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Editorial

La pregunta que guía el tema monográfico de este número de la revista NÓMADAS concierne a la necesidad de examinar las múltiples relaciones existentes en la actualidad entre guerra y nación. De manera que, mediante esta pregunta, NÓMADAS quiere ingresar a la dimensión de la política y, desde distintas ópticas, sugerir la hipótesis de que la manifestación contemporánea del capitalismo promueve nuevas formas de expresión de la guerra que trastocan los antiguos vínculos entre ellas y los Estados nacionales. Así, se busca debatir el nivel de vigencia o de caducidad de la fórmula de Carl Von Clausewitz que supone que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”.

Si se asume que la guerra ha sido uno de los caminos por medio de los cuales se han impuesto los distintos ordenamientos globales y que es fruto de las variadas formas de soberanía que han imperado en el mundo a lo largo de la historia conocida –creer en la posibilidad de un mundo exento de guerras no es sino una quimera– no es absurdo proponer que las manifestaciones de la guerra varían al compás de las transformaciones de la soberanía, a pesar de que mantengan aquella propiedad que las identifica: la destrucción de pueblos, de etnias y de culturas. En efecto, aunque los artículos integrantes de este número presentan distintas posturas frente a las relaciones entre guerra y nación propuestas por sus autores, hay una línea que atraviesa a muchos de ellos que insinúa que las guerras contemporáneas poseen particularidades.

¿Cuáles serían las particularidades de las guerras de hoy? De acuerdo con algunos articulistas, la diferencia entre lo de hoy y lo de ayer estriba en la suposición de que se produjo una serie de acontecimientos que invirtió la fórmula de Clausewitz. Los hechos que sustentan esa afirmación si bien tienen que ver con lo ocurrido el día 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos que dio lugar a la formulación de la política de la guerra preventiva por parte de ese país, comenzaron a manifestarse desde antes: algunos autores los sitúan después de la Segunda Guerra Mundial y, especialmente, a partir de la guerra de Vietnam; otros autores los sitúan a partir del momento en que se llevó a cabo el primer ataque a Irak por las fuerzas conjuntas de la OTAN, el 16 de enero de 1991: así, según los autores, la inversión de la fórmula se relaciona con el inicio de un nuevo modo planetario de soberanía que “hace de la política la continuación de la guerra por otros medios”. Aunque hay posturas diferentes en torno a los beneficios o perjuicios de este modo de soberanía, estos autores suponen que una de las consecuencias más evidentes de dicha inversión es que las guerras actuales propician otro tipo de alianzas entre naciones en torno al acto mismo de la declaratoria de guerra. Estas alianzas desvalorizan la declaratoria de guerra por razones geopolíticas de fronteras y, más bien, valorizan intervenciones militares de carácter concertado entre bloques de naciones que conforman fuerzas multilaterales para el ataque a un enemigo omnipotente y omnipresente que amenaza a todo el planeta. La alianza, entonces, se encamina, por un lado, a la ocupación militar del país donde reside ese enemigo y, por otro, a la puesta en marcha de una misma política de seguridad al interior de las distintas naciones como modo para impedir que ese enemigo potencial cuente, en el presente y en el futuro, con los medios para el ataque en aras de proteger de semejante amenaza al mundo representado por las fuerzas multilaterales y, también, al país por ocupar. Lo anterior trastoca permanentemente la composición de los bloques multilaterales de fuerzas, dado que cualquier nación puede cobijar a ese enemigo y, en consecuencia, está en peligro de una declaración de guerra multilateral (cabe anotar que ello es mucho más cierto para las naciones débiles). También trastoca permanentemente las fronteras geopolíticas dado que, con independencia de los niveles de apertura y de clausura de las fronteras, todos los países son atravesados por la misma política de seguridad (vale decir que ello es mucho más cierto para las naciones fuertes).

En relación con lo anterior, otro grupo de articulistas, también desde distintas perspectivas, se centra en discernir la particularidad de las pequeñas guerras de hoy. Tildadas de nacionalistas y libertarias por unos, y de fundamentalistas y terroristas por otros, las pequeñas guerras tienen en común la manera como convocan y conciernen al mundo, así el conflicto sea de baja intensidad y provenga de un pequeño país sin aparente importancia. No obstante esa convergencia, las posturas de este grupo de autores difieren en las formas como cada quien concibe la puesta en marcha del conflicto armado en el contexto de lo nacional y de lo global: para algunos, la nueva soberanía global tiende a hacer desaparecer antiguos modos de manifestación de resistencia política, como la lucha armada revolucionaria, por considerar que están fuera de lugar las banderas del nacionalismo radical y excluyente que esos movimientos armados promueven. Estos autores, en consecuencia, creen necesaria la conformación de otros movimientos de resistencia, transversales, heterogéneos y pacifistas, más acordes con estos tiempos de la globalización; para otros, por el contrario, las resistencias nacionalistas están vigentes en la medida en que, precisamente, se contraponen al proyecto de soberanía que pretende la subordinación de las fronteras locales en favor de la mayor circulación de las políticas económicas globales. Finalmente, otros autores suponen las resistencias por fuera de lugar y, en razón de ello, creen necesaria la adhesión de las naciones, por vías de derecho, a grandes bloques multilaterales que favorezcan la conformación de una democracia plena en todas las regiones del planeta.

Por otro lado, este número también plantea la urgencia de considerar el conflicto interno colombiano en perspectiva. Se sabe que las circunstancias de violencia del país propician los análisis aislados y de coyuntura, como si otros pueblos, en otros lugares, no estuvieran padeciendo situaciones parecidas o como si lo que está ocurriendo no tuviera efectos diferentes a la autodestrucción, fruto de la supuesta barbarie que diferencian al mestizo, al negro y al indio, del blanco. Así como el problema árabe-israelí no solamente concierne al Medio Oriente, sino que involucra a la mayoría de los pueblos que está buscando un lugar y un espacio para hacer valer su cultura, el conflicto colombiano involucra a la mayoría de los pueblos que está buscando otros caminos para desarrollar un proyecto de nación que rompa con aquel dispuesto por los criollos hace 200 años y que hoy ha sido absorbido por el neoliberalismo. Así, la mirada en perspectiva supone que se comparten con otras gentes y otras naciones, cercanas y lejanas, problemáticas similares y que, si bien se requiere construir caminos singulares para solucionarlas, también se demandan las alianzas en aras de que esos caminos los constituya una variedad de fuerzas heterogéneas, como manera para evitar que se repita, bajo otro nombre y otro disfraz de democracia, ese proyecto nacional blanco, masculino y excluyente.

El diagrama escogido para el desarrollo del tema monográfico está dividido en cuatro apartados, cada uno con pretensiones diferentes. El primero está compuesto por una selección de ensayos que da cuenta de distintas concepciones acerca de la relación entre guerra y nación, desde dos perspectivas críticas de las ciencias sociales de mucha resonancia en la actualidad: la neoestructuralista y la neo-marxista. El segundo lo conforma una colección de ensayos de distinta índole sobre los conflictos armados que están teniendo lugar en Latinoamérica, como son los de Colombia, México y Perú. El tercero presenta un grupo de artículos que examina algunos de los conflictos armados que se están desarrollando en otras regiones del mundo, tales como el del País Vasco, el conflicto árabe-israelí, la guerra preventiva dentro y fuera de los EU, los conflictos africanos, entre otros. Por último, el cuarto apartado analiza algunos asuntos que conciernen, en general, a las guerras contemporáneas, tales como el papel de las Naciones Unidas en la actualidad, el viejo problema del derecho al abuso sexual que se le otorga al vencedor sobre el vencido, el cual sigue vigente, a pesar de la supuesta humanización de la guerra y la cuestión de las fronteras y la guerra, analizada a la luz de una perspectiva histórica que establece algunas relaciones entre el capitalismo y la guerra y le otorga, desde este perspectiva, una particularidad a las guerras actuales.

Esperamos, pues, que los objetivos propuestos para el número se vean reflejados a través de los artículos que se seleccionaron para hacerlos cumplir. Somos conscientes de que entre los propósitos y la realización siempre hay un hiato que, a nuestro parecer, permite, a la vez que obstaculiza, otras interpretaciones quizás mucho más apropiadas. El tema de la guerra en la medida en que convoca y concierne a la mayoría es polémico y, por ello mismo, no puede hacer gala de una intención única.

 

DEPARTAMENTO DE INVESTIGACIONES

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Paz y guerra

Paz e guerra

Peace and war

Eric Alliez**
Antonio Negri***

Traducción de Ernesto Hernández****


Hemingway ha escrito: “el mundo es un bello lugar por el que vale la pena batirse”. Yo estoy de acuerdo con la segunda parte.
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* Este texto se escribió para la exposición Frieden Weltwärts organizada por Elisabeth Samsonow por petición del Österreichisches Studienzentrum für Frieden und Konfliktlösung y el Europäisches Museum für Frieden (Burg Schlaining, 4 de mayo al 31 de octubre de 2002). La exposición presentó obras de James Burell (USA), Birgit Jürgenssen (Austria), Tal Adler (Israel), Benedikt Schiefer (Alemania). El texto fue proyectado (en sus versiones al inglés y al alemán) en una sala de la exposición y se reprodujo en el catálogo. Se publicó en la revista Multitudes, No. 11, de 2003. Los derechos de publicación en español fueron cedidos por los autores a Nómadas por gestiones de Ernesto Hernández quien además tradujo el texto.

** Francés. Doctor en filosofía. Profesor asociado en la Universidad del Estado de Río de Janeiro y Director del programa en el extranjero del Colegio Internacional de Filosofía.

*** Italiano. Licenciado en Filosofía de la Universidad de Padua. Fue catedrático de Teoría del Estado y director del Instituto de Ciencias Políticas. También fue Profesor de Ciencia Política en la Universidad de París VIII y fundador de la revista Future antérieure. Es uno de los filósofos marxistas más importantes de la segunda mitad del siglo XX.

****Fundador y director de la revista El vampiro pasivo y Sé cauto; traductor de los cursos de Deleuze (www.webdeleuze.com); Ingeniero de sistemas. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.


Resumen

La paz “postmoderna” al ser absolutamente contemporánea de la guerra y de la barbarie, se constituye en una institución “postdemocrática” de un estado de excepción permanente. La paz es, entonces, la continuación de la guerra por otros medios, es la reducción de la soberanía al desequilibrio del terror según el principio de distinción entre amigo y enemigo. Los autores nos proponen el “Combate contra la guerra” como el camino que se debe recorrer para destruir el sistema de evidencias de la falsa paz social, y así abrirnos a la construcción de un nuevo mundo posible para las singularidades cualquiera. Mundo posible como un en-común, como comunidad por venir.

Palabras clave: Guerra, paz, éxodo, arte.

Resumo

A paz "pós-moderna", como uma coetânea de guerra e bárbara, torna-se uma instituição "pós-democrática" em um estado de exceção permanente. A paz é, então, uma manutenção da guerra por outros meios; É a redução da noção de soberania para o desequilíbrio do terror sobre o princípio de distinguir amigos de inimigos. Os autores apresentam o "Combate contra a guerra" como o caminho certo para destruir o falso sistema de paz social de evidências, a fim de construir um novo mundo possível para qualquer singularidade. Um mundo possível, entendido como um mundo comum, como uma comunidade por vir.

Palavras-chave: guerra, paz, êxodo, art.

Abstract

“Post-modern” peace, as a coetaneous of war and barbarian, becomes a “post-democratic” institution in a permanent State of Exception. Peace is, then, a maintenance of war by other means; is the reduction of the notion of sovereignty to the terror disequilibrium on the principle of distinguishing friends from enemies. The authors present the “Combat against the war” as the right way to destroy the false social peace system of evidences, in order to construct a new possible world to any singularity. A possible world understood as an in-common world, as a community to come.

Keywords: war, peace, exodus, art.


1. Guerra y paz: en su forma clásico-moderna, la conjunción de la guerra y de la paz preserva el valor disyuntivo implicado en el quiasma de esas nociones comunes mostrando la imposibilidad de producir, histórica y conceptualmente, una definición positiva de la paz. La paz, como el desarme, designa negativamente un estado social caracterizado por la ausencia de guerra. Es la paz por el desarme, como sostiene Raymond Aron: “se dice – escribe él– que la paz reina cuando el comercio entre las naciones no implica formas militares de lucha” [Raymond Aron, Paix et guerre entre les nations, 1962]. Ni esencial, ni existencial, la paz no excluye las luchas y los conflictos (los desmilitariza) puesto que su principio “no es diferente del de las guerras: las paces están fundadas sobre el poder” [íbid], y esto en un mundo al que ahora hay que considerar, el imperativo de seguridad pública así lo exige, como un todo entero (Aotus orbis). De esencia aseguradora, esta primera forma laica de mundialización política es indisociable de la antinomia Guerra/Paz que somete el “derecho de las gentes” (jus gentium) a la perspectiva universal del poder (potestas). Antinomia –es la palabra usada por el viejo Proudhon para explicar que “la paz demuestra y confirma la guerra”, mientras que “la guerra, a su vez, es una reivindicación de la paz”[ P. J. Proudhon, La guerra y la paz, Investigaciones sobre el principio y la constitución del derecho de gentes, 1861.]–. A pesar de la sorprendente actualidad de esta última fórmula, Proudhon describe así lo que él llama “las condiciones alternativas de la vida de los pueblos”, sometidos a la alternancia histórica, “fenomenológica” de los estados de paz y de los estados de guerra, en un mundo en el que la lógica nacional de la centralización estatal implica y explica la propensión a las confrontaciones militares.

2. Paz y guerra: en su forma imperial hiper-moderna, la conjunción entre la paz y la guerra debe ser comprendida según el valor sustitutivo que toman los dos términos, absolutamente contemporáneos, comenzando por invertir sus funciones y sus relaciones “clásicas”. Mientras la guerra significa la regulación de los poderes constituidos y la forma constituyente del orden nuevo, la paz es solo una ilusión engañosa que sostiene el poder de desorden y su amenaza, urbi et orbi, contra la seguridad del mundo. Al final sucede como si, en ese mundo sin adentro ni afuera, donde “el comercio entre las naciones” ha enmascarado la paz exterior con la mundial desagregación del viviren- conjunto (la “paz interior”), paz y guerra están tan asombrosamente entremezcladas que simplemente forman el derecho y el envés de un mismo tejido proyectado sobre el planeta. La paz, dicho de otra manera la guerra… lo que es menos hipótesis que hecho constatado por todos, lo de esta identidad híbrida que lanza a “todo el mundo” en una meta-política en la que la paz parece solo ser la continuación de la guerra por otros medios. Alteridad, de hecho relativa, de una acción de policía ejercida continuamente sobre la polis globalizada bajo la jurisdicción de excepción de una guerra infinita. La paz es deducida como institución de un estado de excepción permanente.

3. En el alba de los tiempos modernos, cuando los paradigmas de la soberanía y del Estadonación están en gestación, Hobbes cuenta la historia de la humanidad como el gran relato de la salida del estado de guerra de cada uno contra todos que identifica al estado de naturaleza. Fundada sobre la disolución de las relaciones de naturaleza y la alienación del deseo in-definido de poder de los individuos, la institución política de la soberanía inventa el Derecho como principio de sí misma y garantía de la paz civil. Pagado el alto precio de la alienación, sin retribución, de la libertad en la obediencia al soberano, la paz es la única contra-partida de un pacto de sumisión (transferencia de potencia) del que el absoluto jurídico (transferencia de derecho) es condición real del cuerpo político. El soberano es absoluto en la obediencia de los sujetos al solo beneficio de la seguridad; la “seguridad del pueblo” es condición de realidad del poder (del) soberano de “juzgar lo que es conforme a la razón y lo que no lo es”, según la fórmula del Leviatán, XXVI. Tendrá en las manos la espada de la justicia por la cual conserva la paz interior y la espada de la guerra, por la cual asegura la defensa exterior y castiga al rebelde que declara su voluntad de desobediencia (non jure imperio sive dominio, sed jure belli: el enemigo interior releva del derecho de guerra porque “la rebelión es simplemente el retorno al estado de guerra” [Leviatán, XXVIII] que dirige a “la multitud contra el pueblo” [De Cive, XII, VIII]). Así la guerra se presenta como la condición negativa de la paz; representa la razón de Estado que determina el voluntario sometimiento al Amo de la Ley. Pues es necesaria la omnipresencia de la guerra y de sus representaciones para crear un Orden que haga de una multitud dispersa un cuerpo único sometido, con el nombre vacío de Pueblo, al “poder absoluto” de la voluntad de uno… El Estado moderno nace de esta representación política que se sostiene por la guerra monopolizando, a nombre de la paz, la lógica de acumulación de poder sustraído a la “confusión primitiva” de las multitudes. La Guerra de los Treinta Años no está, para nada, asociada al nacimiento de la soberanía moderna: concluye por una paz que sella la victoria definitiva de la moral jurídica de la fuerza sobre la politeia como “justa” distribución del poder (Hobbes percibe lo justo griego como una escuela de sedición). Pero, ¿hemos creído en esta paz sin justicia que atraviesa los paisajes de la masacre sobre la carreta de Mére Courage? Entre 1618 y 1648, Alemania pierde la mitad de sus habitantes… la paz lograda por el Estado moderno es un ideal desgarrado entre la teoría de la guerra justa (Grotius) y el programa de una paz universal a la cual conviene dar el nombre de utopía (Tomás More).

