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Poncho e carranga: uma visãoncinematográica da música carranguera como fenômeno social e de resistência cultural do camponês cundiboyacense

Fleece and carranga: a cinematic view of carranguera music as a social phenomenon and cultural resistance of the cundiboyacense peasantry.

DOI: 10.30578/nomadas.n44a15

 

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Sonia Marsela Rojas

Docente investigadora del Iesco-Universidad Central, Bogotá (Colombia), donde coordina la Maestría en Investigación en Problemas Sociales Contemporáneos. Magíster en Antropología Visual de la Flacso (Ecuador) y candidata a Doctora en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Costa Rica. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

DIRECTOR DEL PROYECTO:
Leonardo Zambrano, docente investigador Departamento de Estudios Musicales

COINVESTIGADORA:
Sonia Marsela Rojas,docente-investigadora Iesco

DIRECTORES DEL AUDIOVISUAL:
Jan Willem Meurkens,docente Departamento de Cine
Iván Acosta,docente Departamento de Cine

ASISTENTES DE INVESTIGACIÓN:
Liliana Arias,egresada Departamento de Comunicación Social y Periodismo
Viviana Acero,estudiante Maestría en Investigación en Problemas Sociales Contemporáneos

AUXILIARES DE INVESTIGACIÓN
Isabelle Samper,estudiante Departamento de Cine
Jorge Alexander Cruz, estudiante Departamento de Estudios Musicales
Luis Camilo Cárdenas, estudiante Departamento de Comunicación Social y Periodismo
Sergio Escárraga, estudiante Departamento de Comunicación Social y Periodismo

INVESTIGADOR LOCAL
Juan Eulogio Mesa, músico y académico

PRODUCTORA
Yuly Andrea Amaya

PRODUCTORA
Yuly Andrea Amaya

ENTIDADES FINANCIADORAS: Universidad Central e IDEP



Ruana y carranga: una visión cinematográfica de la música carranguera como fenómeno social y de resistencia cultural del campesinado cundiboyacense” fue una investigación transdiciplinaria que se llevó a cabo entre el 2014 y el 2015 con docentes y estudiantes de los departamentos de Comunicación Social y Periodismo, Cine, Música, la Maestría en Investigación en Problemas Sociales Contemporáneos y el Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos (Iesco), programas pertenecientes a la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Central.

El objetivo principal de la investigación, enunciado como “comprender los contextos de producción y circulación en los que se origina, constituye y produce la música carranguera, con el propósito de reconocer los procesos y las estrategias de reactualización permanente que pueden configurarse como procesos de resistencia”, permitió una importante y amplia mirada en torno a lo que acontece y significa la música carranguera, más allá de su tradicional sentido de patrimonio musical.

Efectivamente, uno de los primeros retos del proyecto fue distanciarse del concepto de patrimonio, por lo menos de aquel que entiende la música carranguera como parte del folclor, como parte de la memoria (o el recuerdo) y del pasado que es necesario salvaguardar. Al contrario, nos inclinamos por comprender las dinámicas que se configuran en torno a los/as músicos/as y a la manera como dialogan con los entornos, contextos y los procesos del aquí y del ahora.

Dentro de ese marco de comprensión, la propuesta de investigación permitió un buen número de categorías y reflexiones que tuvieron que ver, entre otras cuestiones, con asuntos como las transformaciones contemporáneas del campo y los/as campesinos/as en torno a sus prácticas de trabajo rurales, su relación con el medio ambiente, su interacción con las propuestas de modernidad y desarrollo. Todos estos elementos se entretejieron con temas sensibles para los artistas campesinos tales como la familia, la cultura, la economía, las tradiciones y las expectativas sobre la proyección y transformación de la música carranguera.

En primer lugar, es importante decir que, lejos de una idea romántica de la música carranguera, sus protagonistas y los paisajes en los que nace, la investigación evidenció una serie de tensiones permanentes que dejan ver tanto la heterogeneidad de los sujetos, las prácticas y los procesos en la música carranguera, como las formas de resistencia y afrontamiento de ciertas situaciones que se cree son problemáticas.

