El sol que abraza el porvenir: un homenaje a Marco Raúl Mejía*
O sol que abraça o porvir: uma homenagem a Marco Raúl Mejía
The Sun that Embraces the Future: A Tribute to Marco Raúl Mejía
DOI: 10.30578/nomadas.n56a14
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Piedad Ortega Valencia**
Resumen
En este escrito la autora lleva a cabo una reconstrucción narrativa de algunos rasgos de la vida y la obra del educador popular Marco Raúl Mejía. El texto busca hacer una semblanza de este maestro, educador popular, investigador y analista de las políticas educativas, gran referente de la educación popular latinoamericana, cuya epistemología atiende a una dinámica de la pluridiversidad que contiene ella misma un sistema categorial elaborado a lo largo de la trayectoria de vida del autor. En su obra el lector puede seguir las luchas de este tiempo, en diálogo con algunas demandas que hacen presencia en las tramas socioeducativas, culturales y políticas en la formación para nuevas generaciones de educadores(as) e investigadores(as).
Palabras clave: Marco Raúl Mejía, educador popular, epistemología, pluridiversidad, trayectoria de vida, tramas socioeducativas.
Resumo
Neste escrito, a autora realiza uma reconstrução narrativa de alguns traços da vida e obra do educador popular Marco Raúl Mejía. O texto procura fazer uma semelhança deste docente, educador popular, pesquisador e analista das políticas educativas, grande referente da educação popular na América Latina, cuja epistemologia atende a uma dinâmica da pluriversidade que contem ela mesma um sistema categorial elaborado ao longo da trajetória de vida do autor. Em sua obra, o leitor pode seguir as lutas deste tempo, em diálogo com algumas demandas que fazem presença nas tramas socioeducativas, culturais e políticas na formação para novas gerações de educadores(as) e pesquisadores(as).
Palabras clave: Marco Raúl Mejía, educador popular, epistemologia, pluriversidade, trajetória de vida, tramas socioeducativas.
Abstract
In this writing, the author carries out a narrative reconstruction of some features of the life and work of the popular educator Marco Raúl Mejía. The text seeks to make a semblance of this teacher, popular educator, researcher and analyst of educational policies, a great reference in Latin American popular education, whose epistemology attends to a dynamic of pluridiversity that itself contains a categorical system developed throughout the author's life story. In his work, the reader can follow the struggles of this time, in dialogue with some demands that are present in the socio-educational, cultural and political plots in the training of new generations of educators and researchers.
Keywords: Marco Raúl Mejía, popular educator, epistemology, pluridiversity, life trajectory, socio-educational plots.
*Este artículo surge a partir de mi trayectoria como profesora universitaria y educadora popular, como también de mis perspectivas teóricas y opciones políticas. Le sumo mi amistad con el profesor Marco Raúl Mejía desde un profundo reconocimiento a su obra pedagógica.
**Profesora titular de la Universidad Pedagógica Nacional, en los programas de Maestría en Educación, Licenciatura en Educación Comunitaria con énfasis en Derechos Humanos y Doctorado Interinstitucional en Educación, Bogotá (Colombia). Integrante del grupo de investigación en Educación y Cultura Política y del GT Educación Popular y Pedagogías Críticas de Clacso. Doctora en Teoría de la Educación y Pedagogía Social de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Madrid (España). Correo: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
Un sol que abre puertas al viento agrieta los olvidos les cose trenzas a las nubes para que se vistan de arcoíris. Este sol es un madrugador setentero y en el huerto de su memoria le ofrece palabras al miedo. A veces, este sol se pierde entre amores dulces y amargos entre besos de luciérnagas y charcos de aguaceros. Piedad Ortega, 2022
Marco Raúl Mejía es un artesano de la palabra, un tejedor de vínculos, un testimoniante de esta época. Es frecuente escucharle un interrogante: ¿cómo ser ciudadanos del mundo e hijos (as) de la aldea?, pregunta infaltable en cada conferencia en la que participa, reunión que preside o conversación que provoca. Lleva en la piel un pensamiento de izquierda, sin hacer parte de ningún partido político, a pesar de los coqueteos que le hacen. Tiene una voz volcánica de sacerdote recién salido del monasterio, con la cual expone siempre sus análisis de coyuntura, caracteriza contextos, descifra prácticas, devela políticas y afirma a los sujetos, entregando claves de lectura y orientando planes de acción en todo el territorio nacional o a escala latinoamericana. Aun con estas potencias, Marco poco habla de sus fragilidades, esas que anidan en su espacio íntimo y lo desestabilizan de que “callada manera”, como le canta en sus soledades Pablo Milanés. Es categórico y obstinado.
