Revista Nómadas
Dirección de Investigación y Transferencia de Conocimiento
Carrera 5 No. 21-38
Bogotá, Colombia
Correo electrónico: nomadas@ucentral.edu.co
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Alejandro Sánchez Lopera**
Edisson Serna Carmona***
Fredy Rozo Bellón****
* En este artículo se presentan los principales resultados del “Estudio de factibilidad para el programa de Maestría en Investigación en Problemas Sociales Contemporáneos”, realizado en el período julio-septiembre de 2004 para el IESCO-UC (antiguo DIUC).
** Politólogo de la Universidad Javeriana. Asistente de Investigación en la Línea Socialización y Violencia del IESCO-UC. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
*** Administrador de Empresas de EAFIT. Especialista en Resolución de Conflictos de la UC. Profesor de la Facultad de Recursos Hídricos de la Universidad Central. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
**** Pregrado en Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado. Integrante del Área de Bienestar de la Universidad Externado. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
Este artículo buscó poner en tensión la relación entre programas de posgrado en ciencias sociales de carácter disciplinar y transdisciplinar, tanto en Colombia como en América Latina, a través de la pregunta por la producción de conocimiento y por algunos de los efectos sociales del discurso producido desde las universidades.
Palabras clave: conocimiento, intelectuales, transdisciplinariedad, ciencias sociales, posgrados, investigación.
O artigo procurou pôr em tensão a relação entre programas de pós-graduação em ciências sociais de caráter disciplinar e transdisciplinar tanto na Colômbia quanto na América Latina, através da pergunta pela produção de conhecimento e por alguns dos efeitos sociais do discurso produzido desde as universidades.
Palavras-chave: conhecimento, intelectuais, transdisciplinariedade, ciências sociais, pós-graduações, pesquisa.
This article wanted to tense the relation between postgraduate disciplinary and transdisciplinary programs in Social Sciences both in Colombia and Latin America, by formulating the question for the knowledge production, and for the social effects of the discourse produced in universities.
Key words: knowledge, intellectuals, transdisciplinarity, social sciences, postgraduate studies, research.
A partir de información empírica1 se intenta ofrecer una mirada crítica, mas no enjuiciadora, de los efectos sociales del conocimiento producido desde la matriz disciplinar; repercusiones que es urgente analizar en un momento en que la función de la Universidad se ha transformado, y en el que asistimos al agotamiento del poder explicativo de algunas prácticas institucionalizadas de conocimiento y ejercicio del saber.
Para darle curso a esta crítica y agrupar la información recogida en el “Estudio de factibilidad”2, se diseñaron cuatro campos que surgieron del proceso de sistematización de la información y organizan el artículo en cuatro secciones: 1) Producción de conocimiento, donde se fijan los términos de la relación (incidencia, aislamiento) entre academia y realidad social; 2) Líneas de investigación, donde se cruzan las tendencias vigentes en investigación con los asuntostemas destacados por los expertos como pertinentes; 3) La agenda social, que establece el diálogo entre las prioridades de los actores indagados y la apuesta de la academia; y 4) Mercado, donde se instauran los vínculos entre los factores determinantes de la estabilidad de la oferta actual y los aspectos propuestos por los expertos como deseables para los nuevos programas.
El estudio indagó por los términos de la articulación entre producción de conocimiento y realidad social, para problematizar la incidencia de la academia en la transformación-conservación del orden social y la noción de intervención por parte del intelectual, así como la capacidad de los lenguajes usuales de las ciencias sociales para dar cuenta de algunas de las transformaciones contemporáneas centrales.
Se encontró que la mayoría de programas reseñados se diseñaron desde la matriz disciplinar, fundamentados en materias y no en núcleos problemáticos, insertando la problemática interdisciplinar-transdisciplinar con posterioridad a su creación como oferta académica. Si bien la ruta seguida ha sido la de disciplina? interdisciplina? transdisciplina, este recorrido se basa en un conocimiento sólido de los objetos de estudio, de las temáticas, métodos y técnicas de investigación propios de la disciplina, estableciendo el diálogo posterior con otras áreas “afines” que aportan el bagaje que les es propio3.
