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La configuración del campo de legitimidad de la producción del saber científico en Colombia*

A configuração do campo de legitimidade da produção do saber científico em Colombia

The configuration of legitimacy in the field of scientific production in Colombia

César Guzmán Tovar**


* El artículo hace parte de la investigación "Las atalayas del saber. Legitimación y jerarquización del conocimiento científico en Colombia (1990-2010)", para optar por el título de Magíster en Investigación en Problemas Sociales Contemporáneos.

** Sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia, Magíster en Investigación en Problemas Sociales Contemporáneos de la Universidad Central-Iesco. Actualmente es miembro de la Escuela de Pedagogía de la Universidad Central, Bogotá (Colombia). E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla. .


Resumen

La consolidación e institucionalización de los procesos de investigación científica transcurre en los ámbitos de legitimación política, desde el orden del discurso desplegado para enmarcar las prácticas científicas políticamente deseadas y estatalmente financiables. desde allí el artículo realiza su análisis, tomando las nociones comunes y los enunciados que aparecen en los documentos que componen el archivo de la investigación, con ello se busca revisitar la pragmática de la ciencia en Colombia. Se comprueba que el problema de la producción de conocimientos científicos en el país deriva de un asunto político.

Palabras clave: discurso político, políticas públicas, pragmática de la ciencia, institucionalización del conocimiento.

Resumo

A consolidação e institucionalização dos processos de investigação científica têm lugar nos campos de legitimidade política, desde a ordem de um discurso implantado para enquadrar práticas científicas politicamente desejáveis e financiáveis pelo estado. a partir desse ponto, o artigo analisa as noções comuns e as declarações que aparecem nos documentos que compõem o arquivo da investigação. Pretende-se, assim, revisitar a pragmática da ciência em Colômbia. Verifica-se que o problema da produção do conhecimento científico neste país decorre de uma questão política.

Palavras-chave: discurso político, políticas públicas, pragmática da ciência, institucionalização do conhecimento.

Abstract

The building and institutionalization of scientific research processes occur in the ground of political legitimacy, under the order of a displayed discourse, which aims framing scientific practices that are politically desired and have possibilities of been State financed. from that point, the article states its analysis, as it takes notions and statements, common in documents from the research archive, thus seeking to revisit the pragmatism of science in Colombia. it is found that the problem of scientific knowledge production in this country stems from a political matter.

key words: political discourse, public policies, pragmatism of science, knowledge institutionalization.


Dedicado a la memoria de mi hermano, a quien siempre
recordaré por ese fulgor único de su sonrisa y por la
alegría que emergía de su corazón.

°°°

La ciencia se ha politizado hasta tal punto que ya no
podemos ver los objetivos de la política ni los de la ciencia.

Bruno Latour

Una investigación sobre la investigación

La investigación, proceso de creación irreductible a manuales y fórmulas preestablecidas, es uno de los aspectos más relevantes dentro de toda ciencia; es el fundamento de la construcción del conocimiento científico. En Colombia, la regulación de la investigación científica, en tanto generación de saberes, se ha planteado, desde las últimas dos décadas, como elemento articulador entre la eficiencia de la productividad y la consolidación de un sistema de control científico en donde la prioridad para los organismos de gestión ha sido la cuantificación de los resultados, y con ello, dar legitimidad a los grupos y centros de investigación científica.

Más allá de la verificación de los datos y cifras que evidencian una estratificación particular de y en las ciencias, el problema de fondo está en determinar cuáles han sido los saberes científicos instituidos e institucionalizados en nuestro país. De esta manera, se establecería no sólo el horizonte de jerarquías, sino también las condiciones de posibilidad (de decisión y de difusión) inherentes a un campo en el cual los científicos colombianos, históricamente, han carecido de poder en aspectos decisivos de orden social y económico.

El saber científico constituido y las jerarquías constituyentes del poder científico se inscriben en formas de organización amplias, categorizadas por diversas formas de exclusión y desigualdad que se desarrollan en la sociedad contemporánea, la cual, en el ámbito económico, se articula prioritariamente a través de la producción de bienes inmateriales (Zukerfeld, 2008). A partir de allí, se tejen las desigualdades que dan forma al complexus social contemporáneo, entendido como capitalismo cognitivo. Dominio de la organización social y espacio de transición en donde toman forma las relaciones de poder contemporáneas, el capitalismo cognitivo establece y reproduce nuevas formas de exclusión y dominación atravesadas ya no primordialmente por las diferencias de clase, sino por la hegemonía en la producción, la segregación en el acceso y la desigualdad en la apropiación de los bienes inmateriales.

Así, por ejemplo, Berardi (2003) y Lazzarato (2006) mencionan un nuevo tipo de trabajadores al cual llaman cognitariado: son individuos que producen bienes inmateriales, muchas veces en condiciones de precariedad; Bloundeau et ál. (2004) desarrollan, desde diferentes visiones, las manifestaciones de dicho capitalismo y sus implicaciones en la economía global, tomando como eje analítico algunas actividades laborales de gran impacto, tales como la edición de libros y revistas, la programación y animación y la creación de videojuegos; por su parte, Fumagalli (2010) hace un análisis exhaustivo, desde algunas categorías marxistas, del proceso de configuración del capitalismo cognitivo, explicándolo como un proceso bioeconómico; finalmente, Vercellone (2010) hace un análisis de las relaciones salariales desde la división internacional del trabajo cognitivo en el capitalismo contemporáneo.

Estas trayectorias analíticas e interpretativas de los autores mencionados no constituyen una "malla" de lectura desde donde se despliega este análisis, sino más bien se trata de elementos de contraste entre las dinámicas endógenas y las situaciones globales, estas últimas no se pueden desconocer, pues el caso colombiano no debe aislarse, ni entenderse como una mónada cerrada y desconectada de los acontecimientos de orden internacional, ni como un caso de excepcionalidad en la configuración de la producción científica. Al contrario, esas dinámicas mundiales contemporáneas intervienen en lo relacionado con las determinaciones para la producción de conocimientos científicos y en el posicionamiento de un tipo de saberes sobre otros.

La producción de conocimientos en Colombia está entrelazada con las nuevas prácticas económicas y sociales de orden internacional, en donde los preceptos del neoliberalismo han afectado las relaciones humanas de manera categórica pero diferenciada, según las asociaciones que se establezcan entre la fenomenología económica y política1. Esta mirada hace una aproximación a las orientaciones y posiciones de sujeto en la producción del conocimiento y en la estructuración de las ciencias, a partir de los encuadres narrativos y de las estrategias discursivas puestas en disputa, vistas desde el archivo documental del periodo declarado, tanto para el ámbito político como el científico. El sentido final de la discusión apunta a revisitar la experiencia de la organización de la producción de conocimiento en el caso colombiano, como condición de posibilidad histórica, al tiempo que expresión de articulación con las dinámicas globales del capitalismo cognitivo.

Uno de los aspectos por problematizar se refiere a que la ciencia aparece como un producto acabado que se cuantifica sin importar las dinámicas de los procesos precedentes; las subjetividades desaparecen del espectro analítico para dar paso al dato, y la clasificación de la producción del conocimiento científico relega a un segundo plano -cuando se las tiene en cuenta- las condiciones políticas, institucionales, académicas y personales que influyen en dicha producción. Desde esta perspectiva estructuralista, el científico no existe como tal, sólo existe su producción, su producto; la tendencia a reducir la descripción o explicación del "estado de la ciencia" a factores exclusivamente económicos (por no decir puramente estadísticos, en donde lo "puro" se entiende como lo "objetivo") genera un vacío conceptual en el cual el científico es "abandonado" a las fuerzas de las instituciones que se imponen sobre él.

A la inversa, especificar el tipo de relaciones que se construyen en los centros e institutos de investigación sin establecer conexiones de tipo histórico, genera un reduccionismo que difícilmente explicaría las transformaciones de la ciencia más allá de las propias y particulares interacciones entre los investigadores, y entre ellos y otros agentes, llevadas a cabo en los encuentros e intercambios académicos y científicos, así como en las luchas políticas y administrativas. La conjugación de esos factores posibilita y configura la construcción de ciertas atalayas científicas ocupadas por aquellos que tienen una posición privilegiada desde donde pueden otear el horizonte académico e intelectual; estas atalayas, a su vez, marcan las fronteras entre lo que se considera científico y no-científico, legítimo e ilegítimo.

Los centros de producción de conocimiento son atravesados por un mecanismo articulador legitimidad-visibilidad que se puede rastrear a partir de las estrategias discursivas que en su conjunto se constituyen en una opción dentro de varias posibles, y que a su vez generan cierto tipo de políticas públicas alrededor del tema del conocimiento y la ciencia. Este recurso discursivo se establece con pretensiones de verdad, de manera que se constituye como único orden posible desde el cual considerar cómo debe ser pensada y estructurada la construcción del conocimiento, que ha sido diseñada por fuerzas operantes en el capitalismo cognitivo. A partir de estos aspectos generales, se evidencia una tensión entre los parámetros mundiales de la producción y medición científica y las características propias de nuestra sociedad y de nuestro devenir histórico.

El mecanismo de legitimación-visibilización de saberes deviene en la institucionalización de un tipo de conocimientos científicos que se establece como corolario de las condiciones de posibilidad de los investigadores, en donde se ponen en tensión los programas científicos frente a los enunciados políticos. En esta tensión, el poder de la comunidad científica ha sido limitado a la potestad de la difusión de la producción científica, aspecto en el cual Colciencias —entidad que regula la actividad científica en Colombia— ha hecho énfasis en los últimos años.

Ese posicionamiento de unos saberes sobre otros —traducido en lo que he denominado legitimidad-visibilidad del conocimiento científico— responde a un vaciamiento epistemológico, como inercia de la instrumentalización, en línea con los horizontes de la modernización del Estado desplegada desde los años ochenta en Colombia, y profundizada en la década de los noventa del siglo pasado2.

En el presente artículo se interpelan los discursos que han dado posibilidad a la generación de tipos específicos de políticas dentro de la investigación científica en Colombia, y, como corolario de ello, se plantea una discusión acerca de las jerarquizaciones y las prácticas sociales generadas como consecuencia del entrecruzamiento de los condicionamientos económicos y las tecnologías de administración del conocimiento (Guzmán, 2011) establecidas por los diferentes organismos y entidades que intervienen en el desarrollo de la investigación dentro del campo científico colombiano. La inquietud es revisitar la pragmática de lo político y los saberes institucionalizados en nuestro país, como un aporte crítico al análisis de la configuración de la experiencia colombiana frente a los fenómenos globales que han determinado la producción de conocimientos desde la óptica del neoliberalismo.

Para ello, la apuesta metodológica tomó los cuatro operadores de la arqueología foucaultiana (tipos de enunciación, objetos, estrategias y conceptos) como herramientas de base para la construcción del archivo (Foucault, 2007). La propia construcción del archivo implicó un ejercicio de indagación y búsqueda de los documentos requeridos y "suficientes" para seguir el camino analítico con la certeza (o cuasicerteza) de reunir la información rigurosamente. En cualquier caso, el propio archivo actuó como guía en su configuración, pues en ocasiones la lectura de un documento inevitablemente llevaba a la búsqueda y posterior lectura de otro que lo complementaba o lo explicaba. Así, la tradicional práctica de realizar un corte a priori de los registros o preselección de la documentación para la investigación antes de abordar el análisis conceptual no fue seguida en este caso. El constante enriquecimiento del archivo no sólo permitió ampliar el horizonte de análisis, es decir, abarcar tipos de enunciación que no se habían previsto inicialmente, también añadió profundidad a las construcciones conceptuales de los enunciantes, en el sentido de que permitió entretejer en mayor medida el orden de los discursos.

El énfasis metodológico se cimenta, entonces, sobre el archivo, en donde se entrecruzan las categorías conceptuales de manera no lineal cronológicamente hablando, sino más bien atendiendo a los énfasis y signaturas emanados de los discursos en espacios y tiempos diversos. Ya con el archivo puesto en juego, realicé la primera categorización o codificación de los enunciados con base en los cuatro ejes de la arqueología mencionados, para luego dirigirme hacia la segunda codificación, en donde tomé las categorías conceptuales elaboradas, teniendo en cuenta los objetivos e hipótesis de la investigación, y de las cuales pude avizorar con más detalle las nociones, ideas y conceptualizaciones que se encontraban dispersas a lo largo, ancho y profundo del archivo. Esta segunda codificación también me permitió organizar la argumentación y concretar el ejercicio de escritura, el cual suele ser el más angustioso y complicado para la mayoría de los investigadores.

El trabajo de archivo y su hermenéutica marcan en esta investigación una perspectiva que se desmarca de los estudios que se han realizado en Colombia; por un lado, me distancio de la cuantificación de la producción científica a partir de los datos estadísticos sin un cruce con las apreciaciones, experiencias, tensiones y relaciones de los actores, es decir, apelando al qué pero no al cómo (por ejemplo, OCyT, 2004 y 2005; Colciencias, 2006); por otro lado, me alejo de las perspectivas que apuntan a la comprensión de la ciencia y del conocimiento como artífices del desarrollo, asumiendo acríticamente esta noción y desligándola de su encuadre social y político, bajo un punto de vista funcionalista, que es entendido desde la base de la normalización científica (Cárdenas, 2001; Maldonado, 2005).

A continuación recorro la problemática de la producción del conocimiento en Colombia desde 1990, a partir de los discursos que aparecen en los documentos que componen el archivo. Allí recojo las categorías conceptuales, auscultando cada uno de los enunciados que determinaron el quehacer científico y ubicándolos en diferentes niveles analíticos, hasta recomponerlos en su devenir discursivo.

La institucionalización de la ciencia como pilar de la modernización del estado

En 1990 se abrió para Colombia una nueva etapa en su historia que reconfiguró la economía del país, de acuerdo con modelos neoliberales extranjeros. Este nuevo direccionamiento de la política económica afectó a todos los sectores de la sociedad colombiana, entre éstos la producción de conocimientos. Con la instauración de la apertura económica se implementaron toda una serie de procedimientos y mecanismos para la medición y la evaluación de la producción científica, los cuales se basan en una racionalidad económica que adjudica valor al conocimiento, de la misma manera que el capital le adjudica valor a las mercancías. Este movimiento ha producido una tensión entre el conocimiento y el mercado desde la cual el primero es subsumido por el segundo, es decir, el conocimiento adquiere las propiedades de las mercancías y se constituye así como un "mercado de las ideas" que es impulsado desde los ámbitos políticos, a través de las reformas legislativas a la educación y la implementación de sistemas de medición y control de las actividades de ciencia y tecnología.

Debe entenderse este movimiento de institucionalización como un esfuerzo final, de concepción liberal, hacia la modernización del Estado, iniciado en la década de los ochenta del siglo pasado. De hecho, como lo menciona Jiménez-Ocampo (2011), los trabajos y estudios sociales de los intelectuales en Colombia desde los últimos treinta años realizan la vigilancia y evangelización sobre la necesidad de completar el proyecto de modernización del Estado liberal; este conjunto de análisis se centra en lo que Jiménez-Ocampo denomina el rescate del Estado.

Como argumenta este autor, los estudios que desde las ciencias sociales se desarrollaron en la década de los ochenta del siglo pasado sobre la violencia y la guerra en Colombia, abordaron categorías que presentaron modelos analíticos sobre la "falta", "incapacidad", "derrumbamiento" o "dislocación" del Estado. Estas perspectivas se encuadran en la configuración del Estado liberal ideal, un Estado que en Colombia, según esos modelos, estaba aún en construcción.

Ya en la década de los noventa, como se verá a continuación, se produce una amplia gama de dispositivos diseñados para que la ciencia y la tecnología operen como pilares últimos en la modernización del Estado; así pues, la organización, administración y producción del conocimiento científico en Colombia fueron pensadas y diseñadas para completar dicho objetivo iniciado en las décadas anteriores. En consecuencia, se institucionalizaron y legitimaron parametrizaciones de la actividad científica colombiana desde matrices neoliberales, las cuales actuaron como prescripciones ante la precariedad de un Estado en guerra.

Uno de los enunciados discursivos que se desplegaron con mayor amplitud desde esa racionalidad política, fue el de la noción de desarrollo, aún no alcanzado, éste acompañado del progreso como ideal social. Esta referencia al anhelo de seguir un progreso igual al de otros países se basa en la creencia en un estado de "incompletitud" desde el cual se ubicarían todas las desventajas económicas y culturales frente a otros países que han alcanzado la "gloria" de sus tiempos. Para disminuir estas desventajas, el discurso político se enfocó en que era necesario, en primera medida, alcanzar el mismo desarrollo científico y tecnológico de los países industrializados, con lo cual, se disminuirían todas las brechas endógenas. Así, la responsabilidad de la "salvación" (o cuando menos la transformación) nacional se delegaba en gran parte en los científicos e investigadores, quienes debían aprender, adoptar y reproducir los conceptos, las técnicas y las metodologías de sus colegas de otros países, prácticas que, según los enunciados políticos, se encontraban en esas naciones en un estado más avanzado que el propio.

La idea, según la cual, la ciencia y la tecnología son algo así como la panacea para el "subdesarrollo" y la solución a la dependencia respecto a países de otras latitudes, se puede encontrar ya desde la exposición de motivos para la aprobación de la Ley 29 de 1990 realizada por los ministros de hacienda y crédito público y educación de aquel entonces. La subcomisión de la Cámara de Representantes que estudió dicha exposición avaló los conceptos que allí se presentaron.

La subcomisión estudió la exposición de motivos hecha por los señores ministros, y comparte las razones que los animan a presentar la propuesta. Ellas se pueden sintetizar en hacer de la ciencia y la tecnología no ya elementos aleatorios, sino factores estratégicos para el desarrollo del país en todos los campos (Cámara de Representantes, 1988: 4).

La ciencia como "factor estratégico del desarrollo en todos los campos" se fundamenta en el discurso del atraso generado por la dependencia no sólo económica, sino también cultural; en este sentido, la creencia se enfoca en que la ciencia y la tecnología no sólo nos sacarán del subdesarrollo, sino que también nos volverán más avanzados y menos dependientes culturalmente hablando:

Cuando se aborda la problemática económica, social y, aún cultural, del país, frecuentemente, y con sobrada razón, se señala, como uno de los signos de preocupación, el fenómeno de la dependencia [...].

Un país es dependiente económicamente cuando no puede prescindir del sector externo sin que su aparato productivo se vea comprometido a fondo. La dependencia económica, a su vez, es resultante de la dependencia tecnológica y una y otra están a la base de la dependencia cultural (Cámara de Representantes, 1988: 4-5).

La noción de atraso y el mito del progreso han sido una constante en el discurso político sobre la ciencia y la tecnología; el sentido de la ciencia desde la política se centra en la necesidad de alcanzar el progreso, vinculando los objetivos de la labor científica a la concepción desarrollista contemporánea. Esta perspectiva ha recorrido los enunciados de los debates para la formulación de políticas públicas para el fomento de la ciencia y la tecnología:

Los ponentes, compartimos íntegramente las razones de conveniencia expuestas en la exposición de motivos del proyecto de ley. Se trata de la necesidad de formular y establecer, desde el Estado, un marco normativo que le dé soporte a las políticas y estrategias para el desarrollo tecnológico y la investigación en Colombia, como un factor determinante para salir del atraso y articular la economía nacional en el contexto del mundo moderno [sic] (Cámara de Representantes, 2008: s/p).

En este entramado de enunciados políticos, se configura el conocimiento como instrumento especializado para la productividad y el alcance del progreso:

En las economías modernas, la única forma de lograr la competitividad global a largo plazo es que el conocimiento dinamice los factores productivos en formas relevantes para la generación de ingreso (valor agregado). Así se garantiza la viabilidad y rentabilidad de la estructura productiva, toda vez que la producción, transformación, adaptación, transmisión, e innovación del conocimiento produce excelentes dividendos. Con todo, las fallas del mercado contribuyen a que los niveles de inversión en CTI no sean los óptimos, problema que se observa con rigor en países como Colombia (Cámara de Representantes, 2008: s/p).

Más allá del fortalecimiento de la ciencia y la generación de conocimientos como contribución a la reducción de las brechas sociales, se gestiona una ciencia enfocada en los ideales del mercado, en otras palabras, se insta a una ontología economicista de la ciencia, en donde se entrecruzan los objetivos de la ciencia y del mercado con el propósito de llevar a cabo la transición investigación-productividad-progreso. Esta interrelación, mediada por el mercado, es el objetivo hacia el cual apuntan los instrumentos políticos diseñados para la gestión de la ciencia en Colombia; esto se hace explícito cuando en la ponencia para segundo debate de la Cámara de Representantes para la aprobación de la Ley 1286 se plantean, entre otros, los objetivos de establecer un marco legal para la conformación de una sociedad del conocimiento en el país, apoyado en una jerarquización de la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI), para el logro del desarrollo económico y social (Cámara de Representantes, 2008: s/p). La noción expresada de sociedad del conocimiento (la cual nunca se define explícitamente en los debates, tan sólo se entiende como el fin mismo de nuestra época3) remite a una jerarquización de los saberes y de la propia actividad científica, en donde se establecen como deseables y prioritarios aquellos conocimientos que tienen un impacto directo sobre el mercado capitalista. La idea que está detrás de este tipo de enunciados es que sin conocimiento no hay desarrollo:

Vivimos en una época en la que el conocimiento y sus múltiples aplicaciones se han convertido en elementos centrales del desarrollo de la sociedad. La ciencia, entendida como una forma de adquirir conocimientos orientados a comprender, explicar y transformar tanto al ser humano como al entorno que habita, ha dejado de ser una actividad de interés únicamente para los científicos.

La ciencia es un factor de crecimiento económico. Debidamente orientada, se traduce en desarrollo y bienestar para los pueblos (Colciencias, 1996: s/p).

¿Qué sucede entonces con las actividades de investigación que no están vinculadas directamente con los procesos de producción económica? ¿Qué sucede con las investigaciones sociales que tienen por objeto cualquier otra cosa menos fortalecer los vínculos entre las actividades humanas y el mito del progreso occidental? Desde la perspectiva expuesta, estas investigaciones no serían políticamente legítimas para ser consideradas como conocimiento científico, pero en el discurso se desplegó otro tipo de noción que igualmente redefiniría la actividad investigativa en sus objetivos, esta categoría asumida como un lugar común dentro de la ciencia es la innovación.

La noción de innovación-competitividad como eje de articulación con las dinámicas globales de liberalización económica

Esta noción cobró una fuerza importante en los objetivos misionales de Colciencias, al punto de que fue una prioridad que llevó a la institución a impulsar la competitividad del sector productivo como una actividad central, más que a promover y fortalecer la actividad científica4:

Se destaca un esfuerzo importante en el apoyo a proyectos de innovación y desarrollo empresarial [...]. En esta dinámica se refleja la importancia otorgada al ámbito de la innovación y desarrollo tecnológico en Colciencias. Expresiones de esta dinámica fueron: la apertura de la Subdirección de Innovación Tecnológica y Desarrollo Empresarial (1995), el fortalecimiento del componente de innovación en el Programa Colciencias-BID III etapa, la subscripción de convenios con el SENA, el IFI y el Fondo Nacional de Garantías, la aparición de nuevas modalidades de financiación como la cofinanciación y el capital de riesgo (Colciencias, 1998: 22-23).

Al igual que la noción binaria progreso-desarrollo, la centralidad de la innovación y el fomento empresarial sobre la actividad científica e investigativa por parte de la discursividad política, también ha estado presente a lo largo del periodo analizado. Así, por ejemplo, la matriz de productos y actividades de ciencia, tecnología e innovación presentada en el documento Conpes 3527 de 2008 presenta acciones concretas para el impulso de la innovación y de investigaciones en el sector productivo, pero no menciona acciones para el fomento de investigaciones ligadas a las ciencias sociales, las cuales también hacen parte del ámbito científico. Pero, más aún, se introduce la noción de innovación social para poner "a tono" las ciencias sociales con los conceptos-moda del momento, sin definir ni desarrollar lo que se enuncia, dejando vacíos en la propia concepción de lo que se dice:

La investigación en ciencias sociales y humanas tiene un papel vital en fomentar la capacidad de convivencia y lograr un consenso social lo suficientemente sólido para que se creen las bases de un nuevo pacto social. Para responder a los anteriores desafíos se requiere que la investigación se relacione con procesos de innovación social, orientados a desarrollar estructuras o arreglos institucionales mas eficientes y equitativos, así como marcos normativos que reflejen los cambios que se están introduciendo en aspectos tales como las nuevas formas que está tomando el papel del Estado y sus modos de acción en la sociedad colombiana. (Colciencias, 1996: s/p).

La "innovación social" ¿puede entenderse como un nivel primario o limitado de las transformaciones sociales?, ¿es una noción que no busca transgredir el statu quo? Si es así, entonces ¿el papel de las ciencias sociales se limita a legitimar lo establecido a partir de conocimientos que reproduzcan -"innovándolas"- las condiciones sociales existentes?5 En la elaboración de determinaciones y de indefiniciones sobre la ciencia realizada desde un lugar de enunciación no científico, se tiende a pasar por alto, en razón de la premura o el desconocimiento, conceptos que son centrales para las labores de investigación, lo cual es problemático y, más aún, cuando esas indefiniciones y determinaciones se establecen como un conjunto de normas y de signaturas de orden jurídico que establecen un marco (en el sentido de enmarcación, limitación) legal de acción6.

A partir de estas "enmarcaciones", las universidades y los centros de investigación son vinculados discursiva y pragmáticamente a prácticas que desbordan su rol como generadores de conocimientos en tanto bienes sociales, para cumplir con actividades adicionales proyectadas desde los parámetros empresariales de acción. Así sucedió, por ejemplo, con el discurso de la competitividad-innovación que fue inoculado a las universidades para que se desplegara dentro de sus actividades misionales:

Del SNCyT [Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología] se derivó en 1995 el Sistema Nacional de Innovación -SNI-, con el objeto de implementar una estrategia de desarrollo empresarial orientada a la generación de nuevos productos y procesos, a la adaptación tecnológica, a la capacitación avanzada de trabajadores y a la adopción de cambios en la cultura empresarial. Lo anterior, con el propósito de incrementar la productividad y competitividad de las empresas y del sector productivo nacional en su conjunto (Departamento Nacional de Planeación, 2000: 5, cursivas mías).

[El] principal objetivo [del Sistema Nacional de Innovación] es promover, facilitar, financiar y articular diferentes actividades del proceso innovador y de desarrollo tecnológico en el país. Hacen parte de él los actores y usuarios de la innovación; las redes de innovación para el aprendizaje; los programas estratégicos en áreas y sectores sociales o productivos; de infraestructura institucional para la investigación y la prestación de servicios tecnológicos y los instrumentos de financiamiento de la innovación (OCyT, 2004: 162, cursivas mías).

Estas dos citas se complementan y muestran cómo la innovación -término que se identifica plenamente con el favorecimiento del sector empresarial- está ligada a los procesos científicos (a través de "los actores de infraestructura institucional para la investigación"), en donde los miembros de universidades y centros de investigación deben articular sus actividades directa e indirectamente al incremento de la productividad y competitividad del sector productivo nacional. Pero no sólo eso, el Sistema Nacional de Innovación fue creado explícitamente para aprovechar la apertura económica, de modo que las universidades y centros de investigación debían apoyar y consolidar dicho movimiento en el sistema económico del país:

[...] un componente importante del Programa [para la Endogenización de la Ciencia y la Tecnología] estará orientado a desarrollar y consolidar un Sistema Nacional de Innovación, en el que se asegure una mayor relación entre universidades y centros de desarrollo tecnológico, por un lado, y las empresas del sector industrial y agrícola, por el otro. Estas actividades están encaminadas a apoyar la modernización del sector empresarial y a darle las herramientas necesarias para enfrentar la apertura económica y los mayores requerimientos de competitividad que dicho sector confronta (Colciencias, 1996: s/p).

Pero el acontecimiento definitivo de donde emergió irreversiblemente el entrecruzamiento del conocimiento científico y de la innovación como parámetro de legitimación fue la creación del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI), en el cual se selló y se normalizó -bajo el aval jurídico irreductible e incuestionable de la firma presidencial- el favorecimiento empresarial dentro de las actividades misionales de las universidades:

A partir de la vigencia de la presente Ley el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, al que se refiere el Decreto 585 de 1991, se denominará Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación -SNCTI- con el fin de integrar las actividades científicas, tecnológicas y de innovación bajo un marco donde empresas, Estado y academia interactúen en función de los fines de la presente ley (Congreso Nacional de la República, 2009, artículo 16).

Como puede verse, el SNCTI se establece como el conjunto de acciones encaminadas a instituir una ciencia y tecnología que generen riqueza y que favorezcan el desarrollo empresarial de la nación; es un sistema triestamentario en donde todos tienen prácticamente las mismas funciones que han sido establecidas desde un lugar de enunciación preeminentemente político, para perfilar las universidades y centros de investigación como instituciones de interés económico.

