Revista Nómadas
Dirección de Investigación y Transferencia de Conocimiento
Carrera 5 No. 21-38
Bogotá, Colombia
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Francisco Gutiérrez*
* Doctor en Pedagogía por la Universidad Complutense de Madrid, España. Ha sido catedrático de la Universidad Nacional de Costa Rica y Profesor visitante de diferentes universidades europeas y latinoamericanas. Ha publicado más de veinte libros y numerosos artículos sobre educación y comunicación con especial énfasis en Pedagogía. Actualmente es Director del Instituto Latinoamericano de Pedagogía de la Comunicación con sede en Costa Rica.
En este artículo el autor aborda la formación de investigadores desde la práctica de la Mediación Pedagógica. Después de interrogarse sobre aspectos fundamentales de lo que significa hoy una investigación alternativa, ubica la experiencia como una práctica pedagógica. Hace especial énfasis en el “texto paralelo. como instrumento del proceso de aprendizaje, recalcando su dimensión subjetiva, la búsqueda de sentido, y la productividad como condiciones para desarrollar la actitud investigativa.
A modo de ubicación temática planteo siete interrogantes a fin de delimitar lo que entiendo por investigación alternativa desde la Mediación Pedagógica.
En la búsqueda de propuestas para la formación de investigadores partimos de una anotación previa: no buscamos la formación de investigadores en el campo de la pedagogía, sino que nuestra preocupación es hacer que sea pedagógica la formación de investigadores.
Existen, sin duda, muchos tipos y múltiples metodologías para la formación de investigadores, pero, como pedagogo, me interesa hacer de la investigación un proceso pedagógico. En este sentido cabe poner una especial atención en el desarrollo desde la práctica pedagógica de aquellas capacidades que hagan del investigador o investigadora, seres humanos en búsqueda de estrategias, procedimientos y nuevas formas de aprendizaje y de realización personal desde los procesos de investigación.
Si buscamos posibilidades de investigación alternativa dentro del ámbito de la educación formal y no formal, es de rigor visualizar alternativas de formación más humanas, más contextualizadas y más procesuales que las que actualmente se llevan a cabo en los centros de formación académica. Tal vez lo alternativo no esté tanto en los cursos y temas, cuanto en el desarrollo de actitudes investigativas diferentes: sentir y dar sentido al proceso de investigación; vivir y vivenciar la realidad intensa y profundamente; lograr comunicar y expresar los resultados más subjetiva y emocionalmente. Estas actitudes están mucho más en consonancia con los valores del nuevo paradigma científico. Además esas actitudes y valores dan a la formación de investigadores el punto articulador del proceso creador del conocimiento y la motivación de un aprendizaje permanente desde la cotidianidad y el compromiso.
Los actuales sistemas de educación formal y en especial, los aplicados a la formación de investigadores, buscan “formar” individuos para hacer más productivo el modelo neoliberal. En ese sentido, lo que interesa en primera instancia, es promover la producción económica, aunque para ello haya que desconocer culturas y hasta destruir personas.
Ante esta situación suicida no cabe más que la no obediencia, el no sometimiento de lo que habla H. Maturana. La obediencia es una relación de convivencia negada y por lo tanto de sometimiento y de autonegación. Se impone como condición básica la necesidad de ser herejes tal como lo manifiesta Manfred Max Neef: “Hoy día, me siento profundamente convencido, categóricamente convencido de que como están las cosas, ser hereje es bueno para la salud. Creo que la herejía es el más poderoso elemento de conservación para la vida, para la supervivencia que valga la pena”1.
Aquellos que en las universidades “dirigen” y leen tesis de graduación, saben por experiencia propia lo deformante de tantas “formalidades”. Lo mismo pasa con muchos planes de estudio para la formación de investigadores.
Con Robert Theobald podríamos afirmar que la investigación (como la sociedad misma) que se desarrolla en términos de proceso es profundamente distinta a la que persigue objetivos. Especialmente desde la dimensión pedagógica, tanto los proyectos de investigación como, sobre todo, los planes de formación de investigadores, no pueden someterse a moldes, normas, modelos y estructuras, porque la vida y los procesos implican dinamicidad, incertidumbre y riesgo. La inventiva, la creatividad, la imaginación desbordante, la intuición reveladora, exigen un ambiente desafiante y provocador de motivaciones e intereses nuevos; un ambiente de libertad, de participación, compromiso y seguridad psicológica.