Así, la construcción de objetos de estudio, temáticas y problemas generada al “abrir espacios de legibilidad entre las disciplinas” (Castro-Gómez, 2002), es postergada para enfatizar la incorporación de nuevas “dimensiones” o “variables”, que serán tenidas en cuenta para el análisis disciplinar. Es entendible entonces cómo el contacto con otras disciplinas tiende a mostrarse como un proceso que enriquece la mirada sobre el objeto de estudio, “descubriendo” en él otras facetas o aspectos, pero sin intentar desplazarlo, reconfigurarlo o rastrear la trayectoria de su producción.
En este sentido, por ejemplo, la globalización se ve como un contexto o reto al que hay que reaccionar, en la perspectiva de lograr una inserción funcional y competitiva en este proceso. En una vía similar, la cultura es entendida en el sentido de “variable” (contexto que da sentido) o como ámbito unificado que entra en contacto con el ámbito político o económico. De esta manera, antes que estudiar la dimensión cultural de los fenómenos políticos o los económicos, se trasladan las reflexiones que sobre la cultura han hecho las disciplinas “encargadas” de su estudio (como es el caso de la antropología).
Existe así mismo un grupo de programas en Colombia y el continente que confrontan o escapan al modelo disciplinar compartiendo criterios, entre los cuales se destacan la pregunta por la modernidad desde una experiencia periférica, acentuando categorías como prácticas, usos, recepciones y producciones; el uso del concepto “cultura” entendido como terreno de lucha y no como patrimonio, esencia o potestad; y por último, la producción de subjetividad y la vida cotidiana en tiempos de globalización.
Por su parte, los entrevistados definen de manera reiterada la relación entre producción de conocimiento y realidad social en términos de desfase, distancia o brecha, criticando la incapacidad de la práctica científica tradicional para comprender efectivamente las transformaciones del mundo contemporáneo. Por ello, sabiendo que la labor del intelectual es inevitablemente prescriptiva y la incidencia en lo real no es optativa, lo interesante sería entonces establecer los cruces entre esa distancia mencionada y la producción de conocimiento desde la matriz disciplinar, confrontándolo con las potencialidades que la propuesta transdisciplinar posee al momento de intervenir en esa relación.
Se advierte además la tensión existente entre el intelectual comprometido con la realización de un programa científico que oriente a las masas, y aquél que pone en duda la relación ciencia-verdad, problematizándola. En cuanto al perfil del programa, no se encontraron preferencias con respecto a la orientación en términos de énfasis en la investigación o en la formación de gestores y técnicos; la cuestión, en cambio, se centró en establecer un perfil profesional y de programa definido y claro, sostenible en el largo plazo.
Finalmente, los expertos critican el encerramiento- aislamiento de la academia colombiana –evidenciando entre otros aspectos la virtual inexistencia de estudios comparados–, y postulan tanto la necesidad de inserción en redes-programas transnacionales siguiendo el ejemplo de Clacso o la Universidad Andina Simón Bolívar de Ecuador, como la urgencia de tomar distancia crítica con respecto a una de las tendencias hegemónicas en nuestro medio, a saber, la pregunta por el Estado-nación.
A partir de las líneas de trabajo del IESCO-UC4, esta sección del artículo se pregunta por las tendencias de investigación desarrolladas al interior de la oferta académica vigente, contrastando esa información con la opinión emitida por los expertos acerca de cuáles son los temas y objetos de estudio relevantes y pertinentes para la realidad social del continente.
Las áreas de profundización giran en torno a la forma en que la ciudad y los medios masivos promueven u obstaculizan la formación de valores y ciudadanía, a partir de una reflexión en torno a la tecnología, bien desde un ángulo instrumental, o conceptualizándola como lugar donde se produce sentido. Es en esta última dirección donde se inscriben otros temas resaltados, como la formación de audiencias críticas, los modelos de ciudad educadora, la dimensión política de los medios masivos, y las Tecnologías de Información y Comunicaciones (TICs) en la escuela. Esto último se convierte en el eje que vincula las respuestas de los entrevistados, muchos de los cuales señalan nuevas manifestaciones de marginalidad social con respecto a los usos de la información.
Contrastando las opiniones de los expertos con la lectura de los Planes de Desarrollo se puede decir que el Estado demanda estudios sobre mujer, definidos en términos inclusión-exclusión, mientras que la academia hace énfasis en los estudios de género, la construcción relacional de las identidades y la necesidad de incluir al hombre en los estudios. Las ONG, por su parte, se sitúan entre los dos enfoques anteriores. Llama la atención la ausencia de opiniones sobre los homosexuales, transexuales y otras problemáticas asociadas a los denominados queer studies.
