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Saberes nómadas: derivas del pensamiento propio

Conhecimento nômade. Derivas do pensamento próprio

Nomadic knowledge. Drifts of traditional knowledge

DOI: 10.30578/nomadas.n48a18

 

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Miguel Gil

Investigador en pedagogía sistémica, Bogotá (Colombia). Magíster en Estudios Culturales, Licenciado en Ciencias Sociales. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

EDITORAS:
Nina Alejandra Cabra Ayala y Camila Aschner Restrepo

EDITORIAL:
Universidad Central-Iesco

CIUDAD:
Bogotá

AÑO:
2017

NÚMERO DE PÁGINAS:
313

Un gesto singular vincula los textos aquí presentados: celebrar 30 años de trabajo por parte del Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos (Iesco) de la Universidad Central, Bogotá. El libro contiene los artículos presentados con ocasión de dicha conmemoración en el Seminario Internacional Saberes Nómadas: Derivas del Pensamiento Propio. A través de su lectura, se percibe el espíritu jovial del encuentro de un grupo de nómadas que aquí se sienten como en casa.

Proemio

En “Pensar por cuenta propia”, Enrique Serrano elabora una reflexión filosófica sobre la creación literaria. De entrada, renuncia a la pretensión de originalidad y propone ver en los motivos humanos una plataforma para refundar la creación literaria: el amor y el odio, la envidia y la soberbia, la desidia, la ira y la lujuria como grandes motivos de la historia, que vinculan al lector con su pasado mítico. Por este camino la literatura adquiriría sentido, en la medida en que lo que cuenta, a pesar de haber sido ya contado, es creído por sus lectores, quienes hacen nuevas interpretaciones. El autor invita al creador literario a evadir la cárcel de la contemporaneidad para vibrar al compás del tiempo mítico y conectar con el espíritu de pueblos ya extintos, y de este modo hallar el sentido del presente.

Capítulo 1: devenir

Hermann Herlinghaus, en “Felicidad, entre olvido y magia consumista: lagunas de la reflexión crítica”, llama la atención sobre la ausencia del problema de la felicidad en el pensamiento crítico contemporáneo, y denuncia la apropiación de los atributos de la felicidad por parte de la sociedad tecnoconsumista, mediante estrategias tales como la disociación y la economía psicotrópica. Como alternativa propone la idea de la felicidad simple y sostenible, entendida como una alternativa epistemológica, estético-afectiva y político-ecológica.

En “Modos de hacer escuela en la cultura digital”, Inés Dussel, a partir de sus experiencias en escuelas de Argentina, México, Brasil y Uruguay, analiza las relaciones entre las formas de conocimiento promovidas por los medios digitales y los modos escolares del saber. En contravía a la interpretación tradicional, la autora encuentra en el anacronismo de la escuela un potencial: propiciaría la suspensión del tiempo cotidiano y la creación de un espacio libre e igualitario desde el cual los estudiantes se distanciarían de los flujos automatizados de información y comunicación, y se abrirían a cierta forma de atención reflexiva y crítica, que compensaría la hiperatención y la hiperactividad.

“Una libertad puesta en cuestión: la investigación investida” desnaturaliza ciertas costumbres establecidas en las ciencias sociales para pensar la investigación. Para Luis Guillermo Jaramillo no sería suficiente “comprender al otro ‘respetando su cultura’” (75), por lo que exhibe las trampas presentes en la observación “neutral”, en la recolección de datos “objetiva” y en el uso de universalismos. De la mano de Lévinas, lleva hasta sus últimas consecuencias el concepto de reflexividad y propone una forma participativa, fundada en el otro.

Nina Cabra, en “Devenir nómada: estaciones de viaje y consulta de los arcanos” presenta un ejercicio de escritura experimental a través del cual reflexiona sobre el significado del nomadismo en el mundo contemporáneo. Se trata de un texto viajero que moviliza a través de la ruta señalada por los arcanos del tarot. La autora abandona el lugar fijo (el mundo) mediante gestos de desgarramiento y de “despedida de la propia piel” (84). Pasa por el cerebro, presentado como un órgano viajero y de predicción (la sacerdotisa) y consuma el viaje en la soledad: “condición de los viajeros que abren rutas” (el ermitaño) (84). La última estación “inicio o final del viaje” (el loco), quien viaja sin equipaje, por el puro placer: es la pulsión que empuja a la ruptura consigo mismo. En síntesis, es un texto nómada que lleva hacia un afuera que “es al mismo tiempo prolongación del viaje interior”.