Las transformaciones en la manera de ejercer la actividad científica en Colombia se han pensado principalmente desde los debates políticos; los enunciados sobre la ciencia son más bien categorizaciones lanzadas dentro de un orden de verdad que implica lógicas más allá de las científicas, y la reproducción de un ethos capitalista. El discurso político sobre la ciencia ha acaparado la mayor parte de los debates públicos, éste se ha posicionado como el referente más importante desde el cual se puede pensar el quehacer científico.

El dominio conceptual de la gestión de la ciencia, como se ha visto, parte de la creencia en que emular el desarrollo del Norte mundial es el único camino posible para mejorar las condiciones sociales y económicas del país. Esta perspectiva ultradesarrollista obnubila el pensamiento crítico de los policy makers, de manera que se asumen conceptos y categorías de otras latitudes sin profundizar o interpelar su genealogía, su interés político y su sentido económico.

Esta falencia ha generado algunas ambigüedades en la normatividad, lo cual redunda en la transfiguración de las subjetividades científicas, en el sentido de que los investigadores tienen que afrontar o asumir nuevos retos financieros, técnicos y epistemológicos que desbordan su papel como generadores de conocimientos. De esta manera, el conocimiento, antes entendido como bien social, ahora es convertido en el eje articulador para el fortalecimiento de los designios privados, representados en los intereses industriales y empresariales.

La racionalidad económica del mercado capitalista se convierte en el curso rector de la ciencia; en los orígenes de la conceptualización que emerge del discurso político sobre la ciencia y la tecnología se especifica el interés hacia la construcción de un modelo de gestión y de administración del conocimiento ligado a los designios del neoliberalismo. Se refuerza, entonces, una episteme signada por el capitalismo cognitivo, que se fundamenta en la visión trascendental del hecho económico7. Pero es necesario decir que, tal como se pudo observar al seguir los rastros de los enunciados a lo largo del archivo, el capitalismo cognitivo no es el "telón de fondo" que explica las políticas de ciencia y tecnología, sino al contrario, son estas políticas las que explican y definen la conformación o configuración del capitalismo cognitivo en Colombia8.

Las tecnologías de administración del conocimiento como pragmática en la configuración del capitalismo cognitivo colombiano

A partir de la creación del SNCTI, mediante el Decreto 585 de 1991, se inicia en nuestro país una continua expedición de documentos normativos y, con éstos, la creación de entes, métodos y sistemas para regular, medir y evaluar la actividad científica; todo ello hace parte de las tecnologías de administración del conocimiento9, es decir, la institucionalización de una "tecnologización" jurídica y regulativa que influyó directamente en las actividades científicas, a partir de la implementación de sofisticados instrumentos y metodologías para su medición-evaluación, mediante la introducción o creación de conceptualizaciones10 en los discursos que definen y delimitan el trabajo cognitivo.

El germen de estas tecnologías puede ser ubicado en la clasificación del conocimiento, realizado con el fin de especializar las técnicas de control. La disección epistemológica del conocimiento se especifica con la creación de los once consejos nacionales de ciencia y tecnología11 como organismos que hacen parte integral del SNCTI; cada consejo está encargado de orientar y asesorar los lineamientos para la producción de conocimientos en áreas específicas del saber científico, articuladas en cada uno de los programas nacionales de ciencia y tecnología (Departamento Nacional de Planeación, 1994: s/p). En el 2010 se reglamentaron estos consejos, otorgando la responsabilidad de su creación a Colciencias, pero dentro de sus funciones generales se especificaron las de "dirigir, asesorar y coordinar las políticas, estrategias e instrumentos" de cada uno de los programas nacionales (Presidencia de la República 2010, artículo 1). Así, pues, se puede decir que toda la base pragmática desde la cual se empezó a configurar la forma actual del trabajo cognitivo-científico se encuentra en la clasificación del conocimiento realizada desde un lugar de enunciación política.12

Desde la formulación de la Ley 29 en 1990 hasta 1995, varios decretos fueron establecidos con el fin de establecer el andamiaje para la legitimación de los procesos y procedimientos de la producción de conocimientos científicos. Algunos de los aspectos sobresalientes de dichos discursos son los siguientes:

  1. Formas de asociación para la realización de actividades científicas y el desarrollo de proyectos de investigación (Presidencia de la República, 1991)
  2. Apoyos financieros para la formación de investigadores en el exterior (Ministerio de Gobierno, 1991a) Creación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y reorganización de Colciencias (Ministerio de Gobierno, 1991b)
  3. Modalidades de contratos para el fomento de la investigación científica (Ministerio de Gobierno, 1991c)
  4. Reestructuración del Instituto Colombiano para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología "Francisco José de Caldas", Colciencias (Presidencia de la República, 1994)

Paralelamente a esta formación discursiva, desarrollada para la legitimación de la producción de conocimientos, se estableció el SNCTI, cuya organización y objetivo fue centralizar la gestión de la ciencia en nuestro país:

1991 vio la creación propiamente dicha del Sistema con la promulgación del Decreto Ley 585: El Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología es un sistema abierto, no excluyente, del cual forman parte todos los programas, estrategias y actividades de ciencia y tecnología, independientemente de la institución pública o privada o de la persona que los desarrolle. La definición tiene varios elementos que merecen destacarse: es un sistema de actividades, no de instituciones; no son las instituciones tales o cuales o las personas fulana y mengana las que forman parte del sistema; no se requieren estatutos, ni carnés; se requiere hacer. Desde que exista una actividad de ciencia y tecnología se hace parte del Sistema; si se deja de actuar, se sale de él. No es un sistema burocrático, sino uno para organizar la acción. Es abierto y no excluyente. Nadie puede decir que cierto tipo de actividades de ciencia y tecnología son más deseables y por lo tanto deben estar en él, y que otras son indeseables y deben excluirse. Al mismo tiempo, se declaró la obligación del Estado de apoyar la ciencia y la tecnología independientemente de la institución pública o privada que las desarrolle, es decir, su obligación es apoyar el trabajo para conocer y entender nuestra naturaleza y nuestra sociedad, no sólo aquel que desarrollan sus empleados directos. Esto último quedó refrendado meses después en dos artículos de la nueva Constitución [...].

El SNCyT es dirigido por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, adscrito a la Presidencia de la República. De este Consejo hacen parte el Presidente, el Director del Departamento Nacional de Planeación -DNP-, cuatro ministros, cuatro rectores de universidades, dos investigadores, dos empresarios y un representante de las regiones. Su función es generar la política de ciencia y tecnología en toda la nación y coordinar los esfuerzos. Bajo este escenario se han planteado las políticas de financiación de la investigación que llevaron a un crecimiento en los recursos para dichas actividades a mediados de la década del noventa (OCyT, 2004: 15-16).

En los enunciados discursivos se dice de este Sistema que es "abierto e incluyente", pero en su misma descripción organizativa se establece claramente que es altamente centralizado, y que sí está conformado por instituciones, de manera que la descripción un tanto idílica que se presenta correspondiente a un "sistema de acciones" es tan sólo una definición propagandística antes que una realidad concreta.

A partir de allí, se acoplaron técnicas y tecnologías encaminadas a la medición y evaluación de la producción científica, sin embargo, dicha valoración fue pensada simplemente como un mecanismo para regular el trabajo cognitivo y para el control de la producción científica, mas no como un procedimiento que diera cuenta de los aspectos susceptibles de mejoramiento. En este sentido, una de las tecnologías que se desarrolló durante la década de los noventa fue la cienciometría, como dispositivo de jerarquización que se desplegó rápidamente en todas las actividades de investigación, y se posicionó como la forma privilegiada y legítima de evaluación científica. La introducción de los parámetros cienciométricos y bibliométricos a las actividades propias del trabajo científico se evidencia en una de las recomendaciones realizadas por la llamada Misión de Sabios en su informe:

Evaluar el desarrollo científico. Con el fin de medir el adelanto del país en este campo e identificar los principales problemas pendientes, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología establecerá un sistema permanente de evaluación con base en indicadores de productividad, calidad e impacto. Este sistema de indicadores comprende los de insumos y de resultados e incluirá, entre otros, el número de investigadores colombianos, de publicaciones científicas, de citas bibliográficas, de patentes y de tesis exitosamente terminadas (Colciencias, 1996: s/p).

Pocos años después se institucionalizó la cienciometría, establecida como la misión del Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología (OCyT)13; así se planteó en sus estatutos aprobados en 1999:

El Observatorio tiene como misión fortalecer el capital social de la investigación y el desarrollo científico y tecnológico del país, mediante la producción de información e indicadores; contribuir al conocimiento cuantitativo y cualitativo del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología mediante su representación ponderada; y apoyar los procesos estratégicos de planificación y toma de decisiones a través de una interpretación integral de la dinámica de la ciencia y la tecnología en el país y de su posicionamiento a nivel regional y mundial (OCyT, 2009: artículo 4).

Para complementar y especializar esta actividad cienciométrica, institucionalizada misionalmente y normalizada como una de las políticas públicas encaminadas al desarrollo de la ciencia y la tecnología, se implementó también la bibliometría como estrategia explícita para la orientación de las políticas sobre ciencia:

La cantidad y la calidad de la producción científica de un país pueden analizarse por medio de indicadores bibliométricos, útiles para orientar las decisiones en el campo de la política científica. Estos indicadores se construyen a partir de información contenida en bases de datos bibliográficas o servicios de indexación y resumen -SIRES- (OCyT, 2005: 137).

Los funcionarios de las entidades y organismos para la gestión de la ciencia se basan en la estadística como estrategia que permite hacer mediciones cienciométricas y bibliométricas. Sus mediciones se basan en la formulación de indicadores estadísticos que miden las fluctuaciones de los resultados de investigación en cuanto a cantidad, como productos científicos. Lo que hace, en últimas, la cienciometría es suscitar que la evaluación de los procesos científicos quede reducida a la cuantificación de los resultados, entendidos éstos como productos del saber científico14.

Estas estrategias estadísticas se enfocan en la medición de los productos científicos, invisibilizando las trayectorias metodológicas, lo cual genera una jerarquización de centros e instituciones de investigación a partir de la cuantificación de sus producciones. La desventaja de este sistema no se ubica tanto en el hecho de llevar el registro y contabilizar la cantidad de productos científicos, sino en lo que esto desemboca: en la jerarquización (científica, social y económica) de centros, instituciones y de investigadores, a partir de su visibilidad en los sistemas de indexación.

La visibilidad de una comunicación científica puede asimilarse a la dimensión y prestigio del conjunto de estructuras sociales que se movilizan para dar cuenta de ésta; en otras palabras, la visibilidad puede entenderse como el conjunto de organizaciones reconocidas socialmente donde circula un artículo científico. Para construir indicadores de circulación de los artículos identificados por sus referencias en las bases de CvLAC y GrupLAC, utilizamos la información de revistas integradas en las bases de veintiún SIRES que han sido empleados en el proceso de asignación de puntajes salariales de investigadores asociados con instituciones públicas en el país, calificando los artículos según el grado de circulación de las revistas donde han sido publicados. Este grado de circulación de las revistas (y por extensión, de los artículos) se entiende aquí como el número de SIRES donde han sido integradas (OCyT, 2005: 122).

La búsqueda de la visibilidad de la producción científica se basa en la inclusión de los artículos en las revistas, este indicador termina por convertirse en el fin de una investigación, y no en un valor agregado, lo cual genera transformaciones en las prácticas de los investigadores que hacen juego a la lógica de visibilización del sistema. La escritura de un artículo se convierte, entonces, en el fin de las investigaciones, pues el sistema no estimula ni evalúa trayectorias, sólo productividad, y su posicionamiento en el mercado de las publicaciones.

Al mismo tiempo, se prescribió una tendencia a la homogeneización de las prácticas docentes, científicas e investigativas, basada en la instauración de un "deber ser" ideal para un mejoramiento de la calidad y mayor pertinencia de dichas prácticas. Es el caso del Sistema de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (SACES)15, en donde se despliega una tendencia a la homogenización de procedimientos. Por otro lado, los sistemas de medición y clasificación de los grupos de investigación que realiza Colciencias desde 1991 a través de convocatorias abiertas refuerza la jerarquiza-ción de dichos grupos, teniendo como base su cercanía o lejanía a los productos ideales definidos por el propio Colciencias16. Durante los primeros años esta clasificación operó como un dispositivo de jerarquización y visibilización de los grupos de investigación, pero durante los años posteriores se estableció también como un tipo de certificación que permite a los investigadores acceder a los apoyos financieros otorgados por el Estado, lo cual genera el círculo productividad-financiación-productividad: se puede acceder a los recursos sólo si se cumplen con los estándares de producción, pero es difícil cumplir con dichos estándares sin recursos.

Para reforzar la jerarquización de los grupos de investigación, se normalizaron sus clasificaciones17 de acuerdo con su productividad, a partir de un sistema automático, es decir, a partir de un índice de medición por deciles; este sistema de clasificación privilegia la publicación de artículos para la obtención de puntos, y así ascender en la clasificación18. La consecuencia fue que, por un lado, el trabajo cognitivo adquirió una teleología de producción-publicación como estrategia capitalista en la generación de conocimientos; por otro, los grupos y centros de investigación entraron en el panorama político-administrativo de la nación, a partir de los recursos asignados a su fomento o consolidación: "Con el fin de darle una mayor capacidad operativa y estabilidad económica a los centros de investigación, se utilizarán los incentivos tributarios existentes para fomentar la constitución de fondos de capital de dichos institutos (endowments)" (Departamento Nacional de Planeación, 1994: s/p). Sin embargo, como parte del acceso a los recursos, Colciencias se atribuye el poder de dar reconocimiento (visibilidad y legitimidad) a los grupos y centros de investigación; sin el reconocimiento otorgado por Colciencias, los grupos no pueden acceder a la financiación estatal (Resolución 0084 del 2001).

La jerarquización de grupos y centros como punto de partida para la administración de los recursos por parte del Estado abarca no sólo las signaturas sobre los sujetos, sino también sobre sus actividades, representadas en los proyectos de investigación legítimos; esto podría considerarse como el andamiaje conceptual de la financiación estatal:

Los proyectos de investigación se relacionan con la generación de conocimiento, si al ser realizados se obtiene un conocimiento sobre al menos un aspecto de la temática tratada, que llegue más allá del que hubiera podido adquirirse en un principio en la bibliografía especializada o en el saber colectivo de los especialistas en el tema. Por adaptación de conocimiento se entiende la aplicación o utilización de conocimiento universal a problemas particulares contemplados por el proyecto, en una forma que no haya sido hecha antes para ese tipo de problemas e involucre la resolución de incertidumbres que requieren un esfuerzo superior al que puede brindar la consulta de la literatura especializada o el trabajo normal de especialistas en el área en ausencia de un proyecto de envergadura similar o superior al planteado (CNCyT, Acuerdo 05 del 2002: artículo 1).

Las tecnologías de administración del conocimiento (cienciometría, bibliometría, modelos de clasificación, sistemas de gestión, control y evaluación) implementadas desde lugares de enunciación concretos (organismos y entidades gubernamentales) actuaron como instrumentos explícitos para la delimitación del conocimiento científico que se consideraría legítimo, deseable y valioso. Así, una de las conclusiones que se derivan es que las fronteras del saber científico fueron decretadas desde el discurso político, es decir, la generación de conocimientos se estableció y normalizó a partir de criterios propios de las intenciones, mitos, deseos y perspectivas de quienes hacen política bajo perspectivas economicistas, y no de quienes hacen ciencia. En síntesis, la recombinación (Berardi, 2003) de los discursos con las tecnologías de la administración de conocimientos constituyeron la pragmática desde la cual el capitalismo cognitivo se configuró en Colombia de manera singular, pero como parte del movimiento global en el cual el conocimiento y los saberes científicos fueron cooptados por la narrativa del mercado capitalista para la modernización del Estado liberal.

A manera de conclusión: la producción de conocimientos científicos como un problema de legitimación-visibilización

Como expuse a lo largo de este artículo, el problema de la producción de conocimientos científicos en Colombia deriva de un asunto político, en el cual la tensión se ha centrado -en las últimas dos décadas- en la institucionalización de un tipo de procedimientos y mecanismos para la generación, administración, medición y evaluación de conocimientos científicos. Esto condujo a legitimar y visibilizar ciertos saberes sobre otros, de manera que las ciencias se estructuraron como un campo que da respuesta a los intereses económicos expresados desde los ámbitos gubernamentales.

El interés central, como se ha visto, estaba puesto en que la ciencia debía ser un pilar para la modernización del Estado, esto como recurso último para alcanzar el ideal liberal iniciado décadas atrás. Es así como se legitimó un tipo de investigación científica (vinculada a la noción de innovación), de conocimiento (para el desarrollo) y de medición de resultados (cienciométricos) que encontraron su posibilidad de existencia gracias a la apropiación de determinados discursos que promulgaban la instauración de un mercado trasnacional como desarrollo ulterior y acabado del Estado en los regímenes democráticos liberales.

Como recurso central se planteó el mecanismo legitimidad-visibilidad como entrada a una analítica de las prácticas de regulación y producción de conocimiento científico, que permitió al tiempo llevar a repolitizar los modos de construcción de tales acuerdos sobre los cuales se edifica el "conocimiento socialmente relevante".

Así pues, el interés de este artículo se centró en hacer un recorrido por la pragmática de la ciencia, en donde se configuró un campo en el cual los científicos e investigadores deben centrar sus prácticas en la difusión de productos bajo ciertos parámetros de estandarización cuantitativa. En ese sentido, los sujetos científicos, para legitimarse como tales, deben entrar en el juego de los dispositivos dispuestos desde el orden gubernamental, y demostrar pública y privadamente que la ciencia y los conocimientos que generan efectivamente corresponden y dan respuesta a los procedimientos y objetivos instaurados.

El problema de la legitimidad-visibilidad de cierto tipo de conocimientos ha sido el epicentro de los discursos que dan orden (en ambos sentidos del término) al campo científico, con ello, se desarrolló una suerte de vaciamiento epistemológico en la producción del conocimiento, en donde el establecimiento de unas áreas y disciplinas como más deseables e importantes que otras, se considera natural expresión de un único modo de producción, reconocido como legítimo, y, por tanto, de formas monadológicas de visibilización (leáse cienciometría19).

Notas

1 Entiendo el ámbito político como el conjunto de prácticas (acciones y discursos) conducentes a la movilización de sujetos, grupos o colectivos sociales para la transfiguración o conservación de las condiciones de existencia o de relaciones que son de su propia afectación; esta movilización puede acontecer dentro del campo estatal o fuera de éste; en ese sentido el ámbito político no se refiere necesariamente a las prácticas de Estado.

2 Sobre este punto volveré más adelante, en el siguiente apartado.

3"Es claro que las actuaciones políticas parten del reconocimiento que la sociedad en su conjunto y sus líderes le hacen a los temas que consideran cruciales. En este sentido la política aquí expuesta se erige como pilar para potenciar a Colombia como una 'sociedad del conocimiento', y así poder capitalizar los recursos institucionales, intelectuales y naturales que posee para solucionar sus problemas. [...] El desarrollo de una sociedad del conocimiento implica un cambio cualitativo en el uso y aplicación de la información para la generación de nuevos conocimientos, el cual debe estar basado en la educación y el aprendizaje. La generación de conocimiento y sus múltiples aplicaciones son elementos centrales para el desarrollo económico y social de las sociedades contemporáneas y son básicos para responder a los requerimientos y necesidades de la sociedad" (Colciencias, 2008a: 3, 7).

4 En el periodo comprendido entre 1994 y 1997, la inversión total de Colciencias en ciencia y tecnología concentraba 28 % en proyectos de innovación y desarrollo tecnológico, 25 % en proyectos de investigación en ciencia y tecnología, 17 % en recursos humanos, 7 % en divulgación, comunicación y popularización de la ciencia, 6 % en administración del sistema, 6 % en proyectos de sistemas de información, 6 % en centros de desarrollo tecnológico y 2 % en apoyo a la comunidad científica regional. Del total de inversión en proyectos de innovación, el 68 % fue destinado a empresas y centros tecnológicos, el 26 % a centros de investigación no universitarios, el 7 % a universidades públicas y el 2 % a universidades privadas (Colciencias, 1998: 24, 28).

5 La asimilación y reproducción de estas indefiniciones por parte de los propios científicos pone en evidencia la ausencia de posturas críticas y de reflexividad frente a los conceptos elaborados en otras latitudes, los cuales se asumen como elementos de verdad que deben guiar la actividad científica. Esta irreflexividad y repetición de nociones sin contenido aparece en las acciones y discursos de los científicos, por ejemplo, paradójicamente, esta idea de innovación social fue repetida textualmente sin referencia alguna catorce años después en el discurso de entrega del premio al mérito científico (Posada, 2000).

6 En el Acuerdo 9 del 2006 del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología se establece la adopción de las definiciones de innovación, proyecto de innovación y proyectos de investigación científica y tecnológica de los manuales de Oslo (2005) y Frascatti (2002), documentos que surgieron a partir de las condiciones y necesidades del fomento científico para Europa (artículo 1° del Acuerdo 9 del 2006).

7 "Para Tarde, todo en la economía moderna está marcado con el sello de la trascendencia y lo sagrado. Como se preguntaba Nietzsche a propósito de la ciencia: '¿Por qué, nosotros también, somos piadosos todavía?'" (Latour y Lépinay, 2009: 108).

8 Aquí debo decir que mi concepción del capitalismo cognitivo como telón de fondo explicativo de los procesos de configuración de la ciencia fue uno de los puntos de inicio en el análisis del campo científico en Colombia. Sin embargo, gracias a los comentarios y conversaciones con mi tutor de tesis, Sandro Jiménez-Ocampo, esta perspectiva era insuficiente para explicar las prácticas científicas y en todo caso daba por hecho una noción foránea que era entendida como una verdad incuestionable o por lo menos legítima y que en ese caso no era necesario cuestionarla, escudriñarla. Sólo con el ejercicio de análisis del archivo pude encontrar y entender la dinámica concreta que se desplegó en Colombia desde 1990 para hacer converger los objetivos de la producción de conocimientos con las necesidades y patrones de la producción económica. Fue allí donde pude concluir que el capitalismo cognitivo es producto de esa episteme construida y no una "cosa dada" que enmarca y explica por sí misma los ámbitos del saber científico.

9 El concepto de tecnologías de la administración es utilizado por Sandro Jiménez-Ocampo (2011) para hacer referencia a las acciones, mecanismos y procedimientos diseñados, desde un ámbito de poder específico, para el control y gestión de situaciones sociales y de las actuaciones de los sujetos que hacen parte de éstas.

10 Aquí se entienden las conceptualizaciones en el sentido que Foucault da a la formación de conceptos, es decir, las relaciones que se encuentran en los discursos sobre la producción de conocimientos, lo cual constituye una red de enunciados hecha anónimamente en la definición y explicitación de los quehaceres (artísticos, políticos, científicos, etcétera) de una época. En palabras de Foucault, "se trata de fijar así cómo pueden los elementos recurrentes de los enunciados reaparecer, disociarse, recomponerse, ganar en extensión o en determinación, volver a ser tomados en el interior de nuevas estructuras lógicas, adquirir en desquite nuevos contenidos semánticos, constituir entre ellos organizaciones parciales. Estos esquemas permiten describir, no las leyes de construcción interna de los conceptos, no su génesis progresiva e individual en el espíritu de un hombre, sino su dispersión anónima a través de textos, libros y obras" (2007: 98).

11 En cada uno de los consejos "participan el ministro del ramo e investigadores y empresarios. Bajo su dirección se trazaron los planes estratégicos de los once programas. El primero de estos ejercicios tuvo lugar entre 1992 y 1993 dando origen a una colección de once libros que fueron distribuidos a las bibliotecas de todas las universidades del país. El segundo se realizó entre 1998 y 20004" (OCyT, 2004: 16).

12 Estas clasificaciones se complementan con otras más especializadas que tienen efectos directos sobre las actividades de investigación en cada área del conocimiento. Así, por ejemplo, la clasificación del conocimiento de las ciencias sociales y humanas según la Unesco se compone de 14 disciplinas que a su vez se dividen en 102 subdisciplinas (OCyT, 2005: 264 y ss.).

13 El OCyT se ha encargado de realizar las mediciones correspondientes a la producción científica en nuestro país, con el fin de "contribuir a la homogeneización y normalización de la información generada por entes nacionales e internacionales, productores de información primaria en los campos de la investigación científica y tecnológica" (OCyT, 2009: artículo 6, numera l 9).

14 Para el OCyT, los productos científicos están representados en "los artículos completos, artículos cortos, libros resultado de investigación, libros publicados, capítulos de libro, software, pilotos, proyectos, prototipos, normas, diseños industriales, tesis de maestría y doctorado" (OCyT, 2005: 62).

15 Para un análisis riguroso del SACES, véase: Gómez y Celis (2009).

16 Es importante señalar que el primer modelo formal de clasificación se diseñó en 1998, y de allí en adelante se han establecido cambios; tal vez el más significativo fue introducido en el 2000, consistente en reemplazar a los pares evaluadores para la selección y clasificación de los grupos, por un sistema automático basado en un índice de medición por deciles (Colciencias, 2008b: 7).

17 "El nuevo escalafón de grupos colombianos de investigación en ciencia, tecnología e innovación consta de cinco categorías: A1, A, B, C y D. Un grupo solamente puede acceder a una categoría si cumple con la definición de grupo" (Colciencias, 2008b: 26).

18 "Se identifica el grupo de investigación como el núcleo o unidad básica del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología para la generación de conocimiento a través de la investigación. A partir de 1996 se ha desarrollado una política de apoyo especial y continuo a estas unidades de investigación. Esta política contempla el desarrollo de estrategias para promover el fortalecimiento y consolidación de los grupos de investigación que operan en el país, así como la creación de nuevos grupos. Colciencias comenzó a hacer convocatorias de grupos y centros en 1991 y realizó cinco de ellas en la última década del siglo pasado con el propósito de identificar los grupos de investigación que trabajaban en el país y en algunas de ellas otorgó estímulos económicos para su fortalecimiento. Cada una se constituyó en un avance hacia el conocimiento de la actividad y de los resultados de los grupos y centros de investigación del país. En el año 1996 se realizó la segunda convocatoria a grupos y centros de investigación con el propósito de otorgar estímulos económicos para su fortalecimiento. En esta ocasión fueron apoyados 30 grupos y 27 centros de investigación. En el año 1997 se presentaron 173 grupos de investigación, de los cuales se apoyó a 33 y se presentaron 69 centros de investigación de los cuales se apoyó a 14. En 1998 se escalafonaron 736 grupos de investigación y 102 centros de investigación" (Colciencias, 2008b: 6-7).

19 La cienciometría es aquella estrategia estadística que busca cuantificar los resultados de las investigaciones sistematizándolos a través de una "productividad tangible", registrada en artículos, libros, patentes, etcétera. "En este sentido, los diversos sistemas de clasificación y medición que emplea la cienciometría tienen como objetivo principal definir cuáles países son científica y tecnológicamente competitivos y cuáles no" (Guzmán, 2009: 54).


Referencias bibliográficas

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  28. CONSEJO Nacional de Ciencia y Tecnología, 2002, Acuerdo No. 5 de 2002, "Por el cual se adoptan unas definiciones".
  29. ________, 2006, Acuerdo No. 9 de 2006, "Por el cual se adoptan definiciones, criterios y procedimientos para la calificación de los proyectos como de carácter científico, tecnológico o de innovación, para los efectos previstos en el artículo 158-1 del estatuto Tributario".
  30. DEPARTAMENTO Nacional de Planeación (DNP), 1994, "Documento Conpes 2739, Política Nacional de Ciencia y Tecnología 1994-1998".
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  36. OBSERVATORIO Colombiano de Ciencia y Tecnología (OCyT), 2009, "Estatutos".
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  39. ________, 2010, "Decreto 2610 de 2010. Por el cual se reglamentan los Consejos de los Programas Nacionales, a los que se refiere el artículo 7 de la ley 1286 de 2009 sobre Ciencia, Tecnología e Innovación", en: Diario Oficial, No. 46.340, 19 de julio.
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Mecanismos de poder en el trabajo informacional: la disciplina y el control en los procesos productivos de software*

Mecanismos de poder no trabalho informacional: a disciplina e o controle nos processos de produção de software

Authority mechanisms on informational jobs: discipline and control in software production processes

Guillermina Yansen**
Lucila Dughera***
Nahuel Mura****
Mariano Zukerfeld*****


* El presente trabajo es parte de la investigación en curso "Aproximaciones al sector información: los procesos productivos de software en la ciudad de Buenos Aires", Proyecto de Reconocimiento Institucional, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (UBA).

