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Editorial

Abordar el tema de la investigación cualitativa significó identificar los principales ejes de la reflexión y el debate actuales, pues no queríamos correr el riesgo de presentar un manual de metodologías y técnicas, pobre y necesariamente incompleto; o en su defecto, una compilación de experiencias descriptivas y puntuales que, dado el espacio con el cual contamos, no serían lo suficientemente enriquecedoras. En este sentido, nuestro interés se centró en abordar algunas de las discusiones significativas de esta perspectiva investigativa, planteándonos de entrada las dimensiones ética, política y comunicativa como una manera de complejizar el debate tradicionalmente aséptico que se ha dado en torno de ella y de su necesaria relación con la cuantitativa.

Un abordaje en esta perspectiva, no sólo le da continuidad al debate que planteamos en el número anterior sobre el tema de la relación entre la investigación y las transformaciones sociales, sino que permite visibilizar aquellos otros elementos necesariamente implicados en el ejercicio investigativo que hoy cobran relevancia en el campo académico y en la manera como este mismo campo se inserta en la dinámica de la sociedad contemporánea. Inserción que tiene implicaciones tanto epistemológicas y metodológicas como éticas y políticas. En ese sentido, pensamos y asumimos que tanto la realidad social como el enfoque investigativo y la relación que se establece entre los dos, una de cuyas expresiones es el saber producido, son construcciones situadas espaciotemporalmente, con contenidos y sentidos éticos y políticos y, en última instancia, productos histórico-sociales.

Por supuesto, un primer ámbito de trabajo, por demás necesario, es el de la tensión existente entre las perspectivas cualitativa y cuantitativa. Desde diferentes posiciones y a propósito de distintos temas de reflexión, tanto el artículo de García, que abre la sección monográfica, como los presentados en la primera agrupación, apuntan a proponer modos de integración entre los dos enfoques, lo que implica superar los rezagos de una discusión que se ha dado en términos dicotómicos, excluyentes y en cierto modo reduccionistas. Para Mejía por ejemplo, si bien la oposición en el plano epistemológico es irreconciliable, en procesos de investigación de largo plazo es imprescindible incorporar información tanto cualitativa como cuantitativa en aras de abordar el foco de indagación desde diferentes niveles y de acuerdo a distintas necesidades de investigación. Vasco, por su parte, deja planteada la continuidad entre lo cuantitativo y lo cualitativo en lo que denomina el recorrido cíclico de teorización e intervención-observación. Langebaek, a propósito de una crítica al desarrollo de la arqueología en Colombia, propone la reflexividad como núcleo de desenlace de la contradicción, el cual alude a varios niveles: la relación pasado-presente, la comprensión de la sociedad y la comunidad científica. Finalmente, Castillo deja esbozada la idea de un pluralismo epistemológico y metodológico como un primer paso para la consolidación de nuevas posturas.

El segundo núcleo de artículos lo hemos denominado Verdades y realidades. Muchinik nos hace un recorrido histórico de la noción de verdad señalando ciertos hitos que han, por decirlo así, determinado dicha noción. Verdad teológica y verdad científica, la una con pretensión de ser absoluta, la otra, por oposición al error, se confronta con la realidad. Sólo que entonces, esta realidad es también relativa, y es allí donde Jaillier nos pone en evidencia la tensión entre la realidad y la utopía, entre lo verdaderamente real y la ficción que construimos a través de nuestros procesos cognoscitivos.

Con el tercer bloque de artículos, el cual denominamos Sujetos y escrituras, quisimos plantear que un punto clave de la investigación cualitativa es el problema de la representación del sí mismo y del otro tanto en el proceso de investigación como en los productos comunicativos resultantes.

Desde las implicaciones éticas y políticas, por ejemplo, Susan Street, asumiendo una perspectiva reflexiva y a partir de lo que denomina la crisis de representación, nos presenta los avatares de la inscripción del investigador en una dinámica colectiva de acción política y la traducción de apuestas dialógicas y colaborativas en la noción y la práctica de “conversaciones políticamente sensibles”. En este sentido, la producción de conocimiento se instala directamente en devenires éticos y políticos en relación con los sujetos de investigación.

Feixa nos llama la atención sobre la manera como en las historias de vida, en las autobiografías, en la construcción de los relatos de historia oral individual o colectiva, lo que se pone en juego es, por un lado, la dimensión dialógica, la relación intersubjetiva entre los actores y los autores (biógrafos o investigadores) y, por otro, las maneras de aparición y visibilización o invisibilización de los protagonistas, la tensión entre las representaciones y las formas de escritura. Muñoz, por su parte, sobre la base de que la historia oral es siempre una obra colectiva, analiza diversos momentos de su producción narrativa y deja entrever el sustrato comunicativo ya sea en lo que el autor llama la prefiguración de la historia oral en la vida cotidiana, ya sea en el acto mismo de la producción (entrevista) o bien en la fase de integración de las narrativas.

Arango y Castro, a partir de una reflexión sobre sus propias experiencias de investigación en un hospital neuropsiquiátrico, también plantean el problema de la convergencia entre diferentes modos de comprensión, de semiotización y de expresión que atraviesan una relación investigativa con la locura y los “enfermos mentales”. Se cuestionan sobre el reconocimiento del otro, en este caso los locos y sus construcciones de mundo, como un lugar privilegiado para comprender, o al menos ver, las rupturas en los órdenes políticos, económicos, sociales y gramaticales establecidos.

Como último agrupamiento, denominamos Nuevos ámbitos al conjunto de textos que hacen una reflexión sobre los retos derivados de la relación entre las nuevas tecnologías de la comunicación y la información y la investigación cualitativa. Retos que tienen que ver no sólo con la formulación de interrogantes y búsqueda de comprensiones sobre el lugar y el impacto que los medios masivos de comunicación y las nuevas tecnologías han causado en múltiples ámbitos de la sociedad, sino con la emergencia de entornos con distinto estatuto de realidad en donde se desenvuelven nuevas -y viejas- dinámicas de lo social, lo político, lo económico y lo cultural. Y finalmente, retos que atañen a los procesos mismos de investigación y que cuestionan directamente los planos tanto epistemológico como metodológico.

En este marco, entonces, encontramos el artículo de Echeverría, quien analiza el carácter de esa nueva modalidad de la sociedad que denomina la sociedad de la información y señala la necesidad de construir indicadores cualitativos, pues afirma que hasta el momento han predominado acercamientos y construcciones cuantitativas que obedecen más a la lógica del mercado, a la medición del desarrollo del mercado y la economía en el espacio electrónico, que a la construcción de sistemas de indicadores que permitan orientar nuestras acciones hacia una sociedad civil de la información. Rueda nos plantea dos dimensiones de la problemática: la primera, la reflexión sobre la relación entre la tecnología y el lenguaje (en este caso el hipertexto) y las potencialidades y limitaciones que esto actualmente representa para la investigación cualitativa; la segunda, el nuevo ámbito de investigación que surge en la medida en que, según la autora, las tecnologías de la información están inextricablemente unidas a nuestra naturaleza humana, política, económica, social y ecológica. Finalmente, Ballester, Orte y Oliver, a partir de una investigación concreta sobre parejas de hecho efectuada en España, realizan un análisis sobre la complejidad epistemológica y metodológica de la entrevista y la manera como un software de análisis cualitativo puede ayudar al procesamiento de la información.

Ahora bien, como lectura de conjunto queremos señalar brevemente dos aspectos más que el grupo de articulistas de este número nos deja planteados de manera provocativa. No pocos textos señalan la necesidad de superar el instrumentalismo y el metodologismo procedimental. Con mayor fuerza en García, Mejía, Echeverría, Ballester et al., y sobre todo Rueda, se plantea la demanda de no asumir las técnicas en un sentido puramente procedimental o instrumental, para pasar a analizarlas o tratarlas en virtud de sus influencias mutuas con la naturaleza de los problemas abordados o en su carácter de lenguaje, de narración o de “incesante y compleja actividad hermenéutica de los colectivos heterogéneos” (Rueda). Cerca del llamado anterior se sitúa en Langebaek y en Castillo, una crítica de la reducción de la investigación cualitativa a lo metodológico (procedimental) y la necesidad de avanzar en la construcción y asunción de una epistemología cualitativa de soporte.

Otro aspecto que cobra mayor importancia en el debate contemporáneo, es el lugar que ocupa la noción de reflexividad. A la luz de todo lo mencionado anteriormente, podemos entender no sólo el papel central que juega en los temas y propuestas de los autores, sino especialmente su carácter plural: reflexividad epistemológica, metodológica, ética, política y narrativa. Esta noción es puesta a dialogar con otras más tradicionales como subjetividad, o más emergentes como intersubjetividad, posicionamiento y/o posicionalidad, puesta en tensión con los múltiples contextos y ámbitos de relación entre la investigación, sus actores y el ordenamiento social, con la ubicación sociopolítica, institucional e identitaria de los investigadores, con los espacios de actuación de los “sujetos” de investigación y con el papel mucho más visible de las “audiencias” o “consumidores” de los saberes producidos, o mejor, construidos.

Esperamos entonces, haber cumplido con el objetivo propuesto, esto es, mostrar algunas temáticas y líneas de reflexión actual sobre la investigación cualitativa pero, ante todo, provocar una reflexión crítica que interpela prácticas y decires de la comunidad académica.

 

DEPARTAMENTO DE INVESTIGACIONES

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Investigación cualitativa como jazz. Variaciones prospectivas de una analogía

Pesquisa qualitativa como o jazz. Variações prospectivas de uma analogia

Qualitative research such as jazz. Prospective variations of an analogy

Carlos Iván García Suárez *


* Periodista, Licenciado en Filología e Idiomas, Especialista en Comunicación-Educación y aspirante a Doctor en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud. Coordinador de la Línea de Género y Cultura y Coordinador Académico del DIUC. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.


Resumen

Este artículo pretende contribuir a la comprensión de los desafíos futuros de la investigación cualitativa, a partir del análisis de algunas transiciones significativas que se evidencian hoy en dicho campo. Lo hace en cuatro movimientos: pluralidad, diálogo, rigor y expresividad, como ejes de una analogía entre la investigación cualitativa y el jazz, que combina escritura personal e intertextualidad. Se recomienda escuchar la discografía mínima indicada al final.