Capítulo 2. Cartografiar

En el artículo “Espacialidad, performance y autoexotismo” Amalia Boyer, desde su pertenencia simultánea a dos culturas —francesa y colombiana—, propone pensar la relación entre espacialidad, performance y autoexotismo, mediante una lectura que articula sus preocupaciones existenciales con la obra literaria de Maryse Condé y con los conceptos de dos geógrafas inglesas: Doreen Massey y Gillian Rose. Desde una mirada trasversal entre filosofía, geografía, literatura y feminismo, la autora busca “desestabilizar el orden del discurso filosófico para hacer valer el diálogo abierto con otras disciplinas cuyas concepciones del espacio y del sujeto modifican las categorías tradicionales empleadas por la filosofía” (100).

En “Los cuerpos del capitalismo: de la docilidad al espectáculo”, Manuel Roberto Escobar reflexiona sobre la introyección del mercado en la subjetividad contemporánea, a partir del análisis de dos experiencias sociales: una página de webcams y jóvenes escolares que fueron objeto de políticas de inclusión en el sistema de educación pública. Escobar encuentra que en ambas situaciones el formato del reality show “saltó de las pantallas a la vida social, la cual es experimentada como un gran espectáculo, un show de cuerpos consumibles”. El autor indica los vínculos existentes entre “un proyecto corporal orientado a la mirada del otro espectador” (123) y la apropiación capitalista de la “potencia deseante de los cuerpos para hacerla circular en flujos de consumo” (114).

En “Qué hacer con los universalismos occidentales” Santiago Castro-Gómez plantea una conversación en torno a dos lugares comunes del pensamiento crítico latinoamericano: la adhesión a la particularidad y el rechazo de la universalidad. “[…] el problema que está en juego no es elegir entre lo universal y lo particular, sino comprender el tipo de relación que se da entre los dos polos” (135). Castro-Gómez previene los peligros tanto del retorno a los particularismos, “no confrontan el sistema de relaciones que jerarquiza las identidades”, como del rechazo a la universalidad, “no se trata de liberarse de la universalidad en nombre de la descolonización”. Propone un camino alternativo: la “asimilación creativa y emancipadora de la modernidad desde historias locales” (145) teniendo como horizonte la construcción de una voluntad hegemónica común que combata contra las jerarquías de poder —no en nombre de la diferencia— sino en nombre de la igualdad.

En “El giro de la potestad a la potencia en la analítica de la colonialidad”, Dairo Sánchez pone en cuestión la narrativa del período colonial entendida como la victoria del colonizador sobre el colonizado, e invita a transitar desde “el lugar interpretativo de la derrota frente a los colonizadores, hacia el de la insubordinación paródica”. Para ello, explora “las condiciones históricas de imposibilidad del gobierno colonial” y encuentra que las “potencias interculturales insurrectas” (149) conformaron un plano de desobediencia que “bloqueó la configuración de una autoridad centrípeta en las colonias, mediante prácticas disfuncionales respecto del patrón de poder colonial. De esta manera, el autor apuesta por una crítica jovial de la colonialidad del poder.

Capítulo 3. Explorar

En “Reflexividad dialógica como experiencia de epistemes sentipensantes y solidarias”, Alfredo Ghiso propone un camino para la construcción de conocimientos desde una episteme solidario-emancipadora, y a través de una reflexividad dialógica. En el artículo describe las características más significativas de la ruta metodológica dialógico-solidaria, y el punto de llegada está marcado por la emergencia en las comunidades investigadas de sujetos que se reconocen pertinentes en relación con la acción y la investigación.

En “El encuentro de saberes: hacia una universidad pluriepistémica”, José Carvalho, Juliana Flórez y Máncel Martínez presentan una reflexión sobre las experiencias relacionadas con una asignatura denominada “Encuentro de saberes”, la cual incorporó mestres y mestras tradicionales (chamanes, artesanos, arquitectos, músicos) en las clases de algunas universidades de Brasil y Colombia. El texto reflexiona sobre diversos aspectos teóricos y metodológicos de dicha experiencia, tales como la transdisciplinariedad, la relación entre oralidad y escritura, la espiritualidad como dimensión emergente, las prácticas investigativas indígenas y los aportes del proyecto para las luchas de los movimientos sociales.