En este marco de tensiones, un aspecto muy importante fue sin lugar a dudas el carácter de mixtura que tiene la música carranguera. Inicialmente el grupo de investigación buscaba dar cuenta del origen de este género musical, pero en su mirada de las dinámicas encontró que el concepto de acontecimiento (Foucault, 1992) resultaba más pertinente para comprender la diversidad de tiempos, situaciones, eventos y procesos que fueron dando lugar a esta expresión musical. Efectivamente buscando el origen, el grupo de investigación se encontró con múltiples versiones, historias y narraciones que se entrelazaban, contradecían o complementaban abriendo un rico panorama de las formas como se entiende y se significa esta música. Desde el mito de los campesinos caminantes comercializadores de carne, pasando por una música que nace y se recrea con aires llaneros, guabinas, torbellinos, corridos y otros aires musicales, hasta la figura del “maestro de maestros” Jorge Velosa, como el creador de la música carranguera, son historias que hablan del carácter de mixtura de este género musical y de los múltiples procesos culturales que lo fueron configurando.

Más allá de saber cuáles de estas versiones correspondían al origen o cuáles eran verdaderas o no, lo que las historias dejaron ver fueron dinámicas constantes de transformación y de reactualización de la música carranguera, en el marco de las cuales surgen tensiones que pueden parecer contradictorias pero que sólo hablan de las estrategias de sobrevivencia, resistencia, acomodación, diálogo, rechazo, no sólo de la música misma a los contextos, sino de sus artistas y familias. Así, hay discusiones diversas en torno a asuntos como el tratamiento musical de la carranguera entre las nuevas generaciones y los reconocidos juglares, entre agrupaciones campesinas y grupos más comerciales, entre los ritmos que surgen del campo y los que han tomado nuevos aires en la academia, entre quienes componen y cantan para no olvidar su tierra y quienes lo hacen como una forma obtener más recursos, entre otros.

En cualquier caso, y fue otro de los asuntos significativos de la investigación, los músicos/as carrangueros/as tienen algo en común: siempre hay una alusión al campo y a las diversas formas de relacionarse con éste. En tal sentido, estas tensiones desentrañaban las complejas relaciones que se encuentran entre la música carranguera y la tierra, esta última no sólo como medio de subsistencia y de producción económica, sino como lugar privilegiado para la producción cultural, para la identidad social y la constitución de la familia. Así, entonces, las letras de las canciones de la carranguera no sólo se ocupan de las diversas vivencias de la vida cotidiana (la pareja, el amor, los vecinos, el trabajo, la belleza, la sexualidad, etcétera), sino que abordan diferentes situaciones y problemáticas que viven los campesinos. Lo anterior interpeló al mismo grupo de investigación en torno a las preguntas ¿qué entendemos cuando nos referimos al campesino y al campo? ¿Qué imaginarios tenemos sobre la población campesina?

En el marco de estas preguntas, los músicos/as carrangueros/as nos hablaron de la pauperización del campo, y los desencuentros que tienen los/as campesinos/as con muchas de las políticas económicas y productivas de los gobiernos nacionales y locales que los tienen en el olvido. La criminalización de la práctica tradicional de guardar las semillas para mejorar la producción, el uso indiscriminado y los altos costos de agroquímicos en sus plantaciones, la comercialización de la tierra que los transformó de propietarios de terrenos y de los cultivos a jornaleros con sueldos inestables y que desmejoran sus condiciones de vida, y muchos otros aspectos de sus condiciones actuales que son convertidas en canciones carrangueras.

