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Editorial

Este número de la revista NÓMADAS está dedicado a la investigación acerca de la familia contemporánea, ejemplificando con ello algunas de las tendencias actuales de la ciencia social. Basándonos en la línea de trabajo del DIUC sobre socialización y violencia, nos hemos propuesto mostrar el estado de desarrollo de los estudios en esta temática, considerando tanto la producción colombiana como aquella realizada en algunos países latinoamericanos y europeos. El esquema del tema monográfico responde a un diagrama funcional donde se diferencian las prácticas y técnicas propias de la familia en cinco ámbitos distintos: provisión, cuidado, castigo, alianza y sexualidad, situando de esta manera los diversos estudios.

Los artículos publicados se inscriben en los desplazamientos sufridos por las ciencias sociales como consecuencia de la crítica a los postulados cientificistas de universalidad, expresados en la necesariedad del objetividad y mensurabilidad, requisitos del rigor. Crítica que al destronar las leyes y los modelos busca establecer otras estrategias para la construcción de los objetos sociales, a través de distintos ordenamientos de aprehensión de lo real y de sistematización del dato que da cuenta de lo empírico.

Mientras el camino para que los estudios sociales adquieran el estatuto de cientificidad los obliga a plegarse a las ciencias naturales, la crítica persigue la creación de un espacio particular que los identifique en cuanto ciencia y, simultáneamente, los diferencie. De hecho, la supremacía de la objetividad fuerza a la adquisición de un estatuto de veracidad, en un ejercicio que pone en contacto una abstracción producto de lo puramente intelectual, con mecanismos técnicos resultantes de procedimientos estandarizados. El destierro de la ley científica y, por tanto, de la verdad, permite el ingreso de la subjetividad al campo de la ciencia al trastocar al tiempo la abstracción y la técnica.

Desde una primera perspectiva, la construcción del objeto al liberarse de sus ataduras universales entra en un terreno regido por la posibilidad y ya no por la verdad, donde su legitimidad depende de sistemas consensuales de reconocimiento, que le imponen nuevas demandas. En primera instancia, los límites objetuales se trazan en la lógica de lo comunicable, aquella partícipe de la opinión que se legitima a través del consenso. En segunda instancia, las herramientas de acceso y sistematización del dato son definidas por los sistemas de comunicación de cierta comunidad académica, forzando al empleo de una técnica que permite su codificación y propagación. Por último, la vinculación entre lo abstracto y lo concreto se imbrica en la tecnología, diestra para registrar directamente lo real sin requerir de ninguna traducción y para intelectualizarlo por medio de procedimientos informáticos de ordenamiento del dato. Lo subjetivo es así objetivado, al insertarse en lo tecnológico, garantía de su veracidad, al tiempo que lo veraz está sustentado en la presentación directa de lo real, situando al investigador en una cierta distancia con su objeto.

No obstante, lo consensual no es la única opción generada por la crítica aludida. Existe una segunda forma de aproximación que sujetándose a los procedimientos que garantizan el rigor de la postura naturalista, inscribe también sus hallazgos en la posibilidad, puesto que requiere explicitar el modelo y justificar su uso. Aunque podría considerarse un modo tradicional de ciencia, su realización lleva implícita una variación que desplaza el estatuto del dato a ilustración del hecho, requiriendo para su legitimidad la no pretensión de universalidad y sustentando su veracidad en la especificidad de la casuística. Ello la obliga, en primer término, a definir exhaustivamente su objeto de manera tal que éste tenga por límite las herramientas de su valoración, con miras a abolir cualquier intersticio entre su denotación y su descripción empírica. En segundo término, a establecer una correspondencia entre dicha exhaustividad y la herramienta, forzando a esta última a un máximo de especialización y de precisión, de manera que su utilidad se subordine al objeto. En tercer término, a sustentar tal precisión en un modo acumulativo de legitimidad que supone a la verdad como un sistema aditivo de pequeños hallazgos. Lo subjetivo resulta así subsumido en lo objetivo, al constituir una mínima parte de una realidad que nunca se completa.

