Revista Nómadas
Dirección de Investigación y Transferencia de Conocimiento
Carrera 5 No. 21-38
Bogotá, Colombia
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Mónica Zuleta*
* Investigadora en la línea de socialización y violencia del DIUC..
Los procesos que emergen de ¡as relaciones entre trabajo, administración del dinero y gasto se constituyen en los compuestos para la elaboración de las formas de subjetivación capitalistas. En las últimas tres décadas distinguimos dos modos de edificación de los sujetos en nuestra particularidad. El primero se sustenta en la propagación de ¡a norma, el segundo en la extensión de la individuación. Este artículo descfbe ej aperar de sus mecanismos.
De la moral burguesa, la de la clase, metamorfoseada en norma, se abre paso a todo un conjunto de operaciones con las cuales fabricar un cuerpo preso en su libertad de optar. Ya no es el del burgués, al no ser propio del socius2 el cuerpo exclusivo y excluyente de la élite. Si estamos condenados a otra libertad, la del libre albedrío en el consumo, tran mada en proclama planetaria donde el grito de la afirmación de la diferencia, la de cada uno, nos atraviesa a todos, trasmutando la corporeidad en individualidad encadenada a la anarquía, cabe la pregunta por la especificidad del tercer mundo, dentro de un orden, el nuevo orden. En éste el limite ya no es la anormalidad, sino el caos y la otredad ya no se corresponde con la utopía del salvador: un viejo mito empieza a renacer, no estamos en los tiempos en los que reina Edipo a quien es necesario ensamblarle una cruz con la cual esgrimir el arma de la culpa, de la mala conciencia, sino es el engendro, el hijo de la culpa, quien entra en la familia, arrastrando tras sí la desutopía del salvaje, el mal salvaje… ¿Cómo desde nuestra particularidad se conforma este cuerpo y cuáles son las técnicas para su montaje?
Cuatro son los tiempos que requiere la individuación para establecerse en nuestra particularidad. Con el primero se asienta el Estado asistencial. E l segundo da forma a una juventud apta para componer un margen. El tercero instituye la distribución. El cuarto, fatal, entroniza al individuo y con éste todos devienen capaces o excluidos.
El tiempo ganado3, el tiempo debido4 y el máximo beneficio5. estilos familiares de los abuelos y padres, componen las formas de subjetivación que acompasan la normalización de mediados del siglo. E n efecto, al ligarse la pertenencia al consumo, el Estado benefactor6 instaura en signo de adultez la operación particular de los más ricos, por la cual se delimitan las acciones familiares encausadas a adiestrar en la obtención del rédito, de aquellas orientadas a situar a los sujetos en el consumo. Ello condena a los demás a la minoría de edad, instalándolos en la dependencia: los menos pobres son signados de operarios incompetentes para producir; los más pobres de obreros rasos sometidos al beneficio de la producción7.
Al ritmo en que la ciudad se asienta en metrópoli, se gira de este Estado, vigilante del cumplimiento distintivo de lo normal, a uno asistencial regulador de la distribución de servicios, bajo la proclama: todos tienen derecho, iniciándose el cambio a un modo de normalidad inclusiva, movilizado por las prerrogativas del trabajador. Modernidad tardía8 que sitúa al empleado como figura central, constriñéndolo a alcanzar la norma. También enclava a la mujer en tanto trabajadora9 y a la familia en blanco asistencial. Todas las formas de coalición distintivas del asalariado propenden por la conquista del cuerpo burgués, tejiendo mecanismos que permiten modificar los privilegios en derechos. Ello es patente con los menos pobres.
El proceso de obrerización10 caracterísrico del Esrado asistencial altera la cláusula para la mayoría de edad al determinarle al salario valor de cambio, a través de servicios11, abogando por la ampliación de los límites del gasto. E l adulto es ahora aquél que posee los mecanismos para consumir, atados al salario y al endeudamiento, con independencia del género, de la edad y de la clase.
Mientras que con los abuelos menos pobres el endeudamiento es el medio para aumentar el valor de la fuerza de trabajo, incrementando el gasto y enrutando la felicidad hacia un futuro donde se atinan moral y deber, con los padres el endeudamiento es esencial para aumentar la adquisición pero disponiendo la felicidad en un presente donde se enlaza moral y gasto. Se ensamblan así las formas de subjetivación de los más ricos y de los menos pobres, permitiendo a estos últimos arribar a la felicidad por la concesión a la voluntad de la redención del mal y a la voluntariedad de la insinuación del deseo. Ello dota a los hijos jóvenes de una conciencia de sí, inscrita en la salvación y en la individuación.
La salvación se torna viable por la técnica que fuerza al gasto en el presente, al incorporarlo a la moral: la demanda por la buena salud acaece instrumento para el acceso al consumo a través del salario. Dado que la naciente política de salud abarca estilos de vida, la familia es compelida a ampliar el gasto para poder plegarse a ésta, cumpliendo así con el deber moral.
“Mi mamá ayudaba no sólo para los percances, ella nos vestía, tenía que darnos la otra parte de la universidad, los gastos, libros, materiales, transportes, todas las cosas ella las ponía, mi papá decía que nunca tenía para eso, mejor dicho mi papá la plata para el mercado y los pagos y pare de contar. Mi mamá era la que nos daba para la mesada.”12
La individuación, por su parte, constriñe a un gasto diferenciador. En contraste con los abuelos más ricos, gestores en sus hijos de lo personal, a través del amparo a un consumo apto para satisfacer su inclinación, expresada por el deseo en la voluntariedad, a estos hijos se les otorga complacencia del deseo, siempre y cuando sus signos de manifestación se vinculen con técnicas de redención incluidas en el presente y ya no en lo que garantiza el aumento del valor de la fuerza de trabajo hacia el futuro. De esta manera se fomenta cierto derroche para acciones sin finalidades predeterminadas, es decir inoculadas en el ocio, bajo la estipulación de instituirse como marcas de la fuerza personal por materializarse, girando de un futuro planeado a uno posible.
“De las cosas que recuerdo de mi papá, él jugando con nosotros y todo ese cuento de comprarnos libros, de ir por ejemplo a San Victorino y comprar libros y enciclopedias y hay veces, eso no lo entiendo, porque yo ubico una época muy tenaz económicamente y él comprándonos libros, suena paradójico. Me acuerdo que fueron los Olímpicos de Alemania y él me compró una enciclopedia en la que traía un recuento de lo que iban a ser los juegos, una enciclopedia Salvat”13.
Aunque a través del salario se arriba a los servicios, el estilo de vida impuesto por la voluntariedad supone un gasto mayor a éste, provocando la deuda. Ello trastoca la previsión del tiempo debido y anula la finalidad asentada en el futuro, incrustando al grupo en un presenté regido por la obligación. La implantación del deseo personal se acompaña por la incertidumbre de lo porvenir, lo que ocasiona un cambio en la provisión: mientras es factible la planeación, la garantía de la inversión en el incremento del valor del tiempo de trabajo de los hijos se subordina al tiempo del de sus padres, bajo la condición de su hipoteca, asegurando su permanencia y continuidad para amparar el pago perseverante de la misma. Cuando el presente suprime la previsión sitúa la garantía en el lugar de los ingresos, forzando la ampliación de sus fuentes: no puede darse un orden al gasto y el salario es siempre inferior al mismo. E n tal virtud la ocupación se desvincula del oficio, al no asegurar el gasto y la moral se ancla en la buena salud y en la potencia redentora individual, separándose del trabajo, relegado ahora a medio.
“Mi papá trabajó 20 años como operario de una empresa de plásticos y mientras fue operario de esa empresa también montó una pequeña tienda de barrio. Y se retira de la empresa, porque cada vez lo que ganaba era menos y nosotros cada vez teníamos más gastos, y monta un supermercado cuando no había hipermercados, después quiebra y monta un restaurante también de barrio donde todos trabajábamos”14.
Los padres más pobres, tanto en la ciudad como en el campo, son también cobijados por las políticas del Estado asistencial, en la medida en que se vuelven obreros o miembros de asociaciones campesinas15. Excluidos de la mayor parte de los servicios que esta forma estatal implanta, puesto que sus ingresos permanecen asidos al valor de uso, es por otros caminos que adquieren existencia. La Alianza para el Progreso entra en la familia y con ella la ciudad se sitúa en punto de mira subordinando al campo, arrastrando consigo su propio enemigo, nuevo aliado plebeyo, mezcla explosiva de vodka y agua bendita16: La conciencia de clase, la de la clase obrera, importada a una sociedad donde ésta no se forja. En la carretera que ahora une el campo a la ciudad y ésta al mundo, junto con las escuelas y los centros de salud, circula nuestra “clase obrera” para darse a valer un derecho, el de la propiedad17.