Palabras clave: investigación cualitativa, pluralidad, diálogo, rigor, expresividad, epistemología, metodología.

Resumo

Abstract

This article aims to contribute to the understanding of the future challenges of the qualitative research, from the analysis of some significant transitions which may be observed today in that field. It does so, through four movements: plurality, dialogue, rigor and expressivity, like axis of an analogy between the qualitative research and the jazz music. This analogy combines personal writing and intertextuality. It is recommended to listen to the minimum discography indicated at the end.


Para mí, la humanidad existe en un nivel múltiple, no sólo en un nivel bidimensional, no solo para tener que identificarse con lo que haces y dices… Por ello es que siempre he buscado músicos que toquen conmigo: en un nivel múltiple. No deseo que ellos me sigan. Deseo que se sigan a sí mismos, pero que estén con migo. Ornette Coleman, creador jazzístico
(Jarret, 1987)

Retado por el compromiso de escribir el primer artículo de este número monográfico, fueron muchas las horas dedicadas a recordar los modos de implicación y reflexión personal en diversos proyectos de investigación cualitativa; a leer las ediciones más recientes de los más importantes journals sobre el tema; a consultar las insoslayables “biblias”: las voluminosas compilaciones de Delgado y Gutiérrez (1999), en español, y de Denzin y Lincoln en inglés (2000); y, claro, a llenar numerosas páginas con notas propias y ajenas. Con todo ello, no había podido llegar, empero, al punto de escritura: no a la victoria sobre la angustia de la pantalla en blanco, que considero anterior, sino a ese momento gozoso e incluso frenético cuando se encuentra una clave de escritura que empieza a hacer fluir lo que un segundo atrás era una maraña de ideas.

Y entonces descubrí la cara inédita de una congestión de tránsito en Bogotá: su potencial creativo. Mientras le daba vueltas y vueltas al asunto en un bus que avanzaba de vez en cuando un metro, la no esperada pieza de jazz que sonó en la emisora con sus solos de piano y de saxo tenor, y la admiración que me causa la empatía, la flexibilidad, la creatividad y el acuerdo colectivos que demandan la improvisación (dinámica que supuse en la pieza), me hicieron caer en la cuenta de que la investigación cualitativa y el jazz son muy similares, y que su analogía puede servir de clave para ejecutar una serie de variaciones no sobre el estado del arte de la primera, labor que un artículo siempre haría peor que las “biblias”, sino sobre los desafíos predominantes que se coligen en su porvenir.

Pluralidad

Blues melancólico, ragtime saltarín, bebop rápido, cool jazz lírico, free jazz libertario, jazz fusión multicultural, jazz-rock eléctrico, e-jazz electrónico. Algunas corrientes del jazz, y aquí obviamente no están todas, son tan divergentes entre sí, incluso en el número de compases y en la resolución de los contratiempos, que el nombre genérico en singular parece tener más el carácter de convención cómoda para el entendimiento, que alusión pertinente de complejidad.

Lo propio sucede con el término de investigación cualitativa. Congregadas a veces tan sólo en la oposición al positivismo y a los modelos cuantitativos de indagación, las corrientes de la investigación cualitativa se desglosan en caminos epistémicometodológicos de muy diverso tipo en los que se han incluido análisis de contenido, etnografía, estudio de caso, teoría fundamentada, fenomenología, estudios culturales, hermenéutica, interpretativismo, contextualismo, observación participante, análisis del discurso, entrevistas en profundidad, historia oral, grupos focales, socioanálisis… las denominaciones se multiplican en principio sin limitación, ante lo cual surge como reacción el intento de hallar un mínimo común denominador y, en últimas, de preguntarse, en forma similar, si estamos hablando de estilos de una misma música o si es mejor pensarlas como músicas simplemente distintas.

Denzin y Lincoln se ocupan de este punto cuando parafrasean un intento de definición de los estudios culturales por parte de Nelson, Treichler y Grossberg (1992), con el fin de adoptar no una noción esencial sino operativa de la investigación cualitativa como “un campo interdisciplinario, transdisciplinario y algunas veces contradisciplinario, que cruza las humanidades y las ciencias sociales y físicas. Muchas cosas al mismo tiempo son investigación cualitativa. Ella es multiparadigmática en su foco y sus practicantes son sensibles al valor de un abordaje multimetódico” (Denzin y Lincoln, 2000: 7).

Como los investigadores no necesariamente hallan tranquilidad, mucho menos coherencia, con una simple declaración conformista frente a la diversidad, se impone la pregunta acerca de las implicaciones de asumirla respecto de la conceptualización general del campo y el desarrollo de proyectos concretos. Un camino, común a numerosos autores, es intentar discriminar en niveles las unidades referenciales de las distintas denominaciones. Delgado y Gutiérrez (1999) distinguen entre perspectivas metodológicas de investigación en ciencias sociales (cuantitativa y cualitativa), técnicas y prácticas de investigación específicas y metodologías de análisis del discurso e interpretación. Denzin y Lincoln (2000) diferencian paradigmas y perspectivas (interpretativismo, hermenéutica, construccionismo social, feminismo, estudios culturales y teoría queer, entre otros), estrategias de indagación y métodos de recolección y análisis de información. Por su parte, Creswell (1998) hace una de las propuestas de carácter comprensivo más interesantes al contrastar cinco tradiciones de indagación: biografía, fenomenología, teoría fundamentada, etnografía y estudio de casos, mediante el detalle de la conceptualización y de las actividades específicas en seis fases de la investigación: perspectivas filosóficas o teóricas; introducción al estudio, incluyendo la formación del propósito y las preguntas de investigación; recolección de datos; análisis de datos; escritura del reporte; y estándares de calidad y verificación.

De fondo, lo que está en juego es una imbricación compleja entre niveles de la investigación y distintos planos de la realidad social. Conde (1995: 98), por ejemplo, plantea que “los diferentes niveles de la realidad social puestos de manifiesto por cada perspectiva son construidos parcialmente a la vez que son revelados y polarizados por cada perspectiva teórico-metodológica”. Y ello le sirve como base para cruzar los niveles de los hechos, de los discursos y de los procesos motivacionales con las operaciones epistemológicas que los originan, los espacios substratos correspondientes, las metodologías de operación y las formas específicas de elaboración metodológica virtuales o posibles en cada espacio.

Sin que la finalidad contemporánea de la investigación cualitativa sea llegar a modelos “puros” de abordaje –labor imposible en razón de su carácter arbitrario en tanto construcción social y, aún más, inútil–, el ordenamiento vertical de relación entre disciplina, enfoque, método y técnica, digamos en vía de ejemplo antropología, émico/ético, etnografía y observación participante, respectivamente, tiene para algunos autores la ventaja de identificar las líneas de continuidad y entender que, en el cambio de cualquiera de sus unidades con las correspondientes a otro ordenamiento vertical lo único que se trasmuta no es la unidad específica, sino el conjunto. Ilustrémoslo de este modo: si se quiere periodizar la trayectoria vital de un personaje con el cual se haya hecho un seguimiento etnográfico de observación, conversaciones informales y entrevistas en profundidad, no resulta de allí una etnografía prístina, pues la técnica de periodización –heredera del ordenamiento historia, memoria, reconstrucción, como disciplina, enfoque y método en su línea de continuidad–, llega allí a comprobar el carácter liminar difuso de los ordenamientos y construye uno nuevo.

Todas estas posibilidades apelan a la utilidad de mantener en los tiempos del cross over, un sentido de alerta permanente, una reflexividad epistémico-metodológica, no con el fin de fungir como centinela de la ortodoxia, sino para entender plenamente las implicaciones de los ensambles y de los senderos distintos que abren. En forma similar, se esperaría de una banda de latin-jazz, no que divida entre sus integrantes o se alterne como conjunto un poco de salsa y un poco de jazz, sino que domine la nueva propuesta sonora como un todo integrado; más que una oscilación entre músicas, el jazz fusión es, en general, un conjunto de músicas nuevas.

Diálogo

Si bien algunas de las corrientes del jazz han sido seguidoras canónicas de las partituras, como por ejemplo las grandes orquestas de Duke Ellington, Count Basie y Benny Goodman, entre otras, creadoras de la era del swing en los años 30 y 40, ellas mismas abrieron el espacio para la improvisación de instrumentos solistas y de voces – Ella Fitzgerald en primer lugar–. A finales de los años 50, no obstante, Ornette Coleman, un joven negro de Texas fue acusado de asesinar el jazz, pues los puristas no entendieron su idea de agregar libertad a la libertad vigilada de la música mediante nuevas formas de improvisación. Retó los moldes de la métrica, la armonía y la melodía e impulsó la autonomía de los músicos para que exploraran por su cuenta atendiendo a una especie de comunidad emocional. Su intento alcanzó un punto de paroxismo con sus discos The Shape of Jazz to Come (1959) y Free jazz (1960); este último dio el nombre para el nuevo movimiento de la libertad, que operó como espacio favorable para un nuevo auge de las reivindicaciones étnicas a través de la música y en el que descollaron figuras como John Coltrane (Ascension, 1965) y Cecil Taylor (Conquistador, 1965).

Con base tan solo en algunas líneas melódicas o armónicas acordadas, se puede decir que las bandas de free jazz componen mientras ejecutan y dependen para ello no sólo de una sensibilidad y un ejercicio del diálogo concurrente que van resolviendo la pieza, sino que también están atentas a las curvas de la fruición que producen en el auditorio. Esa misma dinámica se adivina como camino potente hoy en la investigación cualitativa: una atención radical a la relación comunicativa entre todos los participantes, incluyendo el investigador, los llamados “sujetos” y las audiencias, en el desarrollo de un proceso investigativo que se informa teórica o metodológicamente para constituir sus puntos de partida, pero que se define básicamente por la dinámica colectiva de creación, que se enfrenta a la improvisación y que debe desarrollar estrategias para ser sensible a la misma.