A pesar de ser destacado por casi la totalidad de los entrevistados como actor central, convirtiendo al joven en eje transversal, los expertos en juventud afirmaron que con contadas excepciones, no existen líneas o grupos de investigación consolidados en el país, sino investigadores dedicados al tema5. Sumado a lo anterior, es perceptible cómo desde el Estado se continúa manejando un discurso sobre los jóvenes a partir de la carencia, la vulnerabilidad y lo patológico, definiendo su identidad de manera negativa.
Otros asuntos remarcados como relevantes son las formas de organización –convencionales y no convencionales–; participación y ciudadanía juvenil; la relación escuela-jóvenes; y la problematización del diálogo intergeneracional, a partir de considerar categorías como dominación-subordinación, tradición-innovación, e inclusión-exclusión.
Se percibe el interés de los académicos por distanciarse de la violentología a partir de nuevos referentes temáticos, como por ejemplo el narcotráfico. La categoría Estado continúa siendo el referente central, vigencia reforzada por la idea de profundizar en estudios sobre negociación-posconflicto, lo que presupone al Estado como ente negociador. Estos trabajos, además, han puesto en evidencia la ausencia de estudios comparados en conflicto y posconflicto, atribuida por los entrevistados a un enclaustramiento o aislamiento de los investigadores colombianos.
Al tiempo que se investiga sobre relatos autobiográficos, especialmente aquellos producidos por jóvenes, se interroga por lógicas territoriales y de control de poblaciones, adquiriendo importancia la noción de vida cotidiana como punto de cruce entre los niveles macro y micro, en el marco del discurso acerca de la(s) violencia(s).
La preocupación común tiene que ver con la crítica y superación de los modelos dualistas y eurocentristas, así como con la subordinación y jerarquización del conocimiento a los que vienen asociados. Esta crítica pasa por tensionar la dualidad naturaleza-cultura, potenciando los vínculos entre biodiversidad, medio ambiente y cultura, así como el debate entre ciencias “duras” y “blandas”. Las prácticas de resistencia y especialmente de reivindicación cultural e identitaria como temas de estudio marcan una tendencia en esta línea.
A partir de intereses subyacentes disímiles, los expertos coincidieron de forma amplia en señalar los siguientes asuntos como los más relevantes de la agenda nacional y latinoamericana para los próximos años, los cuales en cierto modo coinciden con las prioridades de la sección anterior: conflicto, posconflicto y desarrollo; movimientos sociales y culturales; exclusión y globalización; educación y ciudadanía.
El abordaje y la construcción de estos asuntos en problemas, exige tanto categorías de análisis creativas y disidentes como esquemas organizativos capaces de desplazar el lugar desde el que se produce el conocimiento, cuestionando la búsqueda de conocimiento “útil” cuya finalidad es la legitimación de las políticas estatales, práctica que ha impedido un diálogo más fructífero entre el Estado y los espacios de producción de conocimiento.
Lo anterior se refleja al analizar los programas disciplinares que se agruparon bajo el rótulo de Ciencias políticas, gobierno y desarrollo6 –que fueron la mayoría–, cuya propuesta radica en la consecución de formas de regulación y técnicas de gobierno que, a través del control del conocimiento experto sobre los procesos sociales, logre disminuir las contingencias e irracionalidades de la vida social. La pregunta por la política, que en esta perspectiva conserva su estatuto y unidad frente a otros ámbitos, alude entonces a cómo orientar el sentido del cambio social para estabilizar la relación existente entre gobernabilidad-democracia- ciudadanía, en una perspectiva conservadora del proceso social.
Este tipo de diálogo también es ejemplificado en el Plan de Desarrollo del gobierno Uribe (2002-2006), debido al arraigo estatal en visiones patrimoniales- esencialistas respecto a la cultura7. Así mismo, la inclusión de la problemática denominada “Ciencia, tecnología e investigación” en el componente de crecimiento económico y de generación de empleo, con el fin de “aprovechar sus recursos humanos y naturales para la generación de riqueza, la inserción en el mercado mundial y el logro del bienestar social”, subordina el conocimiento –definido como eficaz– a una visión gerencial del Estado y la sociedad8.
A nivel local, quizás exceptuando las universidades públicas, la participación de la academia en el diseño y ejecución de la agenda pública es marginal, reducida a proyectos puntuales y algunos observatorios; no se reconoce suficientemente la importancia de establecer espacios institucionales de coordinación e interlocución, de carácter crítico, entre la academia –en este caso los programas de posgrado en ciencias sociales y afines– y quienes toman decisiones en la agenda social.
