Revista Nómadas
Dirección de Investigación y Transferencia de Conocimiento
Carrera 5 No. 21-38
Bogotá, Colombia
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Guillermo Villegas Arenas*
* Economista, Magister en Economía Aplicada, Profesor asistente del Departamento de Estudios de Familia, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Caldas.
Existen indicadores dedicados a las desigualdades sociales de uso generalizado –Coeficiente de Variación, Indice de Atkinson, Indice de Gini– que toman en cuenta el hogar como unidad de análisis y presumen que en su interior no hay desigualdad; así, éstos se colocan de lado de modelos teóricos para el análisis económico de la familia que suponen que ésta es un ámbito de igualdad. Un abordaje diferente considera que en la familia se configura un marco de "conflictos cooperativos" en el cual se emprenden procesos y actividades, donde las desigualdades pueden determinar aspectos como la toma de decisiones y el trabajo doméstico.
El artículo confronta dos modelos para el análisis económico de la familia; el del altruismo –de solución individual– que requiere un personaje con capacidad de influir sobre los otros miembros para orientar el grupo hacia el alcance del máximo bienestar en un marco de constante igualdad. El otro modelo –de solución colectiva–, debate el supuesto del jefe generoso o dictador benevolente y plantea a interrelación dentro de la familia como una negociación donde intereses comunes y conflictos confluyen; y aunque las partes tengan poder de negociación, existen condiciones que determinan posiciones superiores para unos.
Esta discusión teórica conduce al abordaje de las desigualdades en campos como la generación del ingreso y su control, la toma de decisiones, la disparidad surgida de la rercepción que se tiene respecto a la pertenencia del ingreso. Especialmente se hace alusión a la distribución del trabajo doméstico, el cual revela amplia desigualdad en contra de las mujeres/esposas, situación que es sustentada teóricamente desee el modelo de conflictos cooperativos. Se logra establecer que la desigualdad en las familias es multifacética y en los campos auscultados está en contra de las esposas/mujeres; incluso en situaciones de aparente igualdad surgen otros tipos de desigualdad con claro sesgo de género pues en el caso de la toma de decisiones o del trabajo doméstico claramente se establece una línea divisoria entre lo masculino y lo femenino.
El artículo tiene sustento en la investigación Desigualdad intrafamiliar: Contrastación empírica para Manizales, la cual se basó en una encuesta aplicada en la zona urbana de Manizales a 384 familias de coprovidencia económica, es decir, aquellas donde ambos cónyuges devengan una remuneración por su participación en el mercado laboral. Los informantes fueron esposas y esposos. La muestra fue aleatoria no estratificada.
Para los modelos unitarios, el sentido de unidad significa que existe una función de bienestar que recoge los gustos y preferencias de los miembros con base en la orientación de un personaje altruista o "dictador benevolente"; no importa el comportamiento de los otros miembros, pues si son egoístas, éste los conduce a tener las mismas preferencias sin afectar el bienestar común1. La visión es de una familia con profundo sentido de igualdad. En la base del altruismo se dan ciertas circunstancias: que para algunas personas dar es más importante que recibir; que en los comportamientos y decisiones individuales la persona no es totalmente autónoma; que en la unidad doméstica hay quienes contribuyen a modificar el nivel de satisfacción de los demás; que la actividad económica personal no se reduce a la compra de bienes para producir satisfacciones individuales, "sino que integra la asignación de recursos personales que son utilizados por el individuo para actuar sobre los otros con el fin de que éstos produzcan un determinado nivel de bienes o va lores sociales… "2.
En síntesis, el modelo plantea un paradigma de familia en igualdad y su estrategia que consiste en que como unidad, el esposo trabaja igual que la esposa; todo el ingreso se convierte en presupuesto familiar; lo bueno o malo para él es bueno o malo para ella; lo que hace él, lo hace ella3.
Desde el modelo del altruismo no sería necesario revisar la caja negra4 de la familia pues "no es asunto del paradigma si la familia es una perfecta dictadura o una perfecta democracia"5. Pero en las familias siempre existe la posibilidad de cooperar o no pues cada uno establece una frontera que marca la alternativa de no cooperación para obtener una máxima utilidad individual, "threat points" o punto de amenaza. Este punto no está al mismo nivel para todos pues depende de un conjunto de elementos-ingreso, condiciones culturales y afectivas-que describen la posición de repliegue o retiro" fallback position"6.
Los implicados en una cooperación negociada no son iguales al menos en dos aspectos: 1) el derecho y la capacidad para incorporarse en los procesos de negociación: voz, o posibilidad de expresión, y 2) las alternativas sociales y económicas de los miembros familiares en ausencia de un acuerdo cooperativo –salida–. En cuanto a la "voz", hay que reconocer que algunas personas con base en ciertos atributos son negociadores más poderosos; también hay que considerar la asignación de roles ampliamente determinados por normas y valores sociales que condicionan la posibilidad de expresión –"voz"– que a la vez que diferencian los intereses, limitan la autopercepción de ellos.
