Revista Nómadas
Dirección de Investigación y Transferencia de Conocimiento
Carrera 5 No. 21-38
Bogotá, Colombia
Correo electrónico: nomadas@ucentral.edu.co
![]() |
Versión PDF |
José Fernando Serrano A.*
* Antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia. Catedrático de la Facultad de comunicación Social-Periodismo e Investigador del Departamento de Investigaciones de la Universidad Central.
¿Qúe implica hacer investigación en facultades de comunicación social? Con esta pregunta el autor propone algunas pistas en las discusión sobre qué y cómo investigar desde las universidades, enfatizando su necesaria y estrecha relación con los entornos sociales y la interacción entre quienes son parte del proceso de creación de conocimiento.
El presente documento es un ensayo sobre mi experiencia como docente en el área de investigaciones de una facultad que forma comunicadores-periodistas. Sin pretensiones exhaustivas, quiero señalar algunas consideraciones con respecto al lugar que ocupa y puede ocupar la investigación universitaria, en particular la realizada al interior de una facultad de comunicación social –FCS–.
En primer lugar quiero hacer una diferencia: investigar en FCSs no es igual a investigar en comunicación social. Si entendemos la investigación en\sobre\de la comunicación como el ejercicio de reflexión científica sobre el hecho comunicacativo, éste no es exclusivo a lo realizado dentro de los ámbitos de las FCSs, ya que puede ser abordado por otras instancias y disciplinas sociales, no necesariamente comunicativas. Del mismo modo, la investigación que se lleve a cabo en una FCS no tiene que ser en exclusivo sobre temas considerados como comunicativos, más sí lo es su enfoque.
Tanto la consolidación del discurso comunicativo, como su investigación han sido alimentados por otras disciplinas sociales –sociología, ciencia política, psicología–, aunque de un tiempo para acá se avanza en la creación de un discurso comunicológico, que en todo caso no se aparta de las llamadas ciencias sociales. De este modo la comunicación social toma distancia de concepciones mediáticas o incluso técnicas de la comunicación, para entenderse desde la pregunta por la producción cultural. Hoy, investigar en comunicación es investigar la cultura, y al mismo tiempo quienes investigamos la cultura pensamos más en comunicación.
Al mirar las condiciones en que se hace investigación en América Latina, la de comunicación está en un tercer grado de marginalidad: (i) la de la investigación científica de los contextos sociales generales; (ii) la de las ciencias sociales dentro de las otras ciencias; (iii) finalmente, la de la comunicación entre las ciencias sociales (Sánchez, 1994).
El tema se complica si miramos la forma como se ha llevado a cabo la investigación en comunicación. Para el mismo autor, mientras se avanzaba en la solución de problemas epistemológicos y teóricos se descuidaban los aspectos metodológicos, que en muchos casos han provenido de otras disciplinas. Los análisis de contenido de medios en parte provenían de métodos literarios y lingüísticos; los estudios sobre efectos, de la psicología; las interpretaciones de la cultura de masas, de la semiología y la teoría crítica; los trabajos de comunicación para el desarrollo usaban técnicas de la sociología y el trabajo social y en el caso de las posturas cuestionadoras del orden comunicativo, los análisis políticos.
Dice Sánchez: «Hemos tendido a ser más filósofos, poetas y periodistas, que científicos sociales.» (1994: 231). Claro que con el desplazamiento de los paradigmas de la investigación en comunicación a partir de la década de los ochenta hacia la relación comunicación-cultura, se ha ido consolidando un conjunto de perspectivas teóricas y metodológicas propias y apropiadas de otras ciencias que van creando el status de la ciencia comunicativa.
Ahora bien. Entre la diversidad de formas de entender la investigación social, ésta tiene tres elementos básicos: (i) es una relación social, (ii) es una practica social y (iii) es una construcción de realidades. Con lo primero quiero señalar que el referente de las ciencias sociales, y por ende de su investigación, no es un «objeto» sino un sujeto, entendido como ser social, móvil, autónomo y dialogante, con el cual se interactúa en una relación de doble vía. Con lo segundo hago referencia a que la investigación se origina y lleva a cabo en contextos sociales específicos, marcados por intereses y necesidades históricas y determinaciones políticas. Con ello – lo tercero– se dibuja una o muchas formas de entender una realidad que en sí misma es inaprehensible.