4. En la edad de una posmodernidad reivindicada, en la cual el cuadro planetario está mucho menos fijado por la Organización de las Naciones Unidas –lejana heredera de los proyectos de paz perpetua– que por la Organización Mundial del Comercio, la guerra ha devenido potencia de orden autorizándose el carácter de “más allá” de la conquista territorial. A diferencia de la edad clásico- moderna que había concebido una idea reguladora de la paz por la comunidad internacional, asociando la práctica de los intercambios y del comercio (usus commerciorum) a la voluntad soberana de los Estados, la paz solo acierta expresarse, bajo el vocablo de Peace Research, en la guerra y por una lógico-logística de guerra. Argumentando la “situación de excepción” para sustituir la relación internacional de fuerzas por un poder unitario mundial. La guerra como manutención de la paz, guardiana de la policía de la paz. La diferencia respecto al mito fundador de la modernidad política se manifiesta en la inversión de la relación entre Guerra y Paz. Paz y guerra: liberada de la utopía secularizada de la República cristiana, la paz ya no es la “solución” de la guerra construida sobre un equilibrio (relativo) de las fuerzas o sobre una hegemonía “razonada” (del lado de la guerra) –la paz es la condición de procedimiento inherente a la conducta de la guerra fundada sobre la distinción entre amigo y enemigo–. En ese contexto, que es necesario llamar de opacificación, el decisionismo schmitniano, que pone en movimiento la producción de soberanía, anima al imperio. La noción de política, en su última afirmación del vacío de su verdadero estado frente a las analogías teológicas de la realidad del Estado, sólo vale para hacer coincidir soberanía y decisión en una megalo-política imperial en la cual el eje hace girar al mundo entero, totus orbis, alrededor del poder soberano que decide continuamente sobre la “situación excepcional”. (Según la célebre apertura de la primera Politische Theologie de Carl Schmitt: “Souverän ist, wer über den Ausnahmezustand entscheidet” (es soberano quien decide sobre la situación excepcional [del estado de excepción]). Evitaremos, entonces, ironizar sobre el Eje del mal –o el juicio de Dios– para tomar en cuenta la hipermodernidad de una situación que marca un desplazamiento completo respecto del modelo hegemónico de la pax romana, tal como se deja percibir en el precepto del “Si vis pacem, para bellum”. No se trata entonces de preparar la guerra para tener la paz (este es el principio de la disuasión), sino de hacer la paz en la guerra en función de una destrucción continuada (inversión del escenario teológico “progresista” de la creación continuada) reduciendo la soberanía al desequilibrio del terror. ¿La paz es el nombre postmoderno de la guerra? Un proyecto para volver perpetua la guerra en el mundo, un proyecto de guerra mundial perpetua.

5. La literatura moderna, cuando se ocupa de la guerra, siempre pone en escena ese momento en el cual el hombre descubre su soledad sobre el campo de batalla. Grimmelshausen, Tolstoi, Stendhal, Céline o Hemingway muestran a este hombre milagrosamente indemne o herido, estupefacto por el ruido y el furor, y más aún por el hecho de que la luna y el sol puedan brillar todavía. El retorno a la paz es restauración natural de la presentación sensible del mundo, restauración estética del ser-en un afuera. La pregunta se convierte ahora en: ¿podemos aproximarnos interiormente a la paz cuando lo postmoderno designa la anestesia de la vida devuelta al vacío, el duelo de nuestra afinidad con el plasma espacio-temporal y su mercantilización generalizada, la disposición del mundo como teatro de operación para una guerra total que apunta a una paz total? ¿Cómo sustraerse a lo inmundo de la guerra cuyo fin es la supremacía definitiva de una “seguridad global”?, ¿la paz misma habría alcanzado su edad nihilista sometiéndose al reinado de un “humanitario” tan monstruoso como la guerra (según la fórmula propuesta por Rancière: “la categoría de lo humanitario como el doble de la Realpolitik de los Estados”)? ¿Dónde encontrar la paz, sino en un después de la guerra en el que la disuasión civil de una post-democracia habría tomado el relevo de la “estrategia anti-Ciudades”, de la disuasión nuclear?, ¿basta alcanzar lo imprevisto, un nuevo monstruo seguramente, para liberarnos de la miseria ordinaria de esta paz y de esta guerra tele-actuadas en los giros del nuevo orden imperial? Ya no se trata de poder imaginar ni describir un campo de batalla después de la masacre que sobrecoge de estupor al ser aún viviente, no se trata, entonces, de sentir-se-viviente al borde de la muerte.

6. “Hicieron el desierto y lo llamaron paz”, escribe Tácito. Y antes de él, Tucídides. Los historiadores son poetas hiper-realistas. No experimentan ningún malestar al considerar la fuerza bruta como la palanca del orden político. Colocándose bajo el signo de la pura observación de las modalidades de lo político en su realidad histórica, Maquiavelo describe escrupulosamente las acciones militares y las guerras que se intentan con el fin de imponer la paz de las armas. Se ha de comprender: la paz conquistada por las armas que simbolizan la virtud del pueblo reunido en la afirmación política de su potencia (representada). La paz descubre aquí su valor transitorio, que solo la guerra puede “realizar” como vector del sistema general de las relaciones de fuerza, del que la verdad niega cualquier diferencia distinta de la formal entre el tiempo de paz y el tiempo de guerra. Salvo la de precipitar el reposo en la ociosidad y en el desorden que conducen al Estado a su ruina, Estado que se ha olvidado de la permanencia de la guerra, el príncipe “no pueda confiarse de lo que ve en tiempos apacibles” (El príncipe, IX). Pues el príncipe, entonces, sucumbiría al más peligroso de los señuelos: el amor a la paz –cuando le es necesario vivir, en todos sus aspectos, la paz en el pensamiento de la guerra. Realismo y cinismo se unen aquí en un discurso que identifica la guerra con una condición de verdad de cualquier orden político. Pero, ¿la afirmación maquiavélica, de inspiración “romana”, según la cual la guerra es creadora de orden, tiene sentido en un mundo con un espíritu tan poco “cívico” como el nuestro?, ¿se habrá convertido ella, a su vez, en un señuelo vehiculado por el estado de urgencia de una comunicación sin ser-común? La realidad geo-estratégica del ilusionismo guerrero del pentágono-capitalismo – como lo llama Virilio– dispensa de cualquier retórica suplementaria. En adelante la guerra, la paz y la barbarie interactúan en una sola y misma historia sin otra regla que el sentido común de lo inmundo. Los grandes pacifismos –sea el pacifismo cristiano o el pacifismo comunista– aprehendían la guerra como un sacrificio para construir la paz: era necesario hacer la guerra con el pensamiento y el deseo de la paz “a fin de conducir, por la victoria, al enemigo a las ventajas de la paz” (San Agustín, carta 189 al conde Bonifacio). Aferrado a esta idea “liberal” de la paz como meta de la guerra y de la guerra como medio necesario a la paz –“se debe querer la paz y hacer la guerra solo por necesidad […] para obtener la paz. Se sigue siendo pacifico, aún combatiendo…” (ibid)–, idea que solo se deja concebir en la verdad reconciliada (en Dios o en la humanidad) de un sujeto universal, llegando el pacifismo a encarnar solamente en la eficacia de un proyecto de paz. Paz y guerra: el pacifismo ya no puede deducir su autoridad de una cronología o teleología que sea capaz de llevarnos de la guerra a una paz separada. No pudiendo desear la paz, sino con un deseo nostálgico, la resistencia a la guerra como máquina constituyente del orden nuevo, se enuncia: “guerra a la guerra”. O, mejor, combate contra la guerra –en el sentido en que Deleuze opone la guerra como voluntad de dominación fundada sobre el sistema del juicio (“un juicio de Dios que hace de la destrucción algo ‘justo’”) al combate que moviliza las fuerzas contra los poderes de la dominación (G. Deleuze, “Para terminar con el juicio”, en Crítica y clínica, 1993)–.

7. ¿Qué significa la “voluntad de arte” y la producción de actos estéticos en esta hibridación mundial de la guerra y de la paz? ¿Dónde se inscribe el arte cuando las nuevas configuraciones de la experiencia rehúsan a consignarse de un lado o del otro? ¿Qué significa la “guerra a la guerra”, el Combate contra la Guerra, para el artista contemporáneo que se opone a la pobre dramaturgia del pensamiento del duelo y del desencantamiento? Evidentemente la potencia estética de sentir sólo hace fondo sobre la expresión de la indistinción, que constituye toda la violencia de la era del espectáculo en su loco aguante. El artista debe, entonces, pasar por el híbrido absoluto, por esa inmersión en un presente donde termina por abismarse la autonomía del arte al mismo tiempo que afecta la heteronomía de sus potencias de vida. Habitando la esfera de los puros medios en la asunción de algo singular, el artista hace la fantasmagoría de la paz y de la guerra comenzando por realzar sus marcas comunes sobre el cuerpo de las cosas. Invistiendo esta zona opaca de lo indiscernible, el artista se apropia el régimen expropiado de la política en un combate contra la Guerra que destruye el sistema de evidencias sensibles de la falsa paz social. Esta es, quizás, la razón primera de la peligrosidad social del arte contemporáneo: adhiere directamente a la división de las identidades regulando las implicaciones políticas de la relación entre lo decible y lo visible, el aparecer, el ser y el hacer. Lo que no puede hacer por la verdad, es decir fuera de la mediación académica, sin situarse en el tener-lugar de lo que quiere des-montar para invertirlo –situándose, colocándonos, entonces, en y “después del paso de la vida a través de la prueba del nihilismo” (Agamben)–. Esta tópica, que responde al régimen mediático hegemónico de la imagen por una ampliación de la noción de obra de arte, instruye la distinción del artista en su esfuerzo por extraer de la expresión de lo inmundo –por una caída caósmica en las materias de sensación– la construcción de un mundo de nuevo posible. Pertenece al régimen contemporáneo de las artes el que la experiencia de lo posible, como categoría estética del mundo, solo haga obra, por sustracción material a lo inmundo colectivo, en tanto que el desobramiento de la comunidad se revierte en foco de relanzamiento procesual para las singularidades cualquiera que somos en-común, fuera de cualquier identidad representativa. Exponer esta posición que ya no se deja, de una manera común, representar en la anticipación estética de un porvenir comunista; exponerse al desgarrón de lo sensible en la sobre- exposición de la paz a la guerra, tal es la nueva dirección del arte, dirección que traza su diferencia en la máquina común de una alteridad de la guerra, dirección que ya no puede sostenerse de ninguna memoria de ser de la paz. (Imposibilidad de pensar su “hecho” como una “libertad”: la paz ya no está disponible como existencia sobre el “frente de guerra” contra la imagen mediática del mundo).

8. En ese mundo abandonado a la comunicación de una factualidad ciega, el artista o el “anartista” impone –v.g. pone en la inmanencia de ese mundo sin-afuera-ni-adentro– el éxodo como único acontecimiento creativo posible. El éxodo fuera de la obediencia a la regulación de las identidades decibles y visibles, el exilio en la desmesura abierta por la desregulación de las formas a priori de la guerra y de la paz que nos arrastra al combate. Pues el éxodo, la secesión y el combate contra la guerra son una sola y misma cosa que no conduce a ninguna otra parte que no sea siempre aquí, con la condición de una desterritorialización extrema que decida acerca del telos común. El fugitivo no huye del espectáculo del mercado sin convertirlo en un poder an-nihilante contra el estado gestionario del nihilismo; no deserta de la guerra sin atacar las apariencias de paz en provecho de espacios comunes y cooperativos nuevos. Invirtiendo el desplazamiento mesiánico del “por todas partes” en “aquí” para construir una movilidad y una temporalidad nuevas, Éxodo es el nombre de la transmutación de los valores de resistencia en potencia constituyente de una bio-política diferentemente post-moderna. Partiendo, hacer secesión quiere decir destruir todas las barreras trascendentales que dan su sentido a la lógica de dirección de la representación política para re-apropiarse la movilidad “global”; partiendo constituyendo significa investir la generación contra la corrupción, oponer las hibridaciones cosmopolitas del mundo de la vida a la hibridación policíaca de la paz en la guerra. En la exposición de la desmesura que le es propia, la singularidad del arte nos enseña que el producto de la generación es siempre un “monstruo” que implica lo “común” (de los cuerpos, de los lenguajes y de las máquinas), en una bio-política del éxodo y de la secesión.

9. Combate contra la Guerra: la paz ya no es condición de vida, la paz debe ser re-inventada en el éxodo del mundo sin Dios, que la “Ciudad de los hombres” debe poner en juego para salir de lo inmundo. En ausencia de una paz que pueda valer como ethos del mundo, el éxodo es combate, guerrilla y creación ex nihilo de la paz. Paz por inventar como salida del nihilismo, como dispositivo mundial localmente creador de sentido, sentido de hecho de una ecosofía de las multitudes que hacen virtud de la idea diferencial de lo común y de sus generaciones metamórficas del mundo. Lo contrario de una utopía: la desutopía abierta y total de un Combate contra la Guerra. Trabajo largo, complejo, militante: la paz es tanto intuición como la obra abierta; la paz, como arte, es captación de las fuerzas en un devenir que enriquece eso de lo que se adueña (lo contrario de una pacificación forzada: “una paz sin fuerza semeja la muerte”, escribe Marie José Mondzain). De ahí que la paz no se pueda concebir sin atravesar la guerra que combate, para destruir la miseria de la que se nutre, y afirmar las fuerzas de vida que se construyen sobre la reservas de la violencia. El éxodo es apertura de ese camino que no puede conducir a la “tranquilidad del alma” del estoico sin hacer obra, obra de paz, del hecho de atravesar el caos de los hombres (analogía, entonces, de la obra de la paz y de la obra de arte que no podría sostenerse por sí misma sin la caósmosis de las fuerzas que implica). Éxodo, pues no hay más-allá ni por todas partes en un mundo sin afuera. Éxodo del mundo, entonces, como construcción colectiva del ser, trabajo vivo del mundo y mundialización del trabajo viviente lanzado contra la dominación trascendente del “trabajo muerto” mientras que este último solo puede recomponerse en la guerra, condición primera (para el establecimiento de la policía del derecho) y estadio último de la forma- Estado (con el por-fuera-delderecho de la policía mundial soberana). El éxodo es transformación de las pasiones en la vita activa del conocimiento cuando despliega su potencial generador en tanto que cooperación desmesurada, considerando cualquier pensamiento político de la medida y de la unidad, considerando la ilusión trascendental de la comunidad. Desde el punto de vista de un materialismo radical, no es entonces la paz, sino la cooperación constituyente de las multitudes singulares, lo que crea la existencia común del mundo –en la especie de una comunidad no-orgánica, de una comunidad actuante, desterritorializada y desterritorializante–, que es necesario pensar como ontológicamente anterior y superior a la distinción trascendental de la guerra y de la paz, distinción trascendental por la cual “decide” el poder soberano. La prueba es en el límite del tiempo: es contra este que aquella “decide” sobre la monstruosa hibridación de la guerra y de la paz marcando así la identificación definitiva de la soberanía con la policía. Consecuencia en el límite del ser: la paz ya no está a la altura para dar las condiciones de vida a las cuales está atado el nombre de ética. Relacionada con la realidad de la composición y de la des-composición de las relaciones, la ética es el envés, la asimetría operatoria de la situación de paz-guerra como “combate entre Sí, [… ] entre las fuerzas que subyugan o las que están subyugadas, entre las potencias que expresan esas relaciones de fuerza” (Deleuze), precipitación de los átomos y lucha de las pasiones, cristalización de diferencias en el caos multitudinario de las singularidades y emisiones de potencias nuevas que forman constelaciones indisociablemente afectivas y productivas por inclinación de las diferencias. No hay ética sin ese clinamen que orienta la materia del común hacia el éxodo como tran- ‘sitividad constructivista del mundo. Pero también, no hay estética sin la decisión de “hacer aparecer la conexión real de las existencias como su sentido real” (Nancy). Que no sea imposible invocar aquí, a la manera de Félix Guattari, un “nuevo paradigma estético” transversalista haciendo fondo sobre la creatividad social que recuerda que el arte es el Vigilambulo de ese proceso que afronta la guerra (en lugar de huir hacia una paz ilusoria) para liberar la vida hecha prisionera de sus representaciones. La obra de arte es transmutación vital de las condiciones de muerte que nos son impuestas comúnmente, potencialización de lo común en una teleología de la liberación que es maquinación creativa de los afectos, de los que las intensidades son irreductiblemente singulares y plurales.

10. Concentrado al extremo: si el arte es la proyección colectiva que muestra que la guerra es impotenciante frente a las construcciones singulares del mundo que ella intenta hacer añicos, en el arte contemporáneo, desde el inicio del juego, en el no-lugar que le es impartido, por las “instalaciones” que se construye, se debe demostrar que la paz puede ser re-inventada como condición biopolítica de la vida, resistencia común que une, en la constelación multimedia de los cuerpos, el Eros con el General Intellect de las multitudes.

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Bajo la mundialización: crisis y guerra

Sob a globalização: crise e guerra

Under globalization: crisis and war

Rémy Herrera*
Traducción de Germán Muñoz* *


* Economista, investigador del Centro Nacional de Investigaciones Científicas, Universidad de París 1 Sorbona, París. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

** Director Programa de Comunicación-Educación DIUC .


Resumen

La humanidad atraviesa hoy una crisis global extremadamente grave, sin duda, una de las más profundas de toda la historia. Crisis global quiere decir crisis del sistema mundial capitalista, sistema que se caracteriza por una asimetría puesta en obra por la acumulación del capital, entre la existencia de un mercado global integrado en todas sus dimensiones (con excepción del trabajo) y la ausencia de un orden político único a escala mundial, que sería más que una pluralidad de instancias del Estado regidas por el Derecho internacional y la violencia de la relación de fuerzas. Esta crisis global se puede detectar prioritariamente en sus dimensiones: a) económica, b) política o político-militar y c) ideológica.

Palabras clave: imperialismo, crisis, guerra.

Resumo

A humanidade atravessa hoje uma crise global, extremamente grave, sem dúvida uma das mais profundas de toda a história. A crise global significa crise do sistema mundial capitalista, sistema caracterizado por uma assimetria na acumulação de capital entre a existência de um mercado global, integrado em todas as suas dimensões (exceto no trabalho) e na ausência de uma única ordem política mundial, que Seja mais do que uma pluralidade de entidades de estados governadas pelas leis internacionais e / ou a violência das relações de forças. Esta crise global aparece, em prioridade, na suas dimensões a) econômica, b) política ou político-militar, e c. ideológica.

Palavras-chave: imperialismo, crise, guerra.

Abstract

Mankind is today going through a global crisis, extremely grave, undoubtedly one of the most profound of all history. Global crisis means crisis of the capitalist world system, system characterized by an asymmetry in capital accumulation between the existence of a global market, integrated in all its dimensions (except labor), and the absence of a single world-wide political order, that would be more than a plurality of states’ entities ruled by international laws and/or the violence of relations of forces . This global crisis appears, in priority, in its a. economic, b. political or politico-military, and c. ideological dimensions.

Key words: imperialism, crisis, war.