Las asimetrías también surgen de las alternativas de "salida". No todos tienen las mismas posibilidades cuando es imposible un acuerdo cooperativo; para algunos sus opciones son tan pobres o las cargas culturales tan pesadas que pese a sus deseos deben aceptar la cooperación. Voz y salida determinan desigualdades y plantean un entorno de "conflictos cooperativos" en tanto "los miembros del hogar exhiben dos tipos de problemas diferentes, uno que involucra cooperación –adicionando recursos, resultados y disponibilidades– y el otro conflicto que divide lo anterior"7. Acuerdos sociales, normas, reglas "determinan quién hace qué, quién toma para su uso o beneficio qué, y quién toma qué decisiones; tales acuerdos pueden ser vistos como respuestas a estos problemas combinados de cooperación y conflicto"8.
Hay indicadores sobre desigualdades sociales denominados de "abordaje estándar" pues toman en cuenta el hogar como unidad de análisis y "presumen que no existe desigualdad en los hogares"9. Revisar las condiciones de desigualdad a nivel de las familias es verificar su "caja negra" para develar sesgos de género, generación y estatus.
Según la investigación, cerca del 78% de los esposos generan un ingreso superior al de sus esposas y esto tiene implicaciones en cuanto a jefatura, toma de decisiones y otros aspectos de la vida familiar. Diversos estudios documentan la asociación entre principal providente económico y jefatura de familia10; otros reportan que a mayor desigualdad en el ingreso mayor desigualdad en la división del trabajo doméstico entre esposos y esposas11.
Una cosa es la generación del ingreso y otra el control de éste; no todo se incorpora al presupuesto familiar. Woolley y Marshall12 confirman que existen familias donde los esposos tienen un sustancial ingreso pero como conservan la mayor parte para su propio uso, sus esposas e hijos viven en lo que se denomina "pobreza secundaria".
El control de los ingresos pasa por la forma de administración. En unas ramilias se identifica con claridad la figura del "administrador" y en éstas son mayoría aquellas en las cuales las esposas administran. Esto puede reflejar varias cosas: por ser mujeres que aportan al ingreso, adquieren argumentos para asumir careas en el control de los gastos y la toma de decisiones; o es posible que indicue visiones culturales que asocian ciertas características -abnegación, sacrificio, rragalidad- a la condición de ser mujer como fundamentales para desempeñar con eficiencia el cargo de administradora.
"(en la cultura paisa) la mujer debía saber administrar con mucho tino el dinero que ganara el marido. El contribuye, ella distribuye; y si ardua tarea es lo primero, profunda ciencia es lo segundo. La base para una buena administración radicaba en no exigirle al esposo, ahorrarle gastos con su trabajo, no antojarse de cosas supertluas, llevar una vida sencilla y frugal"13.
Hay quienes afirman que ellas administran los "dineros chicos, los de la casa y de la comida, los que no dejan huellas, mientras los varones,… administran los dineros grandes"14. Los resultados refrendan la cita; hay preferencia por las esposas para administrar los ingresos más bajos y por la independencia cuando los ingresos son en promedio los más altos (658.000 vs. 745.500). Se tefuetza así la idea de que son las mujeres las llamadas al manejo de los más bajos ingresos, debido a sus condiciones para "hacer rendir el dinero, estilar la plata".
Las decisiones en familia cubren un amplio campo y deducir desigualdades sólo mediante el estudio del consumo puede llevar a imprecisiones; sin embargo, como afirman Woolley y Marshall, "si existen inequidades entre los esposos, una manifestación de esto puede ser que el de mayor poder esté en capacidad de delegar los aspectos más tediosos de compra, mientras mantiene el control sobre otras decisiones"15.
En la mayoría de familias los artículos para la casa, alimentos y ropa son decisiones de las esposas; mientras que reparaciones, mejoras de la casa, libros, ahorros y comidas fuera de casa, son decisiones de los esposos. A Safilios – Rotschild16 se le deben los términos de "orquestación de poder" e "implementación de poder". Quien tiene el poder de orquestación está en una posición que le permite decidir sobre asuntos importantes, infrecuentes, menos rutinarios y asociados con cierta flexibilidad en el uso del tiempo; además, recogen aspectos que determinan estilos de vida, rasgos y características de la familia; adicionalmente, tiene la facultad de delegar decisiones de poca monta, de donde otros derivan la sensación de estar participando con cierto poder en el proceso. En la línea de análisis de Coria17 se puede afirmar que el poder de orquestación en las decisiones es el que deja huella, mientras el de implementación aborda aspectos que pasan casi desapercibidos.
Sólo el 10% de las encuestadas consideran que su ingreso les pertenece y un 15% creen que el sueldo de sus maridos es de ellos; de donde se deduce que la mayoría piensan que lo que uno y otra devengan es propiedad familiar. Desde el imaginario cultural la individualización es una tendencia que se califica moderna. Por tradición se ha considerado que el ingreso del esposo debe ser para el grupo familiar; en este sentido las respuestas de las esposas señalan tradicionalismo, mientras una minoría concibe la situación de acuerdo con la tendencia que antes se consideró moderna.
El análisis con base en los ingresos promedios ayuda a concluir que las esposas que consideran como propio el ingreso, tienden a ser aquellas que ganan más; igual situación se da para los esposos; esto determina visiones que reafirman la individualidad y que conviene recalcar: esposas y esposos con más altos ingresos tienden a considerar como propio su salario.