Con ello, la historia de los cambios de las posiciones del investigador: de un sujeto absoluto (en relación unidireccional frente al “objeto” investigado) a un sujeto relativo (con una influencia interdependiente entre el “sujeto” y el “objeto”) y de éste a un sujeto intersubjetivo (que reconoce un diálogo entre sujetos en el proceso de producción del conocimiento), sintetizada por Cubides y Durán (2002) a partir de una propuesta de Ibáñez (1994), se tensa aún más pues el reconocimiento de la intersubjetividad en la investigación como modelo más o menos formal y discreto –en el sentido de que en muchas ocasiones se circunscribe a ser una declaración políticamente correcta y alude básicamente a una relación entre dos–, se supera mediante una vivencia intersubjetiva real, que por demás abre el espacio a una proliferación de sujetos.

Una línea de análisis se dirige, por ejemplo, a ocuparse del orden moral que se establece en la investigación cualitativa entendida como “una serie de procesos dialógicos interconectados y mutuamente influenciados” (Russell y Kelly, 2002). Ello lleva a la consideración de variados elementos como selección equitativa de los sujetos, proporción favorable del riesgo-beneficio, condiciones de diálogo auténtico, evaluación independiente, y consentimiento informado y respeto para con los participantes, incluyendo la protección de su confidencialidad y su privacidad.

Allí se escenifica el desplazamiento de una ética centrada en el investigador –con temas tradicionales como sus modos y niveles de implicación en las actividades de las comunidades abordadas, su incursión o no en acciones en la frontera de los códigos morales o penales y la disyuntiva entre presencia manifiesta o camuflaje– a una ética dialógica, comunicativa, entre todos los involucrados.

De esta postura emerge una reflexión particular sobre las implicaciones políticas de tal modelo comunicativo de la investigación, al considerar el juego de determinaciones de las relaciones de poder dentro de los procesos dialógicos referidos. Así, a la preocupación tradicional por el valor científico y social de la investigación –que desde una demanda de cientificidad puede analizarse como pertinencia–, se han adicionado como temas significativos los aspectos teleológicos de la investigación cualitativa –como la tensión entre los alcances descriptivos, explicativos y de acción política–, la asunción del (la) investigador(a) como agente político y la definición concurrente de la investigación cualitativa como una forma de agenciamiento político. Así mismo, resulta pertinente analizar en los procesos investigativos específicos las influencias políticas provenientes de las tradiciones disciplinarias y de los sistemas de retribución y sanción de los contextos de trabajo (Cushman, 1995), así como las que se derivan de las creencias políticas más amplias que subyacen al proceso investigativo y a sus hallazgos. Ello ha llevado a algunos autores a proponer para cada paso del proceso investigativo el mantenimiento de la cuestión crítica “¿quién se beneficia?” (Bohan y Russell, 1999) y la inclusión manifiesta de las configuraciones políticas propias como una parte natural e inevitable de las inquietudes de investigación, por medio de la cual “se tiende a cerrar la brecha entre lo personal y lo político, entre el conocedor y lo conocido, y entre los investigadores y aquellos que una vez pensamos como sujetos y que ahora entendemos como nuestros cocreadores” (Russell y Kelly, 2002).

En la misma vía, se renueva el sentido de la reflexión sobre el lugar del investigador dentro de la retícula relacional. De allí el desarrollo del concepto de posicionalidad y su vínculo con los conceptos de subjetividad y reflexividad. La posicionalidad es una palabra útil para aludir a las autodefiniciones de las personas “no en términos de identidades fijas, sino por su ubicación dentro de las redes móviles de relaciones, las cuales pueden ser analizadas y transformadas” (Maher y Tetreault, 1994: 164) o puede también entenderse como “la posición específica del conocedor en cualquier contexto, definida por la raza, el género, la clase social y otras dimensiones significativas” (Maher y Tetreault, 1994: 22). Usando un concepto de Ernesto Laclau (1995), se podría decir que las posiciones de sujeto del investigador no son atributos esenciales, sino sus modos de inscripción en redes discursivas y conversacionales.

Otros investigadores han redimensionado el análisis de la reflexividad y la subjetividad con base en la idea del conocimiento encarnado. Inspirada en los conceptos de Merleau-Ponty (1962) de la acción encarnada, esta perspectiva propone que el conocimiento emerge colectivamente a través del involucramiento en acciones conjuntas.

Tal insubstancialidad, en el sentido de que el conocimiento y el aprendizaje no se encuentran localizados en un cuerpo, sino en el cambiante movimiento de la experiencia, conduce a nuevas posibilidades sobre cómo pueden los investigadores percibir, interpretar, investigar e interactuar dentro del mundo.

En suma, si asumimos en serio una perspectiva dialógica, la creación de conocimiento a partir de la investigación cualitativa, así como la creación del jazz, pueden pensarse cada vez menos como el encuentro jerárquico entre un virtuoso, algunos ejecutantes que lo acompañan y una audiencia presta a aplaudir o a chiflar, y mucho más como una empresa colectiva en la que son esenciales tanto las finalidades como las relaciones que hacen posible lograrlas.

Rigor

Como la urdimbre de las combinaciones o de la improvisación es sin duda un terreno riesgoso, resulta fundamental que se pueda discernir el buen jazz del malo y que incluso los críticos puedan basar sus reseñas en argumentos sólidos, no obstante su tantas veces denostado oficio.

Tal demanda es similar para la investigación cualitativa, campo en el cual algunos confundidos han pretendido oponer una idea de rigor asociada a la perspectiva cuantitativa de investigación versus un supuesto todo vale referido a la perspectiva cualitativa. Si bien el carácter equívoco de tal escisión puede probarse en forma simple mediante la evidencia fáctica cotidiana que nos revela la complejidad y la responsabilidad social de los procesos cualitativos de investigación, no sobra reconocer el creciente cuerpo crítico que se ocupa del rigor indispensable en ambas perspectivas y que relativiza su supuesta oposición mediante propuestas complejas de relacionamiento. Una de ellas es su complementación por deficiencia a través de un modelo de escalera de institucionalización/reificación de lo real, que parte de reconocer su carácter multidimensional; una segunda, cercana a la anterior, es una gradación discontinua en la que se analizan en detalle los planos intermedios de la progresiva estabilización de los fenómenos sociales (Conde, 1995); una tercera es la reconstrucción genealógica de la dicotomía y de sus enfoques extremos, como base argumental a favor de un eclecticismo metodológico, que no deviene caos sino articulación mediante principios específicos de acción investigativa (Roberts, 2002).

No obstante, el tema del rigor va mucho más allá del contraste entre perspectivas. Hoy asistimos a un debate plural y profundo sobre la pertinencia de los indicadores que desde los años 80 se propusieron en torno al estatus de cientificidad, como la calidad y la confianza (Guba y Lincoln, 1989), y que se planteaban como alternativos a la confiabilidad y la validez, señalados no en pocas ocasiones como inadecuados por su asociación histórica con el positivismo.

El debate se centra en el carácter post hoc preponderante de los indicadores alternativos, pues concurre con un debilitamiento de los modos para asegurar el rigor durante la investigación misma. Por ello se ha propuesto recuperar los indicadores tradicionales de confiabilidad y validez, tanto interna como externa, o dotarlos de nuevos sentidos. Así mismo, se han diseñado tópicos y modos específicos de verificación (Morse et al., 2002), contando entre los primeros la coherencia metodológica, la suficiencia del muestreo, la relación dinámica entre el muestreo, la recolección de datos y el análisis, y la capacidad de desarrollo de teoría; entre los segundos, los chequeos y grupos de control, el retorno constante a los datos, el análisis de casos negativos, la corroboración estructural y los procedimientos de fractura de reglas.

Alguien podría pensar que la analogía con el jazz contiene aspectos contrarios a la demanda de cientificidad de la investigación cualitativa, pero no hay tal. No sólo porque incluso en la corriente del free jazz hay constructos culturales sobre la música y la escucha que se ponen en juego en el momento de la improvisación, sino también porque allí se registra una dependencia tanto de la calidad del diálogo como de las finalidades del acto de creación. Esta dimensión dual de azar y rigor del free jazz ha sido extrapolada por Elizabeth Sánchez (1997) a las propuestas literarias a veces incomprendidas de Italo Calvino y, en palabras del novelista francés Georg Perec (1995), se constituye en una clave importante para el conjunto de la estética contemporánea. En su opinión, la creación se ve amenazada cuando se piensa en forma polar como determinada o como aleatoria. La vía es el vínculo entre coacción y libertad, que perfectamente sirve para designar la complejidad de la investigación cualitativa.

Expresividad

Es importante aclarar, sin embargo, que en el jazz o en la investigación cualitativa la creación no se refiere únicamente al proceso creativo, valga la redundancia, sino a las diversas formas de exposición de lo creado y a la valoración social de las mismas. En tal sentido, falta por recorrer un buen trecho de ensayo, imaginación y validación de las formas expresivas que corresponderían a asumir el diálogo como principio medular de la investigación cualitativa.

Algunas de las definiciones necesarias tienen que ver con la representación del diálogo en los diversos tipos de escritura, en relación con los balances de reconocimiento, modos de citación, autoría y responsabilidad sobre productos del conjunto de los participantes. Adicionalmente, para algunos autores es importante preguntarse por el tipo y el papel de las audiencias de los productos de la investigación cualitativa, entendiendo que éstas son también un factor determinante en las formas de codificación del proceso investigativo (Denzin y Lincoln, 2000).

Una propuesta de parámetros para garantizar el rigor tanto en el proceso como en el producto y asegurar la calidad narrativa de este último (Smaling, 2002), detalla procedimientos específicos para satisfacer varias reglas de construcción de un diálogo argumentativo, como evitar otras clases de diálogo, prever algunas etapas, esforzarse por mantener relaciones dialógicas, hacer una buena elección si se requiere de un moderador, establecer desde el inicio el modo de toma de las decisiones finales, asegurar el cumplimiento de obligaciones de cada participante, actuar en forma cooperativa y evitar las falacias.

No obstante, el desafío va mucho más allá de una enunciación normativa. El diálogo adquiere sentidos diversos, en razón de la inscripción dentro de las corrientes analíticas en la investigación, sean estas de tipo causal, perseverantes en la asociación entre conceptos y hechos, herederas de la crisis de los abordajes representacionales de la mente o del lenguaje o aquellas que de manera decidida se olvidan de los hechos y pasan a analizar discursos o textos, asumiendo que la realidad es lenguaje.

