nomadas57

Spanish English Portuguese
  Versión PDF

 

Prospectiva de investigación en la Universidad Colombiana

Pesquisa prospectiva na Universidade Colombiana

Prospective research at the Colombian University

José Luis Villaveces Cardoso*


* Químico de la Universidad Nacional, Doctor en ciencias de la Universidad de Lovaina, investigador y profesor de la Universidad Nacional desde 1969, trabaja en el campo de la química teórica donde tiene más de 30 artículos en revistas internacionales, capítulos de libros y numerosas presentaciones en Congresos y otros eventos. Ha sido Director del Doctorado de Química de la Universidad Nacional y Director de Investigaciones de la misma universidad, Subdirector de Colciencias y Secretario de Educación de Bogotá. Actualmente dirige el Observatorio Colombiano de la Ciencia y la Tecnología, centro de investigaciones cuyo objeto de investigación es la actividad de ciencia y tecnología en el país.


Resumen

Los inicios de un ejercicio prospectivo sobre la universidad colombiana muestran que en el nuevo entorno que puede recibir el título de “Sociedad del Conocimiento”, la universidad tiene un papel esencial que jugar, convirtiéndose a sí misma en Institución de Conocimiento, nombre que parece pomposo y fuera de lugar en una sociedad como la colombiana, que no sólo se fundamenta en la ignorancia, sino donde se reivindica como valor la ignorancia misma, cuando se considera ejemplar la imagen de la “persona práctica” que toma decisiones rápidas sin detenerse a pensar o a enterarse de aquello sobre lo cual toma decisiones. Nuestras universidades deben asumir inmediatamente la tarea de investigar como labor central e indispensable para el cumplimiento de su actividad formativa. Afortunadamente la última década ha visto procesos importantes en Colombia que muestran que han sentado las bases para que esto sea posible en el momento actual. Por un lado la formación del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, con todo lo que implica y por el otro el avance en la conceptualización que permite ir dejando atrás las discusiones bizantinas que tanto daño han hecho.

Abstract

The beginning of a prospective study about Colombian University show that in the new context of “Knowledge Societies”, the university has an essential role, becoming itself a “Knowledge Institution”, name that sounds strange in a society as the Colombian, where ignorance is a value, exemplified in the image of the “practical person” as somebody who takes quick decisions without stopping to think or to learn about the object of her decisions. If our country to survive are directly related to the possibility that the next generation has a radically different relationship with knowledge, which may be achieved if our universities begin at once the task of solving our problems of now and here using knowledge as a tool, that is, if they begin inmediately research tasks. Fortunately, the last decade has seen important processes in Colombia, that show that this is feasible in the present moment. Firstly, the formation of the National System of Science and Technology with all its derivations and secondly, the advances in conceptualization that allow us to leave behind the bizantyne discussions that have been so harmful in the past.


¿Es posible la prospectiva?

La prospectiva es un intento de mirar al futuro, especialmente para ver cómo pueden hacerse posibles los futuros que nos parecen deseables. En otros países no se habla de prospectiva sino de futurología, palabra que hace énfasis en el hecho de que se trata de estudiar el futuro, pero de estudiarlo rigurosamente, basados en el logos que en último término es la fuerza que pilota el universo como decía Heráclito.

¿Es esto posible? La respuesta es sí. Entrever el futuro no es cuestión de adivinar ni de invocar extraños poderes, sino de desarrollar las habilidades que todos los humanos tenemos y que la ciencia y la tecnología han potenciado tanto. Precisamente el gran logro de las ciencias físicas, lo que hizo que los europeos de los siglos XVIII y XIX las vieran como el paradigma del conocimiento, fue su capacidad de predecir. Cuando se estudia un cuerpo en movimiento y se conocen las fuerzas que influyen sobre él, es posible calcular su posición y su velocidad en cualquier momento futuro, si se conocen la posición y la velocidad en una circunstancia dada. Sobre esta capacidad se desarrollaron las máquinas, que son una forma de realizar estas predicciones y se gestó la Revolución Industrial.

La capacidad de predecir en química nos permite todos los días sintetizar nuevos medicamentos cuyas propiedades conocemos con precisión antes de entrar al laboratorio, es decir, podemos expresar exactamente cómo se comportarán, cómo reaccionarán, si serán blancas o de colores, si quitarán el dolor de estómago o harán tener visiones de sustancias que ni existen ni han existido nunca sobre la Tierra. Podemos hasta decir cómo se preparan, elaboradas y luego verificar que nuestras predicciones eran correctas. La capacidad de predecir en biología está hoy abriéndonos las puertas promisorias y aterradoras de la ingeniería genética.

Por lo general, si el sistema es muy simple, la predicción es altamente precisa y si el sistema es complejo o caótico, la exactitud de las predicciones disminuye. En el caso de los sistemas sociales –y la universidad es uno de ellos por excelencia–, nos encontramos en una situación intermedia. No son tan sencillas como una bolita lanzada al aire o una manzana que cae frente a los ojos del filósofo absorto, ni tan complejas y caóticas como un terremoto o un huracán. Hay unas instituciones, unas reglas de juego, una uniformidad suficiente en las personas que laboran y estudian en ellas, como para permitirnos un intento de predicción. Al mismo tiempo, personas e instituciones se encuentran sometidas a avatares del contexto social y natural, que limitan un tanto la capacidad de ver el futuro. No obstante, si bien nadie intentaría predecir el movimiento y la situación precisas de cada uno de los integrantes de la universidad en unos años, sí es posible construir lo que algunos llaman “escenarios” futuros, historias que nos cuentan qué pasará si se dan ciertas condiciones y qué pasará si las condiciones son otras y, si construimos bien nuestras historias –nuestros libretos, que no escenarios1, la probabilidad de acertar es grande.

La capacidad de predecir en ciencias naturales se fundamenta esencialmente en la capacidad de estudiar el pasado, de analizar las formas del cambio y de confiar en que, a pesar del cambio en ciertas condiciones, las tendencias principales se mantendrán en el futuro cercano. En física, es decir, en el estudio del mundo material, esas tendencias son las “fuerzas”. En química son las “propiedades químicas”. En el estudio de lo social las tendencias son más cambiantes y dependen de la voluntad de los individuos que participan en los procesos, de sus ideologías, de sus deseos y de muchas cosas más, pero aun así es posible estudiar las tendencias generales y predecir con cierto nivel de probabilidad. Para aumentar el nivel de probabilidad en la comprensión del futuro, hay que estudiar muy bien el pasado reciente, las tendencias que lo impulsan, los entornos en que se mueve y los contextos que lo explican. También hay que plantear los futuros deseables. La capacidad de predicción bien manejada nos permite construir varios futuros posibles. De entre ellos hay que extraer los deseables y luego las condiciones que nos permitirían construirlos.

La prospectiva bien utilizada es el aprovechamiento de todas las ciencias básicas, de todas las ciencias sociales y de todas las ciencias humanas para el estudio del futuro y de los medios de construirlo.

Así, si queremos analizar prospectivamente las posibilidades de investigación en la universidad colombiana debemos mirar lo que ha pasado en ésta en los últimos años, lo que ha ocurrido en la investigación colombiana y lo que está pasando en una y otra en el mundo, especialmente en aquellos lugares con los cuales tenemos mayor interacción y por lo tanto influyen más sobre nosotros. Debemos estudiar la injerencia que nuestra universidad ha tenido sobre Colombia y la que desearíamos que tuviera y analizar la forma de pasar del presente al futuro deseable.

La sociedad del conocimiento

Los análisis históricos, sociológicos y prospectivos que se realizan a escala mundial son bastante unánimes en considerar que estamos en un momento de mutación de la sociedad. El desarrollo de la informática y de las comunicaciones, la forma impresionante en que podemos comunicarnos todos casi simultáneamente y tener a nuestra disposición en forma instantánea y muy barata una cantidad de información superior a la que soñó con tener cualquier ser humano hace tan sólo medio siglo es un elemento central de esta nueva era. Como lo son el fin de la guerra fría y todos los complejos desarrollos geopolíticos de la última década frente a los cuales se hace necesario tener un cierto distanciamiento para poderlos analizar. Que el último acto importante del siglo XX haya sido el desciframiento del Código Genético Humano es bien simbólico de lo que se abre como época para la humanidad: el conocimiento, el entendimiento de nuestro entorno, hasta las raíces mismas de nuestra vida son el elemento determinante de nuestra nueva época2. Por eso la nueva era será llamada del conocimiento.

Existe en Colombia una relación incipiente y mal formada con el conocimiento. Los colombianos estamos muy lejos de podernos servir del conocimiento realmente para manejar nuestra vida, para producir lo que requerimos para atender nuestras necesidades materiales, para manejar nuestro medio ambiente, para organizar nuestras instituciones. Es la ignorancia la causa principal de la poca productividad de nuestro agro o de nuestras industrias. La ignorancia sobre los determinantes edáficos y bióticos, tanto como sobre las condiciones sociales y antropológicas de productores, cultivadores y compradores. Nuestros productores de flores desconocen la manera de manejar las plagas o de mejorar las especies y por eso dependen de la compra de semillas a sus competidores holandeses o australianos que, evidentemente, no les venden semillas con las cuales puedan destronarlos, y nuestros industriales del textil dependen de las innovaciones que les sueltan sus competidores europeos o asiáticos que, de nuevo, no son competitivas. Tenemos gigantescas minas de carbón que se explotan como las de Inglaterra hace trescientos años, sacando la piedra y colocándola en un barco para que otros le agreguen valor, que por ignorancia no somos capaces de agregarle nosotros. Nuestro patrimonio cultural se ha deteriorado o perdido en gran medida antes de que lo hayamos podido conocer. Nuestro medio ambiente se estropea a pasos agigantados, sin que entendamos cómo son nuestros regímenes de vientos o de aguas y nuestras múltiples especies animales o vegetales desaparecen sin que hayamos llegado a conocerlas y mucho menos a aprender a aprovecharlas, así como nuestras instituciones se desbaratan mientras hacemos grotescos esfuerzos por reformarlas a pupitrazos congresionales o a punta de referendos construidos sobre preguntas de respuesta única, repitiendo una y mil veces el intento fallido de modificar la realidad por decreto.