Ocupación del latifundio en el campo, invasión del ptedio para forjarse un barrio en la urbe, la masa en su limbo de pobreza busca ser asistida por la reciente industria para adquirir su derecho. A pesar de su escasa valía, esta mano de obra no del todo absorbida por el capital, arrastra su estrategia de supervivencia y la impone en la ciudad: vendedor de plaza ahora vendedor de esquina18. Y con el barrio gestado por ellos irrumpe la salud que a su vez es autogestada, tanto como la casa que es autoconstruida o el alcantarillado, obra comunitaria, al igual que la sede del partido y el pulpito donde el cura oficia. Cuerpo burgués autogestionado para poder ser capturado por la consigna revolucionaria que torna propietario al desposeído.
Sometidos a las leyes del consumo, aunque no por la vía de la inclusión, sino por el camino de la expropiación que emplaza la prerrogativa a la posesión, en tanto deseo al usufructo, los padres más pobres derrumban el cerco impuesto al gasto por el clan familiar, aquel suscitador de un provecho en tiempo, fruto de la extracción del máximo rendimiento del dinero y del tiempo de trabajo, desapareciendo el tiempo ganado.
“Inicialmente era joyero y él hizo un capital, ese señor compró unos buses urbanos y le dio uno a manejar a mi papá de la empresa Samper Mendoza, mi papá se puso juicioso, entonces trabajaba con ese bus, medio se estabilizó un poco la parte económica del hogar de ellos, este señor de los buses, el tío político, le dio por meterse en narcotráfico, entonces ahí a mi papá le daban viajecitos del norte, no se a qué punto y le daban cuarenta mil pesos por cargar esa vaina en el bus, pero el negocio era del mismo dueño del bus, pero por el solo hecho de cargar eso, exponiendo su cuero, lo cogieron, le daban su cuarenta mil, sesenta mil pesos y era plata en ese tiempo, ahí medio se pudo estabilizar, el lote seguía allá en Juan Rey abandonado, de vez en cuando íbamos a verlo”19.
La introyección de la conciencia de clase, situada en la apertura de los límites al consumo, fuerza la entrada de lo comunal abriendo asimismo al clan. De esta suerte, empujados al gasto, aunque sin opción a éste, requieren forjarlo para ser reconocidos como asistidos, a la vez que la condición para ser parte de la clase los aboca al goce del derecho. Mientras esta coacción les roba su utilidad, condenándolos a la proletarización inserta sólo en el valor de uso, al tiempo que los insta a derrochar, la introyección de la conciencia los fuerza al usufructo de la propiedad, a la par que los reconoce por la no pertenencia.
"Por intermedio de Hernán Cadavid esposo de la tía, de una hermana, de una tía de mi mamá, hermana de mi abuelo, empezaron los puestos políticos de mi mamá, empezó trabajando primero de secretaria con Campos de Paz, después trabajó en la fábrica de licores un tiempo, unos años, luego en el Seguro Social, luego volvió a Medellín empezó a trabajar con una cosa que se llamaba Massa, un … de asociados del Valle de Aburra, de ahí pasó a empresas públicas de Medellín y de ahí salió por política y se jodio, se salió de ser la doctora Ana Cecilia en Empresas Públicas de Medellín a vender empanadas en la puerta de la casa"20.
Impedidos para constituirse en clase, la asistencia les supone la grupalidad puesto que para designárselos propietarios de lo que aprovechan les es necesaria una relación de vecindad, único camino de su reconocimiento por la asistencia. De ahí que la posesión es consecuencia de la autogestión, por ella también consumen implantando al trabajo: emergencia de la obrerización en esta capa al ser capturada su autonomía, trocándola en liberación de la fuerza de trabajo para ser vendida. No obstante, ante la poca oferta para su nueva posesión se les impulsa al uso de la autogestión, volcándolos en fuente de su ocupación, como independientes. E n cuanto su peculiaridad se sustenta en el usufructo, estando sometidos al gasto, el provecho convertido en posesión del dinero, desligado del saber y del producto, es inmediatamente consumido, obteniendo un beneficio adicional: el prestigio ocasionado por el derroche, que los hace parecerse al cuerpo que se expropian.
Mi papá cuando llegaba con piara, llegaba con tres millones de pesos a la casa, y eso los dejaban ahí en la pieza de mi mamá, nunca los escondían, nunca misterio, hasta que se acabaran los tres millones de pesos, y él llegaba y se iba y de la plata que había eso llegaban y repartían21
La expansión de la asistencia implica para los padres más ricos el aumento en la inversión, ocasionándoles un endeudamiento que los instala en el desafío transnacional. Al adherirse la financiación al endeudamiento, condición para la competencia, surge el riesgo que afecta la noción de futuro y por ende la de felicidad. Ello altera la relación entre satisfacción y goce, entrando la suerte en el espacio de la razón. La voluntad, vehículo de expresión de la razón al involucrarse en el entrenamiento para el rendimiento, ahora tiene que cederle un lugar al azar, modificando a la sinrazón, vehículo de expresión del deseo individual, la cual depende de un plusvalor en la producción. El azar y la deuda sitúan así la subjetividad en un presente, donde la voluntad deja de ser la garantía de la ejecución futura, volviendo lo inmediato el acompañante de la inversión y de lo eventual lo determinante de la rentabilidad. Se aniquila el territorio de la sinrazón, aquél que posibilita la manifestación de la creación en esa dimensión abierta entre deseo y juicio y se despoja a la razón de su certeza, al tener que cederle un espacio al azar.
"… mi papá siempre ha sido de muy buena suerte y aparre de que trabajaba siempre se estaba ganando alguna lotería, o sea, era cuestión de suerte, entonces iba adquiriendo cosas, hizo una empresa muy grande de productos químicos, la empresa creció muchísimo, tenía muchos empleados y todas esas cosas y se tuvo que endeudan Un señor que era familiar de un familiar le dijo "te veré comiendo -no sé si pueda decir la vulgaridad-, comiendo mierda", y empezaron los problemas en mi casa, se encontraban brujos puestos en las puertas de mi casa, cosas en las matas metidas, mi papá se empezó a enloquecer, en vez de salir de las deudas empezó a hacer más deudas, empeñaba una cosa entonces perdía la cosa, tuvo que pagarles hasta el último centavo y aparte de eso se quedaron con todas las propiedades. Él pasó a pedir prestado muchísimo dinero, o sea, yo no te puedo decir cuánto"22.
Por vía de la competencia los padres más ricos retoman las artimañas de sus tatarabuelos y bisabuelos, aquellas que dotan al azar de un emplazamiento privilegiado en la relación entre la posesión y su goce23. No obstante, mientras ellos, al estar aferrados al juicio divino pueden perderlo todo sin derrumbar su mundo, los padres al desposeerse pierden su identidad. Sin embargo, asientan en sus hijos jóvenes la técnica de subjetivación con la cual les inoculan la competencia. E l intersticio abierto por el azar entre la voluntad y la voluntariedad, más que orientar la personalidad a hacer florecer una inclinación a través de un capricho rentable, lo particular de los abuelos, fuerza la aparición de la suficiencia, proveyendo a los hijos del deseo con el cual aumentar su habilidad, al imponerles su desempeño como la marca a vencer, instaurándolos en competidores. De tal suerte lo rentable no se une a la obtención de plusvalía, sino sobre todo al aumento de potencia y a la disminución de la fortaleza del otro, único sendero para triunfar.
Mientras en los menos pobres la subjetivación de los hijos se encamina hacia el aumento de la potencia redentora, siempre incierta al depender del otro, en los más ricos asegura el incremento de la propia fuerza, al doblegarse exclusivamente al sí mismo. Encadenados a su habilidad, pueden burlar el albur, puesto que éste aunque implícito en la contienda, no se enlaza con el perdedor a quien se le atribuye la incompetencia. Ello trastoca la provisión al situarla entre la destreza y el azar: se es apto cuando se obtiene la disposición que favorece la competencia para el rédito, en el juego fortuito de la contienda.
