Revista Nómadas
Dirección de Investigación y Transferencia de Conocimiento
Carrera 5 No. 21-38
Bogotá, Colombia
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Rocío Rueda Ortiz**
* El presente es un artículo de reflexión sustentado en la investigación y docencia que sobre el campo "Cibercultura y educación" ha venido realizando la autora en los últimos años.
** Doctora en Educación y Magíster en Tecnologías de la Información aplicadas a la Educación. Profesora del Doctorado Interinstitucional en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional, grupo de investigación Educación y Cultura Política. Miembro ad hoc del grupo Comunicación-Educación del Iesco, Universidad Central, Bogotá (Colombia). Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
El presente texto es una reflexión teórica que busca atravesar críticamente la neutralidad de los discursos hegemónicos sobre la sociedad de la información y el conocimiento. Para ello, se proponen dos movimientos: 1) realizar una aproximación genealógica de la tecnicidad actual en relación con una economía del conocimiento; 2) observar en dicha tecnicidad expresiones de política y subjetividad singular y colectiva, resaltando ambigüedades y paradojas de las tendencias dobles que los configuran. Finalmente, se plantean algunas consideraciones en clave subjetiva desde la experiencia latinoamericana.
Palabras clave: tecnicidad, tecnologías de la información y la comunicación, phármakon, subjetividad, dispositivo.
Este texto é resultado de uma reflexão teórica que atravessa criticamente, desde o nível teórico à neutralidade dos discursos hegemônicos sobre a sociedade da informação e o conhecimento. Para isso, propomos dois movimentos: 1) a realização de uma aproximação genealógica da atual tecnicidade a respeito de uma economia do conhecimento, 2) a observação nesta tecnicidade de expressões de políticas e subjetividades singulares e coletivas, com destaque para os paradoxos e ambigüidades das tendências duplas que os configuram. Finalmente, apresentam-se algumas considerações fundamentais, desde um ponto de vista subjetivo, acerca da experiência latinoamericana.
Palavras-chave: tecnicidade, tecnologias da informação e da comunicação, pharmakon, subjetividade, dispositivo.
This text is a theoretical consideration that looks to traverse, from a critical perspective, the neutral hegemonic discourses about information society and knowledge. To do this, we propose two motions: 1) conduct a genealogical approach of current technicality regarding a type of knowledge economy, 2) observe in that technicality expressions of politics and of singular and collective subjectivity, highlighting ambiguities and paradoxes of the double trends that shape them. Finally, it presents some subjective considerations from Latin American experience.
Key words: technicality, information technology and communication, pharmakon, subjectivity, device.
"[...] Este conocimiento, oh rey, hará más sabios a los
egipcios y más memoriosos, pues se ha inventado como un
fármaco de la memoria y de la sabiduría". Pero él le dijo:
"¡Oh artificiosísimos Theuth! Y ahora tú, precisamente,
padre que eres de las letras, por apego a ellas, les
atribuyes poderes contrarios a los que tienen. Porque
es olvido lo que producirán en las almas de quienes las
aprendan, al descuidar la memoria, ya que, fiándose de
lo escrito, llegarán al recuerdo desde fuera, a través de
caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos mismos y
por sí mismos. No es, pues, un fármaco de la memoria lo
que has hallado, sino un simple recordatorio. Apariencia
de sabiduría es lo que proporcionas a tus alumnos, que
no verdad. Porque habiendo oído muchas cosas sin
aprenderlas, parecerá que tienen muchos conocimientos,
siendo, al contrario, en la mayoría de los casos, totalmente
ignorantes, y difíciles, además, de tratar porque han
acabado por convertirse en sabios aparentes en lugar de
sabios de verdad".Platón
Pierre Lévy, en su conocido texto Cibercultura (2007), señala en un corto pasaje que nos enfrentamos a una mutación técnica donde la inteligencia adquiere un carácter participativo, socializante, abierto y emancipador, a través de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Esta inteligencia colectiva es veneno y remedio de la cibercultura: "[...] sería el remedio contra el ritmo desestabilizador, a veces excluyente, de la mutación técnica. Pero con el mismo movimiento, la inteligencia colectiva trabaja activamente en la aceleración de esa mutación" (Lévy, 2007: 15). Esa doble condición de la cibercultura la despacha Levy señalando que "la cibercultura es a la vez veneno para aquellos que no participan (y nadie puede participar en ella completamente por lo vasta y multiforme que es) y remedio para aquellos que se sumergen en sus remolinos y consiguen controlar su deriva" (15). Estando de acuerdo con el planteamiento central de Lévy sobre la potencialidad que la actual transformación técnica nos ofrece para el despliegue de una inteligencia colectiva, creemos, sin embargo, que esta comprensión del doble efecto remedio/veneno es más compleja que la simple oposición de estar dentro o fuera de la cibercultura. Tiene además el vicio de la neutralidad que acompaña a la mayoría de discursos hegemónicos de la sociedad de la información y del conocimiento, porque reduce el asunto a "llevar el remedio" a quienes no lo tienen, como, de hecho, ha sido la consigna de la políticas sobre la brecha digital, sin cuestionar el modelo social que configuran (Rueda, 2008a, 2008b). Nuestro punto de partida es que es necesario mantener esa doble condición de tendencias remedio/veneno en el origen, pues éstas actúan tanto en las transformaciones subjetivas y culturales que catalizan, como en la puja política por la hegemonía de ciertas formas de conocimiento -y sus objetivaciones- sobre otras. Asimismo, consideramos que Lévy evade observar críticamente la manera en que las actuales tecnologías digitales se han acoplado con el modelo de producción capitalista y, en consecuencia, desestima uno de los elementos más amenzantes del doble efecto phármakon: su articulación con el mercado y las industrias de producción cultural.