Crisis económica del sistema mundial capitalista

Esta crisis del sistema mundial capitalista es, en primer lugar, económica. Se manifiesta fundamentalmente mediante beneficios logrados por medio de la explotación capitalista –beneficios en alza en los Estados Unidos y en varios grandes países de la tríada (USA, Europa, Japón) desde los años 1980 y la sumisión de las economías a la mundialización neoliberal– que no encuentran en dónde invertirse en sectores productivos con condiciones de rentabilidad suficiente, y son así obligados a buscar nuevas posibilidades para evitar una desvalorización1. Las nuevas posibilidades que encuentran esas enormes masas de capital flotantes, muy móviles, se dirigen hacia una rentabilidad inmediata muy elevada, indiferente a las necesidades del desarrollo y satisfacción de necesidades humanas, y toman la forma de inversiones financieras. En este contexto, los grandes problemas económicos contemporáneos pueden enumerarse así:

  1. El déficit del saldo de los intercambios exteriores de Estados Unidos, que se acumulan de manera ininterrumpida desde el final del decenio de los años setenta.
  2. El de los presupuestos públicos de los Estados Unidos, de nuevo considerablemente afectados después del 11 de septiembre de 2001, que absorben el ahorro mundial.
  3. La deuda de los países del Sur, que refuerza su dependencia y entraba su crecimiento económico, agravando los males causados por los ajustes estructurales.
  4. La desmonopolización y la privatización de empresas del Estado que, en los campos más variados, pasan bajo el control de algunos oligopolios transnacionales.
  5. La mercantilización de los bienes públicos que afecta, incluso, los patrimonios comunes de la humanidad, como son la educación y la salud.
  6. El desmantelamiento progresivo de la investigación pública, cada vez más sometida directamente a las leyes del mercado (biotecnologías…).
  7. La dislocación de los acumulados sociales (el de los pensionados, por ejemplo, amenazados por los fondos de pensiones o los de cesantías en mercados de trabajo flexibilizados).
  8. La presión sobre la atracción de territorios nacionales con el fin de buscar capital extranjero, abrir zonas francas o estimular las deslocalizaciones en los países del sur.
  9. La acentuación de las fluctuaciones en los valores de las materias primas con un telón de fondo de tendencia permanente generalizada a la baja.
  10. La volatilidad de los precios en los mercados inmobiliarios, cuyas alzas vertiginosas llegan hasta situaciones insostenibles.
  11. La adopción de regímenes de tasas de cambios flexibles, que conllevan una inestabilidad de las economías nacionales.
  12. La liberalización de las transferencias de capitales que expone los balances de pagos a flujos autónomos de fugas de capital.

Todos estos grandes problemas participan en su conjunto de una estrategia global, cuya finalidad es ofrecer a los propietarios del capital más oportunidades en las inversiones financieras diversificadas. Estos últimos utilizan instrumentos técnicamente sofisticados, nacidos de la modernización de los mercados financieros y de los sistemas de financiación de las economías para realizar operaciones muy simples: operaciones de especulación.

Además, producen en diversos grados y en condiciones diferentes, graves dificultades en la toma de decisiones de política económica, una fuerte impresión de caos en el sistema mundial capitalista, y una imagen de irracionalidad. Esta percepción es confirmada por el vacío de una entidad política supraestatal en el plano mundial, que le haga frente a los mercados globales de capitales y de productos, así como por el contraste existente entre la ideología de la “Libertad” y de los “Derechos del Hombre”, y una segmentación planetaria de los mercados de trabajo, que obligan a los trabajadores a una cuasi inmovilidad internacional. La estrategia global de la expansión del capital es, sin embargo, vista desde el presente informe sobre la relación de fuerza capital/trabajo y de la lucha de clases, en términos contemporáneos como totalmente racional desde el punto de vista del capital mundialmente dominante. Es racional, ante todo y sobre todo, porque es vital para la fracción actualmente hegemónica de dicho capital; esa es la condición por la cual se mantiene en el poder mundial lo financiero.

Desde el punto de vista de las clases populares es otro asunto: el sistema, bajo el mando de las finanzas, intra e internacionalmente cada vez más polarizado, se ha convertido en algo inaceptable. Hace sufrir a los pueblos del mundo insoportables padecimientos. Sus víctimas son innumerables entre los más humildes y vulnerables, y las devastaciones humanas y sociales que produce su lógica son tan grandes que parece vano hacer aquí un recuento de los hechos2. Los economistas dominantes, cuyos modelos calculan en cifras decimales los beneficios del neoliberalismo, en unidades de utilidad (ficticia) y en tasas de largo plazo (a cien años), son incapaces de contabilizar los daños físicos en términos de personas afectadas mortalmente3.

Sin embargo, cada vez más abiertamente, la violencia que funciona en el sistema mundial capitalista conlleva un auténtico “genocidio silencioso”4. Este sistema, en el cual el capital dispone de los derechos que son negados al trabajo (el de circular, por ejemplo), en donde los muros de Río Grande y de Schengen, tan asesinos, han reemplazado el Muro de Berlín, en últimas se sostiene sólo por la fuerza. En el Sur, pueblos enteros han sido confinados a tierras devastadas por más de dos decenios de neoliberalismo, condenados al subdesarrollo y a la explotación más brutal –con excepción de individuos altamente calificados que son cazados en calidad de “cerebros”; y otros, de baja calificación, utilizados como carne de cañón por la Armada Norteamericana–. En el Este, el capitalismo salvaje ha podido liquidar lo que había edificado, como socialmente válido, el socialismo realmente existente, y ha reducido la esperanza de vida de la población, disimulando el origen social del fenómeno –pero sin goulag–, lo que no puede menos que mantener contentos a los expertos de la “barbarie moderna” (el comunismo). En el Norte, los trabajadores extranjeros indocumentados, son criminalizados y expulsados en condiciones que preocupan no sólo a los militantes de los Derechos Humanos. La mundialización capitalista neoliberal no está guiada por su “mano invisible”, sino por su “puño invisible”5.

El verdadero rostro de la mundialización: el imperialismo y la guerra

Ese puño invisible se llama el Ejército de los Estados Unidos, y el rostro de la mundialización que devela es menos el de un imperio que el de un conocido imperialismo. Hegemonía del sistema mundial, golpeada en los símbolos de su ejército y de sus finanzas en septiembre de 2001, los Estados Unidos se han desenmascarado hoy: están comprometidos en una lógica mundial de guerras de agresión que han decidido conducir solos. Por ahora están circunscritas a ciertos puntos, los más débiles de la resistencia anti-imperialista (el mundo árabe musulmán: Afganistán, Irak y, antes, Somalia), estas guerras se caracterizan por fuerzas en confrontación extremadamente desequilibradas: las del agredido están muy mal equipadas; las del agresor, ultracapitalísticas.

El asunto entonces es el de la posibilidad para la hegemonía de los Estados Unidos, de redinamizar la acumulación en el centro del sistema mundial capitalista mediante la guerra. Las destrucciones del capital (constante y variable), causadas por el imperialismo, son considerables para los países que las sufren, pero totalmente “insuficientes” para impulsar un nuevo y largo ciclo de acumulación capitalista en Estados Unidos –como fue el caso al salir de la Segunda Guerra Mundial–. En ese sentido se pueden entender las protestas formuladas por ciertos empresarios occidentales (en el periódico The Economist, en particular)6, a partir de la guerra de Yugoslavia: las destrucciones de capital en Kosovo y en Serbia fueron, según se lee, demasiado limitadas para ofrecer a los capitalistas los mercados de la reconstrucción (energía e infraestructura… ) que ellos habían esperado. Igualmente, cuando se consideran los efectos de demanda efectiva asociados a estos conflictos (bienes de consumo de tropas movilizadas y de sus soportes logísticos) sólo afectan el corto plazo, así como los efectos tecnológicos, en lo esencial, del sector militar únicamente (comunicaciones y equipamiento).

Las guerras imperialistas se pueden entonces considerar “insuficientes” para relanzar un ciclo largo de expansión del capital… a menos que ellas se conviertan en permanentes. Más allá de las brillantes y aplastantes “victorias” militares, los Estados Unidos se muestran incapaces de terminar esas guerras que continúan en baja intensidad mediante actos espontáneos de resistencia a la ocupación; pero no se puede excluir que dichas guerras se generalicen –¡sálvese quien pueda!– dada la agresividad del establishment norteamericano, y de la capacidad de la extrema derecha todopoderosa. Se han lanzado amenazas contra Siria, contra Corea del Norte, contra Irán… Las revoluciones socialista de Cuba y bolivariana de Venezuela están en la línea de tiro. Se encuentra en este momento bajo observación la China misma, a sabiendas que el sueño americano de la posguerra fría es desmantelarla también, como ayer lo hizo con la Unión Soviética, para controlarla mejor. Estas amenazas se dirigen igualmente en regiones bajo control norteamericano (al menos parcial) a movimientos revolucionarios – verdaderos pueblos en armas en algunos casos– satanizados, calumniados, calificados de “terroristas”.

¿Dispondrán los norteamericanos, que atraviesan una coyuntura de crecimiento lento (y con ellos el resto de la tríada y el conjunto de la economía mundial, salvo la China y una parte del Asia), de los recursos para financiar esas nuevas guerras?

Tres observaciones en relación con este punto:

Conviene, ante todo, no subestimar la capacidad de los Estados Unidos para recuperar hacia su territorio la plusvalía de renta en petrodólares generada por el alza del precio de petróleo que se registró en el curso de los meses que precedieron al anuncio de agresión contra Irak7. Esa capacidad surge directamente de la red planetaria de bases militares que ellos constituyeron y que fue considerablemente reforzada durante el último decenio de la Península Arábiga al Asia Central. Esa presencia militar les permitirá manejar los regímenes de países petroleros árabes, que les deben su seguridad exterior, pero también el mantener en el poder sus dictaduras, a pesar de una impopularidad creciente, y a ceder una parte de la plusvalía para pagar el costo de la guerra de Irak –como fue el caso en 1991 en la primera guerra del Golfo, aunque sucedió en otras circunstancias–.

No hay que olvidar tampoco que si el euro es temporalmente más fuerte que el dólar en el mercado de cambios, en la perspectiva de la ampliación de la Unión Europea, y también por el hecho que muchos países han tomado la decisión de manejar sus intercambios de petróleo en euros (Irak al final del 2000, Irán a la mitad del 2002, Corea del Norte al final del 2002), el dólar de Estados Unidos permanece, hasta nueva orden, como la divisa clave internacional –y esto debido a que los Estados Unidos son actualmente los dueños del juego militar a escala global–.

Por último, es precisamente el papel clave desempeñado por el dólar, sostenido por el ejército más poderoso del mundo, lo que permite a los Estados Unidos, sobreendeudados y en crisis económica, imponer de facto al mundo sus déficits gemelos, y hacer que soporten la parte más pesada de la carga sus aliados de la tríada y, sobre todo, los países del sur.

Crisis político-militar del sistema mundial capitalista

Por lo anterior se ve cuán amplia y estrechamente están imbricadas las dimensiones económicas y político-militares de la crisis del sistema mundial capitalista. Multidimensional y posada sobre un gigantesco arsenal de armas de destrucción masiva, la hegemonía de los Estados Unidos se afirma en toda su arrogancia. Pero está claramente en crisis, y se encuentra hoy amenazada por la evolución de las relaciones de las fuerzas mundiales.

La fragilización de la posición de los Estados Unidos no proviene tanto de la creciente potencia de los rivales. Ni Europa, ni Japón, pretenden o están en posición de pretender el liderazgo mundial. Europa no existe (aún no existe), en tanto que fuerza política unida. Las presiones de los Estados Unidos, particularmente fuertes durante las semanas que precedieron a la guerra de Irak, la hicieron explotar dividiéndola más allá de las relaciones izquierda-derecha tradicionales, entre ser los aliados serviles de Washington (horizonte límite de gobiernos como el británico, el español, el italiano y el portugués), y la reivindicación de un lugar en la nueva repartición del mundo (ambición de Francia y Alemania, apoyadas por Rusia). La reciente multiplicación de intervenciones militares francesas en África (en la República Centroafricana, en la Costa de Marfil, en la República Democrática de Congo), nos recuerda que un imperialismo puede esconder otro. Económicamente Europa está a la expectativa: Gran Bretaña aún no se ha integrado a la zona euro; el impacto de la absorción y subordinación de Europa del Este aún es incierto –particularmente debido a su fidelidad con los Estados Unidos–. Japón, por su lado, se encuentra en una crisis de larga data, y reduce su alcance a la escala regional e inscribe prudentemente su futuro en una línea fiel a Washington.

Uno de los factores más grandes de fragilización de la hegemonía de Estados Unidos viene, más bien, de su aislamiento político. Relativo y, sin duda, pasajero, su real aislamiento es debido a la negación del Derecho Internacional y al desprecio a las Naciones Unidas del que han hecho prueba, al cinismo y a la agresividad que despliegan en la puesta en marcha de su proyecto imperialista e, incluso, a la barbarie de su proyecto. Se trata, en efecto, de dibujar los contornos de un apartheid mundial, típico del espíritu de la extrema derecha que está en el poder en la Casa Blanca8.

Una pregunta surge y no puede ser descartada: saber si no nos encontrábamos más cerca de lo que creíamos, aunque parecía ya algo superado, en un contexto histórico diferente, frente a una “fachización” del imperialismo norteamericano.

Este tema terrible llama con evidencia a una teorización –que debe ser objeto de un tratamiento aparte mucho más profundo–, con gran prudencia y rigor que se aplicaría al análisis. Nos limitamos aquí a constatar algunos trazos esenciales del fascismo clásico, que se pueden detectar en la tendencia tomada por el imperialismo norteamericano:

  1. Su violencia consubstancial: interna, social, patológica realmente, pero igualmente externa, sistemática y programada, que se ha convertido en la modalidad de existencia en el mundo de los Estados Unidos (aunque puede ser el carácter distintivo de este país desde su origen)9.
  2. La violación del estado de derecho: es decir, de los derechos de sus ciudadanos (desde la “elección” de Bush a la ola de represión en el suelo de los Estados Unidos), así como del Derecho Internacional, de los derechos de otros pueblos (desde el bloqueo anticubano a la guerra contra el pueblo iraquí).
  3. La creencia en una civilización, mejor, en una nacionalidad superior, autoproclamada y habilitada para dirigir el mundo, y –elemento clave del nazismo, integrado al eje del proyecto del apartheid mundial–, regenerado por la sangre, en la guerra.
  4. Se dirá: el fascismo es el Estado totalitario. ¿Pero qué se observa? Que el dogma neoliberal de la reducción del Estado se aplica en todas partes menos en Estados Unidos, donde el Estado militariza a ultranza la economía, donde una ficción de democracia disimula mal el inmenso fracaso de la misma, donde el bipartidismo de los hiper millonarios se ha convertido en el partido único del capital.
  5. Se dirá, además en justicia: el fascismo es, por encima de todo, el genocidio. ¿Cómo no ver que el efecto de la polarización del sistema mundial capitalista opone a un sur saqueado, acabado, llevado a la miseria, un norte armado extremadamente, encerrado entre sus fronteras, sentado sobre sus riquezas, y que ese es un “genocidio silencioso” de los más pobres?

La extrema derecha está en el poder en los Estados Unidos, no lo olvidemos, y su poder es mundial. Tengamos mucho cuidado de esta amenaza de dictadura militar planetaria fascista, tomémosla muy seriamente, porque se convertirá cada vez en más fuerte y radical a medida que se refuercen los movimientos de resistencia progresista del mundo entero. Es ese viraje hacia el fascismo del imperialismo lo que explica, en parte, las recientes contradicciones aparecidas en la dirección del sistema. Estas últimas abren al mismo tiempo que una era de represión en todas las direcciones, bajo la apariencia de antiterrorismo, nuevos márgenes de maniobra en relación con la acción de todos los progresistas. Después de la tragedia del 11 de septiembre de 2001, nuestros guías de pensamiento de la prensa comercial nos recitaron, sin cesar, la cantinela de “todos americanos”; hoy son numerosos los que han tomado conciencia de lo que el imperialismo de Estados Unidos es capaz de hacer para romper o acabar con quien los resiste. La resistencia de las fuerzas populares, opuestas a la vez a las guerras imperialistas y a las bases mismas del Sistema Mundial Capitalista –dos rostros de una misma realidad: la mundialización financiera–, gana terreno en todas partes del mundo, lenta pero seguramente10.

Las guerras imperialistas y sus causas sistémicas

¿Cuáles son las causas profundas de estas guerras imperialistas, particularmente la que acaba de ser conducida contra el pueblo iraquí? La respuesta a esta pregunta es, ciertamente, una que es necesario buscar más allá de la propaganda mediática gubernamental angloamericana de antes de la guerra, falsamente obnubilada por la amenaza de posesión de armas de destrucción masiva, o de lazos con el terrorismo islámico, que sólo fue una mentira.

Convendría, sin embargo, no quedarse en las apariencias. El argumento avanzado, en efecto, casi sistemáticamente, para explicar la motivación de los Estados Unidos y de su aliado británico a llevar una guerra al suelo iraquí es el petróleo –el control de su producción y de su precio, de sus ejes de aprovisionamiento, de sus reservas–. Ahí hay una evidencia que no se puede dejar de ver. Sin embargo, las autoridades norteamericanas se preocupan muy poco de justificar sus largos discursos y voluminosos reportes; menos aun en relación con el derecho, las Naciones Unidas, y una opinión pública internacional agredida por los medios para disimular su voluntad, que ya todos conocemos, de control global de los recursos energéticos.

Esta evidencia no podría hacernos perder de vista una realidad más decisiva aún: a través de estas guerras, lo que está en juego no es solamente el manejo del mantenimiento de la hegemonía norteamericana sobre el sistema mundial capitalista, sino que se trata, sobre todo, del comando de la fracción de clase dominante actualmente hegemónica –la financiera en su conjunto–, que hace estas guerras necesarias.