En el texto “La investigación-creación: una alternativa de inclusión de las artes en las sociedades del conocimiento”, Natalia Castellanos señala un conjunto de desconexiones entre la manera en que opera el campo del arte en Colombia y los estándares y parámetros mediante los cuales se gestiona la producción artística por parte de las universidades y de Colciencias. Castellanos muestra cómo el saber artístico queda por fuera del circuito de legitimación y de reconocimiento de sus saberes y prácticas. Para la autora, el problema “está en que los parámetros y mecanismos de financiación de la investigación se rigen por las políticas de la investigación finalizada” (235). Propone una manera de superar la brecha: la investigación a través del arte.

Capítulo 4. Evocar

En “El salón de clase como espacio de (des)aparición: estrategias pedagógicas, artísticas y jurídicas”, Marisa Belausteguigoitia presenta su experiencia con un curso en la Universidad Nacional Autónoma de México titulado “Des/apariciones: voz, cuerpo y mirada desde el salón de clase”. A través del curso, “las imágenes del rostro moreno de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y su cuerpo ausente, subrayaron la contigüidad de las prácticas raciales y sexuales distintas” (275), y por ello el salón de clase devino escenario de aparición y búsqueda de los cuerpos propios de los estudiantes. La exploración desbordó “el salón de clase como espacio público” y se convirtió en “un espacio público como salón de clase” (277).

En el artículo “El cuerpo como territorio de afirmación política en el dispositivo fotográfico”, Hilderman Cardona, mediante el análisis de registros fotográficos del conflicto armado colombiano que muestran los signos dramáticos de la violencia sobre los cuerpos, analiza ciertas “estéticas de la crueldad” presentes en los rituales de la muerte. Para el autor, allí se pondría en juego una tanatopolítica en la cual “el suplicio, la muerte y el exterminio aparecen como formas de hacer política”.

En “Las víctimas que Colombia aún no llora”, Nancy Prada llama la atención sobre aquellas violencias ejercidas sobre personas que se apartan de las normas de género y de sexualidad en el marco del conflicto armado colombiano. ¿Qué significa para un cuerpo LGBT habitar un territorio en guerra o controlado por actores armados? A través de 63 entrevistas a víctimas y 14 talleres de memoria, Prada indaga para qué ejercen dichas violencias los actores armados, y explora lo que dicen estas violencias sobre el funcionamiento de la guerra.

Homenaje

El libro se cierra con un homenaje a Jesús Martín-Barbero mediante la presentación de un texto de su autoría titulado “Estéticas y políticas de la memoria”. Allí, el maestro presenta un mapa para pensar las transformaciones contemporáneas en aquello que Walter Benjamin llamó el sensorium de una época.

* * *

Es un libro oportuno, que refresca las herramientas conceptuales y recarga de los afectos necesarios para asumir las luchas que se avecinan.

Una nueva música, una nueva escucha: tiempo, espacio y escucha en la música contemporánea

Uma nova música, uma nova escuta: tempo, espaço e escuta na música contemporânea

A new music, a new way of listening: time, space and way of listening in contemporary music

DOI: 10.30578/nomadas.n48a19

 

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Francisco Castillo G.

Docente de Historia de la Música y Música Antigua en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y en la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá (Colombia). Maestro en Música y Magíster en Estudios Artísticos. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

AUTORA:
Natalia Castellanos Camacho

EDITORIAL:
Universidad Central

CIUDAD:
Bogotá

AÑO:
2016

NÚMERO DE PÁGINAS:
127

El escenario compuesto por la música académica contemporánea se encuentra en una coyuntura muy particular: si, por un lado, la historia de la música occidental lo ubica como un periodo en la misma línea histórica que comparten las tradiciones musicales del pasado occidental, ese mismo pasado fundamenta un conjunto de principios o ideas que parecerían excluir a la música contemporánea de su círculo. El término que utiliza Natalia Castellanos para identificar la dimensión tradicional de la música en nuestra cultura es la práctica común; expresión engañosa y de difícil acotación, útil no obstante, para referirse a una corriente caracterizada por la naturalización del binomio es música- no es música, por una concepción ontológica de las obras musicales que las asimila a su condición de objeto o partitura, y por un conjunto de procedimientos o maneras de aproximarse al fenómeno musical, entre los cuales la escucha resulta privilegiada, pero restringida en una homogenización que sugiere una forma única y singular de escuchar. Sin ningún asomo de duda, las ideas vinculadas a la práctica común se desarrollan en la estela de la modernidad, al tiempo que hacen eco de sus principios filosóficos, artísticos y políticos, como ha sido bien explicado dentro del libro.