En relación justamente con los conceptos cambiantes de realidad y de verdad, se otea en el horizonte una profundización expresiva de la reflexividad, la existencia de múltiples voces, los estilos literarios y la performancia (Gergen y Gergen, 2000). Si se hace un reconocimiento de la interacción de la reflexividad con la subjetividad y la posicionalidad, por ejemplo, ello conduce a incluir en el relato formas de autoexposición del investigador, de establecimiento de los niveles de saturación personal en la indagación, de evidenciación de la naturaleza situada del conocimiento y de abordaje de los influjos mutuos entre la confrontación del mundo y del sí mismo.

La polivocalidad, por su parte, se esboza mucho más densa que la simple incorporación de variadas voces y sus modos de inclusión, énfasis e integración. Es necesario resolver, por ejemplo, si de lo que se trata es de lograr una interpretación densa del mundo, que persigue la coherencia en medio de la diversidad, o si la osadía llega a valorar relatos de la incoherencia, la incertidumbre y el conflicto.

Si bien los estilos literarios, entre tanto, han surgido como reacción al discurso realista tradicional en la investigación cualitativa, hoy se entienden como determinantes no sólo de su forma, sino de su propia epistemología. En ese marco y sin desconocer justamente el debate de cientificidad que suscita el uso de los diarios personales, la ficción, la poesía o la invención autobiográfica de los participantes, para nombrar apenas algunos estilos, éstos se orientan al logro de una alta comunicabilidad con la audiencia, que tiende a verse hoy como condición sine qua non de la investigación en razón de su costo y de su compromiso sociales. No obstante, si esa fuera su única finalidad su estatus sería apenas el de estrategia retórica más o menos efectiva; de fondo, hay un posicionamiento alternativo a la idea del relato como mapa del mundo para incursionar de manera decidida en su asunción como actividad interpretativa motivante dentro de una comunidad compleja de interlocutores.

Finalmente, la performancia como práctica y como resultado de investigación se orienta a entender que el debate entre los hechos y la ficción es un asunto típico de la tradición textual escrita y que el momento señala la pertinencia de entender, valorar y apropiar otros lenguajes estéticos, audiovisuales e informáticos no sólo como apoyos o productos complementarios de lo escrito –quizás su primer uso–, sino como modos distintos de investigación/ formación respecto de problemáticas específicas. Desde tal marco comprensivo, se entiende por qué el nexo de la investigación cualitativa con las nuevas tecnologías no se agota en la potencialidad de estas últimas para refinar los modos de recolección y análisis de información, por ejemplo a través de paquetes informáticos especializados; incluye, por supuesto, la pregunta por el papel y los modos de la investigación dentro de la sociedad de la información y de la cibersociedad.

La performancia en el vasto conjunto de la expresión comunicativa posibilita, de otra parte, nuevas e inmensas posibilidades de presencia e interpretación activa tanto de los participantes como de las comunidades de recepción de las investigaciones.

Con este panorama, se entiende por qué es precario pensar la expresividad hoy como un simple plus de recambio de formatos. Tal vez nos hallamos ante un paso trascendente en el proceso de erosión de las fronteras entre la mismidad y la otredad, el adentro y el afuera, el investigador y lo investigado, los performantes y las audiencias.

Aquí también el jazz brinda una potente imagen de nuevos diálogos con nuevos lenguajes. Tal búsqueda es la que se vislumbra en músicos a la vanguardia de la experimentación en el encabalgamiento de los cánones musicales, las máquinas y el carácter multicultural de las sociedades contemporáneas, que se da dentro del jazz electrónico, conocido también como nu-jazz o e-jazz. Laurent de Wilde, músico joven de ascendencia francesa nacido en Nueva York y graduado en filosofía, define la búsqueda como “la unión imposible entre lo que me fascina desde siempre y lo que todavía no conozco” (Maillot, 2002).

Síncopa de futuro

Siendo el jazz quizás la música sincopada por excelencia, dicho carácter nos sirve como idea para reagrupar las cuatro variaciones sobre la investigación cualitativa presentadas atrás y postularlas de manera conjunta como una gran síncopa. La prospección general, el ritmo a contratiempo, que allí se percibe es el juego de fuerzas entre lo que está y lo que se advierte venir, como lo define la búsqueda de De Wilde en el jazz, entendiendo, por supuesto, que ni la pluralidad de la investigación cualitativa ni la de esta música, ya referidas, permiten su operación como secuencia, como reemplazo; más bien como simultaneidad, como encabalgamiento. En otras palabras, la síncopa que aquí se arriesga es una proyección del curso de la investigación cualitativa que estamos lejos de preconizar como camino unívoco o necesario, mucho menos excluyente; su potencialidad es la de convertirse en referente significativo en medio de la segura coexistencia de variados cursos de acción teórica y metodológica.

En la síncopa se percibe, entonces, el contrapunto de una investigación investigador-céntrica, si se permite el término y la redundancia, a una intersubjetiva formal y de ésta a una intersubjetiva plena. Las dos últimas implican, por demás, el paso del reconocimiento del diálogo como característica de la investigación a la vivencia decidida del mismo asumido como postura fuerte o radical, lo cual demanda ocuparse del detalle de las hondas repercusiones éticas, políticas, epistemológicas, metodológicas y narrativas que ello supone.

En tales dimensiones y en el conjunto, ello exige dejar atrás la reflexividad como autocontrol ético y procedimental de un yo individual (que desde luego guarda relación con la crisis del sujeto moderno), para asumirla como apuesta y práctica necesaria antes, durante y después de los procesos investigativos y también en relación con las estrategias comunicacionales de los resultados, por medio de la cual la retícula relacional de sujetos en proliferación puede pensarse a sí misma.

También se hace necesario un cambio decidido en la postura epistemológica, que bien puede expresarse como el tiempo fuerte en el compás de lo enactivo. La enacción proviene del verbo inglés to enact, que significa actuar, desempeñar un papel. Particularmente desarrollada a partir de los trabajos investigativos del biólogo Francisco Varela, la enacción se convierte en un nuevo paradigma para el conjunto de las ciencias cognitivas, a partir de la idea de que el conocimiento es acción situada en el mundo y no representación del mismo. Y agrego, a riesgo de sonar reiterativo, acción colectiva.

La dinámica de cambio no es pues para nada anodina. Los ejes de pluralidad, diálogo, rigor y expresividad, y otros que pueden examinarse, hacen pensar que la ejecución, como ha llegado a denominarse también la enacción, que se abre paso en la investigación cualitativa es de un tipo sustantivamente distinto.

Y si hablamos de ejecución, ello nos hace retornar sin remedio al símil. La renovación de la sinergia creativa, productiva, sea de musicalidad, sea de saber, se representa bien en el título de uno de los álbumes más recientes de De Wilde, a la manera de demarcación compleja de advenimiento, de porvenir, que enfrenta no sólo el jazz sino la investigación cualitativa: Time 4 Change (2002).


Citas

1 Idea también relativa, como lo exploran los artículos de Carlos Vasco, Rebeca Mejía y Carl Langebaek, sobre el debate cuanti-cualitativo.

2 Junto con la historia de vida, la investigación- acción participación y la investigación clínica, estas cinco tradiciones de indagación reciben el nombre de estrategias de indagación en la propuesta de Denzin y Lincoln (2000).

3 Aquí se hace apenas una mención de paso a dicho componente, por haberse desarrollado en extenso en el apartado monográfico de Nómadas 17 (octubre de 2002), referido a Investigación y transformaciones sociales.

4 Ver artículos de Erika Jaillier y Eva Muchinik.

5 Así lo demuestran los artículos de Rocío Rueda, Lluis Ballester y Javier Echeverría.

6 Una síncopa es el enlace de dos sonidos iguales, de los cuales el primero se halla en la parte débil del compás y el segundo en el fuerte. Toda sucesión de notas sincopadas desarrolla un movimiento contrario al orden natural, va a contratiempo.


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Combinación estratégica: investigación sociocultural cualitativa-cuantitativa

Combinação estratégica: pesquisa sociocultural qualitativa-quantitativa

Strategic combination: qualitative-quantitative sociocultural research

Rebeca Mejía Arauz*


* Doctora en Desarrollo Sociocultural Cognoscitivo. Profesora investigadora del Departamento de Estudios Socioculturales y del Programa Formal de Investigación en Estudios Socioculturales del ITESO, Guadalajara, México. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.


Resumen

Este artículo discute la idea de que el proceso de investigación no puede ser definido en primer lugar por la adhesión a una tradición metodológica, sino en términos de lo que se requiere investigar de acuerdo con el foco y las preguntas de la investigación. Se revisan algunas propuestas de combinación de métodos cualitativo y cuantitativo, pero se apoya la idea de que es dentro del mismo paradigma y a nivel de estrategias de organización y análisis de datos donde se da con mayor consistencia la relación cualitativa-cuantitativa.

Palabras clave: Investigación cualitativa, investigación cuantitativa, métodos de investigación, comparación entre métodos, combinación cualitativa-cuantitativa, investigación sociocultural.

Resumo

Neste artigo, argumenta-se que o processo de pesquisa não pode ser definido por uma tradição metodológica em primeiro lugar, mas sim em termos do que o foco e as questões de pesquisa exigem. O documento também examina diferentes propostas para misturar métodos qualitativos e quantitativos, mas apoia a ideia de que está dentro do mesmo paradigma de pesquisa e no nível de estratégias analíticas em que um pesquisador pode encontrar consistência em uma integração qualitativo-quantitativa.

Palavras-chave: pesquisa qualitativa, pesquisa quantitativa, métodos de pesquisa, comparação de métodos, combinação qualitativa-quantitativa, pesquisa sociocultural.

Abstract

In this paper it is argued that the research process cannot be defined by a methodological tradition in the first place, but rather in terms of what the research focus and questions require. The paper also examines different proposals for mixing qualitative and quantitative methods, but supports the idea that it is within the same research paradigm and at the analitical strategies level where a researcher can find consistency in a qualitative-quantitative integration.

Key words: Qualitative research, quantitative research, research methods, method comparison, qualitative-quantitative combination, sociocultural research.


Este artículo inicia reconociendo la complejidad del contraste y combinación entre los métodos de orientación cualitativa y cuantitativa en la investigación sociocultural cognoscitiva, especialmente cuando la discusión se sitúa en el nivel de las premisas epistemológicas. Sin embargo, se plantea que en el proceso crítico de organización, sistematización, análisis e interpretación en la investigación, los procesos cognitivos del investigador pueden conducirlo a la búsqueda de estrategias analíticas ya sean cualitativas o cuantitativas como un intento de asegurar una mayor precisión y significación de sus datos e interpretaciones.