** Licenciada en Sociología (UBA); Docente de la misma Universidad. Investigadora en formación, miembro del Equipo de Estudios sobre Tecnología, Capitalismo y Sociedad, Centro CTS, Buenos Aires (Argentina). E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

*** Licenciada en Sociología (UBA); Doctoranda en Ciencias Sociales en Flacso (Argentina). Docente Facultad de Ciencias Sociales-UBA. Miembro del Equipo de Estudios sobre Tecnología, Capitalismo y Sociedad, Centro CTS, Buenos Aires (Argentina). E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

**** Estudiante de la carrera de Sociología (UBA); investigador en formación. Miembro del Equipo de Estudios sobre Tecnología, Capitalismo y Sociedad, Centro CTS, Buenos Aires (Argentina). E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

***** Licenciado en Sociología de la UBA; Magíster en Ciencia Política y Sociología y Doctor en Ciencias Sociales, Flacso (Argentina). Investigador Conicet; profesor de Maestría en Flacso (Argentina) y en la UBA. Miembro del Equipo de Estudios sobre Tecnología, Capitalismo y Sociedad, Centro CTS, Buenos Aires (Argentina). E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.


Resumen

Este trabajo busca realizar un aporte a la caracterización de los mecanismos de poder que se despliegan en los procesos productivos de software. Metodológicamente, descansa en veinticuatro entrevistas en profundidad realizadas a trabajadores informáticos de la Ciudad de Buenos Aires. La heterogeneidad de los procesos productivos analizados lleva a sugerir que si bien el control ejerce un rol novedoso y relevante en casi todos éstos, la disciplina no desaparece, y se anuda con el primer mecanismo, en combinaciones variables, dependiendo del proceso observado.

Palabras clave: control, disciplina, procesos productivos, software, trabajo informacional, capitalismo.

Resumo

Este trabalho pretende fazer um aporte empiricamente fundamentado no que diz respeito à caracterização dos mecanismos de poder que são implantados nos processos de produção de software. Metodologicamente o texto baseia-se em 24 entrevistas em profundidade realizadas com trabalhadores de TI na cidade de Buenos Aires. A heterogeneidade dos processos produtivos analisados conduz ao raciocínio de que, enquanto o controle tiver um novo e importante papel em quase todas estas indústrias, a disciplina permanecerá, e estará ligada com o primeiro mecanismo, em combinações variadas, dependendo do processo observado.

Palavras-chave: controle, disciplina, processos de produção, software, trabalho em informática, capitalismo.

Abstract

Grounded in a empirical fact, this paper aims to contribute to the featuring of authority mechanisms that are deployed in software production processes. Methodologically, it rests in twenty-four in-depth interviews with IT workers, from the city of Buenos Aires. The heterogeneity of the production processes here analyzed, suggest that while control accomplishes a new and important role, in many cases the discipline remains, and it creates relations with the first mechanism, in varying combinations, depending on the observed process.

Key words: control, discipline, production processes, software, informational jobs, capitalism.


La llegada del capitalismo informacional (Castells, 2006) está asociada, naturalmente, con mutaciones en la estructura sectorial y ocupacional de los procesos productivos, con el nacimiento de un nuevo sector y un nuevo tipo de trabajo (Zukerfeld, 2012). Aquí nos referiremos al sector información como aquel compuesto por el conjunto de unidades productivas cuyo output principal son bienes informacionales primarios, los cuales están hechos puramente de información digital (música, textos, datos y, ciertamente, software). Algunos ejemplos son los estudios de grabación de música, las consultoras, los call centers, las microempresas dedicadas al diseño gráfico, las firmas abocadas al diseño industrial y las empresas de software (pero también las unidades productivas no mercantiles, como las redes que elaboran software libre), entre otras. En tanto, aludiremos a la categoría de trabajo informacional para referir a las tareas productivas de aquellos individuos que utilizan como principal medio de trabajo un bien informacional secundario, aquellos que procesan, transmiten o almacenan información digital (como computadores personales, smartphones u otras tecnologías digitales), y que obtienen como producto un bien informacional primario. Diseñadores gráficos, data entry, músicos, periodistas y, obviamente, programadores, representan ejemplos de este tipo de trabajadores. Por supuesto, creemos que el trabajo informacional y el sector información tienen una fisonomía propia. Cabe entonces preguntarse ¿cuáles son los mecanismos de poder que operan en este sector y tipo de trabajo? ¿Se expresa en éstos el fin de las rigideces disciplinarias del sector industrial y la llegada de modalidades más laxas, asociadas con la gestión por resultados, la libertad del proceso, el gesto descontracturado, en fin, con el control deleuziano? ¿O se produce una combinación variable de esos mecanismos? ¿En qué casos predominan uno u otro? ¿Qué formas adopta su combinación?

Naturalmente, en este artículo no podemos discutir esa relación para todo tipo de trabajo informacional. Sin embargo, debe tenerse presente que cuando avancemos en nuestro estudio de caso, estaremos concibiéndolo como una pieza del puzle del trabajo informacional y el sector información, y no como una curiosa isla del archipiélago del sector servicios o de la industria. Así, intentaremos mostrar que, para el caso de los procesos productivos de software, su heterogeneidad no permite plantear la existencia unívoca de ninguno de estos mecanismos, de manera que ambos se combinan de forma variable según el tipo de proceso productivo del que se trate. Ahora bien, para discutir la presencia de los mecanismos de poder, hemos de definirlos de manera operacional. Eso intentamos en la siguiente sección.

No obstante, antes de ingresar en ésta, conviene aclarar algunas fronteras que el presente texto no pretende cruzar. En primer lugar, aquí no nos interesa caracterizar los procesos productivos de software ex toto, sino sólo hacer un aporte modesto a un aspecto puntual de éstos: los mecanismos de poder. Ofrecer una perspectiva general es una tarea que, si se realiza con más seriedad y apoyatura empírica que megalomanía teórica, es digna de un libro y no de un breve ensayo como el presente. Distinguir las diversas vías para la adquisición de técnicas de los trabajadores, las relaciones de género, el vínculo con las políticas públicas, la situación ante la propiedad intelectual, la modalidad que adopta el sindicalismo y, de manera central, la enorme heterogeneidad de los procesos productivos de software y los rasgos del capitalismo informacional son labores necesarias (y razonablemente independientes del presente trabajo) si se quiere componer un cuadro general de los procesos productivos de software1.

En segundo lugar, conviene enfatizar que aquí no buscamos caracterizar las nociones de sociedad disciplinaria y sociedad de control, ni inscribir los devenires de los productores de software en alguna de éstas. Por el contrario, tratamos de situarlos en el marco de la noción de trabajo informacional2. De hecho, el lector habrá notado que utilizamos la noción de capitalismo informacional para caracterizar la presente etapa, y no las que emanan de la tradición posestructuralista. Sólo tomamos algunos aspectos asociados con tales conceptos (que no buscan necesariamente reflejar las posiciones originales de los autores) para construir herramientas prácticas, instrumentos para dialogar con trabajos de campo: las nociones, operativas y micro, de disciplina y control.

Mecanismos de poder: definición y operacionalización de la disciplina y el control

Para aproximarnos a los mecanismos que aquí nos interesan, tomamos una perspectiva foucaultiana, asumiendo que no existe un único procedimiento, dispositivo o mecanismo para ejercer el poder3. En este sentido, nos interesa definir en términos operativos las mentadas nociones de disciplina y control4.

Entenderemos por disciplina el mecanismo de poder que históricamente ha caracterizado a las sociedades del capitalismo industrial, consistente en "un conjunto de métodos que imponen una relación de docilidad-utilidad mediante la surveillance (supervisión, vigilancia, dominación) minuciosa de las operaciones del cuerpo, permitiendo que cada individuo pueda ser observado, calificado y manipulado" (Morayta et ál., 2008: 4). Este mecanismo, pues, apunta a encauzar, individualizando y atomizando hasta el máximo de fragmentación posible, el conjunto del cuerpo social, y lo hace fundamentalmente a través de la vigilancia sobre el cuerpo.

Podemos decir que se aplica, ante todo, en dos dimensiones: el tiempo, descomponiendo las operaciones del cuerpo y eliminando todos los periodos muertos; y el espacio, suponiendo entonces un ámbito arquitectónico determinado en donde el cuerpo (y sus tiempos) pueda ser observado y manipulado. El espacio paradigmático diseñado para la aplicación de la disciplina es el panóptico de Bentham (Foucault, 2008), el cual no sólo hace efectiva la vigilancia, sino que favorece su introyección. Así, aunque la vigilancia pueda ejercerse de manera discontinua, es percibida como si fuera permanente. De esta manera, las sociedades disciplinarias se caracterizan por el pasaje discontinuo entre diferentes espacios de encierro como la familia, escuela, la cárcel, etcétera (Foucault, 1992; Deleuze, 1995).

Utilizaremos el término control para referir a un mecanismo de poder asociado con las sociedades posindustriales, posdisciplinarias, posmodernas; el capitalismo informacional, según nuestro marco teórico. A diferencia de la disciplina, el control puede ser definido como un conjunto de métodos basados en "regular la diferencia, con el objetivo de capturar el potencial de lo múltiple y ponerlo al servicio del orden vigente" (Morayta et ál., 2008: 6). Si la disciplina se aplica al cuerpo y, por ende, al individuo, el control se aplica fundamentalmente a cuerpos sociales más extensos: poblaciones en Foucault (1993), espacios abiertos en Deleuze (1995). Los mecanismos de control pueden caracterizarse como "globales" (Foucault, 1993), en tanto son aplicados a individuos en movimiento y, en consecuencia, no resultan reductibles a un espacio y tiempo unívocos. De otra forma, si la disciplina tiene por objetivo uniformizar, el control apunta a capturar el potencial de lo múltiple, relajando la vigilancia sobre las operaciones del cuerpo y los procedimientos, focalizándose en cambio en los resultados. Por ello es que aparenta dar mayor libertad: se basa en dejar que las cosas y las gentes hagan y pasen (Foucault, 2006 [1977-1978]). A su vez, el control se caracteriza por el dinamismo propio de sus métodos, fijando el objetivo en un cierto estándar de productividad o desempeño esperado para cada situación específica. Utilizando como herramientas prototípicas la estadística, las probabilidades, el estudio de casos y el registro digital, las cifras sólo tienen una función valorativa o predictiva. Así, los sistemas de claves y códigos (Deleuze, 1995) desempeñan la función de configurar los distintos niveles de acceso a estos individuos en movimiento. Podemos pensar, entonces, que su campo de aplicación no es directamente el cuerpo, sino que potencialmente lo excede, avanzando sobre la atención o las capacidades cognitivas humanas (Lazzarato, 2006).

Dicho esto, para pasar al análisis del material empírico debemos precisar la diversidad de procesos productivos de software que hemos encontrado (Segura et ál., 2011). Esquemáticamente, distinguimos en primer lugar los procesos de producción laborales de aquellos que ocurren en el tiempo de ocio (por ejemplo, algunas formas de producción de software libre). Luego, dentro de la producción laboral, diferenciamos aquellos con fines mercantiles de los que no lo son. Entre estos últimos tenemos la producción académica, la de las ONG y, más importante, la que ocurre en el Estado, en sus múltiples niveles. La producción de software puede darse en empresas que comercian centralmente otros bienes y servicios (resultando en software in house) o, decisivamente, en firmas que se lucran con el software, específicamente. Esta última categoría es la más heterogénea. Allí cabe distinguir con base en dos criterios: según dónde y cómo se toman las decisiones (autónomas o heterónomas), y según el tamaño del proceso productivo (micro, pequeños, medianos, grandes). Por supuesto, esta breve taxonomía sólo busca permitir la comprensión del material empírico que se analiza más abajo.

Finalmente, señalemos que los ejes que a continuación discutimos -y que estructuran las secciones restantes de este trabajo- son: i) el tiempo, observando el grado de flexibilidad horaria en la jornada laboral y de libertad dentro de ésta; ii) el nivel de pautación de tareas, atendiendo al grado de autonomía o heteronomía de los trabajadores en sus quehaceres diarios; iii) los métodos de evaluación aplicados; iv) el espacio arquitectónico en el que se desarrollan las actividades; y v) la vestimenta y apariencia de los productores de software. Por supuesto, estos ejes no pretenden ser exhaustivos. Por el contrario, procuran conformar una primera aproximación al campo incorporando aquellos elementos que creemos más relevantes.

El Tiempo: grado de flexibilidad de la jornada laboral y utilización del tiempo en su interior

Una primera pregunta relativa al tiempo indagó sobre el cumplimiento o no de un horario fijo. Las respuestas fueron por lo general uniformes. Casi todos los entrevistados poseen un horario fijo, pero no lo cumplen de manera estricta. Esto, de hecho, es permitido de forma implícita o, a veces, explícita, por parte de los superiores.

Cada uno tiene su horario de entrada y de salida pero se cumple como quieras o como puedas (GCF, programador del Estado).
Sí, más o menos. Es flexible pero yo tengo más o menos un horario. [...] Entre las 9 y las 10 más o menos llego. [...]
¿Te vas a las 18 horas?
No, depende. Por eso, es muy flexible " (MA, administradora de base datos, empresa multinacional).

En general, cada uno maneja sus horarios (ZA, gerente, empresa grande).

En el mismo sentido, al preguntar sobre la existencia de mecanismos destinados a corroborar el horario de ingreso y salida del lugar de trabajo, encontramos que por lo general los hay, pero son poco o nada utilizados. En algunos casos, se usan tarjetas magnéticas, huellas digitales o, aún, una planilla para llenar de puño y letra, pero todos los entrevistados concuerdan en que estos registros no son revisados. Asimismo, en general, no ha habido llamados de atención a este respecto. En casos excepcionales en los que sí hubo revisión, ésta se ligó más al incumplimiento de los objetivos propuestos, que al del horario: "No. Controlamos los objetivos, no los horarios" (RA, gerente, empresa mediana). "Mientras hagas lo que hay que hacer, por ahí podés llegar a las 10 e irte a las 18" (BA, programador de empresa multinacional).

Ahora bien, dentro de este panorama general encontramos algunas situaciones excepcionales en donde los horarios, sobre de todo de entrada, sí son tenidos en cuenta. Esto ocurre usualmente en microempresas, aunque también emergió un caso en una empresa grande local. En ningún caso fue detectado en empresas multinacionales.

Por otro lado, en las entrevistas se puso de manifiesto otro tipo de regulación del tiempo digna de ser mencionada. Una regulación relativa ya no al cumplimiento de un horario fijo, sino a la utilización de éste durante la jornada laboral. En efecto, encontramos que existen distintos tipos de software que apuntan a este objetivo.

Un primer grupo de programas son aquellos que sirven para la carga de las horas trabajadas por parte del empleado. Un ejemplo de este tipo es el Intranet Labor Claiming. Su objetivo fundamental no apunta, aunque puede incluirlo eventualmente, al detalle de la fracción de los tiempos en la jornada, sino a poder estimar la cantidad de horas asociadas con un requerimiento o proyecto, para, en última instancia, calcular costos.

El segundo tipo de software monitorea todas las actividades que el empleado realiza en la computadora. De esta forma, arroja estadísticas que indican el tiempo que se dedica a cada tarea, permitiendo a la vez marcar objetivos, etiquetar actividades según el grado de distracción, así como advertir cuándo se dedica más tiempo del tolerado o permitido, por ejemplo, a redes sociales. A diferencia de los primeros, que suelen producirse en la propia empresa, este tipo de programas pueden ser fácilmente descargados de Internet. Un ejemplo de este tipo es el Rescue Time. El primero de estos software parece favorecer el control; el segundo, la disciplina. Sin embargo, es interesante que ninguno de ellos permite identificar y eliminar "los tiempos muertos", objetivo de la organización disciplinaria.

Un segundo elemento por considerar, siempre dentro de la administración del tiempo en la jornada laboral, son las descripciones de un día de trabajo común por parte de los entrevistados (cuestión que se solapa con el nivel de pautación de las tareas, que se analizará en la sección siguiente). Aunque claramente el grado de autonomía está atravesado por la jerarquía, en líneas generales se puede afirmar que los entrevistados manejan sus tiempos con mucha flexibilidad. Esto se observa en el carácter dinámico de la agenda cotidiana, regida por la entrada y salida de correos electrónicos (es decir, por las comunicaciones constantes del proceso), por el horario de almuerzo sugerido pero no delimitado, la posibilidad de detenerse a descansar, por tiempos dedicados a charlar o tomar café, en suma, por la elección del empleado de gran parte del manejo de los tiempos. Decimos "gran parte" dado que, claro, cuando hay tareas pautadas o entregas, este manejo puede volverse problemático.

Todo esto sugiere, por fin , un predominio de los mecanismos de control por sobre los disciplinarios. En efecto, de lo revelado se desprende que ni el cumplimiento de un horario fijo ni la organización en detalle del tiempo dentro de la jornada laboral son mayormente tenidos en cuenta en el grueso de los procesos productivos. A la hora de inferir hipótesis teóricas más generales de estas indagaciones, es conveniente ser cauto. Una lectura apresurada podría sugerir que esto confirma las hipótesis respecto a que el tiempo está desestructurado en la sociedad toda. Sin embargo, salta a la vista que no es nada claro que esto ocurra en la agricultura, la industria y aun en muchas actividades del sector servicios. Nuestro punto es que la interpretación correcta del material empírico consiste en señalar que el relajamiento de los tiempos parecer ser un rasgo tendencial del trabajo informacional (aunque ni siquiera de todas sus formas (Morayta et ál., 2008)), y no del aparato productivo o de la sociedad toda.

Nivel de pautación de tareas

Más allá del manejo de los tiempos, en nuestro trabajo de campo también nos interesamos por conocer qué tan estructuradas o flexibles se les presentaban a los productores las tareas por realizar. Para ello, indagamos acerca de en qué medida los productores de software pueden hacer cosas no planificadas: ¿en qué grado la jornada laboral los enfrenta a desafíos creativos (novedosos, sujetos a sus iniciativas, vocaciones) y en qué medida los coloca ante situaciones rutinarias y previsibles?, y ¿qué actividades ajenas a las requeridas por la unidad productiva pueden realizarse mientras se labora? Las respuestas variaron, nuevamente, en función de los distintos tipos de procesos productivos y roles. Sin embargo, pueden resumirse del siguiente modo.

Hay un primer grupo que es el de quienes declaran contar con altos niveles de pautación de sus tareas (entre un 70 y 80 % de su tiempo). Incluye a los programadores de escalafón más bajo o administradores de bases de datos de las empresas micro, pequeñas, grandes, multinacionales o in-house, y, en algunos casos, a los socios de las microempresas. Tienen demandas permanentes y específicas respecto de qué deben hacer y cómo deben hacerlo. A su vez, pasan mucho tiempo de su jornada laboral programando o haciendo actividades afines (alrededor de un 70 % de su tiempo).

Por ejemplo, cuando caen estos conflictos de pedidos que se resuelven en un corto plazo y vos tenés que asignarlo, es azaroso cuándo cae, pero está pautado lo que tenés que hacer cuando cae. (MA, administradora de base datos, empresa multinacional).

El 80 % pautado. En general está pautado, siempre tenés la lista de pendientes para hacer tus tareas del día (BA, programador, empresa multinacional).

Un segundo grupo es el de los gerentes o mandos intermedios de las empresas medianas, grandes, multinacionales o in house. Sus tareas también tienen niveles de pautación relativamente altos. Sin embargo, por lo general, ellos ya están alejados de la actividad de programar, a la cual no dedican más que un 20 % de su jornada laboral. El grueso de su tiempo se dedica a distintas instancias de supervisión, coordinación y dirección de los procesos productivos. El considerable nivel de rutinización de su actividad no se asocia con la mecánica de la programación, sino con la respuesta a correos electrónicos, reunirse con clientes, dialogar con superiores y subordinados, etcétera: "Pautado 100 %. 75 % tiempo en la oficina, 50 % en la estación de trabajo, el resto entre otras estaciones y sala de reuniones. ¿Y cuánto tiempo dedicás a programar? 25 %" (RA, gerente, pyme).

Un tercer grupo es el de quienes dedican cierta cantidad variable de tiempo a programar (menor que en los casos anteriores) pero tienen sus actividades menos pautadas. Es el caso de los titulares de algunas de las microempresas o pymes, pero, sobre todo, el de quienes se dedican a la investigación en empresas grandes, en el sector académico, estatal, ONG, o en la producción no laboral (típicamente, software libre). Entre estos productores es donde se encuentran los aspectos más auténticamente creativos de la actividad informática: "Un 80 % no pautado, 20 pautado. ¿Y cuánto tiempo dedicás a programar? Hay semanas donde programo toda la semana y otra donde no programo" (CA, investigador en empresa multinacional).

Por otro lado, indagamos respecto a qué actividades extralaborales se les permitía efectuar en el tiempo laboral a nuestros entrevistados. Elaboramos una lista y los consultamos respecto de si esas tareas se hallaban permitidas, toleradas o prohibidas5.

Entre las conductas relativas a los consumos corporales, la alimentación, la ingesta de bebidas no alcohólicas e infusiones están permitidas o toleradas en todos los casos. Fumar en áreas comunes y el consumo de alcohol en el puesto de trabajo tienden a prohibirse, aunque hay varios casos en los que se permite esta última práctica. En cuanto a los usos de la computadora y el teléfono con fines no laborales, el panorama es más heterogéneo. Las comunicaciones telefónicas se permiten o toleran en todos los casos, al igual que el uso del correo electrónico. La participación en redes sociales está usualmente habilitada, pero en las empresas de mayor tamaño suele prohibirse de manera efectiva. Respecto de chatear o navegar por la Web libremente, en la amplia mayoría de los casos se permite. Sin embargo, en los que está prohibido, las limitaciones no son efectivas para los informáticos. Finalmente, hay que destacar que cuando se preguntó si hubo sanciones por realizar alguna de las conductas prohibidas, las respuestas fueron unánimes: en ningún caso las hubo.

En síntesis, respecto de la pautación de las tareas, el resultado es heterogéneo. Por un lado, si bien es cierto que el manejo de los tiempos es flexible , la idea de que los trabajadores informáticos laboran en condiciones de baja rutinización y alta creatividad no se verifica más que en algunos procesos productivos. En muchos otros casos, casi todo lo que se hace está pautado. Esto no quiere decir que se mantenga la lógica disciplinaria del trabajo industrial, pero sí que hay que evitar creer que se trata de actividades siempre novedosas. Así, en la mayoría de los casos, no se presentan ni la rigidez de los tiempos disciplinarios, ni la innovación constante del control. Hay una estructura de tareas perfectamente establecidas y usuales por las cuales el trabajador puede transitar manejando los tiempos del modo que le plazca. Este último aspecto sí nos lleva a inclinar la balanza en favor del control en detrimento de la disciplina: si se cumplen los objetivos, la forma en que se maneje el tiempo no es relevante. Como ilustración cualitativa, es interesante lo que señalan algunos de nuestros entrevistados, de distintos procesos productivos y roles:

Prohibido pero hasta ahí. Sé de un sector que los chicos que trabajan estaban tan bien organizados y resolvían tan bien y rápido el trabajo, que les sobraba tiempo y se jugaban campeonatos de cosas, y no los retaban porque cuando ibas a mirar todo el trabajo lo tenían hecho (MA, administradora de base datos, empresa multinacional).

¿Hubo sanciones por realizar algún de las actividades prohibidas?
No, yo priorizo si laburan. A mí no me interesa eso, sino que cumplan. Es gente muy autodisciplinada. Por eso también puedo delegar, tango mucha confianza (ZA, gerente empresa grande local).

En términos teóricos, es importante enfatizar la distinción entre la libertad del manejo del tiempo (que parecer estar presente en casi todos los casos) y la pautación de las tareas (que en muchos casos están altamente limitadas). Contrariamente a los discursos optimistas que aúnan el poder de manejar los tiempos con el de elegir las tareas, nuestros entrevistados nos muestran el frecuente divorcio entre ambas situaciones (Montes, 2010).

Métodos de evaluación

En este apartado analizamos los métodos de evaluación que las empresas aplican sobre los trabajadores. Por otro lado, revisamos cómo son percibidos por ellos los diferentes premios y castigos asociados con estas formas de evaluación (registros de rendimiento, horarios, bonificaciones de sueldo, horas extra, etcétera). Para ello se indaga acerca de los diferentes métodos que los trabajadores saben presentes en sus lugares de trabajo, y se les pidió a estos últimos -en referencia a métodos de evaluación específicos- que identificaran si durante su actividad laboral los tenían en cuenta o no. Luego, en caso de ser así, indagamos si ello se debía a que los habían internalizado, a que se los hacían presentes sus pares o a que lo hacían sus jefes. Naturalmente, el grupo al que más fácilmente parece poder aplicarse esta aproximación es el de aquellos trabajadores involucrados en empresas (grandes y multinacionales) y en el Estado.

Las instancias de evaluación más frecuentemente mencionadas fueron las relativas a los encuentros periódicos con supervisores. La figura del supervisor-gerente se reitera, e incluso las posiciones gerenciales están sometidas a este tipo de evaluación. Los matices se observan en el grado de formalidad asignado al proceso.

Te evalúan individualmente, a través de un montón de pelotudeces. Son pavadas internas. Se juntan a fin de año. La verdad es que hay un puntaje que te dan, que se llama PBC (personal business commitment) y lo determinan tus coordinadores, los account focals, tu team leader, tu gerente y el gerente de tu gerente que jamás te va a ver en la vida, pero de alguna manera sabe cómo laburás. Y te dan un número que puede ser 1, 2+, 2, 3 o 4. A partir de ese número determinan tanto si te van a decir: "Bien pibe", o si te van a echar en los próximos 30 días, y también te dan un bono de guita por eso. Y tienen tanto que ver tus actitudes profesionales como las no.

¿Pero hay algún mecanismo de evaluación?
Tienen reuniones las partes que te evalúan cada tanto para ir viendo cómo vas. Hay una reunión que es con tu gerente. Una vez por año, que te va diciendo cómo venís antes de que te evalúen. Y bueno, después hay un montón de cosas internas [...] (ML, administrador de servidores, empresa multinacional).

En la mayoría de los casos relatados, esta notificación es acompañada de una calificación numérica, formal, de tipo anual, la cual tendría efectos frente a potenciales modificaciones en la situación laboral. Esto también sucede con los trabajadores del Estado. Sin embargo, aunque todos tienen conocimiento de su existencia, la forma real en que se llevan a cabo estas evaluaciones resulta difusa para la mayoría de los trabajadores en posiciones no gerenciales, no hallándose claridad respecto de sus consecuencias y criterios específicos. De forma llamativa, esta cuestión, en vez de profundizar sus efectos, parece generar una falta de atención por parte de los trabajadores. Por tanto, se podría afirmar que este sistema actúa de forma flexible y no como un marco rígido de normas según las cuales están predeterminadas las consecuencias para cada calificación.

Parte de lo que te contaba de las notas. Te sienta tu líder y te dice qué nota te pusieron. Yo no veo el papel donde miran [...] tienen que tener un par de guías de lo que van a chequear y después es mucho la subjetividad de cómo te toma y cómo le caés, yo calculo. Igual se nota el desempeño de mucha gente [...] (MA, administradora de base datos, empresa multinacional).

Sintetizando, dentro de las empresas grandes o multinacionales es prácticamente unánime la existencia de un proceso constante de evaluación individual con devolución de tipo anual o semestral, junto con una notificación periódica individual hacia cada trabajador, que carece de consecuencias claras o reglamentadas.

A pesar de que esta forma de evaluación del desempeño individual se presentó también de forma bastante regular en empresas pequeñas o medianas, en éstas, la valoración personal se encuentra entremezclada con cuestiones de coordinación laboral. Por tanto, la aplicación del modelo es diferente para cada proceso productivo. Puntualmente, en el Estado, esta evaluación parece perder aún más fuerza: "En las palabras de la gerenta 'yo no sé qué hacer para motivar a esta gente, porque cursos son para todos, más plata no puedo ofrecer y echar no puedo, así que no sé qué hacer'" (CGF, programador estatal).

Al revisar la forma en que este método de evaluación es aprehendido por los trabajadores, nos encontramos con una situación heterogénea. Aproximadamente, en cantidades iguales, los entrevistados manifestaron que las evaluaciones de rendimiento durante su trabajo diario están ausentes de su conciencia o les son recordadas por la voz del supervisor. Muy pocos trabajadores manifestaron tenerlas en cuenta internamente a lo largo de su jornada laboral.

Aún el "plus de sueldo" aparece ausente en la consideración diaria de los trabajadores en casi todos los casos.