En el caso de la investigación en comunicación en América Latina, varios autores (Moragas, 1991; Marques de Melo, 1987; White 1989) han señalado cómo buena parte de lo hecho hasta el momento está marcado por los contextos políticos vividos por los investigadores y su crítica a las relaciones internacionales de poder, a la circulación de las mercancías y al orden mundial que éstas crean; lo anterior permite observar en la comunicación la relación existente entre las implicaciones políticas del conocimiento elaborado y la búsqueda de alternativas propias a las situaciones analizadas. De esta forma investigación y entorno social han estado en estrecha relación.
Haciendo una revisión breve, los principales paradigmas en la investigación de comunicación se corresponden con las corrientes teóricas en boga en cada momento y/o los discursos críticos a éstos. Así, de los estudios de corte funcionalista, inspirados en el modelo lasweliano de la comunicación (emisor-medio-receptor), se originaron estudios sobre los efectos que los mensajes de los medios de comunicación tendrían en los receptores. Marcados por un idea lineal de la comunicación y por modelos conductistas tipo estímulo-respuesta, los investigadores buscaban averiguar qué tan «bien» recibían los receptores –pensados como sujetos pasivos– los productos emitidos.
Con orientaciones similares, entre los años cincuenta y sesenta, el tema a investigar era el uso de los medios de comunicación para la difusión de innovaciones tecnológicas, en un contexto de expansión de modelos desarrollistas originados en los países occidentales que salían de la crisis de la posguerra. En este caso, los medios se veían como canales para «transportar » conocimientos a los receptores, ubicados en el extremo de la relación. Tal vez por eso en los años siguientes van a ser tan importantes las corrientes críticas al orden comunicativo mundial y la búsqueda de procesos comunicativos participativos y propios.
De estas corrientes críticas, inspiradas en parte en la Escuela de Francfurt y el estructuralismo francés, van a nacer muchos de los más importantes teóricos de la comunicación en latinoamérica, algunos de ellos partiendo del análisis del contenido de los medios, de la revisión de la producción y circulación internacional de comunicación o de los grandes monopolios y consorcios comerciales. Los años setenta y parte de los ochenta vieron la irrupción por campos y barrios populares de una diversidad de procesos comunicativos llamados alternativos, por su contraste con los grandes medios monopólicos. Gracias a este esfuerzo por hacer del Otro el protagonista y productor de su propia comunicación va a ser posible desde los ochenta empezar a hablar de «democratización» de las comunicaciones o «comunicación participativa ». A esto se suman los cambios vividos en los estados latinoamericanos como respuesta a los crecientes movimientos sociales y a la crisis económica de la década.
Al mismo tiempo, la dimensión de la cultura toma lugar relevante y prioritario en los nuevos temas de investigación en comunicación: el clásico modelo comunicativo de Laswell da paso a nuevos conceptos en los que tanto emisores como receptores son vistos como sujetos sociales pertenecientes a contextos culturales productores de sentido, desde los cuales se relacionan entre sí.
Las formas de participación, la descentralización administrativa, la democratización en las relaciones sociedad civil/sociedad política, el surgimiento de nuevos movimientos sociales y de reivindicaciones étnicas, de género o de identidad cultural, entre otras tendencias, hacen que hoy vivamos un mundo en el cual lo micro y lo local se convierten en escenarios privilegiados para la construcción de lo social.
Pero al mismo tiempo estamos en procesos acelerados y crecientes de homogenización y puesta en escena internacional de la cultura, favorecidos por la globalización económica y la diversificación de las tecnologías que aumentan las formas de comunicación y la transmisión de datos. De este modo las distancias se acortan y el mundo se hace más común, en un nuevo movimiento de fuerzas internacionales.
Las dos tendencias descritas – particularización y globalización–, conviviendo juntas y de dirección contraria, hacen que hoy los escenarios de acción de los científicos sociales y dentro de ellos los comunicadores, sean más los ámbitos locales, pero necesariamente pensados y enfocados desde dimensiones globales.
A continuación presento una serie de aspectos que pueden orientar la discusión al interior de las FCS sobre el papel de la investigación en el proceso académico.
