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Usos y significados de la televisión en contextos familiares de Bogotá*

Usos e significados da televisão em contextos familiares de Bogotá

Uses and meanings of the television in familiar contexts of Bogota

Tomás Vásquez Arrieta**
Alexis V. Pinilla Díaz***


* Este artículo s e elaboró con base en el informe final del proyecto de investigación La televisión en la familia y la familia en la televisión, cofinanciado por la Comisión Nacional de Televisión y la Fundación Universitaria Los Libertadores. Además de los autores del artículo, integraron el grupo de investigación los profesores Guillermo Cárdenas, Edgar Robayo y Alejandro Martínez, de la Fundación Universitaria Los Libertadores.

** Filósofo. Magíster en Sociología de la Educación. Miembro del Centro de Investigaciones de la Fundación Universitaria Los Libertadores y docente-investigador de la Facultad de Educación de la Universidad Pedagógica Nacional. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

*** Licenciado en Ciencias Sociales. Magíster en Historia de la Educación. Docente e investigador del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional e integrante del Centro de Investigaciones de la Fundación Universitaria Los Libertadores. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.


Resumen

Este artículo muestra los usos que hacen de la televisión y los significados que construyen a su alrededor los actores familiares en los contextos cotidianos de la Localidad 12 de Bogotá (Barrios Unidos); igualmente, el lugar que ocupa la televisión en los ritmos de la cotidianidad doméstica. La primera parte hace un breve recorrido por los análisis relacionados con el tema de televisión y familia; la segunda, argumenta cómo la centralidad e importancia de la televisión para las audiencias familiares radica en los usos que las mismas hacen, no sólo de los mensajes, sino de la propia televisión, entendida como una tecnología doméstica de gran significado social y cultural. Finalmente, se muestra la forma como la televisión incide en la organización de la vida cotidiana del hogar.

Palabras clave: familia, televisión, usos de la televisión, audiencias múltiples, capital televisivo, Localidad de Barrios Unidos

Abstract

This article to show how family members give use to television and the meanings they build around it in daily contexts in the Localidad 12 of Bogotá (Barrios Unidos); equally, the place taken by television in the daily family groups rhythm in wich the investigation was centered. In the first, a short overview of the analysis related to the subject of television and family is presented; in the second part, it is argued how the centrality and importance of television for family audiences is established in the uses they do, not only of the messages, but also of the television itself, understanding it as a domestic technology with a great social and cultural meaning. Finally, it will be presented the way television influences in the organisation of the daily life at home.

Key words: family, television, television uses, multiple audiences, television background, Locality of Barrios Unidos.


Panorama de los estudios sobre familia y televisión

En Europa, la investigación sobre televisión y familia tiene como referencia obligada los trabajos desarrollados por Morley (1996), Silverstone (1996) y Hartley (1999). Estos autores sugieren que los estudios sobre televisión deben dirigirse a las dinámicas de apropiación en los contextos sociales y culturales de la cotidianidad; es decir, no se trata sólo de dirigir la mirada hacia los procesos de recepción del mensaje televisivo, sino de realizar un acercamiento a los espacios relacionales (sociales, políticos, culturales, etc.) en los cuales tiene lugar el proceso de apropiación. La familia, entendida como la unidad social en la cual se produce la mayor parte del consumo de medios, se constituye en un espacio social privilegiado para analizar la forma como la televisión se articula a las dinámicas de la vida cotidiana. Reafirmando lo anterior, Aguaded (1999) sugiere que en el proceso de apropiación televisiva no hay que perder de vista los entornos mediacionales y las comunidades de generación de sentido pues, a partir de las mismas, se pueden dilucidar aspectos clave en la formación de las subjetividades sociales.

En cuanto al contexto latinoamericano, los estudios sobre televisión y familia se remiten a los años ochenta. Al igual que en los estudios cualitativos de Europa, los investigadores de América Latina centraron su atención, tanto en la incidencia de la televisión en la reconfiguración de la cotidianidad doméstica y en las interacciones comunicativas de la familia (Barrios, 1992), como en las mediaciones múltiples que tienen lugar entre televisión y audiencias (Orozco, 2001). La familia, entendida como una “comunidad de apropiación del mensaje televisivo” (Vásquez, 2003), se fue convirtiendo en un escenario social trascendental para entender el impacto cultural de la televisión, no sólo por las responsabilidades que tienen los adultos en la orientación de las audiencias infantiles y juveniles (Fuenzalida, 1984), sino por la necesidad de consolidar una lectura crítica de los medios a partir del contacto dinámico que sostienen los actores familiares con la televisión (Charles y Orozco, 1990).