Por ende, lo que está en juego es la definición de cuál va a ser el lugar de la Universidad en los nuevos modos de producción y circulación del saber, en momentos en que esta institución está perdiendo centralidad en la vida social, y en que el debate a la llamada “pertinencia” de determinados problemas y temas de estudio reviste un carácter urgente, a medida que las presiones de las fuentes de financiación mantienen su carácter determinante en esta “selección” de los objetos de estudio.
En el campo de las ciencias sociales y afines, los programas de posgrado en América Latina con mayor proyección y posicionamiento se caracterizan por: proponer espacios transdisciplinarios para entablar abordajes a problemas desde una perspectiva multidimensional; establecer mecanismos de intercambio científico con instituciones locales, nacionales y extranjeras, creando redes de producción académica y social9; proponer espacios para el desarrollo del pensamiento crítico respecto a la comunicación y su vinculación con la cultura contemporánea; y, finalmente, ofrecer un amplio abanico de posibilidades al proceso de formación autónoma.
Sobre los programas en Colombia, muchas de las características anteriores están siendo implementadas gradualmente, aunque en la mayoría de los casos se evidencia un rezago, especialmente en cuanto a los programas de Brasil y México. Se mantienen como factores clave de éxito la tradición y prestigio de la institución universitaria, y las mayores y mejores posibilidades de vinculación laboral de sus egresados, por lo que la oferta reconocida como de calidad en el ámbito nacional es, en comparación con otros países de la región, aún reducida a pocas instituciones y centros de producción de conocimiento.
Por su parte, en lo referente a los aspectos predominantes al seleccionar un programa académico de maestría en el campo de las ciencias sociales, los expertos coinciden en privilegiar aquellos relacionados con la calidad del cuerpo docente e investigativo, y con las características organizativas del programa. En contraste, aspectos como el valor de la matrícula, la infraestructura física que se tiene y el posicionamiento de otros programas de la misma institución, fueron los que menor importancia recibieron. Igualmente, de acuerdo con las encuestas se afirma la necesidad de hacer una ruptura con los modelos de enseñanza tradicionales, los currículos poco flexibles y las estructuras de programa que responden a una lógica de mercado más que a los asuntos realmente prioritarios para la investigación.
Lo anterior contrasta con la percepción que la mayoría de las instituciones tienen acerca de sus factores de éxito, y al mismo tiempo interroga a los programas novedosos sobre cómo responder a la expectativa sobre la garantía de condiciones óptimas para la inserción en el mercado laboral, garantía que se traduce en la sensación de seguridad que brindan las instituciones tradicionales y mejor posicionadas, al margen de las características de la formación académica ofrecida, sus apuestas pedagógicas, éticas y políticas.
Cabe recalcar que el peso de la tradición fue invocado por varios de los entrevistados como estrategia de conservación de las posiciones institucionales establecidas por la oferta vigente y como bloqueo para los programas con una apuesta transdisciplinar, ya que éstos no sólo podrían capturar público potencial sino que presionarían ejercicios de auto-observación, decisiones de redistribución presupuestal y posibles reformas dentro de los posgrados (y pregrados) disciplinares establecidos.
Lo anterior propone un importante reto para los nuevos programas de posgrado, referido fundamentalmente a la búsqueda de un diálogo adecuado entre la propuesta ético-política de los programas y la viabilidad de éstos en un entorno altamente competitivo y trasnacional, debido a las negociaciones del TLC, con barreras institucionales y de mercado para propuestas novedosas, y la tendencia reciente a la diferencia entre la oferta académica y el número de matriculados e inscritos10.
Si bien los expertos enunciaron celos institucionales, confusiones o reservas referentes al estado incipiente del desarrollo de corrientes situadas en los márgenes de las disciplinas, en especial en Colombia, simultáneamente esta situación deja ver un espacio fecundo en el sentido de poder intervenir en la formación y delimitación del ámbito de programas transdisciplinares en el país: en suma, estamos ante un “terreno por roturar”.
Este ámbito, configurado por diferentes apuestas ético-políticas y teóricas como los estudios poscoloniales, los estudios culturales y la teoría crítica, entre otras, y que se ha venido consolidando a nivel continental como puntal del dinamismo de las reflexiones sobre lo social, brinda herramientas para la crítica, por un lado al facilitar la visibilización de los presupuestos de la práctica intelectual y, por otro lado, al ofrecer la posibilidad de impugnar formas de organización excesivamente jerarquizadas dentro de los posgrados a partir de procesos móviles, abiertos y flexibles.