En los diferentes niveles de formación se asegura que cuanto más normados sean los puntos referenciales, cuanto mejor expresados los objetivos y más didácticos los instrumentos del proyecto de investigación, mejores serán los resultados. La práctica demuestra que eso no siempre es así. Estamos ante ritos y prácticas sin fuerza ni potencia formadora por haber perdido la sinergia inherente a cualquier proceso de formación humana.
Nuestra civilización judeo-cristiana, hoy neoliberal, preocupada por la producción científico-tecnológica parece alejarse, más que cualquier otra civilización conocida, de la congruencia derivada de las exigencias fundamentales para el desarrollo de los seres humanos. Al sistema le interesa formar investigadores a su servicio y de sus valores. Asegura R. Theobald que “actualmente rechazamos la honestidad, la responsabilidad, la humildad y el amor. Pero esto es solo parte del problema. Estas necesidades son ahora particularmente profundas, a causa de nuestra capacidad tecnológica para destruirnos a nosotros mismos”2.
La congruencia es ante todo con nosotros mismos. No podemos legitimarnos ante los demás si no somos respetuosos de nuestra propia legitimidad. La congruencia se vive, no se enseña ni se exhibe. Los investigadores en sus investigaciones serán congruentes en la medida en que como personas sean respetuosas de sí mismas y de los demás.
Un proceso de formación de investigadores que no sea estimulante, que no genere entusiasmo, que no se haga con agrado, que no se lleve a cabo en un ambiente saludable, creativo y liberador se niega a sí mismo pues resulta pedagógicamente contradictorio.
Si fuéramos consecuentes con este principio, deberían desaparecer más del 90% de las investigaciones que se lleven a cabo dentro de los sistemas educativos -formales y no formales-. “Cuando no se encuentra presente la alegría, la eficacia del proceso disminuye cada vez más, hasta que el ser humano tiene un desempeño vacilante, lleno de temor y mala voluntad, utilizando sólo una porción sumamente pequeña de su capacidad”3.
El investigador como científico al servicio de cambios vertiginosos y de horizontes insospechados,, requiere una gran dosis de imaginación, de sueño y de visualización gozosa y placentera.
El investigador tiene derecho a comprender lo que hace no sólo desde la dimensión académica, sino sobre todo, desde su yo íntimo como un acontecer personal. Lo vital, lo experiencial, tiene que afirmarse y reafirmarse en lo intelectual. Los hallazgos científicos no pueden ser ajenos al vibrar emocional. Lo instrumental no puede ni debe ignorar la dimensión estética. El sujeto estético debe estar siempre presente en el proceso de investigación.
En nombre de la “objetividad” científica no se debe excluir lo investigado de las subjetividades del investigador. En forma breve, no puede llevarse a cabo una investigación que no tenga sentido para el que investiga. La investigación con sentido forma protagonistas, es decir, seres para quienes lo que están investigando significa algo en sus vidas como motivación para su crecimiento como seres humanos.
La práctica investigativa a la que hacemos referencia en este artículo es la que, desde su mismo nacimiento, hemos venido desarrollando y sistematizando en el Instituto Latinoamericano de Pedagogía de la Comunicación, ILPEC. El Lenguaje Total como propuesta alternativa de educación nace en Lima y se desarrolla a nivel latinoamericano en la década de los 70. La Pedagogía de la Comunicación que no es sino el seguimiento y profundización de la trayectoria ya trazada por el Lenguaje Total pero con un especial énfasis en la comunicación pedagógica, surge en la dé- cada de los 80 en la Universidad Nacional de Costa rica como espacio educativo-investigativo en torno a la Licenciatura en Pedagogía de la Comunicación. La Mediación Pedagógica -el tercer momento- de esta etapa de búsqueda se pone en marcha al inicio de los 90 como propuesta alternativa de educación a distancia en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Aunque la investigación -y los educadores-investigadores- estuvieron presentes en cada una de las tres etapas, en este artículo nos referiremos, exclusivamente, a la investigación desde la Mediación Pedagógica.