Vemos, entonces, que una de las mayores preocupaciones de los estudios latinoamericanos se centró, inicialmente, en la necesidad de pensar la televisión como medio educativo (Alfaro y Macassi, 1995) y como un elemento indispensable en la reconfiguración de los procesos de socialización (Quiroz, 1993). A su vez, algunos análisis han destacado que el impacto de los medios, particularmente de la televisión, ha dado lugar a la emergencia de una cultura mediática, la cual transforma las prácticas, saberes y representaciones sociales de los actores, “más allá de las situaciones específicas de ‘recepción’, ‘audienciación’ o del carácter de ‘público’, ‘consumidores’ o ‘usuarios’ que pueden asumir los sujetos, extendiéndose a todas las formas de la vida social” (Huergo y Hernández, 1999: 47).

En el ámbito nacional, también se ha concebido a la familia como un escenario clave para el análisis del consumo y la recepción televisiva. En este sentido, Martín-Barbero (1987) propone el escenario familiar como uno de los tres lugares más significativos de mediación, junto a la temporalidad social y a la competencia cultural. De acuerdo con este autor, en la familia hay dos dispositivos clave para entender la interpelación que se hace desde el hogar con respecto a la televisión: la simulación del contacto y la retórica de lo directo. El primero hace referencia a los mecanismos mediante los cuales la televisión especifica su particular modo de comunicar (mantenimiento del contacto); el segundo dispositivo es el que organiza el espacio de la televisión sobre el eje de la proximidad y la magia del ver.

Dando continuidad a las propuestas analíticas de Martín-Barbero, López de la Roche (2000) realizó un estudio orientado a la interpretación de los imaginarios que los niños construyen sobre la familia, la ciudad, el país y el mundo a través de la televisión. Para esta autora, “el deterioro de los valores clave de la ética social en Colombia, y la grave situación de violencia cotidiana y política dentro de la cual convivimos, son dos de las razones para pensar en la familia como uno de los núcleos humanos al cual apelar, con miras a buscar transformaciones que sentimos necesarias para la sociedad colombiana” (2000: 107). Al igual que en este estudio, en la investigación llevada a cabo por Segura (1991) se sugiere que la aprehensión selectiva de los contenidos televisivos incide en la forma particular como los sujetos comprenden el mundo y en el sentido que le otorgan a la vida cotidiana en un contexto social específico. Es decir, podría confirmarse que la televisión invade las tradicionales instituciones de socialización (familia y escuela), constituyéndose en un elemento articulador indispensable para entender los procesos de enseñanza-aprendizaje (Rincón, 2002).

Por otro lado, en el plano institucional también se han desarrollado algunos estudios sobre el impacto de los medios de comunicación en la familia. Tal es el caso del proyecto Comunicación para la Infancia del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF, 2000), inscrito en el marco de los convenios del gobierno colombiano con UNICEF. Igualmente, en 1987 el Departamento Nacional de Planeación efectuó un diagnóstico de la Comunicación Social en Colombia, que tuvo como objetivo dar prioridad a la infancia en los planes del Estado. A su vez, la Comisión Nacional de Televisión, conjuntamente con el Convenio Andrés Bello y la Fundación Restrepo Barco, desarrollaron un trabajo centrado en promover el estudio de la relación educación- televisión en el país con el fin de aportar elementos para la construcción de políticas locales, regionales y nacionales, dando como resultado la serie de textos Televisión y Educación, que recoge documentos de eventos internacionales, nacionales y regionales, realizados por las instancias en mención, durante la década de los noventa.

El anterior panorama evidencia de qué forma la televisión ha venido sugiriendo una agenda social y política, en la cual la familia ocupa un lugar destacado, que debe ser objeto de investigación por parte de la educación, la comunicación y las ciencias sociales. Así mismo, esta situación ubica en el centro del debate la apremiante necesidad de elaborar y proyectar una política pública nacional que reconozca a la información y a la comunicación como campos estratégicos social y culturalmente (Martín-Barbero, 2004).