Un hombre, diríamos las mujeres de mi generación, interesante, guapo y seductor. En el mapa de la educación latinoamericana es considerado un exponente de la pedagogía crítica, y en los sectores populares, espacios de militancia política, sindicatos, organizaciones populares, comunidades afros e indígenas y en el movimiento social educativo es el maestro de la educación popular. Se podría seguir entregando algunas fotos de su semblanza, como sus gustos por el tango, la trova cubana, o la canción social latinoamericana, a lo que se le suman Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina.
Cuando camina por las calles de La Candelaria (un sector cultural de la ciudad de Bogotá), o cuando se lo encuentra uno en algún aeropuerto del país, lo más probable en un bar, en una librería, una caseta comunal, una escuela, una plaza, un parque, siempre lleva su infaltable mochila, sus tenis Converse, manillas, su colgandejo al cuello con sus USB, unos pantalones desteñidos (un poco apretados, a veces) y un cabello canoso, el cual sobresale en medio de su estatura. Creería uno que es un escritor venido de Italia o Portugal que busca amuletos amorosos para sobrellevar un equipaje de vida de setenta años por cumplir. Quizá por ello, tanto Italo Calvino como Fernando Pessoa son escritores presentes en su existencia.
En su carnet de identificación se lee claramente que es un bohemio, con un agravante: que no sabe bailar. También que es un amante del ron, que le gusta la vida bonita y bien acomodada y sobre todo que su vida está hecha de texturas de mestizajes, tanto en su espiritualidad como en las opciones epistémicas que orientan sus producciones teóricas y en sus construcciones filiales. Su risa es tan contagiosa como sus declaraciones vehementes acerca del impacto de las políticas educativas en la escuela, en el (la) maestro(a) y en la pedagogía.
• En el “Seminario Saberes para la Paz”, Medellín (Colombia), 2022 | Foto: Cortesía Corporación Región
Se tropieza uno en su casa con libros, periódicos, revistas, cartas y novedades editoriales que le llegan de cualquier lugar del mundo y del país. Sobresalen el periódico Le Monde Diplomatique, las revistas Educación y Cultura, Malpensante, Nómadas, Periferia, La Piragua y Educación y Ciudad, y el diario El Espectador. También le sonríen en su biblioteca: Leonardo Padura, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y un centenar de portadas de autores europeos, anglosajones, latinoamericanos, y por supuesto colombianos, en temas filosóficos, sociológicos, antropológicos y educativos. Paulo Freire tiene un lugar destacado, así también Orlando Fals Borda, Adriana Puiggrós, Moacir Gadoti, Aníbal Quijano, Arturo Escobar, José Martí, Bonaventura de Sousa, Henry Giroux, Peter McLaren, Hugo Zemelman y Simón Rodríguez.
En la mesa de noche lo esperan, como guardianes de su salud, una variedad de esencias florales y gotas bioenergéticas que le hacen guiños tras las páginas abiertas de la poesía de Aurelio Arturo, Porfirio Barba Jacob, Pablo Neruda, Luis Vidales o Juan Manuel Roca, con quien tiene una complicidad de
viejos tiempos.
De cuando en vez busca refugio en la majestuosidad de las montañas de algún pueblo del departamento de Antioquia, donde tiene su registro de nacimiento, intentando buscar encontrarse con el silencio y la serenidad que requiere para descifrar las claves de su lectura del mundo, como diría Paulo Freire.