Por ende, quienes observan la escena de la música académica contemporánea se ven frente a una serie de peligros que esperan ser evadidos, entre los cuales resalta el de la exclusión: un panorama excluyente sugiere que todo es tan distinto en la música contemporánea que se debe aislar por completo de la tradición, peligro que tristemente se manifiesta en asumir que esta música se erige como un privilegio sólo accesible para el grupo selecto de los pocos peritos que la comprenden.

La escena es más o menos típica: en el momento en que una persona escucha por primera vez una obra musical compuesta en el siglo XX, una voz interna le sugiere que “eso no es música, eso es otra cosa distinta a la música”. El caso, a pesar de su simpleza, da buena cuenta de un fenómeno ampliamente generalizado y sintomático de nuestra apreciación artística. La riqueza principal del libro de Castellanos descansa en las buenas respuestas que ofrece al tema: el texto no trata de convencernos de que sí sea música, ni nos explica qué conceptos deberíamos aprehender para aceptar esa música como tal, ni trata de distraernos con los artilugios matemáticos que subyacen a la estructura de la obra, ni nos distrae explicando que, aunque no suene a música, guarda una buena relación con la política de su tiempo; de lo que sí trata el libro, principalmente el primer capítulo, es sobre cómo escuchamos. Hay varias preguntas provocadoras, como ¿cuáles criterios operan en la clasificación “sí es-no es”? Si estos criterios responden a los códigos culturales que compartimos, ¿por qué son tan naturales? Estas preguntas son desglosadas por la autora, señalando con énfasis que la división entre lo que es y lo que no es música se antoja natural porque ha sido naturalizada progresivamente en la modernidad, al tiempo que nuestra manera particular de escuchar la música responde a muchos principios y premisas que deben ser puestos sobre la mesa para darle más espacio a la diversidad artística que nuestro tiempo supone.

No obstante, al final del libro el presentismo toma las riendas, y se trata la música académica contemporánea como la única música objeto del juicio auditivo y de la exclusión clasificatoria (de hecho, la autora se pregunta si en virtud de esta exclusividad la música contemporánea pertenece a la misma familia que la música de los siglos XVIII o XIX). La clasificación entre música y ruido no es tan nueva ni tan especial. El periódico The Sun dijo en 1934 sobre un cuarteto de Reger que “tiene el aspecto de la música, el sonido de la música, e incluso puede que tenga el sabor de la música; y sin embargo, se resiste técnicamente a ser música”. El semanario Era escribe: “El ruido de los martillos pilones, el traqueteo de los trenes expreso, el aullido del huracán, el rugido del océano y los gritos de las bestias salvajes parecen sonidos mansos y suaves comparados con el terrible estruendo que produce la partitura de Liszt” (1882). De este modo, las críticas a las que se somete hoy en día la música contemporánea no se deben únicamente a la audición naturalizada por la práctica común; intervienen ahí otros factores, tales como la resistencia al cambio (que existió mucho antes que la modernidad) y la misma voluntad de los compositores contemporáneos, proclives a trabajar en un lenguaje que no comprende la mayoría de la población.

El marco general de conceptos y procedimientos que justifican la inclusión y pertinencia de la música contemporánea en la sociedad actual se alimenta de diversas disciplinas. Quizá sea ésta la virtud más notable del texto de Castellanos: asume el reto de poner en diálogo horizontal autores que provienen de la filosofía, de la historia, de la estética, de la ciencia, de la acústica, de la musicología y hasta de la teología; y la manera más eficaz de encontrar el tema de conversación entre fuentes tan heterogéneas es identificar un par de conceptos que sean compartidos por todas ellos: tiempo y espacio. Con esta base se construye a lo largo del libro el argumento central, según el cual, la nueva música requiere de una nueva escucha, en la que se equilibren las perspectivas temporal y espacial de la experiencia.