Dado que la mayoría creen que los ingresos de ellas y sus maridos son de la familia es fácil concluir que traducida esta percepción a indicadores cuantitativos, el resultado es prácticamente de igualdad; esto hay que relativizarlo, pues no es descabellado afirmar que esposos y esposas dedican parte del ingreso para lo que se podría considerar "bienes públicos familiares"18, tal como diversión de la familia fuera de casa o el pago de arriendo para la vivienda; esto crea la sensación que el ingreso es de la familia. Sin embargo, cada quien reserva algo –en muchas familias no se sabe cuánto– para la adquisición de bienes "privados". Por lo tanto, la percepción de igualdad puede provenir más de la subjetividad. Tradicionalmente la posesión del dinero se ha visto dirigida hacia la familia en la búsqueda del beneficio común y allí, la unión, la solidaridad, la lealtad y otras manifestaciones de vida corporativa son altamente valoradas aunque no sean vivenciadas; esto distorsiona las percepciones por lo general hacia la sensación de igualdad, así ésta sea más virtual que real.
La desigualdad en la distribución del trabajo doméstico no es muy claramente explicada por la teoría económica, que ve tal distribución como un asunto de productividades, especialización e intercambio, de tal forma que el cónyuge más productivo en el mercado laboral dedicará más horas a trabajar por una remuneración mientras el otro se especializa en el trabajo doméstico. El problema está más vinculado con otras desigualdades19: así se concluye de los resultados de esta y otras investigaciones al dejar en claro que mientras mayor sea la diferencia en los ingresos y los niveles de escolaridad entre cónyuges, mayor será la desigualdad en la distribución de tareas del hogar. Pero no son sólo los problemas de distribución de recursos los generadores de desigualdad "sino por la convención cultural de que la mujer debe estar confinada en el hogar, atendiendo exclusivamente a la familia… Así, por efecto de la cultura, la sociedad se ha visto privada de un más eficiente aprovechamiento de su fuerza laboral total"20. La desigualdad en el trabajo doméstico tiene dos manifestaciones; en lo cuantitativo, las esposas hacen tres veces más trabajo doméstico que los esposos (en promedio 34 horas semanales vs 11 respectivamente); y por tipo de tareas que determinan segregación, el 80% del tiempo ellas lo destinan a preparación de alimentos, arreglo de cocina, lavar, planchar y arreglo de casa, que son actividades organizadas de manera individual y privada e involucran acciones repetitivas y monótonas e implican un carácter de obligatoriedad que con dificultad admiten postergaciones o aplazamientos21. Los maridos dedican el 64% del tiempo de trabajo doméstico a pago de cuentas, compras, tareas escolares y otros, oficios que no revisten las características descritas para las mujeres.
Un supuesto dice que como integrantes de una familia se actúa cooperativamente para alcanzar intereses comunes; y se espera que como individuos actúen con base en sus intereses personales; esto hace que la utilidad común se logre si los intereses personales coinciden, pues otro supuesto argumenta que los miembros del grupo familiar son racionales y tratarán de obtener aquello que más les beneficie y es difícil que vayan en contra de su propio interés.
Un tercer supuesto aduce que las producciones y consumos de la tamilia se asimilan a bienes colectivos ó "bienes públicos familiares", pues condiciones culturales y afectivas impiden que el disfrute pueda negársele a alguien. Es decir, quienes no actúan en colectivo por intereses comunes, difícilmente pueden ser excluidos de participar del consumo o de la producción; se ceduce que no es fácil lograr la cooperación de todos pues racionalmente la opción individual es no cooperar. De este modo, haya cooperado o no, una vez alcanzado el bienestar colectivo se ceneficia del resultado, y quizás no contribuya, bajo la consideración de que su aporte puede ser tan poco que el hecho de hacerlo no altera el resultado. Este argumento es personal y en la medida en que los demás implicados piensen igual, la acción colectiva fracasará.
Ante la negativa a cooperar las ganancias de uno no significan pérdidas para el resto, y existe un óptimo individual hagan lo que hagan los otros. No cooperar es la estrategia individualmente óptima: Si A coopera y B no, este último logra el mejor beneficio y si ninguno de los dos coopera, al menos A no es el único perdedor. La mejor opción de los dos es no cooperar jamás. Un miembro racional siempre defraudará; pero si cada uno se niega a cooperar, ambos saldrán perjudicados. El mejor resultado colectivo se da si ambos cooperan y el peor resultado individual es cooperar y que el otro no lo haga, pues uno es defraudado.
Para comprender cómo las desigualdades entre cónyuges en la distribución de tareas domésticas pueden explicarse en estos términos, es necesario plantear lo siguiente:
1. Todos contribuyen de un modo u otro y en diferentes grados –así sea de forma imperceptible– a la desigualdad. Las desigualdades se perpetúan y terminan desbordando el ámbito de lo doméstico o las familias. 2. Obtener igualdad como ámbito que favorece el mejor resultado colectivo es un esfuerzo igualmente colectivo en el contexto de la familia. Estas reúnen condiciones que potencian la búsqueda del mayor beneficio individual, dando lugar a un comportamiento racional egoísta que genera situaciones de desigualdad. Además existen "acuerdos sociales" entre los individuos, quienes actúan con el propósito de obtener sus máximos beneficios individuales y conviven en una situación de individualidad compartida, donde dadas ciertas condiciones culturales y afectivas es posible prever lo que otros harán.
Mientras no se perciban las consecuencias de esta actuación ha de transcurrir algún tiempo en el cual los miembros de una familia estarán actuando como egoístas racionales tras su máximo beneficio. Mientras las consecuencias no sean muy visibles, difícilmente se cooperará para evitar algo que aún no se percibe.