Posturas actuales respecto de la combinación de métodos

Al abordar el tema de las divergencias o la compatibilidad entre lo cualitativo y lo cuantitativo, con frecuencia se confunden en la discusión los niveles filosóficos y técnicos. Esta confusión deriva en parte de usar el término “cuantitativo” como sinónimo del método hipotético-deductivo y el término “cualitativo” como sinónimo del interpretativo. También se ha relacionado lo empírico con lo cuantitativo como si lo empírico fuera privativo de lo cuantificable, o bien, se han asociado los términos naturalista, de campo y constructivista en relación con lo cualitativo (Bryman, 1984), como si la obtención de datos cuantificables no implicara el trabajo de campo y no pudiera también seguir una orientación constructivista (para un análisis exhaustivo entre métodos ver Lincoln y Guba, 2000).

Cuando se sitúa la discusión en el ámbito epistemológico, es claro que las diferencias entre la investigación positivista y la interpretativa son irreconciliables (e.g. Bryman, 1984; Lincoln y Guba, 2002).

Es decir, no pueden considerarse compatibles las ideas de observación objetiva de la realidad social desde afuera de la problemática estudiada, focalizando y aislando variables predefinidas operacionalmente con base en hipótesis, en un proceso de investigación que pretende la generalización, con la perspectiva de investigación en que se pretende entender la realidad social desde la perspectiva del actor, interesa lo subjetivo, se prefiere un abordaje situado y contextualizado en los sistemas de significados ligados a los modos de interacción y prácticas compartidas socialmente, y no se trata desde el principio de probar teorías y explicaciones sino de descubrirlas. En la primera concepción se sigue un proceso de investigación fijo y preestablecido que privilegia la verificación de hipótesis preconcebidas; en la segunda, se sigue un proceso flexible –pero cuidadoso– que se va determinando según marcan los datos que se van generando, y donde entonces se privilegia la exploración y el descubrimiento. Sin embargo, muchos investigadores coinciden en que dentro del mismo paradigma es congruente considerar la combinación, especialmente en las estrategias de procesamiento de los datos (e.g. Lincoln y Guba, 2000).

De esta manera, en los últimos años ha surgido mayor apoyo a la idea de la compatibilidad entre lo cualitativo y lo cuantitativo, en donde la discusión se sitúa desde lo técnico y desde estrategias analíticas. En este caso, la discusión se enfoca en analizar cuándo es apropiado seguir una u otra forma de combinación o interacción entre análisis cualitativos y cuantitativos.

Cuando analizamos no la orientación filosófica de la concepción del mundo o de lo social que conduce a una cierta forma y método de investigación, ni nos enfocamos a comparar las técnicas propias de cada método, sino que empezamos por reconocer que la investigación de la realidad social- cultural-cognoscitiva implica procesos de indagación de muy largo plazo, entonces se puede reconocer en ciertos casos la necesidad de incluir tanto datos de naturaleza cuantitativa como datos de naturaleza cualitativa.

Con esto planteo que es necesario reconocer que el proceso de investigación es un proceso de años, de la vida misma del investigador dedicada a ahondar en un área de conocimiento y problemáticas específicas, en donde a través de diversos proyectos habrá variantes en los niveles de abordaje y en la amplitud del foco de investigación. Por ello, también las técnicas y estrategias de análisis podrán variar según las necesidades de cada proyecto, para poder dar acceso al investigador a diversas perspectivas sobre el mismo foco de investigación.

El investigador que realmente está profundamente adentrado en indagar sobre cierta problemática centra su interés en las diferentes preguntas que surgen de la necesidad de saber más sobre ese problema. En este contexto, el proceso real de investigación, la decisión sobre obtener un tipo u otro de datos, y la búsqueda de precisión en el tratamiento de los datos para lograr interpretaciones más certeras, son orientados por la manera en que se formulan esos interrogantes cruciales de investigación (Clark, 1998; Miles & Huberman, 1994; Plante, Kiernan, & Betts, 1994; Poggenpoel, Myburgh & Linde, 2001; Reese, Kroesen, y Gallimore, 1998; Sogunro, 2002).

En alguna etapa de este largo proceso de investigación, la pregunta puede ser sumamente focalizada, o bien puede ser una pregunta general que para responderse requiera de una serie de aproximaciones en el tiempo con segmentación y focalización en diversos aspectos de la constelación compleja que conforma una problemática social específica. Pero el abordaje en el análisis de los datos que permita entender o explicar tal constelación puede requerir tanto de una visión cualitativa como cuantitativa.

Para algunos investigadores es el modo como se identifique y delimite el problema, y se formulen las preguntas y el objetivo de la investigación lo que determina la elección del método y la pertinencia de ciertas estrategias de obtención de datos, de sistematización, análisis e interpretación (Poggenpoel, Myburgh, & Van der Linde, 2001; Reese, Kroesen, y Gallimore, 1998). Pero debemos reconocer que el problema y el objetivo de la investigación pueden identificarse y formularse dependiendo de las concepciones epistemológicas y filosóficas del investigador sobre la realidad social. Ahí estaría la conexión indirecta entre los niveles epistemológicos y las decisiones sobre las técnicas de obtención de datos y las de su sistematización y organización.

Desafortunadamente, con frecuencia ocurre que los investigadores se acostumbran a formular sus preguntas de investigación no en términos de un verdadero interés generado a partir de la realidad social misma que se investiga, ni en términos de un problema específico genuino que surge al abordar teórica o pragmáticamente un tema de investigación, sino que muchos investigadores empiezan por formular sus preguntas con base en esquemas cognitivos (y de redacción), ligados a una práctica mecánica de la investigación, no generados de sus propias creencias y concepciones epistemológicas, sino de su entrenamiento y educación o de la influencia de sus mentores y escuelas. Esto crea una especie de hábito de pensamiento al formular las preguntas de investigación que ha tomado forma desde un método de investigación en particular. Por ejemplo, preguntarse “¿En qué medida ocurre esto o aquello?” requiere de una respuesta cuantitativa, mientras que igualmente se podría preguntar “¿Cómo ocurre esto o aquello?” así, se abordaría el mismo asunto pero buscando datos cualitativos. Ciertamente, las respuestas serían diferentes, pero cada una sería parte del mismo asunto.

Lo importante es que el investigador reflexione y flexibilice sus concepciones para poder identificar si la información que necesita recabar puede obtenerse y sistematizarse mejor formulando una pregunta que orienta hacia lo cualitativo o lo cuantitativo.

En mi caso, la investigación de procesos socioculturales-cognoscitivos que realizo, está fundamentada en la idea de que la realidad social es co-construida, por lo que tanto los procesos de intersubjetividad y significados compartidos como las formas de participación en procesos sociales y culturales son parte de lo investigable. Sin embargo, considero también, que en la realidad sociocultural existen relaciones estables y patrones de acción y significación compartidos por los miembros de grupos y comunidades culturales, por lo que resulta de mucha ayuda entonces, recurrir a la cuantificación de ciertos datos como estrategia de organización e identificación de patrones y tendencias de los datos centrales a la pregunta o problema que se investiga.

La tradicional comparación

Es frecuente encontrar análisis comparativos de los métodos cualitativo y cuantitativo para oponerse o apoyar su combinación. Mi postura es que en el proceso real de investigar, las necesidades de precisión y las dificultades en el procesamiento de la información pertinente al problema que se investiga, generan en el investigador la necesidad de búsqueda de estrategias que faciliten llegar a interpretaciones confiables. El recurrir a estrategias “del otro” enfoque empieza a ser más convincente al detectar una serie de paralelismos entre ambos enfoques en el proceso de investigación.

Diversos autores coinciden con la idea de que existen similitudes y paralelos entre la investigación cualitativa y la cuantitativa (e.g. Bericat, 1998; Bryman, 1984; Clark, 1998; Huysamen, 1997; Kumar, 1998; Onwuegbuzie, 2002; Plante, Kiernan, & Betts, 1994). En varias de estas posturas se explicita claramente la idea de que en la investigación cuantitativa se requiere de la interpretación tanto como en la investigación cualitativa se recurre en cierta forma a la cuantificación o uso de conceptos cuantitativos en la sistematización de categorías y en la interpretación de patrones de comportamiento. Por ejemplo, en el análisis de datos cuantificados se requiere de la interpretación, la inferencia, la elaboración de conclusiones que no necesariamente se derivan directamente del dato numérico, sino de una serie de consideraciones que ayudan a relacionar los datos con las hipótesis o preguntas formuladas. Por su parte, en la investigación cualitativa, la identificación de categorías y patrones de interacción, de participación y significación de los actores involucrados en el escenario que se estudia, también implica un esquema de sistematización e interpretación basado en muchas ocasiones en la frecuencia o en el grado en que ocurre algún evento.

Bericat (1998), por ejemplo, indica que la cuantificación requiere de la identificación previa de una cierta cualidad al igual que la cualidad no puede aprehenderse sino en una cierta cantidad. Bryman (1984) en la misma línea, considera que aún cuando una investigación se oriente casi exclusivamente en un modo (cualitativo o cuantitativo) más que en el otro, ésta contiene elementos de ambos. Por ejemplo, indica este autor, algunos investigadores sociales que usan prioritariamente la encuesta, parecen alinearse con la epistemología de la investigación cualitativa, al querer ver desde su encuesta a través de los ojos de los respondientes, mientras que los investigadores cualitativos frecuentemente hacen uso de afirmaciones cuasi-cuantitativas, tales como “mucho”, “con frecuencia”, “parte del tiempo”. Según Bryman (1984) “aún cuando el uso de tales frecuencias implícitas está lejos de acercarse al rigor de las técnicas estadísticas de la metodología cuantitativa, ello contribuye a borrar las fronteras entre los dos estilos” (p. 88).