La estrategia de la autora, al pretender darle lugar a la música del siglo XX retocando nuestra manera de escucharla, es bastante interesante, y resulta un bálsamo frente a la abrumadora cantidad de intentos por hacerlo, muchos de los cuales explican las obras desde sus procedimientos técnicos, desde la matemática de su construcción, desde la relación con las guerras mundiales o las dictaduras del siglo, desde los recursos tecnológicos aplicados y desde las preguntas posmodernas que detona. Por esta apuesta nuclear es que el libro no se llama Una nueva música, un nuevo concepto, un nuevo estilo, una nueva estética, una nueva forma de componer y nueva filosofía también. Al ajustar la novedad en la escala de la escucha, la autora extrae tres obras musicales contemporáneas (presentadas como estudios de caso: Ikeda, Grisey y Xenakis) de la esfera de lo inentendible o del ruido, y sitúa su escucha en una experiencia que privilegia lo espacial por encima de lo temporal. Sin ninguna duda, la experiencia provista por las obras musicales se enriquece significativamente, lo cual toma forma de invitación, toda vez que la espacialidad de la escucha tiene tanto que aportarle a la música académica contemporánea como a las músicas tradicionales, al jazz, al rock y al metal, entre muchas otras músicas.

José Revueltas y Roberto Bolaño: formas genéricas de la experiencia

José Revueltas e Roberto Bolaño: formas genéricas de experiência

José Revueltas and Roberto Bolaño: generic ways of experience

DOI: 10.30578/nomadas.n48a20

 

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Santiago Patarroyo-Rengifo

Docente e investigador universitario. Magíster en filosofía latinoamericana, Filósofo de la Universidad de la Salle y Abogado de la Universidad Nacional de Colombia. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

AUTOR:
Alejandro Sánchez Lopera

EDITORIAL:
A Contracorriente

CIUDAD:
Chapel Hill

AÑO:
2017

NÚMERO DE PÁGINAS:
275

Alejandro Sánchez Lopera, Doctor en Lenguas y Literaturas Hispánicas de la Universidad de Pittsburgh y actualmente profesor de la Universidad de Nueva York, ha publicado el libro José Revueltas y Roberto Bolaño: formas genéricas de la experiencia en el 2017. Bajo el sello editorial A Contracorriente, este libro plantea la lectura de algunas de las obras de dos grandes escritores latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX: José Revueltas, escritor y activista político mexicano reconocido, principalmente, por su novela El luto humano, y Roberto Bolaño, autor chileno de novelas como Los detectives salvajes y 2666, las cuales son consideradas obras maestras de la literatura latinoamericana.

El análisis literario propuesto por Sánchez Lopera nace de la consideración filosófica de los autores escogidos. Es decir, busca pensar filosóficamente América Latina, pero desligándose de la filosofía latinoamericana de corte decolonial, para así darle cabida a nuevas interpretaciones. Dicha disrupción es planteada por Sánchez Lopera a partir del antimoralismo, que se aparta de conceptos como la identidad, el territorio, las luchas contrahegemónicas y la legitimación-representación. Su interpretación, entonces, se da a partir de la experiencia antihumanista, en la que el humanismo es el motor. Esta perspectiva concibe las facultades malignas del ser humano como elementos que se albergan en su interior, y por los cuales las pasiones naturales (como el autor señala en un pasaje al recordar a Spinoza) son fuerzas humanas y no humanas; soberanía impersonal en la que la crueldad se convierte en una facultad.

A partir de la premisa del antihumanismo, Sánchez Lopera considera que su análisis tiene dentro de sí fuerza e interpretación —es decir, diversas interpretaciones que intentan producir (o no) la verdad del texto—, así como la lectura y la materialidad extraliteraria, es decir, las fuerzas sociales exteriores a la conciencia del autor. Al analizar obras como El luto humano de José Revueltas o Amuleto de Roberto Bolaño (entre otras), el autor efectúa un trabajo exhaustivo sobre elementos que están dentro y fuera de la obra, espacio en el que también está el escritor y en el que el autor del libro se erige como lector. Todo ello se da dentro de la relación entre filosofía y literatura, en la cual “la filosofía, finalmente, encuentra su propia forma literaria, y la literatura se abre como lugar de pensamiento” (10).