Los procesos de producción y consumo en las familias se dan en un contexto de negociaciones entre hombres y mujeres en una dinámica de "conflictos cooperativos", con diferencias en el poder de negociación determinadas entre otras cosas por las asimetrías de género, edad, educación, ingresos, y del acceso, control y percepción de los recursos.
La desigualdad en el acceso del ingreso está en contra de las mujeres/esposas y se incrementa cuando se dirige la mirada inicial a control, lo que puede ayudar a explicar la "pobreza secundaria" en muchas familias, y que se origina en el filtro por el que deben pasar los recursos que se incorporan a la familia antes de que los miembros individuales los reciban.
La desigualdad en las decisiones de consumo da indicios de que el poder de decisión de las mujeres es más de implementación y menos de orquestación; es decir, el campo de las decisiones importantes, que dejan huella en el estilo de vida, rasgos y características de la familia es más para los hombres/esposos.
La desigualdad percibida se ubica más en el nivel de igualdad, ante la marcada sensación de la mayoría de esposas de considerar el ingreso de sus esposos y el propio como pertenecientes al colectivo familiar. Esto hay que asumirlo con cautela pues tal percepción puede estar afectada por los actos de decisión, que dejan la sensación de que el ingreso es de todos, en especial las decisiones de gastos que se hacen en bienes públicos familiares.
Existe evidencia que señala que los hombres están asumiendo mayores compromisos en cuanto al trabajo doméstico: unos ven esto como producto del re-examen de los valores masculinos22; otros lo interpretan como una respuesta de los esposos ante la condición de trabajadoras de sus esposas23. Aceptando esto como cierto, hay que advertir que la transición aún está incompleta pues tanto la desigualdad cuantitativa como pot segtegación de oficios son altas y en justicia con los hombres/esposos que hoy por hoy han iniciado el tránsito hacia la igualdad, el clásico interrogante de Goode "why men resist?" ¿por qué los hombres se resisten? habrá que reformularlo: ¿Por qué aún muchos hombres se resisten?
Para tratar de resolverlo, Goode24 plantea entre otras premisas –para explicar, mas no para justificar a los hombres– que mucho de lo que hacen los hombres o dejan de hacer, se debe a que no se dan cuenta o no son conscientes de las circunstancias de desigualdad que rodean muchos aspectos de la vida familiar y las consecuencias sobre los demás; pero adicionalmente dan por sentado el sistema que les otorga su estatus y por lo tanto asumen que muchos elementos de sus vidas están determinados por una superioridad innata.
1 Mayores detalles en el teorema "The Rotten K i d ", El Muchacho Travieso, en: BECKER, Gary. "Family", The New Palgrade a Dictionary of Economic. John Eatwell. Vol. 2, 281-285, 1987.
2 LAPAGE, Henry, Mañana el capitalismo, Madrid, Alianza Editorial S.A. 1979.
3 CAGATAY, Nilufer, "Incorporación del género en la macroeconomía", en: D.N.P, Macroeconomía, género y Estado, Santafé de Bogotá, Tercer Mundo, 1998. Es de aclarar que el sentido de la afirmación es de crítica al modelo.
4 La expresión "Caja Negra" la utiliza Katz para llamar la atención de que en los análisis se dejan por fuera variables de ideología, poder y otras, bajo el supuesto "Ceteris Paribus". Ver: KATZ, Elizabeth. "The Intrahousehold Economics of Voice and Exit", Feminist Economics. 1997. VI 3, No 3, 25 - 46.
5 BLUMBERG, Rae L., "Income Under Female Versus Male Control", Journal of Family lssues, Vol. 9 No 1. March 1998. p. 52.
6 KATZ, Ob. cit
7 SEN, Amartya K., "Gender and Cooperative Conflicts". En TINKER, Irene. (Ed.). Persistent Inequalities, New York, Oxford University Press, 1990, p. 129.
8 SEN, Ibid, p. 129.
9 WOOLLEY, Francés R. y MARSHALL, Judith. "Measuring Inequality Within the Household", Review of Income and Wealth, 1994, No 40. p. 420.
10 Por ejemplo, PALACIO, V , María Cristina. "La realidad familiar en Manizales", Santafé de Bogotá, División de Investigaciones Especiales del Instituto Nacional de Salud, Universidad de Caldas, 1994.
11 Por ejemplo: BLAIRSAMPON, Lee y LICHTER, Daniel T . "Meassuring, the División of Household Labor", Journal of Family lssues. 1991. No 37, 91-113.
12 WOOLLEY et al. Ob. cit.
13 JIMENEZ, Blanca Inés, "Imágenes culturales de hombres y mujeres. Análisis casuístico", en Memorias del Congreso Latinoamericano de Familia Siglo XXI, Medellín, Colombia. 1994. p. 779. Lo subrayado lo cita Jiménez de "El Popular" No. 192, sept 28/18.
14 CORIA, Clara., " El Dinero Sexuado", en GIBERTI, Eva y FERNÁNDEZ Ana María. (Compiladoras). La Mujer y la violencia invisible, Buenos Aires, Suramericana, 1988. p. 126
15 WOOLLEY, et al. Ob.cit, p.425.
16 Citado por Woolley y Marshall, Ob.cit.
17 CORIA, Ob.cit.
18 WOOLLEY, et al. Ob.cit. p. 429.
19 Por ejemplo: BLAIR S. Lee. et al. Ob.cit..
20 VALLEJO, César. "Planeación, desarrollo local y equidad de género: Caso del Departamento de Risaralda", en D.N.P. Macroeconomía, género y Estado, Santafé de Bogotá, Tercer Mundo, 1998. p. 326.