Predomina en Colombia el actuar chambón, chapucero y chabacano, causado a veces por la inmoralidad rampante -como se puso de manifiesto cuando el terremoto del Quindío dejó al descubierto en Armenia vigas de edificios hechas con alambre de púas en vez de varilla de acero-, o causado otras veces por la simple ignorancia -como cuando pavimentamos por enésima vez las carreteras sin haber estudiado con juicio las formas de aplicar asfalto que tendrá que estar bajo un sol que cae a 90° y con 2.600 metros menos de aire protector sobre él-. ¡Cuán pocos ingenieros civiles colombianos se preocupan por entender la influencia de la radiación ultravioleta sobre los enlaces químicos de los hidrocarburos de alto peso molecular que aplican en esas condiciones! Obsesionados con el prurito de ser “prácticos” recuerdan al cucarrón que trata cien veces de salir por la misma ventana, golpeándose todas las veces contra el vidrio cuya existencia ni detecta ni comprende.

La realidad es que nos mantenemos en una sociedad que pretende manejarse con base en recetas de manuales elaborados para otras condiciones tanto para aplicar asfaltos como para construir Códigos y Constituciones; que trata de desarrollar industria competitiva comprando las tecnologías que liberan los competidores; que genera niveles enormes de desconfianza entre sus ciudadanos, que se cristalizan cada vez que preferimos comprar un producto extranjero a uno nacional porque estamos casi seguros de que el fabricante colombiano no sabía producir bien el producto. Estamos en una sociedad en que las decisiones se toman con base en la ignorancia, en una ignorancia altanera que se expresa a diario cuando nuestros industriales y ejecutivos del sector público toman decisiones apresuradas, reclamando la importancia de resolver rápidamente, sin perder el tiempo en pensar en lo que se hace, es decir, exigiendo la urgencia de actuar con base en la ignorancia.

Esta entronización de la ignorancia ha sido en gran medida causada por las universidades en las que estudiaron ayer nuestros dirigentes de hoy y en las cuales formaron su respeto por los resultados obtenidos por otros y su poca confianza en lo que el pensamiento propio podía producir. La universidad colombiana no está sirviendo para formar aquella capa de intelectuales capaces de usar el conocimiento como fuerza transformadora de la sociedad que ha sido la principal responsable en la mejora de las condiciones globales de vida en otras sociedades.

Por ello, aunque el conocimiento es para aprender a convivir, tenemos una sociedad violenta; aunque el conocimiento es para aprender a producir, tenemos una sociedad de baja productividad y de competitividad descendiente; aunque el conocimiento es para aprender a pensar, tenemos una sociedad que se caracteriza por sus análisis superficiales sobre todos sus problemas y el predominio de lo urgente sobre lo importante; aunque el conocimiento es para aprender a participar racionalmente en la toma de las decisiones que nos competen, tenemos una sociedad brutalmente excluyente. Por eso, nuestras universidades influyen tan poco en la vida de la nación. Y también por eso aunque se funden universidades en ricas zonas agrícolas, con gran esfuerzo del presupuesto regional, al cabo de décadas no se ve ninguna mejoría apreciable en la productividad agropecuaria causada por la acción de la universidad. Fundamos universidades en nuestros territorios industriales y las industrias no encuentran, años después, ningún sentido a la acción de la universidad. Por eso nuestras universidades en las regiones pesqueras no han incidido en la industria de la pesca y de la pospesca.

El tono del párrafo anterior puede parecer excesivamente pesimista, pero no lo es. No ganaríamos nada con disimular nuestra situación. Nuestras universidades se han consagrado por décadas a la tarea de formar profesionales y han formado a aquellos que nos dirigieron, en la esfera pública y privada, precisamente hacia la sociedad que tenemos.

Para tener una situación distinta podemos seguir el ejemplo de quienes han logrado que el conocimiento sea la fuerza motriz de sus sociedades. Para ello, las universidades deben enseñar a resolver problemas del acá y del ahora, problemas reales de la sociedad de hoy, no por la vía de las consignas o los manuales, sino por la vía de la observación, de la medición, del análisis cuidadoso y concreto de las situaciones concretas, de la experimentación, de la predicción controlada, apoyadas estas acciones en todo el acervo cultural de la humanidad. Es decir, deben enseñar a resolver problemas del acá y del ahora investigando. Pero, en esta como en tantas habilidades, es imposible enseñar a hacer lo que no se hace. Si la misión de la universidad en nuestra Colombia del siglo XXI es formar a las siguientes generaciones para que aprendan a usar el conocimiento como fuerza productiva de bienes materiales y de bienes sociales, como herramienta indispensable del bienestar, entonces su primera tarea es convertirse en entidades de conocimiento, en instituciones en las cuales la investigación se haga labor cotidiana y se estén todo el día resolviendo problemas del acá y del ahora, problemas de nuestra sociedad y nuestra nación mediante el uso del conocimiento. Entonces podrán enseñar a sus estudiantes a hacer lo mismo y podrán incidir en la vida de la sociedad.

Es decir, para que nuestras universidades puedan cumplir con sus funciones de docencia y extensión es condición sine qua non que las apoyen en una excelente labor investigativa.

El Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología

Para continuar con estos planteamientos elementales de prospectiva sobre la investigación en la universidad colombiana, es importante ver qué se ha hecho en el pasado reciente.

El Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología se formó en 1990, como resultado de una movilización grande de comunidades científicas y académicas en Colombia y la confluencia de varias circunstancias importantes. Un punto culminante había sido el Foro Nacional sobre Política de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo que se llevó a cabo entre el 7 y el 9 de octubre de 1987 en el cual se encontraron ministros, industriales de muchos sectores y académicos e investigadores para explicar por qué creían que eran necesarias la ciencia y la tecnología en nuestro medio. Poco después, el Presidente Virgilio Barco declaró el “Año Nacional de la Ciencia y la Tecnología” que sirvió de caja de resonancia para que muchas actividades que ya se hacían se conocieran más y para que otras nuevas surgieran. La primera Expociencia se hizo en ese año y las bases de Maloka fueron trazadas entonces. Lo más importante fue la conformación de la Misión de Ciencia y Tecnología, en la cual trabajaron muchos investigadores colombianos y de cuyos estudios, amén de cinco libros sobre el tema, resultó la Ley 29 de 1990, o Ley de Ciencia y Tecnología, que sentó las bases para una nueva organización del tema y del apoyo gubernamental; 1991 vio la creación propiamente dicha del Sistema con la promulgación del Decreto Ley 585. En su artículo 4 se define el Sistema en la siguiente forma: “El Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología es un sistema abierto, no excluyente, del cual forman parte todos los programas, estrategias y actividades de ciencia y tecnología, independientemente de la institución pública o privada o de la persona que los desarrolle.” La definición tiene varios elementos que merecen destacarse: en primer lugar, es un Sistema de Actividades, no de instituciones. No son las instituciones tales o cuales o las personas fulana y mengana las que forman parte del Sistema. No se requieren estatutos, ni carnés. Se requiere hacer. Desde que haya una actividad de ciencia y tecnología se es parte del sistema. Si se deja de actuar, se sale del Sistema. No es un sistema burocrático, sino uno para organizar la acción. Es abierto y no excluyente. No puede nadie decir que cierto tipo de actividades de ciencia y tecnología son más deseables y por lo tanto deben estar en él y otras son indeseables y deben excluirse3. Al mismo tiempo, se declara la obligación del Estado de apoyar la Ciencia y la Tecnología, independientemente de la institución pública o privada que las desarrolle, es decir, la obligación del Estado es apoyar el trabajo para conocer y entender nuestra naturaleza y nuestra sociedad, no sólo aquel que desarrollan sus empleados directos. Esto último quedó refrendado unos meses después en dos artículos de la nueva Constitución4.

Además de la Ley 29 de 1990 y el Decreto 585 de 1991, el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología se ha desarrollado en múltiples leyes y decretos, que incluyen el 393 de 1991, que generó novedosas formas de contratación y de creación de entidades especiales para desarrollar actividades de ciencia y tecnología entre las que se destacan los “Convenios Especiales de Cooperación” y las Corporaciones de Ciencia y Tecnología que permiten a particulares y Estado asociarse para desempeñar actividades de ciencia y tecnología con sujeción al derecho privado. El Decreto 591 de 1991, refrendado después por la Ley 80 de 1993 genera condiciones especiales para la contratación de las entidades públicas en ciencia y tecnología. Todo lo anterior busca agilizar la paquidermia del Estado en lo referente a ciencia y tecnología y concretar por la vía jurídica y administrativa el apoyo y la atención especial que el Estado concede a estos temas. La Ley 6 de 1992 creó por otra parte estímulos especiales para los contribuyentes que invierten en ciencia y tecnología, que van desde la reducción del IVA a las importaciones con propósitos de investigación o desarrollo tecnológico hasta las exenciones directas en el impuesto de renta a quienes desarrollan estas labores. Todas las reformas tributarias posteriores han mantenido estos esquemas. La legislación completa que rige la ciencia y la tecnología en Colombia es de fácil acceso a través de las páginas web de Colciencias www.colciencias.gov.co o del Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología www.ocyt.org.co

Organizativamente, el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología se estructura a partir de un Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, adscrito a la Presidencia de la República, que tiene en el organigrama del Estado colombiano el mismo rango que el Consejo de Ministros, el Conpes, el Consejo de Seguridad y otros consejos que asesoran al Presidente y dictan las políticas en los campos respectivos. De este Consejo Nacional hacen parte el Presidente, el Director del Departamento Nacional de Planeación, cuatro ministros, cuatro rectores de universidades, dos investigadores y dos empresarios. Su función es generar la política de ciencia y tecnología en toda la nación y coordinar los esfuerzos. Doce años generando políticas han dado resultados. Allí se han planteado las políticas de financiación de la investigación que generaron un pico alto en recursos a mediados de la década del noventa. Allí se impulsó primero la política de formar colombianos a nivel doctoral en el exterior y ahora la de formarlos a este nivel en Colombia, que comenzó a funcionar en 2002. Allí se han defendido y manejado los incentivos tributarios para la inversión privada. En general, hay resultados importantes en la formulación de la política, mientras que no los hay en el momento de coordinar esfuerzos. El sentido de que estén sentados en él el DNP y los ministerios es que los recursos públicos para la ciencia y la tecnología se inviertan de manera coordinada. Sin embargo los recursos siguen invirtiéndose de manera descoordinada y caótica y los ministros tienden a salir del Consejo después de haber participado en la construcción de políticas a continuar manejando sus recursos ministeriales sin tener en cuenta las políticas generales. El último exabrupto en ese sentido fue la creación independiente, por parte del Ministerio de Agricultura, de su propio “Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología Agropecuaria” para manejar los dineros de Corpoica y las Pronatas sin tener en cuenta que no son posibles los desarrollos agropecuarios sin la investigación universitaria en ciencias básicas, en ciencias sociales, en economía agrícola, etc., es decir, que no se puede hacer investigación agropecuaria sin coordinación con el resto del país.