Entre los argumentos dados por los entrevistados para explicar esto, se señaló que la bonificación de sueldo o bien era otorgada de todas formas, o bien no existía, o bien no dependía de las acciones del entrevistado6. Así, la introyección del mecanismo de poder (disciplinario) que tanto destacaba Foucault, no parece concretarse en el caso de los programadores respecto de un mecanismo asociado con el control, como la evaluación de los resultados.

De este modo, estos métodos de evaluación que parecen acercarse, en cierta medida, a lo que hemos definido aquí como control, han ocupado en estos procesos productivos el lugar que tenían los criterios de evaluación típicos del capitalismo industrial, de tipo disciplinario. Si se las considera para esta actividad específica, las palabras de Deleuze resultan precisas: "[...] la empresa se esfuerza más profundamente por imponer una modulación de cada salario, en estados de perpetua metastabilidad que pasan por desafíos, concursos y coloquios extremadamente cómicos" (Deleuze, 1995).

En efecto, el momento de "calificación" evalúa los resultados de cierto periodo extenso de tiempo, en vez de instaurar una disección del tiempo. De alguna forma, luego de obtenidos los resultados, estas instancias de evaluación actúan como veredicto sobre los propios resultados.

¿Espacio disciplinar o modulante? combinaciones posibles

En este apartado nos proponemos abordar el espacio arquitectónico de los procesos productivos de software, e intentar, a partir de la descripción y el análisis, relacionarlo con los diferentes mecanismos de poder. Para comenzar, una primera aproximación es la relativa al tamaño de dichas unidades productivas. Aquí la división que se puede establecer es entre un primer grupo, conformado por empresas grandes, multinacionales y el Estado, y un segundo grupo, integrado por pymes y ONG7.

No obstante, esta división se homogeneiza cuando indagamos acerca de cómo se organiza el espacio. De la observación de los croquis de las unidades productivas no se desprenden diferencias tajantes entre los diversos procesos productivos. Con el fin de ilustrar estos sitios, presentamos algunas de las descripciones recabadas.

Estamos en módulos de cuatro escritorios, dos y dos, enfrentados. Como mucho con un módulo intermedio para apoyar cosas. Tenemos cuatro islas así, una igual pero de seis en vez de cuatro (personas) y dos pares de escritorios enfrentados uno contra el otro, a un costado. Eso es mi oficina. La otra oficina, la de los líderes, tiene un diseño anárquico. Es más chica la organizaron como se pudo, de hecho la fueron cambiando. La otra es una oficina larga con islas de seis. Y la del coordinador es el escritorio de él y otro escritorio. Después hay una sala de reuniones de la coordinación (cada coordinación tiene la suya). Una sala de reuniones es una mesa larga con sillas alrededor (GFC, programador estatal).

Es una planta abierta, con baños fuera de la oficina y lo que organizan son los propios escritorios: en el fondo hay una mesa que es como sala de reunión, digamos; comedor, una especie de kitchen, que tiene heladera (RA, gerente, pyme).

En este sentido, si en el espacio panóptico, como el de las fábricas, pero también los calls centers, es posible observar a cada trabajador, en los procesos productivos de software la disposición espacial parece alejada de dicho espacio disciplinario. Una característica que posibilita englobar y caracterizar los procesos productivos mercantiles de software, cualquiera sea su tamaño, es la de ser vivenciados como espacios abiertos.

Son espacios abiertos, con mucha luz, todos nos vemos las caras. Cada uno tiene su escritorio con su cajonera, con la computadora (VR, coordinador de equipo en empresa grande).

Acá es todo escritorio, el piso en general. Las ventanas están todas con escritorios, es una planta abierta. Algunos lugares están separados con paredes transparentes y dentro en algunas también hay escritorios. El piso de abajo es parecido. Hay un par de lugares [...] las salas de reuniones que tienen ventana. Siempre están buscando salas para reunirse. [...] Generalmente los escritorios están puestos de a cuatro (no separados por cubículos) (CA, investigador en multinacional).

Con lo cual, una posible hipótesis por considerar es que en los procesos productivos que tienen como objetivo la mercantilización del software, el panóptico foucaultiano se retrae. En esta misma línea, en el caso específico de las empresas multinacionales, se mencionan los espacios comunes como una apuesta fuerte por parte de las empresas.

Sí, hay un flipper que lo arreglaron hace poquito, pero lo arreglaron los empleados en horario laboral. Un fichín. Una wii, un metegol. A veces llevan la guitarra, la play station. [...] También hay máquinas expendedoras de golosinas. La empresa también pone bandejas con frutas (CA, investigador en empresa multinacional).

Una vez más, cabe mencionar que en estos espacios se cruzan el tiempo de ocio y el laboral. Esto posibilita vivenciar el espacio laboral ya no como un lugar de explotación, sino como de cuidado e interés por parte de los empleadores.

A pesar de la diferenciación realizada, vale aquí traer a colación los desplazamientos8 de los trabajadores informacionales. Nuevamente manifiestan una cierta homogeneidad entre los diversos procesos productivos, ya que la mayoría de los entrevistados nos indicaron que están casi todo el tiempo de trabajo en sus respectivas estaciones. En este sentido, resulta significativo observar cómo, si bien el espacio arquitectónico habilita el desplazamiento, dichos trabajadores no lo hacen, salvo para reuniones o para ir a comer.

En fin, nuestra caracterización de los espacios abiertos y comunes desarrolla y parcialmente contradice la perspectiva deleuziana sobre los espacios de control. La desarrolla porque, efectivamente, encontramos que el espacio de encierro disciplinario está en crisis. Pero la contradice al menos en dos aspectos. El primero de éstos radica en el hecho de que Deleuze contrapone el encierro a los espacios libres: el aprisionamiento en cárceles y hospitales a los enfermos y presos en sus casas, controlados. Esta contraposición, llevada al ámbito laboral, nos invitaría a imaginar una enorme extensión de lo que comúnmente se llama teletrabajo: programadores (o cualquier otra forma de trabajo informacional) laborando desde sus casas. No obstante, nuestro material de campo indica que, por ahora, en el grueso de los casos, la presencia física sigue siendo relevante. Al extender la metáfora, se trata más bien de que se han derrumbado las divisiones internas, las celdas de la cárcel laboral; no de que sus muros externos se hayan disuelto. Esto se relaciona con un segundo aspecto que no es destacado por Foucault o Deleuze, aunque sí en parte por los autonomistas y por los autores de la corriente del capitalismo cognitivo (Rullani, Boutang, Corsani, etcétera): lo que se busca con las nuevas arquitecturas es poner a trabajar los lazos comunitarios en favor del capital. La presencia física, los espacios comunes y los espacios abiertos en la empresa apuntan, entre otros fines, a construir equipos de trabajo, redes cuasi horizontales y lazos de comunitarios que redunden en incrementos de la productividad. Por su parte, la existencia, variable, de espacios prohibidos, sigue asimilando a las empresas con los espacios disciplinarios.

En fin, aquí las nociones de disciplina y control resultan útiles, aunque insuficientes para comprender la espacialidad de las empresas de software. Especialmente el análisis de los espacios comunes requiere de conceptos relativos al nuevo rol que las comunidades y las redes (como, por ejemplo, en las comunidades virtuales, en las redes sociales, etcétera) asumen en la dinámica capitalista en la presente etapa.

Las ropas y los cuerpos de los productores de Software

Pensar y analizar los mecanismos de poder sobre los cuerpos nos convoca también a reflexionar acerca de la imagen física. Es en este aspecto en el que quisiéramos detenernos ahora. Para ello, recuperamos un trabajo previo sobre trabajadores de los call centers.

En la concepción habitual, el panoptismo se asocia firmemente con una vigilancia de la apariencia visual de los cuerpos. [...] Sin embargo, el objeto privilegiado por la disciplina de la sociedad industrial a la hora de normalizar y jerarquizar los cuerpos es el uniforme. Las ropas de fajina militares, los vestidos policiales, los delantales de los estudiantes y los médicos, el overol del trabajador manual, el traje a rayas del preso y muchos otros estereotipos transforman el caos de lo múltiple en un conjunto de grupos fácilmente asociables a un estatus y un rol. Actuando como un código de barras que identifica al cuerpo con una actividad y una jerarquía, la vestimenta estandarizada ocupó un lugar decisivo en la organización de las grandes urbes capitalistas, neutralizando la amenaza del otro anónimo e inasimilable. Aún hacia fines del siglo XX [...] no ha de perderse de vista la uniformización brutal que se produce en los empleos no manuales mediante el traje, la camisa y la corbata. Estas ropas son la última estocada, incisiva y disimulada, de la estética disciplinaria laboral (Morayta et ál., 2008: 22).

Es en este contexto en el cual la escasísima importancia dada a la vestimenta estandarizada aleja el trabajo informacional del mundo disciplinario. Y si bien esto ocurre en casi todas las formas de trabajo informacional, en el caso de los productores informáticos la relajación en cuanto a la vestimenta es extrema. No sólo no hay uniforme, sino que tampoco se pide (ni se ofrece) el estándar de las actividades de "cuello blanco", más que en casos excepcionales. Para precisar esto, miremos la figura 1, en la cual se retratan a algunos de nuestros entrevistados: titulares, gerentes y trabajadores de distintos tipos de procesos productivos de software.

De las imágenes (y su respaldo en algunas preguntas específicas de las entrevistas), surgen conclusiones simples. La primera, evidente, es que nuestros entrevistados, así como sus empleadores (en el caso que los hubiera) no están preocupados por su apariencia a la hora de producir software. No se avista ninguna corbata, y sólo un gerente de una empresa multinacional tiene un pantalón "de vestir". La amplia mayoría de nuestros entrevistados labora con ropas altamente informales, usualmente desgastadas y sin planchar. En este sentido, la vestimenta y la apariencia física no son útiles, en modo alguno, ni para predecir el nivel de ingresos de nuestros entrevistados, ni para ubicarlos dentro de un tipo de proceso productivo. Contrariamente a lo que ocurría en el trabajo industrial, en el trabajo informacional la imagen no ofrece datos claros para inferir qué tan importantes le resultan a la maquinaria capitalista los sujetos.

En tercer lugar, de las imágenes tampoco puede deducirse que se trata de trabajadores del software. Ni siquiera es posible encasillarlos en el trabajo informacional: podrían ser cadetes, profesionales del sector servicios, estudiantes, etcétera. Aunque este punto sería más claro si pudiéramos exhibir los rostros de los entrevistados, hay que señalar que el mito del "nerd" no se confirma: si se mezclaran estas fotos con las de cualquier grupo de trabajadores, resultaría improbable que el lector pudiera distinguir cuáles son los que se abocan a producir software.

En cuarto lugar, es notable -y típico del trabajo informacional en general-, que las ropas y la apariencia general que se utilizan dentro de la jornada trabajo son las mismas que las utilizadas por fuera de ésta. La difuminación entre el tiempo de ocio y el tiempo de trabajo que señalan los filósofos autonomistas (Lazzaratto y Negri, 2001; Virno, 2003) se expresa de manera palpable, y no sabemos aquí si estamos ante cuerpos que producen o cuerpos que consumen.

El cambio que se observa desde la vestimenta disciplinaria del capitalismo industrial hacia la relajación de las normas de presentación del capitalismo informacional puede explicarse invocando distintas causas. Desde una perspectiva posestructuralista, puede enfatizarse la importancia de la resistencia de las generaciones de los años sesenta y setenta a la vestimenta disciplinaria, y el retroceso del capital hacia un nivel de dominación más solapado y flexible . Así, la relajación en la vestimenta sería una conquista de las "multitudes" que luego habría sido internalizada, aprovechada por la lógica capitalista. Desde una visión práctica focalizada en los costos, puede acentuarse el ahorro que supone para las firmas no solventar vestidos costosos, planchados, etcétera9. A su vez, un elemento material obvio es que en la producción de software, los contactos cara a cara con los clientes son escasos, cuando no nulos para la mayoría de los productores. Finalmente, y en términos más específicos, es posible que los ecos de la cultura hacker dejen sentir su efecto. Han sido las largas horas en la intimidad del hogar, clausuradas a los preceptos estéticos masivos, las que esculpieron la subjetividad de los trabajadores informáticos. En síntesis, una vez más, los mecanismos disciplinarios se retraen fuertemente en este tipo de trabajo.

Conclusiones

El crecientemente utilizado vocabulario teórico del posestructuralismo francés -y de la filosofía política autonomista vinculada a éste- ha sido aplicado reiteradamente al análisis de los nuevos procesos de trabajo. Disciplina, control, panóptico, modulación, axiomática, sociedad disciplinaria, sociedad de control, y otros significantes asociados florecen, particularmente, en la literatura crítica asociada con la penetración de las tecnologías digitales en los procesos productivos. Sin embargo, esta literatura suele tener uno de los siguientes defectos: o bien el vínculo con la información empírica es débil o nulo -y se hace encajar una realidad poco conocida en el conjunto de nociones bendecidas por la posmodernidad-, o bien es el vínculo con la teoría el que es débil o inexistente -y se utilizan de manera excesivamente antojadiza conceptos con el fin de imbuir de sofisticación intelectual a unos cuantos datos que no han fructificado en reflexión alguna-. Ambas falencias comparten la imposibilidad de superar el mismo obstáculo: operacionalizar un conjunto de conceptos que se intuyen útiles.

En este artículo hemos trabajado, con mayor o menor éxito, en la empresa de operacionalización, de intermediación. Para ello, hemos definido dos herramientas teóricas, dos puentes operativos entre las nubes de la especulación ensayística y el barro inerme de los datos: los conceptos de disciplina y control, entendidos como mecanismos de poder posibles de ser descompuestos en dimensiones y observados empíricamente.

Así, en el presente trabajo nos propusimos abordar de manera empírica la aplicación de los mecanismos disciplinarios y de control en los procesos productivos de software de la Ciudad de Buenos Aires, entendidos como ejemplos paradigmáticos del trabajo informacional en el marco del capitalismo actual. A partir de la revisión bibliográfica y las entrevistas realizadas, partimos de la hipótesis, según la cual, los procesos productivos de software no pueden ser tratados como un conjunto homogéneo, por lo que retomamos una tipología de procesos productivos propuesta previamente. De esta forma, nos acercamos al campo con el objetivo de observar qué sucedía en cada uno de éstos, concentrándonos en distintos ejes o dimensiones.

Así pues, en relación con el manejo de los tiempos de la jornada laboral y dentro de ésta, nuestro estudio sugirió que existe un relajamiento de los mecanismos disciplinarios tendientes al cumplimiento estricto de horarios y a su fraccionamiento detallado. Esto se observó en el conjunto de los procesos productivos. Un elemento llamativo consistió en que, si bien observamos la existencia de recursos y software destinados a la supervisión detallada de las acciones registradas en la computadora, asociadas con trabajadores individuales, en la mayoría de los casos estos no parecieron poseer gran relevancia para los programadores de los distintos procesos productivos.

Respecto del nivel de pautación de las tareas, nuestro interés estuvo centrado en el grado de rigidez en la estructuración de las acciones de los trabajadores. El análisis sugirió que conviven grupos cuyas acciones están altamente pautadas, con otros que presentan la característica inversa, dicha variación se relaciona con el tipo de procesos productivos y el rol de los sujetos dentro de éstos. Así, la idea de que los trabajadores informáticos laboran en condiciones de alta creatividad y bajos niveles de rutinización no se verifica más que en algunos procesos productivos. Esto no quiere decir que se mantenga linealmente la lógica disciplinaria del trabajo industrial, pero sí que debe evitarse la creencia automática en que se trata de actividades siempre novedosas. Hay una estructura de tareas perfectamente establecidas y usuales. Sin embargo, dos elementos nos llevan a inclinar la balanza en favor del control y en detrimento de la disciplina, aún en esta dimensión: si se cumplen los objetivos, la forma en que se maneje el tiempo no es relevante; asimismo, al observar las actividades extralaborales que se permiten, prohíben o toleran en los distintos procesos productivos, el panorama, si bien heterogéneo, muestra que en la mayoría de los casos no existen sanciones al respecto. El grupo de productores de software que presentó un menor nivel de pautación de tareas estuvo conformado por los titulares de algunas de las microempresas o pymes, pero, sobre todo, por quienes se dedican a la investigación en empresas grandes, en el sector académico o en la producción no laboral. Entre éstos se encontraron los aspectos más auténticamente creativos de la actividad informática.

En cuanto a los métodos de evaluación aplicados sobre los trabajadores, las empresas grandes y las multinacionales, y el Estado, es evidente la existencia de instancias de evaluación de aparente seguimiento constante que se materializan en encuentros periódicos con supervisores. Sin embargo, los divergentes (y difusos) grados de formalización y periodización (evaluaciones por periodos extensos) sugieren que estos sistemas actúan de forma flexible , y no como un marco rígido de normas que se inclinan hacia el control sobre los resultados. Así, tampoco se observó un sistema de castigos y recompensas sistemático y extendido. Llamativamente, el presentismo, las bonificaciones de sueldo, entre otros, o bien son inexistentes o bien son otorgados de manera automática. Aquí tenemos, entonces, una forma de control, pero que no opera con el vigor que cabría esperar.

Luego observamos el espacio arquitectónico para analizar la forma en que se disponen y observan los cuerpos, así como su movilidad dentro de éste. Una primera reflexión relativa al tamaño de los espacios es que aunque las tecnologías digitales posibilitan el trabajo fuera de la unidad productiva, a diferencia de ONG y pymes, las empresas multinacionales y el Estado siguen requiriendo por lo general la presencia física del trabajador. Ahora bien, si esto sugiere todavía la importancia del cuerpo presente, la organización de los espacios sí difiere de aquellas características de la organización industrial disciplinaria. En general, se observó que en los procesos de mayor tamaño existen casi siempre espacios informales de encuentro que difuminan el tiempo de trabajo y el de ocio10.

La última dimensión es la referente a la presentación (aspecto físico y vestimenta fundamentalmente) de los trabajadores. Aquí encontramos que el relajamiento disciplinario sobre esta dimensión es patente. La vestimenta no presentó patrones estandarizados de ningún tipo. Por el contrario, ni los roles, ni las jerarquías, ni, más aún, la predisposición del cuerpo para ingresar en un proceso laboral pueden deducirse de la apariencia de estos trabajadores. Finalmente, siendo casi inexistentes las pautas de presentación en todos los procesos productivos, destacamos la importancia de un nuevo aspecto de difuminación de la jornada laboral: la presentación no varía en el trabajo y fuera de éste.

En síntesis, observada la heterogeneidad alrededor de estos ejes en los distintos procesos productivos, podemos concluir que existe: i) un retraimiento de la disciplina si se comparan estos procesos con los del período industrial, ii) una preponderancia de la aplicación de mecanismos de control y iii) una variación del peso ponderado de ambos mecanismos en función del tipo de proceso productivo y del rol del trabajador en éste. Así, de esta comprobación no se desprende la inexistencia de mecanismos disciplinarios, sino la combinación de éstos con los de control en grados variables.

Ahora, más allá de las cuestiones empíricas, ¿qué implicancias teóricas tiene todo esto? Este trabajo intenta ofrecer una salida de la cárcel de la especulación ensayística en la que las nociones posestructuralistas se suelen confinar voluntariamente. No es la única salida, no es la mejor, pero sí una posible. A su vez, la operacionalización que proponemos permite pensar los mecanismos de poder como elementos que pueden insertarse en otros relatos, en otras teorías, diversas de la posestructuralista. Esto es, al tratar con conceptos operativos, no se vuelve necesario adquirir todo el "combo" teórico posestructuralista. No es necesario adscribir, por caso, al gran relato del pasaje de las "sociedades disciplinarias" a las "de control". Se puede, como lo hacemos nosotros en otros trabajos (Zukerfeld, 2012), incorporar los mecanismos de poder descriptos a otros marcos teóricos, como el que prioriza el pasaje del capitalismo industrial al informacional. Esta operación puede ser vista, a la vez, como una traición a ciertos pilares básicos del pensamiento posestructuralista o autonomista, y como una invitación a un diálogo amplio y plural con otras perspectivas. Ambas miradas son ciertas, aunque aquí preferimos acentuar la segunda.

Finalmente, cabe dedicar unas líneas a las preguntas que deja esta investigación: ¿a qué trabajos complementarios convoca? ¿Qué cuentas pendientes han quedado? Por lo pronto, en la introducción señalamos que nuestro análisis se inscribe en la perspectiva de dar cuenta de diversas formas de trabajo informacional, del cual los productores de software son sólo una de las categorías. Por lo tanto, si la operacionalización mentada tiene alguna utilidad, debería testearse en otros campos del trabajo informacional. Ya lo hemos hecho en los call centers, pero ¿qué resultados arroja si se analiza en estudios de diseño, en el mundo de las finanzas, en el de la investigación académica, entre los correctores literarios, etcétera? Pero, por otra parte, en este trabajo no hemos podido, ni mucho menos, agotar el análisis de los mecanismos de poder para los trabajadores de software. Son necesarios estudios cuantitativos que ratifiquen o rectifiquen nuestras sugerencias cualitativas y, a la vez, nuevos trabajos cualitativos que tomen en perspectiva cada proceso productivo. Esto es, aquí hemos ordenado el análisis con base en dimensiones transversales, pero a la luz de nuestros hallazgos, un complemento interesante podría ser estudiar los grados en los cuales la disciplina y el control se presentan en cada proceso productivo: ¿qué mecanismos de poder se observan en las empresas multinacionales? ¿Cuáles en las microempresas? ¿Y en el Estado o el mundo académico? Aunque algunas pistas sobre estos temas han sido sugeridas aquí, trabajos más detallados posiblemente obtengan contrastes valiosos para componer el cuadro del ejercicio del poder en ese tipo de actividad laboral.

Notas

1 El lector interesado puede consultar algunos otros trabajos de nuestro equipo en este sentido. Varios de éstos se encuentran disponibles en: <http://trabajoinformacional.wordpress.com/produccion-de-los-integrantes-del-grupo/produccion-del-equipo>. Una visión más sistemática sobre el trabajo informacional puede verse en Zukerfeld (2012). Próximamente esperamos publicar un volumen compilando todos los trabajos dedicados a los procesos productivos de software.

2 Véase una presentación de este concepto más extensa en Zukerfeld (20 08).

3 Asimismo, siguiendo lo planteado por el autor en Las redes de poder (Foucault, 1992) significa que entendemos que los poderes no son meramente negativos o represivos, sino que son también y fundamentalmente positivos, es decir, que construyen discursos, voluntades y normas, al mismo tiempo que reprimen otros.

4 Estas definiciones se nutren del aporte de los autores mencionados y un trabajo previo sobre mecanismos aplicados a call centers (Morayta et ál., 2008).

5 Las respuestas no incluyen a las microempresas, la producción no laboral o las ONG, dado que en esos tipos de procesos productivos es más difícil apreciar la formalización de estas pautas.

6 Sin embargo, lo que sí puede observarse es que otros incentivos monetarios estarían presentes, tales como el aumento de sueldo periódico, que aparentemente no responde a modalidades de evaluación o a criterios específicos. "El principal mecanismo de evaluación es cuánto te aumentan el sueldo cada seis meses" (CA, multinacional).

7 Es destacable que, en el marco de profundos cambios que alejan estos procesos productivos de los industriales, se sigue requiriendo de la presencia física del trabajador en el ámbito laboral.

8 La pregunta cerrada que indagó a este respecto fue la siguiente: "¿Cómo son tus desplazamientos dentro de la unidad productiva? 1. Estás casi todo el tiempo de trabajo en tu estación de trabajo; 2. podés trabajar en distintos lugares por elección propia; 3. trabajás en distintos lugares pero por sugerencia de tus superiores".

9 Algunos autores han calculado esas sumas; véase: Ortiz (1996: cap. VIII).

10 En un sentido similar al que sugiere el autonomismo italiano, véase: Lazzaratto y Negri (2001).


Referencias bibliográficas

  1. CASTELLS, Manuel, 2006, La era de la información, Tomo I, México: Siglo XXI.
  2. DELEUZE, Gilles, 1995, "Post Scriptum sobre las sociedades de control", en: Gilles Deleuze, Conversaciones 1972-1990, Valencia, Pretextos.
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  4. ________, 1993, Genealogía del racismo, Buenos Aires: Altamira.
  5. ________, 2006 [1977-1978], Seguridad, territorio, población: curso en el Collège de France, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
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  8. LAZZARATO, Mauricio, 2006, Políticas del acontecimiento, Buenos Aires, Tinta Limón.
  9. LAZZARATO, Mauricio y Antonio Negri, 2001; Trabajo inmaterial. Formas de vida y producción de subjetividad, Río de Janeiro, DP & A.
  10. MONTES, Juan, 2010, El trabajo en el capitalismo informacional. Los trabajadores de la industria de software, Buenos Aires, Poder y Trabajo.
  11. MORAYTA, Isabel, Julieta Pirillo y Mariano Zukerfeld, 2008, Disciplina y control en los call centers, Buenos Aires, Mimeo.
  12. ORTIZ, Francisco, 1996, El teletrabajo: una nueva sociedad labor al en la era de la tecnología, Madrid, McGraw Hill.
  13. SEGURA, Agustín, Guillermina Yansen y Mariano Zukerfeld, 2011, "Una tipología de los procesos productivos de software. Estudio cualitativo en la Ciudad de Buenos Aires", disponible en: <http://trabajoinformacional.wordpress.com>
  14. VIRNO, Paolo, 2003, Gramática de la multitud. Para un análisis de las formas de vida contemporáneas, Madrid, Traficantes de Sueños.
  15. ZUKERFELD, Mariano, 2008, "Capitalismo cognitivo, trabajo Informacional y un poco de música", en: Nómadas, No. 28, Bogotá: Universidad Central-Iesco, pp. 52-65.
  16. ________, 2010, "Cinco hipótesis sobre el trabajo informacional", en: Revista Gestión de Personas y Tecnología, No. 8, Santiago de Chile.
  17. ________, 2012, Obreros de los bits: aproximaciones al sector información y al trabajo informacional, Buenos Aires, Universidad Jauretche.
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¿Tecnologías para pobres o tecnologías pobres? Poscolonialismo, desarrollo y tecnología en India*

Tecnologias para pobres ou tecnologias pobres? Póscolonialismo, desenvolvimento e tecnologia na Índia

Poor technologies? Postcolonialism, development, and technology in India

Kavita Philip**
Traducción del inglés: Paola Vargas Arana***


* Agradezco el apoyo del Instituto Clayman de la Universidad de Stanford y del Centro Irvine para la Paz Mundial y la Resolución de Conflictos de la Universidad de California; de igual forma al Centro de Investigación en Organizaciones de la Tecnología de la Información y al programa de Intel en el Departamento de Antropología. También a Karan Kamdar, Ward Smith y Geeta Patel por los debates acerca de JavaScript y Kachara. Algunas partes de este trabajo han sido publicadas con anterioridad en diferentes contextos: el gráfico de Ehrlich apareció (junto a imágenes de Thomas Friedman sobre el mundo plano) en "Postcolonial Technopolitics", (Philip, 2010). La portada de la revista Wired, de febrero de 2004, se utilizó (para discutir las metáforas de la piratería) en Kavita Philip (2005).

** M.Sc. en Física de la Universidad de Iowa. Ph.D. en Estudios de Ciencia y Tecnología de la Universidad de Cornell. Profesora asociada del Programa de Historia, Universidad de California, Irvine (Estados Unidos). E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

*** Antropóloga, Magíster en Estudios de Asia y África de El Colegio de México. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.


Resumen

Desde una perspectiva postcolonial, este trabajo analiza el lugar alcanzado por la india durante el siglo XX, redefiniendo su papel en el escenario mundial como una fuerza económica moderna a través de tecnología de la información. las representaciones populares de la ciencia, los medios de comunicación y la tecnología, sirven para entender los traslapes entre la cultura, la historia y la economía, y los conjuntos mutuamente constitutivos entre la subjetividad y la tecnología. se propone que las viejas políticas de casta, clase, género e identidad nacional son reimaginadas en la "nueva" era digital.

Palabras clave: tecnología, post-colonial de la india, política de castas, representación de la ciencia, expertos en tecnología, políticas públicas.

Resumo

De uma perspectiva pós-colonial, este artigo analisa o lugar alcançado pela Índia durante o século XX, redefinindo o seu papel no cenário mundial como uma potência econômica moderna através da tecnologia da informação. as representações populares da ciência, mídia e tecnologia são utilizadas para compreender a sobreposição entre cultura, história e economia, e a articulação mutuamente constitutiva entre subjetividade e tecnologia. Propõe-se que a velha política de casta, classe, gênero e identidade nacional são reimaginadas na "nova" era digital.

Palavras-chave: tecnologia, Índia pós-colonial, política de casta, representação da ciência, especialistas em tecnologia, políticas públicas.