La historia no se repite, nosotros lo sabemos. Recordemos, sin embargo, el manejo imperialista y la transformación del capitalismo que produjo al final del siglo XIX el avance de las finanzas. Hace apenas más de un siglo, en 1898, la intervención militar de los Estados Unidos en Cuba –bajo pretexto de “liberarla”– y la imposición sobre la isla de un régimen neocolonial (dictatorial) se explicaban evidentemente por el espíritu guerrero de algunos hombres políticos y militares norteamericanos, también por la avidez de lucro de tal o cual capitalista norteamericano (en relación con el azúcar, las minas o los ferrocarriles), pero era, ante todo, el producto del avance del capital financiero de Estados Unidos, el efecto mismo de su ascensión en tanto que nueva fracción de clase dominante, y la condición de la expansión hacia el exterior de las grandes finanzas (las de Morgan, Rockefeller y consortes), que dominó luego los entornos de negocios de Estados Unidos, y se lanzó enseguida a la conquista del mundo11.

Las cosas han cambiado tanto desde ese tiempo, como se puede ver. Queda, sin embargo, el tema de la dominación financiera, es decir, de los más grandes propietarios de capital mundialmente dominante, que han regresado hoy. Y los pueblos lo saben, los que han sufrido desde hace dos décadas consecuencias cada vez más devastadoras. Se trata a nuestro criterio, de entender lo que son las clases dominantes que se encuentran actualmente al comando de la hegemonía financiera norteamericana –no solamente G.W. Bush, D. Cheney y su grupo de halcones fanáticos, magnates del petróleo–, que no podrían mantener su poder con el sistema mundial de explotación y de opresión que está a la base, con las relaciones capitalistas de producción que le constituyen, sino que añaden a esto la violencia. La forma visible de esta violencia –su revés invisible, el de las relaciones sociales capitalistas–, es el terrorismo de Estado que los norteamericanos han planteado como una guerra contra todos aquellos que rehusan expresamente someterse a sus dictados.

Esta es, sin duda, una de las razones susceptibles de explicar por qué las recientes divisiones aparecidas entre países ricos, al origen de las contradicciones señaladas –divisiones que no han podido ser disimuladas ni en la ONU ni, como cosa nueva, en la OTAN–, no han provocado sin embargo ninguna ruptura en el seno de la tríada. Es que las clases dominantes tienen necesidad vital de esta alianza interna en el sistema interestatal que lo soporta, para contener las múltiples resistencias a la polarización que su expansión conlleva estructuralmente. Es este capital financiero mundialmente dominante que ha decidido entrar en guerra contra cualquiera que se le oponga, y conducirá un proyecto de desarrollo a su manera.

No es menos cierto que el porvenir depende también de nosotros, progresistas del mundo entero, que tal vez seamos algunas decenas de millones a manifestar en todo el planeta contra la guerra, el 15 de febrero del 2003 ya sucedió y los días que siguen igualmente. La guerra de agresión imperialista contra el pueblo iraquí no ha podido ser evitada, pero la movilización antiguerra –aunque desorganizada y confusa aún– ha logrado masivamente un nivel inimaginable hace poco tiempo y jamás logrado antes12.

Crisis ideológica del sistema mundial capitalista

La crisis actual del sistema mundial capitalista es también una crisis ideológica. Una de sus consecuencias más insoportables es la tentativa de manipulación y de neutralización de las conciencias, en una palabra, la guerra mediático-ideológica, mediante bombardeos incesantes de propaganda y de desinformación. Los guías del pensamiento de la inteligencia dominante nos habían planteado el “triunfo del capitalismo” al comienzo de los noventa como “el fin de la historia”. Necesitamos poco tiempo para que la mundialización capitalista, supuestamente “sin alternativa”, conduzca al desfondamiento, a la hecatombe en cadena de muchas de sus bases financieras, que debían arrastrar en su caída el mito de la infalibilidad de un sistema mundial de mercados desregularizados, aportando equilibrio y armonía, crecimiento económico y bienestar social.

Desde 1997, el “milagro asiático” se disipó y tuvo que ceder el lugar a la crisis, profunda, que desvió la trayectoria del desarrollo de los países emergentes que ella afectó, para convertirlos en más dependientes aún. La crisis asiática, debido a la cascada de quiebras que produjo, fue también la ocasión para que Estados Unidos metiera mano en pocos meses sobre los aparatos productivos que esas naciones habían logrado edificar en varias décadas. Bajo ese impacto Corea del Sur perdió la seguridad del empleo (su mercado de trabajo siempre dual, pero de ahí en adelante está totalmente flexibilizado), y un cierto control nacional de la estructura de propiedad de su capital. Poco después Rusia también fue afectada. El pillaje en gran escala de sus poderosas industrias, operado por el capital mundialmente dominante y sus “intermediarios” locales, ha logrado un avance impresionante. Y luego le tocó el turno a Brasil, primera potencia económica del continente latinoamericano. Hace apenas pocos meses Argentina cayó en lo que se puede ver como un caos tremendo bajo el efecto de estrategias combinadas de la gestión neoliberal del FMI y de captación de la renta financiera por la elite (anti)nacional. En ese país, como en Rusia y en Corea del Sur, la crisis empobreció al conjunto de la población, con excepción de su decil superior, el más afortunado, que continuó enriqueciéndose a pesar de la crisis. Recientemente, la Costa de Marfil estalló y produjo una alerta en el modelo africano de crecimiento extravertido, desestatizado, neocolonial, bajo una ocupación militar extranjera.

En todos los continentes se ha probado el fracaso total del neoliberalismo. Casi en todas partes, sin embargo, más allá de esos fracasos resonantes, repetidos, probados, el neoliberalismo continúa imponiéndose a los pueblos del mundo por simple y pura fuerza. La ideología de la “Libertad” y de los “Derechos Humanos” no ha logrado nada: antipopular, antidemocrático, criminal, el neoliberalismo impone unilateralmente a los más débiles someterse a la lógica de un sistema mundial capitalista que sólo funciona en beneficio de los más fuertes. Todo concurre en este contexto revuelto para reintroducir la idea de “regulación” en el discurso ideológico dominante. Se trata de golpe de “salvar el capitalismo del integrismo de los mercados”, y la condición suficiente sería tan sencilla como “regular los flujos financieros”…13

Desde el punto de vista teórico, los economistas de la moda representantes de la jerarquía más alta neoclásica han florecido. Autores típicos de nuestro tiempo, como North, Stiglitz, Sen, Krugman, Romer, conocen la gloria e, incluso algunos, la recompensa de un Nobel. La era neoliberal ha producido una ciencia económica a su imagen –catastrófica–. Es una época que tiene los economistas que merece. La susodicha “renovación teórica” que han traído se revela totalmente estéril, y realmente incapaz de darnos el mínimo resultado analítico auténticamente innovador y de producir conocimientos científicos de la más mínima utilidad para la sociedad. El objetivo pretendido común de todos esos autores es el mismo: preservar el capitalismo de los peligros del ultraliberalismo14.

En los campos prácticos, detrás de la retórica del Banco Mundial sobre el “saber al servicio del desarrollo” o “la lucha contra la pobreza”, se perfilan programas concretos de privatización en sectores muy lucrativos de la información y las telecomunicaciones, de la investigación y de la formación, y con ellos incluso la ayuda humanitaria – instrumentalizando, de paso, numerosas ONG–. El objetivo es siempre el mismo: asegurar a los oligopolios del capital financiero mundialmente dominante un total manejo del juego.

Por sí misma, la lógica de la expansión del capital no garantiza el mínimo desarrollo. La realidad del funcionamiento del capitalismo no es la economía del mercado, sino el límite impuesto a la competencia mediante la monopolización de la propiedad privada. Bajo el empuje de una relación de fuerzas que se ha convertido en muy desfavorable para el trabajo y un poder financiero que reposa sobre la formación de alianzas de clases de nuevo antipopulares, el Estado mismo se ha vuelto contra el servicio público15. La ideología neoliberal promoviendo de manera artificial la “libre competencia” y el “libre intercambio” está totalmente en crisis.

Actualidad del marxismo, de la revolución y de una transformación radical

La violencia del proyecto imperialista, inmanente a la expansión del capital financiero, reforzará, sin dudarlo, las resistencias y las luchas sociales de las tres cuartas partes de la Humanidad, que han sufrido el aplastamiento del sistema mundial capitalista: tanto las de las clases populares del centro como las de los pueblos de la periferia, a los cuales se van a aliar numerosos movimientos progresistas con las más diversas finalidades (ecológicas, feministas, de identidad indígena), todos juntos son los verdaderos sujetos de la historia, los únicos susceptibles de poner en jaque este proyecto imperialista y de formular una alternativa de progreso.

Forzosamente hay que admitir que la presión y la importancia del pensamiento único (es decir de la ideología dominante) que ha mantenido con fuerza una sutil y eficaz censura, crea la confusión dentro de los grupos progresistas. Los partidos obreros, con largas tradiciones de lucha, en su gran mayoría, han abandonado el marxismo y renunciado a los programas revolucionarios en tanto que alternativa respectivamente teórica y práctica del capitalismo, para quedarse en una socialdemocracia que, en el poder, se contenta con gerenciar el neoliberalismo y situar el cambio siempre al interior del sistema. De allí lo que sale es una toma de distancia de las fuerzas progresistas, notablemente de los movimientos sociales y de los foros alternativos en relación con utilización de herramientas semánticas, conceptuales y teóricas que son las suyas, pero también con pérdida de autonomía y de radicalidad de las críticas formuladas en relación con el sistema mundial capitalista y su hegemonía imperialista. Ahora bien, el “otro mundo posible” al cual aspiramos todos sólo emancipará a la humanidad si sus transformaciones comienzan por destruir las bases mismas del capitalismo, es decir las de la explotación (y la especulación).

¿Puede el marxismo en estas condiciones contribuir a fundar un proyecto moderno de emancipación? Seguramente sí, con la condición que su renovación conduzca, no a la capitulación o a la adopción de formas de acción propias del capitalismo, sino por el contrario al refuerzo de los ideales revolucionarios. La referencia a Marx sigue siendo central, al Marx que efectuó la ruptura del materialismo histórico, pero también aquel que llamaré el de la “segunda ruptura” (siempre en relación con Hegel), ocurrida a partir de los intercambios epistolares con los revolucionarios rusos entre 1877, con (Mijailovsky) y 1881 (Vera Zassoulitch). Es a través de esta segunda ruptura que Marx debió romper con la visión de un desarrollo histórico según una línea universal, yendo del mundo oriental a la civilización occidental, y rechazar toda “teoría histórico-filosófica de la marcha general totalmente impuesta a todos los pueblos”, para finalmente descartar el determinismo y tolerar trayectorias históricas de formaciones sociales diferenciadas, no lineales, articulando las relaciones de dominación de las naciones con las relaciones de explotación de clase.

Renovar el marxismo, renovar hoy los ideales revolucionarios significa, por tanto, atacar frontalmente la permanencia del sistema capitalista como la de la hegemonía norteamericana, para unir las fuerzas progresistas contra el enemigo común. En claro: hacer converger las luchas anticapitalistas y antiimperialistas.

¿Por qué la revolución está siempre a la orden del día –en el Sur, seguramente, y tal vez, incluso en el Norte–? En razón de que las causas que determinaron hace algún tiempo las grandes revoluciones –aquellas que, radicales, se anunciaban antes de llegar a ser como imposibilidades absolutas–, no han desaparecido. Ninguna de ellas en el Sur y no del todo en el Norte, en donde crecen sin cesar las desigualdades y las injusticias. La revolución permanece de actualidad también porque la lucha organizada de los explotados contra el sistema capitalista, y la amenaza que su imperialismo norteamericano en vía de fascisación hace pesar sobre ella, se presenta más que nunca como una exigencia histórica.

Rehusamos convertir las realidades de ayer, hoy desaparecidas, en utopías capitalistas del mañana: capitalismo nacional social en el Norte (el Welfare State), capitalismo periférico en el Sur (desarrollismo nacional burgués dependiente), capitalismo sin capitalistas en el Este (estatismo despótico… y apofático). Elaboramos nuestro propio proyecto social alternativo que coloca a la humanidad en su centro –incluso si no es más que “aproximadamente coherente”, como decía el Che–.

Desarrollemos nuestras propuestas alternativas, a la vez teóricas y prácticas, articuladas en sus dimensiones nacionales e internacionales, fundadas en luchas antisistémicas que sólo los explotados del sistema mundial podrán conducir para imponer al capital unas barreras extranjeras a su lógica de explotación, y llegar a una transformación radical del mundo: bloqueo de las operaciones financieras de especulación, cuestionamiento de los fundamentos del FMI y del Banco Mundial, dislocación de las reglas de la OMC y de los privilegios de los oligopolios transnacionales, estabilización de los intercambios en el ámbito regional, fiscalía en el ámbito mundial, reorientación prioritaria de las inversiones hacia las necesidades sociales y las actividades productivas, modificación de las reglas que determinan la distribución de los ingresos y la repartición de los consumos, transformación de la ONU en una organización democrática que concilie universalismo y derechos sociopolíticos de los individuos y pueblos, florecimiento del internacionalismo y de la solidaridad Norte - Sur, desmilitarización del planeta, encauzamiento de la propiedad privada de los medios de producción, y puesta en obra de condiciones de manejo por los trabajadores de su propio porvenir social.

Ha llegado la hora de volver a hablar de socialismo.


Citas

1 Cf. S. Amin et R. Herrera (2000).

2 Cf. por ejemplo: N. Chomsky (2001).

3 Cf. R. Herrera (2001a).

4 UNESCO (2001).

5 Comentario de Thomas Friedman en el New York Times, del 28 de marzo de 1999.

6 Cf. P. Nakatani (2003) en www.rebelion.org

7 Cf. W. Clark (2003).

8 Cf. S. Amin (2003).

9 Cf. W. Blum (2002).

10 Cf. S. Amin y F. Houtart (2002). Tambien los artículos de J. Petras sobre www.rebelion.org

11 Cf. R. Herrera (2003a).

12 Cf. G. Labica (2003).

13 Leer aquí los escritos de divulgación respectivos de Soros y Stiglitz.

14 Cfr. R. Herrera (2003b).

15 Idem.


Bibliografía

  1. AMIN, S., Le Virus libéral, París, Le Temps des Cerises, 2003.
  2. AMIN, S. y Herrera, R., “El Sur en el sistema mundial en transformaciones”, en: Nómadas, No. 12, Bogotá, 2000, pp.10-18.
  3. AMIN, S. y F. Houtart, Mondialisation des résistances – L’état des luttes 2002, París, L’Harmattan, 2002. BLUM, W., L’État voyou, París, Parangon, 2002.
  4. CHOMSKY, N., “La Nouvelle Guerre contre la terreur”, en: Herrera (ed.), L’Empire en guerre, pp. 19-45, Le Temps des Cerises et EPO, novembre, Paris y Bruxelles, 2001.
  5. CLARK, W., “The Real Reasons for the Upcoming War with Iraq”, miméo, John Hopkins University, febrero, 2003.
  6. FOSTER, J.B., H. Magdoff and R.W. McChesney, “Après l’attaque… la guerre contre le terrorisme”, en: Herrera, R. (dir.), L’Empire en guerre – Le monde après le 11 septembre, Le Temps des Cerises / EPO, Paris y Bruxelles, 2001.
  7. HERRERA, R., “Y a-t-il une pensée unique en économie politique?”, La Pensée, No. 325, enero-marzo, París, 2001, pp. 99-111.
  8. HERRERA, R., “Les Théories du système mondial capitaliste”, en: Bidet y Kouvélakis (eds.), Dictionnaire Marx contemporain, pp.201-221, coll. Actuel Marx, PUF, septiembre, París, 2001. , (dir.), Cuba révolutionnaire – Histoire et culture, L’Harmattan, Forum du Tiers Monde, París, 2003. , “L’État contre le service public”, en : Actuel Marx, No. 34, París, 2003.
  9. LABICA, G., Contribution au colloque Marx Siglo XXI, mayo, La Habana, 2003.
  10. UNESCO, “Le Sous-développement, ce génocide silencieux”, Le Courrier de l’UNESCO, internet, 2001.
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Del internacionalismo al nacionalismo: rumbos del conflicto armado en Colombia

Do internacionalismo ao nacionalismo: direções do conflito armado na Colômbia

From internationalism to nationalism: directions of the armed conflict in Colombia

Mónica Zuleta P.**


* Este ensayo es producto de la investigación denominada “Procesos de interacción propiciados por el conflicto interno en Colombia”, auspiciada por el Departamento de Investigaciones de la Universidad Central (DIUC) y realizada por Mónica Zuleta (investigadora principal), Gisela Daza (co investigadora) y Liliana Paredes (Beca Joven investigadora de Colciencias), junto con un equipo de estudiantes de último semestre en el año 2002, de las Facultades de Comunicación Social y de Ingeniería de Sistemas de la Universidad Central.

** Investigadora, con pregrado en psicología, especialización en investigación cualitativa, maestría en sociología y en filosofía y candidata a doctora en Historia; directora de la línea de investigación en Socialización y violencia del DIUC, grupo de investigación reconocido por Colciencias. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.


Resumen

Este ensayo tiene por propósito sugerir una interpretación del desarrollo del conflicto armado colombiano durante la última década del siglo XX mediante el uso de la concepción de poder de Michel Foucault. Ello con miras a presentar alternativas analíticas frente a la relación entre lo global y lo local donde se consideren algunas de las hipótesis contemporáneas sobre la cuestión del nacionalismo. El ensayo utiliza el término nacionalismo como sustantivo (lo que es) en lugar de como adjetivo (lo que debe ser) y ordena los conjuntos de acciones que, en torno al proyecto de lo nacional, han sido puestos en práctica por las guerrillas en Colombia.

Palabras clave: guerrillas colombianas, nacionalismo, guerra, imperio.

Resumo

O objetivo deste trabalho é sugerir um ponto de vista sobre o desenvolvimento do conflito interno colombiano durante a última década do século XX, através do uso da concepção de poder de Michel Foucault; Este propósito tem a intenção de levar em consideração uma perspectiva analítica da relação global-local onde alguns dos argumentos contemporâneos são considerados quanto à questão do nacionalismo. De acordo com isso, usa o termo nacionalismo como substantivo (que é) em vez de como adjetivo (o que é suposto ser), e organiza as ações conectadas que, em torno do projeto quanto ao nacional está em causa, foram colocadas em Prática da guerrilha colombiana.

Palavras-chave: guerrilheiros colombianos, nacionalismo, guerra, império.