Nuestro propósito entonces es desarrollar aquí en mayor profundidad esa naturaleza phármakon del invento técnico descrita en Fedro (1970), siguiendo nuestra tesis, según la cual, las actuales tecnologías digitales hacen parte de un proceso histórico de evolución de los dispositivos de escritura -las formas de inscripción cultural (Rueda, 2007)-, donde técnica y lenguaje han sido fundamentales para nuestra humanización. Dicha tecnicidad, descrita por el etnólogo, arqueólogo e historiador Leroi-Grouhan, se refiere a que el
Pero este proceso de mutación técnica no se da de manera tranquila o sin tensiones, pues siempre configura pliegues actuales y virtuales de realización, en medio de procesos de transformación cultural de las formas y las luchas políticas de inscripción de la memoria de la humanidad, que son las que regulan tanto la evolución de la humanidad, como de la técnica. Más que simples instrumentos o aparatos, diremos con Stiegler (2009), éstos son un sustrato constitutivo de la subjetividad individual y colectiva y, en consecuencia, constitutivos y constituyentes de nuestras sociedades, pues son exteriorización de nuestra memoria y resguardo de la experiencia (de los saberes más cotidianos, hasta los más objetivados de las ciencias).
Nuestra lectura crítica seguirá una ruta posestructuralista y posmarxista, con base en los trabajos de Derrida y Stiegler, junto con los de Lazzarato y Guattari. A diferencia de ciertos posicionamientos críticos que observan que el capital y el trabajo poseen el monopolio exclusivo de la invención social y de los procesos de subjetivación, interesa comprenderlos desde una ontología que ve formas de expresión y actualización del deseo e invención social. Esto significa también asumir la ambigüedad y las paradojas que ello implica.
Derrida, en "La farmacia de Platón" del libro Diseminación (1997), retoma este diálogo de Fedro que opone la anamnesis filosófica (esto es, el recuerdo de la verdad del ser) a una hipomnesis sofista (es decir, una mnemotécnica -auxiliar de la memoria- como una fábrica de ilusiones y una técnica para manipular las mentes). Para Derrida, esta oposición es falsa pues es imposible oponer el interior (anamnesis) al exterior (hipomnesis), en otras palabras, no es posible oponer la memoria viva a la memoria muerta, la cual constituye a su vez la memoria viviente de lo que será aprendido. Por lo tanto, la paradoja es que la escritura es tanto una técnica del lenguaje como su tecnificación, idea que atraviesa la vieja disputa entre filósofos y sofistas, entre logos y tekhné.
Esta falsa oposición la desarrolló con mayor profundidad Derrida en De la gramatología (1986), donde critica a la lingüística estructural su tendencia totalizante y universalizante, sustentada en un logocentrismo que presupone una teoría tradicional del signo que unifica el carácter heterogéneo del significante y el significado. Aquí propone, en cambio, la differance1, como una relación transductiva donde los términos existen en la relación, no la anteceden ni la preceden. Esto implica una gramatología donde todo lenguaje sea puesto en cuestión, en paréntesis, diferido, pues para Derrida, si hay una unidad, es la del nexo, de ahí que la gramatología sea el arte y la ciencia de conectar2.
Esa relación transductiva y gramatológica planteada por Derrida, es retomada por su discípulo, Bernard Stiegler (1998, 2009, 2011), para pensar las actuales tecnologías digitales, no como ayudas de la memoria, sino como memorias en sí mismas. Sin embargo, la tesis de Stiegler es que lo descrito por Sócrates en Fedro, es decir, la exteriorización de la memoria como una pérdida de memoria y de conocimiento, es la materia de nuestra experiencia diaria, dado que las actuales tecnologías capturan nuestra atención y percepción desde formas de producción industrial y de mercado a un ritmo y velocidad que sobrepasa la conciencia reflexiva. De esta manera, el riesgo de que la hipomnesis, o memoria exterior, termine debilitando a la memoria viva interior, la mnesis, reaparece para Stiegler, no por su oposición, sino por la apropiación y monopolio que del conocimiento pueden hacer las industrias de medios, junto con una lógica de mercado que configura un tipo de memoria planetaria: la que se ajusta a sus fines de rentabilidad.
Pero, ¿cómo es posible que se produzca esto? Stiegler desarrolla entonces lo que denomina una economía retencional de la memoria (o economía de la tecnología de la memoria) en tres estratos. Una retención primaria que se construye en el paso o transcurso del tiempo, como un presente que pasa y que es constituido, capturado, por una retención primoridal e inmediata. Convertido en pasado, este paso del presente se constituye en una retención secundaria, donde los contenidos (saberes) forman los hilos y tejidos de nuestra memoria. La retención terciaria es una exteriorización nemotécnica de retenciones secundarias, las cuales, a su vez, están conformadas por retenciones primarias. Así, el proceso de hominización (aquí Stiegler retoma a Leroi-Gourhan) se describe como "un proceso de exteriorización (que es el devenir técnico), en un soporte intergeneracional de la memoria, el cual, configura las actividades de aprendizaje de una sociedad" (Stiegler, 2011: 8-9)3. Esta doble caracterización de la tecnicidad empareja la interioridad y la exterioridad de la memoria, ensambladas en un mismo movimiento de anticipación y demora, donde nuestra memoria se transforma e incrementa en complejidad y densidad. El veneno del phármakon que observará Stiegler es la alianza de las actuales tecnologías como sistemas retencionales terciarios (que configurarán a su vez los otros dos estratos retencionales), con el monopolio de las industrias de medios y el sistema capitalista.