Marco es padre de Simón, a quien hace la dedicatoria de su libro Educación(es) en la(s) globalización(es) I. Entre el pensamiento único y la nueva crítica, la cual reza:
A Simón Mejía Córdoba, quien llegó en estos tiempos maravillosos a darme lecciones y a enseñarme nuevas comprensiones y sensaciones del mundo. A través de él aprendí que mi opción por los excluidos era incompleta. Sólo con su presencia pude entender que mi compromiso de lucha contra la injusticia era sólo de cabeza y corazón; cuando a través de él amé a los niños y a las niñas del mundo –y especialmente a los más pobres–, aprendí que también existía el dolor de entraña. (Mejía, 2006)
Las compañías de Marco son tan diversas como su capacidad de hospitalidad y generosidad. En su vida, los efectos de la violencia política han hecho sus estragos, como el asesinato en el año 2009 de sus amigos del alma: Mario Calderón y Elsa Alvarado, investigadores del Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep). Fue un duelo de tiempos largos, un golpe tan fuerte, como lo nombra el poeta César Vallejo (2014) en los versos de sus heraldos negros:
En este trazado biográfico, me permitiré hacer una reconstrucción narrativa sobre algunos rasgos de la vida y obra de Marco Raúl Mejía. Me apoyo en las palabras de Elsa Blair (2002), quien afirma lo siguiente:
La narración emerge a través de relatos elaborados no a partir de una producción exacta, escrupulosa y lineal de la sucesión de acontecimientos, sino que se produce secuencialmente estableciendo relaciones, aportando detalles, introduciendo conocimientos socialmente compartidos, pudiéndose desplazar a través del pasado, del presente y del futuro, aprovechando la virtualidad que la narración tiene de poder reconfigurar el tiempo. (p. 25)
Intentaré entonces dar cuenta de una semblanza del maestro, del educador popular, investigador y analista de las políticas educativas, de un best-seller de la educación popular latinoamericana, de mi amigo. Para ello, pongo a disposición tres narrativas: “Una escalera en el campanario de mi memoria”, “Una bandada de pájaros para el reconocimiento de su pensamiento crítico” y “Un sol para el porvenir”,para invitarlos a encontrarnos con Marco Raúl Mejía y celebrar el abrazo, los abrazos, los que nos entrega en cada encuentro cotidiano, en el seminario o en el taller:
Abrazos intensos y alborotados. Abrazos lentos y ceremoniosos. Abrazos que dejan nidos y huracanes. Abrazos consentidores, lunáticos y soleados. Abrazos para conjurar el miedo, subvertir la soledad y almidonar esperanzas. Piedad Ortega, 2016
Una escalera en el campanario de mi memoria
Deletréanos el abecedariode la resistencia. Regálanos un surtidor de sueños.Invítanosa una asamblea de abrazos alborotados. Píntanos tu dulzura en la fragilidad de nuestros huesos. Apúrate la mañana está fría el sol nos está esperando al mediodía. Piedad Ortega, 2022
Conocí a Marco Raúl Mejía en los talleres de educación popular que orientaba en la ciudad de Medellín el Instituto Popular de Capacitación (IPC)1, espacio en el que trabajaba como educadora en derechos humanos. Un espacio para el ejercicio de la crítica y la formación política, el cual empezaba a estar asediado por sus discursos y prácticas de reivindicación de derechos, denuncia, afirmación de la vida y búsqueda permanente por la dignidad y la justicia; como lo ha seguido estando en tiempos permanentes. En esta experiencia fueron muy importantes la presencia de Nora Luz Arredondo, Pablo Emilio Angarita y Jesús William Balbín. Era la década de los ochenta. Una década signada por los horrores cometidos en el marco del Estatuto de Seguridad, expedido por el gobierno de Julio César Turbay Ayala (1978-1982) y reafirmado durante la presidencia de Belisario Betancur (1982-1986). Todo se hizo posible en el desarrollo de acciones de guerra contra la población civil: detenciones, asesinatos, allanamientos y desaparición de cualquier persona que se considerara peligrosa y enemiga de la institucionalidad.
Este fragmento hace parte de mis memorias, en las que leí a Marco Raúl Mejía2 y escuché siempre hablar de él en múltiples dinámicas escolares y comunitarias. Otro espacio vital lo constituye el Movimiento de Educación Popular Integral y Promoción Social Fe y Alegría, en el que presenté entrevista para asumir la coordinación pedagógica en la regional Medellín, y mi sorpresa fue que el responsable del proceso de selección de un equipo de trabajo era Marco. Así que durante los noventa y a principios del 2000, Marco fue el asesor de este programa a escala latinoamericana y nos acompañó en un proyecto de construcción sobre las bases pedagógicas de la educación popular en la escuela. Se orientaron seminarios permanentes de formación coordinados por este educador en el Cinep3, y en este espacio se encontraba con una entrañable amiga: Amanda Bravo, y otra amiga, maga de ambos: Liliana Botero.
El Cinep fue un espacio laboral de gran importancia para Marco Raúl Mejía, desde el cual orientó la sistematización de experiencias pedagógicas, la evaluación de procesos educativos y la construcción de proyectos comunitarios, poniendo de relieve el reconocimiento del educador como un productor de saberes, un trabajador de la cultura y un intelectual orgánico, para lo cual se adoptaban tradiciones de la educación crítica de autores como Paulo Freire, Antonio Gramsci, Simón Rodríguez y José Luis Rebellato.