Abstract

From a postcolonial perspective, this paper analyzes the place reached by india during the late twentieth century, re-defining its role on the world stage as a modern economic force through information technology. Popular representations of science, media and technology, serve as a way to understand the overlaps between culture, history and economics, and the mutually constitutive assemblies between subjectivity and technology. the article proposes that the old politics of caste, class, gender and national identity are re-imagined in the "new" digital era.

Key words: technology, postcolonial india, caste politics, science representation, technology experts, public policies.


El mundo pobre: ¿qué tiene que ver la tecnología con éste?

Ganada la independencia de los británicos en 1947, India inició su construcción de nación. A medida que el sol se ponía en el Imperio británico, surgía la guerra fría y el modelo Bretton-Woods de Estados Unidos dirigía la geopolítica global. Como un país pobre y subdesarrollado, a pocos años de la independencia, el Estado de India era básicamente agrícola y, como tal, en principio se comprometió a la distribución igualitarista de la tierra y de la riqueza. Sin embargo, para finales del siglo, India era mundialmente conocida más por sus tecnólogos urbanos que por sus productores rurales. La mayoría de los analistas trazan este cambio a partir del inicio de la década de los noventa y lo relacionan con los préstamos del FMI para la "apertura" y la liberalización de la economía. No obstante, el papel de la tecnología ha sido poco teorizado en estos recuentos populares. Como resultado, los geeks de India son ahora singularidades históricas que parecen surgir de la nada para catapultar la nación a la vanguardia de las economías emergentes del nuevo milenio1.

Dos puntos de vista con respecto a la relación entre tecnología y desarrollo caracterizaron los discursos expertos durante la segunda mitad del siglo XX. Uno, los países pobres necesitaban desarrollarse a través de "etapas de crecimiento", pasando de las "tradicionales" etapas agrarias de producción económica, hacia la industrialización y posteriormente al consumo masivo. Este punto de vista, célebremente sistematizado por el estratega de seguridad nacional estadounidense Walt Whitman Rostow, priorizaba apoyar las tecnologías industriales en pro del desarrollo de las naciones pobres. Según esta visión, el Tercer Mundo simplemente estaba detrás del Primero y, por lo tanto, debía atravesar las mismas etapas hacia el fin último: una economía de mercado libre capitalista. Otro punto de vista era el de los críticos del desarrollo occidental y de los principios paternalistas de la teoría de la modernización, quienes dudaban sobre la importancia de la tecnología industrial y proponían modelos radicalmente distintos para el desarrollo de Tercer Mundo. Este punto de vista fue articulado por economistas marxistas como los famosos André Gunder Frank y Fernando Henrique Cardoso (y en Estados Unidos por teóricos de la nueva izquierda como Baran y Sweezy). Tal tendencia mostró cómo las condiciones estructurales de la expansión capitalista estadounidense reproducían las condiciones históricas para el "progreso del subdesarrollo". Ambas escuelas de pensamiento tuvieron enorme influencia en India después de la independencia. Los liberales del libre mercado y ciertos modernizadores marxistas sostenían que India tendría que desarrollar tecnología industrial y militar para ponerse al día con Occidente, mientras que los seguidores de Gandhi y algunos izquierdistas revolucionarios críticos de la gran ciencia, pusieron en marcha movimientos para el desarrollo de "tecnologías apropiadas" para economías aldeanas de pequeña escala.

Si bien existen muchos matices importantes en esta historia geopolítica transnacional, aquí deseo mantener la atención en la pregunta por la tecnología.

A pesar de las grandes diferencias ideológicas en el campo del debate sobre el desarrollo, el supuesto subyacente de la mayoría era que la sociedad civil de India no estaba preparada para la tecnología, o tal vez no tenía ninguna necesidad de la más rápida, más hábil o más avanzada tecnología. Gran parte de los ambiciosos proyectos de alta tecnología fueron dirigidos a los militares (y desarrollados en gran medida a través de la ayuda soviética), mientras se consideraba que la población aldeana en general sólo necesitaba la tecnología que sostuviera las actividades de la producción rural. La relación de las clases medias con la tecnología no era particularmente importante dentro de esta visión del desarrollo. La tecnología occidental entraba en la vida cotidiana de los ciudadanos a través de programas de "transferencia tecnológica", que trasladaban del Primer al Tercer Mundo tecnologías viejas y muchas veces obsoletas. ¿Cómo entonces India pudo llegar a ser, para finales del siglo XX, el lugar donde se encontraban, por una parte, los más grandes expertos del mundo en producción de software y, por otra, donde se generaba el futuro de los sistemas computacionales para el libre mercado del siglo venidero?

A principios del siglo XXI, India se invoca a menudo como un ejemplo de espacio tecnológico poscolonial. Todavía escuchamos la pregunta postulada en los medios de comunicación popular desde Occidente: "¿Están siendo difundidas las culturas tecnológicas de los países industrializados avanzados en los contextos poscoloniales?"2. A partir de la década de los años cincuenta y hasta los años ochenta, las teorías dominantes de la "transferencia tecnológica" habían propuesto modelos difusionistas. Según dichas teorías, las técnicas y los objetos tecnológicos viajaban del centro hacia la periferia, aumentando los niveles de vida en general, empero, de vez en cuando, fallaban al ser instalados de forma incorrecta en los contextos subdesarrollados. Décadas de proximidad crítica hacia estas teorías brindan nuevos modelos de interdependencia social y cambio tecnológico, a través de los cuales ahora vemos que "centro" y "periferia" mantienen un entrelazamiento histórico, donde los "objetos tecnológicos" son contingentemente definidos e inseparables del valor agregado de su diseño, así como de sus contextos políticos de uso.

Actualmente, en los enfoques académicos es común escuchar la pregunta alternativa: "¿Estarán surgiendo culturas tecnológicas particulares en las intersecciones entre la ciudadanía poscolonial moderna y el desarrollo tecnológico?". Hoy reconocemos que la innovación científica y la creatividad en el diseño técnico no se difunden simplemente de Occidente hacia el resto del mundo. Al contrario, éstas se constituyen en prácticas culturales específicas de hibridación e invención. Queda mucho trabajo por hacer en cuanto a las especificidades de ese proceso. Además, los parámetros de "diferenciación", tales como género, casta, clase y región nos plantean puntos de partida especialmente complejos y desafantes.

La imbricación de la vida social precolonial, colonial y poscolonial implica una compleja superposición de estratificaciones, privilegios y jerarquías de casta, tribu, sexo y región. Como las intelectuales feministas han demostrado, el género es a menudo sobredeterminado en estos procesos superpuestos3. Por ejemplo, la antropóloga Kim Berry mostró en "Lakshmi and the Scientific Housewife" (2003), cómo las configuraciones de la producción agraria colonial, nacionalista y posterior a la independencia fueron dispares. Sin embargo, en todos los casos, los temas relativos al patriarcado y los roles de género estaban sobredeterminados por elementos no esencialistas históricamente asociados con la vida de las mujeres rurales de India.

El legado de objetividad del periodo victoriano, así como la clase y la raza han hostigado la modernidad en India desde la independencia. Pero en el rastreo de las continuidades y rupturas entre los legados culturales victorianos, la economía colonial de India y el poscolonialismo contemporáneo, me esfuerzo por evitar suponer la existencia de un flujo continuo de tropos discursivos que simplemente se superponen a la historia de múltiples rupturas en el ámbito de la política económica. En los estudios culturales a menudo asumimos que los tropos narrativos tienen prioridad analítica, mientras que la historia económica o la ciencia política hacen el seguimiento en detalle de los regímenes económicos y jurídicos, en el supuesto de que las metáforas yacen detrás de los cambios económicos. En vez de asumir que estas categorías: cultura, política y economía, son esferas preexistentes que producen objetos y fuerzas, y que luego se afectan entre sí, asumo que éstas se encuentran constitutivamente entrelazadas desde el inicio, y, por lo tanto, deben ser consideradas y rastreadas juntas. La representación popular de la ciencia, los medios de comunicación y los profesionales de la tecnología que analizaré en este ensayo indican cuán inseparables son la cultura, la historia y la economía, y cómo las subjetividades y las tecnologías emergen en ensamblajes mutuamente constitutivos.

No es de extrañar que en el periodo contemporáneo la tecnología sea un referente cultural y económico dominante. Lo que merece mayor investigación son las maneras en que el género y la casta son invocados y se les da una nueva vida a través de las estructuras y las prácticas tecnológicas. Esta "crítica cultural de la tecnología" no debe ser hecha desde una posición arrogante que llame a la invención de tecnologías adecuadas para los pobres, ni desde aquella que llame a las propias tecnologías como pobres (pobres en moralidad, en justicia o en "mundos"). Aun exclamando "¡pobres e inocentes tecnologías!", no podremos dejar a la tecnología salirse con la suya, alegando una relación neutral con las formaciones políticas con las cuales está imbricada. En el título uso el término tecnologías pobres para indicar que la tecnología no es tan grande y ni tan omnipotente, ni tan neutral e inocente, como muchos relatos estándar han sugerido4. El término pobre se invoca también como un recordatorio de la historia reciente de la pobreza literal de las naciones en desarrollo, la cual es tanto una realidad en curso, como un legado histórico que persigue, en las narrativas futuristas, a los emergentes "tigres asiáticos". El vínculo entre la pobreza real y nuestros futuros tecnológicos debe ir más allá de narraciones condescendientes, paternalistas o de una secuencia de etapas que hasta ahora hemos visto en los discursos de la tecnología y el desarrollo económico. No podemos confiar en ninguno de los axiomas de aquellos tiempos: las naciones pobres no necesitan alta tecnología; la tecnología es dominante y destruye la tradición, y, por lo tanto, es intrínsecamente indeseable; la tecnología sólo puede ser absorbida en contextos capitalistas avanzados, entre otros. Éstas fueron reacciones comprensibles a las desigualdades de finales del siglo XX, sin embargo, hoy ya no sirven para imaginar futuros más satisfactorios.

A finales del siglo XX, los cambios en los sistemas tecnológicos parecían transformar radicalmente las relaciones sociales entre las personas y los objetos tecnológicos. Para entender esta transformación histórica más allá de los clichés del discurso político o del romanticismo reaccionario, es necesario ser radicalmente interdisciplinarios en los métodos que usemos. Intelectuales de la antropología de la ciencia y la tecnología, las humanidades digitales y los nuevos estudios de medios han demostrado que la ciencia y la tecnología se desarrollan tanto mediante formas culturales, como a través de medios técnicos. Estos sectores han encontrado que la inseparabilidad de la cultura y la tecnología plantea retos para humanistas y tecnólogos, porque han tenido entrenamientos con tradiciones analíticas separadas, en lugar de integrar estos ámbitos. Científicos de la información y humanistas se han sumado a menudo para dar forma a las humanidades digitales, y los teóricos de los medios han colaborado con los diseñadores de juegos y entrenadores militares en el marco de las llamadas industrias creativas. Sin embargo, las historias del mundo científico y tecnológico poscolonial se estudian separadas de tales procesos, mientras éstos ocupan los antiguos estudios de área, en gran parte forjados a través del legado intelectual de la guerra fría. Todos estos presupuestos están cambiando ahora. A continuación ofrezco algunos primeros pasos para repensar la historia de la ciencia simultánea a la reteorización material y política de la pobreza y el capital5.

Pobreza poscolonial

Gran parte de la economía política global del siglo XX pivota, ocultamente, en las historias de la ciencia y la tecnología. Así, para los analistas de la riqueza y la pobreza, los discursos tecnológicos ofrecen una inesperada e inclusive sigilosa entrada. La tecnociencia, como pilar de la economía política, ha sido a menudo invisible, y, por tanto, inaccesible como posición crítica desde donde sea posible realizar un análisis político de la pobreza y el capital. Esto debido a la existencia de una narrativa histórica acerca de su objetividad libre de valores, así como de la narrativa disciplinaria sobre la separación de esferas entre las humanidades, la tecnología y la economía. Hoy en día, estos dos relatos están siendo cuestionados por intelectuales familiarizados con la crítica a la objetividad y a la división disciplinar. Al contrario, el dominio de expertos en el discurso del desarrollo ha cambiado agudamente, otorgándole una voz pública más potente a los discursos tecnológicos que en cualquier otro momento desde la Revolución industrial.

Si en el siglo XIX, la antropología colonial a menudo hablaba en nombre del "nativo", para mediados del siglo XX, la autoridad sobre los espacios "atrasados" pasó a los teóricos del desarrollo económico, tales como Walt Rostow y teóricos de poblaciones como el neomalthusianista Paul Ehrlich. Al inicio del siglo XXI, gurús de las tecnologías de la información (TI) han desplazado a sus homólogos de la economía política. De hecho, aquéllos están a punto de convertirse en los nuevos expertos universales sobre el desarrollo mundial. Las conferencias "Tecnología, Entretenimiento, Desarrollo" (TED) y diversas organizaciones filantrópicas tecnológicas occidentales, así como la creciente influencia de ejecutivos de las TI en la política de India, son puntos ejemplares entre un amplio espectro de conocimientos expertos en TI aplicados a la cuestión de la pobreza y el desarrollo. En lugar de presentar un tratamiento cronológico amplio de este cambio y sus consecuencias, ofrezco a continuación algunas viñetas que sirven para poner de relieve aspectos clave de estos giros históricos6.

En 1968, la Bomba demográfica de Paul Ehrlich electrizó al mundo en desarrollo y al público en general con sus visiones distópicas de un futuro destruido por la sobrepoblación y las altas tasas de reproducción del Tercer Mundo. Ehrlich abría su narrativa mediante un relato de la visita de su familia a Nueva Delhi, yuxtaponiéndolo con una trama científica en la cual la población estaba contra el tiempo, prediciendo la explosiva situación que se viviría para los albores del siglo XXI. La ciencia y la subjetividad se unen en el crisol de la pobreza poscolonial. Una fecha roja señala el nivel de la población extrapolada para 2003, exclamando: "¿Capacidad de carga al límite?".

Por largo tiempo he abordado intelectualmente la explosión demográfica, pero inclusive, llegué a entenderla emocionalmente unos años atrás durante una pestilente y acalorada noche en Nueva Delhi. Mi esposa, mi hija y yo regresábamos a nuestro hotel en un viejo taxi. A los asientos les saltaban las pulgas y la caja de cambios sólo funcionaba en la tercera. A medida que se arrastraba por la ciudad, entramos en un barrio pobre colmado de gente. Hacía una temperatura de más de treinta y ocho grados centígrados y el aire era un celaje de polvo y humo. Las calles estaban vivas de gente comiendo, lavando o durmiendo, mientras conversaban, discutían y gritaban. Los mendigos introducían las manos a través de la ventana del taxi, mientras veíamos a otros defecar y orinar. Se observaba gente aferrada a los autobuses y algunos otros criando animales. Era sólo gente, gente y más gente... Nosotros tres estábamos francamente asustados [...] [sin embargo] los problemas de Delhi y Calcuta son nuestros problemas también [...] Todos debemos aprender a identificarnos con el sufrimiento de nuestros semejantes menos afortunados en esta nave espacial Tierra, si queremos ayudarles y ayudarnos a nosotros mismos a sobrevivir (Ehrlich 1968: 1-2).

A mediados del siglo XX, mientras olas de eventos de descolonización acompañaban los movimientos nacionalistas, anticapitalistas y de no alineados, los cuales removían los espacios colonizados, un creciente temor occidental hacia el mundo poscolonial se expresaba a través de una ansiedad tecnocientífica sobre la sostenibilidad de la modernización, el progreso y el crecimiento. Un gran número de personas ("gente, gente, gente") era vista como aquella que ponía en duda la posibilidad misma del futuro, en un mundo aparentemente fuera de control después del fin de la colonización. El cálculo lógico hecho por la demografía de la población parecía calmar el pánico de los sujetos occidentales perdidos en el caos del mundo descolonizado. La objetividad superaba la subjetividad prediciendo un resultado que tan sólo requería aplicación en las políticas actuales con el fin de evitar el peor de los futuros posibles. La retórica tecnocientífica ofrecía una narración que parecía menos pesimista para los políticos occidentales que las explicaciones ofrecidas por las contradictorias historias de la colonización, el control, la explotación, la cooperación y la resistencia, contra cuyos legados las sociedades poscoloniales estaban luchando; o aquellas inquietantes preguntas abiertas sobre el tipo de relaciones establecidas hoy entre los sujetos poscoloniales y las antiguas potencias coloniales.

Durante la segunda mitad del siglo XX hubo importantes conversaciones alternativas. Los discursos técnicos no fueron monolíticos y, en la década de los años setenta, el dominio de esta particular lógica demográfica hubiera sido históricamente evitable. El "modelo de Kerala" para el desarrollo económico (que mostraba correlaciones entre las tasas de fecundidad, la alfabetización, la educación femenina, y la redistribución socialista que proponía un futuro menos apocalíptico) estaba siendo ampliamente citado. La economía neoclásica tuvo disensiones internas, sobre todo, a través de las tentativas de Amartya Sen de aplicar los supuestos teóricos al terreno mientras escribía desde el interior de India, mostrando así la experiencia de las políticas económicas redistributivas y la economía feminista del hogar (asuntos que hicieron parte de los debates académicos y políticos al menos dos décadas antes de que le fuera conferido el premio Nobel de Economía en 1998, el cual le dio amplia legitimidad a este enfoque). Sin embargo, fue la llamada alarmista de Ehrlich al control demográfico la que condujo la economía y los estudios del desarrollo a un nivel prominente, articulando así una lógica científica con la ansiedad generalizada sobre la población. La aparición del libro de Ehrlich como la voz del momento hubiera podido evitarse, pues estaba basada en la ausencia de narrativas alternativas acerca del mundo en desarrollo. Una historia más completa de su surgimiento tendría que explicar las formas en las que resonaba y se articulaba con las preocupaciones de importancia estratégica del aparato de seguridad del Estado y las comunidades intelectuales a su disposición.

En la década de los setenta, la geopolítica de Primer-Tercer Mundo se basó en supuestos provenientes de la ciencia de la población, en los cálculos demográficos y en una ecuación de equilibrio entre peligro y miedo, los cuales eran catalizados por la expresión de clemencia hacia la "difícil situación de los menos favorecidos". Cuando las notas de Ehrlich invocan a su mujer y a su hijo diciendo: "[...] estábamos los tres asustados", las palabras apelan al riesgo de 1857, cuando las mujeres blancas y sus niños ingleses eran célebremente "amenazados" por la proximidad de los cuerpos de los nativos. La definición liberal de tal preocupación viene después de conformarse con esta situación. Es entonces cuando resuelven transformar el miedo incontrolable en lástima manejable. Una vez más, una lectura depurada de la importancia de su libro debería analizar el giro retórico allí presente (es decir, terminar un párrafo lleno de terror con una nota liberal benéfica), en el contexto de los programas de ayuda de la década de los setenta, cuando se estaba construyendo la idea de que la transferencia de dólares para el desarrollo de los países subdesarrollados debería exigir la aplicación de controles demográficos. Hagamos una pausa en este análisis pero mantengamos esta viñeta en la esquina de nuestra visión, mientras nos centramos en otro conjunto de imágenes históricas. La bomba demográfica fue un síntoma del conjunto más amplio de relaciones internacionales y políticas económicas. Las inversiones y las políticas de cooperación de la década de los setenta giraron en torno a las políticas reproductivas, vía el pánico sobre la población, el medio ambiente y los recursos. Sin embargo, cuarenta años después, durante la primera década del siglo XXI, surgiría una economía política curiosamente inversa.

La liberalización económica de la década de los noventa trajo un aparente retroceso en el Estado poscolonial de India, así como en sus representaciones en Occidente. Este reverso fue apoyado por una razón tecnocientífica particular. Si durante la década de los setenta los complejos desafíos culturales y políticos propios de las relaciones decoloniales y poscoloniales entre Primer y Tercer Mundo fueron un cortocircuito debido a la ciencia de la población (prometiendo dar un giro tecnocrático al caos social, por medio del diseño de una ecuación entre las variables: fertilidad, PIB y número de seres humanos en un área sin que causen daño al medioambiente, vinculando el cuerpo humano con la productividad agraria), las complejidades de la década de los noventa se concentraron de nuevo en la tecnocracia, pero esta vez a través de medidas que impulsaron la comunicación en redes computacionales.

Observemos la siguiente imagen de India (figura 2) que marca el "debate sobre la introducción de recursos foráneos y subcontratación: outsourcing", a principios de siglo XXI7.

Al inicio del siglo XXI, la introducción de recursos foráneos y la subcontratación constituían una ansiedad novedosa y familiar a la vez. Los circuitos globales de contratación de mano de obra han sido durante mucho tiempo una fuente de preocupación para las economías del Primer Mundo (la genealogía completa de esta historia incluiría la esclavitud, el trabajo bajo contrato y la migración colonial). Sin embargo, la globalización de la producción a finales del siglo XX aceleró aún más el ritmo laboral debido al surgimiento de la comunicación "instantánea" activada por las redes computacionales y satelitales, lo cual creó nuevas formas de consumo y ansiedad profesional8. La revista Wired de febrero de 2004 exhibía en su portada una imagen que representaba la amenaza de la subcontratación a través de una mujer exótica asiática, sobre cuya mano estaban inscritas líneas y patrones en henna. Su mano perfilaba un misterioso velo sobre su rostro, pero una lectura más atenta de los aparentemente tradicionales patrones de henna, revela su profunda familiaridad con la tecnología moderna. La instrucción literal de la inscripción de henna es un programa computacional que dice simplemente volver, sin cambios, a una cadena de caracteres. Estos escritos a mano (garabateados con torpeza y mal dibujados) dicen "Om Cha Ka Ra Om", que parecen entonar: "Om basura Om". Los paréntesis y corchetes denotan la secuencia de la palabra basura (kachara) dentro del marco sagrado hindú (Om). Mientras que la misteriosa cara (generada por computador) seduce y atrae con sus ojos pintados con lápiz delineador. Especialistas en tecnología deben leer su códigovelo que pareciera exponer la verdad detrás de los recursos foráneos y la subcontratación, esto es, la idea de que los trabajadores que entran datos introducen la basura y la arrojan fuera. En analogías hiperbólicas (¿qué otra cosa puede seguir después de un título provocador de ansiedad tal como "Dile adiós a tu pasado en un cubículo"? "Kiss your cubicle goodbye"). Aquí la máquina del capitalismo mundial es representada como avanzando por medio de la imitación de actividades entre un público de trazos exóticos, pero cuyas verdaderas actividades involucran la muda presión del teclado en las granjas de entrada de datos del Tercer Mundo. Esto refleja un argumento generalizado durante el apogeo de la ansiedad de la inversión foránea y la tercerización en los Estados Unidos, a saber, que las habilidades creativas de los trabajadores estadounidenses estaban siendo remplazadas por el mimetismo obediente pero tonto de los trabajadores de India.

No es sólo India, ni sólo los fenómenos de inversión foránea y tercerización tecnológica lo que está representado a través de esta potente combinación de tropos tecnológicos de género racializados. Consideremos la imagen abajo que es aún más evidente. En lugar de un mensaje oscuro y sombrío para los programadores de América, la revista anual Newsweek de 2005 anuncia en su cubierta un informe especial sobre el siglo de China, mostrando en primer plano el cuerpo de una mujer china, haciendo una sinécdoque tanto de esa nación, como de la situación económica mundial.

La mujer aquí no es diseñada por computador, ella es una celebridad, es la estrella de los largometrajes El tigre y el dragón y Memorias de una geisha. La exportación de películas y celebridades de China marcó un hito entendido popularmente como la "apertura" de la economía maoísta a los placeres del consumo global9. El cuerpo de la geisha separa aquí, a lo largo de un eje X, el pasado tradicional de China (la Gran Muralla de los orígenes a la izquierda), de su futuro tecnológico (la torre de telecomunicaciones de Shanghai, a la derecha de la mujer). Su propio cuerpo (como eje Y) anuncia la sutura de la tradición y la modernidad, el cuello tipo Mao en una camisa moderna se combina con jeans, mientras ella sonríe, mirando directamente hacia el futuro. Género y tecnología recapitulan una familiar pero nueva historia acerca de la tradición y la modernidad, Oriente y Occidente, pobreza y riqueza.

Tecnopolíticas poscoloniales

En 1947, cuando India se convirtió en una nación independiente, su arquetipo de sujeto-ciudadano era el agricultor; sesenta años después fue el ingeniero de software. Cada vez más central y lejos de la marginalidad en las redes económicas globales, la imagen popular de India a principios del siglo XXI es la de una nación poscolonial que habría utilizado con éxito la tecnología para pasar por encima de su legado histórico de subdesarrollo.

El cambio en el arquetipo ideal del ciudadano de India: de agricultor a empresario digital, ha traído consigo nuevos supuestos acerca del papel que cumple la TI en la conformación del comportamiento ciudadano y de la subjetividad nacionalista. Tras el éxito espectacular de los ingenieros de software de India, los encargados de diseñar las políticas a menudo asumen que aquello que es bueno para la TI es bueno para la nación. Una serie de movimientos sociales señalan, sin embargo, que el éxito de la vanguardia tecnológica no ha borrado los problemas de la arcaica tecnología de la pobreza, la desigualdad de género y los conflictos ambientales. India experimentó una serie de cambios políticos y económicos trascendentales al inicio de este siglo: la liberalización económica después de los acuerdos del FMI en 1991, la reforma legislativa desde el año 1995 (sobre todo en lo que respecta a los derechos de propiedad intelectual) que derivó en su membrecía en la Organización Mundial del Comercio y un nuevo papel en el discurso de la seguridad global, definido después del 11 septiembre de 2001. Cada uno de ellos cambió no sólo las prioridades nacionales, sino también las relaciones transnacionales. A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, India pasó de ser una antigua periferia colonial en los bordes del desarrollo moderno, a un centro neurálgico de las TI y participante esencial en el ágora de la tecnología global. Por esto, los análisis periodísticos repetidamente se preguntan: ¿cómo sucedió esto?

Una respuesta popular queda representada en la siguiente imagen: "Esta es la economía global, estúpida". La imagen de portada del Business 2.0 del mes de julio de 2004 muestra el Taj Mahal, la "maravilla del mundo" de India precolonial reflejada en el signo $: la tradición transformada en riqueza y los pasados culturales islámicos en modernidad capitalista secular. Este reflejo de prestidigitación es de por sí la última "maravilla" en un mundo que no logra comprender el ascenso a la dominación por parte de una periferia poscolonial que pasa a ser una fuerza económica moderna. Los historiadores económicos marcan las reformas del FMI iniciadas en la década de los noventa como el punto de transformación del Estado de India dirigida por Fabian, de inspiración socialista, a una economía de libre mercado; así como en la China se ve el periodo posterior a Mao como el arranque hacia el capitalismo, con el fin de "hacerse rica y gloriosa". Tal periodización y su tono de ruptura hacia las políticas socialistas, oculta más de lo que revela. Si bien no hay duda de que hubo un gran cambio histórico en este periodo, este no es capturado por el dualismo entre los países no alineados y socialistas, versus la globalización y los mercados modernos. Los estudios emergentes en el campo de la historia de la tecnología, así como los estudios antropológicos de la tecnociencia muestran cómo este nuevo amanecer de la modernidad en China y en India tienen una prehistoria compleja que continúa creciendo, no hacia la purificación de la economía con respecto a sus viejos dilemas, sino a través de prácticas culturales y de temporalidades económicas sedimentadas en el pasado que siguen dando forma al presente y vislumbran los futuros posibles10.

Sabemos, por supuesto, que "la economía global", como frase de moda, no explica nada por sí misma. Entonces, ¿qué es lo que encontramos cuando miramos más allá de la narrativa popular?

En India, más de un millón de personas están empleadas en industrias asociadas con la TI o en servicios informatizados (ITES). Las industrias de TI de más alto estatus mantienen una proporción aproximada de setenta hombres por treinta mujeres contratadas, mientras que en aquellas de menor estatus, las ITES mantienen esa cifra invertida, pues el 70 % de las trabajadoras son mujeres. En la primera década de este siglo, del periodismo a la academia, un mensaje optimista invade los informes sobre el tema. Un informe especial del 2005 sobre la mujer empleada en las TI presentado por la respetada compañía de noticias Rediffusion proclamó: "En la industria de TI, ¡las mujeres impactan!". La noticia continua anunciando que "India está muy por delante de los Estados Unidos en el empoderamiento de las mujeres en la arena de servicios de información y tecnología... En India la proporción de mujeres empleadas en servicios de TI está aumentando de manera constante, mientras en Estados Unidos el porcentaje de mujeres que trabajan en TI ha venido disminuyendo con los años" (Iype, 2005: s/p).