Los modos de combinación

Se han aplicado una variedad de términos a las diferentes formas en que se combinan o relacionan los métodos cualitativo y cuantitativo. Algunos autores categorizan la combinación de métodos como simultánea o paralela y secuencial o de fases (e.g. Creswell, 1995; Onwuegbuzie, 2002). La simultánea o paralela refiere al uso de métodos cualitativos y cuantitativos sin interacción entre los dos tipos durante la recolección de datos, pero con complementariedad entre ambos durante la etapa de interpretación. La secuencial o de fases se utiliza cuando los resultados de un enfoque se usan para planear el uso del otro enfoque. A estas formas también se les ha llamado combinación de métodos bajo la lógica segregacionista mientras que se distingue otra forma de combinación llamada integracionista (Bericat, 1998).

La combinación cualitativacuantitativa llamada integracionista se considera una forma más radical de combinación ya que se basa en la idea de que cualquier dato identificado implica tanto cualidad como cantidad:

“…no puede postularse una cantidad sino de una predeterminada calidad, y a la inversa, no se puede postular cualidad sino en una cantidad predeterminada… Toda cuantificación métrica exige el aislamiento de una cualidad pura… A la inversa, hablar de calidad implica siempre hablar de cantidad, aunque en formas más o menos exactas, más o menos implícitas” (Bericat, 1998, p. 34).

En este sentido, no se está hablando de mezcla de métodos, sino dentro de un mismo método la combinación se da en las estrategias para el tratamiento de los datos desde la obtención, organización o sistematización y análisis.

En una revisión de planteamientos favorables a la combinación cualitativa-cuantitativa de diferentes investigadores, Onwuegbuzie (2002) reseña una serie de ventajas y propósitos identificados por diversos autores, ya sea en los métodos o las estrategias de tratamiento de los datos: a) facilitar la reducción de la complejidad de los datos y sus relaciones para lograr el comprenderlos; b) eliminar posibles sesgos inherentes ya sea en las fuentes de datos, o en los investigadores o en los métodos; c) obtener convergencia o corroboración de tendencias, o bien, descubrir inconsistencias, contradicciones o paradojas para profundizar o dar seguimiento; y d) desarrollar expansión de la investigación o análisis complementarios haciendo uso de la riqueza y naturaleza de los datos.

En el centro de la práctica de la investigación

Aunque los paradigmas que orientan la investigación en sí difieran en la concepción del mundo y en cómo investigar la dinámica de desarrollo y transformación de la sociedad y la cultura, es posible considerar que la investigación en uno u otro enfoque encuentra paralelos en los problemas para organizar, sistematizar, analizar e interpretar datos (Sogunro, 2002; Bryman, 1984). Es decir, ya cuando el investigador se encuentra en el centro mismo de su investigación, cuando se encuentra inmerso en el mundo de datos recolectados y teniendo como eje del análisis sus preguntas de investigación (ya sean hipótesis preconcebidas o las preguntas que emergen al ir recolectando datos en la investigación cualitativa), lo que el investigador busca es que la forma como sistematiza, analiza e interpreta sus datos sea de la mayor coherencia con la realidad misma.

Es en este punto en donde lo central en ambos métodos es contar con procesos de investigación que les permitan asegurar la veracidad de las observaciones y el sustento de sus interpretaciones a partir de los datos. En la tradición cualitativa se habla de la lógica de justificación o de mostrar la evidencia que respalde un punto de vista o interpretación. En la tradición cuantitativa, se aseguran mediante ciertos procedimientos de la validez interna, externa, de constructo, y estadística en la investigación. Como indican Plante et al. (1994) lo que se valida no es el método por sí mismo sino el grado en que las conclusiones e interpretaciones tienen respaldo o apoyo por el método y los resultados. A pesar de que los procedimientos en ambos enfoques difieren sustancialmente, ambos enfatizan la importancia de la calidad de la evidencia empírica y de los resultados para sostener sus interpretaciones y conclusiones.

En este momento crucial de necesidad de respaldo empírico de sus aseveraciones, el investigador cualitativo puede reconocer la necesidad de recurrir bien a la cuantificación de un mundo de datos para asegurarse de que existen patrones, o bien el investigador cuantitativo a realizar un análisis cualitativo (que podrá requerir de obtener nuevos datos o un acercamiento cualitativo al tema bajo estudio) para corroborar que sus datos “duros” realmente significan algo. Los investigadores de orientación cuantitativa no puede evitar interpretar, elucubrar, inferir, recurrir a explicaciones no tan directamente extraídas de sus resultados estadísticos, e igualmente, el investigador cualitativo intenta a la vez identificar en sus datos tendencias y patrones que para tomar forma implican inherentemente y en mayor o menor grado la cuantificación. En otras palabras, la cognición del investigador en el proceso investigativo recurre tanto a esquemas cualitativos como cuantitativos.

Los resultados del procesamiento estadístico de los datos no hablan por sí mismos, requieren de interpretación en el contexto de las limitantes estadísticas y en el contexto situacional de las variables tomadas en cuenta, ya que por “control” no se incluyen todas las variables que realmente intervienen en lo que se investiga. Lo mismo sucede con los estudios cualitativos; aún en estudios etnográficos no es posible captar y analizar absolutamente todo aquello que interviene en la situación o problemática estudiada, finalmente es necesario ir focalizando para descubrir patrones e interacciones en los datos.

Bryman (1984) indica que mientras que el debate entre las metodologías cuantitativa y cualitativa puede tener algún significado a nivel epistemológico (por ejemplo en términos de lo adecuado del método para establecer relaciones causales versus lo adecuado del método para establecer significados), en el contexto práctico de la investigación no hay una relación directa entre estas concepciones y las técnicas particulares, ya que la investigación típicamente comprende ambos elementos. Lo que interesa a los investigadores a nivel técnico, es lograr un cierto grado de congruencia entre un problema de investigación y una técnica, o grupo de técnicas, para responder al asunto sobre el cual se indaga. Bryman (1984) incluso plantea que “las técnicas podrían considerarse neutrales respecto de las cuestiones y debates epistemológicos” (p. 88).

Los investigadores de la realidad social, cultural, cognoscitiva, ya sea que se ubiquen en una concepción positivista o en una concepción fenomenológica, en el proceso de investigación finalmente se involucran en un serio intento de encontrar las evidencias claras y suficientes que respalden sus conclusiones. En este momento ambos sectores dan mayor relevancia a lo empírico, independientemente de sus concepciones del mundo social. Aquí es entonces cuando las técnicas de procesamiento y reducción de datos pierden su adscripción epistemológica y se podrían considerar, como dice Bryman, “neutrales”. Es cuando el investigador se aleja de sus propias preconcepciones de la realidad sociocultural/cognoscitiva para adentrarse en el descubrimiento de esa realidad y cuando puede recurrir por necesidad derivada de la naturaleza misma de lo que estudia, a intercambiar, alternar o fusionar estrategias y técnicas para obtener los datos, entenderlos, sistematizarlos e interpretarlos.

Conclusiones

Una de las razones por las que un investigador empieza a recurrir a la combinación cualitativa-cuantitativa en sus estrategias de análisis, proviene de querer superar las desventajas y limitaciones de cada uno de estos modos de abordaje de los datos. Las técnicas cuantitativas encuadran la perspectiva que se obtiene de la realidad en un marco preconcebido y muy delimitado, mientras que las cualitativas generan información en exceso que requiere de muchísimo tiempo para sistematizar y a la vez crea las condiciones para que se generen una multiplicidad de marcos de análisis que de todas maneras están limitados por las experiencias y concepciones del investigador (siempre hay un marco cognoscitivo que influye en la interpretación aún cuando el investigador pretenda acceder a los datos de manera intencionalmente ingenua y sin preconcepciones).

Es importante que la formación en investigación proporcione conocimiento y experiencia en una diversidad de estrategias tanto de recolección de datos como de su sistematización y análisis más allá de las tradicionalmente relacionadas con un solo paradigma. Esto le puede permitir al futuro investigador tomar una decisión más reflexionada y consciente acerca de cuál es su concepción de lo social y cuáles son los procesos de abordaje y de estudio de esa realidad social coherente con sus concepciones. También le puede proporcionar claridad acerca de cuándo y de qué forma es congruente combinar estrategias de análisis cualitativo y cuantitativo.

Desde luego podemos reconocer, como señala Bryman (1984), que aún cuando en la realización de un proyecto particular de investigación el investigador puede encontrar útil la contribución de los métodos cualitativo y cuantitativo, “no se puede derivar de ahí que las cuestiones epistemológicas involucradas en las metodologías cuantitativa y cualitativa se reconcilien ipso facto” (p. 87).

Si se considera el método de investigación no en cada proyecto aislado de investigación, sino en una serie relacionada de investigaciones sobre el mismo problema, es posible comprender cómo los estudios inicialmente cuantitativos pueden llegar a requerir de fases cualitativas y viceversa, y más aún, puede entenderse que ciertas formas de abordaje de los datos permiten reconocer su naturaleza cualitativa-cuantitativa por lo que puede resultar pertinente recurrir a estrategias combinadas para su procesamiento.


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  12. REESE, L. Kroesen, K., & Gallimore, R., “Cualitativos y cuantitativos, no cualitativos vs. Cuantitativos”, en: R. MEJÍA Arauz y S. A. SANDOVAL (coords.), en: Tras las vetas de la investigación cualitativa. Perspectivas y acercamientos desde la práctica, Guadalajara, México, ITESO, 1998, pp.39-75.
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El debate recurrente sobre la investigación cuantitativa y la cualitativa

O debate recorrente sobre pesquisa quantitativa e qualitativa

The recurrent debate on quantitative and qualitative research

Carlos E. Vasco Uribe*


* Profesor del Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud de la Universidad de Manizales y CINDE. Estas ideas han surgido en múltiples conversaciones y documentos escritos con otros profesores de metodología de la investigación, especialmente Eloísa Vasco y Carlos Rojas. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.


Resumen

Después de plantear la complejidad de los procesos reales, de señalar lo imprescindible de trabajar con modelos simplificados en investigación y de poner de presente que también en los estilos de trabajo histórico-hermenéuticos en ciencias humanas existe la dimensión cuantitativa, este artículo pasa en su segunda parte a mostrar la continuidad existente entre lo cuantitativo y lo cualitativo. Finaliza dando algunos ejemplos de los aportes que lo cuantitativo le hace a las políticas públicas y haciendo ciertas recomendaciones a los investigadores sobre la necesidad de conocer algunos métodos cuantitativos recientes y cierta bibliografía sobre el tema.