Veamos cómo se produce este proceso. En el caso de la primera gran transformación técnica, el sistema escritural y la numeración, el logos discretiza y ordena el flujo del lenguaje, el cual, una vez espacializado, puede ser considerado analíticamente. Los trabajos de Walter Ong (1987) son muy interesantes al observar cómo la entrada del texto impreso en el conjunto de los mecanismos de la vida social y cultural, paralelo a un hundimiento de las performances de comunicación oral directas, permitirá, en contrapartida, una mayor capacidad de acumulación y de tratamiento de los saberes, una expansión de la memoria humana. Asimismo, representa una gran transformación subjetiva. Foucault destaca en Tecnologías del yo (1996), cómo, desde la Antigüedad, la escritura y las prácticas epistolares, literarias, hicieron posible el desarrollo de virtudes y una experiencia del yo, del cuidado de sí, caracterizado por una clase de autorreflexión, autorrepresentación que se traduce en una forma de vida ética, una forma de considerar la vida, de comportarse en el mundo, de actuar y relacionarse con otras personas, que, en últimas, es para Foucault el camino a la libertad que armoniza el gobierno de sí mismo con el gobierno de la ciudad (Foucault, 1996).
¿Pero qué implica el nuevo pliegue de este proceso histórico-cultural de las tecnologías de la escritura? Para Ong, se trata de la emergencia de una oralidad secundaria que no hace una ruptura total con la escritura impresa y sus prácticas de lectura y escritura alfabética, sino que se trata más bien de una suplementariedad entre unas y otras. Señala que el encuentro entre ambas "produce diferencias entre el conocimiento profundamente interiorizado de la escritura y los estados de conciencia más o menos residualmente4 orales" (Ong, 1987: 36). Aquí hay un elemento clave: el asunto es que hay continuidad y no ruptura entre estos (des)pliegues subjetivos y todos los agenciamientos y estratos que "exceden" al individuo.
Sin embargo, cuando la escritura deja de ser una actividad artesanal y se convierte en un proceso industrial, se produce su mayor efecto phármakon: como veneno, al vincularse al mercado y, al mismo tiempo, como remedio, como vía para favorecer la diseminación y democratización de saberes antes restringidos a unos pocos "alfabetizados". Ya Ong lo advierte, es por el proceso de impresión -diríamos su industrialización- que la palabra se convierte en propiedad privada y en mercancía. Aquí la democracia enfrenta la paradoja de que la apertura y la ampliación del espacio público implican, a su vez, la apertura de un mercado -su determinación comercial-. Se trata, pues, de una economía del conocimiento5, que al lado de la producción industrial, inaugura la cuestión de la finitud del texto y la engañosa sensación de que un texto "termina" o agota la discusión sobre un tema (comparado con la continuidad de la discusión oral), lo cual se une a la noción del texto como lo verídico, lo cierto, lo real, entre otros sentidos. Es decir, aquí se está configurando un tipo de sociedad de la información y el conocimiento, sustentada en una forma de inscripción dominante que marca también un tipo de relación con un conocimiento que se considera verdadero y legítimo, así como la forma y contenido de la memoria por conservar y transmitir, que sabemos, se impuso sobre saberes y sociedades tradicionales, orales (otro efecto phármakon sobre el que no habla por cierto Stigler), y que en el proceso de industrialización se ve determinada por la lógica del mercado.
Con las actuales tecnologías digitales se producen varias transformaciones claves en nuestra tecnicidad. La primera es que estas tecnologías, como soportes terciarios de la memoria, ya no se inscriben en la duración, sino en el flujo de la conciencia, lo que implica que el horizonte temporal de ésta se encoge, limitando, de este modo, también sus posibilidades individuantes: sin sustratos duraderos, nuestra capacidad de anticipación -pero también de pensar el pasado- se restringe al corto o cortísimo plazo y, en consecuencia, se contrae su tejido existencial en un presente prolongado vivido igualmente como una temporalidad de flujo , que se encadena necesariamente al ritmo del objeto temporal industrial constructor de la actualidad (que va desde escuchar la radio, ver la televisión, hasta interactuar en redes telemáticas sincrónicas). La consecuencia es que la movilización de las energías libidinales en nuestra actualidad, se hace mediante la captación de nuestra temporalidad -como pasado y futuro- a través de la canalización de la atención (o control atencional tanto del lado de la producción como del consumo). De ahí que nuestra interacción -nuestro trabajo- con estas tecnologías, aumente también la velocidad de la mutación técnica y sea uno de los motores claves del actual capitalismo (el doble efecto phármakon que no ve Lévy)6.
Una segunda transformación tiene que ver con la condición fluida de la conciencia, que supone también su caráter performativo en relación con los objetos con los cuales se relaciona. Es decir, no puede existir antes que lo exterior (el objeto de la conciencia), en la medida en que la existencia de uno implica necesariamente la existencia del otro. Así, el hecho de que el aparato psíquico esté en una relación transductiva con el sistema técnico, implica que aquél no se pueda socializar sin pasar a través de los phármakon constitutivos del sistema técnico -y de un sistema de retenciones terciarias-, que soporta así protensiones individuales y colectivas7 en circuitos que pueden ser largos o cortos. Recíprocamente los sistemas sociales, como procesos de individuación colectiva, no se pueden perpetuar sin adoptar los phármakon a través de individuos psíquicos que se transindividualizan a sí mismos en el corazón de los sistemas sociales (Stlieger, 2009, 2011)8.