Los músicos que acompañaron la investigación narran su lucha para mantener todos aquellos rasgos y aspectos que los definen como campesinos, aunque ya no tengan tierra para cultivar; aunque ahora sean albañiles, electricistas, plomeros, mineros, ebanistas, comerciantes o vendedores de frutas o papas en cualquier plaza de mercado o calle de la ciudad. La música carranguera es una de las herramientas con la que cuentan muchos campesinos para mantener sus raíces porque ella es parte de lo que les da identidad en tanto nació del campo y habla del campo. No tienen una voz que sea escuchada ni un puente para hablar con las autoridades en las que se respete su voz, así que mejor y más importante instrumento de difusión y protesta son sus canciones, coplas y ritmos.

No hay una negación de la industrialización, pero sí de la manera indiscriminada, sin criterio e inconsulta como se hace, ya que no atiende ni a sus necesidades ni a sus formas de organización social y cultural. La problemática económica del campo atenta contra la familia en tanto son las reducidas oportunidades en el campo las que la desarticulan, pues sus miembros son expulsados del núcleo familiar para aventurarse a conseguir otras cosas en las ciudades, lo que se deriva en escasos momentos de encuentro. Al desarticularse la familia, también se acaban los momentos para contar historias y escribir canciones; quienes se quedan, generalmente las generaciones de mayores, tienen que volverse jornaleros en tierras de otros con pagas bajas que les implican dobles jornadas para compensar sus gastos, y en tales circunstancias se reducen los momentos para contemplar la vida y así inspirarse en nuevas letras.

Sin embargo, los campesinos se resisten a acabar con sus costumbres y, ya sea en la tienda o los fines de semana, abren espacio para rasgar su guitarra, cantar y consolidar sus grupos, pues en algunos casos entonar la carranga les trae dinero extra porque son contratados para fiestas íntimas o festivales públicos. Estas situaciones por las que pasan los campesinos son motivo de nuevas historias para contar a través de la música y ahora logran constituirse con mayor fuerza en sentido político y de lucha. Por ello, no es casual que muchas marchas campesinas estén acompañadas por música carranguera no sólo como fondo musical que remite a la identidad del campo, sino como discurso reivindicativo y político-cultural. Tanto las conversaciones informales como las letras de las canciones no sólo reflejan problemáticas del campo sino del país, y se conectan con realidades actuales que aquejan a todos los ciudadanos.

Son más las cosas y asuntos que desde la música carranguera emergen para pensar el país, pero por asuntos de espacio sólo precisaremos que hay una enorme preocupación de los artistas campesinos porque su música pueda sucumbir frente al frenesí del consumo cultural, del consumo alimentario y material que provienen de otras latitudes y, en tal sentido, su voz carranguera se sigue alzando para hablar no sólo por el campo y los campesinos sino por todos aquellos que vivimos del trabajo de los campesinos.

Finalmente, debemos dejar registrado que la vinculación con los sujetos músicos campesinos, sus familias y sus paisanos, nos permitieron llevar a cabo una serie de actividades que resultaron de gran importancia para los artistas carrangueros: la producción de algunos videoclips de los grupos, la grabación del disco compacto musical con diez canciones que dejan ver la diversidad tanto de estilos musicales, como de edades, regiones y temáticas abordadas, y el documental Los ritmos de la tierra, cuya propuesta narrativa y visual se debatió entre la mirada contemplativa y de cierta manera pasiva que ofrecen los hermosos paisajes de la región del altiplano cundiboyacense y de la región de Santander, la calidez de los anfitriones y su convencimiento tanto por su música como por su tierra y la mirada a la riqueza y diversidad de prácticas, procesos, tensiones y contradicciones encontradas. El documental es también una tensión constante entre lo problemático, lo caótico, lo estético, lo bello y lo artístico de las realidades de los campesinos.

Todos estos productos construidos con los mismos grupos y artistas carrangueros constituyeron para nosotros nuestra mejor manera de agradecer el tiempo dedicado y la apertura que cada músico/a, cada grupo, tuvo para la investigación. Enviamos un agradecimiento especial a nuestro investigador local, el maestro Juan Eulogio Mesa.


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