Usos de la televisión y reorganización de la cotidianidad familiar

A continuación proponemos algunos elementos analíticos, con base en la indagación realizada en la Localidad 12 de Bogotá1. Para llevar a cabo esta investigación, se realizaron 1028 encuestas, de 22 preguntas, que indagaban sobre las dinámicas cotidianas de las familias de la Localidad 12 en torno a la televisión. Con base en la sistematización de las encuestas, se definieron seis tipos de familias que mostraran contrastes en aspectos como composición familiar, nivel educativo, actividades laborales y estrato económico y, a partir de esta información, se seleccionaron doce familias para ser entrevistadas con el fin de tener mayor grado de profundidad en la información. A pesar de la realización y sistematización de encuestas, el peso de la investigación estuvo en el componente cualitativo; por tanto, a continuación se hará alusión a algunas tendencias sobre los usos que las familias hacen de la televisión, inferidas mediante la observación de los doce hogares y el análisis de las entrevistas realizadas en los mismos2.

En el análisis de las dinámicas cotidianas de los hogares incluidos en la muestra, se pudo notar que a pesar de la importancia de la televisión frente a otros aparatos domésticos, la actividad de ver televisión es subsidiaria de otras acciones de la cotidianidad del hogar, como las tareas escolares, las obligaciones laborales (remuneradas y domésticas), las reuniones de la familia, la cena, entre otras, ya que, como afirma Morley (1996), la práctica corriente de ver televisión no es un pasatiempo desestructurado de las demás prácticas de los actores sociales. Lo anterior es corroborado por López de la Roche, para quien:

La televidencia es percibida entonces como ‘tiempo especial’, pero a la vez mezclada con otras rutinas cotidianas centrales de la vida familiar. El grado de ‘compartamentalización’ o de ‘combinación’ depende no de características intrínsecas a la televisión como tecnología, sino de la historia sociocultural de las familias, lo cual hace que tiendan hacia usos del tiempo ‘monocrónicos’ –altamente programados, cada actividad con una franja específica–, o más bien ‘policrónicos’, los de hogares con agendas más flexibles, actividades diarias sujetas a la improvisación y en las cuales es más probable que se desarrollen varias actividades al mismo tiempo (2000: 143-144).

De acuerdo con las apreciaciones de las familias entrevistadas, la importancia de la televisión en el escenario del hogar está relacionada con los usos diversificados de la misma, es decir, con la flexibilidad del hecho de ver televisión mientras se realizan otras actividades cotidianas. Aquí, acudimos a los conceptos de usos y prácticas propuestos por De Certau (1996), en tanto que a partir de los mismos se puede reconocer el papel activo que tienen los sujetos sociales en la apropiación y reconstrucción cultural de la televisión. Asumimos por uso, siguiendo al autor mencionado, los modos de hacer de los sujetos con la televisión, sus estilos de acción, que despliegan en el espacio del hogar y con los que le sacan provecho a este medio. Mediante los usos los actores “sobreponen esas maneras y, mediante esta combinación, se crea un espacio de juego para las maneras de utilizar el orden imperante en un lugar o respecto de la lengua. Sin salir del sitio donde le hace falta vivir que le dicta una ley, instauran algo de la pluralidad y la creatividad. Gracias a un arte del intervalo, obtiene efectos imprevistos” (De Certau, 1996: 36).

En los procedimientos de los usos, los sujetos “trazan” trayectorias indeterminadas, aparentemente insensatas porque no son coherentes respecto al espacio construido, escrito y prefabricado en el que se desplazan, pese a tener como material los vocabularios de los lenguajes recibidos (por ejemplo, de la televisión). Estos “atajos” siguen siendo heterogéneos para los sistemas donde se infiltran y donde bosquejan las astucias de intereses y de deseos diferentes. Circulan, van y vienen, se desbordan y derivan en un relieve impuesto, como olas espumosas de un mar que se insinúa entre los riscos y laberintos de un orden construido. Para De Certau,

De esta agua regulada en principio por las cuadrículas institucionales que de hecho erosiona poco a poco y también desplaza, las estadísticas no saben casi nada. No se trata, en efecto de un líquido, que circula en los dispositivos de lo sólido, sino de movimientos diferentes, que utilizan los elementos del terreno. Ahora bien, las estadísticas se limitan a clasificar, calcular y poner en cuadros estos elementos –unidades “léxicas”, palabras publicitarias, imágenes televisadas, productos manufacturados, lugares construidos, etcétera– y lo hacen con categorías y según taxonomías conforme a las de la producción industrial o administrativa. Sí, sólo aprovechan el material utilizado en las prácticas de consumo – un material que es evidentemente el que la producción impone a todos–, y no la formalidad propia de estas prácticas, su “movimiento” subrepticio y astuto, es decir, la actividad misma de “valerse de” (1996: 40-41).