Abstract

The purpose of this paper is to suggest a point of view about the development of the Colombian internal conflict during the last decade of the twentieth century, through the use of power conception of Michel Foucault; this purpose has the intention to take in consideration an analytical perspective of the global-local relationship where some of the contemporary arguments are considered regarding the question of nationalism. According to that, it uses the term nationalism as a noun (which is) instead of as adjetive (what is supposed to be), and it arranges the connected actions which, around the project as to the national is concerned, have been put in practice by the Colombian guerrilla.

Key words: Colombian guerrillas, nationalism, war, empire.


1. La transformación del modo de soberanía: la Coordinadora Nacional Guerrillera Simón Bolívar

El 8 de febrero de 1991, tres movimientos guerrilleros colombianos, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) y una disidencia del Ejército Popular de Liberación (EPL) (guerrilla que en ese momento se encontraba finalizando un acuerdo de paz), aceptaron acceder a un proceso de negociación mediante un diálogo. Para ello reactivaron un mecanismo de alianza que había sido creado hacía algunos años para propósitos similares, denominado la Coordinadora Nacional Guerrillera Simón Bolívar1. El gobierno que por ese entonces había llevado a buen término una negociación con el EPL fue quien planteó la realización de dicho proceso2. Dos fueron las condiciones para el inicio de la negociación: por parte de la guerrilla, la no imposición del cese al fuego durante la misma, considerándolo más bien como un resultado3; por parte del gobierno, la constitución de un organismo multilateral de “países amigos” que “facilitara” los diálogos, y la propuesta de que el lugar de la negociación no fuera Colombia, sino un espacio “neutral”4. A su turno, los medios para alcanzar la negociación propuestos por la guerrilla se basaron en el establecimiento de unas reglas que permitieran realizar una estrategia promotora de una nueva constitución para el país, denominada Convención Nacional5; el gobierno, a su vez, planteó la determinación de procedimientos para la financiación de las guerrillas durante el tiempo de la negociación, lo que incluía, por ejemplo, el establecimiento de un número de zonas de distensión (entre 50 y 60) por todo el territorio nacional, donde pudieran establecerse los guerrilleros mientras culminaba el proceso6. Por último, los principales fines por negociar sugeridos por la guerrilla fueron: 1. La desmilitarización de la sociedad. 2. Un nuevo orden económico y social. 3. Democratización nacional. 4. Soberanía, autodeterminación y política exterior independientes7.

Si se evalúan las condiciones para poner en marcha la negociación, es lícito suponer que, a diferencia de otros procesos de paz que exigieron acuerdos al interior de un solo movimiento, este proceso requería, además, acuerdos entre diferentes grupos guerrilleros. En primera instancia, cada guerrilla tenía que determinar unas reglas de juego para participar. A partir de estos acuerdos, los distintos grupos debían establecer unas reglas que aseguraran la participación de las distintas fuerzas en juego. Y, con base en esas reglas, las guerrillas necesitaban fijar unos propósitos generales y específicos, también comunes, que se convirtieran en los instrumentos de los diálogos. Visto de este modo, se demandaba una forma de negociación y de mediación con características democráticas, por lo menos en lo que concernía a la actuación de la guerrilla. Sin embargo, las dos partes sabían de antemano que estas condiciones mínimas eran de muy difícil cumplimiento dado el desenvolvimiento de los movimientos guerrilleros durante otros procesos de paz que habían fracasado no hacía mucho tiempo (sin entrar a analizar el desempeño del gobierno)8. Y tal como se podía anticipar que sucedería, sucedió: la responsabilidad del funcionamiento del mecanismo fue asumida por unos pocos responsables, los comandantes del ELN y de las FARC, a pesar de la necesidad de la participación de la pluralidad de fuerzas constituyentes9. En razón de lo anterior, los procedimientos democráticos de comunicación fueron coptados por pocos participantes, al tiempo que aparecieron elementos de distorsión de la información10.

Igualmente, si se evalúan los medios para el desenvolvimiento de las negociaciones, era presumible anticipar la imposibilidad de que las tres organizaciones guerrilleras aprobaran de forma concertada la realización de la Convención Nacional, ya que ni siquiera una sola de ellas aceptaba esa estrategia, lo que era del conocimiento de todas las partes en juego desde antes del 8 de febrero de 1991. Así, dentro del ELN, a la línea que suponía posible una transformación democrática del Estado, se le antepuso la militarista que pretendía lograr esa transformación sólo por la vía de una revolución armada, lo que concluyó en grandes divisiones internas11. Por otro lado, las FARC postulaban un proyecto comunista de autogobierno que no era ni siquiera coincidente con la Convención Nacional y, en virtud de lo mismo, dio señales de divisiones internas que, si bien no fueron tan marcadas como las del ELN, manifestaron pugnas entre sus direcciones política y militar12. Finalmente, la disidencia del EPL ya había demostrado que no compartía esa estrategia democrática y, por el contrario, postulaba una revolución cultural al estilo maoísta que diera lugar, por vía armada, a un Estado comunista, tipo China13. En lo referente a la posibilidad de establecer formas de financiación de las guerrillas se puede llegar a similares conclusiones. De hecho, existía toda suerte de documentación y de estudios, además de experiencias anteriores de procesos de paz, que daba cuenta de la dificultad de financiar a una guerrilla y, con mayor razón, a varias sin que se generaran problemas graves al interior del gobierno, de las fuerzas sociales o de las guerrillas. Lo mismo puede decirse de la posibilidad real de crear zonas de distensión, dada la gran injerencia de las guerrillas a lo largo del territorio nacional, lo que podría conducir a que, por un lado, las fuerzas militares no aceptaran dicho acuerdo y que, además, se presentaran enfrentamientos entre las tres agrupaciones que esgrimían diferente capacidad militar, política y económica en las zonas donde actuaban mancomunadamente14.

Tales circunstancias dieron lugar a los problemas que se manifestaron en divisiones inter e intra grupos, los cuales perturbaron la acción de la Coordinadora Guerrillera desde el mismo momento de la puesta en marcha de las negociaciones15. Las divisiones fueron atribuidas a traiciones de los participantes lo que a su vez generó conflictos internos y confrontaciones entre las tres guerrillas16. De suerte que las negociaciones se enfrentaron a una serie de obstáculos y suspensiones hasta el 18 de marzo de 1995, momento en que públicamente se anunció que la Coordinadora Guerrillera dejó de existir17.

¿A qué obedece que un mecanismo de negociación que de entrada estaba condenado al fracaso, fuera asumido como una opción plausible y se le otorgara alguna suerte de viabilidad por las guerrillas, el gobierno y la sociedad, a lo largo de un periodo de tiempo? En general, las tendencias de las respuestas que comúnmente se esgrimen frente a los fracasos de los procesos de paz en el país pueden esquematizarse en los siguientes términos: mientras que para algunos, es un asunto de mala fe de las guerrillas, para los otros, el problema estriba en la mala fe del gobierno. Así mismo, tales tendencias comparten el enunciado de la hegemonía que supone que la mayoría de las fuerzas sociales que componen a nuestra sociedad está en una posición de subyugación ya sea frente al gobierno, frente a las guerrillas o frente a otras fuerzas sociales (las económicas, por ejemplo), por lo que siempre termina subordinada.

Sin embargo, creemos que las anteriores respuestas hacen uso del siguiente tipo de razonamientos: “dado que el todo es corrupto, y ese elemento forma parte del todo, luego ese elemento es corrupto”. O, su inverso: “dado que ese elemento es corrupto, y ese elemento representa el todo, luego el todo es corrupto”. Razonamientos que comparten un mismo principio acorde con aquello que M. Foucault (1986) denomina “una concepción monárquica de la teoría del poder”. En sus palabras:

En el fondo, a pesar de las diferencias de época y de objetivos, la representación del poder ha permanecido acechada por la monarquía. En el pensamiento y en el análisis aún no se ha guillotinado al rey: De allí la importancia que todavía se otorga en la teoría del poder al problema… del Estado y de la soberanía (… ) hace ya siglos que entramos en un tipo de sociedad donde lo jurídico puede cada vez menos servirle al poder de cifra, o de sistema de representación… (pp. 108 y 109)

¿Qué respuestas serían factibles frente a la misma pregunta si se hiciera un desplazamiento que se acercara a la propuesta que toma en consideración el campo relativo a la inmanencia del poder? De acuerdo con Foucault:

…Me parece que por poder hay que comprender, primero, la multiplicidad de las relaciones de fuerza inmanentes y propias del dominio en que se ejercen, y que son constitutivas de su organización: el juego que por medio de luchas y enfrentamientos incesantes las transforma, las refuerza, las invierte; … hay que ser nominalista, sin duda: el poder no es una institución y no es una estructura, no es cierta potencia de la que algunos estarían dotados: es el nombre que se presta a una situación estratégica compleja en una sociedad dada. (pp. 112 y 113)

Siguiendo esta concepción, nuestra hipótesis sugiere que, mediante las negociaciones con la Coordinadora Guerrillera, se cumplieron propósitos específicos, distintos del provecho particular y de la subyugación, que sirvieron de enclave para la transformación del modo de soberanía basado en el imperialismo, al modo de soberanía sustentado en lo que M. Hardt y A. Negri denominan Imperio (2000)18. En sus palabras:

… Con todo, ya podemos reconocer algunos síntomas importantes del renacimiento del concepto de imperio… Un síntoma es, por ejemplo, el renovado interés que despierta y la efectividad que tiene el concepto de bellum justum, es decir, «guerra justa»… El concepto tradicional de una guerra justa implica la banalización de la guerra y su elogio como un instrumento ético, dos ideas que el pensamiento político moderno y la comunidad internacional de los Estados-nación habían repudiado resueltamente. Estas dos características tradicionales han reaparecido en nuestro mundo posmoderno: por un lado, se reduce la guerra a la condición de acción política y, por el otro, se sacraliza el nuevo poder que puede ejercer legítimamente funciones éticas a través de la guerra… (p.26)

Repasemos algunos de los requerimientos para otorgarle viabilidad a la negociación con la Coordinadora Guerrillera: primero, exigió una forma de negociación “democrática”, por lo menos en lo que concernía a las guerrillas. Segundo, demandó de la actuación de países amigos, que sirvieran de facilitadores. Tercero, determinó un espacio para la negociación con características de neutralidad que diferenció las acciones de negociación, de las acciones de guerra propiamente dichas. Cuarto, favoreció la manifestación de la guerra en el lugar como condición de la paz por fuera del lugar.

Hardt y Negri describen el nuevo modo de la soberanía de la siguiente manera: Primero, conformación de un orden democrático basado en organismos multilaterales. Segundo, conformación de proyectos constitucionales mediante los cuales se solicite la actuación militar a las grandes potencias. Tercero, actuación del orden democrático por fuera del espacio de las confrontaciones militares. Cuarto, imposición de la política de la “guerra justa” que hace necesaria la guerra en el lugar como expresión de la paz en el no lugar (Ibid, pp.11-33).

Puede notarse una gran coincidencia entre el orden promovido por esa noción de imperio y el mecanismo de negociación puesto en marcha con la Coordinadora Guerrillera. De ahí que postulamos que éste, más que haber cumplido un papel destinado a que las partes en juego obtuvieran provecho, configuró una puerta de entrada a la política de la “guerra justa” y sus particularidades, en el ámbito específico del conflicto armado colombiano. Lo que se produjo entonces, por efecto de su acción, fue un cambio de dirección de la soberanía que estimuló la diferenciación del espacio relativo a la paz de aquel particular de la guerra y convirtió al territorio colombiano en un campo de batalla, condición para poner en marcha cualquier tratado de paz. Así mismo, ese cambio de soberanía favoreció que los tratados de paz fueran un asunto supranacional, a la vez que, de manera constitucional, se solicitara para combatir la guerra la intervención militar de fuerzas extranjeras. En virtud de lo anterior, dichas negociaciones provocaron cambios en el ejercicio del poder, en el sentido en que lo entiende Foucault, que trastocaron la función y el papel de las guerrillas en Colombia, cuyo carácter nacionalista de un momento a otro dejó de tener una razón de ser y fueron tildadas, más bien, de grupos armados delincuenciales, desde la perspectiva de las directrices del Derecho Internacional Humanitario (DIH), de la Lucha contra el Narcotráfico y de la Seguridad Mundial.

2. ¿Guerra coyuntural o guerra estratégica?

Entre 1994 y 1996 se llevó a cabo el cambio de la función de las guerrillas, quienes dejaron de ser percibidas como resistencia política y se les impugnó, entonces, un carácter delincuencial, lo que facilitó no solo el ingreso, sino la instalación definitiva de la política de la “guerra justa” en nuestro país. El conjunto de sucesos que promovió este cambio puede ordenarse de acuerdo con tres direcciones: 1. La diferenciación entre las finalidades de los movimientos guerrilleros, que atribuyó a las FARC un interés nacional y a las demás guerrillas un interés local. 2. La equiparación entre guerrilla y narcotráfico lo que facilitó la injerencia directa de los países del norte (EE UU, y la Unión Europea) en el conflicto interno colombiano, a través de la política del DIH, por un lado, y de la política de la lucha contra el narcotráfico, por el otro. 3. La guerra entre guerrilla y paramilitarismo mediante la cual se transformó el carácter de ambas organizaciones. A continuación, se mostrarán las maneras como se desenvolvieron dichos sucesos.

1. Desde el año de 1994, las FARC iniciaron una guerra por el control territorial, mediante la cual se enfrentaron a las otras guerrillas, en la región de Urabá (una zona estratégica de gran importancia tanto por constituir una posible vía de comunicación entre los océanos Atlántico y Pacífico, por los ríos Atrato y San Juan, como por su cercanía al canal de Panamá), donde hasta entonces operaban los tres grupos guerrilleros. En esta zona también tenían una fuerte injerencia los movimientos paramilitares dado el predominio del latifundismo (del que dependía gran número de organismos de carácter obrero y sindical)19y del narcotráfico (en cuanto constituía una vía para el contrabando de narcóticos hacia el Caribe). Así, desde principios de este año, la prensa nacional y algunos comunicados de la guerrilla informaron de la “conquista” de las FARC del territorio de Urabá. De acuerdo con dichas informaciones, esta conquista buscaba consolidar esa región como la nueva central de operaciones, para reemplazar a aquella de la región de La Uribe (ámbito tradicional de operaciones de las FARC localizado en los Llanos Orientales que había sido desmantelado por las Fuerzas Armadas en 1990)20. Estas acciones dieron pie para una primera diferenciación “oficial” de los propósitos de las guerrillas; en efecto, según la prensa nacional, mientras que el objetivo del ELN y del EPL era mantener el control local en los municipios donde tenían injerencia, como tradicionalmente lo venían haciendo, el objetivo de las FARC era apoderarse del control del poder nacional, comenzando con la conquista de Urabá21 .

La hipótesis del reciente “interés nacional” de las FARC se basó en el cambio de su táctica que, de acuerdo con las noticias, de defensiva pasó a ser ofensiva. Ello tuvo como una de sus manifestaciones la declaratoria de guerra a las demás guerrillas que actuaban en la zona. En lo que respecta al EPL, las FARC pusieron en marcha una estrategia de exterminio de los reinsertados, política iniciada por las FARC y el EPL desde 1991 cuando la fracción del EPL que se había desmovilizado configuró el movimiento político denominado Esperanza, paz y libertad22. No obstante, a partir de 1994, se reportó que la acción de las FARC se volvió más agresiva y tuvo como blanco a los obreros de las bananeras de Urabá bajo la acusación de que los reinsertados del EPL pertenecían ahora a los paramilitares que actuaban en esa región23. En lo que concierne al ELN, las noticias no fueron tan explícitas, si bien mencionaban el interés de las FARC de dominar la zona a expensas de expulsar las columnas del ELN que actuaban en ella24. Así mismo, se hizo referencia a una declaratoria de guerra del ELN a las FARC en esa región por uno de los principales líderes del ELN, lo que condujo a problemas al interior de esa guerrilla25. Aunque se le dio relevancia a la guerra entre guerrillas en Urabá, las noticias también hicieron referencia a que en el resto del territorio nacional, ellas actuaron concertadamente, a través de la Coordinadora Guerrillera, específicamente en lo concerniente a actividades destinadas a construir nuevas iniciativas tanto para diálogos de paz, como para hacer la guerra. Hubo, sobre todo, dos tipos de acciones concertadas: el primero consistió en la promoción de diálogos regionales26 y en el desarrollo de tácticas militares ofensivas que facilitaran aumentar la extensión del control territorial27. El segundo tipo se relacionó con la utilización de la Coordinadora Guerrillera para el fortalecimiento de las milicias populares, asociada a los sucesos que se denominaron “la extensión de la guerra a las ciudades”, hechos que venían ocurriendo desde 1991. Sin embargo, a partir de 1995, los medios de comunicación le dieron gran despliegue a esta táctica que, de forma sistemática, iba tomando los barrios periféricos de las ciudades y suponía una estricta organización miliciana28.

A partir de estos hechos, la Coordinadora Guerrillera dejó de tener incumbencia en las negociaciones y sólo cumplió funciones militares, lo que coincidió con la conversión de las FARC en la guerrilla de mayor capacidad política y militar29. Paulatinamente, la Coordinadora fue desplazada hasta que, prácticamente, dejó de operar, salvo en algunas actividades puntuales que combinaban la acción de las guerrillas para asuntos militares específicos, en zonas donde actuaban las FARC y el ELN.

2. Durante el año de 1994, los medios de comunicación involucraron a las FARC con el tráfico de drogas. A diferencia de equiparaciones anteriores entre narcotráfico y guerrillas que se venían realizando desde los años ochenta, las de ahora suponían que las FARC no solamente tenía injerencia en el cultivo de la coca y en el de la amapola, sino que además participaba del proceso de fabricación de la cocaína y de la heroína y, más importante aún, del proceso de comercialización de la droga, con lo que se señalaba a esa guerrilla directamente de narcotraficante. Cabe anotar que la información presentada a lo largo de ese año no mostró pruebas concluyentes de esta actividad, sino que de forma sutil hizo coincidir algunas zonas de acción de las FARC con el descubrimiento de grandes cultivos ilícitos y grandes laboratorios de procesamiento de la droga30. En el año de 1995, la prensa hizo la equiparación de modo más explícito, ateniéndose a fuentes de información provenientes del ejército nacional que aseguraban la participación de las FARC en el procesamiento de la heroína y de la cocaína y en su tráfico31.