1. La investigación universitaria. De acuerdo con trabajos de Colciencias (1991; 1992a; 1992b) y del ICFES (1990) la mayor parte de la investigación científica que se hace en el país se da en las universidades y parece que esta situación se repite en el resto de América Latina (Bruner, 1990).
Sin embargo, el último autor (1990: 219) señala cómo ésta investigación tiene serios problemas por el escaso tamaño de las comunidades investigativas, el lento desarrollo de los programas de educación superior, el bajo gasto en el área y su origen casi exclusivamente público acompañado de la escasa participación de los sectores productivos, y en general el «peso marginal» de la producción científica latinoamericana en relación con la del resto del mundo, situación que enfatiza el desequilibrio en la producción de conocimiento.1
Ante este panorama tenemos que ver dos dimensiones del problema: (i) la necesidad de políticas con respecto a la investigación universitaria –siendo la universidad el principal escenario de producción de conocimiento– por parte de las entidades nacionales competentes, sobre lo cual existen ya una serie de legislaciones, una de las más recientes la Ley 30 de Educación; (ii) a la necesaria creación de instancias al interior de las universidades encargadas de la institucionalización2 de la investigación se debe agregar una política comprometida que fomente y se apropie del hecho investigativo, de acuerdo con los objetivos de las entidades y su ubicación en el escenario académico nacional e internacional.
De este modo, la investigación al interior de las FCSs se imbrica dentro de las políticas investigativas formuladas por las universidades y estas a su vez dentro de las estrategias planteadas por las entidades competentes a nivel nacional y regional. En ello, los centros de investigación o áreas responsables dentro de las FCS ocupan un papel prioritario pues son éstos los eslabones en contacto directo con la comunidad universitaria y el entorno social con el cual interactúan, labor que no puede abordarse sin unos derroteros claramente definidos y sobre todo operativos. A la par, debe pensarse la política laboral de las universidades, en particular las privadas, ya que con los actuales sistemas de contratación es difícil garantizar la continuidad en los procesos académicos. No se trata de repetir al infinito documentos con formulaciones sobre el ejercicio investigativo, sino más bien de ir conectando, como en una cadena, las diferentes instancias implicadas en el proceso.
2. FCSs y entorno . Los tres elementos señalados para entender la investigación social confluyen en que todos implican la creación de formas de interacción con las diversas realidades en que se mueve la investigación.
Si comunicar es relación entre diversos sujetos, tanto sociales como individuales, la investigación en FCSs se orientaría hacia comprender las formas y modalidades que toma tal interacción y su papel en la construcción de realidades, de sociedades y de culturas; quienes construyen cultura, ¿cómo lo hacen?, ¿qué elementos ponen en juego para ello? serían preguntas pertinentes y a las cuales sólo es posible responder mediante la relación con los sujetos y sus contextos de producción cultural.
Por ello las llamadas actividades de extensión que se realizan en las FCSs no pueden entenderse como el campo de prácticas de los estudiantes, sino que representan la puesta en contexto de la academia; allí se da la necesaria confrontación con Los Otros, sujetos reales y actores de sus propios mundos. De ese modo se hace evidente el compromiso y la responsabilidad social de las universidades y las FCSs, así como las implicaciones políticas – en sentido amplio del término– del conocimiento creado o dejado de crear mediante la investigación. Mientras la academia, y de ella la universidad como su expresión evidente, no recree la incidencia social que le compete como indagadora por las realidades sociales, vamos a seguir siendo los convidados de piedra a una mundo que lleva su propia dinámica y en cual otros son los protagonistas.
3. Al interior de las FCS. Hacer investigación dentro de FCSs va más allá de la formulación de temas a trabajar dentro del pensum de las carreras, que si bien son necesarios para orientar el trabajo, se agotan ante el surgimiento de nuevas inquietudes y otros objetos atractivos; más bien, se trata de que la investigación permita la creación de múltiples estrategias para resolver preguntas del entorno mediante la formulación de programas de investigación, lo cual supone la adquisición de un conocimiento amplio tanto de los contextos sociales en los que se vive como de los aportes hechos por las propia disciplina.