Para desarrollar planes más concretos, el sistema se organiza en once programas nacionales de ciencia y tecnología que abarcan prácticamente todos los campos del conocimiento: Son ellos los de Ciencias Básicas, de Ciencias Humanas y Sociales, de Ciencias de la Salud, de Ciencias Agropecuarias, de Biotecnología, de Electrónica, Telecomunicaciones e Informática, de Estudios Científicos de la Educación, de Ciencias del Medio Ambiente y del Hábitat, de Desarrollo Tecnológico Industrial, de Energía y Minería y de Ciencias del Mar.

Cada uno de ellos depende de un Consejo de Programa, en el que participan el ministro del ramo e investigadores y empresarios que trabajen en el campo correspondiente. Se han hecho ya dos gigantescos procesos de planeación participativa en los que muchos investigadores, académicos y empresarios del país trazaron los planes estratégicos de los once programas. El primero de estos ejercicios tuvo lugar entre 1992 y 1993 y dio origen a una colección de once libros que fueron distribuidos a las bibliotecas de todas las universidades del país. El segundo se realizó entre 1998 y 2000 y los planes estratégicos correspondientes se encuentran en la página web de Colciencias.

El Programa Nacional de Ciencias Sociales y Humanas

En 1991, cuando se discutieron y sentaron las bases para la configuración de un Programa Nacional de Ciencias Sociales, se lo definió como “el conjunto de acciones encaminadas al fortalecimiento y a la promoción del conocimiento científico de los procesos y tendencias de la realidad social, cultural, política, económica y tecnológica de la sociedad colombiana, dentro de un marco de referencia internacional y cuyo objetivo se relaciona con la apertura de Colombia a la vida moderna”. De su último ejercicio de planeación estratégica, se destacan los siguientes principios:

Principios del Programa Nacional de Ciencias Sociales y Humanas

  • Considerar que las Ciencias Sociales y Humanas son diversas en sus enfoques teóricos y metodológicos, manteniendo un lugar de encuentro en la argumentación de sus tesis y hallazgos.
  • Destacar entre los múltiples factores que contribuyen al desarrollo de las Ciencias Sociales y Humanas, aquel que se refiere a la progresiva consolidación de una comunidad de investigadores con autonomía e identidad.
  • Valorar el papel de primer orden que juega el Estado en la promoción de la investigación en Ciencias Sociales y Humanas, ante todo de aquellas modalidades no demandadas por el mercado.
  • Reconocer la incidencia del conocimiento en Ciencias Sociales y Humanas en la esfera de los intereses y prácticas sociales y valorar en particular su contribución a la formación de una sociedad más justa y equitativa.
  • Propender por desconcentrar la investigación, buscando que su práctica se difunda en la Nación y logre la articulación de niveles diferenciados de conocimiento.

En el Programa Nacional de Ciencias Sociales y Humanas se han definido siete áreas temáticas a saber: 1. Identidades culturales: 2. Sistema político y relaciones de poder 3. Estudios sectoriales y teoría económica 4. Desarrollo regional y dinámica social5. Conflicto, justicia y democracia. 6. Desarrollo humano y dimensión ética. 7. Estudios sociales de la ciencia. En los años que lleva funcionando se ha incrementado mucho tanto el número de proyectos financiados que pasaron de 45 en el bienio 1991-1992 a más de 100 anualmente en la actualidad. Así mismo, en precios constantes de 1991, el presupuesto para proyectos en ciencias sociales se quintuplicó, pasando de $453.2 millones en el primer bienio a $2.578 millones en el último bienio.

Organización de la investigación

Los doce años de funcionamiento del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología han visto un proceso en el cual se ha aclarado mucho la manera de organizar la actividad investigativa en el país. El concepto de Grupo de Investigación como unidad organizativa de la investigación que conjuga la necesaria autonomía en su organización con la posibilidad del reconocimiento institucional y nacional fue presentado en su forma original en los días de la Misión Nacional de Ciencia y Tecnología, hacia 1990, y ha venido siendo ensayado, estudiado y concretado, de tal manera que ahora se reconoce que Colombia es pionera en América Latina en esta conceptualización. De hecho, el CNP del Brasil va a adoptar los esquemas colombianos ahora que se inicia la cooperación con Colciencias para el manejo de las hojas de vida de investigadores y grupos de investigación. Colombia adoptará a partir de 2002 el modelo de hoja de vida individual brasileño y Brasil el modelo de grupo de investigación colombiano. En su forma actual, un Grupo de Investigación se define como el “conjunto de una o más personas que se reúnen para realizar investigación en una temática dada, formulan uno o varios problemas de su interés, trazan un plan estratégico de largo o mediano plazo para trabajar en él y producen unos resultados de conocimiento sobre el tema en cuestión. Un grupo existe siempre y cuando demuestre producción de resultados tangibles y verificables fruto de proyectos y de otras actividades de investigación convenientemente expresadas en un plan de acción debidamente formalizado.”

Cabe resaltar varios elementos de esta definición: el grupo se define y se reconoce por sus resultados tangibles y verificables. Es decir, se puede hablar de grupo de investigación allí donde hay investigación que produce resultados. Si no hay resultados se podrá hablar de grupo de buenas intenciones, de grupo burocrático o de cualquier otra alternativa, pero no de grupo de investigación. En segundo lugar, los resultados no son casuales o aleatorios, sino que provienen de la acción intencionada, racionalmente planeada y adecuadamente negociada con la o las instituciones promotoras, en forma de planes de acción formalizados. Los grupos no se dan por generación espontánea, sino porque se reúnen algunas personas interesadas en una temática y se trazan un plan de acción, en desarrollo del cual producen resultados.

La última convocatoria realizada por Colciencias con el ánimo de conocer la dinámica de los grupos de investigación en el país, mostró la existencia de 734 grupos de investigación que produjeron más de diez mil resultados de investigación concretos, tangibles y verificables entre 1996 y 2000. Es de destacar que 184 de estos grupos, investigan en Ciencias Humanas y Sociales, constituyéndose estas disciplinas en las que más investigadores tienen en nuestro país. Ahora, a partir de septiembre de 2002, se ha iniciado un nuevo censo en el que es previsible que aparezcan cerca de 12.000 investigadores organizados en unos mil grupos con una productividad creciente.

Organización de la investigación en la universidad

Si el verdadero objetivo de la educación universitaria es formar gentes para la sociedad del conocimiento, personas capaces de servirse de su propio entendimiento, aptas para participar racionalmente en la toma de decisiones que les incumben o les interesan, competentes en fundamentar su trabajo en la razón y en la herencia cultural de toda la humanidad, preparadas para servirse del conocimiento como principal fuerza productiva y organizativa de la sociedad, la tarea urgente es la organización de grupos de investigación en su seno. No puede enseñar a servirse del conocimiento quien no lo hace en lo cotidiano y sólo se aprende a hacerlo, haciéndolo.

Atrás quedó la época de atiborrar a los estudiantes de información, tarea que pudo tener sentido cuando el docente era el único o el principal poseedor de información, pero con la disponibilidad actual prácticamente ilimitada, la tarea es enseñar a usarla para resolver los problemas del día a día y alcanzar el bienestar.

Hoy se trata de formar gentes capaces de usar el conocimiento como fuerza productiva y como base para la convivencia y la relación con los demás y con su entorno.

Por eso es indispensable que las universidades en nuestro tiempo investiguen y, si la forma moderna y eficiente de organización de la investigación son los grupos de investigación ya mencionados, la tarea institucional es la de dar el apoyo y el fomento a la creación de los grupos y a su trabajo. Lo importante es que estos grupos aparezcan y negocien con la universidad sus temáticas, sus tareas, el apoyo necesario y la producción de resultados.

En este proceso es natural que se dé una negociación cuidadosa: la universidad en tanto institución debe tener unas metas, un plan educativo institucional, una concepción sobre su papel en la sociedad y las tareas que puede asumir. Dentro del marco así trazado, son los grupos de investigación, los investigadores activos los que pueden definir las temáticas en las que son capaces de producir resultados.

Muchas horas se han desperdiciado en la universidad colombiana tratando de organizar la investigación desde los escritorios administrativos o desde las mesas de los comités, trazando “líneas” de investigación en las diferentes “áreas” del conocimiento. Esta es una labor condenada al fracaso pues las metáforas geométricas que usa como punto de partida son equívocas: el conocimiento no tiene áreas ni se pueden trazar líneas sobre él.

No es el conocimiento un objeto que se pueda parcelar, en el cual puedan dibujarse fronteras y definir “lo mío es de allá para acá, lo suyo está del otro lado”. El conocimiento no es un territorio, sino una acción, la acción de conocer, de mirar, de observar, de analizar, de medir, de comprender, de emitir hipótesis, de dudar, de predecir, de analizar, de calcular.

Lo que necesita definir un grupo es el tema sobre el cual va a trabajar para producir resultados y lo que requiere precisar la universidad para tener unidad institucional son las temáticas y los problemas que le interesan, pero temáticas y problemas no pertenecen a “áreas” ni tienen “líneas”. Esta manía de agrimensor es cara a los organizadores habituados a trazar organigramas, pero es inefectiva para iniciar la investigación. Tanto como la manía heredada de la enseñanza escolástica de dividir el mundo en asignaturas. Por razones pedagógicas parece tener sentido en las primeras etapas de la enseñanza dividir el mundo en “historia”, “geografía”, “química”,“matemáticas”, etc., pero la realidad no viene en esa forma y cualquier problema que se quiera investigar tiene aspectos históricos, químicos, sociales, matemáticos, geográficos. El que haya que comenzar por algún lado no le quita sus otras aristas y un grupo de investigación que inicia su trabajo sobre el problema analizando un primer aspecto, al cabo de los años deberá ir incorporando muchos otros aspectos del problema y entrando en interacción con gentes formadas en otras disciplinas, que trabajen la misma temática. Del conjunto armonizado de todos estos trabajos irán saliendo resultados pertinentes que conduzcan al mejor manejo de las situaciones. Pero el diálogo entre grupos, la armonización de los trabajos y la pertinencia de los resultados sólo se pueden plantear si hay resultados, esto es, si hay productos tangibles y validados del trabajo con el conocimiento de los grupos.