21 DOROLA, Evangelina, "La naturalización de los roles domésticos", en GIBERTI, Eva y Fernández, Ana María (Comp.), La mujer y la violencia invisi' ble, Buenos Aires, Suramericana, 1988.
22 Por ejemplo: HENAO, Hernán. "Un hombre en casa, la imagen del padre hoy. Papeles y valores que destacan 400 encuestados en Medellín", en: Nómadas, No 6. Marzo/97 - setiembre/97, pp. 115-124.
23 Por ejemplo: LÓPEZ, Carmenza y Arias, Inesita. "Mujer – Trabajo extradoméstico y comportamiento sociocultural del hombre en tres estratos socioeconómicos de la ciudad de Manizales". Tesis de Grado. Facultad de Desarrollo Familiar, Universidad de Caldas, 1994.
24 GOODE, William J. "Why Men Resist", en THORNE Burke y YALOM, Marilyn (De.) Rethinking the Family, New York, Editorial Longman. 1982.
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Blanca Inés Jiménez Zuluaga *
* Trabajadora Social de la Universidad Pontificia Bolivariana. Magister en Ciencias Sociales, Universidad de Antioquia. Profesora titular vinculada al Departamento de Trabajo Social y Coordinadora del grupo Familia, Cultura y Sociedad, de la Universidad de Antioquia.
El presente ensayo está basado en una investigación sobre paternidad y maternidad en familias conformadas después de una ruptura de uno o ambos miembros, en la ciudad de Medellín; en él se analizan diferentes términos utilizados para designarlas y se sustenta la expresión de familias poligenéticas. Se da cuenta de categorías emergentes para denominar el ejercicio de la función paterna y materna en estas familias y se analiza cómo en su seno coexisten elementos tradicionales y de cambio.
El modelo de la familia nuclear básica o elemental, cimentado en el matrimonio católico, monogámico e indisoluble y conformado por papá, mamá e hijos, que ha primado en Colombia, está siendo confrontado por la presencia cada vez mayor de separaciones y de reincidencia conyugal2. Las uniones entre personas que conviven con hijos de relaciones anteriores han dado lugar a una tipología familiar que integra lo moderno y lo postmoderno, en la medida en que conserva elementos de la familia nuclear, pero también presenta características como inestabilidad y complejidad3.
Las familias conformadas después de uniones rotas, tan escasas en Colombia a principios del siglo XX, han crecido en las últimas décadas debido al descenso en la duración de las uniones, las separaciones y la reincidencia conyugal4/5. La magnitud de estos hechos se puede constacar en las estadísticas gracias a los estudios demográficos realizados en las dos últimas décadas. Los estudios de corte cualitativo han permitido, con otra perspectiva, avanzar en la comprensión de su cinámica y su dificultad.
La complejidad y diversidad de las familias objeto de este ensayo, está dada por la procedencia de sus integrantes, el funcionamiento, la forma cómo se desempeñan los roles paternos y maternos y un ingrediente que las caracteriza: su transitoriedad. Virginia Guitiérrez de Pineda caracteriza estas familias de la siguiente manera: "Las imágenes progeniturales se pluralizan y se suceden –padrastro, madrastra– y por tanto se multiplican las redes afines constituidas por sus consanguíneos. (…)de este modo, se pasa de la tradicional familia bilateral extensa a la de innúmeras (sic) redes sociales de complejo tejido. /Y asociada a dicha complejidad, se suma para los grupos filiales, transitoriedad de las imágenes fraternales, progeniturales, de parientes, etc. y la de un cambiante habitat social"6.
Esta tipología familiar se constituye en un reto para los investigadores sociales por la necesidad de comprender su estructura y dinámica, y por la importancia de conocer las diversas alternativas que tienen las familias para su funcionamiento -algunas ingeniosas y recursivas, otras problemáticas y conflictivas-. Investigar estas familias permite construir conceptos emergentes y teorías intermedias para nombrar lo que en ellas acontece. De igual manera abre amplias posibilidades para replantear esquemas y modelos rígidos de interpretación de la realidad familiar. Como lo señala la psicoanalista argentina Irene Meler:
"La realidad del divorcio ha modificado la tradición matrimonial y se requiere acumular experiencia a f in de otorgar sentido y legitimidad a los arreglos familiares contemporáneos. Es necesario crear nombres y regular las funciones correspondientes a los nuevos parentescos"7.
¿Por qué familias poligenéticas? En la investigación sustento de este ensayo se partió de una revisión de la literatura sobre tipologías familiares. Dicha revisión permitió constatar la diversidad de términos utilizados para nombrar esta tipología familiar y motivó a las investigadoras para iniciar el informe final con un capítulo que abriera un debate sobre el tema. Aquí se retoman algunas ideas presentadas en el informe.
Los términos más reconocidos son los de mixtas o simultáneas, los cuales dan cuenta de la simultaneidad de pertenencias que tienen los hijos de padres separados: pertenecen tanto al sistema familiar conformado con el padre, como al establecido con la madre; situación que es conflictiva para los hijos, según los terapeutas familiares, en razón de los afectos y las lealtades que les deben a sus padres. "Estoy aquí o allá, pero mis afectos no pueden estar en ambas relaciones a la vez"8.