Es conveniente hacer una revisión sobre la forma como se están abordando las especificidades profesionales dentro de algunas FCSs así como la división en áreas de trabajo –producción, contextualización, investigación– que si bien es necesaria para clarificar responsabilidades y destrezas profesionales, crea una separación no siempre fácil de resolver al momento de integrar actividades, pues cada área marca su propia dinámica; no es extraño que se tengan logros en la realización de medios, pero que tales productos estén descontextualizados de la realidad nacional, o que se haga muy buena reflexión pero que ésta no pueda expresarse en un medio, o que las dinámicas investigativas vayan por un camino diferente al de las otras dos.
Si se trata de hacer la academia más cercana a la realidad, de donde no tendría por qué separarse, las FCSs deben buscar el diseño concertado y la puesta en marcha de grandes proyectos y/o programas de investigación que integren el proceso curricular, involucrando docentes y estudiantes desde las especificidades profesionales pero con miras a resolver problemas comunes. Las posibilidades de financiación de tales actividades estarían de acuerdo con la incidencia que tales proyectos presenten y una necesaria capacidad de negociar a desarrollar por las FCSs. Y sería la publicación, como puesta en escena común mediante diversas expresiones comunicativas –no sólo impresas o masivas–, la que evaluaría los resultados presentados. Lo anterior implica un cambio en las estructuras curriculares de modo que desaparezcan más materias aisladas y se aumenten los talleres en donde confluyan varios docentes de diversas áreas.
Cierro esta parte con una reflexión sobre la interdisciplinariedad. Si bien vivimos en una época en donde cada vez se anuncia más el desvanecimiento de fronteras, tanto físicas como de conocimiento, con las consiguientes consecuencias para las formas de organización social, el tema de la interacción entre disciplinas aún es un asunto difícil de abordar. Lo que si va siendo cada vez más claro es que no se trata de agrupar variadas profesiones en un campo de trabajo, como especie de sumatoria de objetos. Así sucede en el caso de muchos curricula en los cuales por tener unas materias de las principales áreas del conocimiento se consideran interdisciplinarios. Si seguimos con la idea de lo inter se trata de crear interacción, lo cual sólo puede lograrse de existir los escenarios para ello. En el caso de las FCSs son los mencionados proyectos los que permitirían la creación de estos espacios de confluencia entre profesiones y perspectivas de trabajo.
La gestión y administración de proyectos es un tema poco abordado en la discusión sobre la investigación, pero que necesariamente toca asumir ante las dinámicas que toma la producción de conocimiento y la profesionalización de la sociedad contemporánea.
Si observamos lo dicho por Bruner (1990) con respecto a los principales problemas presentados en el ejercicio investigativo, es un diagnóstico similar al hecho por Colciencias (1992) para la investigación en ciencias sociales, donde se señalan como puntos comunes la falta de vinculación con las corrientes internacionales de creación de conocimiento, la dispersión entre los grupos de trabajo, las dificultades en la formación del personal científico, la limitada oferta de postgrados, la concentración territorial y la precaria financiación.
Tal variedad de problemas requiere múltiples estrategias de acción, que van desde las señaladas políticas nacionales y regionales sobre la Ciencia y Tecnología, pasando por los compromisos universitarios, de las asociaciones científicas y docentes. Desde las universidades se puede contribuir a la solución de tal problema con la formulación de estrategias de gestión de la investigación.
Cualquier proyecto, de la envergadura que sea, requiere de la organización y puesta en marcha de una serie de pasos para ser llevado a cabo; buena parte del éxito del proyecto – valorado por la creación de conocimiento y su impacto social– depende de la forma como esto se gestione. Pensar la investigación desde el punto de la gestión y administración nos acerca a la profesionalización del ejercicio investigativo, en la medida en la cual se hace más efectivo el uso de los recursos de diversa índole, el manejo del tiempo, el seguimiento y evaluación de resultados y la planeación a largo plazo.
De acuerdo con el Cinda (1990) la gestión de proyectos de investigación es el proceso de articulación entre las diversas etapas que llevan a la elaboración de nuevo conocimiento. La gestión empieza desde la formulación del proyecto pensada como la respuesta a un problema, su clasificación dentro de un tipo de conocimiento a crear, los mecanismos para ser negociado con los posibles financiadores, la definición de roles y responsabilidades, su puesta en marcha y seguimiento, hasta el momento de la evaluación de los resultados.