Lo anterior se complementó con otros sucesos que equipararon a las FARC con grupos de narcotraficantes y de paramilitares. Sin ser concluyentes, los medios de comunicación asimilaron, por un lado, la acción de los milicianos urbanos y la acción de las bandas de sicarios que trabajaban para el narcotráfico32 y, por otro, la acción de los milicianos urbanos y la acción de grupos de “limpieza social”33, estos últimos más acordes con el operar de las cooperativas de autodefensa que si bien fueron deslegitimadas por la Constitución de 1991, en 1996 fueron nuevamente legitimadas mediante personería jurídica, bajo el nombre de las Convivir34.

Así mismo, otra forma de equiparación entre guerrilla y narcotráfico se refirió a la actuación de las FARC en torno a Urabá. A diferencia de las anteriores, ésta se hizo de forma explícita y favoreció una hipótesis por medio de la cual se asumió que la importancia de esa zona para las FARC reposaba, principalmente, en que era un lugar estratégico tanto para el contrabando de armas, como para el contrabando de drogas. El día 11 de septiembre de 1996, se dio a conocer una declaratoria del Congreso de los Estados Unidos que proclamó a las guerrillas colombianas organizaciones narcotraficantes. Según esta declaración, aunque todas las guerrillas estaban envueltas en el narcotráfico, las FARC eran quienes prácticamente manejaban el negocio de la droga en Colombia35. La equiparación entre guerrilla y narcotráfico dio vía libre a la intromisión de otros países, ya no sólo en su rol de “facilitadores” para las negociaciones de paz, sino también en el papel de participantes activos con injerencia directa en el conflicto armado colombiano. De igual manera, estimuló una actuación de los organismos del DIH que influyó en la percepción nacional e internacional de la confrontación36, lo que, primero, obligó al ejército colombiano a acatar, por lo menos de manera nominal, las normas del Protocolo II de Ginebra37 y, segundo, presionó, también de manera nominal, a que los grupos en confrontación “humanizaran la guerra” y a que fueran enjuiciados por cortes internacionales con base en el acatamiento, o no, del DIH38.

3. Desde la segunda mitad del año de 1994, las noticias informaron de la guerra entre las FARC y los paramilitares, por el control de Urabá. De acuerdo con estas noticias, las FARC actuaron de la misma forma como tradicionalmente lo hacían los paramilitares: en primer término, las acciones de ocupación territorial comenzaban con una masacre obrera-campesina mediante la cual, con lista en mano, los guerrilleros escogían a sus víctimas que asesinaban frente a la comunidad (la mayoría de ellos pertenecientes a Esperanza, paz y libertad que residían en esa zona); a continuación venía la retirada, con consignas que informaban del control de la zona; al cabo de algunos días, se llevaba a cabo una ocupación del ejército que ocurría una vez los guerrilleros habían abandonado la zona. Por último, tales acciones ocasionaban migraciones masivas de campesinos que habitaban en la región de confrontación39.

La disputa de Urabá se volvió, entonces, un problema entre las FARC y los paramilitares, los últimos aparentemente unidos y bajo el mando de un solo comandante, líder hasta entonces del movimiento denominado Autodefensas Campesinas de Córdoba (ACC). Las ACC tenían como principal objetivo el control regional a través de artimañas para ocupar, apoderarse o forzar a vender al pequeño propietario. Posteriormente, fueron conocidas con el nombre de Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU) y su nuevo comandante, quien asumió el cargo en 1996, le adjudicó propósitos políticos, tales como auxiliar las actividades estatales de protección de la tenencia de la tierra, lo que incluía una lucha abierta contra las guerrillas40.

Con miras a expulsar a las guerrillas de Urabá, las ACCU pusieron en marcha, además de las maniobras militares y del terror que comúnmente utilizaban, una operación que tuvo gran efectividad: el secuestro de parientes de los guerrilleros ajenos a la confrontación armada. Esta operación fue originalmente interpretada por la prensa como retaliación a acciones de la misma índole que habían cometido las guerrillas frente a los paramilitares y, posteriormente, cuando condujo, por ejemplo, a que 160 hombres del EPL se desmovilizaran y se entregaran al ejército y 40 más lo hicieran directamente a las ACCU, fue interpretada como una táctica militar41. En 1997, las ACCU lograron su objetivo y expulsaron a las FARC de los municipios del norte de Urabá42.

La confrontación entre las FARC y los paramilitares generó cambios en la percepción de ambas organizaciones. Mientras las FARC fueron caracterizadas como una agrupación que abandonaba sus “ideales” políticos para volverse una “banda” ilegal y criminal, los paramilitares fueron juzgados ya no sólo como una organización criminal sino a la que, también, podía atribuírsele “ideales” políticos. Como es evidente, las guerrillas se opusieron a dicha consideración y la interpretaron como una táctica norteamericana de internacionalización de la guerra mientras que los paramilitares dieron inicio a un movimiento demagógico que generó polémica en distintos puntos de la opinión pública acerca de si podían o no participar de algún proceso de paz43.

De forma que, aunque los medios de comunicación privilegiaron una interpretación sobre la guerra entre las FARC y las ACCU en Urabá como problema coyuntural por el control de un territorio, la interpretación que queremos proponer la concibe, más bien, como la estrategia para que la política de la “guerra justa” tuviera un asidero territorial. En este sentido, se demandaba la conversión de los distintos grupos paramilitares en uno con propósitos políticos, lo que otorgó un reordenamiento del conflicto interno que, desde ese momento, apareció con dos bandos equivalentes44. De hecho, si bien era difícil suprimir de un tajo el carácter de resistencia política de las guerrillas, éste fue puesto seriamente en duda mediante su designación como narcotraficantes y delincuentes comunes. Igualmente, si bien era difícil imponer de un tajo carácter político a los grupos paramilitares, este carácter fue introducido, de modo sutil, mediante su reconocimiento como contrincantes legítimos de la guerrilla. Finalmente, la importancia de la región de Urabá no solamente concernió a su función en la agroindustria exportadora y en el narcotráfico sino, además, a su potencialidad de convertirse en la vía alternativa de comunicación entre el océano Atlántico y el Pacífico con las repercusiones que ello acarreaba para el neoliberalismo y para la globalización45.

3. ¿Hay o no hay resistencia?

Hasta ahora, el énfasis de este ensayo ha radicado en mostrar los caminos para la introducción y el asentamiento de las políticas de la “guerra justa” en el conflicto armado colombiano y ha dejado de lado las cuestiones de índole local a las que el conflicto también hace referencia. Estas cuestiones invocan una dimensión que se refiere al papel de resistencia de las guerrillas frente a la internacionalización del conflicto. Desde finales del año de 1996 hasta el año 2001, el protagonismo de las FARC en estos hechos fue de gran importancia y produjo un nuevo proceso de paz que gozó de características que difirieron en forma notable de las negociaciones con la Coordinadora Guerrillera al principio de la década.

La confrontación armada tomó otro giro, esta vez en el sur del país, zona donde estaban ubicadas grandes extensiones de plantaciones de hoja de coca y de amapola y funcionaba una pluralidad de asociaciones de pequeños productores, desde hacía décadas. El Bloque Sur de las FARC que actuaba como gobierno en algunos municipios de la región, contaba con amplio reconocimiento popular. En diciembre del año 1996, las FARC lanzaron públicamente una propuesta en la que señalaron la necesidad de despejar esa zona para reanudar los diálogos46. A diferencia del mecanismo puesto en marcha a través de la Coordinadora, éste fue elaborado por las FARC sin asociarse con otra guerrilla y tuvo dos antecedentes: en primera instancia, el conjunto de marchas, paros y tomas de carreteras realizados por cultivadores campesinos de hoja de coca y de amapola que ocurrieron durante el año de 1996, por medio de los cuales se buscó promocionar una solución al problema de los cultivos ilegales, consistente en la conformación de una mesa nacional de concertación que proponía la participación de representantes de organizaciones campesinas de diversas regiones del país donde hubiera plantaciones ilícitas47. Aunque las FARC no reconocieron injerencia alguna en el desenvolvimiento de estas movilizaciones, ni en la elaboración de la solución planteada, sí reconocieron coincidencias entre las luchas de los campesinos y la suya propia48. En segunda instancia, durante el año de 1996, se desarrolló una nueva ofensiva de las FARC que dio como resultado una serie exitosa de ataques a diferentes bases y centros de comunicaciones de las Fuerzas Armadas localizadas en el sur del país, con la consecuente toma de militares y policías como prisioneros49. Esta ofensiva generó formas de negociación encaminadas explícitamente a la liberación de rehenes, con características de acuerdos humanitarios50. Lograr acuerdos de esta naturaleza forzaba al gobierno a otorgarle a las FARC estatuto político, reconocimiento que finalmente obtuvo, mediante un pacto humanitario que, después de muchos obstáculos, tuvo lugar entre junio y julio de 1997, el cual ocasionó la desmilitarización de una extensa región del sur51 y consolidó otro antecedente de lo que más tarde daría lugar a la zona de distensión, nuevo mecanismo de diálogos de paz puesto en marcha por las FARC en 199852.

El 7 de enero de 1999 se inició oficialmente, en el municipio de San Vicente del Caguán (Caquetá), el desarrollo de la nueva iniciativa de diálogos entre las FARC y el gobierno colombiano. Al igual que el de la Coordinadora, supuso unas garantías, unos medios para llevar a cabo las negociaciones y unos fines. Entre las garantías más importantes se encontraba lo siguiente: 1. Despeje de las fuerzas militares en el sur de Colombia de cinco municipios que correspondían a 42.000 kilómetros cuadrados53; 2. Aislamiento de los paramilitares del proceso lo que implicaba el no reconocimiento de estatuto político; 3. Abandono del método de fumigación de los cultivos ilícitos, por lo menos en las zonas despejadas; 4. Inicio de las conversaciones sin el requerimiento de cese al fuego54. Así mismo, algunos de los medios fueron los siguientes: 1. Designación previa de los negociadores de la guerrilla y del gobierno (aunque podían hacer presencia representantes de otras instituciones nacionales y de otros países, los delegados del gobierno y de las FARC serían los únicos voceros oficiales); 2. Escogencia previa de sede de las conversaciones y elaboración el cronograma de reuniones; 3. Flexibilidad en la construcción de las reglas del juego, las cuales se conformarían en la medida en que el proceso se fuera desenvolviendo; por último, en cuanto a los fines, las FARC presentó una agenda provisional para iniciar las conversaciones que incluía: 1. Formulación de una estrategia oficial para la eliminación del paramilitarismo; 2. Cambio de las políticas estatales sobre los cultivos ilícitos, 3. Creación de una ley de canje permanente. Igualmente, el gobierno planteó, entre otros, la fijación de unos plazos específicos para el cese al fuego y para la liberación de los secuestrados55.

A diferencia de los hechos de 1991, este proceso de negociación sí tuvo viabilidad para su puesta en operación, razón por la que el cumplimiento de las garantías y de los medios fue anterior a su desenvolvimiento: el despeje de las zonas se llevó a cabo según las exigencias de las FARC, los medios para la negociación descansaron en pre-acuerdos tanto del gobierno como de la guerrilla. Igualmente, se tomaron medidas para evitar pugnas por el territorio o interferencias en los sistemas de comunicación56. Además, los residentes de esas zonas despejadas aceptaron que las negociaciones se llevaran a cabo en sus municipios57. Por otro lado, el gobierno consideró públicamente la necesidad de darle vía a algunos de los puntos de la agenda tales como el cambio de la política para la erradicación de los cultivos ilícitos, una ley de canje permanente58, la lucha contra el paramilitarismo e, incluso, otros de mayor envergadura para el país como una reforma agraria. Por último, al igual que lo que ocurrió en el año de 1991, el mecanismo contó con el apoyo de la mayoría de la sociedad colombiana que eligió como presidente de la república a quien aceptó ponerlo en marcha59.

Como es bien es sabido, el mecanismo fracasó después de sufrir, desde el comienzo, toda suerte de obstáculos y de suspensiones. Empero, al igual que con la interpretación ofrecida en relación con las negociaciones entre el gobierno y la Coordinadora Guerrillera, ¿es posible suponer que, además de los provechos particulares, el mecanismo de la zona de distensión produjo otro tipo de efectos? Quisiéramos, entonces, intentar nuevamente una aproximación que recoja los planteamientos de Foucault en lo que se refiere a su concepción inmanente del poder.

La iniciativa de paz de las FARC se acompañó de movilizaciones de distintos sectores, además de esgrimir diferentes formas de presión frente al gobierno, una de ellas, en el Caquetá en marzo de 1998, que fue considerada como el más cruento ataque al ejército nacional en los últimos cincuenta años de violencia60. Razón por la que, a través de esta propuesta de “conversaciones”61, las FARC querían demostrar que, lejos de conformar una banda de índole delincuencial y narcotraficante, constituían una resistencia de gran envergadura que gozaba de carácter político y que, como tal, debía ser legitimada62. De ahí la insistencia en la necesidad de incluir a diversos sectores de la sociedad, campesinos, obreros y políticos, entre otros, en cualquier iniciativa de paz que se pusiera en marcha. De ahí la insistencia por postular una ley de canje mediante la cual, jurídicamente, se hiciera el reconocimiento oficial de los propósitos políticos de las FARC para que, posteriormente, fueran legitimadas como movimiento beligerante. Pero, sobre todo, de ahí la presión por cambiar la dirección del conflicto armado y de reconvertirlo en un asunto interno, con características de pugna política que, aunque ligado al narcotráfico, no era un problema de narcotraficantes63.

Precisamente, a nuestro juicio, la insistencia de las FARC en la lucha por la soberanía nacional de la que se derivaron las garantías cuyo cumplimiento fue la condición para el principio de las conversaciones, respondió a un asunto que el grupo guerrillero parecía tener muy claro consistente en la renacionalización del conflicto64. Razón por la cual, este mecanismo difirió de otras fórmulas, compartidas entre guerrilla y gobierno, para alcanzar la paz65 en tanto contenía elementos singulares que le daban un giro a la forma como el conflicto armado se venía desenvolviendo en el país. En especial, esta estrategia buscaba desviar las tres direcciones anotadas que, a nuestro juicio, favorecieron la instalación de la política de la “guerra justa”, a saber: la atribución de un interés nacional a las FARC para acceder al control del gobierno; la equiparación entre las FARC y los narcotraficantes y, por último, la guerra entre las FARC y los paramilitares. A continuación especularemos un poco acerca de las tácticas utilizadas por este grupo para desviar las direcciones mencionadas:

En lo que respecta a la primera dirección, creemos que las FARC, a partir del mecanismo de la zona de distensión, pusieron en juego propósitos regionales, más que nacionales66. Esos propósitos no estaban solamente encaminados a obtener el control del gobierno local sobre territorios estratégicos, sino que además movilizaron una problemática inscrita en la crisis actual de los Estado-nación que hace referencia a la realidad de los pobladores rurales y aborígenes de diversas zonas intercontinentales quienes han mantenido relaciones ancestrales y tradicionales entre sí, con independencia de las fronteras geopolíticas y de sus legislaciones67. En este sentido postulamos que el mecanismo de la zona de distensión visibilizó la existencia de una pluralidad de organizaciones campesinas e indígenas de carácter multirregional conformada alrededor del problema de los cultivos ilícitos. De manera que la acción de las FARC movilizó una dimensión que traspasó las fronteras nacionales y se extendió a países como Ecuador, Venezuela, Perú y Brasil, al tener impacto sobre las poblaciones de pequeños productores campesinos y de colonos y aborígenes de la Región de la Orinoquia, del Putumayo y de la Amazonia, poblaciones profundamente imbricadas con asuntos globales tales como el de los flujos migratorios y el de las políticas ambientales, además del problema de los cultivos ilícitos, entre otros68. No es gratuito, entonces, que aparecieran noticias de prensa sobre una posible influencia de las FARC en las regiones limítrofes con Colombia69, ni tampoco es gratuito, ni coyuntural, la propuesta denominada Plan Colombia (mediante la cual el gobierno colombiano solicitó apoyo económico y militar de los Estados Unidos y de la Unión Europea para la lucha contra el narcotráfico, así como control militar sobre las fronteras por parte de los países limítrofes con Colombia )70 y su gran aceptación por el gobierno de los Estados Unidos71 .

En lo que respecta a la segunda dirección, puede señalarse algo parecido dado que ambas problemáticas están vinculadas. Aunque es cierto que las FARC buscaron explícitamente combatir su denominación jurídica de narcoguerrillas y obtener, otra vez, estatuto político, también es cierto que su acción perturbó el rumbo del problema de las drogas ilegales en el ámbito internacional72. Aunque la consecuencia de mayor envergadura de esa perturbación, fue la solicitud por parte del gobierno colombiano a los EE UU y a otros países europeos de intervenir en el conflicto interno colombiano a través del Plan Colombia, lo que convirtió un problema de carácter policial (lucha contra el narcotráfico), en un problema de carácter militar (guerra contra la narcoguerrilla)73, ello no significa que no haya habido otro tipo de efectos. Así por ejemplo, el hecho de que países como los EE UU tengan que asumir algunos de los costos de sus acciones unilaterales, por un lado y, por otro, de que se cuestione, en alguna medida, la eficacia de las fumigaciones74, aunque a corto plazo aparentemente reviste poca importancia, a mediano y a largo plazo puede ocasionar cambios mayores. En virtud de lo mismo, si bien era prematuro que en la zona de distensión pudiera darse un experimento exitoso de sustitución de cultivos ilícitos75, ello no quiere decir que tales experimentos y otros de distinta índole, si se quiere más radicales, no puedan llevarse a cabo en un futuro76.