"Entonces cuando llegábamos del colegio… todos los días teníamos clases de cosas; entonces 3 de mis hermanas somos muy musicales, nos inclinamos por la música; las 3 bailamos, estuvimos en el Conservatorio y yo tenía clases de oboe, de piano, de ballet, todas las tardes. Y ahí sí hay que abonarle a mi mamá, ella era como la que más insistía en eso, en que aprendiéramos a hacer muy bien las cosas, Y una hermana que no tuvo oído, que es la segunda, que es médica, se dedicó como a la pintura, como a las cosas pictóricas. Entonces siempre estábamos en clases, arrancábamos, descansábamos un rato y volvíamos a arrancar, esa era nuestra rutina, siempre haciendo algo pero bien, tenía que ser lo mejor…"24.
La juventud25, proceso con el que los tatarabuelos y bisabuelos más ricos otorgan a sus hijos un l u gar de afirmación donde escapan al honor, al cambiar la entrada a las altas jerarquías del saber, en un deseo de conocer, aunado a la exper i e n c i a en el presente y no al prestigio en el futuro, con los abuelos deviene adolescencia, permitiendo su regulación y con ello su propagación. Ello ancla a los jóvenes más ricos en una dirección, cerrando sobre ellos el círculo que los vigila y, simultáneamente abre, para el resto de las capas, un margen donde se posibilita la experiencia gozosa26
Los jóvenes menos pobres, situados por sus padres en un futuro posible, mediante la imbricación entre moral y potencia personal de redención, le abren paso a la aventura como experiencia que fuerza la actualización de la potencia, subsumiendo el trabajo. Mientras que para los hombres, ésta se implanta en espacio de la emancipación por la que se encadenan a la otredad, las mujeres hacen de ella el espacio de ejercitación de la profesión con la cual redimen al género.
“Ah!, yo vivía de la guerrilla, Imagínese, yo era un hombre armado, y un hombre armado no se deja morir de hambre nunca no? No, imagínese una guerrilla, una guerrilla sobrevive en medio de la clandestinidad a través de procedimientos que le permitan no solamente subsistir, sino desarrollarse, entonces una guerrilla que secuestra, es una guerra que hay que financiar, y dentro de las necesidades de financiación de la guerra, están incluidas las necesidades de avituallamiento de los hombres que es en la guerra. Entonces yo vivía… yo era un profesional, como dicen desde Lenin, eso se acuñó un concepto que es el concepto del profesional de la revolución que se supone que es aquel hombre que dedica su vida de tiempo completo al servicio de la revolución.”27.
Estos jóvenes desvinculan la ocupación de los ingresos y la funden con la práctica, permutándola en la adyacencia que les autoriza la actualización de la salvación. Similar a la adolescencia donde los más ricos conceden la exteriorización de la voluntariedad, siempre y cuando ésta se dirija a la exposición de la razón por la voluntad, en el futuro, la juventud de los menos pobres facilita la presencialización de la potencia, desanudándola de la moral objetivada en la buena salud, pero condicionada a su conexión con la profesión. Así, aunque la ruptura hecha por sus padres entre ingresos y ocupación les concede un espacio libre de deuda que incorpora al goce, el fantasma del deber moral se une a la experiencia, haciendo de la profesión o de la militancia la expresión máxima de liberación: es por su calidad de estudiantes o de revolucionarios que la práctica gozosa acaece, en cuanto afirmación de la potencia salvadora.
"…y ta ta ta entro a la universidad y ahí empieza un período de vida muy loco porque en esa época en la universidad nosotros nos sentíamos en París, en el 68, por eso te digo que yo me alejé de mi casa mucho en esa época, a mí me faltó trasladar el colchón. Para mí la época de la universidad fue la más chévere de todas. Eramos una irresponsables completos, aunque yo ya andaba metida en ese cuento del feminismo. Yo iba a las reuniones y toda la carreta, pero me gustaba más era la rumba…"28.
Los jóvenes más pobres también se crean una experiencia que les facilita el goce. Instalados por sus padres en la obrerización, hacen de la sobrevivencia la presentación actual de su posibilidad de autogestión, aferrando a ella la ocupación. Esta actualización permite el disfrute, disociando el trabajo del provecho y vinculándolo sólo a la autogestión, armando una conciencia de sí, fruto del robo al cuerpo asistencial pero desanudada de la asistencia.
"Ahí estuve, era el Partido Socialista de los Trabajadores Troskista, repartiendo el periódico de ellos conocí a X, un compañero del X, el negro, el principal caudal de repartición del periódico en esa época era X, entonces en esas reuniones yo iba a repartir el PST, y la única forma de trabajo político que encontraba para hacer era ese, entonces el negro me decía '¿usted tan linda y repartiendo esa grosería?' El era muy charro y la pasábamos muy chévere, yo me acuerdo que yo lo convoqué para que me acompañara a hacer mi hoja de vida para entrar a la JRDC. Allí me encontré con XX quien me dijo que si me gustaba el periodismo y me metí en esa otra carreta, porque Y me metió, rambién la pasábamos muy chévere ahí"29.
En efecto, el procedimiento con el que extraen de dicho cuerpo los compuestos con los cuales empoderarse, hace del prestigio la finalidad de la autogestión. Por ello no se someten al capital, adhiriéndose a cualquier red de vecindad de donde puedan obtener su ganancia. A l no dejarse imbuir por la utilidad, no orientan sus acciones, insertándolas del todo en el presente. Así los jóvenes, hombres y mujeres, en su condición de sobrevivientes, se tornan hacia la vida y es a ella a la que le hurtan las herramientas para gestarse su conciencia, la cual, al no estar asociada a nada, puede entrelazarse en cualquier red. E l trabajo se desplaza a medio para entrar en un vínculo y la utilidad no se mide en opción de gasto sino en suficiencia de prestigio, frente a la red de la que son provisoriamente parte.
"Fernando dijo 'ella se queda conmigo, porque es que yo quiero a Doris para llevarla por la puerta grande', entonces él empezó a molestarme y la otra compañera empezó a sentir celos y empezó la guerra entre las dos, entonces ya con Fernando empezamos a ensayar con gente ya más de televisión, del cine, yo estaba con Julio del Mar, con Nelly Moreno, o sea ya había gente más de esto, y él siempre pues era su reina y su princesa, eso sí a donde me llevaba era, él era de un respeto hacia mí único"30.
Sin embargo, su gestión está dentro de los límites de la proletarización y de lo comunal. De ahí que muchos de estos jóvenes se vuelvan operarios o excluidos. Los primeros, al robarse el cuerpo asistencial, terminan asistidos. Los segundos, acaban marginados al romper con las redes, siendo el vínculo el requisito para la autogestión. Mientras los operarios son la objetivación de la venta de la fuerza de trabajo, los excluidos son la exacerbación de ese otro lado de la venta, es decir del robo, no supeditado a enlace alguno.
"Como a los 10 años comencé a trabajar debido a la situación de la casa de verdad que era tan difícil que le tocaba a uno salir a trabajar, entonces un amigo me dijo que me fuera a trabajar, o sea, yo supe que él trabajaba en albañilería y me dijo que fuéramos y yo me fui, me tocaba de ayudante de un enchapador, la gente que embaldosina, aprendí ahí de ayudante, viendo. En ese tiempo creo que eran 15 pesos quincenal lo que pagaban"31. "Yo me puse a robar para conseguir la droga… La conseguía en el barrio Trinidad Galán, vendían pacas de $200. Un amigo me enseñó a robar"32 . "A los 14 años yo Trabajaba de prostituta, hacía de todo, robaba… Dormía pues en la calle, por ahí con hombres en la calle. Me pagaban claro…todo para conseguir la droga"33.
La extensión del consumo en Occidente supone la ampliación, por una parte, de los niveles de ingreso, camino para que el proletario acceda a la mercancía que él mismo ha valorizado por la plusvalía y, por otra, de la producción, vía para satisfacer las recientes demandas, lo que conduce a la intensificación del proceso de obrerización. Se impone entonces la función calidad de vida definida como el derecho del trabajador a obtener la mercancía, a través de su participación en la fijación del valor del salario. Presión del proletariado por la democratización del mundo, Occidente, mediante la reivindicación de la prerrogativa del aumento constante de su gasto, estrategia para intervenir la riqueza. Ello instaura como patrón al obrero blanco, americano y medio, único competente para consumir al ser partícipe de la fijación de su salario34.
La democratización provoca la liberación del deseo, antes capturado por Edipo, emplazando la opción por la diferencia; la implantación de la calidad de vida en derecho, fuerza a cada uno a urdir artificios que autoricen la toma de distancia frente a la mismidad, parámetro de normalidad, gestándose una subjetivación expuesta por signos de identidad, los cuales mutan en marcas de separación del otro. El obrero blanco, americano y medio precisa ser absorbido en cada individuo como índice, multiplicando su expresión al infinito para evitar su agotamiento.