La forma más común y más importante de estos resultados tangibles y validados son las publicaciones en revistas especializadas con arbitraje por pares y con buena distribución entre los interesados en el problema. A esto se llama revistas científicas arbitradas e indexadas5. Otras formas comunes son las publicaciones en forma de libros con amplia distribución, la presentación de trabajos en congresos y otros eventos especializados y, en general, todas aquellas que conducen a someter los resultados del trabajo de investigación al conocimiento y a la crítica de los pares y a su divulgación entre comunidades amplias que entiendan los problemas tratados. Una universidad que cumpla su misión formativa en nuestros días tiene que tener a sus docentes involucrados en esta acción. Es decir, debe buscar que sus docentes formen grupos de investigación que definan temáticas y planes de acción y produzcan resultados. Debe también negociar con ellos los resultados posibles de su investigación y debe hacer un seguimiento cuidadoso a la producción de tales resultados, amén de apoyar en la divulgación de los mismos. Vale decir que cuando un grupo de docentes de la universidad se interese por trabajar sobre un problema que está dentro del ámbito definido por la institución, por sus programas curriculares y por su peculiar manera de interactuar con su entorno físico y social, lo ideal es que se llegue a un acuerdo: la institución les permite usar su nombre y su buena fama, sus instalaciones, bibliotecas, laboratorios, etc. Estimulará a los estudiantes para que apoyen la investigación a través de trabajos de grado, tesis de posgrado y otras formas de vinculación entre la docencia y la investigación. Concederá a los docentes algún tiempo pagado para consagrarlo a la investigación y estudiará otras formas de apoyo, a cambio de las cuales los docentes se comprometen a tener resultados: por ejemplo una presentación en un congreso nacional al año de estar trabajando, otra en un congreso internacional a los dieciocho meses, una primera publicación a los 24 meses, cuando también se estará graduando el primer alumno de maestría formado por el grupo, etc. Estos compromisos pueden pactarse con las adecuadas flexibilidades, pero es importante que la institución haga seguimiento al cumplimiento de los planes. Algo tan triste como las horas perdidas trazando en el papel “áreas” de conocimiento y “líneas” de investigación sin correspondencia con la realidad, han sido los casos de docentes que duran años autoproclamándose investigadores y siendo tratados como tales por sus instituciones sin que al cabo del tiempo produzcan más que disculpas y explicaciones de por qué no publican ni forman a otros investigadores. En la universidad pública colombiana, especialmente, este caso es trágico: los centenares de docentes formados a nivel doctoral en el exterior en la década del setenta, con ayuda de las universidades o gracias a la cooperación internacional se están jubilando hoy. Ahora se habla del problema que crea el relevo generacional porque en una inmensa mayoría no fueron capaces de formar a sus sucesores, porque no generaron los procesos de investigación correspondientes.

Resumiendo: la organización de la investigación en la universidad es muy simple: basta con que haya grupos de docentes interesados en estudiar alguna problemática coherente con la orientación de la universidad, que ésta les conceda algún apoyo y ellos comiencen a producir resultados. Bien administrado, el proceso forma bola de nieve: los primeros resultados generan reconocimiento y permiten obtener financiación externa que conduce a lograr más resultados y a generar cooperaciones con grupos de otras instituciones. Al cabo de unos años el grupo tiene reconocimiento nacional, empieza a ser visto internacionalmente, está en capacidad de formar nuevos investigadores para que se integren a él y puede, por lo tanto, dar base a posgrados de excelente calidad. La docencia a su alcance se habrá visto modificada por completo.

Ese puede ser el momento de plantear líneas administrativas de investigación, si es que tienen sentido todavía. Cuando haya cuatro o cinco grupos trabajando en una temática análoga y quince o veinte resultados reales de conocimiento, habrá verdaderamente una línea y se podrá mencionar su existencia en el organigrama de la universidad.

Prospectiva de la investigación universitaria

En conclusión, hay una necesidad: las universidades colombianas al comenzar el siglo XXI deben tornarse en entidades de conocimiento; hay un Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología; hay recursos, que pueden ser escasos si se los compara con los de otros países, pero que son suficientes si se analizan las posibilidades de hacer verdadera investigación en Colombia; hay programas para formar investigadores: hace diez años no se había formado ningún doctor en Colombia, hoy son más de sesenta los graduados y otros tantos programas estabilizándose y con apoyo oficial. Son más claros hoy que hace una década los mecanismos para organizar la investigación en la universidad. Comienza a haber estadísticas serias. Hay, por lo tanto, la necesidad y los medios. Muchas universidades están comenzando. Las que generaron programas doctorales de calidad son la punta de lanza del proceso y nos muestran que se puede andar. Cuando se fundó el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, una docena de universidades hacían verdadera investigación en el país. Hoy son cerca de cincuenta. La prospectiva para lo que queda de esta década es clara: veo a un número grande de universidades cambiando de rumbo para convertirse en universidades que investigan para incidir de verdad en la realidad colombiana, según el campo de acción de cada cual y, sobre todo, para mejorar la calidad de la docencia que imparten. Veo universidades que se meten de lleno en maestrías y doctorados de nivel internacional, consolidando la investigación en su seno y entre ellas veo a las que ya iniciaron ese camino, reforzándolo. Veo universidades que se comprometen a fondo con el apoyo a las comunidades que forman su entorno y logran resultados tangibles. Esas nos llevarán hacia un país mejor. También es posible ver a otras universidades que se mantienen en el mismo camino de las décadas anteriores y continúan preparando gente incapaz de actuar en la Sociedad del Conocimiento. Universidades sin verdaderas plantas docentes, que se agotan en dictar y dictar “clases” por parte de “profesores” cuya vinculación con el conocimiento no va más allá. Estas han formado a quienes nos dirigen y seguirán formando gente inadecuada para el país. Las condiciones para unas y otras están dadas. Los dos futuros son posibles. Se trata de que participemos conscientemente en la construcción del deseable aunque no sea el más fácil. Si las universidades asumen claramente su camino hacia convertirse en entidades de conocimiento y consolidan todas las acciones que han venido dándose desde el Foro de 1987, la próxima generación de colombianos estará mejor formada para desempeñarse en la Sociedad del Conocimiento y el futuro de Colombia será menos negro de lo que tememos. Si no…


Citas

1 El uso de la palabra “escenario” en este contexto, que se ha popularizado entre los administradores y planeadores colombianos en los últimos años es una muestra de su escasa cultura: escriben “escenario” donde el texto inglés pone “scenario” y el francés pondría “scénario”. Estas palabras del lenguaje del teatro en inglés o francés traducen “guión” o “libreto”, no “escenario”, que corresponde al inglés “background” o al francés “décor”. Transliterar en vez de traducir es grave en este caso, pues cambian algo que es activo y planeado: el libreto, por algo pasivo: la decoración de fondo. Y así se confunde todo: la planeación por libretos (scenario planning) es una planeación activa en la cual construimos libretos, es decir, investigamos cómo al hacer esto y esto se produce aquello, pero si hacemos algo distinto entonces el resultado cambiará. Con su inadecuada transliteración, el “planeador por escenarios” colombiano imagina que se trata de que le cambien el decorado, el telón de fondo y al cambiarse el decorado, la obra cambiará. En el primer caso, los actores son agentes activos de cambio y pueden manejar el guión. En el segundo se tornan pasivos, confiando en que de algún lado (¿la providencia?, ¿los astros?) surjan las condiciones adecuadas.

2 Predomina entre analistas políticos y económicos la idea de que el elemento determinante de la nueva época es la “globalización”. Esto es perder de vista lo esencial. Globalizados estamos al menos desde 1492. Hablamos un lenguaje europeo, profesamos una religión del Medio Oriente y el desarrollo de nuestro país siempre ha sido exportador: en los siglos XVI y XVII exportábamos oro, en el XIX exportábamos café, tabaco y quina y en el XX añadimos las flores y el petróleo. Vivimos en una cultura global orientada a la exportación a lo largo de medio milenio, de manera que eso no tiene nada de nuevo. Hubo un intento por desarrollar nuestra industria en la segunda mitad del siglo XX protegiéndola con medidas arancelarias y de incentivo a la sustitución de importaciones, que generó un modelo insostenible de industria productora de bienes malos y caros. Que el modelo haya cambiado bruscamente será doloroso pero no es nuevo y ejercicios de prospectiva buenos hechos hace cincuenta años deberían haber previsto el cambio. Lo que es nuevo es la constatación de que tampoco podemos sobrevivir en el mundo global si no añadimos mucho valor a nuestras producciones primarias y ese valor sólo se puede añadir si las transformamos mediante procesos intensivos en conocimiento.

3 Esto último es especialmente importante, ya que en Colombia, como en otras sociedades con escasa cultura científica, es pasatiempo favorito de burócratas y administradores andar definiendo “pertinencias” a partir de “los problemas reales del país” u otras expresiones similares que parecen incontestables. Claro está, dada la escasa cultura científica, los famosos “problemas reales del país” se definen a partir de la ideología y no de la investigación seria, y así resultan ser los problemas que interesan al burócrata de turno, con lo cual lo pertinente es lo que a él o a ella interesa y todo lo que a ellos no interesa o no entienden se define como “falto de pertinencia” y se excluye. En esa forma se han truncado importantes esfuerzos de muchos años en nuestras universidades e instituciones de ciencia y tecnología.

4 Artículo 70. “El Estado tiene el deber de promover y fomentar el acceso a la cultura de todos los colombianos en igualdad de oportunidades, por medio de la educación permanente y la enseñanza científica, técnica, artística y profesional en todas las etapas del proceso de creación de la identidad nacional. La cultura en sus diversas manifestaciones es fundamento de la nacionalidad. El Estado reconoce la igualdad y dignidad de todas las que conviven en el país. El Estado promoverá la investigación, la ciencia, el desarrollo y la difusión de los valores culturales de la Nación”. Artículo 71. “La búsqueda del conocimiento y la expresión artística son libres. Los planes de desarrollo económico y social incluirán el fomento a las ciencias y, en general, a la cultura. El Estado creará incentivos para personas e instituciones que desarrollen y fomenten la ciencia y la tecnología y las demás manifestaciones culturales y ofrecerá estímulos especiales a personas e instituciones que ejerzan estas actividades”.

5 Es importante en este punto anotar que se ha hecho un trabajo serio en los años recientes para la indexación de las revistas universitarias colombianas. El “Publindex” que maneja Colciencias es un avance importante que ya se está consolidando. El “Latindex” que agrupa a todas las publicaciones de Ibero-américa y cuyas labores se coordinan con las del “Publindex” es otro paso fundamental. El Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología ha hecho un trabajo importante de catalogación de los índices y bases de datos internacionales que será objeto de una publicación financiada por el ICFES en corto tiempo. Este Instituto organiza, con la ayuda del Observatorio, una base de datos electrónica en texto completo de todas las publicaciones científicas de universidades colombianas.

  Versión PDF

 

Sobre las políticas de investigación en la Universidad

Em políticas de pesquisa na Universidade

On research policies at the University

Jorge Charum*


* Investigador del Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología. Se ha desempeñado como profesor universitario por más de treinta años.