Así, el ejercicio investigativo deja de ser visto como una actividad individual, aislada y cerrada en centros universitarios, con difícil permanencia, para convertirse en una actividad planeada a largo plazo, cuyos actores son equipos y grupos de trabajo, por lo general interdisciplinarios que participan en programas y no sólo proyectos, entendidos los primeros como estrategias articuladas en políticas nacionales de desarrollo, a manera de «paquetes» integrados y de amplia dimensión; mientras, los proyectos se definen como una acción puntual, de corto plazo y por lo general unidisciplinar (Cinda, 1990).
Las estrategias de gestión que menciono buscan optimizar el trabajo investigativo dentro de las universidades y no pueden ser entendidas como mercantilización del conocimiento o como hacer de las FCSs y las universidades dependencias de mercadeo de las grandes empresas; riesgos que en todo caso se corren en una época en la que predomina la economía de mercado, la competitividad y la privatización. Pero tampoco la universidad puede seguirse pretendiendo independiente de los sectores de la producción económica nacional; se trata de que unos y otros negocien e interactúen en busca de mejores condiciones para ambos y para el país, sin que la universidad pierda su papel critico. Entender la la investigación desde la gestión de proyectos implica crear un conocimiento más acorde con las necesidades del país, del avance de la ciencia y el aprovechamiento de los recursos –tanto humanos como materiales– existentes.
Con respecto al diseño de estrategias universitarias para la gestión de la investigación, las FCSs tienen una riqueza por explotar aprovechando el auge de la comunicación organizacional y empresarial para su formulación, y capacitando estudiantes que puedan abordar el campo de la gestión de proyectos.
Si tenemos en cuenta el planteamiento de que en Colombia prácticamente sólo llevamos dos generaciones de investigadores en ciencias sociales (Colciencias, 1992), la tarea urgente que corresponde tanto a las universidades como a las entidades responsables a nivel nacional es la de consolidar comunidad(es) científica( s). Ellas tienen un papel protagónico en el ejercicio de pensar las realidades y sabemos que sin esto las posibilidades de solución a los problemas que vive nuestra sociedad son menores. Las cifras con respecto a la inversión que hacen los llamados países del «primer mundo» en desarrollo científico hablan por sí solas. la creación de comunidad científica hoy debe hacerse con una pensamiento amplio, global, que favorezca la creación de redes de investigadores, y de roles al interior de los grupos de trabajo (investigador-creador, investigadorgestor, investigador-docente, etc.) y de carrera como investigador social.
Dentro de este esfuerzo compete a los medios masivos de comunicación, en particular, el compromiso con la promoción del conocimiento nuevo y en etapa de creación, y a las FCSs la tarea de hacer del periodismo una actividad científica en sí misma, junto con la formulación de estrategias de comunicación para las asociaciones científicas entre sí y entre éstas y sus contextos sociales. Del mismo modo se requiere que los científicos empiecen a ver la creación de conocimiento como un hecho comunicativo en sí mismo.
1 Esto a su vez está en relación con el número y la calidad de los programas de especialización dentro de la educación superior; en Colombia si bien se ha presentado un incremento significativo en los últimos 15 años, el mayor porcentaje de éste lo tienen las ciencias de la salud (40%) seguidas por las ciencias económicas (16%) y estando en las ciencias sociales en tercer lugar con la ingeniería y arquitectura (12%) cada una (Cataño, 1990)
2 De acuerdo con Ahumada (En: Colciencias 1991, p. 238) la institucionalización de la investigación se refiere a “(…) la aceptación por un grupo social de una actividad como función social importante y valiosa en sí misma y las normas que regulan dicha actividad de modo compatible con otras”. Este aspecto es parte prioritaria de las conclusiones del Seminario Taller sobre ciencias sociales promovido por la misma entidad en 1990, precisando responsabilidades en ello tanto de las universidades, los investigadores y Colciencias, como entidad promotora de la investigación en el país.
Revista Nómadas
Dirección de Investigación y Transferencia de Conocimiento
Carrera 5 No. 21-38
Bogotá, Colombia
Correo electrónico: nomadas@ucentral.edu.co