Palabras clave: investigación cualitativa, investigación cuantitativa, métodos, paradigmas.

Resumo

A primeira parte deste artigo aborda vários tópicos: a complexidade dos processos reais é apresentada; O que é indispensável para trabalhar com modelos simplificados em pesquisa é apontado; E também que nos estilos de trabalho histórico-hermenêutico nas ciências humanas existe a dimensão quantitativa. Na segunda parte, o artigo apresenta a continuidade existente entre quantitativo e qualitativo. Ele termina dando alguns exemplos das contribuições que o quantitativo dá às políticas públicas e dando algumas recomendações aos pesquisadores sobre a necessidade de conhecer alguns desenvolvimentos recentes em métodos quantitativos e certas bibliografias sobre o assunto.

Palavras-chave: pesquisa qualitativa, pesquisa quantitativa, métodos, paradigmas.

Abstract

The first part of this article covers several topics: the complexity of real processes is presented; how indispensable it is to work with simplified models in research is pointed out; and also that in the styles of historical-hermeneutical work in human sciences exists the quantitative dimension. In the second part the article presents the existing continuity between quantitative and qualitative. It finishes by giving some examples of the contributions that the quantitative gives to the public policies and by giving some recommendations to researchers on the necessity to know some recent developments in quantitative methods and certain bibliography on the subject.

Key words: qualitative research, quantitative research, methods, paradigms.


Sería de esperar que el debate que empezó hace treinta años entre los investigadores que preconizaban la investigación cuantitativa rigurosa como la única manera de hacer ciencia social seria y los que iniciaban en Colombia los entonces nacientes paradigmas de la investigación cualitativa hubiera desaparecido ya del panorama de la investigación en las ciencias sociales y humanas. Pero no parece ser así. En cohorte tras cohorte de las maestrías y los doctorados vuelve a surgir el mismo debate, con la diferencia de que ahora prácticamente todos los jóvenes estudiantes de posgrado abrazan apasionadamente algún paradigma cualitativo y rehúsan tomar siquiera un curso en métodos cuantitativos, así esté especificado en los requisitos del posgrado respectivo. Sólo algunos de los estudiantes de mayor trayectoria investigativa aceptan tomar esos cursos con interés, al menos con el loable propósito de poder leer e interpretar artículos y libros en los que se utilicen esos métodos, muy pocas veces con el de utilizarlos ellos mismos en sus investigaciones. Esto no ha cambiado, aunque sí han cambiado las preferencias por los paradigmas cualitativos: primero la opción predominante era la Investigación- Acción Participativa IAP, luego la etnografía y ahora los estudios culturales.

No puede negarse que los aspectos que se suelen estudiar como investigación cuantitativa en muchos pregrados y maestrías1 pueden ayudar en algunas investigaciones que utilicen descripciones por medio de modelos funcionales de una sola variable dependiente y una independiente; pero, de suyo, son demasiado elementales para modelar la complejidad de la gran mayoría de los procesos reales más interesantes para el investigador en ciencias sociales y humanas.

Pero tanto desde el punto de vista teórico como desde el computacional, se han desarrollado desde hace mucho tiempo una gran cantidad de herramientas cuantitativas que ayudan a los investigadores en los distintos trabajos que emprendan, por cualitativos que sean, algunas de ellas precisamente para los cualitativos. ¿Por qué entonces ese rechazo visceral a lo cuantitativo que sigue apareciendo en cada grupo de estudiantes?

Los procesos reales

Una primera razón que se aduce en estos debates es que lo cuantitativo es muy simplificado y reduccionista, mientras que la realidad es muy compleja. La moda del “paradigma de la complejidad” parece haberse extendido a todos los estudiantes y a la mayoría de los profesores jóvenes. Por supuesto que desde el punto de vista de la teoría general de procesos, es verdad que todo proceso real es muy complejo, inclusive los procesos que involucran sólo dos actores; piénsese por ejemplo una relación de pareja. Pero el cerebro humano no tiene más remedio que tratar de sobrevivir entre esta maraña de procesos por medio de modelos muy simplificados. Si entendemos la investigación como el intento de producir modelos de casos, de grupos, de procesos, esos modelos mentales (matemáticos o de otros tipos) deben ser siempre muy simplificados; en ello estriba su poder y, a la vez, su peligro2.

Si el informe de investigación no trata de simplificar muchísimo, no sirve. Es el famoso caso del mapa de Inglaterra en tamaño natural y con todos los detalles del país. El mapa sirve si su tamaño es mucho más reducido que el territorio y si deja de lado la mayoría de los detalles que no sean de interés para quien quiera utilizar el mapa para adentrarse en territorio desconocido.

También es verdad que tratar de reducir esos modelos al influjo causal lineal de una variable en otra suele ser ya demasiada simplificación. Hasta para pensar en el área de un rectángulo idealmente plano se requiere pensar en dos variables: las llamadas “largo” y “ancho”; pero para pensar en el volumen de cualquier placa de caras rectangulares ya se requiere otra variable más: el espesor; si nos interesa el peso de la placa (la masa, dirían los puristas), tenemos que incluir una cuarta variable más sutil (por no ser extensiva sino intensiva): la densidad promedio del material con el que se va a hacer la placa.

Por simplificado que sea el modelo mental de cualquier proceso social, el número potencial de agentes y factores que involucra suele ser muy grande. Cualquier cambio en los procesos reales en el que el investigador enfoque su mirada es el resultado de una multicausalidad: se debe a muy diversos factores visibles u ocultos, a interacciones entre ellos que producen interferencias o sinergias, a procesos de realimentación, etc. Por eso se requieren fases sucesivas de intervención (o de observación, la cual, por no-participativa que se considere, es siempre una intervención) y de teorización.

La teorización procede a intentar desglosar esos factores en forma cualitativa y a configurar modelos que permitan a la mente humana aprender un poco más sobre esos procesos que se quieren investigar.

En un estilo de ciencias sociales y humanas que pueda caracterizarse como histórico-hermenéutico, es posible limitarse a aumentar la comprensión de un hecho, caso o proceso pasado o presente3. En ese caso, no acabo de entender por qué las descripciones cuantitativas pueden reñir con las cualitativas. No veo por qué, por ejemplo, al decir que se visitó una escuela rural con muy pocos niños y niñas a cargo de una joven maestra bajita de estatura se esté haciendo una descripción cualitativa aceptable, pero si se dice cuántos alumnos y alumnas había en la escuela o se menciona la edad de la maestra (si es joven, esto no es problemático) o su estatura de un metro con cuarenta, ya se ha traicionado la metodología cualitativa. Al fin y al cabo, se habló de una escuela y de una maestra, los cuales también son datos numéricos, y al decir “maestra”, se clasificó a esa persona dentro de la categoría “género femenino”, que puede ser el valor 1 de una escala nominal en la que el valor 0 corresponde a los varones. Intentar una aproximación seria de tipo histórico- hermenéutico sin bases empírico- analíticas es un autoengaño del investigador.

Pero cuando se trata de avanzar hacia el estilo emancipatorio, más allá de la mera denuncia verbal, hay que buscar intentar intervenir en esos procesos con el fin de acelerarlos o retardarlos, de tratar de predecir su probable curso futuro o de decidir si se invierte tiempo, dinero y energía en encauzarlos o desviarlos. Para ello se requiere pasar de las apreciaciones meramente cualitativas a algún nivel de cuantificación, como el de las frecuencias para variables categoriales, la ordenación de los atributos cualitativos en escalas ordinales o la medición en escalas numéricas de intervalo o de razón.

Se puede decir que en los paradigmas cualitativos más puros, como un estudio de caso o un estudio cultural, no hay que generalizar. Pero en alguna manera, pensar que el proceso descrito va a seguir siendo durante un tiempo, así sea corto, como se le ha descrito en el informe de investigación, es una generalización. Además, el estudio de caso, así se le llame “cultural”, es –por definición– un caso más que el cerebro del lector del informe ubica, tipifica, relaciona y almacena con múltiples índices que le faciliten el recuerdo oportuno. De lo contrario, no le sirve de nada ni al investigado, ni al investigador, ni al lector del informe.

El paso de lo cualitativo a lo cuantitativo

En el recorrido cíclico de fases de teorización e intervención-observación, partimos de lo que sabemos sobre el tema a la teorización inicial y a la elaboración de categorías de partida, que son esfuerzos claramente cualitativos. El intento de llegar a sumergirnos en el proceso investigado sin teorías ni categorías previas es ilusorio y deformador, tanto como lo es la creencia de que las teorías y categorías iniciales van a ser suficientes para enmarcar todos los casos y todas las observaciones.

Al emprender sucesivos ciclos de teorización, que a veces llamamos “análisis de datos” o “interpretación de la información”, pronto llegamos a escalas numéricas, que son claramente cuantitativas. ¿En dónde está el paso de lo cualitativo a lo cuantitativo? Supongamos que yo me restrinjo a la utilización de escalas nominales cualitativas en mi investigación; si descarto todas mis categorías iniciales y obtengo cuatro nuevas categorías a partir de mis observaciones etnográficas y les asigno los números 1, 2, 3, 4, ¿ya estoy en investigación cuantitativa?

Si tengo múltiples observaciones que parecen poder clasificarse en esas cuatro categorías, ya tendría unas frecuencias, así todas las frecuencias sean 1 en cada una. ¿Es eso más o menos cualitativo o cuantitativo? No acabo de entenderlo.

Pero hay un punto mucho más delicado: ¿Qué confianza le tengo a mi manera de agrupar todas mis observaciones en sólo cuatro categorías, ni más ni menos? ¿Hay alguna manera de poner a prueba mi conjetura intuitiva de que esas categorías están muy relacionadas o de que son relativamente independientes? Para la penúltima pregunta hay buenos tratamientos cuantitativos de análisis de conglomerados o agrupaciones (cluster analysis) y para la última hay buenos métodos cuantitativos, como el chi cuadrado. ¿Demerita o potencia el análisis cualitativo el uso de esos métodos cuantitativos?