Finalmente, en lo que hace mención a la guerra entre las FARC y los paramilitares también creemos que la confrontación iba más allá de una lucha por el control de algunas zonas del territorio nacional, aunque fuera de este modo como se presentaban los hechos. A nuestro juicio, la lucha tuvo que ver con un asunto que roza los proyectos de nación fortalecidos por el país77. En este sentido, reconocemos que los paramilitares no solamente han sido grupos delincuenciales creados para la defensa de la propiedad, sino que también expresan un amplio sector de la población colombiana (industriales, terratenientes, campesinos y obreros, entre otros)78 que se resiste a trastocar los privilegios mantenidos a lo largo de la historia del país. Justamente, la lucha entre los paramilitares y las FARC puso sobre el tapete la marcada diferencia de dos proyectos de nación: el uno encaminado a mantener las condiciones en las que prima “el derecho de propiedad”79, el cual ha consolidado las tendencias en la tenencia de la tierra por parte de grandes terratenientes y que demanda de las fronteras de los Estados-nacionales tal como se experimentan en la actualidad neoliberal, como condición para favorecer la fluctuación de los grandes capitales80. El otro proyecto se encamina a un reordenamiento regional en donde la tenencia de la tierra entre en otros regímenes de propiedad que privilegien una reorganización de lo regional mediante la cual se impacten las fronteras de los Estados nacionales, como condición para nuevas distribuciones geo-políticas de la soberanía.

Así, a pesar de que las FARC privilegiaron la línea militarista, a la vez que estimularon autoritarismos de distinta clase en la región del sur del país donde tuvieron pleno control, también impulsaron un modo de resistencia acorde con estos tiempos posmodernos de la era de la globalización. En efecto, tal como lo mostramos, el mecanismo de la zona de distensión promovió otra manifestación del nacionalismo que desvió en algún grado las tres direcciones de la política de la “guerra justa” a las que hicimos referencia. En consecuencia, aunque creemos plausible el argumento generalizado de que las FARC desaprovecharon una opción de resistencia de carácter nacional-global en la medida en que endurecieron las condiciones para la negociación81 y favorecieron, con ello, el ingreso en el país de la estrategia anti-terrorista (no es gratuito que en las elecciones presidenciales del año 2002 hubiera ganado el candidato que propuso explícitamente la puesta en marcha de esa estrategia y que lo lograra con la votación suficiente en la primera vuelta)82, igualmente suponemos que su modo de desviar las direcciones de la política de la “guerra justa” puso de manifiesto problemáticas sociales de gran envergadura (la regionalización, la cuestión del narcotráfico y la disputa por la propiedad de la tierra), que atañen al continente desde hace décadas. Si bien son inciertas las maneras como estas problemáticas se manifestarán en un futuro próximo, estamos seguros de que su importancia será crucial para el devenir latinoamericano.


Citas

1 “…Luego de la reciente reconciliación de la Coordinadora que aglutina ahora a los subversivos de las FARC, ELN y la disidencia del EPL…”, en: “La guerrilla de nuevo en el Magdalena Medio”, periódico El Tiempo, Bogotá, 08/03/1991.

2 “La Coordinadora Nacional Simón Bolívar dijo que ve con buenos ojos la propuesta de paz del Gobierno…”, en: “Frente del ELN acepta el diálogo y anuncia tregua”, periódico El Tiempo, Bogotá, 20/ 02/1991.

3 “La sexta cumbre guerrillera de comandantes de la CGSB aprobó que el tema de cese al fuego será debatido al final del proceso de paz y no al principio…” en: “Cese al fuego, última prioridad de la guerrilla”, periódico El Tiempo, Bogotá, 26/ 02/1992.

4 “El Gobierno aceptó la propuesta inicial de diálogo emitida por las FARC y el ELN el día 8 de febrero… los comisionados tendrán una reunión en el exterior para definir con los miembros del Gobierno, las FARC y el ELN… ,” en: “Listo en diálogo con las FARC y el ELN”, periódico El Espectador, Bogotá, 12/02/1991.

5 “El diálogo directo es el primer paso para lo que se supone que es el principal objetivo de la CGSB: lograr unas curules en la Asamblea Nacional Constituyente…”, en: “Buscando curul a plomo”, revista Semana, Bogotá, 12/02/1991.

6 “… El comisionado presidencial para la paz, Jesús Bejarano, condicionó un acuerdo de cese de hostilidades a la reclusión de la guerrilla en las llamadas zonas de distensión… ” en: “Guerrilla preparada para ceder en diálogos de paz”, revista Semana, Bogotá, 21/06/1991.

7 “Nuestra propuesta para una nueva constitución contempla cuatro grandes temas… ” en “Propuesta de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar para un gobierno democrático y popular,” en: Comunicado de la Coordinadora, 30/04/ 1991.

8 De acuerdo con Gallón y Orozco, las guerrillas colombianas son de distinta clase, por lo que es posible tipificarlas, a partir de la experiencia de su lucha en los últimos 30 años, en función de las relaciones con la población, el territorio y el proyecto estratégico, en militares, partisanas y societales. Así, según los autores, las FARC surgieron imbricadas en los procesos colonizadores, por lo que se pudieron instituir en algunas regiones del país como contra-Estados, a diferencia del ELN y el EPL, lo que les ha otorgado características societales. “Elementos para una tipología de las guerrillas colombianas,” en: Gallón, G., Orozco, I., et al. Derechos humanos y conflicto armado en Colombia, Bogotá, Editorial XXX, 1991.

9 “La violencia guerrillera viene incrementándose desde septiembre del año pasado cuando se produjo una cumbre de la Coordinadora donde se hizo evidente que la postura del cura Pérez del ELN, se había tomado la Coordinadora…”, en: “Buscando curul a plomo”, revista Semana, Bogotá, 12/02/1991 .

10 “Manuel Marulanda Vélez ‘Tirofijo’, Alfonso Cano, Iván Márquez, Raúl Reyes, Timoleón Jiménez y los comandantes de sus 46 frentes replantean la forma como la Coordinadora aplicó sus estrategias político-militares durante los últimos 18 meses… ”, en: “FARC: ¿No más en la Coordinadora?”, periódico El Tiempo, Bogotá, 10/07/1992.

11 “El ELN se dividió en dos bandos: el de los que defendían la necesidad de que los grupos insurgentes participaran en la Constituyente y el tradicional que se negaba a cualquier alternativa distinta a la de las armas… Todo esto derivó en la disidencia La corriente de renovación socialista que hoy asegura que representa una tercera parte de ese grupo guerrillero… ”, “La corriente sobre el ELN” en revista Semana, Bogotá, 22/10/1991.

12 “… Uno de los hombres que representó la línea de los intelectuales de las FARC, opuesta a Tirofijo, fue eliminado, según una comunicación interceptada entre Tirofijo y Reyes, donde el primero decía que varios hombres estaban condenados a muerte: ‘Ellos están corazón de pollito…’” en: “Corazón de pollito”, revista Semana, Bogotá, 03/03/1992.

13 De acuerdo con los estudios de Gómez Buendía, el origen de las FARC está asociado a la autodefensa campesina comunista que emigró al sur del Tolima y conformó las 16 Repúblicas Independientes, en 1960. El EPL surgió de deserciones de las FARC y del partido comunista en 1963. Con características maoístas, vinculadas con el conflicto sino-soviético, su campo de operaciones es la región del río Sinú, el río San Jorge y la región del bajo Cauca. Finalmente, el ELN tuvo como origen la Revolución Cubana y el movimiento estudiantil de los años 60. Por esta razón, dice el autor, es imposible hablar de un movimiento guerrillero unificado. Gómez Buendía, H. “La violencia contemporánea en Colombia: un punto de vista liberal”, en Sánchez, G., y Peñaranda, R. (Comp.) Pasado y presente de la violencia en Colombia, Bogotá, IEPRI y CEREC, segunda edición, 1991.

14 “La muerte violenta de más de 15 miembros de Esperanza, Paz y Libertad ha puesto al descubierto una realidad en Urabá: el ala disidente del EPL está asesinando a sus antiguos camaradas…” en “El pasado que no perdona”, periódico El Tiempo, Bogotá, 12/04/1992.

15 “… los delegados del frente Domingo Laín advirtieron que no apoyarían la decisión del diálogo, sean regionales o nacionales y que mantenían su posición: votar positivamente la declaratoria de una guerra contra el Estado…”, en: “Se dividió el ELN”, revista Cambio 16, Bogotá, 08/10/1993.

16 “La última reunión de la hoy dividida Coordinadora Guerrillera se produjo el pasado 28 de mayo, en una zona montañosa, en ella inclusive habría participado el ahora prisionero Francisco Caraballo”. En: “Cúpula de la CG estuvo de rumba” periódico El Tiempo, Bogotá, 29/08/1994.

17 “El último comunicado del secretariado del Estado Mayor Central de las FARC –fechado el 18 de marzo pasado– evidencia lo que de oídas se venía diciendo: ya no existe la coordinadora guerrillera…”, en “Tácita recriminación de las FARC al ELN por ataque a Carabobo”, periódico El Tiempo, Bogotá, 24/03/1995.

18 Como un ejercicio de carácter especulativo, pretendemos utilizar el concepto que estos dos autores proponen, en lugar de tan sólo citarlo. Cf. Hardt, M., y Negri, A. Imperio, Buenos Aires, Paidós, 2002.

19 “El Urabá cordobés conformado por los municipios de Tierra Alta y Valencia es el enclave del proyecto paramilitar de Fidel Castaño… Se crean, pues, enclaves productivos y se logra que a través de la amenaza o el asesinato la población abandone la región quedándose despoblada hasta por períodos de 6 meses, pasados los cuales es repoblada por recomendaciones del “patrón”, es decir, Fidel Castaño…” Colectivo de Derechos Humanos “Semillas de Libertad”, “Paramili tarismo en el suroeste antioqueño” en Guerra integral y alternativas de paz, Medellín, Editorial “Semillas de Libertad”, 1995, p. 50.

20 “El poder que Iván Márquez y el bloque Noroccidental han adquirido en la región les han hecho pensar que las FARC pretenden establecer una segunda Casa Verde en la inhóspita región de Urabá…” en “La paz de los fusiles”, revista Semana, Bogotá, 04/04/1995.

21 “Fuentes cercanas a los movimientos guerrilleros dijeron que… mientras las FARC buscan presencia nacional, el ELN pretende consolidar poder local y resolver sus crisis internas.” En “¿A cuantas muertes y cuánta sangre está el diálogo?”, revista Cambio 16, Bogotá, 25/07/1994.

22 “Los espacios que dejamos quiso tomarlos la guerrilla de las FARC, que además persiguió a los ex guerrilleros del EPL que abandonaron las armas, considerándolos traidores de la revolución, cuando lo único que soñaban era vivir en paz…”, en “Quien era Fidel Castaño” www. colombialibre.org.co, 2002.

23 “Toda vez que la pelea entre las FARC y los actuales reinsertados data de hace diez años… Uno de los puntos claves para lograr… el dominio de la región es el sindicato de trabajadores bananeros, SINTRAINAGRO, que agrupa el 70% de la fuerza laboral…” en “Juegos de guerra”, revista Cambio 16, Bogotá, 14/02/1994.

24 “El contraste con Urabá es enorme. Aquí donde se concentran los frentes V, XVIII, XXXIV y XXXV de las FARC, además de las columnas del ELN y la disidencia del EPL… Para que el dominio sea total, las FARC rechazan la presencia de movimientos o fuerzas políticas que pongan en peligro su soberanía…” Ibid.

25 “Francisco Galán (cabecilla del ELN) dio una orden a los comandantes de la columna, que podría ser interpretada como la declaratoria de guerra a las FARC por la región de Urabá…” en “En boca cerrada”, revista Semana, Bogotá, 14/11/1995.

26 “… Manuel Pérez, jefe del ELN, quien en las montañas del Noreste anda trabajando en el diseño de una estrategia negociadora que, según se logró establecer, coincide con el planteamiento de las FARC en el sentido de fortalecer y fomentar los diálogos regionales…” en “Se dividió el ELN”, op cit.

27 “La vía entre Bucaramanga y La Gloria fue tomada por guerrilleros de las FARC y el ELN durante varias horas. Los subversivos montaron retenes desde muy tempranas horas en diversos lugares y procedieron a incendiar vehículos particulares y de servicio público…” en “Queman 13 carros en la vía a la Costa”, periódico El Tiempo, Bogotá, 22/09/1994.

28 “…Cada milicia revolucionaria tiene N número de comandos. Cada integrante de comando está a cargo de una célula de 7 hombres, lo que significa que una milicia puede operar con 20 hombres en armas y 80 personas realizando inteligencia a los comandos. En Santa Fe de Bogotá, el movimiento miliciano está influenciado básicamente por las FARC y el ELN y opera en Ciudad Bolívar, Suba y Bosa principalmente… ,” Téllez, A.M. Las milicias populares: otra expresión de la violencia social, Bogotá, Editorial Rodríguez, Quito, 1995, p. 45.

29 “Esta guerrilla, que para Tirofijo es una empresa política pero para los militares una empresa criminal, se constituye hoy en el principal grupo subversivo del país y del continente…” en “A la sombra de Tirofijo”, revista Cambio 16, Bogotá, 01/02/1997.

30 “Un cultivo de amapola condujo accidentalmente al Ejército Nacional hasta el que, según los altos mandos militares, es el cementerio de los 65 guerrilleros de los frentes XI, XII y XXII de las FARC, que la organización fusiló, en septiembre de 1988…”, en “Hallan 65 fosas en Santander”, periódico El Tiempo, Bogotá, 12/01/1994.

31 “Aunque, según Briceño, las FARC no tienen nada que ver con el narcotráfico, el Brigadier general Norberto Andrade dice que, en la operación fulminante que avanza contra las FARC –en Dabeiba e Ituango–, se han encontrado cultivos de amapola y laboratorios que confirman que las FARC están involucradas con el narcotráfico…” en “Narcoguerrilla”, revista Semana, Bogotá, 27/09/1994.

32 “Bajo el dominio directo del V Frente de las FARC también están las Milicias Bolivarianas, unos 500 muchachos entre 12 y los 17 años que realizan ‘trabajitos’ de boleteo, extorsión y secuestro… Su forma de operar recuerda la de los sicarios de Medellín…” en “Justicia para La Chinita”, revista Cambio 16, Bogotá, 30/01/1995.

33 “En el barrio Malvinas, unas lomas escarpadas al suroeste de Bogotá que fueron invadidas a partir de la década del ochenta, hay una célula de las milicias populares… Sus líderes políticos… han prestado los servicios de ‘seguridad’ y ‘justicia’ al ‘limpiar’ las zonas de delincuentes comunes y drogadictos…” en “La incorrección de las milicias”, revista Cambio 16, Bogotá, 12/06/1995.

34 “Recientemente para darle la cobertura legal a su empresa de fachada, el Estado oficializó las cooperativas de seguridad llamadas eufemísticamente Las Convivir. Al amparo de la Constitución de 1886, las FFMM crearon estos grupos, según confesión de parte de muchos generales entre ellos Alvaro Valencia Tovar… Las Convivir ya tienen, pues, personería jurídica…” en “paramilitares y gobierno ¿Dialogando sobre qué?” Revista Resistencia, 00/07/1996.

35 “Lo que ocurrió al medio día del miércoles 11 de septiembre… fue lo que habían esperado durante 10 años militares y policías colombianos… El subsecretario de Estado para asuntos de narcotráfico… y un grupo de congresistas republicanos… declararon que la guerrilla colombiana se convirtió en un ‘cartel del narcotráfico’ y que representan un peligro para la sociedad norteamericana… ‘Actualmente controlan el 80% de los cultivos ilícitos del país…’ dijo el Ministro de Defensa Juan Carlos Esguerra. De esa cifra, el 70% de los cultivos estarían en manos de las FARC, el 25% bajo control del ELN y un 5% con influencia del EPL…” en “Guerrilla del cartel”, revista Cambio 16, Bogotá, 16/09/1996.

36 “Fuentes del Ministerio insisten en que no es cierto que las FARC respetan los derechos humanos. ‘El 5 de marzo en el centro de la plaza de Ituango, por ejemplo, asesinaron a tres presos que sacaron de la cárcel y los fusilaron frente a todo el mundo…’” en “Las FARC no son como se pintan”, revista Cambio 16, Bogotá, 17/04/1995.

37 “… Las buenas noticias para la paz no terminaron allí… la Corte Constitucional declaró exequible la ley que avala el Protocolo II de Ginebra. Esto significa que jurídicamente se acogen definitivamente las normas internacionales sobre derecho internacional humanitario y de paso se le da un voto de confianza al actual proceso de paz… ”, en “Empujón de paz”, revista Cambio 16, Bogotá, 29/05/ 1995.

38 “En Colombia, según información de la dirección de inteligencia militar, son 2.000 los menores que han sido utilizados para acciones de combate…” en “Soldaditos de plomo”, revista Semana, Bogotá, 30/04/1996.

39 “Con base en decenas de testimonios y análisis de casi 2000 folios de transcripciones y documentos recogidos entre el 23 de abril y el mes de julio de este año, la Comisión Verificadora de Actores de la Violencia en Urabá encontró que todos los actores armados de la zona, sin excepción, han sacrificado a la población civil por el interés en el control territorial y de dominio político en la región…” en “Urabá debe ser un laboratorio de paz”, periódico El Tiempo, Bogotá, 04/ 09/1995.

40 “Los cambios que impuse se vieron en lo político… Con la ayuda del comandante Rodrigo, ‘Doble Cero’, redactamos los primeros estatutos de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, lo que se comenzó a llamar oficialmente las ACCU… , iniciamos la fuerte propagación de la Autodefensa en Urabá, allí se dio la etapa más dura de toda la guerra, la lucha por controlar el eje bananero asediado por las FARC y una columna del EPL. Todo esto sucedió entre junio de 1994 y abril de 1997” en Castaño, C. “Estamos cambiando”, Mi confesión, www.colombia libre.org.co 2002.

41 “… La guerra que se inició la semana pasada llegó a su punto máximo con el secuestro de la madre y la hermana del cabecilla de las FARC, Luciano Marín Arango…., y que confirma lo que las ‘Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá’ (ACCU), dijeron a Cambio 16 en… diciembre del año pasado: ‘El secuestro será nuestra nueva arma contra la guerrilla…’ el efecto más inmediato fue la desmovilización de 200 hombres del EPL que operaban en Urabá…” en “La otra guerra sucia”, revista Cambio 16, Bogotá, 21/10/1996.

42 “Las FARC están desesperadas por ganar el territorio de Apartadó que, a diferencia de los municipios del Norte –San Pedro, San Juan, Arboletes y Necoclí– donde las autodefensas no les permiten el paso, está todavía en disputa…”, periódico El Espectador, Bogotá, 02/03/1997.