• Conferencia en el marco del Proyecto Innovador Educativo Municipal para los Saberes y la Alternatividad (PIEMSA). Pasto (Colombia), 2018 | Foto: Secretaría de Educación Municipal de Pasto
Uno de los énfasis en Marco ha estado situado en la producción social de saberes, prácticas y proyectos, de ahí su insistencia y persistencia en estar en el Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe (CEAAL), y en este escenario publicó su primer texto, inaugurando la edición de la revista La Piragua, en 1989, en conjunto con educadores populares de la altura de Orlando Fals Borda, Francisco Vio Grossi, Diego Palma, Francisco de Souza, Raúl Leis y Jorge Osorio. Desde esta plataforma ha tejido puentes con organizaciones colombianas como Dimensión Educativa4 y su Revista Aportes, un referente de suma importancia en la formación en educación liberadora, en la investigación temática, en la investigación acción participación, en la sistematización de experiencias, en la reconstrucción colectiva de la historia y en la alfabetización. Una de las incidencias de esta plataforma son producciones de los centros miembros5. Estas modalidades diversas de divulgación y producción del pensamiento de la educación popular, de acuerdo con Torres (2007), lo han convertido en el principal foro de discusión y construcción de la educación popular como campo intelectual crítico, en el que están presentes educadores populares como Alfredo Ghiso, Alfonso Torres, Luis Enrique Buitrago y Diego Herrera (Torres, 2007).
En este husmear por los caminos de vida de Marco, me encuentro con él en Bogotá en el año 2004, ya trabajaba en Planeta Paz6, y desde este anclaje extiende una puntada aquí, otra allá, una más acá y la que sigue encima, debajo, y la de más allá a los lados. En estos tejidos damos cuenta del proceso de creación de la Mesa Bogotá de la Movilización social por la Educación. En la memoria de este proceso se destaca esta dinámica colectiva que cuenta con la vitalidad de Marco Raúl:
Como un espacio de convergencia de más de 30 organizaciones sociales que trabajaban de forma permanente en torno a la educación y las políticas públicas, la participación social en educación y la educación como asunto público. La Mesa se constituyó como un espacio de reflexión y encuentro de experiencias, para el debate entre diversas personas, organizaciones y procesos sociales. A partir de entonces la Mesa se propuso profundizar los debates en educación. En esa dirección, se emprendió la realización de un ciclo de tertulias en torno a los ejes de trabajo de la Mesa, así como la creación de un seminario permanente para la creación de pensamiento sobre educación y pedagogía. Paralelamente, la ampliación de la discusión llevó a la necesidad de establecer el contacto con diversas regiones del país en donde venían en marcha procesos autónomos de articulación con un horizonte de sentido común al que se estaba construyendo en la Mesa. (2007, p. 8)
Por este espacio han pasado una generación de estudiantes de universidades, activistas sindicales, militantes políticos, educadores (a) populares, profesores(as) universitarios(as) y de la educación básica, secundaria y media, con el único propósito de construir y consolidar redes desde una política de lo local en consonancia con las articulaciones del movimiento social y educativo. En estas trayectorias han sido vitales las presencias de Estella Cárdenas, Miguel Ángel Franco y Fernando Escobar. Destaco particularmente como trabajo de la mesa la puesta en escena de los cafés pedagógicos, encuentros alrededor de la conversa, la celebración de la vida, la recuperación de memorias y la instalación de un pensamiento crítico compartido.
Los aportes de Marco Raúl Mejía recogen, dialogan y potencian los discursos y prácticas de la educación popular y la pedagogía crítica en múltiples escenarios como la Corporación Educativa Combos (Medellín), la Universidad Autónoma Indígena Intercultural del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), los resguardos indígenas de Riosucio (Caldas) y el Colectivo de Educación Popular del Cauca, en los cuales ha orientado la construcción de procesos de sistematización, a lo que se suma su vinculación como profesor invitado en algunas universidades del país y sus enlaces con una decena de iniciativas regionales, nacionales y latinoamericanas como la Expedición Pedagógica Nacional7, los bachilleratos populares en Argentina, el Foro Social Mundial, los caracoles zapatistas y los núcleos sindicales de maestros(as) de Oaxaca. En su trabajo con el Ministerio de Colciencias, se reconoce su desempeño en la coordinación colegiada del Programa Ondas (2004-2014), en el cual materializa la creación epistémica de la investigación como estrategia pedagógica (IEP), con la finalidad de fomentar la investigación, la ciencia, la tecnología y la innovación en la escuela.
En este movimiento es preponderante otro de los trabajos significativos de Marco como asesor pedagógico en la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode), en los sindicatos regionales y en los Centros de Estudios e Investigaciones Docentes, (CEID).