Si distingo cuatro etapas o estadios o fases del desarrollo cognitivo infantil en el dominio de la lectura, y elijo la numeración “estadio I, II, III y IV”, ya estoy utilizando una escala ordinal. ¿Es eso cualitativo o cuantitativo? Si pregunto por preferencias y uso las categorías “totalmente en desacuerdo, en desacuerdo, indiferente, de acuerdo y totalmente de acuerdo”, estoy usando una escala Likert de cinco puntos, una escala ordinal para la cual hay buenos tratamientos cuantitativos.

Tomemos el caso de atributos cualitativos como la salud, la belleza, la música o el color. Al tratar de ordenar a las comunidades como más o menos saludables, a las reinas como más o menos bellas, a los sonidos como más o menos agudos, o a los tonos de pintura blanca como más o menos brillantes, ya estamos entrando en las escalas ordinales. Pero en epidemiología se utilizan índices numéricos muy finos para los distintos aspectos de la salud; a las reinas de belleza las eligen por milésimas en los puntajes acumulados que el público conoce pero ellas no; la altura de los sonidos se mide por su frecuencia en vibraciones por segundo (herz), o por su longitud de onda en nanómetros, y la brillantez de una superficie se mide en brils o lamberts o por su iluminación en luxes o lúmenes por metro cuadrado o por su reflectividad o albedo en la escala de 0 a 1 u otras oscuras magnitudes y unidades del Sistema Internacional SI. ¿En dónde se pasó de lo puramente cualitativo a lo puramente cuantitativo? Por algo Kant decía que toda percepción es cuantitativa, no sólo porque se refiere a una cantidad o magnitud extensiva en el espacio y el tiempo, sino también en cuanto a su cualidad o magnitud intensiva a partir del cero; así, el orden es lo cuantitativo de lo cualitativo4. ¿Qué se hizo la diferencia entre lo cualitativo y lo cuantitativo?

Los aportes de los métodos cuantitativos

Los métodos cuantitativos se han desarrollado para minimizar el riesgo de tomar factores aparentes por sustantivos; para ponderar o descartar sus influencias; para disminuir el peligro de distorsiones por influjo de las ideologías y otros sesgos emocionales siempre presentes en la subjetividad de los investigadores y para simplificar, refinar o descartar los modelos producidos por la teorización. A los lectores más interesados por los procesos de teorización por medio de modelos les recomiendo la lectura del libro clásico de Hubert M. Blalock La construcción de teorías (Blalock, 1969).

Los responsables de las políticas públicas se enfrentan con decisiones muy difíciles sobre el uso de recursos cuantiosos en la salud, la educación, los derechos humanos o la prevención del abuso infantil, la drogadicción o la delincuencia. Ya sea que esos recursos vengan de los contribuyentes, o de una donación, o de un préstamo internacional, hay muchos agentes nacionales e internacionales (stakeholders) que tienen derecho a que se orienten lo mejor posible esos recursos y a que se dé cuenta a la ciudadanía de su uso inteligente, oportuno, eficaz y eficiente. Para ello es necesario poder cuantificar los distintos insumos y los distintos efectos y poder distinguir aquellos efectos que sí se debieron a los insumos adicionales, de aquellos que se debieron a otras circunstancias más o menos fortuitas.

Si se habla de responsabilidad, transparencia y rendición de cuentas (accountability) por parte de los funcionarios públicos, no hay otro camino que desarrollar maneras cuantitativas de ponderar los efectos de una inversión, los municipios con mayores necesidades, los progresos de los niños y niñas beneficiados por los programas, la eficiencia de los mismos, los indicadores de salud pública, de calidad de vida y otros aspectos inicialmente concebidos en forma cualitativa (social accounting). Para decirlo en una frase híbrida, sin social accounting no hay social accountability.

Estos aspectos son cruciales para las personas que están más interesadas en analizar las políticas públicas, pues esas políticas se deciden muchas veces por cálculos cuantitativos y las argumentaciones se abren paso por el apoyo que tengan en modelos formulables en términos que puedan ser contrastados empíricamente con los datos económicos, demográficos, educativos y sociales existentes en las bases de datos nacionales e internacionales.

Para un ejemplo, podría leerse un libro reciente, escrito por Alejandro Gaviria (2002), subdirector de la Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo –Fedesarrollo y luego del Departamento Nacional de Planeación, en el que toca temas que parecen sólo cualitativos –como la calidad de los planteles, la vulnerabilidad, la deserción, la movilidad y el embarazo adolescente– con tratamientos cuantitativos muy finos y de manera muy conciente de sus aportes y sus limitaciones. Para un ejemplo de los modelos teóricos que propone Hubert Blalock en el libro citado arriba (Blalock, 1969), puede verse el diagrama que presenta el mismo Alejandro Gaviria con el propósito de analizar los problemas de deserción escolar o cambio de plantel presionados por la recesión y el aumento de desempleo desde 1999 (Gaviria, 2002, p. 78: Gráfico 1: “Conexiones teóricas”).


Conclusión

Para tratar de discernir los efectos de distintos factores sobre características observables de un proceso, se han ideado métodos de regresión múltiple (multiple regression), análisis de varianza (analysis of variance, ANOVA) y de covarianza (analysis of covariance, ANCOVA). Para contrastar diversas variables entre sí con el fin de tratar de detectar categorizaciones y dependencias, se han diseñado métodos de análisis de conglomerados (cluster analysis), de escalamiento multidimensional (multidimensional scaling, MDS) y de análisis factorial, entre otros. Las personas que hayan utilizado estos métodos pueden comprender fácilmente lo que se les escapa a quienes los desconocen y los temen: que los resultados requieren un delicado análisis cuantitativo y que ellos, a su vez, refinan y potencian la intuición cualitativa.

Como una panorámica de esos métodos, los lectores que se sientan menos cómodos con las fórmulas matemáticas pueden limitarse a leer las dos últimas partes del libro de Guillermo Briones (1973), texto clásico en Latinoamérica que se retomó después en algunos módulos de investigación publicados por el Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior -ICFES. Espero que con esta “muestra representativa”, esos lectores también se sientan motivados a leerlo todo.

A los lectores que se sientan un poco más temerarios les puedo recomendar, además, leer las cien últimas páginas de la segunda edición de un clásico de la década del setenta, que les parecía a los investigadores más críticos provenientes de la investigación cualitativa demasiado positivista y formalista y, a los defensores de la cuantificación, demasiado filosófico e hipercrítico: el de Fred N. Kerlinger (1985). Difícilmente se encuentra en la literatura posterior de los años ochenta y noventa una finura de análisis y una crítica tan certera a la utilización abusiva de los métodos cuantitativos como la que hace Kerlinger, al mismo tiempo que un conocimiento de primera mano que le permitía hablar con autoridad y precisión sobre estos temas difíciles con ejemplos que no requieren utilizar el computador.

Finalmente, hay otro librito clásico que hay que conocer para entender el problema del diseño de una investigación, así uno no lo vaya a utilizar en las suyas sino sólo en la interpretación de las de otros investigadores: Campbell y Stanley (1973).

Recomiendo también la búsqueda en internet de introducciones y referencias a la estadística multivariada para la investigación social. Una página web que mantiene actualizada el profesor William Trochim de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad de Cornell puede ser un buen sitio para empezar: http://trochim/human/cornell.edu/

Las palabras clave para la búsqueda pueden ser “multivariate statistics”, “multivariate methods”, “multiple correlation”, “factor analysis”, “cluster analysis”, “multidimensional scaling”, “concept mapping”, etcétera.

También es conveniente hacer una lectura diagonal de un manual que acompañe a un paquete esta dístico profesional. No se trata de que cada uno de los lectores llegue a dominar la utilización de todos ellos; ni siquiera de que sea capaz de preparar y analizar datos por sí mismo con la ayuda de un paquete estadístico como el SPSS, el SAS u otro similar. Pero sí se trata de que cuando encuentre un informe de investigación que presente los resultados con alguno de estos andamiajes matemáticos, entienda al menos las ideas principales de dicho informe y así pueda tomar la decisión de buscar asesoría para comprender mejor esos resultados que le interesaron.

También esperaría que si alguno de los lectores encuentra un problema de investigación para el cual haya teorías y modelos previos que le permitan discernir su complejidad y conceptualizar algunos de los posibles factores que influyen en el fenómeno que va a estudiar, pueda apreciar la utilidad potencial que tendrían estos métodos multivariados para profundizar en su investigación y así pueda tomar la decisión de buscar asesoría técnica para rediseñar la recolección y el análisis de sus datos de tal manera que puedan utilizarse esos métodos con algún tipo de confiabilidad y validez apropiado para los propósitos, los datos y las situaciones.

En cualquier caso, si el lector comienza algún proyecto de investigación, siempre empezará a precisar algunas posibles categorías que agrupen a las personas, familias o grupos que se quieren conocer mejor; especificar algunos de los atributos o propiedades de éstos que se quisieran analizar; conjeturar los factores que podrían influir en la presencia, ausencia o magnitud de algunos de esos atributos o propiedades, y proponer un modelo tentativo de conexiones entre factores y atributos. Con base en esos modelos tentativos, le será posible discutir con sus colegas la pertinencia o no de medidas cuantitativas para esos atributos, factores y conexiones; en caso de que sí lo sean, podrá establecer el nivel nominal, ordinal o de intervalo más apropiado para la situación y buscar el tipo de asesoría que un buen conocedor de los métodos estadísticos podría prestarle para algunos aspectos del análisis de los datos recogidos en los trabajos de campo.

Después de haber trabajado seriamente en una investigación que combine métodos y técnicas cuantitativos y cualitativos, el lector habrá superado el debate entre éstos y empezará a preguntarse con el autor de este artículo por qué, después de treinta años, todavía continúa en Colombia el debate entre los que preconizan los métodos cuantitativos y los que defienden los cualitativos.


Citas

1 La estadística descriptiva y las pruebas paramétricas y no paramétricas para poner a prueba hipótesis acerca del cambio de una variable entre grupos con y sin tratamiento, por ejemplo la comparación entre medias con una prueba t.

2 Ver mi propuesta de una Teoría General de Procesos y Sistemas en los documentos de la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo: Vasco et al. (1995).

3 Ver el libro Conocimiento e interés de Jürgen Habermas (1984), y mi comentario sobre el tema: Vasco (1984).

4 Ver la sección tercera del capítulo segundo de la doctrina trascendental del juicio en la Crítica de la Razón Pura.


Bibliografía

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