Resumen

La definición de las orientaciones políticas investigativas en el interior de las universidades debe tener en cuenta tanto las políticas nacionales como las políticas propias de los grupos de investigación. Estas transformaciones sociocognitivas en la noción de investigación que progresivamente se están dando debido a los contextos sociales en los que se realizan, han de atenderse en cuenta en la concepción y la puesta en marcha de las políticas, partiendo de las capacidades institucionales. La noción de programa de investigación puede servir de referencia para ordenar y organizar las actividades interiores de los investigadores y de los grupos de investigación. La constitución de la memoria estructurada sobre las dinámicas de la investigación puede servir de base para conseguir una autonomía en el campo de la investigación.

Abstract

The definition of the direction in the research policies in the inside of universities should take into account the national policies as well as those belonging to the research groups. The social-cognitive transformations in the research notion, which are progressibly given due to the social contexts in which they take place, should be taken into account through the conception and carrying out of the policies, taking into consideration the institutional capacities. The research program could be used of reference in order to put in order and organize the inside activities of the researchers and the research groups. The establishment of structured memory over the research dynamics could help as basis to obtain autonomy in the field of research.


Antes de entrar en el tema propiamente dicho, la concepción del lugar que ocupa la investigación en las instituciones universitarias, es preciso establecer algunos elementos que permitan proveerlo de un contexto. Para tal fin podemos hacer una primera consideración: cuando se habla de investigación se tiene en cuenta lo que podría llamarse la ciencia en acción, es decir, la ciencia activa, dinámica, en proceso de constitución. Esto conduce a considerar las dinámicas presentes en la creación de nuevos conocimientos, en la concepción de nuevos procedimientos y en la construcción de nuevos objetos tecnológicos. Dicha consideración adquiere aquí su importancia pues establece la diferencia entre la ciencia que ya está estabilizada, que en cierta forma ya no se cuestiona, y la investigación como proceso de creación de nuevos conocimientos que deben ganar validez social en su circulación y apropiación.

El intenso y secreto deseo de todo investigador es que no se cuestionen sus resultados y que sean aceptados e integrados en los trabajos de otros investigadores. Sin embargo, toda formulación en el campo de la ciencia es, por principio, cuestionable por los miembros de las comunidades que pueden emitir juicios competentes y calificados sobre lo bien fundado de ella. Entre la investigación como actividad, la circulación de los resultados como disposición pública sujeta a la controversia y la aceptación sin cuestionamiento hay por lo general un largo trecho cuyo fin exitoso no puede darse como seguro.

Una segunda observación tiene que ver con las transformaciones que se están dando en la práctica de la investigación debido a las transformaciones en el contexto social en que ella se desarrolla. Esto ha llevado a considerar que se está dando un cambio de la noción de ciencia académica a la ciencia posacadémica. Esta formulación es de John Ziman (Ziman, 2000) quien plantea que la práctica de investigación se está transformando porque ha pasado de ser una actividad regulada y estructurada según las normas del desinterés, el universalismo, el comunalismo y el escepticismo organizado propuestas por Thomas Merton (Merton, 1973) que caracterizaban la ciencia académica, y está siendo progresivamente desplazada —o al menos entra en intensa competencia— con la práctica regulada por otras normas que se han ido constituyendo progresivamente y que encuentran su lugar privilegiado de aplicación por fuera del mundo académico, específicamente en el interior de las industrias.

Tabla 1. Transformaciones sociocognitivas de la noción de investigación

Ciencia académica Ciencia posacadémica
Comunalismo Apropiación privada
Universalismo Local
Desinterés Administrada
Originalidad Comisionada
Escepticismo organizado Experto solucionador de problemas

En la columna de la derecha de la Tabla 1 se presentan estas nuevas normas que están apareciendo sostenidas en la práctica por lo que podría llamarse la ciencia industrial. En la ciencia industrial habría más bien una vocación por la apropiación privada del conocimiento; en lugar del universalismo, las preguntas que enfrenta tienen un interés local; habría una forma de trabajo menos autónoma y mucho más administrada, inclusive administrada según autoridades jerárquicas que no necesariamente pertenecen al ámbito de la investigación; en el lugar del investigador que sometía todo a un control racional aparece el experto solucionador de problemas.

Estas nuevas normas están en el extremo opuesto de las que se consideraban propias del mundo académico. Podría pensarse, siguiendo a Ziman, que en las universidades hay una nueva tensión entre la investigación académica y las transformaciones que progresivamente van afectando las formas propias de trabajo, tensión que se hace presente en los modos de regular, proponer y resolver problemas y que inducen cambios en las condiciones para hacer ciencia.

La ciencia posacadémica también está determinada por otras condiciones. La figura del investigador solitario y aislado ha sido progresivamente cambiada por la acción colectiva de grupos sociales más complejos que abordan la resolución de problemas. Un caso extremo es la investigación en altas energías que moviliza a cientos de personas en la preparación de un experimento, utiliza complejos instrumentos cuyo funcionamiento no puede ser costeado por un solo país, y se desarrolla en largos períodos de tiempo. Sin ser tan extremos, es evidente que cada vez hay una mayor actividad colectiva para resolver los problemas y que la imagen del investigador aislado y solitario pensando y sacando los resultados propios de su cabeza, es una figura casi mítica de la cual quedan cada vez menos exponentes. Aún en el caso de los investigadores que desarrollan actividades más individualizadas ya no se puede concebir que no vayan a las bibliotecas, no utilicen Internet, no trabajen en laboratorios. Es decir, la actividad centrada en los individuos empieza a cambiar y se necesita con mayor frecuencia de grupos sociales que aborden los problemas de investigación.

Por otra parte, comienza a existir conciencia sobre los límites del crecimiento. Derek della Solla Price mostraba en 1961, evaluando el crecimiento del número de científicos en los últimos trescientos años, que si se extrapolaba la curva que mostraba la evolución, en el año 2000 toda la humanidad tendría que ser investigadora y autora de artículos. Esto suena un poco extraño, pero lo que ya se ponía de manifiesto era que la tendencia del crecimiento del número de científicos, del número de artículos escritos, no podía seguirse y empieza a encontrarse que ya no es posible sostener los presupuestos que en alguna época se destinaron a la investigación y al crecimiento de la comunidad científica.

Esta situación encuentra otras formas de concreción en el caso de los países en desarrollo. Aquí, por lo general, no se han hecho grandes inversiones en la ciencia y la tecnología durante amplios períodos de tiempo, y, en todo caso, nunca comparables con las de los países industrializados. También es claro que estrechas lógicas económicas nacionales que se van introduciendo hacen que los presupuestos para la investigación, la conservación y el aumento de la comunidad científica sean cada vez más precarios y las condiciones cada vez más difíciles para los investigadores.

La política científica

Durante mucho tiempo primó la idea de que se debía financiar la investigación porque ella generaba resultados que se constituían en aportes a la humanidad. De igual manera, se creía que la investigación generaba y desarrollaba un espacio en donde era posible discutir de manera mucho más civilizada los problemas, un espacio ejemplar donde todo podía ser discutido y donde no se sacaban armas diferentes a la argumentación racional para dirimir los conflictos. Esta idea general empieza a ser cuestionada desde un realismo económico y a imponerse la idea de que, por un lado, la investigación es cara, que para desarrollarla hay que utilizar los impuestos y que, por tanto, se justifica si puede mostrar su utilidad. Por otro lado, ante las grandes carencias que tiene la sociedad, la investigación debe no sólo dar cuenta de lo que hace sino colaborar en forma más precisa en la solución de esos problemas. Las políticas científicas empiezan a aparecer y a afirmarse ligadas a opciones que determinan la colaboración y la cooperación entre los investigadores, sus formas de organización, la definición de espacios donde deben ejercer su acción. Anteriormente las financiaciones para investigar se hacían de una forma mucho más global, se daban asignaciones a las universidades, a los centros de investigación y lo importante era que fuera buena ciencia, que diera resultados de calidad. Ahora se ha impuesto la noción de proyecto, que por la búsqueda de la financiación crea nuevos tipos de relaciones entre quien provee los recursos y las financiaciones y quien ofrece resultados a través del proyecto que se propone. Esta fórmula, que apareció en los Estados Unidos, empieza a tener cada vez mayor aceptación, aún en algunos países con formas tradicionales institucionalizadas de asignación de recursos. Allí se permite la creación y el mantenimiento de nichos en donde es posible plantearse problemas sin que sea el proyecto el que regule el ritmo de la investigación. En nuestro país cuesta mucho trabajo sostener las demandas de medios y obtener satisfacción con base en formulaciones generales; más bien son las demandas basadas en proyectos las que muestran su utilidad las que tienen algunas posibilidades. Las universidades son espacios en donde no sólo se realiza prioritariamente la investigación sino también en donde se crean las competencias que permiten su realización, por ello debe crear políticas institucionales orientadas a lograr su autonomía.

Tabla 2. El grupo como “motor” de la investigación

Plan estratégico Grupo de trabajo Actividades Resultados Productos
  1. Dominio o tema científico o sector industrial
  2. Orientación del grupo de investigación
  3. Retos científicos o tecnológicos que enfrenta
  4. Fines
  5. Metas
  6. Objetivos
  7. Plan de trabajo
  1. Director
     
  2. Coordinador de proyecyo
     
  3. Investigadores
     
  4. Estudiantes
     
  5. Otros
  1. Proyectos de investigación
  2. Vinculación de la investigación con la formación: tutorías, cursos postgrados
  3. Vinculación de la investigación con la apropiación social de los resultados: consultorías
  1. Nuevos conceptos
     
  2. Nuevos objetos tecnológicos
     
  3. Procedimientos
     
  4. Reestructuración del campo de trabajo
     
  5. Construcción de redes de cooperación científica
     
  1. Artículos
     
  2. Libros
     
  3. Patentes
     
  4. Tesis
     

Con respecto a la política científica quisiera proponer su existencia y presencia en tres niveles diferentes. El primero, que podemos llamar el nivel de la macropolítica, corresponde a las políticas nacionales; el segundo está relacionado con la problemática que nos ha convocado aquí, es decir, las llamadas políticas institucionales y el tercero es el nivel de la micropolítica, que corresponde a las opciones estratégicas y su relación con su práctica que pueden desplegar los propios actores de la investigación. Los dos primeros niveles son importantes por cuanto crean condiciones para que se pueda hacer la investigación pero no la realizan. Se puede pensar que hay una cierta jerarquía dentro de esos niveles, no solamente por las mismas calificaciones empleadas -micro, meso o macro- sino por cuanto hay un decidido interés en su articulación. La política nacional está preocupada y orientada por la definición de los esquemas nacionales de investigación y desarrollo y está dirigida a la creación de las condiciones nacionales competitivas para la inserción de la nación en las mejores condiciones en el contexto económico mundial. Las políticas institucionales, que tienen que ver en nuestro caso con las actividades que se realizan en las universidades, ya sea bajo la forma de la ciencia académica o, dado el giro que enunciamos antes bajo las nuevas formas de la ciencia postacadémica deben tener en cuenta los otros dos niveles.