Finalmente, sería interesante plantear no sólo la cuestión del encerramiento de la academia colombiana, desplazando los juicios acerca del “provincialismo”, para interrogarse más bien por los modos de recepción, apropiación y reelaboración de los conocimientos producidos en el norte global (potenciados por procesos como el TLC), y los efectos de dichos discursos en la configuración de nuestras instituciones y prácticas académicas.
1 Aparte de las páginas web de los programas y centros, se incluyeron para Colombia la Red Scienti (Colciencias) y el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES). Para América Latina los programas y centros analizados fueron aquellos afiliados a Clacso en Argentina, Ecuador, Brasil, Chile y México. Vale aclarar que las fuentes consultadas no siempre ofrecían información actualizada o completa.
2 Los documentos de soporte del estudio fueron: a) Documento de Oferta, que caracterizó 185 programas de posgrado y 66 centros de investigación de Ciencias Sociales y afines en Colombia y América Latina, y analizó los planes de desarrollo de Colombia y Bogotá, y las oportunidades en materia de cooperación internacional; b) Documento de Demanda, que presentó un acercamiento a la demanda potencial mediante 30 entrevistas y encuestas a expertos colombianos vinculados al Estado, la academia y las Ong, así como bibliografía secundaria; y c) Documento Financiero, en el cual se realizó la evaluación financiera y de riesgo del programa.
3 Aunque en Colombia ya existían experiencias críticas de producción de conocimiento (Grupo de Filosofía Latinoamericana en la Usta, IAP en la Universidad Nacional, entre otras), es a partir de finales de los ochenta cuando sectores de la academia (sobresaliendo Jesús Martín-Barbero, Carlos Rincón, Instituto Pensar), entidades públicas (Idct Bogotá, MinCultura, Universidad Nacional) y actores privados (Fundación Social), abren espacios institucionales de reflexión cuestionando los parámetros y categorías tradicionales del ejercicio del saber, señalando las limitantes de determinados esquemas duales de pensamiento. Al respecto véase Martín-Barbero, López y Jaramillo (1999), y Restrepo, Jaramillo y Arango (1998).
4 Las líneas de investigación del IESCO-UC son: Género y Cultura; Socialización y Violencia, Comunicación-Educación; Identidades Culturales; y, Jóvenes y Culturas Juveniles.
5 Al respecto, uno de los expertos en Identidades afirmó que “sin duda el joven es el actor social más central”, pero sigue siendo “un tema marginal en la academia”. Yendo más allá, varios de los expertos en juventud afirman tajantemente que “el tema de juventud es un tema casi literalmente cancelado en el país”. Véase el Archivo de Entrevistas, Estudio de Factibilidad, julio-septiembre, 2004.
6 Bajo este rótulo, que abarca 24 programas de maestría, 48 programas de especialización y 3 de doctorado, se incluyeron programas colombianos de estudios políticos, ciencia política, gestión y políticas públicas, relaciones internacionales, teoría y resolución de conflictos, psicología, estudios de población y de familia, planeación urbana y regional, derecho y ciencias económicas.
7 La idea de cultura como potestad de actores o instituciones, o como fundamento de la nacionalidad, se evidencia en el Plan del gobierno Uribe, en el que los componentes asociados con la problemática cultural son los siguientes: Reconocimiento y Formación en Valores, Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas, Plan Nacional de Música para la Convivencia, y Fortalecimiento de la Institucionalidad Cultural.
8 El concepto del Consejo Nacional de Planeación critica la desvinculación de la problemática del conocimiento y la ciencia con respecto a la educación, la biotecnología y la conectividad, señalando la poca integralidad del Plan y la desarticulación de sus elementos (Consejo).
9 Al respecto véase la apuesta de la Universidad Andina Simón Bolívar en Ecuador que, bajo la dirección de Catherine Walsh, está generando densas redes transnacionales de investigadores articuladas con redes de primer nivel en Estados Unidos.
10 Cálculo de los autores con base en las estadísticas del SNIES para Colombia, disponibles hasta el año 2002.
Revista Nómadas
Dirección de Investigación y Transferencia de Conocimiento
Carrera 5 No. 21-38
Bogotá, Colombia
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