En la escalera de memorias transcribo la dedicatoria del más reciente libro de Marco Raúl, titulado Tomo III. Educación(es) escuela(s) y pedagogías(s) en la cuarta revolución industrial de Nuestra América (2020), por su insondable declaración amorosa8:
Siempre tenemos personas que marcan nuestras vidas. Este libro quiero dedicarlo a ellas, quienes me abrieron caminos y me permitieron construir los propios. Pero nada de lo dicho acá los compromete más allá de mi reconocimiento a: Guillermo Hoyos, quien me enseñó la pasión por el pensamiento crítico y tocó mi alma rebelde; a Carlos Eduardo Vasco, maestro de maestros, quien acompañó con paciencia muchas de mis incoherentes búsquedas, permitiendo que fueran, así no las compartiera. A Orlando Fals Borda, amigo y maestro de charlas interminables de todos los tiempos y todas las conversaciones hasta su muerte, tiempo en que discutíamos la Investigación como Estrategia Pedagógica, como hija legítima de la Investigación Acción Participante y la Educación Popular. A Alejandro Angulo Novoa, maestro sabio mayor, quien con su vida nos ha enseñado que hay algo más allá de la academia y su arrogancia, que es la sabiduría, y allí ejerce hoy con su amistad y acompañamientos; y al infaltable de todos mis tiempos, el obispo de la diócesis de Oriente, amigo del alma, de farras y de luchas, que me leyó el poema de Brecht, ese de “esos son los imprescindibles…”, a quien una noche aciaga los enemigos de la vida y de la justicia nos lo arrebataron y nos pusieron a cantar... “gracias a la vida que nos ha dado tanto...”. A todos ellos, por lo que les heredé, de lo cual dan testimonio mi edad, mis heridas del cuerpo y las del alma…
Relievamos en estos escenarios un rico e importante acumulado de elaboraciones epistémicas relacionadas con la pedagogía crítica, en diálogo con la teología, la filosofía, la antropología, la ética y la política, caracterizadas por un profundo humanismo y una búsqueda incesante de la liberación. Haciendo eco de las palabras de Marco Raúl Mejía,
es importante recuperar estos troncos para generar una nueva forma de la crítica para la acción humana en estos tiempos pues significa reconocer unas corrientes y vertientes críticas que se han desarrollado no sólo en el reconocimiento de las epistemes originarias de nuestros grupos nativos, sino también en procesos de diferenciación conceptual que se han dado a lo largo de nuestra historia republicana y que tiene referentes muy específicos en Simón Rodríguez, José Martí, José Carlos Mariátegui, y además en los procesos específicos generados en la teoría de la dependencia, la teología de la liberación, la psicología social latinoamericana, en la educación popular, la filosofía latinoamericana, el teatro del oprimido, los teóricos de la colonialidad, la comunicación popular y en las formas críticas del desarrollo a escala humana. (Mejía, 2011b)9.
De izquierda a derecha: Alfredo Ghiso, Lola Cendales, Mónica Sepúlveda y Marco Raúl Mejía, en el “Seminario Saberes para la Paz”, Medellín (Colombia), 2022 | Foto: Cortesía Corporación Región
Marco Raúl Mejía siempre está acompañando procesos de formación política con una lucidez sentipensante, un caminar la palabra en movimiento y una apuesta en acción política. Su obra pedagógica retrata el tiempo y los acontecimientos de un cambio de época, de ahí que sus producciones nos sirvan de punto de partida para pensar los problemas de la educación propios de nuestro contexto geográfico y cultural. Una obra que puede y requiere ser recepcionada, repensada y resignificada.
Aquí están las invitaciones para sus lecturas y también para escucharlo en el repertorio de videos que se difunden por YouTube, aquí están algunas de las premociones de lo que puede venir, las líneas de su mapa de pensamiento, los surcos y las huellas por donde ha transitado. Y están también sus moradas, como la colección que dirige en la editorial Desde Abajo: Primeros Pasos.