Nuestro interés radica en pensar quién es el actor de la investigación, quién es el que la hace prácticamente. Vamos a proponer que se acepte que la investigación es realizada por grupos sociales, asociaciones de investigadores, que delimitan el campo donde ejercen su acción, se proponen y regulan sus actividades desde opciones estratégicas y en su desarrollo obtienen resultados que, en ocasiones, se materializan en productos tangibles. Esta es una noción general importante para tener una referencia sobre las formas que toman las actividades asociadas a la investigación en las universidades. Para realizar la investigación son necesarias estas asociaciones que dan lugar a la conformación de grupos orientados racionalmente mediante planes estratégicos, que se proponen desarrollar actividades que pueden clasificarse como i) de investigación propiamente dicha, a través de proyectos, ii) de vinculación de la investigación con la formación o iii) de circulación y apropiación de los resultados alcanzados.

Estas ideas han sido sintetizadas en la Tabla 2. En la primera fila se han ubicado los elementos que dan cuenta de su orientación racional. El grupo adopta un plan estratégico que define su dominio o tema de trabajo, sus orientaciones hacia la investigación fundamental o su vocación por un campo tecnológico, por ejemplo; ubica los retos científicos o tecnológicos que pretende enfrentar; conoce las teorías y las formas de trabajo y los problemas presentes. Para ello establece los fines, las metas, los objetivos, elabora un plan de trabajo, especifica cada vez más lo que puede y quiere hacer y propone diversas actividades para lograrlo.

En la segunda columna se presenta el grupo de trabajo. Un grupo de investigación tiene naturalmente un líder que, además de asumir en su interior la dirección científica, asume otro tipo de tareas de organización, de dirección, de elaboración de propuestas, de búsqueda de financiaciones, de mantenimiento de relaciones y vínculos con el exterior, de administración, de escritura de documentos. También están los coordinadores de proyectos, quienes trabajan específicamente en él junto a los investigadores y los estudiantes que hacen sus trabajos de posgrado en un grupo en el marco de los proyectos de investigación. En la tercera columna se han clasificado las actividades de los grupos. Estas pueden ser de investigación propiamente dicha, que se despliega a través de los proyectos de investigación, las que vinculan la investigación con la formación y las que tienden a transferir los conocimientos y los resultados logrados a espacios más exteriores, a usuarios interesados por la apropiación total o parcial de los resultados de la investigación. En la siguiente columna se ha propuesto una lista parcial de tipos de resultados logrados en los procesos de investigación (nuevos conceptos y teorías, nuevos objetos tecnológicos que deben precisarse y ampliarse). También se ven las transformaciones cognitivas que se dan en los dominios de la ciencia y la tecnología debido a la circulación de los nuevos aportes y a la ampliación de las redes de cooperación que permitirán aumentar las posibilidades de circulación de resultados, técnicas, ideas, problemas, personas, recursos, muestras e insumos que alimentan los procesos de investigación. Algunos de los resultados toman la forma de productos tangibles, cuya circulación pública puede ser concretamente documentada, con lo cual se hace posible su inspección y control según modalidades consagradas. Una lista parcial se muestra en la última columna de la Tabla 2.

Sobre la utilidad de la investigación

Me interesa ahora mostrar un poco la noción de utilidad que tiene vigencia en el campo de la investigación. La caracterización de los diferentes tipos de resultados y de los procesos que aseguran su integración por parte de los usuarios, ha mostrado que la utilidad de la investigación no puede ser considerada sólo desde una concepción económica y que, antes bien, debe ser declinada según los diferentes contextos a los que están dirigidos y apropiados estos resultados (Charum, Parrado, 1995). La identificación de los diferentes contextos y de los resultados tangibles que encuentran allí la realización de su utilidad, que se muestran en las dos primeras columnas de la Tabla 3, permitió establecer, además, otro tipo de resultados, estrechamente ligados a los logros alcanzados, que permiten entender cómo se va constituyendo el capital científico de los investigadores y de los grupos de investigación. En efecto, las características de cada uno de los contextos dan lugar a resultados específicos que son valorados según modalidades que son propias. Así, por ejemplo, si se trata del contexto académico, los resultados válidos son nuevos conocimientos que toman la forma de artículos o de libros sometidos previamente a procesos de evaluación que los convierten en conocimientos certificados. Si se trata del mundo industrial, los resultados asumen la forma de nuevos procedimientos, o de nuevos objetos tecnológicos que serán evaluados según los intereses particulares de quienes quieren valorizarlos en los procesos industriales. Ahora bien, cada uno de estos resultados, que tienen usuarios específicos dentro de cada uno de los contextos, da lugar a otros resultados intangibles apropiados por los mismos investigadores para constituir y alimentar su credibilidad. Por otra parte, con el fin de contribuir a la circulación de sus resultados y a su apropiación por parte de los usuarios naturales potenciales, los investigadores despliegan una serie de actividades que también son pensadas según el contexto y el tipo de usuarios a los que están dirigidos los resultados.

En la Tabla 3 se muestra una síntesis de la multidimensionalidad contextual de los resultados de investigación y de las actividades orientadas a incrementar su circulación y su apropiación por parte de sus usuarios. La lectura según las filas de esta tabla permite alimentar una hipótesis que merece ser objeto de una cuidadosa reflexión: la utilidad de la investigación es una cualidad socialmente construida que compromete a los investigadores. Según esta hipótesis las actividades de los investigadores no se reducen a la producción de resultados, sino que deben estar complementadas con las estrategias orientadas a que sean utilizados e integrados por parte de usuarios concretos. Por otra parte, las actividades desplegadas por los investigadores y los grupos de investigación contribuyen a aumentar su capital científico y a incrementar sus capacidades de negociación para obtener nuevos recursos y emprender nuevos proyectos de investigación (Charum, Parrado, 1995). Si se considera la segunda columna de esta Tabla 3 se puede establecer todo un listado de resultados que son apropiados, que circulan, que buscan satisfacer las necesidades de los usuarios. La tercera columna intenta pensar en otro asunto. Cuando se trabaja y se produce hay otros resultados que no son tangibles, sino más bien llamados intangibles, que serían aquellas apropiaciones más sociales que dan lugar a lo que se puede llamar el capital científico de los investigadores. Cada vez que se escribe un nuevo artículo, cada vez que ha sido controlado, cada vez que ha pasado a ser un conocimiento certificado por las revistas y las evaluaciones, aparece como correlato la credibilidad frente a la comunidad. Eso también permite que gane más capacidad de negociación para buscar más recursos, para poder seguir produciendo más conocimientos que generan a su vez mayor credibilidad.

Tabla 3. La multidimensionalidad contextual de los resultados de investigación y de las actividades de circulación y de apropiación por parte de sus usuarios

  Resultados tangibles Resultados intangibles Actividades
Contexto académico
 
(grupos de referencia)
Nuevos conocimientos certificados: artículos, libros de autor, informes de investigación. Credibilidad, competencias incorporadas (Divulgación de resultados)
 
Transferencia de conocimientos vía la enseñanza; diseño de cursos, de programas de formación: maestría, doctorado; utilización de ejemplos de proyectos desarrollados
Sistema enseñanza Tesis, trabajos de maestría, monografías Formaciones incorporadas (Difusión de resultados)
 
Transferencia de conocimientos vía la enseñanza; diseño de cursos, de programas de formación: maestría, doctorado; utilización de ejemplos de proyectos desarrollados
Industria y comercio Nuevos productos y procedimientos
 
Patentes
Aprendizajes incorporados (Difusión de resultados)
 
Cooperación con la industria para participar en el proceso de valorización económica: transferencia de tecnologías, procedimientos
 
Asesorías y consultorías
Esfera de la política Respuestas a necesidades sociales Presagio, poder (Diseminación de resultados)
 
Contribución a la realización de los objetivos de los poderes públicos, producción de bienes colectivos
 
Experticia: contribución desde el saber experto a la toma de decisiones políticas.
Sociedad Normas sociales y sociotécnicas Reconocimiento (Diseminación de resultados)
 
Contribución a la integración social de normas y estándares vinculantes; normas de calidad, de uso; regulación de comportamientos, definición conceptual de objetos sociales
Público en general Obras y actividades de vulgarización Visibilidad pública (Diseminación de resultados)
 
Debates públicos, artículos de prensa
Popularización

Las condiciones necesarias para la Investigación

Hablemos ahora de cómo se puede mirar el tiempo que se dedica a la investigación por parte de las universidades. Ese es un problema que no está todavía claro. Los cálculos internacionales en general dicen que si se es profesor de una universidad y se es investigador, se asume que la mitad del tiempo debe dedicarse a la investigación. Probablemente esta suposición no es válida en nuestro medio. Cuando un profesor tiene responsabilidades docentes entre 36 y 38 semanas, una asignación de diez horas semanales para la investigación en el lapso de ese tiempo y puede dedicarle lo que resta a la investigación, implica que tiene más o menos un 40% de dedicación durante el año. Estos cálculos son tentativos porque, en general, no hay todavía regulaciones interiores en las universidades que determinen cómo es la distribución real del tiempo, como tampoco se cuenta con referencias claras sobre las condiciones para solicitar esta asignación de tiempo. Tampoco hay regulaciones explícitas sobre la financiación, el uso de espacios y de equipos. En este sentido, la posibilidad de hacer investigación deviene un asunto azaroso.

La noción de programa de investigación

La noción de programa de investigación puede llegar a constituirse en una referencia general para la organización de las actividades de investigación en las universidades. Está cerca de la idea de programación: un programa puede oscilar entre dos orientaciones generales, una, que estaría más cerca de lo que podría llamarse el dejar hacer y otra que podría estar mucho más cerca de lo que podría llamarse finalista, en el sentido aristotélico de causa final, es decir más dirigida a la obtención de resultados especificados, más controlada, más sujeta a la organización estructurada de todas las actividades. Estas dos orientaciones son posibles y se han hecho algunos estudios que muestran el interés de la proposición de los programas de investigación y la evaluación de los resultados que se van generando en el interior de cada una de estas orientaciones (Rip, Nederhof, 1986).