La investigación sobre paternidad y maternidad en Medellín permitió evidenciar que el término familia simultánea no es pertinente para nombrar a todas las familias que se conforman después de una ruptura. No siempre los hijos de padres separados hacen parte de dos sistemas, tal como sucede cuando el padre biológico abandona a los hijos; además, la existencia de dos sistemas no implica en todos los casos simultaneidad, presentándose la superposición como otra posibilidad.
El término familia superpuesta9 –utilizado básicamente por antropólogos colombianos–, hace referencia a la superposición de uniones, hecho que se da en Colombia porque hasta 1992 no se había desligado el matrimonio civil del eclesiástico y no era permitido el divorcio. E l matrimonio católico tenía efectos civiles y en consecuencia cuando la pareja se rompía, sus integrantes no podían casarse nuevamente, optando por la unión libre o el matrimonio en otro país, sin que este último tuviere efectos legales en Colombia. En tales circunstancias al establecerse una nueva unión se da una superposición de vínculos en uno o en los dos integrantes de la pareja, pero no se puede hablar de una superposición de familias.
Se considera en esta investigación que el término para nombrar este tipo de familias debe dar cuenta de su composición, y en ese aspecto considerar sus dos características relevantes: el estar conformadas por dos generaciones, tal como la familia nuclear básica, y el origen diverso de sus integrantes. La generación de los adultos viene, por lo menos uno de ellos, de una unión rota y los hijos son producto de diferentes uniones. Por ello se hace referencia a tus hijos, mis hijos y nuestros hijos. En razón de lo anterior el término propuesto es el de familia nuclear poligenética, el cual es lo suficientemente genérico para permitir incluir las diferentes formas de organización y funcionamiento familiar.
Cuando se hace referencia a la dinámica de estas familias, al desempeño de roles o funciones es posible utilizar otros términos que puedan servir de ayuda para su comprensión. En relación con el desempeño de los roles paternos y maternos, en la i n vestigación se construyeron las siguientes categorías emergentes:
Padre sustituto10. Es el nuevo i n tegrante del grupo familiar, que cumple las veces de padre y que es reconocido como tal. Varios factores favorecen la presencia de este tipo de padres: el abandono del genitor en forma permanente o por períodos muy prolongados, especialmente cuando se produce en los primeros años de la infancia; el interés de la mujer de darle un padre a sus hijos y la aceptación de los menores de que otro hombre ocupe el lugar del padre y el deseo del padre sustituto de desempeñarse como tal.
Madre sustituta. Se refiere a la mujer que, ante la ausencia de la madre biológica, desempeña funciones maternas con los hijos del compañero. El hombre le demanda que se ocupe del bienestar de sus hijos y éstos aceptan sus cuidados. Generalmente la nueva integrante del grupo familiar cumple funciones de madre por períodos, debido a que la madre biológica difícilmente abandona a sus hijos, presentándose más bien simultaneidad o superposición de roles.
Padre superpuesto. Se denomina al hombre que viene a integrarse al nuevo grupo familiar y que trata de desempeñar funciones paternas con los hijos de su compañera, pero desconociendo al padre biológico o rivalizando con él. Con frecuencia es percibido por los menores como el intruso. Este rol se ejerce cuando el padre biológico tiene presencia y cumple con los hijos una o varias de sus funciones.
Madre superpuesta. Es la mujer que desempeña funciones maternas con los hijos del compañero. Vive conflictivamente ese papel debido a que siente como obligación el cumplir con esas funciones, debido a la convivencia familiar, pero se encuentra con la resistencia y la crítica de los menores, la interferencia de la madre biológica de éstos y el poco o nulo respaldo del compañero. Padre simultáneo. Es el nuevo integrante de estas familias quien comparte con el padre biológico algunas funciones en relación con los hijos de su compañera: puede contribuir con su sostenimiento económico, ser figura de autoridad y aún de identificación. Ambas figuras paternas son reconocidas y aceptadas por los integrantes del grupo familiar.
Madre simultánea. Se denomina a la mujer que ejerce funciones maternas con los hijos de su compañero, sin rivalizar con la madre biológica, quien a su vez es reconocida en su papel por los diferentes integrantes del grupo familiar11.
Como puede observarse, los términos simultaneidad y superposición pueden estar referidos a los papeles o las funciones paternas y maternas, y según la teoría sistémica compromete algunos subsistemas del grupo familiar, pero de ninguna manera incluye a todo el fxupo, ni a todas las familias de este tipo. El derate continúa.
Según los terapeutas ramiliares Chodou y Méndez estas familias tratan de reproducir el modelo de la familia nuclear, en la medida en que se unen con "el intento de funcionar como si fuese un mismo sistema que aquel compuesto por una pareja parental con hijos de ambos, sin hijos de relaciones anteriores y por lo tanto con relaciones de convivencia todas ellas definidas por funciones, expectativas y roles parentales y filiales"12. Pero, según los resultados de la investigación que aquí se referencia, no todas estas familias operan bajo este modelo, o viven esa dinámica en términos de p-trimiento y conflictividad. El modelo de familia nuclear zásica está implícito en los testimonios de mujeres y hombres que establecen una nueva unión, con el interés de ofrecerle un padre o una madre a su descendencia. Dicha situación se presenta cuando los genitores de la pareja anterior han abandonado a sus hijos, dando lugar a la sustitución. La nueva familia no siempre es vivida por sus integrantes como un hecho conflictivo o traumático, especialmente si los menores fueron abandonados a muy temprana edad, caso que se presenta generalmente en relación con el padre.