Los antropólogos Chris Fuller y Haripriya Narasimhan encontraron que había "más empoderamiento" que "explotación" en su estudio sobre las mujeres en el sector Chennai de TI. En el resumen de su amplia investigación, comentan:

Casi sin excepción, nuestros informantes han insistido que no hay desigualdad de género en las principales empresas de software [y hay] virtualmente un acuerdo universal de que las mujeres y los hombres tienen las mismas habilidades técnicas en ingeniería de software, programación informática y otros campos relacionados, lo cual está a su vez vinculado con la idea de que ambos sexos están igualmente capacitados para las matemáticas, la ciencia y la tecnología (Fuller y Narasimhan, 2007).

Con todo, Fuller y Narasimhan (2007), en una serie de importantes artículos, ofrecen pruebas de que el género, la casta y la ubicación geográfica son aspectos clave en la experiencia en TI que ha tenido India. Otra investigación sugiere que, mientras las mujeres y las castas marginadas participan en el mercado digital, el tipo de inclusión que logran está asociado con los viejos patrones de privilegios de India. En 2007, un estudio que relacionó castas y empleo reportó un "patrón de desempleo" donde las minorías religiosas o de casta en India sufren discriminación para encontrar trabajo, semejante a la que sufren las minorías raciales en los Estados Unidos:

Los datos experimentales exhibieron una evidencia bastante persistente de discriminación bajo las condiciones examinadas [...]. Lejos de disiparse mientras India se moderniza, el problema de la discriminación sigue siendo grave - inclusive entre los superiores en la jerarquía de capital humano (Jodhka y Newman, 2007: 4125).

La diferencia (manifiesta en el género, la casta, la región, etcétera) no es un vestigio atávico premoderno en el marco de una economía igualitarista en plena modernización, sino un componente dinámico en la construcción del ciudadano contemporáneo y una imagen de India tecnológica mundial.

Estamos asistiendo a una transformación en la lógica de la ciudadanía de India contemporánea. La ciudadanía y la subjetividad están ahora vinculadas con el desarrollo tecnológico. Sin que este aspecto obvie al Estado, no obstante sí altera su función, como algunos analistas habían predicho en los primeros estadios de la globalización (Philip, 2009). Las nuevas culturas tecnológicas definen nuevos modos de la política de casta; la participación en la esfera digital está vinculada con performances públicos de la masculinidad; el sensacionalismo de los medios acerca de los emprendedores digitales está acompañado por un determinismo tecnológico que filtra la retórica de "la economía del goteo"11 en la reforma económica. Estos cambios sociales afectan de diferentes maneras a hombres y mujeres, a las castas "superiores" e "inferiores", a activistas y a funcionarios del Estado. Una comprensión más completa de las tecnopolíticas poscoloniales implicaría el seguimiento de estos procesos en los ámbitos de la sociedad civil y del Estado, con el objetivo de conocer a fondo las formas en que las "viejas" políticas de casta, clase, género e identidad nacional son reimaginadas en la "nueva" era digital.

Pasados, presentes y futuros coexisten en los relatos de la modernidad tecnológica. Si las metáforas orientalistas parecen persistir desde el siglo XIX, y la redistribución de Fabian, la teoría de la modernización y el neoliberalismo nos lleva a través del siglo XX, el futuro de la tecnología en India parece estar definido por la clase transnacional de los empresarios y ejecutivos de las TI. Estos no son marcadores cronológicos sino heterotemporales, que se superponen en sus modos de expresión y análisis: del orientalismo, al socialismo de Fabian, al neoliberalismo, desafiando las periodizaciones convencionales. Cada uno persiste, domina u opaca el otro, en diferentes grados y en diferentes registros a lo largo del último siglo.

¿Tecnología foránea? clase, casta, tribu, género y religión

"Mundo Sagrado" es una sede de servicios de Internet en India, dirigido por un investigador de Xerox Parc, un científico computacional y diseñador con un currículum colmado de premios y administrador de una red que incluye las estrellas del mundo de la investigación tecnológica. Al igual que muchos pertenecientes a la generación de las tecnologías de la información, él regresó "de vuelta a casa" a India, después de una temporada exitosa en Silicon Valley, y está llevando a cabo su sueño de implementar tecnologías socialmente relevantes. Su "Fundación Mundo Sagrado" se autodefine como "un think tank del estado del arte en la investigación y el diseño, cuyos proyectos están explorando la innovación en pro de construir puentes entre las culturas tecnológicas y las tradicionales" (Sacred World Foundation, s/d).

Entre sus proyectos de investigación hay uno llamado "El redescubrimiento de la diosa". Este proyecto describe su objetivo como el desarrollo de contenido digital y de nuevas formas de interfaces e imágenes computacionales basadas en las diosas que existen en las tradiciones del mundo. El proyecto se propone "explorar nuevas formas interactivas Hi-Touch con interfaces amigables con el cuerpo e imágenes inspiradas en la forma femenina" (Sacred World Foundation, s/d). El conjunto más grande de proyectos, todos diseñados para ser un puente entre la cultura y la tecnología. Así, mientras la "tecnología" es aplicada de modo autoevidente en las TI, la "cultura" necesita metáforas. Además de la mujer-mundo, sus representaciones de la "cultura" son las siguientes: la imagen de Saraswati simboliza a la mujer, una versión interactiva de Gita-Govinda significa la intimidad, Gandhi representa a la nación, Shiva la religión, Kashi y Brindavan representan el espacio.

La imagen de la mujer está constituida por la naturaleza y su cuerpo tendido representa al mundo, lo cual pareciera ser subversivamente moderno, pues sustituye por una mujer al clásico Vishnu durmiendo (anantha shayanam). Con todo, al mismo tiempo, la mujer-mundo reproduce dos décadas de representaciones geográficas de la mujer como naturaleza, que aquí cuenta con el brillo de alta tecnología indigenista. Los agentes invocados para acompañarla son definidos como el "hombre tecno" y el "hombre tradicional", la mujer-mundo es el objeto-cuerpo donde se produce una síntesis de estas dos. Las categorías aparentemente sin marcar de India: la cultura y la tradición, se proyectan por medio de un hindú de clase media, propio de la imaginería nacionalista.

Los académicos podrían criticar fácilmente tales representaciones -décadas de trabajo sobre el orientalismo, la geografía feminista, las construcciones de la tradición y de la moderna Hindutva, deconstrucciones de la noción de cultura, y así sucesivamente, conceptos que parecerían proporcionar un marco crítico a la mano-. El hecho de que estos proyectos ganen numerosos premios por su diseño y tecnología nos alertan, sin embargo, sobre un punto político que difícilmente llama la atención de la academia crítica. Esto ocurre precisamente por la inesperada sedimentación de las nuevas TI, expertos en desarrollo e ilusiones brahmánicas icónicas. Hay poderosas resonancias en la modernización secular de India que se manifiesta en la estrecha relación entre la jerga tecnológica y los modos dominantes de representación de la religión, los religiosos, la nación, la naturaleza y el género. La excepcionalidad adherida a la ciencia y la tecnología es la de poder dirigir la ideología hacia lugares que rápidamente caen bajo la crítica entre las "esferas culturales", tales como el cine, la ficción o los medios de comunicación. Pero mientras que las construcciones culturales de la naturaleza han sido objeto de extensa crítica, la constitución de la naturaleza con las nuevas tecnologías y a través de éstas sigue siendo un objeto marginal en los discursos ambientalistas12. Por otra parte, dada la incertidumbre y el sentido de crisis periódicas que se ha apoderado de los tecnócratas estadounidenses desde comienzo del siglo XXI, junto con la aparición del mito del programador informático de India, está surgiendo un ensamblaje que nos llama al desarrollo de nuevas formas de interdisciplinaridad, a través de la pregunta, ¿qué podría significar pensar los estudios de Asia del sur (y en general los estudios de área), unidos a los estudios de la tecnología? Aún reconociendo que este proyecto metodológico está fuera del alcance del presente artículo, abajo exploro dos invocaciones adicionales del futuro tecnológico que nos podrán ayudar a visualizar más fácilmente el marco a través del cual estos asuntos parecen surgir en el ámbito político.

El Centro de Investigación de la Corporación Xerox en Palo Alto (PARC), (donde el director ejecutivo de Mundo Sagrado fue entrenado) y el Laboratorio de Medios del Instituto de Tecnología de Massachusetts (de donde extraemos el siguiente ejemplo) son dos instituciones veneradas en el campo de la investigación en tecnología. Ambas aspiran a escribir el futuro de la tecnología y crecer más allá de las fronteras estadounidenses y, actualmente, hacen parte de las crecientes redes profesionales y sociales de India. En mayo del 2000, Pramod Mahajan, ministro de tecnología de la información y asuntos parlamentarios de India, llevó una delegación a los Estados Unidos donde hizo planes con el Laboratorio de Medios de Massachusetts con el fin de establecer "una red de... proyectos y laboratorios dedicados a llevar los beneficios de las más avanzadas tecnologías de la información a las personas necesitadas" de India (The Hindu, 2001). El año siguiente, el periódico indio The Business Standard (2002) informó acerca de su inmediato éxito en una historia titulada "Media Labs Asia brings education to the doorsteps of tribals". La columna comenzó con la historia de una niña:

Nagina, una niña de 15 años perteneciente a la tribu nómada Magar Sanghvi en Maharashtra terminó su entrenamiento vocacional en un centro de Media Labs Asia en las proximidades de su vivienda y ha regresado a enseñar las mismas habilidades a otros niños de su tribu. Su entrenamiento sufrió resistencia por parte de los hombres de la tribu quienes no ven ningún beneficio en la educación. Sin embargo, los representantes del programa de entrenamiento de alguna manera los convencieron de que dejaran a Nagina asistir a las clases [sic] (Pandey, 2007: s/p).

De esta forma, la audiencia del periódico Business Standard compuesta por una clase mundial urbana empresarial, ha sido invitada a participar de un relato familiar de la modernidad. Las formas atrasadas de India primitiva están siendo conducidas a la luz de las actuales tecnologías de la información y de la comunicación (TIC). Pero lo más importante para nuestra actual discusión es que el sentimiento de pesar y las expectativas que la columna despierta, se encuentran ancladas al cuerpo de una niña rotulada como tribal. La columna continúa diciendo:

Media Labs Asia busca aplicar las tecnologías de la Comunicación y la Información en el mejoramiento de la situación de los sectores atrasados del país. Resulta interesante ver que las TIC están siendo usadas en la inducción de hábitos de higiene y salud, matemáticas básicas y otras habilidades de este tipo en estos niños (Pandey, 2007: s/p).

De un lado, la invocación a las TIC parece la substitución anacrónica del conocido discurso colonial, especialmente en cuanto a los antiguos marcadores de la modernidad (tales como periódicos, trenes y fábricas). El artículo se lee casi como una paródica imitación del discurso colonial de limpieza, higiene y progreso que trajo la misión civilizadora. Numerosos estudios han demostrado cómo el movimiento temporal de lo primitivo hacia lo moderno, del atraso al progreso, fueron impulsados por una serie de ideologías y prácticas, por la vida social de los objetos materiales y por la vida política de los sujetos modernos emergentes. Ya fuera acerca del jabón o de los ferrocarriles, la ropa o el diario de prensa, las escuelas o los buques, el discurso del progreso se mantuvo estable a lo largo de las distintas venturas imperiales, empleando la ya conocida retórica de las tinieblas hacia la luz, del salvaje al civilizado. ¿Será la substitución por las TIC una arista de la mera continuidad del tropo del discurso colonial? o ¿reflejará la falsa conciencia de un periodista individual, un sujeto poscolonial insuficientemente iluminado que imita la narrativa de un periódico inglés a través de un lenguaje políticamente heredado? Por supuesto, estos asuntos son más complicados que cualquiera de las anteriores explicaciones. La modernidad tecnocientífica nacionalista y poscolonial ha incorporado, sin duda, muchos de los tóxicos binarios de los discursos victorianos de las modernidades, pero la relación nunca puede reducirse a la continuidad o la ceguera. Las formas particulares en que se unen los discursos del primitivismo, del romanticismo y de la economía de mercado, son específicas a las circunstancias históricas particulares. La aparente persistencia de modos de representación provenientes de los siglos XVIII y XIX en el corazón de las modernas TI, no sugiere un atraso en las etapas del progreso, sino la heterotemporalidad de la política. Las tecnopolíticas poscoloniales están determinadas por los múltiples pasados. Éstas consiguen aglutinar modos de representación de manera ecléctica y a veces incoherente, cruzando a través de periodos (supuestamente discretos y estáticos) lo premoderno, lo colonial, lo poscolonial y lo neoliberal. La modernidad tecnológica no se forja cuando se trasciende la premodernidad ni lo "poscolonial"; implica un periodo en el cual el pasado colonial se ha puesto a descansar. La "difusión" de las culturas tecnológicas tampoco sugiere que leyes trascendentales de la naturaleza y de la tecnología se estén difundiendo a lugares nuevos. Por el contrario, las modernidades tecnológicas específicas, imbricadas con tecnopolíticas específicas, emergen a través de prácticas e ideas, aparatos y políticas, pasados invocados, futuros imaginados y presentes heterotemporales que la política, la gente y las prácticas están constantemente forjando, rebatiendo y rehaciendo.

Si la economía colonial fue principalmente una fuente de materias primas y secundariamente un mercado periférico para productos con un valor agregado manufacturado en las fábricas de la metrópoli, la economía poscolonial de India inscribe una política económica diferente, ahora caracterizada como una fuente de mano de obra en el campo tecnológico y como un "mercado emergente" de bienes de consumo. Media Lab Asia se posiciona en el centro de esta transición:

["]Con el clic de un botón, el niño observa un mercado virtual delante de él, donde realiza transacciones con un proveedor virtual para comprar verduras, frutas o alguna cantidad de dinero virtual. Este simple ejercicio le enseña aritméticas básicas tales como adiciones negativas. El uso de un lenguaje local en un video interactivo con una animación destacada, ayuda al niño a interactuar mejor con su entorno.

Publique el programa, los niños están hoy motivados para asistir a una escuela informal, ellos se dan cuenta del valor de ser limpios, ordenados y de mantener el agua y los alimentos libres de contaminación. Esto les inculca valores como el espíritu de equipo, la transferencia de conocimientos entre compañeros y familiares", comentó Ananthkrishnan, asesor de Media Labs Asia [sic] (Pandey, 2007: s/p).

A los "valores" de orden y limpieza (que, como hemos visto en el análisis de Anne McClintock (1995) acerca de la publicidad de jabones, son una continuidad del relato de los nativos sucios que son limpiados por la modernidad), se le agrega una versión actualizada inherentemente descontaminante del poder de conocer la producción del mercado. Adicionalmente, la cita anterior es curiosa por invocar una falencia en áreas específicas en que las economías aldeanas y tribales han sobresalido. Los niños aldeanos por lo general saben realizar con gran facilidad "las matemáticas del mercado" o los cálculos mentales prácticos, mientras los niños de la clase media urbana dependen de las calculadoras para hacer las sumas en clase y rara vez realizan transacciones por ellos mismos (esto lo llevan a cabo sus funcionarios, sus empleadas domésticas o las ancianas). Por su parte, son numerosos los mecanismos tradicionales usados por las tribus y las aldeas para mantener agua potable y alimentos limpios. Prácticas realizadas en "equipo" o "compartiendo" son más comunes en los contextos rurales y forestales, pues los niños urbanos son entrenados tempranamente en hábitos de actuación individual. Invocar estas diferencias no es afirmar que existen esencialismos en los "valores inherentes" a los indígenas, sino señalar patrones prácticos localizados en distintos lugares debido a que la economía política de los países en desarrollo rara vez es uniforme. Es más bien la narrativa de la modernidad la que insiste en que es importante empujar la sociedad hacia la uniformidad, lo cual invoca una retórica de valores. La población rural y tribal sigue siendo proyectada como mano de obra de las materias primas y para éstas, ella funciona como el dominio público con respecto a la IP de una red corporativa, es decir, son una fuente de comportamientos cooperativos, habilidades laborales y materias primas libremente disponibles, cuyo dominio es fundamental para el funcionamiento eficiente del mercado. Dado que los sectores económicos rurales y tribales todavía mantienen una relación mutuamente constitutiva con la población urbana13, aún podemos ver que los patrones de comportamiento están vinculados de forma dinámica y novedosa en pro de constituir una diferenciación vertical específica en el terreno económico. La narrativa de la modernidad tecnológica simplifica esta compleja geografía.

Uno podría sugerir aquí que estamos hilando demasiado fino al analizar sólo una columna de menor importancia en un diario de negocios; escrita descuidadamente, siendo un reportaje incidental, revela poco sobre la tribu y la tecnología, el mercado y la modernidad. Infortunadamente, los postulados que la subyacen hacen eco a muchos discursos de "expertos" acerca de la indigenidad y la modernidad en India.

En el 2008, el preeminente sociólogo de India André Béteille, escribió un artículo sobre "tribus y castas", en el que advirtió que "la política está siendo conducida por la competencia entre los atrasados" (Béteille, 2008: s/p). Críticas a las políticas de "reservations" (cuotas) son frecuentes entre las castas superiores, las mismas clases medias de India; del mismo modo en que hay un resentimiento general hacia las políticas de "cuotas" derivadas de las "acciones afirmativas" entre los círculos conservadores de Estados Unidos. Más interesante que el hecho de que Béteille esté en línea con las políticas conservadoras, lo particular para el siglo XXI es la formación heterotemporal de su argumento, puesto que se alinea con la antropología colonial del siglo XIX, situando su autoridad en la definición estándar de tribu. Béteille lamenta que, en la actual política de los atrasados, no se apliquen estándares verdaderos. De hecho, él invoca el siglo XIX como el espacio perdido, el hogar de los verdaderos estándares de atraso.

En el 2008, el movimiento Gujjar Arakshan Sangharsh Samiti puso en marcha protestas criticando la categorización del pueblo gurjar como una "tribu no notificada", exigiendo su reconocimiento como "tribu registrada". Hubo una subsiguiente "guerra de castas" que duró casi un mes. Los más importantes partidos políticos fueron arrastrados a la batalla sobre las categorías de casta y los títulos estatales14. Los ciudadanos de India pertenecientes a las "tribus no notificadas" (DNT) son hoy violentamente discriminados y marginados, principalmente por su asociación histórica con la categoría colonial de tribus criminales15. El escritor de ficción y activista social Mahasweta Devi el año 2002 afirmó: "India está manteniendo el legado colonial a través del tratamiento que le da a cientos de comunidades como delincuentes de nacimiento" (Devi, 2002: s/p).

Estos puntos de vista son, sin embargo, tema de tensos debates políticos. Un análisis completo de la herencia histórica de la Criminal Tribes Act (Ley Criminal para las Tribus) y sus conexiones con la Reservation Politics (Política de Cuotas) y con el discurso antropológico está fuera del alcance de este artículo. Es suficiente enfatizar que los legados en los modos propios de los expertos y científicos son frecuentemente aceptados en los problemas políticos contemporáneos. En la India de hoy, muchos científicos y expertos pertenecientes a la casta/ clase superior siguen apoyándose en los modelos coloniales acerca del tipo ideal de "tribus", supuestamente incrustados en un pasado primordial (nunca visto en la tierra y evidenciado únicamente a través del prototipo del siglo XIX). De acuerdo con este relato, en el pasado primordial que constituye el presente universal de las tribus, el hombre primitivo y la naturaleza primitiva eran uno solo; según el mismo relato, el paso del tiempo y el advenimiento de la modernidad los corrompieron a ambos. La degeneración temporal le ayudaría al experto a distinguir entre lo real y lo falso, lo auténtico primitivo y lo modernizador inauténtico. Los restos de las buenas tribus permanecen alineados con la pureza de la naturaleza virgen, los avances de las malas tribus son asociados con la clase media y con la modernidad, la pérdida de su derecho moral de nobleza16 y la asociación con la naturaleza, porque la tribu elige el trabajo productivo sobre la caza y la recolección, la urbanidad sobre el bosque. Malas tribus, en este relato, son aquellas que no están bien equipadas para la modernidad pero, aún así, la han adoptado por oportunismo, y por esto sólo se han quedado con la corrupción (y no con la sofisticación) del presente, junto con el atraso (pero no aquel de la pureza natural) del pasado.

Numerosos estudios históricos sobre las políticas indígenas y de selvas, muestran el vínculo histórico de las narrativas sobre mano de obra productiva y sus resonancias con Locke, con las formas de usar las selvas y sus ficciones románticas. Una rica historia de la gestión de recursos muestra cómo el acceso de las tribus a las forestas fue erosionado a través de la experiencia de la selva colonial, seguida por el desarrollo poscolonial y las formas en que los incentivos para el trabajo productivo fueron impuestos a través de la ley y la coerción17. Pero el debate político en torno a las castas en India ha demostrado cómo en los críticos provenientes de las áreas con fuertes legados científicos (en gran parte procedentes del siglo XIX) existen dificultades para comprender las formas en que las historias de la discriminación pueden afectar la legislación contemporánea. Atraso y reforma delinean una temporalidad diferente de aquella de pureza y degeneración. En las narrativas del atraso, las tribus siguen atrapadas en un pasado preilustrado y esperan la luz de la objetividad. Confundidos por la modernidad, son incapaces de ver que su verdadera naturaleza está en la pureza de la naturaleza, no en la hibridez de la modernidad.

El patetismo y las promesas de los cuentos populares acerca de la modernidad tecnocientífica pivotan en los cuerpos de aquellos marcados como primitivos y como mujeres. Los sujetos racializados y generizados sirven para resaltar los contornos de la modernidad, marcando los márgenes espaciales, los pasados temporales y los futuros posibles de la ciudadanía y la subjetividad modernas. El agenciamiento, sin embargo, descansa en las manos de eminentes expertos tecnocientíficos antes antropólogos, ahora tecnólogos de la información.

Podría parecer que la tecnoutopía simplemente deriva y actúa como ventana del conservadurismo religioso, del Estado y de las prácticas empresariales. Rastreando las tecnopolíticas poscoloniales todo es, sin embargo, un poco más complicado. Sus huellas están en todas las políticas posindependencia, en las formaciones de partidos de extrema izquierda a extrema derecha, en las esperanzas de la Constitución y en las políticas del Estado. La Comisión de Planificación durante la independencia y la Comisión Nacional del Conocimiento del siglo XX (ninguna de las cuales tuvo compromisos religiosos o corporativos intrínsecos) también las encarnaron. La politóloga Srirupa Roy ha argumentado que la ciencia y el Estado estaban entrelazados por discursos semejantes en lo que respecta al carácter científico y a las/os científicos-expertos (Roy, 2007; Chatterjee, 1993).

Después de la independencia, India ha visto gran cantidad de movimientos de "ciencias alternativas" en las que los disidentes rechazan la línea estándar de la modernidad tecnocientífica. Estos disidentes han sido a menudo bien entrenados, como altos ejecutores del sistema de educación científica de India moderna. A partir de la década de los setenta, un pequeño y constante grupo de estos técnicos disidentes salieron de algunas instituciones educativas de la élite tecnocrática de India. El grupo no era estadísticamente significativo como para merecer alguna postura académica sostenida, ni un estudio periodístico. Éste, sin embargo, persistió hasta formar a lo largo de las décadas, algo así como un movimiento, o por lo menos una forma reconocible de práctica de vida disidente para el siglo XXI. Los esfuerzos de la ciencia alternativa han despertado persistentemente la crítica de los expertos científicos. A pesar de que se apartan, en muchos aspectos, de las concepciones dominantes acerca de la tecnología, las formas en que sus discursos de oposición se articulan, aún mantienen, en general, la fe en una idea de carácter científico (con su combinación de bases positivistas y sentimiento nacionalista). Así, la resistencia nacionalista anticolonial también ha venido a reposar, desde la liberalización de la década de los noventa, en la esperanza de la iniciativa empresarial. La historia tecnoutópica del siglo XXI abarca desde los parques tecnológicos de Bangalore, hasta su vecino rural con un tema recurrente: la unión del poder computacional y el conocimiento indígena como una tecnociencia consumible y la capacitación de su gente en las subjetividades empresariales.

Una campaña publicitaria del parque tecnológico de Bangalore en el 2003 se resume en el eslogan "India brilla", acuñado por Prathap Suthan, el director nacional de la agencia de publicidad creativa Grey Worldwide (India).

Suthan explicó en una entrevista: "'India brilla' tiene que ver con el orgullo. Nos da a los indios de piel morena un gran sentido de triunfo. Mira a la clase media y te contarán la historia del resurgimiento de India"18.

Al preguntarle cómo se le ocurrió el eslogan que lo hizo el más exitoso publicista en la historia de India, Suthan recordó:

Teníamos un plazo muy corto, así que decidí trabajar en consignas turísticas (utilizadas por otros países) como "Rule, Britannia" [Britania manda] o "Come, play in South Africa" [Ven y juega en África del Sur]. ["India brilla"] realmente hizo clic y ahora ha permeado nuestro lenguaje político.

Un eslogan publicitario para el futuro tecnológico de India celebra la tecnopolítica poscolonial del siglo XXI a través de filiaciones retóricas con historias del Imperio británico y eslóganes turísticos de la Sudáfrica posapartheid. Los análisis de las tecnopolíticas poscoloniales nos desafían a dar cuenta de éstos y otros tantos canales de una retórica poderosa y de gran alcance que va más allá de la clase media tecnócrata. Tribu y tecnología, género y red, pasados premodernos y futuros científicos, no sólo persiguen los discursos del Media Lab Asia o a los empresarios de Xerox PARC; son las aspiraciones del Estado y de sus ciudadanos en transformación.

Notas

1 He simplificado radicalmente la historia del pensamiento económico en esta introducción, así como la historia de los primeros cincuenta años de independencia de India. La inversión del Estado de India en el desarrollo de la tecnología y la educación es anterior a la década de liberalización. El auge de ingenieros fue en parte resultado de la inversión en educación en ingeniería propia de las primeras décadas de la independencia, un proyecto asistido por numerosos países occidentales. Los institutos de tecnología de India educaron ingenieros altamente exitosos, cuya emigración constituyó una desastrosa "fuga de cerebros" para este país pobre, pues había invertido en ellos y, sin embargo, su participación contribuyó al éxito de Silicon Valley en California. Esta historia, de nuevo, es muy larga para ser desarrollada aquí. Los académicos del sur de Asia han comenzado a alejarse del período colonial como foco, para arrojar luces sobre las últimas cinco décadas del siglo XX, y hoy estamos frente a una gran cantidad de nuevos trabajos que buscan dilucidar las complejidades propias de este periodo.

2 Consideremos, por ejemplo, la forma en que los medios de comunicación representan los levantamientos democráticos en 2010 en Oriente Medio (la "primavera árabe") como revoluciones "Twitter" y "Facebook", mientras que las manifestaciones estudiantiles en Cambridge, en el mismo año, no fueron aplaudidas especialmente por sus habilidades computacionales. La tendencia principal de los medios occidentales ha sido presentar como sorprendente o incongruente el que un objeto tecnológico esté en manos del Sur global. Esto no es un fenómeno reciente. Para un ejemplo clásico, propio de la cultura popular, véase la película de 1980: Los dioses deben estar locos, dirigida por Jamie Uys, en la que una botella de Coca-Cola representaba la tecnomodernidad occidental. Algunos de los debates de la década de los años ochenta sobre las narrativas culturales racializadas de esta película se encuentran disponibles en: <http://www.wikipedia.org/wiki/The_Gods_Must_Be_Crazy>.

3 Con respecto a esta temática hay una amplia historiografía feminista; véase, por ejemplo, Antoinette Burton (1998) y Mrinalini Sinha (1995).

4 Las resonancias teóricas implícitas en esta frase son: a) a la noción heideggeriana de que los animales están "pobres en el mundo", en "los conceptos fundamentales de la metafísica" (1929-1930), y b) la "teoría pobre", un movimiento reciente en la teoría crítica que pretende bajar la "teoría" de los pedestales sobre los que ha permanecido durante gran parte del siglo pasado. Quitarle el pedestal a la teoría y, por extensión, a la tecnología, no debe implicar ni su empobrecimiento, ni una simple interpretación adecuada a los pobres. Un paso hacia teorías más modestas de la tecnología debe hacer ambas cosas y algo más que defender la vuelta a la tradición o rechazar la instrumentalidad de la tecnología. Como el documento del Instituto de Teoría Crítica sugiere: " [...] la teoría de los pobres debe hacer algo más que abogar por el uso de ladrillos de barro y el retorno a los métodos tradicionales de construcción o sus equivalentes... porque el 'conocimiento local' en las condiciones espaciales actuales no puede permitirse el lujo de sentir nostalgia o de tener aplicaciones meramente locales". Un movimiento a pensar con "tecnología de los pobres" debe "pensar relacional y teóricamente, en torno y en contra de la negación de la contemporaneidad [co-evalness]. A través de nuevas mezclas de lo práctico y lo teórico, se [pueden desestabilizar] antiguas y presentes formaciones de lo nacional, lo colonial, lo imperial y lo poscolonial como categorías puras" (Critical Theory Institute, 2008).