Esta operación afecta la periferia. Mientras algunas zonas permutan en fábricas por los beneficios que ofrecen para la producción, bajo coste de la mano de obra y alta ganancia, otras sobrevienen servicios, bajo coste de la tramitación y alta rentabilidad35. La periferia es inundada de productos y servicios, valorizados por el trabajador, pero sin el asentamiento del derecho a su consumo por la vía de la participación en la fijación del salario. Aparece otra vez el obrero, ésta vez transversal36, borrando de un trazo en la periferia cualquier eventualidad que permita su gestación en clase.
Al tiempo que obra la usurpación por la difuminación de la fábrica, surgen artimañas que extienden el usufructo del derecho al consumo; a la vez que se incrementa el nivel de adicción a éste, aparecen sortilegios que la propagan por el socius. Nuevo modo del capitalismo trayendo consigo su corrupción, esta vez inmersa en los senderos de la adicción. En efecto, al desplazarse la plusvalía de su engarce a con el trabajo, se demandan otros procedimientos para extraer más lucro, ya que la incautación de la periferia no es suficíente. En el juego de producción, distribución y residuo, esta producción antepone la distribución, consiguiendo un aumento permanente del rendimiento, al ampliar los circuitos de travesía de la mercancía37. Por estos caminos se cuelan resistencias, las cuales buscan usufructuar ahora los circuitos, favoreciendo la expansión de desarrollos productivos aptos para burlar las compuertas impuestas por este orden. De ahí que se arribuya el carácter de ilegal a dichos desarrollos que se benefician sin gravamen de los trayectos por donde circula el capital. Multiplicación de las redes para que proliferen los réditos, multiplicación de la adicción para que se propague el provecho, captura capitalista de la periferia y captura periférica del capitalismo.
En nuestra particularidad, los hijos más ricos, para conjurar el azar a que los somete el endeudamiento, abren los trayectos por donde circula su riqueza. No obstante, su asimilación a lo transnacional los obliga igualmente a disminuir los costes de la distribución, instituyendo vigilantes que escolten los circuitos. Para lograrlo precisan construir una red horizontal de conexiones donde su ganancia depende del dominio del que es capaz el vigilante respecto de la red, a la vez que el vigilante depende del circuito que lo atraviesa, convirtiéndose en vigilados al tiempo que vigilan sus redes. Son varios los métodos de acceso a la conexión. Uno se engancha al modo feudal de funcionar de la defensa: el transporte no está garantizado por el mercado, demanda el acceso a la identidad del guardián, estableciendo una relación acreedor-deudor bajo la égida de la deuda finita, es decir, del favor, variando al más rico en deudor y al supervisor en acreedor.
"Él me dijo: yo la voy a conectar con alguien y me contactó con X que había sido mi director de tesis. El me dijo: usted tiene que contactarse con un señor de la Presidencia de la República. Lo llamé y me dijo: listo, ven y yo te hago una entrevista y me enganché con la Secretaría de Integración Popular"38 "… por contactos yo traficaba, traficaba por plata simplemente, los pilotos de fumigación siempre hemos sido unos berracos porque nos metíamos en pistas muy pequeñitas, un día llegó un amigo con un avión nuevo, propio, y él era pobre. Le preguntamos y nos dijo: bueno, así y asá. Entonces me fui para el Llano y aprendí hasta que me di cuenta que podías tener mucho dinero, mucha plata, comprar a toda la gente"39.
Un segundo método exige la ubicuidad del empresario obligándolo a la conexión informática al urgir cada vez de mayor información para ampliar sus redes de comunicación, aumentando su competitividad.
"Yo trabajo sin contemplación, como si fuera una enfermedad… he tenido entidades chéveres a mi cargo, el Fondo Nacional del Café, Telecom que es duro, Ecopetrol que es otro duro también, pero rico, rico, porque se mete uno en cómo es que manejan ellos sus presupuestos, sus frutos, sus inversiones, entonces pues sabroso"40.
Otro se introduce en la transnacionalización al imponerse la transversalidad de las redes de distribución puesto que la ganancia se incrementa tantas veces como el producto atraviesa una conexión.
"Yo he expuesto mis obras en muchas partes, tengo como ciento cincuenta y pico exposiciones a nivel nacional e internacional, en Inglarerra, Suiza, España y en toda América de sur a norte, Nueva York, México hasta Argenrina. Yo no me preocupo mucho por la comercialización de mis pinturas, me preocupo más por pinrar. Tengo algunos sitios o personas que me conocen, conocen la obra, mi trayectoria y son las que se encargan de vender mis pinturas"41.
La vinculación entre moral y gasto, en los hijos menos pobres, dispone la subjetivación hacia la salvación de sí y de los suyos. Por su profesionalización participan en la fijación del valor del salario, incorporándose al estatuto de trabajador occidental, siendo los únicos que son parte del patrón blanco, americano y medio. Forzados a su diferenciación por los artilugios que transforman el patrón en índice, estos proletarios vuelven su consumo signo de redención, usando distintas técnicas:
En una de ellas, los sujetos al redimirse del todo en el consumo lo ubican dentro de la categoría que se deriva de la adicción, cuyos extremos son la moderación y el exceso. Al ahincarse la manifestación de la moral en la moderación, la deuda tiene un límite que es el que determina el valor de los ingresos, asimilándolo al salario. Operación con la que se aunan moral y ocupación, ya no por la hipoteca, sino por el deber de salvar para redimirse. De esta manera el gasto se subordina al salario, adecuándose a su monto.
"El trabajo con los títeres empezó a tener resonancia en Pedagogía Artística. Conocimos gente en la Nacional y nos dejaron trabajar en el León de Greiff, después nos fuimos a Villa de Leyva a montar una obra porque nos salía más barato…, después hicimos una campaña de solidaridad para viajar a un festival de Charleville, después una gira por Europa, después la televisión, ahí empezó a verse el progreso"42.
Una segunda inscribe la redención en un modo de vida donde se aloja tanto el consumo como el quehacer, al subordinarse todo a la pertenencia, pero en la diferencia. E l proyecto, garantía de la redención, le exige al índice su manifestación en marcas que hagan factible su distinción. Ello implanta otro tipo de signos que no requieren de interpretación, sino de presentación frente al otro, quien debe dar cuenta de su disparidad43.
"Todo me llega, esa es una cosa mágica. Ya mi perfil en cada lugar era un perfil diferente. Termino siendo la coordinadora de las Oficinas Regionales de Viva la Ciudadanía, trabajo que exigía cierto nivel de liderazgo. De ahí voy a dar a la Consejería de Juventud, Mujer y Familia. He estado en todos los lugares importantes del tema sobre la mujer. GTZ es lo que sigue y gano más, ahí hago el manual de herramientas para construir Equidad para la Mujer, lo hago con mi exmarido"44.
De esta manera, las nacientes minorías que inventa Occidente transforman la proclama proletarios del mundo: ¡unios!, en proletarios del mundo: ¡diferenciaos!
Los hijos más pobres son los obreros transversales cuyo salario siempre está adscrito al valor de uso. Unos, los menos, se insertan del todo a la fábrica gestando la plusvalía que ésta demanda en su accionar periférico. Su provecho es extraído de la red de vecindad con la cual se agremian para usufructuar al derecho, accediendo por este camino a la asistencia.
"Yo he trabajado toda mi vida en una fábrica de mangueras, me roca hacer el rallador con la parte para el agua y vainas para carros, luces para carros en plástico, me pagan el mínimo, trabajo de 7 a 5, pero los viernes trabajamos hasta las 5 y media para no trabajar los sábados, siempre he ganado el mínimo, claro con presraciones y todo. Cuando nos sindicalizamos nos tenían así, pa allá y pa'ca, de oficios varios pa jodernos"45.
"…yo trabajé de obrera, terrible, entro como señora que sirve los tintos y arregla las oficinas, después aprendí a manejar todas las máquinas como supernumeraria, es muy duro no ser de un lado ni del otro, en la fábrica no pertenecí al grupo de las obreras, clases populares con sus vicios, ni tampoco pertenecí a la clase alta, ganaba el mínimo"46.
Otros obtienen el provecho de la autogestión, al transfigurarse en la fuente de su ocupación. No obstante al aliarse el usufructo con la fuerza de trabajo, por la técnica con la cual se les roba el tiempo ganado, sus ingresos tienen por límite su habilidad para aumentar el beneficio, creando ellos mismos los circuitos por donde este producto incrementa su valor. Operarios sin demanda para la venta de su fuerza, requieren virar a mercancía sumergiéndose del todo en las leyes de la oferta. Sujetos-mercancía se pliegan a la asistencia para hacerse circular.