Para las etapas anteriores pueden consultarse las numerosas publicaciones existentes como “El Lenguaje Total: una pedagogía de los medios de comunicación social. (Humanitas); “Pedagogía de la Comunicación como alternativa. (OEI); “Educación como praxis política” (Siglo XXI); “Investigación y evaluación de experiencias innovadoras de educación en adultos” (OEI); “Una propuesta educativa latinoamericana” (Humanitas).
De la tercera etapa cabe mencionar “La Mediación como propuesta alternativa de educación a distancia” (EDUSAC); “La mediación para la educación popular” (RNC); “La mediación en educación en derechos humanos. (ILPEC); “La mediación en educación comunitaria para la salud” (Cruz Roja). En desarrollo sostenible (Consejo de la Tierra). En elaboración de textos (UNESCO), etc.
Estas tres etapas constituyen un mismo y rico proceso desde la práctica, que se desarrolla en torno a los tres ejes siguientes:
El Programa de Educación a Distancia Alternativa –EDUSAC– del Instituto de Investigaciones y mejoramiento educativo de la Universidad de San Carlos de Guatemala, nace en 1990 como respuesta a las necesidades de formación y actualización del profesor universitario en las áreas de Docencia e Investigación.
El programa responde a un enfoque alternativo de formación centrado en la promoción del aprendizaje. Se trata de una opción que, llevada a la práctica, significa un cambio de actitud frente a la docencia y a la investigación.
Partimos de una primera comprobación de fácil visualización: tanto el docente como el investigador fundamentan su quehacer en un modelo temático que, con mucha frecuencia, desconoce el modelo pedagógico cuyo sentido es educar. La lógica, a la base del modelo temático, es la pretensión de hacer ciencia, siguiendo un discurso riguroso y con objetivos y didáctica claramente pre-establecidos. Dicho modelo se “mueve por el afán del progreso del conocimiento, avanza linealmente, de fórmula en fórmula, de abstracción en abstracción”4. El quehacer universitario, tanto desde la cátedra como desde el laboratorio son impulsados desde esta óptica, legítima y válida si nuestra pretensión se reduce al simple traspaso de conocimientos o a la elaboración y sistematización de los mismos. “El modelo pedagógico, sin desconocer el modelo temático, se mueve impulsado por la comunicación, por la relación humana, avanza recurrentemente, de experiencia en experiencia, está volcado al otro, a un ser inmerso en la maravillosa tarea de construirse y recrearse, de abrirse y apropiarse de su mundo”5. En este sentido, si nuestra preocupación es ir más allá del traspaso de la ciencia, es requisito imprescindible que tanto la formación como la investigación sean mediados pedagógicamente. El discurso científico y las formas de investigarlo y comunicarlo deben mediarse a fin de que los interlocutores puedan hacerlo suyo a través de un proceso de aprendizaje concebido como participación, creatividad, expresividad y relacionalidad6.
Este modelo pedagógico se puso en marcha en la Universidad de San Carlos y rápidamente se extendió a otras universidades de Centroamérica y Suramérica. Se produjeron textos mediados para la formación de docentes y de investigadores. Numerosos profesionales dentro y fuera de los claustros universitarios, han seguido y siguen dichos cursos.
La Mediación Pedagógica como estrategia pedagógica de formación se está aplicando también en otros campos de formación de mucha actualización: educación en derechos humanos; educación popular con los sectores más vulnerables; educación en desarrollo sostenible; educación para la recepción crítica de los medios de información colectiva, etc.
La Mediación Pedagógica como estrategia alternativa se mueve dentro de unas coordenadas que hacen posible que el modelo temático de formación avance en la dirección y profundización del modelo pedagógico.
Las coordenadas más pertinentes son las siguientes:
La formación desde la práctica de investigadores toma en la Mediación Pedagógica formas, procedimientos y estrategias variadas que son consignadas, procesadas y sistematizadas en el texto paralelo.