5 Especialistas en los estudios de desarrollo, la antropología y la teoría de los movimientos sociales parecen mejor equipados para teorizar sobre estos varios contextos, que las personas formadas exclusivamente en los modelos occidentales de estudios de la tecnología. Esta transformación en las temáticas es rica en potencial, pero desigual en influencia. Algunos interesantes estudios están surgiendo en áreas interdisciplinarias, mientras que algunos campos, como los orientados hacia el análisis de negocios o la inteligencia de mercado, a menudo reproducen los supuestos heredados de los últimos cincuenta años. El creciente interés empresarial en el mundo del "billón de consumidores de base" añade otra faceta a la complejidad ética para aquellos que buscan desarrollar esta área de reflexión.

6 Estas Reflexiones hacen parte de Conocimientosadecuados, un libro de mi autoría aún manuscrito. Aquí trazo preguntas claves a través de viñetas, recordatorios históricos y resultados yuxtapuestos de diferentes disciplinas, posponiendo la discusión más detallada para el proyecto de mayor envergadura.

7 Analicé esta imagen en Philip (2005), con respecto a las semejanzas metafóricas con lo que he denominado la función pirata. Aquí me centro en el referente literal de la historia de Wired, es decir, la introducción de recursos foráneos y sub-contratación global de los negocios.

8 Estas temáticas han sido analizadas ampliamente en todas las disciplinas. Aquí me enfoco en la confluencia particular de la ansiedad tecnológica de género y de raza. Para análisis más amplios véase Manuel Castells (1996), Saskia Sassen (1991) y Frederic Jameson (1991).

9 bundan diversos estudios sobre la situación económica y cultural de China, no obstante, existen pocos estudios comparativos entre India y China, especialmente en cuanto a la política tecnológica. Véase, por ejemplo, Lisa Rofel (1999), Mei Zhan (2009) y Jeff Wasserstrom (2004).

10 La revista Business 2.0 informó acerca de la "nueva economía" desde 1998 hasta 2007. La imagen ya no está en Business, pues se archivó en <http://money.cnn.com/magazines/ business2/business2_archive/>. Acerca de la compleja historia de India tecnoempresarial, véase, por ejemplo, Nishant Shah y Sunil Abraham (2009) o el Centre for Internet and Society Monograph Series on Histories of Technology, disponible en: <http://www.cis-india.org/research>.

11 Nota de los editores: el "efecto derrame", "teoría del goteo" o "trickle down effect" consiste en que al producirse un crecimiento económico, parte de éste necesariamente llegará a las capas sociales inferiores. Esto podría explicarse dado que el crecimiento genera gradualmente mayor empleo, más ingresos y mayor consumo. De verificarse esta teoría, se producirá un aumento del bienestar total, y una reducción de la desigualdad, dado que las capas sociales de renta inferior van a crecer más rápidamente que las superiores. Habría cierta convergencia y, por tanto, una reducción de la desigualdad. Esta "teoría del derrame" estaba muy extendida durante los años noventa.

12 En la academia occidental hay excepciones significativas como "Manifiesto para Cyborgs" de Donna Haraway (1985). Pero a pesar del vigor que han tenido en el sur de Asia los estudios críticos sobre la naturaleza y el medio ambiente, la profética de Haraway, con su combinación de la informática y la ecología, no ha sido influyente en el feminismo de India. Por otro lado, la crítica de la tecnología es vigorosa en el campo emergente de los estudios poscoloniales de la información, sin embargo, las cuestiones relativas a la relación naturaleza/medio ambiente, rara vez se cuentan en esas discusiones. Véase Donna Haraway (1985) y Kavita Philip (2011).

13 Sobre análisis relacionados con éste, localizados en distintas áreas, véase Williams (1973) y Spivak (2000).

14 El diario progresivo Tehelka cubrió el movimiento con cierto detalle. Su recuento incluye la siguiente narrativa: "En junio de 2008 el coronel Bainsla anunció la reanudación de la agitación de los Gujjar que piden el Registro Tribal (RT) [...] 'Nuestras mujeres son el 99 por ciento analfabetas, sólo el 30 por ciento de los hombres tienen educación básica', afirmó el coronel. 'La pobreza es extrema. Analfabetismo masivo. No tenemos sustento' [...]. 'Antes de la independencia, los Gujjar y Meenas fueron doscaras de una moneda', dijo Bainsla: 'Pero los Meenas recibieron reserva como RT [Tribu Registrada] en el 56, y ahora son una potencia reconocida en este país' [...]. Otro manifestante fue agudamente directo: 'No tenemos agua. Se bañan con Bisleri [agua embotellada] ' [...] . 'Mi preocupación principal es que los Gujjar nos unamos a la corriente nacional', dice Bainsla, tal como aconteció con sus propios hijos, los cuatro fueron a la universidad y tres asumieron altos cargos en el gobierno. Él señala con el dedo a la multitud, preguntándole a cada uno cuántos grados estudió. Ninguno ha pasado de octavo. 'Un día, él será un científico. Él será un secretario adjunto. Él entrará al SPI [Servicio de Policía de India]. ¡No voy a dejar que ellos caigan detrás!'" (Tehelka Magazine, 2008: s/p).

15 Tarun Jain, en un artículo titulado "Defying Labels, defining themselves" [Desafiando las etiquetas, definiéndose a sí mismos] en la revista en línea India Together, de septiembre de 2004, ofrece un resumen de la paradoja de la etiqueta "tribu no notificada": "Poco después de la independencia, el 30 de agosto de 1952, los nuevos administradores de India derogaron la Criminal Tribes Act [Ley Criminal para las Tribus] y liberaron, es decir, 'desnotificaron' a las comunidades tribales. Así, muchas comunidades desnotificadas en ese periodo ahora celebran el 30 de agosto como su segunda independencia. Con todo, por desgracia, el gobierno promulgó al mismo tiempo una serie de Habitual Offenders Acts [Actos Delincuenciales Habituales]. Estas leyes le pedían a las autoridades policiales que investigaran las tendencias criminales sospechosas y si sus hábitos son propicios para conducirlos a la vida sedentaria. Las fuerzas policiales de todo el país utilizaron estas normas ampliamente para perseguir a las tribus no notificadas y a las tribus nómadas (DNT)" (Jain, 2004: s/p).

16 Nota de la traductora: esta palabra es ambigua porque aquí tiene el sentido de buen salvaje.

17 Estudios históricos acerca de las Leyes Criminales para las Tribus de 1871, véase Ajay Skaria, (1999), Meena Rad-hakrishna (2001) y Kavita Philip (2003).

18 Este reportaje está disponible en: <http://www.rediff.com/money/2004/apr/02shining.htm-AFP>.


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Una lectura de las tecnologías desde los estudios feministas: el caso OLPC y Sugarlabs en Colombia*

Uma leitura das tecnologias desde os estudos feministas: o caso de OLPC e Sugar Labs na Colômbia

Labs na Colômbia A reading of technology from feminist studies: the case of OLPC and Sugar Labs in Colombia

Tania Pérez-Bustos**
Fabián Prieto***
Manuel Franco-Avellaneda****


* Este artículo presenta los resultados parciales de la investigación doctoral de Tania Pérez-Bustos, concluida en el 2010 y financiada por Colciencias; del trabajo de la Maestría en Comunicación de Prieto, en la Pontificia Universidad Javeriana; y de la investigación doctoral en curso de Franco-Avellaneda, financiado por la CAPES (Brasil).

** Antropóloga, magíster en Estudios del Desarrollo y Doctorado en Educación. Actualmente se desempeña como profesora del departamento de Antropología de la Pontificia Universidad Javeriana y como investigadora de la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

*** Historiador, candidato a Magíster en Comunicación. Es consultor independiente de la Fundación Social y del Centro Nacional de Consultoría y miembro de Sugarlabs (Colombia). E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

**** Ingeniero mecánico, con especialización en Pedagogía y maestría en Educación. Actualmente es candidato a Doctor en Educación Científica y Tecnológica en la Universidad Federal de Santa Catarina (Brasil). E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.


Resumen

El artículo presenta los aportes de las epistemologías feministas contemporáneas para una lectura situada de la sociedad de la información, a la luz de una investigación sobre el proyecto "Una laptop por niño" y su plataforma de software en Colombia, Sugar. Argumenta que estos abordajes contribuyen a pensar las condiciones de posibilidad y las posiciones invisibles que definen las TIC. Se cierra con algunas consideraciones sobre cómo esta reflexión puede fornecer herramientas para comprender dinámicas de diseño, implementación y gestión de tecnologías sociales.

Palabras clave: estudios feministas de la tecnología, OLPC, tecnologías sociales, TIC, computación poscolonial.

Resumo

O artigo apresenta as contribuições das epistemologias feministas contemporâneas na realização de uma leitura situada da sociedade da informação, à luz da pesquisa sobre o projeto "Um laptop para cada criança" e da sua plataforma de software na Colômbia denominada Sugar Labs. Argumenta-se que essas abordagens ajudam a pensar as condições de possibilidade e as posições invisíveis que definem a tecnologia da informação e da comunicação. Conclui-se com algumas reflexões sobre como essa reflexão pode fornecer ferramentas dinâmicas para compreender dinâmicas do desenho, implementação e gestão de tecnologias sociais.

Palavras-chave: estudos feministas da tecnologia, OLPC, tecnologias sociais, TIC, computação pós-colonial.

Abstract

The article presents some contributions of contemporary feminist epistemologies to a located interpretation of information society, in the light of a research about the project "One laptop per child" and its software platform in Colombia, Sugar Labs (en el resumen en español falta la palabra labs). The article points out that this approach helps to think conditions of possibility and invisible positions, which define information technology and communication. It closes with some thoughts on how these considerations can provide dynamic tools to understand the material design, execution and management of social technologies.

Key words: feminist studies of technology, OLPC, social technologies, TIC, postcolonial computational machinery.


Un territorio ampliamente estudiado a la hora de documentar la interacción ciencia-tecnología-género ha sido el relacionado con las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) (Bonder, 2008; Sabanes, 2004; Huyer, 2005). Este interés ha estado relacionado con una búsqueda por deconstruir el imaginario, según el cual, las mujeres y la tecnología (en general) no son compatibles (Daza, 2010; Arango, 2006), lo cual explica su baja representación y participación en las carreras de perfil tecnológico, en especial las ingenierías (Thom, 2001; Salazar et ál., 2010).

En lo que respecta a las TIC, un argumento que se ha utilizado para explicar la baja participación de las mujeres en este sector ha sido que el desarrollo de estas tecnologías se percibe como carente de un perfil social (Dimond y Guzdial, 2008). En Colombia, por ejemplo, la investigadora Luz Gabriela Arango (2006) señala que la baja proporción de estudiantes mujeres de ingeniería computacional en la principal universidad colombiana está asociada con este imaginario. Por su parte, es notorio que aquellos proyectos y desarrollos de TIC que se encuentran directamente asociados con procesos de intervención social de carácter educativo, por ejemplo, son de mayor interés para las mujeres (Pérez-Bustos, 2010a). Este es el caso de iniciativas como OLPC (Dimond y Guzdial, 2008).

OLPC, sigla en inglés que traduce "una computadora portátil por niño" -one laptop per child-, es un proyecto que se inicia en el 2005 bajo el liderazgo de Nicholas Negroponte del Instituto Tecnológico de Massachusets (MIT), cuya misión es empoderar a los niños/as más pobres del mundo a través de la educación, mediada por lo que se conoce como computación uno a uno1. El proyecto fue concebido para operar con un software libre conocido como Sugar, cuyas versiones, técnicas y pedagógicas, estas últimas de carácter constructivista, fueron inicialmente desarrolladas igualmente desde el MIT. Un reciente estudio sobre las evaluaciones realizadas a este programa (Nugroho y Lonsdale, 2010) señala que actualmente hay cerca de un millón de computadores OLPC (conocidos como XO) en uso en más de cuarenta países. La investigación señala también que estos proyectos involucran un número amplio de entidades "ranging from international donor agencies, national ministries or local departments of education and ICT companies, to Non-Government Organisations or private non-proft foundations" (2010: 6). Un actor-colectivo importante en estos procesos de implementación lo constituyen las comunidades locales de usuarios y desarrolladores de software libre en cada país de implementación2. Estas comunidades apoyan la formación de nuevos usuarios y también dan soporte técnico y contribuyen con la documentación del proceso de implementación a través de iniciativas relacionadas con la traducción, el reporte de errores en el software y la generación de aplicativos para ser usados en los XO o a través de Sugar. No sorprende, a propósito de lo ya mencionado, que en Colombia hayan sido mujeres quienes hayan liderado desde la comunidad de software libre, la implementación de este proyecto (Pérez-Bustos, 2010a).

Nos interesa argumentar, quizás subrayando algunos matices no señalados en lo planteado hasta aquí, que comprender desde una perspectiva feminista crítica los modos en que el género atraviesa proyectos como el descrito, supone, por un lado, situar la experiencia de estas mujeres concretas en un contexto geopolítico que atraviesa las maneras como el proyecto es presentado públicamente, apelando a una cierta retórica universalista del desarrollo, el altruismo, la pobreza, la educación, entre otros aspectos (Philip et ál., 2012). Pero implica, también, en estrecho diálogo con lo mencionado, comprender que los procesos de diseño de estos dispositivos están marcados por los intereses, las expectativas y apuestas de ciertos actores en particular, que en algunos casos conllevan una puesta en escena neutral, loable y homogénea de las TIC y de su transferencia (Suchman, 2005).

Retomando los planteamientos de Philip et ál (2012) y de Suchman (2005), proponemos analizar el caso de OLPC-Sugar en Colombia, desde una perspectiva feminista, como una entrada para comprender crítica y situadamente el papel de las TIC en un contexto geopolítico contemporáneo, y como un pretexto para establecer diálogos con el diseño, la implementación y la gestión de tecnologías sociales. Nuestro argumento se desarrolla en tres partes. Iniciamos con la presentación de algunas de las tácticas feministas en torno a la computación poscolonial, para comprender el contexto de emergencia y de posibilidad del caso en cuestión. Posteriormente nos adentramos en cómo este contexto teje ciertas premisas en torno al diseño de tecnologías de la información y, por último, cerramos con algunas reflexiones sobre cómo estos abordajes feministas contribuyen a pensar las tecnologías sociales en general3.

Identificando condiciones de posibilidad

De los diferentes derroteros teóricos que Philip et ál (2012) proponen para comprender la computación poscolonial, quisiéramos retomar aquí uno en particular por considerarlo de mayor utilidad para abordar una comprensión crítica feminista de casos como el de OLPC-Sugar. Nos referimos a su búsqueda por problematizar la premisa (simple) de que los desarrollos tecnológicos se producen de manera innovadora en un lugar (usualmente noroccidental), y que son difundidos y adoptados en otro. Al respecto, señalan que ambos lados de esta dicotomía están compuestos de estratificaciones, articulaciones y significados en muchos casos contradictorios, los cuales, agregaremos, se encuentran atravesados por discursos y dinámicas de género diversas. Así, Philip et ál. advierten la necesidad de dar cuenta de procesos de innovación que ocurren en uno y otro extremo de estas transferencias tecnológicas, pero también por las relaciones de poder que enmarcan las innovaciones que éstas implican, relaciones que configuran la tecnología de modos diversos y en muchos casos inconmensurables. Este tipo de lecturas contribuyen a deconstruir miradas planas de las TIC (como tecnologías configuradas por el género) desde las cuales se asumen condiciones subordinadas de contextos y sujetos. Su propuesta en este sentido tiene un doble foco de análisis: la crítica negativa sobre cómo se construyen las diferencias culturales y (sobre todo) las posibilidades productivas de las diferencias que acontecen en los procesos de implementación de las TIC.

¿En qué sentido estas lecturas que apelan a una comprensión híbrida, contradictoria de las TIC en un marco de relaciones geopolíticas, están atravesadas por reflexiones feministas en torno a la ciencia y la tecnología? En primer lugar, la crítica feminista a la tecnología apuntará no sólo a evidenciar lo que ocurre con hombres y mujeres en el territorio de las TIC, sino a reconfigurar este territorio en sí mismo, justamente desde las premisas de parcialidad, heterogeneidad y contingencia. En palabras de Philip et ál.: "Haraway's demonstrations of how contingency, partiality, and heterogeneity capture something important ahout technoscientific practice, in order to make original claims ahout the future of ICT design" (2012: 9).

Aquello que es capturado por estas lecturas tiene que ver, entonces, con investigar las contingencias de un objeto tecnológico, no sólo localmente, sino comprendiendo que lo local es un ensamblaje de relaciones políticas, económicas y culturales de diversa índole; que son éstas las que hacen posible la tecnología, y en las cuales se encuentran sedimentadas ciertas nociones sobre el género que configuran los modos en que la implementación de proyectos como OLPC-Sugar en países como Colombia tiene lugar. Sobre este particular, Philip et ál describen los mecanismos a través de los cuales, en la esfera pública ha sido publicitado este proyecto en países de Asia y África, y muestran que en este ejercicio se pone a circular la idea de que estos computadores transformarán la vida de niños/as de estos países, asumidos como pobres; niños/as trabajadores/as o combatientes, cuyas condiciones de marginalidad son retóricamente omitidas, para poner el énfasis en la inclusión digital como alternativa de cambio y posibilidad "feliz". Frente a este panorama, Philip et ál indagan, antes que por las condiciones de marginalidad, por las condiciones de posibilidad de este tipo de proyectos, cuestionando cómo esa idea de cambio y transformación social está amparada en la invisibilidad del trabajo feminizado que tiene la responsabilidad de ensamblar estos dispositivos educativos. En sus palabras:

The women's labors are part of the conditions of possibility of the girls' use of the XO [...]. Infrastructured, the women's labor recedes into the background of consciousness to be taken for granted in use. Practically oriented engineers, designers, and STS practitioners can take them for granted because these women and their labors are held in an assemblage that is fixed, taken for granted, and consistently available, rather than visibly contested, contingent, and uneven. Why do unstable, contingent relations appear as fixed and inevitable? Stories about the networked travels of technological objects reveal layers of information about the power relations that enable those networks. [...] These appear as background to the heroic actors (programmers, marketers, and users, in this XO story), because they are held as if on "stand by, to be immediately at hand, indeed to stand there just so that it may be on call for a further ordering " (Philip et ál ., 2012: 11).

Con base en esta descripción, nos preguntamos aquí: ¿qué tipo de narrativas homólogas podemos encontrar en la implementación de OLPC en Colombia? ¿Qué actores invisibles posibilitan que este proyecto se posicione en el país a través de una retórica heroica y estandarizada como la que estos autores nos mencionan? ¿Quiénes son estos actores? ¿Qué sentidos de femineidad y masculinidad encarnan? ¿Qué relaciones de poder se tejen entre ellos? ¿Qué otras historias nos cuentan de esta tecnología? ¿En qué medida esas otras historias nos revelar posibilidades creativas para pensar estos desarrollos más allá de las dicotomías entre el heroísmo (occidental de los desarrolladores) y la victimización (de las niñas/os receptores y de las trabajadoras en las líneas de ensamblaje de hardware en el Tercer Mundo)?

Sobre las condiciones de posibilidad de OLPC-Sugar en Colombia

Antes que abstractas, las anteriores preguntas se relacionan con los modos en que el proyecto ha sido implementado en Colombia. Principalmente impulsado por organizaciones no gubernamentales (ONG), OLPC en Colombia fue implementado a partir de recursos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y de la Fundación Pies Descalzos4. Esta alianza, en palabras de la comunidad de software libre en Colombia, fue posible gracias al encuentro casual en un foro de la Unesco, entre la cantante Shakira, directora de la Fundación, con Nicholas Negroponte, fundador del laboratorio del MIT en donde se desarrollan las apuestas educativas y tecnológicas del proyecto OLPC5. Esta casualidad, por su parte, pone en escena el voluntarismo altruista y los modelos de filantropía de corte publicitario (Mooney y Eikenberry, 2009) que dinamizan la sociedad del espectáculo y que configuran tras bastidores el carácter performativo de las apuestas educativas del proyecto OLPC en el ámbito local. Central a este panorama se vislumbra una división sexual del trabajo de carácter geopolítica, en donde Shakira representa la idea maternal del cuidado del otro vulnerable y Negroponte encarna la figura del padre benefactor que provee los recursos para que ello sea posible, pero que también se apoya sobre la imagen publicitaria de la cantante colombiana, para posicionar su proyecto de venta de computadores articulado con un proyecto educativo.

Para algunos voluntarios de la comunidad de software libre en Colombia, involucrados con OLPC, la naturaleza de estos fondos tuvo repercusiones que desviaron el énfasis del proyecto. Así, se pasó de un objetivo orientado a garantizar el acceso a tecnologías de la información libres como insumo fundamental para transformar el aprendizaje de niños/as en condiciones de marginalidad social, para convertirse en una plataforma de visibilidad mediada por intereses económicos muy concretos, en donde la comunidad de software libre al frente del tema cumplió un papel instrumental. Aunque en los canales informativos globales se anunció que estos pilotos estarían apoyados por voluntarios locales en unión con organizaciones encargadas de temas pedagógicos de prestigio nacional, como es el caso de la Fundación Alberto Merani y la Alianza Educativa6, en la implementación del proyecto, a las/os voluntarias/os de la comunidad de software libre sólo se les asignaron tareas de apoyo técnico, tanto en la capacitación como en el desarrollo de aplicaciones de software para ser utilizadas con las/os maestros; éstas tareas, sin embargo, estuvieron poco orientadas por los expertos locales en temas educativos. Por su parte, las organizaciones locales al frente de la implementación del proyecto en Colombia encontraron en éste una oportunidad para movilizar su imagen como instituciones líderes en modelos innovadores de aprendizaje, acción directamente relacionada con la gestión de nuevos recursos7.

Quisiéramos resaltar aquí al menos dos aspectos relacionados con este proyecto, y que se cruzan con la reflexión crítico-feminista planteada arriba. Por una parte, subrayar cómo el lugar de lo educativo, enmarcado bajo esa idea de cuidar del otro, en este caso un otro marginal, y que se materializa en una serie de propuestas educativas que sustentan y orientan los dispositivos tecnológicos, no es puesto en juego a la hora de realizar las negociaciones encaminadas a la implementación de OLPC en Colombia. En este proceso, lo educativo juega el papel de un valor positivo que no se cuestiona, pero que sí moviliza recursos y posiciona iniciativas en ambos casos privadas en torno a la educación, aunque no siempre propiamente educativas. Una de las premisas iniciales del proyecto OLPC era conseguir el apoyo de los gobiernos para la compra y la implementación de los equipos. Con esto se buscaba, por un lado, garantizar un mayor nivel de institucionalidad y de permanencia del proyecto en los escenarios locales y, por otro, que con el apoyo del gobierno se lograra la adquisición masiva de los equipos, lo cual repercutiría en su costo final. Esta premisa, sin embargo, ha ido perdiendo efecto con el tiempo. Esto particularmente por la presión que ejercen las compañías productoras de dispositivos informáticos que le han generado competencia a este proyecto8. En esta línea, con miras a sobrevivir, OLPC ha cambiado los estándares de entrega de equipos y de realización de pilotos priorizando argumentos económicos y movilizando recursos privados, con lo que su misión educativa se ha puesto en duda (Kraemer et ál., 2009). Esta dinámica pone a este proyecto en el centro de un proceso de mercantilización en donde lo educativo, en especial los imaginarios en torno a la experiencia de los niños/as que van a usar estos desarrollos, se constituyen en eslogan de venta de computadores. Como Pérez-Bustos (2010b) ha señalado, dicha mercantilización que opera a partir de la banalización de las propuestas educativas de este tipo de desarrollos de TIC para la educación en el Sur, es ejemplo de cómo la popularización se feminiza, en este caso de la mano con nuevas formas de privatizar la educación9.

En segundo lugar, en diálogo con este vaciamiento en torno a lo educativo, está el hecho de que el posicionamiento de la popularización de la tecnología en la comunidad de software libre en Colombia, tampoco fomenta la generación de una interlocución con las organizaciones que lideran la implementación de OLPC, menos aún con los procesos de implementación propiamente dichos que tienen lugar en las comunidades de base. En este sentido, los desarrolladores y usuarios expertos del software educativo que apalanca este proyecto, en muchas ocasiones no conocen lo que ocurre en la implementación local, más allá de algunas visitas esporádicas, pero tampoco buscan realimentarse de ésta para pensar y orientar los desarrollos de software que dinamizan el dispositivo informático, inclusive cuando éstos sí son de su directo interés.

En este sentido, uno de los principales movilizadores de la comunidad de software libre en Colombia en torno a OLPC, ha sido el desarrollo de aplicaciones de Sugar que operan sobre los portátiles entregados a cada niño. En este ejercicio, sin embargo, los desarrolladores de software asumen una idea abstracta de los presupuestos construccionistas que han impulsado el diseño original de este software en particular10. Se habla de aprendizaje colaborativo y autónomo, e incluso de actividades que hacen este proceso divertido, pero la referencia a estos conceptos es general y usualmente responde a una noción universal y aproblemática de los términos, que reproduce los paradigmas construidos por la comunidad de software libre en torno a este tipo de interacciones. Así, se asume en la práctica que la colaboración asincrónica, virtual, meritocrática que tiene lugar entre desarrolladores de software de todo el mundo (Pérez-Bustos, 2010a), es la idea de colaboración que debe tomarse como referente para desarrollar los dispositivos tecnológicos y, más aún, la que idealmente está en capacidad de dinamizar el trabajo de aula, independientemente de las condiciones culturales de los escenarios educativos en que dichos dispositivos se implementan; sobre esto volveremos en el siguiente apartado.

Dos ejemplos son claves de esta estandarización: por una parte, el hecho de que Sugar expresamente señale: "Estas ideas [refiriéndose a los principios construccionistas que orientan este desarrollo] se plasman en la cultura del software libre, que es una poderosa cultura de aprendizaje" (Sugar Labs Colombia, 2009-2010), por otra, está el énfasis que la comunidad de software libre en Colombia, articulada con estos proyectos, ha puesto en traducir materiales y posturas educativas formuladas en otro lugar. En particular, los equipos de desarrolladores de OLPC que han estado principalmente vinculados al MIT. De hecho, el modelo pedagógico que sustenta Sugar, conocido como construccionismo, fue inspirado por Seymour Papert, profesor emérito del MIT. En este sentido, las intuiciones pedagógicas de los equipos locales de desarrolladores de Sugar están definidas a imagen y semejanza de lo que sobre esta versión ajustada del constructivismo se ha formulado desde Estados Unidos, antes que sobre la información proveniente de las implementaciones de estos proyectos en países del Sur (Uruguay, Perú, Brasil, Haití, Paraguay, India, Colombia, Ulaanbatar, Mongolia, Cambodia, Tailandia, Etiopía, Ruanda, Gana, Nigeria). Esta situación pone el acento sobre las jerarquías epistémicas que respaldan esta división internacional del trabajo, en donde ciertos países que desarrollan, se ingenian proyectos de tecnología educativa y los promueven como universalmente aplicables según un referente de niñez homogéneo, a través de plataformas de popularización que se asumen neutrales, para implementarlos sin mayor modificación, más allá de asuntos de tipo operativo y logístico, en comunidades vulnerables, localizadas en países del Tercer Mundo. Es interesante resaltar el papel subordinado que cumple la tarea educativa aquí, para movilizar, no sólo desarrollos estandarizados, sino relaciones de poder entre regiones. En relación con esto, queda abierta la pregunta por cómo estas dinámicas están atravesadas por relaciones de género de tipo poscolonial.

En esta línea, la puesta en escena de proyectos como OLPC hace aforar también un sentido de flantropía particular en el que se asocia el desarrollo tecnológico con actividades que contribuyen directamente a eliminar la brecha digital, y que hacen ver a los desarrolladores partícipes de estas iniciativas, como altruistas con la misión de ayudar a los necesitados y marginados de la sociedad, lo cual se materializa en ideas como "coding for education, coding for the last one billion " (Dasgupta, 2008). No sobra subrayar aquí, ya para cerrar este apartado, que esta condición de subordinación otorgada a estos sujetos está tan estandarizada como lo están los supuestos educativos que sustentan estos proyectos. Esto, en tanto que, como hemos señalado, la subordinación opera como eslogan de venta masiva, en este caso de computadores de bajo costo, premisa que pone el énfasis sobre la capacidad de replicabilidad y de producción en serie propia del capitalismo (Zukerfeld, 2008; Philip, 2008), este hecho enmarca las propuestas educativas inscritas en proyectos de desarrollo para el Sur: producir materiales educativos, en este caso software y hardware a bajo costo, que encarnan una cultura del aprendizaje permeada por valores estandarizados, para llegar de modos más eficientes a una masa de población marginal e introducirla en las mieles de un proyecto de desarrollo igualmente predefinido de manera monolítica; todo esto bajo la premisa de que este tipo de estrategias permitirán, después, cuando estas poblaciones ya no sean menores de edad, que también puedan contribuir con la orientación de estas nociones de progreso y de tecnología. El papel que la popularización de OLPC-Sugar cumple como vehículo de estas premisas educativas estandarizadas y subordinadas a una noción de software libre vista como neutral, superior e idónea, es una característica central a su feminización (Pérez-Bustos, 2010a, 2010b).