La tercera transformación se da en el espacio-tiempo, pues con las actuales tecnologías se disuelven los criterios de selección y orientación que se conocían de la mnemotecnia propia de la escritura (impresa) y su respectiva diposición espacio-temporal, así como esa subjetividad de la reflexividad, la atención y la disciplina, centrada en la revisión del pensamiento objetivado en el texto. Ahora se instituyen otras dimensiones espacio-temporales de la percepción audiovisual, donde las funciones noéticas, psicomotoras, estéticas, se encuentran transformadas por un proceso de gramaticalización, junto con las funciones de concepción, producción y consumo, las cuales, al final, están incorporadas a un aparato dedicado a la producción de retenciones terciarias. Este proceso ha llegado al punto de que la exteriorización de la memoria y el conocimiento se ha hiperindustrializado (la biotecnología y la nanotecnología son ejemplo de ello).
El cuarto cambio tiene que ver con el desastre que han denunciado algunos filósofos (como Sloterdijk, Virilio, Boudrillard, y el propio Stiegler), que estriba, como lo plantea Sei (2004), en el hecho de que el ritmo productivo, anónimo y deslocalizado, asume cada vez más las características de un flujo cuyo discurrir tiende a coincidir con el de la conciencia, lo que marca una diferencia importante con las anteriores tecnologías de la escritura. En consecuencia, la sincronización del ritmo productivo con el flujo de las conciencias (especialmente a través de la expansión tecnológica de industrias que producen programas y memoria) implica una fuerte reducción del "retraso" de la conciencia, aquella fundamental para efectos de la reflexión y la crítica. Esto se produce justo cuando el sistema técnico-industrial ha entrado actualmente en una fase de inestabilidad e innovación permanente; pero esta innovación, como transformación permanente de las cosas del mundo y, por tanto, de aquello que constituye su experiencia, se ha convertido hoy en un imperativo económico y en una condición indispensable para el desarrollo y la subsistencia del sistema. Se trata, pues, de una economía de la innovación a partir de una constante programación y anticipación técnico-industrial del porvenir, o un cálculo de futuro cuyo parámetro principal es la rentabilidad. Esta necesidad de innovación nos plantea inquietantes cuestiones relativas tanto a las posibles consecuencias de las decisiones de programación y anticipación de nuestra memoria viva y de lo que transmitiremos a nuevas generaciones, así como de las posibilidades de configuración de un nosotros -de una trasinidividuación colectiva- cuando la figura del ciudadano ha sido transformada por la de consumidor y público.
La quinta transformación es la que se produce entre las fronteras de lo privado y lo público, pues nos enfrentamos a dispositivos maquínicos que rastrean toda huella de información personal para ponerla al servicio de las máquinas productivas (como sabemos, ocurre con el software inteligente, que recoge información sobre los gustos, actividades, preferencias de los usuarios en la Red, y la envía a redes de mercadeo, publicidad, etcétera). Pero al mismo tiempo, vivimos una explosión de la subjetividad que se expone y hace pública su vida privada, cotidiana, pues ha encontrado los medios asociados para hacerlo, a través de redes de información en las cuales invierte afectos y tiempo, tal como lo ha estudiado, por ejemplo, Paula Sibila (2008), en los blogs y redes sociales. No sorprende pues que la nueva economía del conocimiento tenga en el público, esto es, como expresara Foucault, en la población, tomada a partir de sus opiniones, uno de los focos principales de la producción capitalista contemporánea. Por esto, en la actualidad, "la integración y la diferenciación de las nuevas fuerzas, de las nuevas relaciones de poder se hacen gracias a nuevas instituciones (la opinión pública, la percepción colectiva y la inteligencia colectiva y nuevas técnicas de acción a distancia)" (Lazzarato, 2006: 93).
Estas transformaciones nos muestran cómo, en el proceso de exteriorización de nuestra memoria, lo que está en juego es un saber-vivir (Stigler, 2009). Mientras el phármakon remedio abre la posibilidad de la novedad con la ampliación de formas de vida (o el resurgimiento de formas residuales), así como una pretendida democratización, el phármakon veneno puede llevar a que la respuesta mental y corporal frente a este estado de fluidificación de la conciencia sea la de fijarse en figuras rígidas o estereotipadas de identificación (lo que puede producir fundamentalismos de diferente naturaleza), o bien la de diluirse a sí misma como flujo en el fluir empírico de ese inmenso objeto temporal que es hoy el sistema técnico-industrial de producción (Stiegler, 2009). Este proceso se ha observado ya desde la televisión que produce un proceso en el que la multiplicidad de las voces se marcan con un sello homogenizador, y se constituye así en el punto de partida de una producción autoritaria de sentido, un público mayoritario y de consenso (Lazzarato, 2006), que ha llevado, según Stiegler (2009), a la infantilización y desrresponsabilización de nuestras sociedades, pues se cortocircuitan las oportunidades de participación en la individuación colectiva por vía de una hipomnesis industrial. En este caso, dice Stiegler, "el sistema económico toma un lugar más allá de los otros sistemas sociales, adquiriendo el control del sistema técnico en sí mismo -controlando las potencialidades y tendencias del sistema técnico- e imponiendo hechos técnicos favorables al capital" (Stiegler, 2011: 119).