Para realizar una lectura genérica de la experiencia latinoamericana a partir de José Revueltas y Roberto Bolaño, Sánchez Lopera plantea dos preguntas: ¿de qué es capaz un texto?, y ¿qué es capaz de suscitar un texto? Esto, en relación con problemas y contextos (procesos sociales) específicos a los que atiende cada uno de los capítulos del libro. Dichos contextos son la Revolución mexicana, Mayo del 68 en México y el golpe de Estado de Chile en 1973. El autor toma estos tres momentos de la historia latinoamericana al considerarlos procesos sociales que quebrantaron los códigos morales, rupturas que se exponen en los textos elegidos a través de la visibilización de la crueldad, es decir, de los vicios de la naturaleza humana que no son exteriores al ser sino que le pertenecen.

Aunque el libro intenta realizar una lectura filosófica de Latinoamérica a partir de las obras literarias El luto humano de José Revueltas y Amuleto, Nocturno de Chile y Estrella distante de Roberto Bolaño, son dos las naciones que salen a relucir en su texto: México y Chile. Sobre México, Sánchez Lopera señala que este es el centro de la experiencia que ambos autores compartieron, aun cuando no tuvieron ningún trato directo. Su relación se basa en la lectura de Mayo del 68, específicamente de la masacre de Tlatelolco. Las novelas se convierten para Sánchez Lopera en el diagrama de lo que somos como pueblo, en donde el cuerpo es la superficie en la que se inscriben los acontecimientos, y que, en el caso de las narrativas, es ficticio pero allí se narran hechos reales.

Es decir que el análisis de Sánchez Lopera parte de los contextos particulares, de los problemas suscitados en esos contextos, para luego reflexionar desde el antihumanismo sobre los textos. Sobre José Revueltas, Sánchez Lopera enuncia el principio de militancia política que marcó su carrera literaria, y cómo su novela El luto humano se relaciona con el problema fundamental de la tierra que se presenta en el contexto de la Revolución mexicana, asunto que ha sido una constante en las luchas latinoamericanas. Desde el análisis de los elementos extraliterarios que permean la narrativa, Sánchez Lopera parte hacia la reflexión de métodos y formas narrativas, como la visión cinematográfica de América Latina, convirtiendo a la región en una imagen más que en un territorio.

Al retomar las ideas cinematográficas como creadoras de la representación de América Latina, Sánchez Lopera rompe con la filosofía latinoamericana, pues ya no es lo universal el todo con respecto a las partes, sino que cada parte es un universo en sí mismo (49). El cine, con sus múltiples planos, le da una nueva interpretación a la imagen, pues ésta es representación, no verdad última. La memoria empieza así a conceptualizarse de una forma no esencialista en el libro de Sánchez Lopera, lo que se visibilizará con mayor fuerza en el capítulo destinado al análisis de Amuleto de Roberto Bolaño, pues la memoria se convierte en el recuerdo difuso de algo que nunca pasó.

En esa reflexión reside uno de los mayores aciertos del libro de Sánchez Lopera, haciéndolo un referente indispensable para el análisis literario latinoamericano: al reunir la ficción y la realidad en una lectura cinematográfica, se comprende que el pensamiento también es una imagen, y que esa imagen es el vínculo del ser humano con el mundo. Desde los términos deleuzianos, la imagen en sí misma no representa, porque es imagen sin concepto y memoria sin lenguaje; es el cuerpo el que permite la composición en la que se triangula la imagen, el ser humano y el mundo. Por esto, “lo que pasó no es lo mismo que se escribió” (7), pues el texto, para el autor, primero intenta resolver el mundo a través de una imagen del acontecimiento, luego se convierte en un texto sin mundo pues se distancia de la realidad, pero, al final, es devuelto al mundo, pues permanece la relación de éste con la imagen y el ser.

El libro José Revueltas y Roberto Bolaño: formas genéricas de la experiencia está lleno de ideas sugerentes sobre las obras, que van y vienen por los albores de la historia que pasó antes de éstas, la que se narra en su interior y la que no ha sucedido. Como señala el autor al hablar de la obra Amuleto de Roberto Bolaño, en la literatura hay desquiciamientos del tiempo y desórdenes en el espacio, la memoria es el recuerdo borroso de algo que todavía no ha sucedido pero que sigue pasando, el mundo se convierte en una imagen y la teoría crítica en una composición cinematográfica. Y vaya buen director que puede ser Alejandro; vaya buen navegante en estas nuevas épocas para la teoría y la crítica, en los profundos mares de la literatura.


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