Y una tercera perspectiva emerge que rompe por completo con la separación entre lo subjetivo y lo objetivo y en consecuencia entre lo natural y lo social, proponiendo una vinculación de la experiencia con la idea, donde cada una es el elemento genético de la otra, de manera que la división entre lo abstracto y lo concreto pierde su razón de ser. Por ello lo real no es el objeto que está por fuera del sujeto, ni éste es algo distinto de lo real, siendo una construcción que depende de su afectación mutua. Se trata así de un modo de la ciencia no sustentado en la legitimidad, en la verdad, o en la argumentación. En lugar de consenso, busca describir las condiciones que le obligan a adoptar un punto de vista, instaurando una crítica sostenida en evidenciar las relaciones que dan forma a la realidad. En lugar de lo veraz, se orienta a componer un real posible, dando cuenta del acontecimiento en el que éste se produce. En lugar del argumento, pone en relación elementos heterogéneos a través de la afirmación. Ello le supone, en primera instancia, un distanciamiento pero no de su objeto, sino de la realidad en la que está inmersa, obligándola a discernir aquello que la afecta y sus modos de afección. En segunda, la ruptura con cualquier teleología, puesto que no hay punto de partida ni final, solo proceso. Finalmente, una relación de proximidad con el dato que a la vez es experiencia e idea.

La investigación sobre la familia responde a esta crítica, la cual, a nuestro juicio, enfrenta y alía la razón y el afecto, dando así cabida a una mirada distinta de la institución, donde prima el personaje acompasando las luchas sociales reivindicativas. En algunas ocasiones, habla la víctima, el niño y la mujer, a través del murmullo de los testimonios que a manera de chismes, se tornan datos, evidenciando una realidad, la del sometimiento. En otras habla el victimario, el hombre, quien también por el testimonio se justifica y justifica su crueldad. A veces hablan las instituciones de fomento investigativo que susurran al oído los caminos por los que la ciencia puede advenir utilidad. Por último, se manifiesta la experiencia, armando las extrañas conexiones que dan forma al sometimiento y a la crueldad, pero ya no de la víctima ni del victimario, sino de la condición de la existencia en Occidente.

Al señalar las tendencias recientes de la investigación, queremos sobre todo hacer referencia al atolladero en el que, a nuestro juicio, están inmersas las ciencias sociales. La apertura al espacio de lo subjetivo, aunque las convoca a inventar otros modos de praxis, en ocasiones las encierra en sus propios prejuicios, que sin ninguna crítica, sobrevuelan las pesquisas, tornando los estudios en círculos viciosos, donde el dato dice lo que el investigador quiere que diga, convirtiéndose en arma para fundamentar una postura.

Lo anterior pone de manifiesto el contraste entre los distintos artículos. Unos, muy puntuales, esgrimen una posición. Otros, más generales, señalan un estado de cosas a través de los datos, mostrando transformaciones de tipos familiares. Hay algunos que enfatizan la situación de pobreza del Tercer Mundo y allí implantan la familia, pero como forma flexible, capaz de cambiarse a sí misma, al forjar artimañas de adaptación para la sobrevivencia, las cuales se propagan por lo burgués. Otros abren la problemática exponiendo a la familia actual, aquella donde lo privado y lo público entran en un juego perverso que da origen a un nuevo sujeto, el niño, a través del cual se gestan nuevas relaciones amorosas, económica, normativas y rituales, insertas en el capitalismo.

Este panorama, diverso, heterogéneo y al mismo tiempo homogéneo, evidencia el surgimiento de un nuevo modo de lo familiar, el más contemporáneo: aquel donde el hombre, la mujer y el niño ya no constituyen la tríada, sino dan lugar a la individuación. Todos los trabajos exponen de alguna manera, los signos de ello. Una lectura transversal de los mismos lo muestra, puesto que ya cada individuo no es asumido por el investigador en relación al otro, sino aparte, como si su mundo pudiera romperse y aislarse del mundo del otro, dentro del vínculo familiar.

En tal movimiento de las ciencias sociales, nos parece importante diferenciar los trabajos de Virginia Gutiérrez. Éstos, que en su momento abren un hito en la investigación en Colombia – aquella hecha por mujeres– continúan jalonando. Su concepción de los géneros, metódica y positiva, planteada desde la articulación y no la segmentación, nos muestra una nueva pareja, describiendo al detalle las operaciones que la constituyen y diferenciándola de la otra, la propia de lo despótico. Optica rigurosa, donde la novedad se inserta al tiempo que lo social varía y no obedece a imposición artificiosa alguna. Sea esta la ocasión para llorar su muerte, no sólo por lo que dejó, sino por lo que aún era capaz de construir.

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