Una bandada de pájaros para descifrar su pensamiento crítico
Ahora escribo pájaros No los veo venir, no los elijo, de golpe están ahí, son esto, una bandada de palabras posándose una a una en los alambres de la página, chirriando, picoteando, lluvia de alas y yo sin pan que darles, solamente dejándolos venir. Tal vez sea eso un árbol o tal vez el amor. Julio Cortázar (2006)
Marco Raúl nos ha regalado vuelos, muchos vuelos de palabras, sentires y haceres. Es implacable con la crítica para quienes hemos estado muy cerca atendiendo su llamado de participar en procesos formativos. Así, ha consolidado una ecología de saberes en contexto, categoría que retomaos con Boaventura de Sousa Santos (2009) cuando sostiene:
La ecología de saberes comprende dos momentos. El primero consiste en identificar los principales corpus de conocimiento que, si son debatidos en una lucha social dada, podrían destacar dimensiones importantes de una lucha o resistencia concreta: contexto, reclamos, grupos sociales implicados o afectados, riesgos y oportunidades, etc. Tal diversidad es mucho menos glamorosa en el terreno de la lucha que en la teoría. De hecho, puede ser paralizadora. Puede provocar una cacofonía de ideas y perspectivas que son absolutamente incomprensibles para algunos de los grupos implicados, realzando así la opacidad de: qué está en juego y qué hay que hacer. También puede llevar a un análisis teórico, político y cultural recargado que está acorralado entre una excesiva lucidez intelectual y una extremada precaución e ineficiencia. Considerando esto, la ecología de saberes tiene que ser complementada con la traducción intercultural e interpolítica. Esta última específicamente pretende realzar la inteligibilidad recíproca sin disolver la identidad, por lo tanto, ayuda a identificar complementariedades y contradicciones, puntos en común y visiones alternativas. Tales aclaraciones son importantes para que las decisiones sobre alianzas entre los grupos sociales y las articulaciones de las luchas tengan una base sólida y para definir iniciativas concretas respecto de sus posibilidades y sus límites. (p. 316)
En esa medida, el pensamiento de Marco Raúl Mejía dialoga con el antropólogo Arturo Escobar (1999), quien plantea:
La ecología política estudia las múltiples articulaciones, mediadas culturalmente, de la historia y la biología, trazando y caracterizando dichos procesos para sugerir articulaciones potenciales que permitan el despliegue de relaciones sociales y ecológicas más justas y sostenibles, encontrando nuevas formas de entretejer lo ecológico (biofísico), lo cultural y lo tecno económico para la producción de otros tipos de naturaleza social. (pp. 280-281)
La ecología política y de los saberes se distancia de la racionalidad del saber experto, o el saber técnico, como también de los empresarios del conocimiento y de los gestores del emprendimiento, tan actuales hoy en los espacios formativos. Por ello, el proyecto formativo de Marco Raúl Mejía está centrado en los contextos, lo cual significa que la educación como proceso social se territorializa en una dinámica de relaciones entre sujetos, saberes, instituciones, comunidades y prácticas, impregnadas por demandas de la época, la caracterización de las múltiples realidades que nos atraviesan y por la manera como los(as) maestros (as) y educadores(as) populares recepcionan y resignifican estos desafíos. De acuerdo con este asunto, la exigencia significa leer, reconocer, posicionarse y actuar en nuestro propio contexto social, político, cultural, educativo, científico y tecnológico, reconociendo en este sus problematizaciones y potencialidades. En este sentido, recogemos el planteamiento de Freire (2006):
La educación tiene sentido porque el mundo no es necesariamente esto o aquello, porque los seres humanos somos proyectos y al mismo tiempo podemos tener proyectos para el mundo. La educación tiene sentido porque las mujeres y los hombres aprendieron que se hacen y se rehacen aprendiendo, porque las mujeres y los hombres pudieron asumirse como seres capaces de saber, de saber que saben, de saber que no hacen. De saber mejor lo que ya saben, de saber lo que todavía no saben. La educación tiene sentido porque, para ser, las mujeres y los hombres necesitan estar siendo. Si las mujeres y los hombres simplemente fueran, no habría por qué hablar de educación. (p. 50)
Podríamos decir entonces que su epistemología atiende a una dinámica de la pluridiversidad, contiene ella misma un sistema categorial elaborado a lo largo de su trayectoria de vida. Es un pensamiento epistémico, en palabras de Hugo Zemelman (2011), que tiene como efecto trasgredir lo dado, lo homogéneo y lo estándar. Es un pensamiento enraizado en la dialéctica de la resistencia que acoge la triada de la formación, la organización y la movilización de subjetividades colectivas. Por tal razón, uno de sus principios es que toda acción pedagógica entraña una acción política. En este sentido, tienen sonoridad su geopedagogía, materializada en la Expedición Pedagógica Nacional y las prácticas de movilización social y educativa, con respecto a los cuales Mejía (2006) sostiene:
La expedición pedagógica se plantea como una movilización social y educativa, realizada como un viaje físico que hace un reconocimiento de la espacialidad que toca. La Expedición establece un territorio geográfico y a la vez construye un movimiento de encuentro sobre las huellas de pedagogía que existen en cada uno de estos lugares por donde se pasa. En ese sentido, es también una movilización en el pensamiento, ya que muestra esas múltiples maneras de ser maestro y hacer escuela que se dan en este país […] ese maestro se reconoce en su práctica y es capaz de nombrar y, desde su quehacer, tejer sociedad y pedagogía, constituyéndose a sí mismo como sujeto de saber, en tanto es capaz no sólo de proponer sino de organizar su práctica para que sea productora de saber (geopedagogía). (pp. 313- 314)
De ahí que sus entramados se muevan en un péndulo entre los debates acerca de la globalización y sus intricados nexos con el neoliberalismo y el capitalismo, como también alrededor del análisis de las políticas educativas y sus impactos en los(as) maestros(as), la escuela y en la pedagogía; la estructuración de prácticas en sus dimensiones, ámbitos, fines y colectivos implicados en torno a las corporeidades, la estética, las militancias políticas, los vínculos y el buen vivir.