"Mi papá no descansa , toda una vida vendedor de lotería, hasta los domingos que le toca en el 20 de Julio y a él una vez lo atracaron frente al batallón y no le hicieron nada, ahí le sacaron una vista"47. "Mi esposa tienen que trabajar, usted sabe que uno solo, gasto aquí, gasto allá, ella trabaja en la casa en bordados, puliendo camisas, camisetas, ganando menos del mínimo"48. "Mi mamá trabaja limpiando apartamentos en un edificio, ella es independiente, lleva 8 años"49.
Algunos de los hijos más pobres desplazan el beneficio de la red de vecindad en la que sus padres sitúan la autogestión, a los circuitos de distribución de la mercancía. Esta maniobra les exige aumentar el valor de la venta de su fuerza de trabajo introduciéndola dentro de los desarrollos productivos que burlan las compuertas del orden capitalista. Resultado de la usurpación por la que se propaga el proceso de obrerización en la periferia, el robo del tiempo, estos hijos también fabrican usufructo al expropiar los circuitos de la mercancía, robo de la ganancia. En efecto, aunque ya no usan la vecindad para robarle el cuerpo a la otredad, la pertenencia todavía les asegura el despojo de la distribución. Por ella construyen sus redes cuyos enlaces se gestan en el provecho al extraer un beneficio de cada conexión, con el cual se empoderan aumentando su prestigio. E n tanto se implantan en los circuitos del consumo, la adicción es el enclave de donde obtienen la utilidad, pero al ser la burla al capital, su obrar en ella, regido por la Ley, es despótico, teniendo por regla la lealtad y la traición. Lealtad objetivada en la pertenencia a la red a la que deben su existencia y traición anudada a cada enlace al cual le sacan la ganancia, supeditándose siempre a la otredad.
"Mi papá ha trabajado en muchas cosas: anduvo por la selva, en la costa ha estado, ha andado por hartísimas partes, entonces a él le gusta hablar harto y cuenta que cuando recogía coca le dio paludismo"50. "Logré que un señor me diera la oportunidad de ser ayudante de colectivo y fue bien duro ese trabajo, me tocaban el culo todo el tiempo, yo era una fiera y un tipo iba, tóqueme, señor por favor, hasta que la bolé, prum, lo tiré, yo nunca supe si el ripo quedó vivo, yo solamente se que a la velocidad que iba el colectivo difícilmente"51. "Ella trabajó de prostituta roda la vida, trabajaba en prostíbulos muy elegantes de Medellín, terminó en una esquina allá en el centro"52. "A mí me tocó infiltrarme en la organización de S, estaba conformando grupos de paramilitares con compañeros de base con poca formación política, con el cuento de que había que matar a los compañeros que estuvieran malgastando"53.
Por último, los excluidos se instalan en los circuitos de desecho de la mercancía. Encarnación de la otra cara de la adicción, su destierro se torna en provecho que el capital usurpa componiendo el único circuito que le falta para valorizar lo que ha perdido todo valor: el desperdicio. Sobrevivientes, deben su existencia al excedente del residuo del residuo, erigiendo su subjetividad sobre los desperdicios de la producción. Sujetos-remanentes, ellos hacen del despojo una mercancía con la que se reinicia lo productivo a través de la transfiguración de lo inútil en utilidad incautable. Instrumentos por donde se aspiran los compuestos requeridos para reavivar lo que de otro proceder podría estatuir un límite fatal, la fábrica parada, se instituyen en una amalgama compuesta por todas las identidades factibles que no forma nada pero tampoco deforma, favoreciendo la extracción de sus retazos. Otredad objetivada en mixtura de todos los códigos, sin identidad puesto que están armados de residuos, son el depósito que asegura la continuidad a pesar de haberse dilapidado todo.
"Salimos el jueves y el viernes temprano, no de noche porque es más peligroso, cogemos de la basura, lo que conseguimos lo vendemos en las chatarrerías, mamita, pero es muy bararo. La chatarrita la pagan a 50 pesos. Los huesos los llevan para una fábrica, para molerlos y hacen el jabón, los pagan a 100 pesos 200 huesos. El hueso que uno se come y bota los huesos, por ahí que los niños los botan, esos también los pagan"54. "En la olla voz encuentras periodistas metidos en la droga, vueltos nada, miseria, gente ducha en sistemas, propios profesores, poetas, pintores, industriales, hijos de papi y mami que los papas les pagan la cuenta de bazuco, prostitutas, niños de la calle, sicarios, depravados, matones, cañeros…"55.
La llegada del control56 inserta al mundo en lo empresarial, modo de producción que basándose en el exceso, saca de órbita al trabajo, generando una técnica de extracción de riqueza que no requiere de la fabricación i n dustrial sino de la dominación transterritorial a través de la velocidad de propagación de la información57. Ello trae consigo la entronización de la información, cuya difusión actúa de modulador global del consumo haciendo de cualquiera un cliente o un vendedor. Sus condiciones son la adicción, la vergüenza y la exclusión.
Con la adicción, el gasto se vuelve la exigencia pata la autosatisfacción. Forma de subjetivación que al tener por límite la disposición en los ingresos, subyuga la vida al capital subsumiendo en éste la totalidad del tiempo, perdiéndose la diferencia por la que el trabajador toma distancia de la ocupación, aunque este hiato exteriorice la esclavitud, para implantar un ritmo donde no existe ni operario, ni labor. El trabajador se convierte en mercader instaurando en cláusula el aumento de la propia habilidad, al trocarse la vida en indicador de la facultad para vender: mientras más venda, son mayores sus entradas y en consecuencia superior es la autosatisfacción en el consumo. El trabajo acaece mercadeo, arrastrando tras sí la desaparición del plusvalor al instituirse en medio para poner en marcha la competencia: cada quien lleva consigo su quehacer.
La vergüenza impone el indicador de sí, mientras la culpa tiene por condición al otro. En efecto, la medida, característica del molde, se coloca entre el acreedor y el deudor en tanto equivalencia abstracta, tercería, cuya referencia es la deuda infinita. En contraste, la vergüenza se construye en la acción canibalesca de engullimiento del patrón, transmutándolo en ubicuidad portada en cada uno. La deuda infinita se traslada al ser, quien adviene acreedor y deudor de sí, por relación al índice que es la marca virtual de su existencia. Posibilidad siempre a realizar, ya no encarnada en el desplazamiento, generador de la culpa por su calidad emanativa, signos irradiados del molde de normalidad, sino materializada en rangos cuyos indicios son grados de intensidad, más o menos j existencia respecto al índice, situando a la existencia entre el exceso y el defecto instalando la moderación de modulador. La vergüenza se gesta en impedimento de la existencia plena, al inocularse la posibilidad del ser en un margen que fuerza al aumento constante de la competencia.
La exclusión tiene relación con el margen que abre el impedimento de expresión absoluta del ser. El control en su acción de liberación del deseo requiere también de su captura, abriendo la compuerta del hedonismo. Por ello es que se impone el índice inoculándoselo a cada uno con miras a que opere el autodominio del exceso o del defecto. Ello le permite a la producción obtener un lucro, que no atraviesa los senderos de la plusvalía, sino que subsume a la vida en la propia competencia58. De esta manera los sujetos existen si entregan su vida al capital, en caso contrario quedan excluidos de su opción para ser.
El proceso de obrerización al establecer una mismidad donde la ocupación tiene por referencia la competencia y al erradicar la probabilidad de la venta de la fuerza de trabajo, permutándola en mercancía autocomprable, implanta otra categorización social que desplaza al proletariado: los sin garantía59. Nacienre clasificación desprendida de la futilidad de la clase obrera, al poderse reemplazar por la cibernética, arrasando con el salario, única garantía para acceder al derecho. Es imprescindible que Occidente se vuelva proletario para destruir la clase obrera y colocar en su lugar al vendedor, metamorfoseando al socius en un terreno de contienda, medio propicio para la emergencia del dominio del mercado. En su función de vendedores, los trabajadores se responsabilizan de sus ingresos y se juzgan a sí mismos por su competencia, aniquilando al otro. El proletariado vuelto enemigo entre sí y el obrero contendor de sí mismo, única estrategia para sobrevivir en esta alianza mihtaro-técnica-científica que alinea el mundo hacia la guerra, la pequeña guerra de baja intensidad60, donde el control nos dispone a todos.