También el modelo de familia nuclear opera y se torna en obstáculo, cuando la mujer se une con un hombre que convive con los hijos de una unión anterior, con el propósito de conformar un hogar feliz, según los parámetros de la familia nuclear. Conforme al modelo tradicional de buena madre, se empeña en ganarse el amor de los hijos del compañero, como manera de responder a las demandas de éste y obtener su beneplácito, y por un sentimiento de lástima frente a los menores, al percibirlos "abandonados por su madre". Ella participa en su socialización, y crianza: los reprende, les colabora en la realización de tareas escolares, y se preocupa por satisfacer sus necesidades básicas.
El hombre en estas familias, al establecer una nueva relación, pretende que su compañera se dedique a las labores domésticas, se haga cargo del buen funcionamiento del hogar, atienda a sus hijos y lo descargue del cúmulo de obligaciones y tareas derivadas de criar a sus hijos sin la presencia de la madre. Este lugar es aceptado por la nueva compañera quien viene a sustituir a la madre biológica. Los integrantes de este tipo de parejas reproducen el modelo tradicional de división de roles: el hombre providente y la mujer doméstica. Con frecuencia la mujer deja de trabajar por fuera del hogar ante las presiones del compañero y en consecuencia requiere de sus aportes para su sostenimiento. El hombre sustenta el ejercicio del poder en sus aportes económicos y utiliza el mecanismo de dar o retener el dinero para someter a su compañera.
Estas mujeres (en un comienzo generalmente se desempeñan como madres sustituías y luego como madres superpuestas), desconocen el lugar ocupado por la madre biológica y no logran aceptar los cambios producidos por el crecimiento de los menores. La rebeldía, propia de la adolescencia, es percibida como un rechazo hacia ellas. Sienten a los hijos del compañero como un estorbo para lograr sus ideales. Sueñan con un hogar donde sólo habiten con su compañero y los hijos de la pareja.
Las familias que continúan representando un modelo conservador, pueden ser funcionales dependiendo del interés y compromiso del nuevo integrante del grupo familiar para desempeñarse como padre o madre, del papel del genitor que convive con sus hijos, las demandas y límites que éste le coloque al nuevo integrante en su relación con los menores y la respuesta de éstos. Es una constante que las relaciones sean disfuncionales y conflictivas cuando el nuevo integrante del grupo familiar se extralimita en sus funciones o no las cumple y cuando actúa en contravía de los intereses del resto del grupo. Situación que puede volverse crónica si los diferentes miembros no logran acuerdos o, de lo contrario, se produce una nueva ruptura, reiniciándose el ciclo.
Cuando se rompe el esquema de la familia nuclear básica, se perciben transformaciones en el desempeño de los roles paternos y maternos y en la situación de los géneros:
Mujeres que han ganado autonomía y capacidad de decisión y en esa medida optan por un proyecto vital diferente al establecido por la tradición, se separan cuando la unión ya no les satisface y se permiten establecer nuevas uniones. Hombres que se unen con mujeres que son madres y conviven con su descendencia producto de una o varias uniones anteriores, confrontan el mito de la virginidad de la mujer en el momento del matrimonio y cuestionan el papel de padre en tanto esta función puede ser asumida por ellos, sin que los una con los menores lazos de sangre.
También se perciben transformaciones en el ejercicio de la paternidad, especialmente en hombres que después de una separación conservan la custodia de los hijos. Cada vez se presentan más casos en los cuales los hombres se hacen cargo y conviven con los hijos, aún cuando la sociedad occidental le ha asignado a la madre las labores de crianza. Algunos se ven forzados por las mujeres, otros reclaman la custodia de los hijos, o los asumen como resultado de un acuerdo entre las partes13. Estos hombres, en tanto se ven abocados a tener una participación más activa en la crianza de su descendencia, confrontan los modelos tradicionales de ser padre basados en su función proveedora. Hay quienes se denominan a sí mismos como padres-madres.
La maternidad también es ejercida por mujeres que no están unidas con los menores por lazos de consanguinidad. A pesar de tener el peso de la tradición, viven una maternidad fundamentada en el afecto. La complejidad de las relaciones en este tipo de familias, puede asumirse en forma creativa y constructiva cuando cada uno de sus miembros reconoce su lugar y el de los otros. Tal sucede en familias donde el nuevo integrante se desempeña como compañero(a) del padre o la madre y no cumple con los hijos de su pareja, funciones parentales, bien porque el genitor que no convive las cumple o porque el que convive se las arregla para desempeñar solo su función. En estos casos el motivo de unión de la pareja tiene que ver con asuntos de tipo erótico y afectivo, sin involucrar al nuevo integrante en el desempeño de roles parentales. Esto se da especialmente en mujeres solventes económicamente y que no se unen con un hombre para que les ayude a sostener la familia. También se presenta en hombres que reconocen el lugar de la madre biológica de sus hijos y no demandan de su compañera el desempeño de funciones maternas.