Pero, ¿dónde dejamos el efecto remedio o pliegue terapéutico de nuestro phármakon? Aquí tendríamos que volver los ojos hacia otras condiciones que acompañan la fluidez y las transformaciones del espacio-tiempo que hemos mencionado antes. Nos referimos aquí al corazón de la inteligencia colectiva anunciada por Lévy en la naturaleza interactiva, hipermedial y de conectividad de las actuales tecnologías que ponen en tensión el modelo de producción industrial que separa a productores y consumidores (conocido desde el texto impreso hasta la televisión y la radio). Mientras la televisión nació como una forma de monopolio, la Web nace como patchwork, es decir, se trata tanto de protocolos de comunicación, como de dispositivos de hardware y software (libres y propietarios), de derechos sobre la propiedad intelectual (patentes, copyright, pero también, creative commons y copyleft) que se mantienen juntos a pesar de su heterogeneidad (Lazzarato, 2006).
Asimismo, la reflexividad de las tecnologías digitales en los terrenos de lo visible y del movimiento, que no eran posibles con las tecnologías anteriores, pueden ser una oportunidad para obturar el monopolio (público o privado) de los medios masivos de comunicación, pues la multiplicidad lingüística y cultural requiere ir a la par de la multiplicidad de los dispositivos tecnológicos de expresión. Pero también representan la posibilidad de alterar esa relación contrapuesta, que no observan los teóricos europeos, entre letrados y no letrados, entre lectores de textos y televidentes, como por ejemplo, en América Latina, nos ha mostrado lúcidamente Martín-Barbero respecto al papel que jugaron la radio y la televisión en los procesos de modernización de nuestros países. De ahí que sea necesario ver la doble relación phármakon más allá de la simple oposición. Esto es, no se trata de oponer veneno y remedio, pues vemos que la economía del phármakon es una composición de tendencias y no una lucha dialéctica entre dos opuestos, donde las prácticas culturales pueden transformar la dirección de las tecnologías.
Como alternativa, Stiegler (2011) propone la posibilidad de una diseconomía del phármakon, la cual resulta de la aparición de un nuevo fármaco que cortocircuite los otros niveles de individuación psíquica y colectiva, como lo que está ocurriendo, por ejemplo, con las redes sociales, con las prácticas de compartir conocimientos bajo licenciamientos libres, copyleft y creative commons; el "hacktivismo" -hacking con finalidades políticas y sociales-; y el "artivismo" -de los ambientes del net art, que hacen del arte un instrumento de lucha o análisis social-. Estas redes representan una forma de cooperación entre cerebros y, por ello, una clase de reflexividad que es producida por un sistema de gramaticalización, cuyo efecto farmacológico puede, según Stiegler, o llevar a una "estupidez sistemática" o a un un "milieu colaborativo y dialógico", a través de una reticulación digital, donde las actividades cognitivas, a pesar de ser gestionadas por el capital, al mismo tiempo introducen la posibilidad de un nuevo régimen de individuación psicológica y colectiva, y con ésta, un nuevo proceso de transindividuación que abre una perspectiva política y económica: la economía de la contribución9. Se trata de un giro en la sensibilidad como condición de posibilidad en esta edad del phármakon, donde el consumismo transforma cada cosa en una necesidad, esto es, en subsistencia, liquidando el deseo. Por ello, una economía libidinal y política de la contribución debería reabrir esta dimensión, esto es, el deseo de la gente (como una economía de la protensión), enfocado hacia una individuación colectiva, que es más vivencial, participativa, y se construye desde abajo. De ahí que se trate de la reinvención permanente de las relaciones humanas, del ser ciudadano, del saber-vivir, una forma de vida ética, una forma actuar y relacionarse con otras personas, que toca en términos foucaultianos tanto al gobierno de sí mismo, como al de la ciudad.
Pues bien, para terminar, quisiéramos profundizar un poco más en esta alternativa en clave subjetiva, mostrando las maneras paradójicas en que hemos de enfrentar este posicionamiento de las tendencias dobles del phármakon en el contexto actual. Hemos planteado que la subjetividad es producida por la interacción con diversos dispositivos10 (instancias individuales, colectivas e institucionales), en un proceso de gramaticalización farmacológica que hoy, como señala Agamaben (2008), se caracteriza justamente por un aumento exponencial de los dispositivos de subjetivación. Esta condición nos lleva a retomar de nuevo la transducción y diferencia derridiana en el origen, para enfatizar que los diferentes registros semióticos que concurren en la conformación de la subjetividad no tienen entre éstos relaciones jerárquicas fijadas de una vez por todas. Esto, a su vez, nos permite ver que no nos queda sólo la repetición o reproducción de formas de vida dominantes o hegemónicas, sino que es posible la novedad.
Es decir, "la subjetividad, es plural, polifónica, y no conoce una instancia dominante de determinación que pilotee a las otras instancias de acuerdo con una causalidad unívoca" (Guattari, 2008: 58). Por ello, para Lazzarato, se trata de acudir entonces a una ontología pragmatista y pluralista -heredada de Foucault- que traza relaciones posibles entre las cosas, más que la relación de las partes respecto de un todo, por lo tanto, todo movimiento, como todo elemento, puede participar de varios sistemas a la vez, tener varias relaciones, como la gramatología derridiana, y experimentar diferentes funciones, por ejemplo, estar al mismo tiempo en el interior y el exterior de la relación de capital, estar dentro y estar fuera (Lazzarato, 2006).