¿Qué es el texto paralelo?: En forma breve diríamos que es el espacio en donde el investigador educador recoge la producción de su proceso de aprendizaje.
Si definimos la pedagogía como la promoción de aprendizaje, deberemos admitir en consecuencia, que el aprendizaje es un hacer y es ese hacer como proceso lo que educa, lo que forma, lo que hace posible la formación humana del investigador. Aquí está en juego, dice H. Maturana, “el enriquecimiento de la capacidad de hacer y reflexionar”7. El texto paralelo se constituye por lo tanto en ese espacio privilegiado de acción, reflexión y sistematización.
Un acercamiento más detallado al texto paralelo nos permite verlo como un instrumento que posibilita el aprendizaje, la investigación y la evaluación. Desde esta dimensión se convierte en el testimonio escrito de las reacciones, reflexiones y propuestas en torno a ese hacer alternativo; en el testimonio no solo del propio sentir, percibir, pensar, desear, criticar y reflexionar sino también del sentir, pensar, percibir y producir ajenos.
Es así como el texto paralelo ayuda al investigador a:
Elaborar el texto paralelo a conciencia y pedagógicamente en el proceso de formación es asegurarse una vivencia educativa transformadora. La práctica así lo viene demostrando. Puntualizamos a continuación algunas de esas dimensiones:
• El texto paralelo permite valorar la subjetividad como fundamento del proceso de formación. Todo proceso es válido en la medida en que involucra subjetivamente al participante. En este sentido en la mediación pedagógica se dice expresamente “Su objetivo principal es procurar que el participante se redescubra y re-valore como sujeto del proceso, no solo desde el punto de vista de agente activo, sino desde la vivencia subjetiva, desde la creación imaginativa y desde la percepción intuitiva. La intuición, los sentimientos, la emotividad, la imaginación, en una palabra, la connotación le involucran vivencial y hasta pasionalmente en el proceso8.
Si este involucramiento emotivoactivo se da en la formación, está salvada la labor del investigador porque una investigación que se realiza con amor, deseos de realización y compromiso, pone de manifiesto actitudes vitales, percepciones insospechadas, ganas de superación que posibilitan ir mucho más allá de lo planificado en los objetivos y metas del proyecto de investigación.
El texto paralelo es una demostración palpable de que la búsqueda del conocimiento no puede llevarse a cabo si el “yo” no está implicado con, y en, la propia producción.
• El texto paralelo permite dar sentido a lo que se hace: En la elaboración del texto paralelo todo lo que en él se consigna tiene un sentido especial. Nada resulta insignificante. Toda información que se recoja, toda expresión conceptual y perceptual, todo interrogante y reflexión personal, toda creatividad y todo acercamiento emocional, deviene el testimonio de un proceso de formación vital, significativo que involucra a la persona mucho más allá de las exigencias de la más exigente de las formaciones.
La elaboración del texto paralelo hace posible que el investigador impregne de sentido las diversas actividades inherentes al proyecto; ya no las hace porque están estipuladas y planificadas sino porque les ha encontrado el gusto, la satisfacción y la alegría de hacerlas. Esa búsqueda de sentido es precisamente lo que le da coherencia y significación al quehacer investigativo. Encontrar sentido a lo que se hace, es dar sentido a la propia vida; no otra puede ser la finalidad del investigador.
• El texto paralelo favorece la producción y expresión de conocimientos. La producción de conocimientos puede abarcar desde la más sencilla innovación y aplicación al más complicado hallazgo científico. La innovación, hallazgo y aplicación no son suficientes desde la dimensión pedagógica. Construir conocimientos significa apropiarse, procesar, sistematizar y aplicar dichos conocimientos. “El texto paralelo, permite en este sentido, comprobar si se ha logrado una construcción de conocimientos o si solo se ha imitado, repetido o copiado”9.