Diseños situados

Un ámbito para la exploración de las dicotomías aquí exploradas, y que caracterizan la adopción de una cierta idea de innovación en la producción de tecnologías, son las prácticas de diseño computacional. Estas prácticas están asociadas con el campo de investigación en informática conocido como interacción persona-computador (HCI, por sus siglas en inglés), dedicada al estudio del intercambio de información entre las personas y los computadores. Este campo nos sirve de entrada para asumir una perspectiva crítica feminista sobre los desafíos y problemas de la transferencia de conocimiento tecnológico, en particular frente a lo que se conoce como information and communication technologies for development (ICT4D, según su sigla en inglés). Para la computación poscolonial, como hemos señalado, el diseño se concibe como una práctica híbrida que cuestiona la idea, según la cual, los investigadores localizados en Occidente aparecen como los innovadores más productivos, mientras que aquellos en el mundo en desarrollo aparecen a primera vista como simplemente adoptando las difusiones occidentales (Philip et ál., 2012).

Sin embargo, al ampliar la red de actores involucrados en el proceso de diseño, se reconoce el carácter incompleto de la planeación de tecnologías, en la cual se dan por sentado múltiples actos, situados en la esfera de lo cotidiano, que van a ser necesarios para el éxito de dichas tecnologías (Suchman, 2009). En esa medida, este tipo de propuestas reconocen la participación de los usuarios como constructores de la tecnología, lo que permite problematizar la distinción entre diseñador y usuario, y reconstruir relaciones sociales relevantes que cruzan las fronteras entre estos roles (Suchman, 2002). En esa medida, la computación poscolonial que retomamos aquí desde una perspectiva feminista, comparte la idea de que la tecnología es un ensamblaje de cosas y sentidos en un arreglo más o menos estable, que implica maneras particulares de asociar humanos y no humanos, como naturaleza y tecnología, y lo hace reconociendo las relaciones de poder configuradas genealógicamente por el género.

Nos interesa retomar aquí el trabajo que en este sentido ha realizado la antropóloga Lucy Suchman (2002, 2009), problematizando los procesos de diseño desde una perspectiva feminista. De modo particular, quisiéramos revisar aquí sus planteamientos en torno al lugar de la objetividad en la configuración de dispositivos de tecnologías informáticas. Al respecto, Suchman señala que la objetividad no es un atributo "natural" de un cuerpo de conocimientos que es socialmente visto como "de todos", o mejor dicho, "de nadie", sino que está atravesada por procesos de producción, reproducción y transformación, de los cuales existen diferentes tipos de responsables, con diferentes intereses e ideas sobre el futuro, que van a ser configuradores de los dispositivos informáticos en sí mismos (Suchman, 2002). Suchman ubica esa pregunta en el campo de conocimiento del diseño tecnológico, partiendo de las consideraciones de Donna Haraway acerca de la mirada desde ninguna parte, que caracteriza al conocimiento científico. Para Haraway: "The only position from which objectivity could not possibly be practised and honored is the standpoint of the master, the Man, the One God, whose Eye produces, appropriates, and orders all difference" (Haraway, 1988: 587).

Al retomar este argumento, Suchman indica que una de las consecuencias de la prevalencia de la mirada desde ninguna parte dentro del diseño profesional es que los diseñadores son efectivamente motivados a ignorar sus propias posiciones dentro de relaciones sociales que comprenden sistemas tecnológicos, a ver las tecnologías como objetos y a sí mismos como sus creadores (Suchman, 2005). En el escenario propuesto por la computación poscolonial, la interpretación cultural de los diseños centrados en el usuario resulta problemática, ya que reduce la complejidad intercultural que atraviesa el diseño tecnológico en el contexto del desarrollo. En esa medida, la intención de la computación poscolonial no es ofrecer recetas, sino más bien poner siempre de presente la necesidad de confrontar las diferencias culturales como punto de partida para cualquier diseño computacional (Philip et ál., 2012).

Sobre el diseño situado de OLPC-Sugar

En el caso de OLPC, a medida que el proyecto avanzaba, y en medio de su socialización y mercadeo, el equipo de desarrolladores tuvo que hacer frente a las críticas que iban surgiendo en torno al proyecto, principalmente aquellas que tenían que ver con su planeación y diseño. De ello se encargaron las firmas Design Continuum (con sede en Nueva York) y FuseProject (San Francisco). En el diseño del software, si bien el código fuente, es decir, el lenguaje de programación que es escrito para poder ejecutar y poner a funcionar dispositivos de software y hardware, fue desarrollado por el equipo de programadores de Red Hat11, la interfaz visual fue encomendada a la firma Pentagram. Desde allí se buscaba un diseño que configurara una computadora a prueba de lluvia, polvo, calor, caídas y derrames, y que al mismo tiempo fuera intuitiva para un niño/a tailandés o nigeriano que, desde la perspectiva de sus diseñadores, nunca había visto tecnología moderna (McGray, 2006).

Con esto de presente, varias de las críticas en este proceso de diseño se dirigieron justamente a lo que dejaba por fuera y a lo que subrayaba: la falta de pilotos con investigación en el impacto educativo de este tipo de dispositivos, así como la falta de integración entre el currículo y el plan de implementación (Leinonen, 2007), versus una noción de desarrollo tecnológico dirigida a un imaginario de usuario de un Tercer Mundo igualmente supuesto. Esta subordinación de lo educativo, en relación con la configuración técnica del software y del hardware de los XO, también generó preguntas sobre la ausencia de procesos participativos en las decisiones de diseño, que vincularan a las poblaciones usuarias de estas tecnologías (Leinonen, 2007; Newall-Smith, 2008)12.

La decisión de asumir un diseño centrado en este imaginario de usuario permitió a los desarrolladores pasar por alto una gran cantidad de situaciones en las cuales se inscribía el proyecto en el que trabajaban. Varias de esas situaciones fueron apareciendo como estables, gracias a que el plan de diseño e implementación se fundaba en consensos con los demás actores de la red que apoyaban la inscripción del proyecto OLPC. Con esto, nos referimos principalmente a los productores de partes de computador y a los gobiernos nacionales con sus respectivos planes de desarrollo en los que estos dispositivos se inscribían (Luyt, 2008). En relación con la producción de hardware, los desarrolladores lo asumieron en términos del reto que significaba diseñar un software desde cero, apoyados en la posibilidad de ensamblarlo a partir de módulos que habían sido creados originariamente por la comunidad del software libre y para ésta. Como ya hemos señalado antes, en lo que respecta al tema educativo, los supuestos que se asumieron en el desarrollo de Sugar se apoyaron en ideas abstractas en relación con el construccionismo de Papert, que habían impulsado el diseño original y estaban principalmente vinculadas con sus propias experiencias de aprendizaje con desarrolladores de software libre. Así, lo adecuado tanto del hardware como del software del proyecto OLPC se justificó en la trayectoria de la investigación en computación y educación, en particular en los proyectos que el propio Nicholas Negroponte había desarrollado desde el MIT para un contexto norteamericano.

Con esto en mente, las visiones de futuro propuestas por Nicholas Negroponte en su libro Ser digital (1995) se proyectaron en el diseño de OLPC y de Sugar. Para Negroponte, las fuerzas dominantes de la sociedad ahora son generacionales: "[...] los bits de control del futuro digital están ahora más que nunca en manos de los jóvenes" (Negroponte, 1995: 140). Como señala Steve Woolgar (1991), las ideas de futuro cumplen un papel importante en el diseño computacional, en particular porque se fundamentan en las ideas sobre hacia dónde va el mercado, lo que trasciende los deseos del usuario que pueda ser consultado para el diseño. Esta situación refuerza la distinción entre diseñador y usuario y orienta el diseño de dispositivos tecnológicos, tomando como punto de partida privilegiado y neutral la perspectiva del diseñador (y sus imaginarios de usuarios) y su experticia técnica, no sólo como la forma de conocimiento necesaria, sino suficiente, para la producción de nuevas tecnologías (Suchman, 2002). En el caso de OLPC-Sugar, esta perspectiva privilegiada y neutral, con sus respectivos imaginarios sobre la infancia en el Tercer Mundo, va a remitir a firmas de diseño como Fuseproject o Pentagram, quienes se han configurado como las principales ideólogas de estas nociones sobre el futuro digital del que nos habla Negroponte.

En su análisis de los manifiestos corporativos, Van Dijck y Nierborg (2009) muestran cómo el llamado más profundo de libros como Wikinomics y We-Think está orientado a concebir la colaboración masiva y la creatividad comunal como agentes que definen la forma en que las personas trabajarán y vivirán en el futuro. Desde esa perspectiva, los usuarios no constituyen otra cosa que un ejército de voluntarios que dedican su tiempo y energía para desarrollar y sostener una variedad de productos y servicios, recibiendo productos más personalizados, al tiempo que las compañías obtienen datos de investigación y desarrollo de forma gratuita. Así, los vínculos creados a través de la Red son el conocimiento con más valor para las compañías que invierten en crear estos espacios para un cierto sentido particular de producción colaborativa de tecnología.

Es en este contexto que tenemos que comprender las premisas de diseño que configuran Sugar. Si bien sus creadores nos señalan que Sugar se distancia de metáforas de producción asociadas con la empresa y, en particular, con el uso de aplicaciones ofmáticas, clásicas en los modelos de computación personal y educativa diseñados hasta el momento, al hacerlo redireccionan la experiencia de interacción con la informática a la emergencia de otro modelo para la producción (Rueda y Quintana, 2007). Por su parte, Brendan Luyt (2008) enfatiza en el modelo de producción emergente y en el giro hacia la producción de nuevos trabajadores a partir de la reforma de los sistemas educativos, emparentada con investigaciones en ciencias cognitivas dirigidas al desarrollo de técnicas pedagógicas que permitan la aparición de estos nuevos trabajadores. Paralelamente, las corporaciones han implementado plataformas que funcionan bajo el mito de la cocreación, que para el neomarxismo descansa en el trabajo liberado de las economías Web 2.0, en donde son los usuarios quienes están liberando trabajo de la mano de los productores. De allí que en su origen, la idea de alfabetización digital, embebida en Sugar, no se reduzca a la posibilidad de acceso a la información, sino que se entienda como la capacidad de propiciar ciertas nociones de intercambio de experiencias, que giran en torno a la recepción y el envío de mensajes y de ciertas materialidades digitales entre diversas personas que tienen acceso a los dispositivos (Luyt, 2008).

Así, al abordar el diseño de Sugar, es preciso considerar cómo este proceso no sólo refiere a una cierta idea estándar de experiencia de usuario, que en este caso serían niños/ as del Tercer Mundo, vistos de manera homogénea como carentes y victimizados (Philip et ál., 2012), sino que también alude a un entramado de sentidos que involucra a popularizadores y docentes que deben implementar el software. Es en este marco que podemos comprender las implicaciones que tiene la noción estandarizada de colaboración sobre la cual se construye este dispositivo, y que pretende circular a través de un ideal general de todos los actores de la red. En particular, porque la premisa desde la cual se promueve la articulación de estos otros actores al proyecto, se da desde las pautas de funcionamiento de los proyectos de software libre en general, con lo cual se asume, en la práctica, que en la colaboración asincrónica, virtual, meritocrática que tiene lugar entre desarrolladores de software libre "de todo el mundo", es la idea de colaboración la que debe tomarse como referente para desarrollar los dispositivos tecnológicos y, más aún, la que idealmente está en capacidad de dinamizar el trabajo de aula, independiente de las condiciones culturales de los escenarios educativos en que dichos dispositivos se implementen (Pérez-Bustos, 2010b).

En este marco, un aspecto central del diseño de Sugar como proyecto educativo de software libre, es la posibilidad de añadir módulos que amplían las capacidades de la instalación original, permitiendo una mayor personalización de los programas. En el caso de Sugar, estos módulos corresponden a las actividades, nombre con el que se designan las aplicaciones dirigidas específicamente al aprendizaje. La producción de estas actividades se propone como uno de los trabajos más importantes, siendo vista como aquella que amplía las posibilidades de ajustar el diseño general de Sugar a contenidos locales, lo cual se estimula en los desarrolladores localizados, en los espacios de implementación de OLPC.

En este sentido, la escritura de estas actividades es vista como uno de los horizontes de los niños/as que interactúan con Sugar. Aunque haya una insistencia en que a través de OLPC y Sugar se pueden lograr aprendizajes en todas las áreas del conocimiento, son los desarrollos de software o la participación en los espacios para la construcción del software los que terminan siendo más relevantes para los miembros del proyecto, lo que vuelve a poner de presente el lugar jerárquico que tienen los imaginarios de los desarrolladores sobre el proyecto educativo propiamente dicho. Un aspecto importante por revisar aquí, es que desde esos supuestos, tanto en la escritura del código fuente, como en el desarrollo de contenidos de software, se promueve una cultura de derechos de autor asociada con el software libre, que contrasta con la producción de software en los países a los que va dirigida la iniciativa de OLPC, señalada como la de mayor producción de software considerado malicioso en la reproducción de contenidos culturales concebidos como piratería13.

De manera similar, el trabajo de traducción de Sugar ha sido posible, ya que la producción de software libre cuenta con un diseño desde el cual se asume la capacidad de ajuste de cualquier aplicación a patrones locales, bajo dos procesos conocidos como localización e internacionalización. Esto genera una pregunta sobre la centralidad del inglés, no sólo como idioma para el intercambio de información, sino como asociado con una cultura y unos valores específicos. Frente a la práctica de escritura del código, Robert Verzola señala:

The language of the machines of computing -the assembly languages specific to each processor- are English-based. At the deepest levels of the silicon chip, the microcode that controls the various processing units, registers, and external memory are also English-based codes (Verzola, 2005: s/p) .

La producción de Sugar sigue un patrón similar, ya que el inglés es el idioma que predomina en las discusiones referidas a la permanente actualización del software. Este lenguaje base va a ser considerado neutral por los desarrolladores, quienes asumirán que el esfuerzo para lograr un acceso masivo de estos dispositivos educativos está dado por la traducción de sus contenidos a idiomas distintos, veinticinco hasta la fecha. Dos aspectos nos interesa señalar aquí. Por una parte, subrayar que esta función de traducción lingüística está en gran medida feminizada y es realizada por mujeres que no siempre conocen de programación y cuya tarea se ubica en el final de la cadena productiva del software, en este caso, libre. Y por otra, notar que dicho lugar de lo femenino está subordinado, puesto al servicio de quienes construyen el software desde su código, sujetos que se enuncian desde un lugar invisible (Pérez-Bustos, 2010b).

Tejiendo lecturas feministas para comprender otras tecnologías sociales

Hemos buscado en este artículo abordar el análisis del caso de OLPC-Sugar, una tecnología desarrollada en el norte planetario para uso educativo en el marco de las lógicas del software libre, y pensada para ser implementada en el sur global; hemos querido hacerlo desde una perspectiva feminista. En este contexto, iniciamos por reconocer que uno de los retos a los que se enfrentan este tipo de lecturas críticas de las sociedades de la información contemporáneas con su sesgo capitalista (Rueda, 2008), es la deconstrucción del supuesto, socialmente construido, de que la tecnología hace parte de un terreno hostil para las mujeres. Así, nos ha interesado mostrar los procesos de feminización que caracterizan la puesta en escena de esta tecnología educativa, que emerge como una permanente tensión entre mujeres invisibles que popularizan estos dispositivos, maestras del Sur, y desarrolladores que los diseñan desde imaginarios de usuario y de colaboración que se yerguen como neutrales.

En este sentido, el diseño de "lo social" de tecnologías educativas como OLPC-Sugar se centra en lo que ocurre en su implementación con comunidades de niños/ as del Tercer Mundo. Nunca en los ideales educativos de quienes lo han desarrollado. Quisiéramos cerrar estas Reflexiones proponiendo tres elementos que consideramos, nos permiten problematizar y dejar abiertas preguntas sobre lo que posibilita este lugar marginal de lo social y lo educativo en los dispositivos tecnológicos.

Por una parte, quisiéramos señalar la existencia, en proyectos como OLPC-Sugar, de una suposición de singularidad y simetría en el espacio-tiempo. Desde allí, se asume una única realidad y se construye un único mundo (Law, 2007). En este caso, un mundo educativo en el Tercer Mundo necesitado de TIC para salir de su miseria. Esto conlleva al desconocimiento de que en los fenómenos educativos, las condiciones locales y temporales se contraen o extienden mediadas por las condiciones culturales, sociales, económicas y políticas, así como por matrices de género muy particulares. Con lo cual, desde nuestro análisis, este tipo de proyectos contribuye a la configuración de invariantes universales (Delizoicov, 2004) que reproducen un lugar de neutralidad de los desarrolladores -hombres, jóvenes, del Norte- y esencializan un lugar instrumental de lo educativo, enmarcado en la traducción de los contenidos diseñados en otra parte, y el trabajo local de docentes con niños/as -labores que, como hemos señalado, están feminizadas-.

Nos ha interesado resaltar que la construcción de estos invariantes generizados permite la expansión de una tecnología, en la medida en que configuran una sola historia de estos proyectos, apoyada en una única noción de tiempo-espacio. Historia singular (Adichie, 2009), que se hace verdadera, se fortalece y naturaliza gracias a los recursos locales que son tornados invisibles en la implementación del proyecto; aquellos que mirando un poco más en detalle, se encuentran también feminizados. En este sentido, aunque parece obvio que estos dispositivos tecnológicos tienen apropiaciones y resistencias distintas, dependiendo del contexto local de implementación, sus reconfiguraciones son invisibles tanto para el "centro" productor, como para las dinámicas locales periféricas en las cuales los dispositivos se implementan.

El segundo elemento que nos interesa resaltar, identifica que la idea de innovación, centrada en un cierto colectivo de inventores marcados por el género en una escala geopolítica, sujetos capaces de proyectar el futuro, se encuentra atada a un desconocimiento de dos componentes centrales en las dinámicas de producción de conocimiento en el sur global. El primero, la cultura del arreglo, del rebusque, en el sentido construido por el español latinoamericano o gambiarra en el portugués brasilero, que sería posible gracias a que se rompen las duplas dispositivo-apoyo técnico y dispositivo-diseñador/conceptualizador, y se reconfigura la tecnología a partir de la necesidad de enfrentar un problema concreto, lo cual implica una comprensión-conciencia de una realidad específica. El segundo elemento que se torna invisible en la dinamización de esta innovación educativa y tecnológica neutralizada es la reinvención de esta innovación. Así, la noción estabilizada de innovación educativa y tecnológica, representada en el caso de OLPC-Sugar, se configura sobre una idea de futuro que no existe. Sin embargo, las mencionadas dinámicas de apropiación y configuración de tecnología basadas en el rebusque, en el "arreglo", configuran los XO y su implementación en un presente marcado por dinámicas iterativas de ensayo y error, que implican procesos colectivos lentos de observación, negociación y ajuste, dinamizados por sujetos marcados por el género de formas inimaginadas -maestras precarizadas, voluntarias de la comunidad de software libre, cantantes de pop, niños/as desplazados, padres ausentes-. Con esto, la fortaleza de estas dinámicas está en extender el presente diverso, basado en problemas específicos que surgen en el día tras día de la implementación, y no en la pretensión de configurar un futuro singular. Esto se contrapone a la idea estabilizada neutral, y, por qué no, masculina, hegemónica, de innovación, en donde las soluciones se configuran desde un "centro" innovador que reinventa el producto a partir de las informaciones provenientes de esos otros usuarios inexpertos, victimizados, piratas, buscando hacer la innovación más rápida, más seductora, más fácil, más femenina y apropiable, pues el presente es corto y la obsolescencia de la tecnología es inminente.

Finalmente, el tercer elemento con el que quisiéramos recoger y potenciar lo aquí señalado nos lleva a identificar cómo se configuran dinámicas dicotómicas entre conocimientos globales-conocimientos locales, naturalizando las diferencias, marcándolas por el género, entre escenarios que producen conocimiento, popularizan y construyen historias de futuro y escenarios que consumen y apropian tecnologías, bajo las mismas lógicas coloniales de un conocimiento embarcado que proviene del "Primer Mundo". Desde aquí, se ratifica y naturaliza un conocimiento global, desde ninguna parte, modesto, que sería sinónimo de un conocimiento intensivo, versus un conocimiento local que sería siempre bajo en intensidad, producto de la experiencia y la cultura. Con ello, vuelve a ponerse en juego una organización jerárquica de implementación que enfatiza en algunos aspectos (masculinizados) y minimiza otros (feminizados). De esta manera, se desdibuja y subestima tanto la heterogeneidad de los componentes que articula una tecnología, como la co-construcción en diferentes direcciones que implica alcanzar su estabilización. Lo anterior es evidente en la presentación que Negroponte y Walter Bender hacen del proyecto como "el caballo de Troya" (Bender, 2007), un ingenuo artefacto que puede ser visto como un lector de libros electrónico por los gobiernos, no obstante sería capaz de transformar los sistemas educacionales de los países pobres. Es decir, el determinismo tecnológico nuevamente es la solución para transformar y educar a los menores de edad en el Tercer Mundo (Pérez-Bustos, 2010b).

Estos tres elementos nos permiten redimensionar los diseños de tecnologías informáticas educativas desde ninguna parte, y problematizar sus pasivas o instrumentales implementaciones. Nos proponen una comprensión de casos como OLPC-Sugar, en donde lo educativo no es accesorio per se, sino que lo es en tanto está social y geopolíticamente construido de esa manera. Esta construcción, por su parte, se da en al menos tres niveles. Un nivel de medicación que configura el objeto-proceso tecnológico como catalizador de una relación neutral entre un "usuario" y una "información" (fenómeno), sin reconocer, en muchos casos, que ello está atravesado por dinámicas sociales, culturales e históricas, todas éstas marcadas por el género. Otro nivel, ideológico, desde el cual se promulgan ideas sobre lo que es bueno en términos técnicos, sobre lo que debe ser la tecnología y lo que sería posible alcanzar con esos conocimientos desde un cierto imaginario de sociedad (Therborn, 1987); en este caso, se asume un estándar de colaboración como paradigma del software y de los XO, y se propone un cierto sentido de comunidad de aprendizaje que opera, sin modificaciones, sobre un ideal de sujetos carentes del Tercer Mundo. Y, finalmente, un nivel invisible, en este caso, de concienciación-reflexividad, que nos permite dar cuenta de la capacidad que tienen los sujetos de comprender y posicionarse respecto al objeto-proceso tecnológico, configurando dinámicas de apropiación (Freire, 2005; Franco-Avellaneda y Pérez-Bustos, 2010). En este sentido, la dimensión educativa -feminizada-, configurada como marginal, subordinada e instrumental, se encuentra en realidad imbricada por las ideas y supuestos que están incorporados en los objetos; las relaciones producto de las mediaciones entre sujeto-artefacto/proceso atravesadas por lo social, cultural e histórico, como constituyentes de matrices de género; y, finalmente, por la capacidad transformadora de los individuos que interactúan con estos artefactos. Ahora bien, la tarea de abordar la comprensión de estas tecnologías informáticas desde esta perspectiva crítica y feminista, más allá de su uso, en sus condiciones de posibilidad y su diseño, no sólo con el objeto de deconstruirlas sino fundamentalmente de transformarlas, de hacerlas más pertinentes, de reconocerlas nuestras y no sólo prestadas, en estos tres niveles mencionados, es una tarea aún pendiente. Esperamos aquí haber contribuido con este propósito.

Notas

1 Disponible en: <http://one.laptop.org/about/mission>.

2 El software libre es aquel que respeta la libertad de los usuarios para usar, copiar, estudiar, modificar y redistribuir el software. Disponible en: <http://www.gnu.org/philosophy/free-sw.html. Este software es desarrollado y difundido a través de colectivos de programadores y usuarios expertos que se encuentran localizados en diferentes países del mundo.

3 Los datos presentados sobre el caso a lo largo de estos apartados se basan en una investigación de carácter histórico-etnográfico. El alcance teórico-metodológico de esta pesquisa no es objeto de reflexión del presente artículo, sin embargo, para mayor detalle sobre el primero, se puede consultar: Pérez-Bustos (2010b, 2010c) y Prieto (2012).

4 La Fundación Pies Descalzos es una ONG sin ánimo de lucro, creada en 1997 por la artista colombiana Shakira, con el propósito de encontrar oportunidades para la niñez vulnerable y desplazada de Colombia. La fundación beneficia a cinco mil estudiantes de educación básica, véase: <http://www.fundacionpiesdescalzos.com/joomla>.

5 Para mayor información sobre la participación de la Fundación en el proyecto OLPC, véase: <http://fundacionpiesdescalzos.com/es/prensa/42-reconocimiento.html>, <http://wiki. laptop.org/go/OLPC_Colombia/Altos_Cazuca>.

6 Véase:a<http://wiki.laptop.org/images/7/79/Agenda-taller-1-.doc>.

7 En relación con esto, las organizaciones educativas locales utilizan el nombre del proyecto OLPC como una carta de presentación para mostrar el tipo de intervenciones educativas que están desarrollando, a pesar de que en este ejercicio no pongan en diálogo sus propuestas educativas con las propuestas educativas del proyecto en sí mismo.

8 Este es el caso de los computadores Classmate, producidos por Intel, y que para el caso colombiano han sido promovidos desde la política pública educativa. Véase: <http://www.semana. com/tecnologia/primeros-class-mate-colombia/105020-3.aspx>, <http://www.mineducacion.gov.co/cvn/1665/article-136688. html> y <http://menweb.mineducacion.gov.co/prensa/detallenoticias.asp?s=6&offset=50&id=747>.

9 Al hablar de feminización aquí, estamos aludiendo principalmente a un fenómeno de carácter simbólico, que nos permite comprender el trasfondo generizado de la tecnología, en este caso de las TIC de carácter educativo. Así, la feminización alude no sólo al hecho de que las pocas mujeres que hacen parte de los colectivos de software libre estén principalmente involucradas con aspectos educativos, y en este caso sean las encargadas como voluntarias de la popularización de OLPC-Sugar en Colombia. Este fenómeno subraya también el lugar subordinado que tienen estas prácticas educativas en el proyecto en su conjunto, y sus dimensiones económicas y de ingeniería. Cabe resaltar que esta asociación entre lo femenino con lo educativo y con lo subordinado, está históricamente construida y, por tanto, no es fija y tiene el potencial de modificarse.

10 Sugar se concibe como una plataforma de aprendizaje que opera sobre principios construccionistas. En especial, el énfasis está puesto sobre la colaboración, la autonomía y el trabajo en red como metáforas que definen la experiencia informática del usuario, esto en contraposición con la metáfora de la oficina que caracteriza los sistemas operativos de los computadores tradicionales. Véase: <http://www.sugarlabs.org/ index.php>.

11 Compañía responsable de la creación y mantenimiento de una distribución del sistema operativo GNU/Linux que lleva el mismo nombre.

12 Aunque la computación poscolonial asume la posibilidad de los diseños participativos como vía de traducción de las interfaces persona-humano, pregunta por el camino por el cual las ICT4D han llegado a incorporarlos como metodología. A este respecto cabría señalar que la producción de tecnologías para los países en vías de desarrollo ha visto la emergencia de un nuevo nicho de negocios orientado a tecnologías adecuadas, siguiendo la línea abierta en la década de los setenta y ochenta.

13 Sobre este particular, Philip (2008) ha señalado que estas formas de piratería se encuentran atravesadas por discursos de género desde los cuales, en algunos países del Sur, se utiliza con frecuencia la diferencia misteriosa de lo femenino para representar estas formas de "piratería mala", que ocurren en el Sur, y que se oponen a las formas de "piratería buena", de copia creativa, que son representadas por desarrolladores hombres, jóvenes, blancos, en el norte planetario. Nos llama la atención en este caso, cómo estos sentidos encontrados en torno a la piratería se tensionan: posicionan neutralmente el software libre educativo en el Sur, que, como hemos dicho, es promovido por mujeres, principalmente, invisibilizando el lugar de enunciación de los sujetos que lo desarrollan, piratas buenos, pero subrayando el papel que estos dispositivos tienen, como cajas negras, para sacarnos de nuestra miseria educativa, al tiempo que combaten el accionar de los piratas malos que desde el Sur copian software educativo privado.


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