En esa medida, sus composiciones teóricas han estado trazadas en la singularidad de las voces, situaciones y expresiones que la misma producción de prácticas sugiere en las dinámicas formativas. Por tanto, siempre ha tenido cuidado de no entregar generalizaciones, sino proceder con el reconocimiento de los saberes, las referencias existenciales, las experiencias de luchas de los colectivos y las afecciones que la violencia política, las desigualdades y las exclusiones siguen teniendo en jóvenes, niños (as), maestros (as) y educadores(as) populares.
En este mapa –provisional– de su pensamiento crítico, es importante develar su método investigativo10, desplegado en la sistematización de experiencias y en la investigación como estrategia pedagógica (IEP). En palabras de Marco Raúl Mejía (2018):
Nos encontramos en los procesos de sistematización con prácticas epistemológicamente vivas, que al disponer de todos los dispositivos para hacer que se constituyan en experiencias, el proceso sistematizador ayuda construirlas, a hacer visibles sus finalidades, a mostrar la experiencia de los sujetos de la práctica, a construir el nudo relacional desde las acciones que la constituyen, que se forjan en la interacción del sujeto con el mundo, que hace que estos sean complejos, reflexivos, innovadores, empíricos, pero ante todo, cuando se colocan las posibilidades para realizarlo, productores de saber y de teoría. (p. 5)
En la investigación como estrategia pedagógica11 Marco Raúl Mejía extiende sus esfuerzos por construir una propuesta que pueda asumir la investigación en contextos escolares, especialmente desde la vinculación de niños(as) y jóvenes tanto en entornos rurales como urbanos populares. De igual modo, su trabajo en formación investigativa aborda con mayor profundidad el ámbito de la reconfiguración de prácticas educativas agenciadas por maestros(as). Esta iniciativa, que ha impacto la investigación en el campo de la educación y la pedagogía, reconoce en la investigación como estrategia pedagógica (IEP) dos sustentos epistémicos instalados en la educación popular con Paulo Freire y en la investigación-acción participativa de Orlando Fals Borda. En diálogo con María Elena Manjarrés (Mejía y Manjarrés, 2011), afirma lo siguiente:
El maestro y la maestra que trabajan con la IEP comprenden las posibilidades de esas transformaciones y se alimentan de ese ejercicio que realizan con sus grupos para producir los cambios y transformaciones en la esfera de su práctica pedagógica, e inician la marcha no por una ley o un mandato, sino porque encuentran allí que pueden ser educadores de otra manera, sin miedo, en búsqueda, sin certezas, pero con la compañía del grupo con el cual van reelaborando su práctica. Ahí, en la esfera del mundo microsocial van surgiendo los gérmenes de las nuevas colectividades que dan forma a la utopía de estos tiempos en educación, y él y ella participan en ellas sabiendo que es un campo en construcción, y ambos son parte de ello, haciendo real y concreta la idea de “vida buena”, planteada por nuestros grupos originarios como una manera de mantener la unidad de la naturaleza y la cultura. Por ello, la propuesta no es formar científicos, es construir una cultura ciudadana y democrática en ciencia, tecnología e innovación para estos tiempos de un mundo construido sobre el conocimiento, la tecnología, la información y la comunicación. Este ejercicio pedagógico aparece como fundamento de una nueva forma de lo público que, a través de la idea de justicia educativa y justicia curricular, trabaja por construir sociedades más justas y menos desiguales. (p. 148)
Valoramos el aporte epistémico de Marco Raúl Mejía en estos procesos, el cual constituye una artesanía de reflexividad en la que sus ideas se gestan, afloran y circulan, posibilitando un encuentro de saberes en torno a las implicaciones existenciales de los sujetos partícipes en las investigaciones, sus configuraciones históricas, la emergencia de las narrativas, la activación de la pregunta como vehículo movilizador para la problematización, la contextualización y la teorización de su pensamiento crítico, siempre en prácticas situadas.
