁSQUEZ, Adolfo, 2005, "La crisis de las vanguardias artísticas y el debate modernidad posmodernidad", en: Arte, Individuo y Sociedad, Facultad de Bellas Artes - Universidad Complutense de Madrid, Vol. 17.
  7. VÁSQUEZ, Adolfo, 2006, "El giro estético de la epistemología; la ficción como conocimiento, subjetividad y texto", en: Aisthesis, No. 40, Instituto de Estética - Pontificia Universidad Católica de Chile.

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