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Editorial

Pocos son los procesos que, como el de la descentralización, están incidiendo de manera tan importante en el devenir de nuestro país y en el de Latinoamérica en general. Esta estrategia se ha constituido en la punta de lanza de los últimos gobiernos para generar dinámicas con las cuales enfrentar las múltiples dificultades que continuamente presentan nuestras sociedades, especialmente las de carácter político y económico.

En efecto, la descentralización se ha diseñado, entre otras razones, con la finalidad de abordar lo que algunos denominan como lo “marginal” –fenómeno que ha sido constante no sólo en la relación geopolítica centro-regiones, sino también en el espacio de la estratificación social, pues en uno y otro vemos la continua polarización y diferenciación en cuanto se refiere al acceso a la riqueza–; de detener el deterioro progresivo en la calidad de vida de amplios sectores de la población, dado el restringido acceso a los servicios básicos; de aminorar el problema del desempleo estructural y sus hondas repercusiones socioeconómicas, y, en fin, de resolver aquellas problemáticas que se derivan del escaso desarrollo de las regiones.

Así mismo, ella se concibió como una forma de atenuar, disolver o cooptar las manifestaciones de carácter político-social y reivindicativo que para el caso de Colombia, surgieron y se expandieron especialmente en la década de los setenta y comienzos de los ochenta. Mediante esta política se quiso entonces resolver, al menos parcialmente, la crisis institucional de ese período.

La relevancia del movimiento descentralista está dada por cuanto, independientemente de la intencionalidad y de los logros que se hayan obtenido, ha influenciado los diversos ámbitos de la realidad nacional, bien de manera directa, bien indirecta. En primer término, ha puesto en marcha un manejo diferente de la gestión pública en el que aparentemente se aumenta el poder local y se atienden mejor las necesidades de la región; ha abierto la posibilidad de una mayor participación de la comunidad en la designación de sus autoridades y en la definición y realización de sus proyectos de desarrollo y, finalmente, ha previsto el fortalecimiento de los ingresos de los municipios, sobre todo a partir del incremento de las transferencias desde el nivel central. La bondad de lo anterior, sin embargo, se ha visto cuestionada ante la relativa ineficacia de los administradores locales, la existencia de una fuerza desestabilizadora de los gamonales y clientelistas políticos, el desestímulo al esfuerzo fiscal local, y por el exceso de responsabilidades y competencias otorgadas a municipios sin capacidad e infraestructura para asumirlas, entre otros argumentos. En segunda instancia, la descentralización ha modificado en buena medida el manejo de sectores tan importantes como el de la salud, la educación y el medio ambiente, ha planteado una visión distinta para tratar los problemas de orden público, justicia local y protección de los derechos humanos, y, en síntesis ha intentado crear una nueva cultura institucional a través de la cual el Estado tendría una mayor presencia en el territorio nacional. De acuerdo con lo planteado, consideramos que Colombia requiere de manera necesaria y urgente una evaluación general del proceso descentralista, con el fin de continuar y potenciar todos aquellos aspectos positivos y modificar lo que definitivamente no responda a las expectativas y necesidades de la población.

Una mirada holística del fenómeno, que nos parece la más adecuada, no puede desconocer el ámbito estructural económico, social y político en el cual se desarrolla nuestro país. Ámbito caracterizado por una clara concentración de la riqueza y de la inversión, la fuerte dependencia de intereses transnacionales, el amplio poder de una clase política tradicional arraigada en las regiones, y el deterioro social y cultural de un gran sector de la población cuya manifestación más clara es la reproducción de la violencia.Así, dicha perspectiva tendrá que involucrar en el análisis la constante interacción entre los condicionamientos estructurales, la forma como operan de hecho los distintos instrumentos de la política descentralista y el papel que en la dinámica social ejercen los diferentes actores.

Una primera acción evaluativa consistiría en hacer un balance sistemático de la literatura que sobre el tema se ha producido. Este debería contemplar la caracterización de las diferentes concepciones que sustentan la política descentralista en sí misma, expresada en los distintos niveles de la normatividad, así como de las diversas perspectivas teóricas con las cuales los estudiosos abordan el fenómeno: desde los más típicamente “centralistas” cuyo principio se basa en reivindicar el control, el orden y la jerarquía que debe mantener el Estado, hasta aquellos “descentralistas” que se sustentan en enfatizar la iniciativa, la participación y las dinámicas locales. Adicionalmente, otro de los elementos que creemos debe ser tenido en cuenta en el balance de dicha literatura, es la importancia y el tratamiento que se le ha otorgado a la información empírica. La gran mayoría de los trabajos y análisis que hasta el momento se han hecho sobre la descentralización, no han tenido en cuenta las realidades específicas tanto locales como regionales, y más bien se han orientado solamente a la discusión ideológica y política con frecuencia de carácter abstracto.

Una segunda perspectiva de la evaluación se refiere al examen del proceso mismo, contemplado en su contexto real. Este examen debe tener presente no sólo aquellas variables globales, es decir, la inserción del país en el orden internacional, los procesos de modernización e internacionalización de la economía, así como todos aquellos aspectos que definen la estrategia neoliberal, sino también las condiciones particulares de lo estrictamente local y regional, tales como la cultura política, las identidades culturales, la singularidad ambiental y con ella el potencial en términos de recursos naturales, la capacidad humana para la gestión y la participación y, en fin, todas aquellas características que hacen que cualquier propósito tenga efectos positivos o no.

El Departamento de Investigaciones y la revista NÓMADAS han querido contribuir al análisis del fenómeno descentralista dejando que la sección monográfica se convierta en un espacio polifónico de las diversas miradas: la teórica, la global, la histórica, la política, etc. Creemos firmemente que desde el espacio académico e intelectual se pueden generar fuerzas que impulsen los procesos sociales.

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