La periferia es el territorio de la exclusión transversalizada. La abolición del trabajo como fuente de plusvalía elimina la necesidad de la mano de obra, maniobra de despojo de la garantía. La entronización de la cibernética elimina la posibilidad de la competencia en la producción y por consiguiente de la fijación de los precios, sortilegio de despojo de la dominación del mercado. La dispersión de los desarrollos productivos en objetos etéreos elimina el consumo al obligar el empleo del código para la consumación, acción de despojo de la subjetividad. Inmenso depósito de despojos, la periferia sobreviene desecho.
La exclusión en nuestra particularidad se sustenta entonces en el despojo: de la deuda metamorfoseada en cesión, muy pobres para pagar, demasiado pobres para endeudarnos; del derecho alterado en subsidio, sólo es el capaz quien tiene derecho; del usufructo transmutado en combate, el provecho da paso a la eliminación de la otredad. El capital arma así sus sujetos, aquellos que precisa para que el guetto no quede fuera de control: empresarios, vendedores y compradores, ciudadanos del mundo, operarios que continúan aferrados a desarrollos productivos aunque sin garantías, también excluidos. Todos ellos despojados, se les inocula la competencia para la existencia, puesto que su pertenencia es ante todo transversal.
Los hijos más ricos impelidos a ser parte de lo transnacional, pero despojados de la certeza de su competencia, al volverse vigilados, quedan expuestos a la protección del otro. El azar, aquello con lo que sus padres los dotan de la competencia pero para hacerlos diestros, se traslada al campo del vigía, quien para protegerles el circuito, les exige su postración. Esta incertidumbre les introduce el miedo fragilizándolos frente a sí mismos. Avergonzados de sí y temerosos del otro su riqueza se erige en su amenaza. Secuestrables, extraditables, condenables, el anonimato es su opción para ser. Sus hijos para perpetuar el índice requieren escapar a la amenaza, siendo forzados a emigrar. Ciudadanos del mundo, sin pertenencia local, lo único que los identifica es materializar los rasgos del hombre blanco, americano y rico.
"Yo trabajé con gente muy mala, por ejemplo XX era lo peor que había, si se accidentaban en un avión de él, los pilotos teníamos que pagar el avión. A un amigo lo mataron porque no les pudo pagar. Pero también hay gente muy linda de esos grandes mañosos, por ejemplo un amigo que se cayó y lo cogieron, la gente con la que yo trabajaba le puso abogado y lo sacaron a otro país, eso les costó un millón de dólares"61. "Aunque mi papá ahorraba nunca pensó que le tocara pagar el secuesrro de un hijo, siempre pensó que en la vejez tenía que tener plata para poder sobrellevarla"62. "Para su educación le tenemos una cuenta en esos cosos de seguridad del Estado norteamericano, nosotros queremos que se vaya a E.E.U.U. o en Europa, apenas termine el colegio porque aquí la situación está muy difícil"63.
Los menos ricos asocian su existencia del todo al consumo vuelto un azar que depende de su competencia para acontecer el vendedor. Despojados de su profesión, medio de salvación de sí y de los suyos, transforman la salvación en condena de sí y contienda con el otro. De consultores de procedimientos pasan a vendedores de servicios, desplazando su potencia redentora a un simulacro donde actúan sus habilidades de artificio para plegarse al otro, de quien depende su existencia. Sus hijos sin la redención por el consumo están condenados a la existencia en la precariedad de no poder alcanzar el índice. Ciudadanos sin garantía, es el azar el que ahora los puede salvar.
"Según las épocas nos dan plata para comprar o no. Cuando había podía comprar todo lo que yo quisiera, después vino la mala época, mi papá se quedó sin trabajo y debe hasta la camisa, pero nos dijeron, o sea aportar con la frescura, era sobre todo eso, que estuviéramos frescos, que ellos no nos iban a pedir a nosotros que trabajáramos, pero que no pidiéramos tanto"64.
Los menos pobres que hacen de su vida un modo, son despojados de su propia redención al devenir el proyecto del control. Forzados a expresar el índice, requieren conectarse a los márgenes transversales donde reside la liberación, afirmando la pertenencia transversal. Empujados a adoptar la apariencia demandada, al hurtárseles su proyecto por un reciente mercado delimitado por los signos que testifican la otredad a la que es necesario someterse, su emancipación está garantizada siempre y cuando se encadenen al autodominio. Consumidores de su propósito se convierte en aquello que han buscado cambiar y bajo la consigna del derecho a la diferencia, se doblegan a la individuación. Por estos intersticios se inserta la pasión con la que dotan a sus hijos de la urgencia de la liberación. No obstante, ahora desclasados, convocan a una militancia inmersa en un sueño que ya no puede salvar un mundo estallado en los múltiples fragmentos de la heterogeneidad; si acaso puede proteger su modo de existencia por los caminos que abre la transversalización. Ecólogos, músicos, poetas, algunos conforman clanes de oración o son miembros de los sectarismos que inundan el planeta. De esta manera, estos jóvenes son instados a la conexión o impelidos a la exclusión.
"Aunque somos un grupo de profesionales y tenemos una fundación de la cual soy el director, eso es una ficción, cuando tuvimos amigos ejecutamos un proyecto con la Unión Europea, ahora no tenemos nada y estamos en el vacío"65
Los hijos más pobres, junto con sus h i jos, despojados de la vecindad con la que arman las redes de la autogestión, quedan aferrados sólo al combate, constituyendo la nueva masa, ya no obrera, sino caótica, en tanto encarnación de la otredad que el control ahora instaura de enemiga, la pobreza. Masa que al no estar ligada a la opción de construir la clase, requiere metamorfosearse en sobrevivencia, predispuesta a encarnar el destino fatal, aquel que liga la ganancia a cualquier cosa. Algunos, forzados ante todo a vender su fuerza de trabajo buscan el mejor postor y se venden a sí mismos, puesto que la oferta laboral se inscribe en la única empresa que el capital nos deja: la guerra. Así se alistan de sicarios, mercenarios, guerrilleros, soldados, de cualquiera de los ejércitos que configuran nuestra particularidad.
"Mi barrio está dividido en pandillas y a mis compañeros que ya están muertos, los mataron los enemigos de la calle, porque las pandildillas y a mis compañeros que ya están muertos, los mataron los enemigos de la calle, porque las pandillas hasta que no se cobran su venganza"66.
Otros, los sin garantía, son conminados a aceptar cualquier precio por la venta de su fuerza de trabajo, cuya compra ha advenido caridad.
Transformación del derecho en beneficio, vuelta al Estado benefactor bajo la égida del subsidio que los signa de insuficiencia.
"Mi hija menor no consigue más trabajos sino es en casas de familia, entonces pa'uno conseguit trabajo es en casas de familia, entonces yo le dije usted quiere pasar esa hambte, como yo tanto que trabajar en casas de familia?"67. "Mi hijo menor entró a trabajar ayudándole al papá en la construcción, pero ahora quisque ya no dejan, se quedó sin trabajo, no le dan trabajo porque esrá muy joven, entonces yo no sé, se va a quedar en la calle, yo no sé… Ahorita el único que tienen trabajo es mi esposo, por allá en la construcción, pero quien sabe cuánto le dure"68.
Los últimos, aquellos vendedotes por fuera de los circuitos del gravamen, son impelidos a entrar a éstos por las artimañas que la inteligencia69 inventa para doblegar a cada quien a través de su compra. Pequeños contrabandistas, jíbaros, vendedores ambulantes, espiados a través de sus redes de clientes para cercar la extracción de beneficio al capital.
"Mi hermano, él tenía los puestos de cachivaches y tenía mugreras, tenía bazuco, marihuana, o sea de los intermediarios. Apareció muerto por ahí un día"70.
Los hijos excluidos junto con sus hijos están conminados al control, aquel cuya presentación se ejerce sin la ilusión de la libertad en el consumo, es decir la real adicción. De esta manera, el capital se dispone para usurpar el residuo del residuo. También para instaurar en ellos la vergüenza, la de su adicción, puesto que les introyecta una conciencia para equiparlos con los signos del horror que ellos y los otros deben reconocer, el caos. La exclusión no solo es la despensa que asegura un actuar ilimitado del mercado, materializa la terrible amenaza que resulta del estar fuera del control.