Las visitas a los hogares durante la realización de las entrevistas nos permitieron observar, desde dentro de los contextos domésticos particulares –de sus tiempos y de sus espacios–, la pluralidad de usos de la televisión y la creatividad en los heterogéneos modos de apropiación de este medio. Así podríamos hablar de una cierta resistencia cultural de las familias, de un cierto escamoteo al imperio de la imagen.

En relación con esta diversidad de usos y sentidos que adquiere la televisión en los distintos hogares, en una primera tendencia podemos agrupar a aquellas familias para quienes la televisión es un espacio de entretenimiento que comparte dicha función con otras tecnologías domésticas (radio, computador, VHS, etc.). Cuando se indagó por este aspecto a una de las habitantes de la localidad, respondió: “A veces sí veo televisión, digamos en las noches, especialmente. Desde que mi hija esté permanece prendido, si ella no está lo mantengo apagado. Yo soy mala televidente, me gustan determinados programas, las novelas no […] Aquí es más usual que mientras se esté haciendo aseo se mantenga el radio prendido, escuchando música o algunos programas médicos”3. Esta perspectiva de usar la televisión mientras se desarrollan otras actividades extratelevisivas es llamada por Fuenzalida (2002) como la práctica del monitoreo, la cual es la más habitual en el hogar. Digamos, además, que la televisión encendida aparece como fondo visual y auditivo sobre el que se desarrolla otra actividad primaria. En esta dirección, es importante reconocer la dimensión oral de la televisión, ya que ella no es sólo imagen, también es sonido que se traduce en emociones dentro de la vida cotidiana de los hogares, de allí que se encuentren alusiones en las entrevistas a la actividad de “oír televisión”4.

En una segunda tendencia, caracterizada por miradas más críticas, ubicamos a las familias que expresaron un distanciamiento de la televisión por su poco contenido formativo y por la limitada diversidad de la oferta televisiva. Incluso, en ciertos casos, se prefiere destinar el ‘tiempo libre’ de los niños en otras actividades distintas a la audiencia televisiva. Un ejemplo lo constituye el siguiente comentario:

Ahora ya no vale la pena interrumpir nada porque de nada se pierde uno, porque no hay nada constructivo, son los mismos programas de hace diez años, los mismos muñecos, las mismas novelas. Es mejor ocupar el tiempo en otra cosa. Los niños tienen casi todo el tiempo copado porque no los dejamos ver televisión. Son cuatro niños los que van a la biblioteca. Después del espacio en que ellos están en el colegio, llegan, almuerzan, hacen tareas y van a la biblioteca; luego llegan, comen y a las 8:00 p.m. se acuestan […] Los días jueves, viernes y sábado, la alcaldía de esta localidad tiene un programa donde ellos van y hacen actividades, entonces, tienen estos días ocupados después de que hacen sus tareas. Los sábados en la mañana y por la tarde, ellos hacen un curso de lectura en la biblioteca [la Virgilio Barco]. Precisamente por lo que la televisión no ofrece nada5.

En tercer lugar, encontramos una tendencia en la cual la actividad de ver televisión es fundamental en la vida cotidiana. No obstante, el uso de la televisión está ligado al cumplimiento de las obligaciones de cada uno de los integrantes del hogar, inscribiéndose en la tensión castigo- gratificación (García e t al., 1994). En el caso de la familia Trujillo Toscano, se manifestó que, una vez que los integrantes de la familia se “desocupan” de sus obligaciones, la televisión se convierte en un medio fundamental para la vida cotidiana:

Mientras yo esté en la casa soy esclavo del televisor; a mí me encanta la televisión y me encanta descansar. Me gustan mucho las películas de acción; los fines de semana estoy pendiente de los estrenos; así haya visto las películas, como, por decir algo, Rambo, me gusta estar preparado para volverlas a ver; de igual forma cuando hay algo especial como carreras de Montoya, cuando hay una noticia especial uno inmediatamente la pone. Soy esclavo de la televisión los días sábado y domingo y los días festivos también. A donde llegamos, así sea un restaurante, siempre me hago cerca del televisor, no puedo comer si no estoy viendo televisión. Es una manía estar pendiente de lo que están presentando en televisión6.