Un sol para el porvenir
El sol que abraza el porvenir es un amasijo de ausencias, y un surtidor de esperanzas. Le encanta en domingos y días festivos quedarse entre almohadas hamacando sus nostalgias. Piedad Ortega, 2022
Nos disponemos con este bello educador popular a seguir abrazando las luchas de este tiempo, a partir de la lectura y la relectura de su obra pedagógica e investigativa, en diálogo con algunas demandas que hacen presencia en las tramas socioeducativas, culturales y políticas en la formación para nuevas generaciones de educadores(as) e investigadores(as). Hacemos mención de las siguientes:
Resignificar nuevos diálogos epistémicos en la ampliación de un “pensamiento otro” que procure atender los impactos del neoliberalismo en las economías populares, en las realidades de la marginalidad, la subalternidad, las rebeliones feministas y en los procesos de construcción de saberes, en el intento de activar un proyecto de formación política de largo aliento.
Radicalizar los sentidos que se le están otorgando a la pedagogía por parte de grupos de investigación hegemónicos en el país en torno a su dependencia y sujeción a un campo conceptual de carácter aséptico, discriminatorio, homogeinizante y encerrado en unas tradiciones identitarias que no reconocen la diferencia ni la densidad de la historia y los conflictos que acontecen en los procesos de formación a estas nuevas generaciones de niños(as) y jóvenes.
Revitalizar las educaciones populares y las pedagogías críticas latinoamericanas entre puentes de memorias intergeneracionales por fuera de todo esencialismo o identitarismo actual, de manera que se puedan afirmar sus capacidades subversivas con las luchas en movimiento, en articulación con una agenda de derechos, unas prácticas de formación política, unos modos de construcción ética, unas geocorpografías sensibles y unas experiencias existenciales. En este propósito nos apropiamos de la sugerencia de Galindo (2020) cuando argumenta: “La despatriarcalización es una nueva palabra que nos hemos inventado para designar nuestra lucha desde el ‘afuera’ donde nos hemos colocado. Sirve para nombrar el lugar, pero también y al mismo tiempo el horizonte, porque desde ‘afuera de’ no luchamos por entrar, sino por derribar la puerta” (p. 311).
• Marco Raúl Mejía en entrevista realizada por La Educación en Movimiento, 2016 | Tomada de: Laeducacionenmovimiento.com
Resistir a las formas de la fragmentación que habitan en los espacios organizativos, en las comunidades filiales, en los partidos políticos de izquierda y en los procesos de movilización social y educativa, en medio de rivalidades, desarraigos, desprecios y venganzas, como también en medio del vértigo de la prisa, el empobrecimiento de la experiencia y la presencia de un totalitarismo burocrático y tecnológico que nos está desempalabrando porque existimos huérfanos de ética y con un exceso de morales.
Respirar y conspirar en una cantera de solidaridades y sororidades que nos posibilite potenciar la democracia y su pluralidad; entregar y recibir gestos como brújulas que nos brinden la vitalidad de construir las resistencias de este tiempo, en un horizonte de presente y futuro desde una pedagogía de lo común y del cuidado para sostener-nos colectivamente.
En la materialización de estas demandas asumimos las palabras del argentino Miguel Mazzeo, quien nos convoca a trabajar ya sea en pequeña escala, desde una política de lugar o como perspectiva de cara a construir “luchas-puente” que hagan posible una dialéctica de lo cotidiano y lo teleológico, de la urgencia y la paciencia, de lo molecular y lo molar, del realismo político y la rebelión, de la resistencia y el proyecto. Se trata de concebir a cada espacio local comunitario, a cada modo autónomo de satisfacer las necesidades, a cada intento de restaurar lo común y la cultura de la subsistencia y a cada lucha reivindicativa colectiva, como puntas de lanzas para avanzar en el sentido de los cambios radicales que necesitamos en la construcción de las alternativas sistémicas12.
Finalmente, desde los intersticios y resquebrajaduras de los caminos y de las luchas, resignificamos el pensamiento pedagógico de Marco Raúl Mejía para seguir estando con él en el bello acto de educar que tanto le gusta, a partir de:
Movilizar la palabra con la amorosidad de la urgencia. Palabras que tengan el corazón en la escucha y se puedan vestir con gestos de confianza. Palabras vinculantes con las situaciones límites, el inédito viable y las pedagogías de Paulo Freire convocantes para la indignación, la autonomía, la libertad y la esperanza. Palabras para el sentipensar de Orlando Fals Borda. Movilizar la palabra en el hermanamiento de/con/entre los sectores populares que están a la izquierda, se sitúan en el Sur, se construyen desde abajo y se arraigan a la tierra. Movilizar la palabra, para resguardar este mundo, (a)habitado y habitable en un sol para nuestro por-venir.
• Marco Raúl Mejía en el “Seminario Saberes para la Paz”, Medellín (Colombia), 2022 | Foto: Cortesía Corporación Región
Notas
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- Última actualización en 09 Enero 2023