Efectivamente, lo que estamos observando en muchas de las recientes movilizaciones ciudadanas a través de redes sociales y de telefonía móvil, tanto en Oriente como en Occidente, y que además se transmiten inmediatamente al conjunto del planeta, es que al lado de un objetivo político, como expresión democrática, al mismo tiempo han hecho evidentes las cargas afectivas contagiosas de las que han sido portadoras, desbordando el marco de las reivindicaciones. Lo que está en juego es un estilo de vida, una concepción de las relaciones sociales, una ética colectiva que nos está mostrando una lógica de los afectos más que una lógica de los conjuntos bien circunscritos (Guattari, 2008).
En efecto, la propuesta de Guattari es que una nueva subjetividad maquínica toma consistencia en los media y las telecomunicaciones, en un movimiento que tiende a "doblar" las antiguas relaciones orales y escriturales, cuya polifonía resultante implica tanto voces humanas como maquínicas; "estos componentes implican dimensiones semiológicas significantes, pero también dimensiones semióticas asignificantes, que escapan a las semióticas propiamente lingüísticas" (Guattari, 2008: 59). De esta manera, aparece la continuidad expresada por Ong entre unas tecnologías y otras, pero además, los universos de referencia ético-políticos que hemos tenido por tanto tiempo bajo el predominio del logos, ahora están llamados también a instaurarse en el prolongamiento de universos estéticos de los afectos.
En Colombia y América Latina, desde diferentes estudios recientes sobre la acción colectiva de jóvenes que usan intensivamente tecnologías digitales (Rueda, 2011; Gómez et ál., 2011; Gómez, 2010; Fonseca, 2009; Lago et áí., 2006), se ha encontrado que conformar un "nosotros", un "común", intensifica su potencia de acción en el mundo, aunque esto se produce de manera ambigua y a veces contradictoria. Así, por ejemplo, es frecuente encontrar jóvenes artistas que producen obras de netart o de música electrónica en redes globales de cooperación y de software libre, que paralelamente se enrolan en una empresa como desarrolladores de software en el modelo más competitivo del mercado. Esto para sobrevivir y subvencionar sus "obras libres", que luego "donarán" a su comunidad o red de artistas contraculturales. En algunos casos, estos colectivos apoyan acciones ciudadanas organizadas por movimientos sociales on y offline, pero son articulaciones parciales que pueden repetirse en el tiempo, sin tener una identificación total con sus luchas reivindicatorias; algunas veces lo hacen a modo personal y otras como colectivo. De esta manera, podemos decir que estos sujetos siempre están en una relación transductiva con los sistemas técnicos de que disponen y, por lo tanto, deben pasar a través de los phármakon constitutivos de dichos sistemas. Estos soportan así protensiones individuales y colectivas en circuitos que pueden ser largos o cortos, y se producen en una permanente tensión y organización de las fuerzas de poder de cooperación, pero al mismo tiempo, de captura del deseo por las lógicas del capital.
De hecho, es claro que mantener la novedad y el impulso de resistencia y creatividad social no es fácil, pues el aumento de dispositivos de subjetivación, si bien amplia el campo de acción y potencia, también puede restringir y constreñir de manera regular tales posibilidades. Como Gómez et ál. (2011) plantean, el impulso poético, creativo, puede ser aplazado o administrado por formas de "burocratización" e institucionalización de prácticas, donde las relaciones con organizaciones políticas o empresas del mercado le restan fuerza al "movimiento actualizador de mundo", y lleva a que la acción se vuelva rutinaria, a que el "nosotros" se fragmente y pierda en muchos casos su impulso y se disperse.
Pero, insistimos, hay una subjetividad inconforme con el estado de cosas, pues ya con el consumo televisual, a pesar de los aspectos de reificación, de identificación, de hipnosis, al mismo tiempo, asistimos al rechazo, a una especie de toma de conciencia de ese tipo de manipulación intolerable, como lo muestra Víctor Sampedro (2005) en su libro 13-M, multitudes on-line, a propósito del atentado de Atocha en Madrid el 11 de marzo de 2004. De hecho, es a partir de la profusión de canales y medios, y en la posibilidad de acceder a la información "inmediatamente" que ofrecen las tecnologías digitales (que antes describimos como phármakon veneno), donde existe una oportunidad para eludir la intervención y manipulación de la información que ha caracterizado a los medios masivos. Por lo tanto, si bien hay entonces diferentes vertientes de reificación de la subjetividad, a través de nuevas tecnologías, también hay líneas de fuga, recuperaciones posibles a través de procesos de reapropiación de estas.
Ahora bien, el proceso iniciado con la industrialización de la escritura y la relación entre democracia y mercado sigue vigente, y de manera cada vez más compleja para la investigación crítica. ¿Cómo atravesar la paradoja de estar insertos en la lógica del capital? Veamos algunos ejemplos. El caso de las leyes Stop Online Piracy Act (SOPA), Protect Intellectual Property Act (PIPA) y Lleras11, pone sobre el tapete cómo la lógica del mercado de las industrias del entretenimiento, bajo supuestos de "protección de los derechos de autor" y un atemperamiento de la propiedad privada de la democracia liberal, generan un "cercamiento de los bienes comunes". ¿Cómo leer críticamente la alianza que parece crearse entre movimientos y acciones sociales en a favor de estos bienes comunes y empresas capitalistas de la Red, cuyo principal interés es mantener la mayor apertura de su mercado? Más aún, ¿cómo valorar "críticamente" nuestras prácticas de investigación social cada vez más soportadas no sólo por tecnologías de administración y control de producción de conocimientos en las plataformas construidas por los sistemas nacionales de ciencia y tecnología, sino también por el uso intensivo de plataformas para la socialización e intercambio académico, de carácter comercial, para las que terminamos trabajando gratuitamente y nos sometemos al imperativo de la innovación y la obsolesencia? O, ¿cómo interpretar las protestas que los usuarios de Facebook hacen, a través de la misma plataforma, contra las políticas de privacidad de esta firma? ¿Debemos restarles valor político y social por ser usuarios y consumidores de tecnologías del capital? Como se ve, la investigación social crítica tiene en los debates sobre la agencia y la resistencia, así como en la flexibilidad y ambivalencia de las tecnologías (Feenberg, 2002), un terreno de praxis política y de investigación muy interesante, que apenas estamos empezando a esbozar.