La investigación está fuertemente ligada a la expresión de los resultados del proceso. El encontrar sentido a lo investigado va más allá de la producción y comprensión de resultados ya que es preciso expresarlos y comunicarlos. El texto paralelo es una estupenda oportunidad para ello, pues favorece la autoexpresión en las más variadas y ricas formas discursivas. La codificación de los resultados es, consecuentemente, un aspecto clave del proceso formativo. Desde la dimensión pedagógica que lleva a la realización personal, el investigador que logra codificar y expresar adecuadamente los resultados se construye a sí mismo, en la autoexpresión creadora, ya que esas formas expresivas ponen en juego y actualizan sus propias potencialidades.
• El texto paralelo permite el desarrollo de la actitud investigativa. Elaborar el texto paralelo no es sólo cumplir con un compromiso sino prepararse para cumplirlo eficientemente. Es ponerse en acecho constante, en actitud de búsqueda cotidiana en relación a todo lo que, de alguna manera, esté vinculado con la temática de la investigación. Esa actitud de pesquisa implica hacer de la cotidianidad un proceso de investigación permanente; implica así mismo una apertura a lo nuevo, a lo significativo y valioso de la abundante información que nos llega por la prensa, la televisión, la informática. Vivir en permanente búsqueda, en actitud investigativa, en acecho, significa:
Vale la pena confirmar lo anterior con los testimonios de algunos de los profesores universitarios que han elaborado o están elaborando el texto paralelo.
“El texto paralelo es una metodología de formación en la que se puede tener la experiencia de la creatividad, a través de múltiples caminos. La observación, la interacción, la reflexión, la búsqueda en diferentes materiales y la recuperación de tu pasado”.
“Al evaluar críticamente mi texto paralelo, puedo decir que gocé de su proceso de elaboración. Aprendí muchas veces cosas, las cuales puse en práctica y ¡qué felicidad observar los resultados!”.
“Tener la oportunidad de elaborar el texto me ha ayudado enormemente. Primero en poder revisar todo mi propio trabajo, tener mis criterios para ser objetivo y crítica para poder mejorar”.
“Lo expuesto en este texto ha sido con honestidad, no por cumplir la tarea, sino porque soy consciente de que puedo aprender haciendo, ya no me da pena exponer lo que pienso y siento, no me importa quien lo lea, si le gusta o no”10.
“Considero que estar atento a todo lo que acontece dentro y alrededor de uno, comprender todos los sucesos, fenómenos y hechos, cuestionarlos para después introyectarlos en su esencia, es aprendizaje”.
“En lo personal los textos mediados me han causado mucho placer, primero por el gusto de leerlos; me han permitido crear, imaginarse o imaginarme e investigar; me han llevado a utilizar la lectura práctica contextual llegando al aprendizaje significativo”.
Estoy presentando el resultado del primer intento de la construcción de mi propio texto. Seguramente no tendrá mucho que ver con lo orientado, pero para mí, ha sido una magnífica vivencia, que entre otras cosas me ha permitido:
“No sé adonde irían a dar los primeros pasos de ese hijo que ustedes lanzaron en 1991… Pero si sé que en su paso por mi aprendizaje dejó huellas profundas”11.
1 Varios autores, “Diseñadores del futuro. Un encuentro en el sur”, Memorias. A.D.C. y F.C.M”, La Cocha Nariño, julio 1996, p. 102.
2 Robert Theobald, Alternativas para el futuro. (Un programa para 1980), Barcelona, Kairós, 1972, p.56.
3 George Leonard, Educación y éxtasis, México, Trillas, 1974, p.22.
4 Francisco Gutiérrez Pérez y Daniel Prieto Castillo, Mediación Pedagógica, 3a ed”, Guatemala, EDUSAC, 1996, p.XIII.
5 Ibid., p.XIII.
6 Ibid., p.50.
7 Humberto Maturana y Nisis Sima, Formación humana y capacitación, 2a ed”, Santiago de Chile, Dolmen-Unicef, 1997, p.18.
8 Francisco Gutiérrez y Edith Ríos Maldonado, El texto paralelo: una propuesta metodológica para la educación y el aprendizaje, Guatemala, EDUSAC, 1994, p.45.
9 Francisco Gutiérrez Pérez y Daniel Prieto Castillo, Ob. cit., p.130.
10 Ibid., p.127.
11 Francisco Gutiérrez y Edith Ríos Maldonado, Ob. cit., p.85.
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