43 “El Presidente Samper también habló y dio a su manera otro empujón a la paz. Se refirió al paramilitarismo un tema que hasta ahora había estado ausente en las agendas de paz… ‘El Gobierno trabajará en la creación de una política especial de sometimiento a la justicia. Así se les permitirá a los integrantes de estos grupos obtener beneficios si dejan las armas’… ”, en “Empujón de paz”, op cit.

44 “El presidente Samper, a través de los tres poderes, los partidos políticos y utilizando los medios de comunicación, ha manifestado públicamente que el país está en guerra…” en “El bloque Sur de las FARC comunica a la opinión pública”, periódico El Espectador, Bogotá, 26/11/ 1996.

45 “Aunque a la mayoría les parece impronunciable la palabra “Urabá” no es extraña para los políticos y autoridades de los Estados Unidos… Desde 1994, aparece cada vez con más frecuencia en informes confidenciales sobre seguridad nacional norteamericana… El Departamento de Estado la incluyó ese año en sus documentos sobre narcotráfico y violación de derechos humanos… ”, en “Banana Republic”, revista Cambio 16, Bogotá, 13/05/1996.

46 “…Elaboración de una nueva carta a través de una Asamblea Nacional Constituyente, con amplia representación de todas las vertientes políticas, iglesia, clase obrera, campesinado y la insurgencia, en igualdad de condiciones… que abra las puertas de una nueva democracia… Derogatoria de todos los decretos represivos contra el pueblo… Desmonte total del paramilitarismo y de las cooperativas Convivir, por ser hijos legítimos del régimen y del Estado… Trato correcto del gobierno, mandos militares y autoridades civiles, en los medios de comunicación para la insurgencia… Suspensión oficial de ofrecimientos por las cabezas de los dirigentes de la insurgencia en los medios de comunicación… el despeje total de tropas de cuatro municipios: La Uribe, Mesetas, Vista Hermosa, y Macarena, para poder reunirnos con las comisiones oficiales de ambas partes para exponer sus puntos de vista en relación con la política de paz… ” en “Carta de Manuel Marulanda Vélez a Augusto Ramírez Ocampo”, Comunicado de las FARC, 00/12/1996 .

47 “De cualquier manera, el estado de las negociaciones y el análisis de los hechos generan expectativa sobre un incremento del conflicto… Además de que se conocen informaciones sobre la preparación de nuevas marchas, la presencia de los guerrilleros de las FARC en la promoción del paro cívico de Orito es mencionada por los negociadores oficiales como una señal preocupante hacia el futuro… La comisión gubernamental consideró inaceptable la propuesta de hacer una reunión en Bogotá, con representantes de campesinos productores de coca provenientes del Caquetá, Putumayo y Guaviare… La idea formulada por los representantes de los campesinos era la de hacer una gran ‘mesa nacional de concertación’ con participación de representantes de todas las zonas donde se presentan situaciones semejantes… ” en “La guerra de la coca”, revista Cambio 16, Bogotá, 19/08/1996 .

48 “Mientras esto ocurre, la inteligencia militar desarrolla su trabajo de propaganda negra… Emitieron un falso comunicado a nombre del Secretariado, que pretendía vincular las marchas campesinas de todo el país, pero especialmente las del Caquetá y Putumayo con las FARC… no se convencen que el pueblo colombiano está ejerciendo su derecho de lucha por mejores condiciones de vida…” en “Los sesenta soldados no están secuestrados, son prisioneros políticos”, revista Resistencia, 00/12/1996.

49 “Tres exguerrilleros de las FARC que tomaron parte en el asalto de las Delicias y el secuestro de los 60 soldados relataron a Semana como vivieron esos días… Había unos 400 guerrilleros… En ese sitio habían construido un réplica exacta de la base las Delicias…” en “Los desertores”, revista Semana, Bogotá, 21/04/1997.

50 “Por otro lado, el Gobierno se mostró en las últimas horas dispuesto a disponer todo cuanto sea posible para la liberación…” en “Tregua de reconciliación ronda a la zona del Caguán”, periódico El Espectador, Bogotá, 01/06/1997.

51 “Aunque la hora cero para el despeje militar en Caquetá comienza a partir de las cero horas de mañana, para quienes van a participar en la liberación de los militares, es claro que hasta el 1 de junio se adelantará la verificación del despeje y entre el 2 o 3 de junio se realizaría un encuentro con los delegados de las FARC…” en “Cita con las FARC el 2 o 3 de junio”, periódico El Espectador, Bogotá, 22/05/1997.

52 “En una semana, cuando termine el despeje militar de los 13.161 kilómetros en el Caquetá, la selvática región del Caguán volverá a ser lo que fue: zona de guerra. Por eso San Vicente del Caguán, Cartagena del Chairá, Remolino y otras localidades como Puerto Rico, Curillo y la misma capital, Florencia, continuarán en la mira del bloque sur de las FARC…”, en “La refriega continuará en el Caquetá”, periódico El Espectador, Bogotá, 14/ 06/1997.

53 “La fuerza pública tendrá 23 días, a partir de hoy para cumplir la orden presidencial de despejar los cinco municipios que harán parte de la zona de distensión… En ese lapso de 90 días se cumplirá la etapa de verificación por parte de las FARC de las órdenes de despeje y se iniciará el diálogo respectivo con este grupo guerrillero… en “Así se realizará el despeje”, periódico El Espectador, Bogotá, 15/10/1998.

54 “El pasado 22… el presidente Pastrana abrió la posibilidad de un diálogo entre Estado y guerrilla ‘para construir un tercer escenario de democracia en Colombia’… Pastrana reconoció la necesidad económico-social de la población que sobrevive del cultivo de coca y la amapola… en presencia de Enrique Iglesias presidente del BID, dijo que en ‘Colombia la expresión jurídica prioritaria de una democracia plena’, es la realización de una ‘reforma agraria integral’… Esta necesidad también ha sido defendida por la organización guerrillera, desde el 20 de julio de 1964 cuando aprobó su programa agrario… ” en “Coincidencias con las FARC” periódico El Espectador, Bogotá, 25/10/1998.

55 “Por el momento, esta semana empezará una fase del proceso de paz en la que se deben obtener algunos acuerdos preliminares de forma alrededor del Caguán y la agenda, según lo explicaron los analistas, Enrique Serrano y Alfredo Molano… “ en “Paz: un camino que se empieza a andar”, periódico El Espectador, Bogotá, 03/ 01/1999.

56 “Ricardo Piñeros aseguró que los periodistas cuentan con una gran herramienta en las manos, como son los medios de comunicación, para comenzar a crear una verdadera conciencia de reconciliación entre la sociedad civil… Fue claro en advertir que no se pueden debatir temas previstos para una negociación de paz a través de los medios de comunicación y mucho menos, se pueden conocer los puntos de un posible acuerdo antes que llegue a la mesa de conversación… , en “Contactos del nuevo gobierno con la guerrilla”, periódico El Espectador, Bogotá, 05/07/1998 .

57 “… La instalación de las mesas de diálogo es de gran importancia para Colombia y a la vez, ha generado expectativa en buena parte del mundo. En San Vicente entretanto, se vive un auténtico ambiente de fiesta, casi todas las casas están engalanadas con la bandera nacional y la bandera blanca de la paz. Los pobladores abrigan la esperanza de que Colombia ingrese pronto a la senda de la reconciliación…” en “La paz parece hoy más cerca”, periódico El Espectador, Bogotá, 07/ 01/1999.

58 “… Acogiendo la sugerencia de Manuel Marulanda, máximo dirigente de las FARC, el Presidente Andrés Pastrana convocó a representantes de los tres poderes públicos para decidir sobre el canje de guerrilleros detenidos, por soldados y políticos secuestrados… con el fin definir la viabilidad jurídica de la propuesta de canje… ” en “Gobierno cita cumbre para definir el canje”, periódico El Espectador, Bogotá, 27/10/1998.

59 “Tirofijo no votó en las elecciones del pasado 31 de mayo, pero aún así terminó apostándole a la candidatura de Pastrana. Para las FARC fue definitivo que el candidato de la alianza por el cambio se comprometiera desde el primer momento al despeje de los cinco municipios sin contraprestación alguna y a no mezclar las negociaciones con la guerrilla y los paramilitares…” en “El voto de Tirofijo”, revista Semana, Bogotá, 29/06/1998.

60 “¿Cómo explicar un balance tan cruento? Ochenta militares muertos entre el lunes 2 y el martes 3 de marzo en el inhóspito sector del Billar. Treinta uniformados más heridos, 43 secuestrados, según las FARC… De todas formas es un hecho sólo comparable al ocurrido en los años 50…”en “La batalla del Caguán”, revista Semana, Bogotá, 09/03/1998.

61 “En medio de la conversación del 11 de agosto, Calarcá lanzó una frase que sorprendió a todos: ‘no va a haber una mesa de negociación, lo que va a haber es una mesa de conversaciones, la verdad es que nosotros no tenemos nada que negociar’…” en “Negociación o diálogo”, revista Semana, Bogotá, 05/10/1998.

62 “Las FARC-EP… en reunión plenaria de su Estado Mayor Central, efectuada en noviembre de 1997, ratificó la invariable disposición de conversar con los colombianos en nuestra propia patria… ”, en “Gobierno mentiroso”, revista Resistencia, 00/05/1998.

63 “…Rechazamos los intentos de deslegitimizar nuestra lucha con calumnias como vincularnos con el narcotráfico y con el terrorismo, …” en “Solidaridad”, revista Resistencia, 00/05/1998.

64 “Tras las cortinas de humo de la guerra antinarcótica camina en realidad la guerra contra la soberanía nacional y con la estrategia andina aplicada desde Bolivia, Perú y Colombia para perseguir la cocaína, la heroína, la marihuana y otras yerbas, en realidad se profundiza el sometimiento colombiano a ambiciosos planes de colonización del Gobierno norteamericano…” en “Soberanía y lucha antidrogas: pepas y pepas”, Revista Resistencia, 00/08/1998.

65 “Advierte Ríos Muñoz, ‘se están dando elementos de aproximación entre la propuesta gubernamental anunciada el pasado 9 de septiembre, y el giro inesperado de las FARC…’ “ en “Gobierno y FARC coinciden en fórmulas de despeje”, periódico El Espectador, Bogotá, 12/ 10/1997.

66 00/02/98(1268) De acuerdo con González, la influencia de las FARC en las poblaciones del sur de Colombia responde a un proceso de largo plazo, asociado a la colonización y al poblamiento de dichas regiones y vinculado a la dinámica propia de los cultivos ilícitos. Cf. González, J. J. “Regionalización y conflicto: De colonos, guerrilleros y chipalos” en González, J.J. et al. Conflictos regionales: Amazonia y Orinoquia, Bogotá, IEPRI, 1998.

67 “Nos denominamos bolivarianos porque creemos y rescatamos los principios fundamentales del Libertador Simón Bolívar, entre ellos, la lucha por la unidad latinoamericana, la lucha antiimperialista, y la lucha por el bienestar de los pueblos… Por nuestras características y por las actividades que realizamos somos puente entre la guerrilla y la organización popular, teniendo en cuenta que no es posible llegar a un proceso insurreccional armado sin una base social…” en “El cambio que requiere el país necesita la toma del poder”, revista Resistencia, 00/03/2000.

68 “El rostro del Putumayo por su parte constituye un espejo más auténtico: mientras que paras y guerrilleros se disputan el control de 60.000 hectáreas de coca, la población huye aterrorizada hacia el Ecuador mientras el gobierno trata de implementar un programa de sustitución de cultivos en medio del paro…” en “Cincuenta y tres muertos”, revista Semana, Bogotá, 22/10/2000.

69 “La voz de alarma la dio la semana pasada el ministro de Defensa de Ecuador, Hugo Unda, cuando aseguró a la prensa en Quito que detrás de las multitudinarias protestas indígenas por la crisis económica de su país, estaría un creciente apoyo de las FARC…” en “El patio trasero” revista Cambio, Bogotá, 12/02/2001.

70 “A medida que avanza el debate en el Congreso norteamericano, sobre el paquete de ayuda por mil seiscientos millones de dólares, solicitado por el Gobierno colombiano a los EE UU como aporte a la financiación del denominado Plan Colombia, va quedando al descubierto el origen, alcance y verdaderos objetivos del mismo…” en “La ayuda gringa no viene en plata sino en plomo”, en revista Resistencia 00/03/2000.

71 “Se espera que finalmente el Senado de los Estados Unidos apruebe el mes entrante la ayuda para el Plan Colombia, y Clinton ha enviado permanentes señales de que no piensa terminar su mandato en deuda con el gobierno Pastrana. Así que su contraparte en la mesa sabe que los fondos vienen en camino. Así las cosas, el monto de las apuestas no es para nada despreciable. El case del gobierno, con 60 helicópteros artillados, dos batallones antinarcóticos armados hasta los dientes y el respaldo de la comunidad internacional que ve cada vez con más malos ojos a las amenazas de la guerrilla, no resulta fácil de igualar…” en “Se delicó Pastrana”, revista Cambio, Bogotá, 08/ 05/2000.

72 “El Secretariado de las FARC invitó a una delegación del Congreso de los Estados Unidos a la zona de despeje y a visitar Cartagena del Chairá ‘para que aprecien con sus propios ojos la realidad que viven miles de campesinos pobres, convertidos por sus necesidades económicas en cultivadores de coca…’” en “FARC proponen legalización de droga”, periódico El Espectador, Bogotá, 30/ 03/2000.

73 “Las acciones del batallón contra el narcotráfico se extenderán por dos semanas más… , según lo indicó el comandante de la Fuerza Aérea Conjunta del Sur… Al mismo tiempo se prueba la capacidad táctica del batallón contra el narcotráfico que se enfrenta a una acción de este tipo… En medio de la operación que lleva 12 horas, las fuerzas militares han encontrado a guerrilleros de los frentes 48 y 49 de las FARC en el 80% de los lugares allanados… ” en “Avanza en selvas operación Jaguar”, periódico El Espectador, Bogotá, 13/09/ 2000.

74 “…Simultáneamente el gobierno a través del INCORA aprobó un programa que define como zona de reserva campesina el municipio de Puerto Asís (Putumayo), para contribuir al desarrollo de programas de sustitución de cultivos ilícitos y beneficiar a 4.700 campesinos de la región. Esta decisión se produce diez días después de que las FARC levantaran el paro armado que mantuvieron en el Putumayo casi durante dos meses, y que provocó un creciente éxodo campesino y parálisis en la región fronteriza con Ecuador…” en “Iglesia propone a las FARC una tregua navideña”, periódico El Espectador, Bogotá, 24/12/ 2000.

75 “Las versiones no oficiales indican que Ramírez quien actúa como segundo comandante del Bloque Sur se pondrá al frente del proyecto de sustitución de cultivos que las FARC han propuesto de manera reiterada a Estados Unidos…” en “Cambios en equipo negociador con las FARC”, periódico El Espectador, 04/04/ 2000.

76 “El comandante en jefe de las FARC-EP Manuel Marulanda Vélez, presentó una propuesta de sustitución de cultivos ilícitos hace un año y medio… ‘En ese tiempo no obtuvimos respuesta favorable por parte del presidente… Por eso no tiene sentido seguir insistiendo en esa propuesta que fue presentada en detalle en la audiencia pública sobre cultivos ilícitos, explicó el líder insurgente…’” en “FARC no insistirá en sustitución”, periódico El Espectador, Bogotá, 29/08/ 2000.

77 “Según fuentes cercanas del movimiento insurgente, el cese al fuego tiene que amarrar la actuación de los grupos paramilitares… para las FARC, las fuerzas armadas y el paramilitarismo son harina del mismo costal…” en “Si hay cese al fuego ¿para qué helicóptero?”, periódico El Espectador, Bogotá, 18/04/2000 .

78 Existe una discusión alrededor del problema de la composición del paramilitarismo. A nuestro juicio, este movimiento es cultural, es decir, está fuertemente inserto en la sociedad y, en virtud de lo mismo, está compuesto por grupos sociales de carácter heterogéneo. Dice C. G. Páramo en relación con el paramilitarismo: “apela en este caso a valores asentados en la estructura profunda de la sociedad y la cultura, carentes de cualquier proyección utópica…, apuntando a un retorno a los valores imperantes en la sociedad agraria previos al cooperativismo y la ideología proletaria.” Páramo, C.G. “Civilización y barbarie en el proyecto paramilitar”, en Cubides, F., y Domínguez, C. (Eds) Desplazados, migraciones internas y reestructuraciones territoriales, Bogotá, CES-UN, 1999, pp. 199.

79 A partir de nuestras investigaciones hemos sostenido la tesis de que en Colombia se ha desarrollado lo que G. Deleuze y F. Guattari denominan “el derecho de propiedad” o concepción de la posesión como un privilegio, en contraste con lo propiamente capitalista que la hace circular como un derecho a ser alcanzado o “la propiedad en tanto derecho”. Cf. M. Zuleta y G. Daza El particular desorden de la periferia, Bogotá, DIUC- Siglo del Hombre Editores, 2002, pp. 118-125.

80 De acuerdo con S. Amín y R. Herrera una de las estrategias que desarrolló el neoliberalismo consistió en darle curso a los capitales flotantes, a través de las fronteras nacionales. A nuestro juicio, el proyecto político desplegado por el paramilitarismo, aunque no está inscrito en las condiciones capitalistas de liberalización de los flujos de la propiedad, sí está inscrito en las condiciones neocapitalistas de liberalización de los flujos de los capitales. Cf. S. Amín y R. Herrera, “El sur en el sistema mundial en transformación,” Nómadas No. 12, Bogotá, pp. 10-18.

81 “El pasado 15 de mayo fue enviada a la Fiscalía una carta de siete páginas firmada por campesinos del área de despeje que afirman representar a 60 familias. Su contenido es un recuento de acciones ilegales y de hechos de violencia que, según la denuncia, han sido propiciados por las FARC…” en “Los conflictos del despeje”, periódico El Espectador, Bogotá, 09/07/2000.

82 “El obispo de Tunja, monseñor Luis Augusto Castro, quien también integra la delegación de la Iglesia que visita la zona del Caguán, consideró que el país está atravesando un ‘momento delicado porque las voces que quieren adoptar medidas de fuerza o tomar actitudes intolerantes pueden ser más escuchadas’…” en “Iglesia propone a las FARC una tregua navideña”, periódico El Espectador, Bogotá, 24/12/2000.


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