Guattari confía en que los sistemas maquínicos no solamente estén siempre en el cruce de caminos de dimensiones heterogéneas, sino que abran una heterogeneidad potencial en el dominio de la tecnología, y también en los dominios de la subjetividad, de la sensibilidad. De ahí que, para él, sea posible concebir una recomposición de los medios masivos a través de medios alternativos12, como una reapropiación colectiva, correlativa de una resingularización de la subjetividad, de una nueva manera de concebir la democracia política y económica, que respete las diferencias culturales.
En este punto quisiera hacer una disgresión respecto a esta era posmediática que anuncia Guattari. En el caso latinoamericano, tendríamos que rastrearla ya desde los setenta, de la mano de los proyectos de educación y comunicación popular, de investigación-acción participativa, que han apropiado desde las tecnologías de la oralidad, pasando por la escritura, hasta los medios y las nuevas tecnologías, para promover procesos de emancipación social (radios, canales de televisión comunitarios ahora muchos de ellos on-line, como la radio comunitaria de la comunidad indígena Nasa-Acin en Colombia). En estas experiencias hay una memoria y una experiencia importante por recuperar y actualizar, para ver lo que desde éstas tenemos para aprender y transferir al ecosistema comunicativo actual, hecho de viejas y nuevas tecnologías, de (re)(des)pliegues subjetivos, de duraciones e intensidades cortas y largas. Esta historia nos corresponde a nosotros construirla, y, por supuesto, mostrar cómo se constituyen las tendencias phármakon, y lo que con éstas hemos ganado en términos de agencia individual y colectiva.
En este sentido, otra tarea urgente que tenemos es la de deconstruir y establecer al mismo tiempo puentes entre nuestra comprensión de las tecnologías de la escritura, ligada a su caracterización histórica en Occidente (como la describen los autores que hemos traido a este texto), y una genealogía que dé cuenta de otras tecnologías y escrituras prehispánicas, que a su vez es clave para la teoría crítica del pensamiento latinoamericano. Al respecto, los estudios de la poscoloniadad en América Latina, como los de Walter Mignolo (1995), destacan cómo la cultura letrada, la escritura, el alfabeto, reproducen los mecanismos occidentales de dominación, fijan el habla, reifican el discurso, suprimen otras formas de decir ajenas al alfabeto, imponen la lógica binaria que invisibiliza al subalterno. Esta lógica de dominación que acompañó la incoporación de la alfabetización en nuestro contexto, habría sido producida y reproducida por la élite urbana de los letrados que, divorciados de las formas orales de comunicación, sumergieron esa heterogeneidad de voces en la escritura, en un gesto completamente funcional al poder disciplinador de los nacientes Estados-nación. Este análisis requeriría hoy atemperarse en relación con las formas de fuga en ese proceso de subjetivación, en las maneras como unas experiencias de vida concretas, atravesadas por clase social, raza, género, región, asumieron el modelo dominante, pero, al mismo tiempo, fueron readaptándose a través de otros dipositivos maquínicos, otras tecnologías, otras experiencias de vida.
Éstas y otras experiencias que se han invisibilizado como reservas de memoria, esto es, de vida y del deseo, nos muestran la posibilidad de reinventar procesos moleculares a partir de nuestras subjetividades y de nuestra particular historia (de exterminio, desarraigo, de invisibilización), y reactivar ese saber espiritual del que habla Foucault, del cuidado del yo, para pensar, en un mismo movimiento (de individuación psíquica y colectiva), la transformación del mundo y la transformación de sí mismo, de manera que nuestra potencia de acción y de vernos afectados se vea multiplicada a través de técnicas susceptibles de suscitar esta transformación, de desplegar, de cultivar, pero también de cuidar las fuerzas que componen un nosotros. Este, consideramos, es un trabajo cultural y educativo crítico, pues se trataría de movilizar todos los medios posibles para servir, diferenciar y enriquecer la heterogeneidad subjetiva, y no sólo proteger de una manera defensiva un proceso de homogenización de lenguajes, de subjetividades y de posibilidades para la invención social. Con todas las paradojas y ambigüedades que nos habitan, tenemos el reto que bellamente nos mostró Juliana Flórez, de la mano de las teorías decoloniales y feministas, de mover los límites de inteligibilidad de los deseos como estrategia política (desde los de reproducción hasta los de fuga), "teniendo siempre presente los deseos que atraviesan y sostienen de manera paradójica aquello que se desea cambiar" (2010: 231).
1 Esta differance tiene dos sentidos: uno, el de diferir (demora, retrazo o reserva), que implica una temporalización; el otro sentido es el más corriente, el de no ser idéntico, ser otro, de tal manera que entre los elementos diferentes se produce una distancia, un espaciamiento (Derrida, 1989), que es el que se debe aprovechar para hacer surgir la polifonía de voces.