Igualmente se presentan cambios cuando existe una simultaneidad en el desempeño de los roles, en tanto implica respeto entre ambas figuras y un reconocimiento del apoyo que puedan ofrecer para el proceso de crianza y socialización de las nuevas generaciones. Las madres y padres simultáneos ejercen funciones parentales, sin rivalizar con las y los genitores. Cuando se presentan conflictos son resueltos más de acuerdo a los intereses del grupo, que a los particulares; esta forma de relación se podría llamar la más armoniosa encontrada hasta ahora, ya que los adultos respetan a los menores y se preocupan por su bienestar, para lo :ual tienen acuerdos implícitos o explícitos. E l desempeño de la madre o el padre simultáneos se favorece porque su compañero(a) ha resuelto los conflictos de la separación y la convivencia previa, o al menos los enrrenta en forma constructiva.
En estas familias si bien puede existir un conflicto de lealtades, como lo señalan los investigadores chilenos, también es una oportunidad de enriquecer el mundo afectivo de los menores. El tomar distancia con la madre o el padre biológicos y estar cerca de otra persona que cumple a su vez algunas funciones parentales, permite a los menores tener una dimensión más real de unos otros, reconocer sus potencialidades y limitaciones, y aprender a manejar los conflictos de una forma negociada.
Se podría concluir este ensayo señalando las virtudes de romper los modelos que se constituyen en camisa de fuerza para vivir e interpretar la realidad. Los investigadores sociales estamos ante el reto de asumir una postura abierta y analítica ante la realidad cambiante, diversa y compleja que presentan estas familias.
1 Esta ponencia está basada en la investigación "Paternidad y maternidad en familias poligenéticas en la ciudad de Medellín" realizada por Blanca Inés Jiménez Z. trabajadora social, profesora titular del Departamento de Trabajo Social, Ana María Barragán M. y Alejandra Sepúlveda M., estudiantes de último semestre de Trabajo Social de la Universidad de Antioquia. L a investigación fue realizada con la financiación de la Universidad de Antioquia y la Fundación para el Bienestar Humano. Se encuentra en proceso de publicación.
2 Investigadoras como Lucero Zamudio y Norma Rubiano han dado cuenta de los cambios estructurales de la familia, coincidiendo en la presencia cada vez mayor de separaciones y de reincidencia conyugal. Un ejemplo de ello es lo señalado para los primeros años de la década de los noventa. "En Colombia, del total de personas que se separan de su primera unión, el 31.2% se vuelve a unir". Zamudio y Rubiano. En Consejería Presidencial para la Política Social y PNUD. Reflexiones para la intervención en la problemática familiar, Santafe Fe de Bogotá, 1995, p. 45.
3 La familia nuclear es producto de la modernidad: por estar desligada de la tierra tiene mejores condiciones para ofrecer la fuerza de trabajo individual, reduce funciones y se repliega sobre sí misma, perdiendo lazos con el conjunto de la sociedad y se trasforma de unidad de producción a unidad de consumo. (Algunos aspectos de los mencionados se pueden consultar en Burin y Meler. Género y Familia, Paidós, Buenos Aires, 1998, pp. 31 -52.
4 Ver Henao y Jiménez, "La diversidad familiar en Colombia: una realidad de ayer y de hoy", en: Cuadernos Familia Cultura y Sociedad, No 1. CISH, Universidad de Antioquia, Medellín, marzo de 1998.
5 Rubiano y Zamudio, Las separaciones conyugales en Colombia, ICBF y Universidad Externado de Colombia, Santafé de Bogotá, 1991, pp. 26-27.
6 Gutiérrez de Pineda Virginia, "La familia colombiana de hoy y la de las dos últimas décadas", en: Perspectiva de la familia hacia el año 2000, Comfama, Medellín, 1990, p. 22
7 Burin y Meler, Género y familia. Ob. cit., p. 68.
8 El término familia simultánea ha sido de uso corriente por terapeutas familiares con enfoque sistémico a esta fuente: Chodou y Méndez, "Familias simultáneas. Una perspectiva diferente de familia mixta o reconstituida", en: Revista chilena de psicología, Vol. 10-1, Chile. 1989, p. 7.
9 El término familia superpuesta es utilizado por los antropólogos. (Ver: Gutiérrez de P. Ob. cit. p. 18)
10 El término progenitor sustituto fue utilizado por Gloria Cristina González Cardona y otras en la tesis de grado titulada: "Descripción de la estructura y dinámica familiar que se genera al interior de los subsistemas conyugal, parental y fraternal en familias i n tegradas por un progenitor sustituto padre o madre". Trabajo Social, Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, 1993.
11 Estas categorías son producto de la investigación y en esa medida son analizadas y sustentadas con los testimonios de los y las informantes.
12 Chodou y Méndez, Ob. cit., p. 7.
13 La sociedad históricamente le ha asignado el hijo a la madre por considerar que ella está mejor dotada "por la naturaleza" y por la socialización recibida, para encargarse de la atención y cuidado de los hijos. Esto tiene efectos en las separaciones: según Christiane Oliver en Francia el divorcio es pedido en el 75% de los casos por la mujer y, dándose esta situación, el verdadero padre desaparece en el 54% de las oportunidades (Oliver Christiane. Los Hijos de Orestes. 1995:70). A pesar de esa realidad que es generalizada, en las últimas décadas los hombres han venido demandando la custodia de los hijos y aún algunas mujeres han optado por dejar los hijos con los padres cuando evalúan que pueden estar en mejores condiciones con ellos debido a sus propias dificultades económicas, por factores profesionales o por el establecimiento de nuevas uniones.
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