Si aceptamos que la importancia de la televisión radica en la diversidad de usos que se hacen de la misma en la cotidianidad familiar, podemos reconocer, entonces, que los sujetos sociales juegan un papel activo frente a la misma (Orozco, 2001), es decir, que la televisión cobra singular importancia dependiendo de su papel en la regulación de las relaciones sociales de los actores familiares, de la cantidad de entretenimiento que proporcione a los mismos o de las posibilidades de combinarse con otras actividades de la familia. En última instancia, la trascendencia de la televisión está dada por el proceso de construcción y difusión de un tipo específico de capital cultural que hemos denominado capital televisivo, al cual asumimos como el acumulado de saberes cognitivos, afectivos, lúdicos, históricos y lingüísticos que los sujetos sociales construyen en su interacción cotidiana con la televisión y en la permanente relación de los sujetos entre sí a partir de lo que la televisión les propone. En este sentido, el capital televisivo es una construcción colectiva que, si se quiere, es el fundamento a partir del cual se construyen las audiencias. Consideramos que la categoría de capital televisivo puede ampliar el panorama analítico en torno a la existencia de audiencias múltiples, ya que permite el reconocimiento de la apropiación, interpretación e incorporación que los sujetos televidentes hacen de lo que la televisión les ofrece como mundo de la vida, como sueños alimentados y acciones reacomodadas. Cabe anotar que el capital televisivo no se puede reducir a la capacidad técnica de la decodificación de los contenidos de los mensajes o a la competencia televisiva planteada por Aguaded (1999), sino que tiene que ver más con las lógicas de apropiación y construcción, con los sentidos y los usos, algo así como una cierta capacidad natural y e s - pontánea de comprensión, de ubicación y desenvolvimiento en el mundo de los lenguajes y técnicas televisivas que contribuyen a la inserción de los sujetos al mundo social. Con el capital televisivo es posible tener una mayor comprensión sobre la experiencia, la sensibilidad estética y las estructuras gramaticales que han interiorizado históricamente los sujetos de la televisión y que se expresan en su relación con los variados programas que se ofrecen a través de ella. La idea del capital televisivo lleva a considerar, además, que incluso en el mismo escenario doméstico hay una apropiación disímil, diferenciada y multidimensional de lo que ofrece la televisión, dependiendo de características asociadas al género, la edad, el nivel educativo, entre otras. A pesar de compartir un mismo escenario de apropiación mediática, los actores familiares construyen particularmente las imágenes y representaciones sobre lo que ven en la televisión, llenando de múltiples significados el contenido de las audiencias. En este orden de ideas, el análisis del capital televisivo debe partir de los lugares de apropiación de la televisión y de las lógicas cotidianas de los actores sociales, antes que de las lógicas de producción del mensaje televisivo (Martín-Barbero, 1987).

Conclusión

Como pudimos observar, los usos dados a la televisión en los contextos familiares de la Localidad 12 dependen directamente de las exigencias y dinámicas temporales de la vida laboral y académica externa de los distintos miembros de las familias, así como de las tendencias generales en los gustos frente al consumo cultural; es decir, de los habitus familiares (Bourdieu,1971). En este sentido, se puede afirmar que, a pesar de la amplia acogida que tiene la televisión en el ámbito familiar, no es común que las familias organicen el tiempo para ver televisión de forma deliberada, mediante la elaboración de un formato temporal; es decir, de un horario estricto para la orientación y acceso a la oferta televisiva. Por el contrario, el análisis de la información obtenida a través de las entrevistas permitió observar que el ejercicio de ver televisión en casa depende, en menor medida, de las disposiciones de los sujetos frente a la misma y, con más frecuencia, de las actividades extratelevisivas de la familia.