"Yo quiero salvar mi alma y rehabilitarme, entregar mi alma a Dios. Me da como la conciencia de que me está mirando, que estoy pecando y que le estoy fallando a mi Dios"71. "Ya a lo último le estaba cogiendo pereza a todo, y yo dije 'ah, yo no quiero consumir más droga, no quiero consumir más', pero sigo en las mismas."72
El advenimiento del control saca las formas de subjetivación del interior de la familia para instalarlas por completo en el afuera. Cada uno dotado con las herramientas para diferenciarse por el consumo, obligado a alcanzar la competencia para devenir el vendedor, de sus productos, de sus servicios, de sus proyectos, de sí mismo, puesto que el único sujeto ahora procurado es aquel cuya identidad está inserta en la adicción con la cual encarnar un índice; modulado a través de la vergüenza de no ser capaz de lograrlo, o de la desvergüenza de personificar la exclusión.
1 Este artículo recoge la segunda fase de la investigación denominada “Familia, socialización y violencia”, sustentada en120 historias de vida de personas que han vivido en la ciudad de Bogotá, pertenecientes a 4 estratos socioeconómicos,según la clasificación del DAÑE: estratos 0; 1 y 2; 3 y 4; 5 y 6. El estrato 0 se denomina excluido, el 1-2, más pobres, el 3-4, menos pobres y el 5-6, más ricos. La primera fase tomó en consideración las generaciones llamadas tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y padres, cuyos análisis llegaron a los años 60, es decir cuando los padres tenían sus hijos pequeños. Para ello se entrevistaron personas nacidas en la primera década del siglo y personas nacidas en la década del 30. Este último toma en cuenta dos generaciones: personas nacidas en los años sesenta que tuvieron hijos en los años ochenta y jóvenes nacidos en los ochenta, denominadas h i jos y nietos. E l punto de enlace entre los trabajos es la generación de los padres: con ellos finalizamos la primera parte e iniciamos la segunda. Los resultados de la primera parte fueron publicados en el libro dte Daza, G . y Zuleta, M. Maquinaciones sutiles de la violencia, Bogotá, Siglo del Hombre Editores, DIUC, 1997.
2 Entendemos por socius el conjunto de operaciones que hacen posible la producción social. E n el caso del capitalismo, su organización está dada por una estrategia de inclusión que busca captar para sí todo aquello que está por fuera y situar dentro de coordenadas todo aquello que no está localizado. Para lograrlo requiere romper las conexiones estáticas e introducir en su lugar pequeñas conexiones flexibles con las cuales armarse sus axiomas. C f Deleuze, G. y Guattari, E. El antiedipo, Barcelona, Paidós, 1991.
3 Una de las características de la operación de la que resulta el tiempo ganado, consiste en “la posesión de la fuerza de trabajo”, haciendo que su uso obedezca a parámetros particulares, determinantes de las condiciones de su puesta en circulación. Es el trabajador quien impone las reglas del juego para el trabajo, concretizado en un producto. Lo vendible es entonces el producto y no la fuerza de trabajo. Esto supone un saber que particulariza un modo de hacer y de circular en el flujo del trabajo y del dinero, así como la ganancia de un tiempo que no se vende al capital, Maquinaciones sutiles…, Ob. cit, pp. 75 - 76.
4 Denominamos tiempo debido a la técnica por la cual los abuelos menos pobres asocian el consumo al deber, orientando a sus hijos hacia un futuro planeado, donde la previsión del gasto se hace factible por la hipoteca del tiempo de trabajo. De esta manera, el consumo de sus hijos se especializa en la educación, instrumento por el cual ellos pueden, a un mismo tiempo, garantizar y valorar la venta de su fuerza de trabajo, lbid, pp. 82 - 85.
5Se hace referencia a la técnica por la cual los abuelos más ricos instauran en sus hijos la diferencia entre capricho y razón. Esta consiste en permitirle la entrada al deseo individual, a través de su satisfacción mediante el consumo, siempre y cuando éste pueda ser orientado por la razón entendida como capacidad para la producción en un máximo de rendimiento. E l lo emplaza una forma de felicidad sustentada en la diferencia de cada uno por la satisfacción limitada en el consumo, se denomina voluntariedad al capricho y voluntad a la razón, lbid, pp. 85 - 87.
6 Se hace alusión al proceso de urbanización que se produce en Colombia a partir de los años cincuenta, asociado, por una parte, a la industrialización, fenómeno común para toda Latinoamérica, así como a los efectos de la manifestación de la violencia política en el campo. Ocampo, J.A. (ed) Historia económica de Colombia, Bogotá, Fedesarrollo - Siglo X X I , 1987.
7 Aunque entre 1945 y 1955 la producción industrial creció al 9% anual, acompasando la urbanización, en 1955 la proporción de obreros capacitados era muy baja, compuesta sobre todo por el sector manufacturero y por la burocracia estatal. Asimismo, la urbanización trajo consigo un aumento en la proporción de obreros no capacitados dedicados a la construcción. No obstante C o lombia todavía se consideraba un país rural, donde el trabajo obrero más que insertarse en su propia lógica como productor de plusvalía, era signado como caridad, bajo la égida de un Estado benefactor: “aunque los conservadores desconfiaban de cualquier tipo de militancia laboral, practicaban cierto paternalismo condescendiente hacia la clase trabajadora. Bajo la presidencia de Ospina, Colombia adquirió un sistema de participación en las ganancias de la industria a través de bonificaciones anuales para los asalariados, medida adoptada por una temerosa clase dirigente, luego del 9 de Abril". Bushnell, D. Colombia una nación a pesar de sí misma, Bogotá, Planeta. 1999, p. 289.
8 E l censo poblacional de 1973 muestra cómo Bogotá duplica en 10 años su población. En 1964 ésta era de un millón y medio de habitantes, aproximadamente. En 1973 llega a 3 millones. Denominamos “modernidad tardía” a esta etapa, puesto que a diferencia de la primera gran urbanización de los cincuenta, ella lleva implícita cierta forma de normalización que obliga a acoger a la masa de asalariados. Ocampo, J. A. y Ramírez, M. (Ed) El problema laboral colombiano, Bogotá, Sena, Departamento Nacional de Planeación-Contraloría General de la República, 1987.
9 En 1970 tanto las manufacturas de bienes de consumo durables como las de bienes de capital aumentaron su participación en el total de la producción industrial y ambos sectores representaron la sustitución de importaciones. La mayoría de los obreros del sector textilero eran mujeres. Más adelante, ellas serán absorbidas por el sector financiero. Historia económica de Colombia, Ob. cit.
10 La hipótesis que guía este ensayo se sustenta en lo que denominamos proceso de obrerización, el cual disocia trabajo de oficio y con ello instituye al trabajo como medio para alcanzar el ingreso. Esta, aunque implícita en los trabajos de Negri, T . y Guattari, F. (Las verdades nómadas, Barcelona, Tercera Prensa, 1996), aquí es tratada como peculiaridad de la periferia, puesto que hace parte de la intensificación de fenómenos como el narcotráfico.
11 Desde la conformación de las Cajas de Compensación en 1962, se i n i c i a en Colombia una presión por parte de los trabajadores, los de mayores ingresos, para que el Estado obligue a las empresas, a través de leyes, a que sus empleados accedan a servicios de salud, educación y recreación, erigiéndose un modelo de buena salud como el propio del derecho. Colombia, una nación…, Ob. cit. pp. 30-338.
12 Informante mujer, primera generación, estrato c
13 Informante hombre, primera generación, estrato c
14 Informante hombre, primera generación, estrato c
15 Bajo el gobierno de Lleras Restrepo se constituye la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) cuyo objetivo es la obtención de servicios estatales, créditos, reforma agraria, extensión agrícola. Así mismo, en 1973 se da paso a la Ley 9 con la cual se rediseña el Sistema Nacional de Salud, teniendo en consideración un nuevo elemento: participación de la comunidad urbana y rural en programas y actividades de este sector. Ministerio de Salud. Empresas solidarias de salud. Bogotá, Ministerio de Salud, Foro nacional por Colombia, ESS, 1995.
16 Esta expresión se refiere a la alianza entre un sector minoritario de la Iglesia que ingresa al movimiento denominado Teología de la Liberación y el Partido Comunista. Más tarde esta combinación da lugar al movimiento guerrillero ELN en el que participa Camilo Torres. Colombia, una nación…, Ob. cit, p. 314.