Un programa de investigación debe fijar las orientaciones que se propone dar a la actividad de investigación, contar con recursos disponibles, con normas de negociación para su asignación, y con los criterios de su evaluación. Así, un programa de investigación en una universidad tiene que establecer el ámbito administrativo en el que se ubica, que puede ser una facultad, un centro de investigación, un instituto de investigación. Debe tener una unidad que lo concibe, considerando tanto los intereses de la institución como de los investigadores; estar en la posición de seguir sus dinámicas y hacer la valoración y evaluación de los resultados logrados; ser capaz de concebirlo, es decir, de proveerlo de una racionalidad propia, (o por lo menos) de seguirlo y de volverlo operativo; poder definir un dominio de la ciencia, un tema científico o un sector de aplicación, industrial, por ejemplo, en el que se pretenden ordenar las actividades para volverlas complementarias. Un programa puede ser incitativo en el sentido de promover e incentivar formas de asociación entre los investigadores y de organización de los trabajos en colaboración, o puede ser transversal, en el sentido de promover la integración de tecnologías genéricas, que permean todos los campos de la ciencia, la tecnología, las ciencias sociales; puede ser disciplinario o interdisciplinario en cuanto que aborde problemáticas interiores a una disciplina o necesite aporte de múltiples disciplinas, pensadas más en su interpenetración porque el objeto o problema que se aborda determina retos que no son posibles de ser considerados desde una única disciplina (Vinck, 2000).

La evaluación debería estar pensada más bien como la capacidad de hacer interpretaciones de los resultados conseguidos a partir de los fines que se habían establecido, las metas propuestas y los resultados deseados y los resultados efectivamente logrados. Eso tiene que ver entonces con formas de mirar en dos momentos diferentes, que consideran que la investigación es una actividad atravesada por una situación paradójica: precisamente se emprende porque no se sabe y el paso de lo deseado a lo realmente alcanzado debe estar sujeto a una interpretación. Aparece entonces la idea de considerar más bien los resultados logrados con referencia a los cambios que han determinado en el campo en que se insertó el programa, en sus efectos sobre él, en su reestructuración. O sea, es una evaluación que no se limita a hacer la comparación entre las propuestas y los logros, sino que más bien tiende a establecer las transformaciones que se han inducido, las nuevas articulaciones cognitivas y sociales.

Por supuesto que la noción de programa tiene un correlato natural con la noción de grupo de investigación, en tanto sujeto social racional que orienta sus actividades según planes estratégicos, que tiene fines y formas propias de abordar su actividad, y que establece objetivos materializables mediante sus proyectos de investigación, que se inscriben ahora dentro de las delimitaciones y las orientaciones dadas por el programa.

Con base en las anteriores formulaciones es posible concebir las políticas institucionales. Las grandes orientaciones institucionales se concretan en los programas de investigación y se apoyan en las capacidades investigativas interiores que se movilizan en las actividades de los grupos. Una universidad puede establecer los problemas que le interesa abordar apoyándose en las capacidades presentes. Las condiciones para ello deben ser establecidas concretamente para lo cual es necesario contar con la información sobre los investigadores y los grupos de investigación, sobre sus competencias, experiencias y logros. En efecto, todo esto no puede ser pensado si no se tiene un principio de realidad y para eso se deben construir sistemas de información que permitan recoger lo que hay, las acumulaciones que se tienen, los resultados que se van adquiriendo, los procesos que se van dando. Se requiere un sistema de información estructurado según nociones como las que hemos propuesto antes o similares que permitan dar cuenta de las riquezas de la institución. En las instituciones donde se hace investigación evidentemente hay una gran riqueza: riqueza en información acumulada, riqueza en conocimientos, riqueza en experiencias adquiridas, en resultados logrados, en publicaciones. El problema está en cómo se puede capitalizar esa tortuga, cómo volverla capital, es decir cómo volverla productiva cognitiva, social, cultural y económicamente. Para ello se necesita tener ese conocimiento estructurado que de cuenta de los movimientos en el campo de la investigación, de los logros durante períodos de tiempo que permitan la identificación de los logros particulares que, al ponerse en un lugar centralizado, lo que podría llamarse un centro de cálculo, un lugar centralizado donde se recoge todo, permita la reconstrucción de la memoria institucional sobre la investigación y sus dinámicas y haga posible la emergencia de las colaboraciones entre los investigadores y los grupos que trabajan en temas análogos o complementarios y las cooperaciones con otros investigadores y grupos exteriores a la institución.

La construcción de la memoria institucional en el campo de la investigación, podría incluso pensarse como la construcción de los elementos que permiten establecer una nueva noción de autonomía. Una institución que esté en capacidad de saber todo lo que tiene, la riqueza ganada, las opciones que están tomando los grupos para trabajar, puede avanzar en la identificación de los problemas que pueden ser abordados desde sus capacidades interiores, donde la institución es pensada en su globalidad y no como agregación de personas competentes pero aisladas.


Bibliografía

  1. Charum Jorge, Parrado Luz Stella (1995), Entre el productor y el usuario. La construcción social de la utilidad de la investigación, Icfes/ Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.
  2. Merton, Thomas (1973), The Sociology of Science. Theoretical and Empirical Investigations, The University of Chicago Press, Chicago.
  3. Rip A., Nederhof A. (1986), “Between dirigism and laissez-faire. Effects of implementing the science policy priority in the Netherlands”, Resrach Policy 15, p. 235-268.
  4. Vinck, Dominique (2000), Pratiques de l’interdiscplinarité, Presses Universitaires de Grenoble, Grenoble.
  5. Ziman, John (2000), Real Science. What it is, and what it means, Cambridge University Press, Cambridge.
  Versión PDF

 

Globalización y medio ambiente: una mirada global con ojos colombianos

Globalização e meio ambiente: uma perspectiva global com os olhos colombianos

Globalization and the environment: a global perspective with Colombian eyes

Yebrail Alvarez Santoyo*
William Alberto Bastidas**


* Auxiliar del proyecto de investigación del DIUC, La crisis del Estado Nacional en Colombia, una perspectiva comparativa, 1930-2000. Comunicador social y periodista de la Universidad Central.

** Auxiliar de proyecto de investigación del DIUC, La crisis del Estado Nacional en Colombia, una perspectiva comparativa, 1930-2000. Comunicador social y periodista de la Universidad Central.


Resumen

El presente artículo constituye, literalmente, lo que su título indica: una mirada global, general, a la relación entre el medio ambiente y la etapa del capitalismo denominada actualmente como Globalización. Parte de un breve contexto histórico destinado a mostrar la poca novedad de la etapa en cuestión, para terminar señalando cómo el desastre natural propiciado por los imperios coloniales es la raíz de la denominada crisis ambiental global, hasta tal punto que los mismos impulsores de dicho desastre hoy lo reconocen.

Abstract

As the title indicates, this article literally constitutes a general global view of the relationship between environment and the so-called globalization process. It starts from a brief historical context aimed to reveal the lack of novelty of such process and comes to the conclusion that natural disaster caused by colonial empires is the root of the socalled global environmental crisis, a fact that even those responsible recognize.


1. De la redondez a la globalidad

El Almirante Cristóbal Colón está a punto de comprobar la redondez del planeta. La inconmensurable y caribe belleza de Guanahaní resplandece. Colón “cae de rodillas, llora, besa el suelo. Avanza, tambaleándose porque lleva más de un mes durmiendo poco o nada, y a golpes de espada derriba unos ramajes. Después, alza el estandarte. Hincado, ojos al cielo, pronuncia tres veces los nombres de Isabel y Fernando… Todo pertenece, desde hoy, a esos reyes lejanos: el mar de corales, las arenas, las rocas verdísimas de musgo, los bosques, los papagayos y estos hombres de piel de laurel que no conocen todavía la ropa, la culpa ni el dinero y que contemplan, aturdidos, la escena”1.

En ese preciso instante, Moctezuma II se bate en su propia guerra para mantener la unidad del Imperio Azteca. Similares problemas afronta el Imperio Inca. También en ese preciso instante, Tomás de Torquemada se las ingenia para incluir como punibles en su santo tribunal nuevas prácticas de hechicería que considera por fuera de la doctrina. Y en ese mismo momento, el imperio africano de Malí vive una de las cimas de su plenitud… Pero, Colón no sabía de las tensiones de Moctezuma ni de los problemas de estado incaicos. Inclusive, no tenía la menor idea de que Torquemada estaba haciendo lo que estaba haciendo, esa tarde, durante el retozo de la siesta. De la misma manera que Torquemada lo ignoraba todo sobre el suceso que Colón estaba viviendo, al igual que los sucesos de gobierno de incas y aztecas, en Malí no se tenía, tampoco, idea alguna de lo que en esos otros lares y a esos otros personajes les estaba ocurriendo; como tampoco sabían de ellos los gobernantes aztecas e incas… La CNN no estaba presente para contarle, en vivo y en directo, a cada pedazo de mundo lo que acaecía en los otros.

Sin embargo, tanto en el Caribe, como en Mesoamérica y en Suramérica, en Malí y en España, a esa hora, había cielo, el mismo cielo para todos. Y en el cielo había sol, luna y estrellas, los mismos para todos, aunque vistos diferentes desde cada sitio. Y había bosques y montañas y costas y mares. La capa de ozono, entonces virginal, fue testigo del magno momento. Al fin y al cabo se trataba del mismo planeta; pero, el PNUMA y el PNUD, el BID y el Banco Mundial, la UICN y el WWF2 no existían, para advertir estas cosas en sus informes

Como lo anota William Ospina3: “Hace cinco siglos comenzó la historia mundial …antes del descubrimiento de América los humanos habían vivido historias nacionales o a lo sumo historias continentales, pero no habían tenido jamás una idea del mundo como la que empezó a entreverse en la aurora del siglo XVI. En ese momento asistimos a lo que hoy podríamos llamar «el surgimiento del globo» y es notable el modo como la idea del globo se apoderó de nosotros desde entonces y se ha convertido crecientemente, como era de esperarse, en una de las mayores obsesiones de la especie”.

Hoy, iniciado apenas el nuevo siglo, casi 510 años después de ocurrida aquella escena, pareciera como si (…) se estuviera cerrando un ciclo abierto por Colón cuando inició su viaje a través del Océano Atlántico… Con su zarpada de Cádiz en busca de una ruta directa a Asia, pensando en Dios, las especias y el oro, él sin saberlo sentó las bases para la expansión de Europa hacia los confines del mundo. Primero los barcos descubrieron aún las más remotas líneas costeras, después las expediciones penetraron en las regiones más lejanas, y movimiento tras movimiento los europeos progresaron hasta que escasamente dejaron algunos vacíos en los mapas. Las misiones y los puestos de comercio establecieron las más tempranas interconexiones globales, más tarde el hambre de materias primas espoleó los imperios coloniales, mientras que la CNN y Mundo Visión finalmente crean hoy el espacio global experiencial. Muchas salidas siguieron a la zarpada inicial de Cádiz; como resultado innumerables espacios separados han sido integrados en un mundo. La civilización europea ha circunnavegado el mundo siguiendo los pasos de Colón”4.