No obstante, los usos dados a la televisión han contribuido a reconfigurar diferentes aspectos de la vida doméstica. Con la aparición y masificación de la televisión, pero no exclusivamente por este proceso, ha emergido, históricamente, un nuevo espacio de distribución de capital cultural, es decir, de bienes simbólicos que enrarecen y subvierten la vida cultural de la familia.

Mediante la observación realizada en doce hogares de la localidad, fue posible encontrar cómo la televisión ha venido trasladándose de la sala de estar a la alcoba, ingresando con fuerza a uno de los reductos más significativos de la intimidad familiar de hace algunos años. Así mismo, la televisión ha puesto al alcance de los niños, en el ámbito del hogar, una variedad de mundos posibles, sugiriendo un replanteamiento del sentido de la socialización primaria y secundaria con el cual entendimos la formación de los niños durante varias décadas. Al respecto, Jure anota que “la televisión como agente socializador, es generadora de fuertes imágenes, ideas, valores e ideales, respecto a la construcción de la realidad social que los niños van procesando y además ayuda a estructurar la imagen de la realidad social a largo plazo, a organizar nuevos elementos de dicha imagen y a formar nuevas opiniones y creencias” (Jure, 2002: 62). En este proceso, además, se han dislocado las relaciones verticales de autoridad que caracterizaron los escenarios familiares tradicionales, dando paso a unas relaciones más flexibles ya que, contrario a otras tecnologías del hogar, cuyo uso se restringe a los adultos, la televisión facilita el ingreso de los niños, desde la más temprana edad, al control de una parte de la dinámica cotidiana.

El acercamiento a los usos de la televisión en las familias de la Localidad 12, nos ha permitido reconocer a la misma, no sólo como un elemento de producción, reproducción y distribución de diversos capitales culturales, sino también como un miembro más de la familia que, a diferencia de otras tecnologías domésticas, produce emociones, activa diálogos, genera silencios y facilita el intercambio comunicativo y afectivo de los actores familiares. Como sugiere Martín- Barbero, “en el caso de la TV la falta de un entorno ritual, su ubicación en el ámbito de lo familiarcotidiano, refuerza esa situación y actitud de no recelo, de ‘simpatía’. Puesto que forma parte de la familia, la pantalla encendida pierde todo carácter de agresor y se convierte en la gran compañera, ésa de cuya fidelidad es de las pocas que puede estar uno seguro hoy” (2002: 101). Finalmente, anotemos que los análisis sobre las relaciones existentes entre familia y televisión nos sugieren la posibilidad de pensar la familia desde la comunicación, esto es, estar atentos a las múltiples lógicas comunicativas que construyen y dan sentido al mundo cotidiano de lo doméstico y a la experiencia de los actores familiares con los entornos infocomunicacionales de la actualidad.


Citas

1 La Localidad 12 es una de las 20 localidades en que está dividida administrativamente la ciudad de Bogotá y se encuentra en la parte central del norte de la ciudad. Tiene 41 barrios y una población de 176.552 habitantes, de los cuales 79.775 son hombres y 96.777 mujeres. Según el último estudio de pobreza, en esta localidad hay una población de 12.575 personas con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) y 1.411 en miseria. De acuerdo con la información del Departamento Administrativo de Planeación Distrital, la Localidad de Barrios Unidos concentraba, en una proyección para el 2003 con base en el censo realizado en 1993, el 2,3% (36.566 niños y jóvenes) de la población en edad escolar -PEE- del Distrito Capital que asciende a 1.572.925. Esta localidad no cuenta con PEE de estratos 1 y 2, siendo más representativa la del estrato 3 (63,8%).

2 Los datos obtenidos en el análisis estadístico de la encuesta (para el cual utilizamos el SPSS), se pueden consultar en el informe final de investigación que se encuentra en www.cntv.org.co

3 Entrevista familia Riveros Silva (estrato 3). Barrio Benjamín Herrera. Realizada en noviembre de 2003.

4 Entrevista familia Hernández Galindo. Barrio Aurora Norte (estrato 3). Realizada en noviembre de 2003.

5 Entrevista familia Castro Malagón Cancelado. Barrio Muequetá (estrato 3). Realizada en octubre de 2003.

6 Entrevista familia Trujillo Toscano (estrato 3). Barrio Aurora Norte. Realizada en octubre de 2003.


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