17 Aparece la Ley de la Reforma Agraria, la cual es reglamentada durante el gobierno de Lleras Restrepo. Más tarde, durante el gobierno de López Michelsen, la ANUC se torna de extrema izquierda. En ella hay inscritos casi un millón de campesinos, cifra mayor a la totalidad de afiliación alcanzada por los sindicatos en toda su historia. Se inician los movimientos de invasión violenta de haciendas, lo mismo que los movimientos de invasión de tierras en las afueras de la ciudad. De otra parte “el aislamiento físico de los valles andinos y las planicies bajas había disminuido gracias a la gradual mejora de la red vial y de otro tipo de infraestructura (una vez más, con considerable ayuda de la Alianza para el Progreso) mientras que el aislamiento intelectual declinó con el aumento del alfabetismo y la mayor toma de conciencia general que lo acompañó”. Colombia una nación…, Ob. cit, p. 330.
18 La gran migración campesina a la ciudad, durante los setentas, y la imposibilidad de absorción de toda esta mano de obra en la industria ocasiona un fenómeno de informalidad de la economía colombiana. Entre 1958 y 1968 mientras el empleo formal aumentó 2.47%, el informal creció 4.36%. Cf, Muñera, R. Rupturas y continuidades, Bogotá, IEPRI - Universidad Nacional-CEREC, p. 313.
19 Informante hombre, primera generación, estrato b
20 Informante mujer, primera generación, estrato b
21 Informante hombre, primera generación, estrato b
22 Informante mujer, primera generación, estrato d
23 Hacemos referencia a la mayoría de edad de los tatarabuelos y bisabuelos más ricos. Cf Maquinaciones sutiles… Ob. cit, pp, 47 - 52
24 Informante mujer, primera generación, estrato d
25 Los finales de los años sesenta marcan en el mundo occidental una etapa donde los jóvenes pareciera que se lo apropian. Surge todo tipo de movimientos juveniles tales como hippismo, feminismo, antirracismo, revolucionarios, entre otros. E n Latinoamérica estos movimientos están influenciados por la izquierda revolucionaria. Algunos autores consideran el desarrollo de las urbes como la causa del surgimiento de la juventud en tanto grupo diferenciable en lo social. C f , Feixa, C . “La ciudad invisible” en Cubides, H., Laverde, M. C. y Valderrama, C . (Ed) Viviendo a toda, Bogotá, DIUC - Siglo del Hombre Editores, 1998, p. 89.
26 Hacemos uso de la acepción del término desde la pragmática, es decir presencialización de la acción sin dirección, particular a una pasión gozosa, tal como Spinoza lo entiende. Cf Spinoza, B. Etica demostrada según el orden geométrico, Madrid, Orbis, 1980, cap. III.
27 Informante hombre, primera generación, estrato b
28 Informante mujer, primera generación, estrato c
29 Informante mujer, primera generación, estrato b
30 Informante mujer, primera generación, estrato b
31 Informante hombre, primera generación, esttato b
32 Informante hombre, primera generación, estrato a
33 Informante mujer, primera generación, estrato a
34 Negri, refiriéndose al desarrollo actual del capitalismo, señala: “llega un momento en que la apropiación obrera del valor del producto separa salario de cantidad de trabajo realizado, rompiéndose la equivalencia del cambio fuerza de trabajo-salario e inviniéndose el proceso. No se puede hablar ya de plusvalía o sea de utilización capitalista del valor de uso de la fuerza de trabajo, sino de utilización proletaria del valor de uso de la propia fuerza de trabajo. El proletario empieza a reapropiarse del sobretrabajo según sus propias necesidades”. López, S. Antonio Negri: “Marx, más allá de Marx”. Anthropos, Barcelona, #144, Mayo de 1993, p. 65-66.
35 A principios de la década de los ochenta mientras que en países como Colombia el empleo industrial decayó, atribuyéndole su descenso a la organización laboral que requería su participación en la fijación de los salarios, en otros países del tercer mundo éste aumentó al trasladarse a ellos las fábricas puesto que la mano de obra no organizada, tenía un valor irrisorio. Lo que se denomina recesión del capitalismo de los ochenta tuvo que ver con estos procesos que abarataban los costes de producción por su ubicación foránea, mientras disminuía la producción en los países desarrollados. Cf. Deleuze, G . Conversaciones. Valencia, Pre-Textos, 1996
36 Entendemos por obrero transversal aquel que no concuerda con el índice de obrero blanco, americano y medio, es decir que no puede acceder al derecho y por tanto al consumo, gestándose precisamente por la operación que hace de la fábrica una instancia en movimiento. Ello rompe cualquier signo de vinculación ocasionando pérdida de la identidad como clase. Las verdades nómadas, Ob. cit.
37 El énfasis del capitalismo actual en las redes de distribución da cuenta de una mutación capitalista, donde el plusvalor ya no se obtiene del trabajador sino de la velocidad de la circulación de la mercancía. Virilio, P. La velocidad de liberación. Buenos Aires, Ed. Manantial , 1997, p. 159.
38 Informante mujer, primera generación, estrato d
39 Informante hombre, primera generación, estrato d
40 Informante mujer, primera generación, estrato d
41 Informante mujer, primera generación, estrato d
42 Informante hombre, primera generación, estrato c
43 Diferenciamos la representación, por la que se da cuenta de la interpretación a la manera del lenguaje, de la presentación, que daría cuenta de la interpretación pero a la manera nietzscheana. En ésta los signos no conducen a develaciones, sino a incitaciones, provocando una acción en el otro. Nietzsche, F. La genealogía de la moral, México, Alianza, 1993
44 Informante mujer, primera generación, estrato c
45 Informante hombre, primera generación, estrato b
46 Informante mujer, primera generación, estrato b
47 Informante hombre, segunda generación, estrato b
48 Informante hombre, primera generación, estrato b
49 Informante mujer, segunda generación, estrato b
50 Informante mujer, segunda generación, estrato b
51 Informante mujer, primera generación, estrato b
52 Informante mujer, primera generación, estrato b
53 Informante mujer, primera generación, estrato b
54 Informante mujer, primera generación, estrato a
55 Informante hombre, primera generación, estrato a
56 Denominamos control el proceso mediante el cual el capitalismo instaura la individuación a través del consumo. Aunque éste ha sido analizado por varios teóricos contemporáneos, nos acogemos a las reflexiones de Burroughs, W. El almuerzo desnudo, Barcelona, Anagrama, 1997.
57 “Si las tecnologías del teletrabajo liberan a los empleados de su empresa, la jornada de 8 horas y las restricciones propiamente geográficas de la fábrica se convierten a su vez en conceptos sociales superados. Los gestos y los lugares que aún ligaban entre sí a los empleados aparecerán mañana como rituales obsoletos, conllevando la alta movilidad y la ubicuidad del trabajo…. una multitud de inconvenientes en particular el de no permitir la distinción entre los períodos de descanso y trabajo remunerado, amenazando éste último con expandirse a todo el espacio privado y a todo el tiempo del que todos creían aún disponer libremente”. La velocidad de liberación, Ob. cit, p. 105.
58 Negri-Guattari aluden: “el nuevo capital pone todo en marcha para controlar los tiempos singulares de la vida, para reducirlos a los tiempos capitalistas bajo la amenaza de la aniquilación del ser…bajo la égida de este terror se han colocado, en primer lugar, la integración del capitalismo mundial y la reestructuración informática de la producción social”. Las verdades nómadas. Ob. cit, p. 85
59 Concepto tomado de Negri-Guattari con el cual se describe el operar del Capitalismo Mundial Integrado (CMI) . Cf, Las verdades nómadas. Ob. cit.
60 Manejamos aquí la diferenciación que hace Virilio de los cuatro modos de expresión de la guerra. La guerra de baja intensidad haría parte del cuarto modo, particular a lo que él denomina disuasión societal. Virilio, P., citado por Deleuze, G . y Guattati, F. Mil Mesetas, Valencia, Pre-Textos, 1994, pp. 433 - 476
61 Informante hombre, primera generación, estrato d
62 Informante hombre, primera generación, estrato d
63 Informante mujer, primera generación, estrato d
64 Informante mujer, segunda generación, estrato c
65 Informante hombre, primera generación, estrato c
66 Informante mujer, segunda generación, estrato b
67 Informante mujer, primera generación, estrato b
68 Informante mujer, primera generación, estrato b
69 Hacemos referencia a l modo de vigilancia que propicia el control, el cual está sustentado en la inteligencia como un desarrollo de la función de vigilancia. Cf. Benson, E . y Bleitrach, D . “La paix éternelle ou la guerre de basse intensité”, en: Chimeres # 33, París, 1998, pp 149-170.
70 Informante hombre, primera generación, estrato b
71 Informante hombre, primera generación, estrato a
72 Informante hombre, segunda generación, estrato a
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