2 Esta gramatología ofrece una visión productiva que transforma al lector en un lector-autor, en una relación transductiva donde ambos se producen en el encuentro; al mismo tiempo, una salida al monolingüismo para ir al encuentro del plurilingüismo, la multivocidad. Algunos teóricos de la teoría crítica y la tecnología ven en el lenguaje hipertextual propio de las actuales tecnologías digitales, una vía para la práctica gramatológica polifónica (Landow, 1993).
3 Gilbert Simondon (2008), autor que retoma Stiegler, plantea un proceso que comienza con la individuación física, pasa por la individuación biológica, sigue en la individuación psíquica hasta llegar a la individuación colectiva. Dicho proceso no posee necesariamente una secuencia lineal y determinada.
4 Raymond Williams (1974, 1982) es muy sugerente para pensar estas transformaciones, pues para él la cultura está compuesta por un conjunto de relaciones entre formas dominantes, residuales y emergentes, con lo cual destaca la cualidad desigual y dinámica de un momento determinado. Ni las residuales o emergentes existen de manera simple, "dentro de" la cultura dominante o junto a esta, sino que se producen procesos de tensión continua, que puede tomar tanto la forma de la incorporación como de la oposición dentro de ésta.
5 Recordemos aquí que la economía clásica se ha pensado en relación con la distribución de los recursos escasos para satisfacer las necesidades del ser humano. De ahí que no sorprenda la visión de escasez que acompaña a la producción industrial del texto impreso, y que hoy se extiende, paradójicamente, en medio de una abundancia de saberes.
6 Este aspecto es desarrollado por varios autores del capitalismo cognitivo, donde se plantea una nueva "proletarización" en la cual los muros de la fábrica se han ampliado a todas las situaciones de la vida cotidiana, donde la producción y el consumo se producen simultáneamente, y donde es posible la generación de excedentes (Berardi, 2007; Stiegler, 2011).
7 Aquí Stlieger retoma conceptos clave de la fenomenología. Las retenciones y las protensiones son las intencionalidades específicas que hacen a la conciencia temporal, y a su vez temporalizadora. Pasado y futuro se disponen, pues, en el campo de presencia -de lo real, actual- como dimensiones intencionales con las cuales el sujeto siempre cuenta, y trazan de antemano cuando menos el estilo de lo que va a venir (Merleau-Ponty, 2000).
8 Este concepto que Stlieger toma de Simondon refiere a que más que una relación interindividual, en lo colectivo se da una relación transindividual. El individuo que hace parte de la individuación colectiva aporta una reserva que él trae, que es de alguna manera su pasado, su haber. Y de lo colectivo recibe aportes que para él son la esperanza de futuro, su proyección hacia adelante. Tanto el individuo que se suma al grupo como el grupo que lo acoge tiene expectativas diferentes, buscan aspectos disímiles. Y es en esta disimilitud que se produce algo nuevo, algo que es el resultado de una disparidad. Pero si esta relación es interrumpida, captada, "cortocircuitada", como dice Stiegler, entonces los individuos alcanzarán, cuando mucho, una forma de relación interindividual, pero nunca transindividual. Se requiere que dichos procesos de individuación tengan la posibilidad de producir medios asociados, necesarios para servir de soporte, fondo, estructura, al individuo naciente.
9 Stiegler piensa aqui en poner las políticas industriales de la hipomnesis -de la memoria externa- al servicio de la anamnesis -de la memoria viva-.
10 Siguiendo a Agamaben, quien profundiza la conceptualización de Foucault sobre los dispositivos, éstos son "todo aquello que es capaz de capturar, conducir, determinar, inhibir, formar, controlar y asegurar los gestos y comportamientos de los seres vivos" (2008: 26). La subjetividad entonces es el producto de la relación o de la lucha entre los seres vivos y los dispositivos. Así, el aumento de los dispositivos en la actualidad implica un aumento también de los procesos de subjetivación.
11 La Ley SOPA y PIPA, originalmente propuestas en Estados Unidos para luchar contra las infracciones a los derechos de propiedad intelectual en la Red y combatir el tráfico de contenidos con derechos de autor a través de Internet. Ambas iniciativas fueron apoyadas por los autores y titulares de derechos de propiedad intelectual y desde sectores interesados como la Recording Industry Association of America (RIAA) y la Motion Picture Association of America (MPAA), y cuestionadas por actores de la Red, tales como Google, Yahoo, YouTube, eBay, AOL, Mozilla, redes sociales como Facebook, Google+, etcétera, que estiman que estas iniciativas legislativas coartan y atentan contra la libertad de expresión, el acceso libre a la Red, la intimidad, la libertad de empresa y otra clase de derechos que se pueden ejercer en Internet. La Ley Lleras para el caso colombiano, por la cual se pretendía regular la responsabilidad por las infracciones al derecho de autor y los derechos conexos en Internet no fue aprobada en 2011, pero actualmente está nuevamente en debate al plantearse como parte del TLC con Estados Unidos. Véase: http://www.ambitojuridico.com/BancoConocimiento/N/noti-1202084_%28la_situacion_real_de_los_proyectos_de_ley_sopa_pipa_y_open%29 y Botero (2012).
12 No obstante, aquí no se puede olvidar que estos medios alternativos también enfrentan el capitalismo de manera ambigua, dados los problemas de sostenimiento y de recursos, a partir del trabajo precario, voluntario, la autoexplotación, o a través de apoyos de instituciones o del capitalismo, vía publicidad, mercadeo, etcétera, donde se pone en juego su autonomía. Pero, por ello, tampoco podríamos desconocer la potencialidad que han abierto para comprender otras formas de apropiación de los medios y sus posibilidades políticas.
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