Colón probó con su arribo a Guanahaní la redondez incuestionable de la Tierra. Tan magna empresa fue patrocinada por España. Quinientos años después, la Cumbre de la Tierra, Río 92, patrocinada por un organismo multilateral del cual España es sólo un miembro, probó con sus convenios, convenciones, agendas y grupos temáticos, la globalidad incuestionable de la riqueza natural. Lo que en el caso de Colón se convirtió en propiedad de Fernando e Isabel, en el caso de Río 92 fue confirmado como propiedad común, con algunas excepciones como las señaladas. De la Tierra redonda de Colón, hemos llegado a la Tierra global del Grupo de los Siete (G-7), conformado por los países más industrializados del globo: Estados Unidos, Japón, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Canadá e Italia. La Globalización es el emblema y el nuevo paradigma: Efectivamente la Tierra tiene la redondez de un globo.

Sin embargo, contrario a una generalizada creencia, difundida por las empresas masivas de información, la Globalización es un asunto que poco tiene de nuevo. Estamos hablando de un proceso ocurrido durante más de quinientos años,“…ligado íntimamente al desarrollo del capitalismo como modo de producción intrínsecamente expansivo respecto de territorios, poblaciones, recursos, procesos y experiencias culturales. En el siglo XVI la dinámica expansiva del capitalismo europeo, asociada al nuevo espíritu intelectual y político de la época, impulsó la apertura de nuevas fronteras para los procesos metropolitanos de acumulación. El desarrollo de la ciencia y su aplicación a la producción favoreció la conquista de nuevas fuentes de materias primas y de productos de consumo suntuario, así como la implantación política en territorios cuyas poblaciones fueron incorporadas a esta primera ola de globalización por la vía del sojuzgamiento colonial y la mutación cultural. En un típico esquema de intercambio desigual, sus recursos y sus vidas pasaron a ser parte de la economía, de la política y la cultura centradas en Europa, y éstas entraron a depender de los recursos de las áreas coloniales. La primera revolución industrial a fines del siglo XVIII dotó de renovado dinamismo a este proceso; la producción masiva de minerales, recursos forestales y alimentos se convirtió en una de las piezas centrales del capitalismo europeo. En el último tercio del siglo XIX la llamada segunda revolución industrial (el desarrollo de nuevos medios de transporte terrestre y naval, la aplicación de la energía eléctrica a la producción industrial, las nuevas técnicas de conservación de alimentos, entre otros), estimuló masivos desplazamientos de población excedente de Europa hacia América y Oceanía. A los flujos de capital y del comercio se sumaron las grandes corrientes de población”5. En este contexto, la Globalización se ha desarrollado como macroproceso o conjunto de procesos, mediante el cual se ha hecho más sistemático el proceso específico de conversión de la naturaleza en mercancía, para una suerte de plaza de mercado global, cuyo administrador, en funciones de junta de propietarios es el G-7, constituido por los países más ricos del mundo, que son los que deciden sobre el funcionamiento de dicha plaza, sus horarios de atención al público y a los proveedores, y sobre su dinámica de demanda y oferta de mercancías. Su publicidad la realiza, en la aldea global predicha por MacLuhan, la cajita mágica que orientan la CNN y los demás empresarios informativos de su especie. “Abandonada a su propia dinámica, la globalización conducida por el capital financiero, las corporaciones trasnacionales, los organismos financieros multilaterales, y la ideología neoliberal, sólo puede producir más de lo mismo: es decir, más empobrecimiento, más degradación ambiental, más degradación humana, y por lo tanto, mayor tendencia a la violencia, a la inseguridad, a la regresión hacia la guerra de todos contra todos donde, como en la condición prepolítica descrita por Hobbes sólo existe “el miedo y el peligro de la muerte violenta. Al mismo tiempo, debe considerarse que la globalización ofrece la oportunidad para un desarrollo más humano y más respetuoso del medio ambiente”6.

2. La cuadratura del círculo

Por ello, en esta perspectiva, la biodiversidad es considerada hoy como un servicio mundial. El BID lo afirma cuando interpreta el significativo número de signatarios del Convenio sobre Diversidad Biológica como un hecho que “pone de manifiesto que la humanidad entera está consciente de la importancia de la biodiversidad7.

El mismo BID, en el mencionado documento, citando a la FAO, advierte que “también se ha demostrado un vínculo entre la conservación de la biodiversidad y la pobreza”. Nuevo descubrimiento, que amplifica el de Colón. Y certifica que “a menudo, la destrucción de la biodiversidad incrementa la pobreza neta de las comunidades rurales y autóctonas, la mayoría de las cuales depende de la biodiversidad para obtener sus alimentos y medicinas tradicionales8. Esta noción no fue la misma que sustentó el proceso iniciado con la hazaña de Colón. No es, tampoco, la misma que sustenta el modelo de desarrollo que ha guiado la historia del mundo desde que tal hazaña fundacional tuvo lugar. De hecho, “el acelerado deterioro ambiental tolerado o estimulado por los estados, en beneficio de corporaciones nacionales y trasnacionales, es causa directa del empobrecimiento de amplios sectores de las poblaciones rurales (desertización de suelos, contaminación o agotamiento de cauces de agua, deforestación, etcétera)”9.

Y es que cuando arribaron a América, “los españoles habían acabado ya con la galena argentífera de las minas de Andalucía, y los rebaños de cabras habían convertido en un desierto el sur de Italia y las costas de Grecia, y si bien las ardillas ya no podían ir como en otro tiempo de un extremo a otro de la península ibérica sin bajar de los árboles, seguían apareciendo las nuevas riquezas de un planeta inagotable, y al parecer las bodegas del mundo no se extenuarían jamás. Pero bastaron tres siglos para que los románticos advirtieran que la naturaleza estaba siendo saqueada por una civilización irresponsable. Bastaron cuatro para que nuestros méritos empezaran a parecernos peligrosos… El descubrimiento del globo nos llevó finalmente a descubrir que sus recursos son perecederos, que sus tesoros bien podrían no ser para siempre”10.

En la actualidad, la humanidad obtiene servicios de los ecosistemas calculados en un monto promedio de US $33.000’000.000/año, mientras que su PIB total mundial ascendió en el último quinquenio del siglo XX a US $29.000’000.000, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo y del Banco Mundial11. Simultáneamente, en el mismo período, el 25% de especies de mamíferos del mundo se encontraban en peligro de extinción, con porcentajes discriminados de 34% para peces de agua dulce, 25% para anfibios, 20% para reptiles y 11% para aves. Mientras que más de 33.000 especies de plantas vasculares estaban amenazadas, cifra que se aproxima al 12.5% del total calculado de 270.000 especies de plantas vasculares del mundo12.

Estas son cifras insostenibles de un desarrollo enmarcado en la progresión de una línea ascendente de corte darwiniano (Neodarwinismo se ha denominado acertadamente a esta tendencia), que estableció conceptualmente “el 20 de enero de 1949, el Presidente Harry Truman, en su discurso inaugural ante el Congreso, llamando la atención de su audiencia ante las condiciones de los países más pobres13; y pasando por alto que dichos países, al ritmo de las certezas confirmadas en el siglo XX, tienen en su poder esa especie de llave maestra que puede salvar al planeta de su catástrofe, propiciada precisamente por ese modelo de desarrollo: la megabiodiversidad. De hecho, América Latina, que ocupa solamente el 16% de la superficie del planeta Tierra y que contiene tan sólo el 8% de la población humana total del globo, alberga el 27% del total de las especies de mamíferos conocidas en el mundo, el 37% de las especies de reptiles conocidas, el 43% de aves conocidas, el 47% de los anfibios conocidos y el 34% de las plantas de floración conocidas. Así como cuenta con 700 millones de hectáreas de suelos cultivables, 570 millones de hectáreas de tierras de pastoreo naturales, bosques de más de 800 millones de hectáreas y casi el 27% del agua dulce superficial existente en el planeta14.

Claro: Colón no halló especias; pero sí halló, y muchas, especies. Su primera relación con ellas fue un tajo de espada, con el cual fundó la costumbre de cercenar la vida en cualquiera de sus formas no humanas para el servicio de unas pocas vidas humanas, inaugurando un movimiento circular en virtud del cual las mismas civilizaciones que ayer a otras civilizaciones desconocieron y que por ello violentaron su territorio haciéndolo útil únicamente como proveedor de materias primas, hoy definen como futuro de la humanidad los mismos árboles que antes rasamente talaron, los animales que ayer asesinaron inermes y los humedales que antes maldijeron porque impedían la ejecución de construcciones firmes. La provisión de materias primas, en la era de la Globalización, mantiene su vigencia del Sur hacia el Norte; pero ahora también se comercializa la idea de su conservación. Porque la llamada crisis global del medio ambiente, asumida discursivamente mediante la preocupación por nuestro futuro común, es un hecho irrebatible: la Naturaleza ha empezado a cobrarse los desmanes de las sociedades humanas. La serpiente desarrollista se cierne sobre sí misma, se envuelve, se engloba, se muerde la cola, buscando el principio del fin de esta catástrofe. La cuadratura del círculo se ha configurado irremediablemente.

De este modo, como lo ha anotado el PNUMA, “dos tendencias principales caracterizan el comienzo del tercer milenio. Primera, el ecosistema mundial está amenazado por graves desequilibrios de la productividad y de la distribución de bienes y servicios. Una proporción importante de la humanidad sigue viviendo en condiciones de verdadera pobreza, y la proyección de las tendencias indica una creciente divergencia entre los que se benefician del desarrollo económico y tecnológico y los que no se benefician. Esta progresión insostenible de los extremos de riqueza y pobreza amenaza la estabilidad de todo el sistema humano y, con él, del medio ambiente mundial”15.

Es decir, el modelo de progresión escalar del desarrollo ha sido reconocido, finalmente, como insostenible; y sus factores incidentes se reconocen íntimamente relacionados con el problema medioambiental. La Naturaleza, otrora sojuzgada con fines de dominio exclusivos de cada imperio, convertida ahora en motivo de preocupación global, ha cuestionado de raíz la validez del modelo.

Como segunda tendencia del naciente siglo XXI, el PNUMA señala que “el mundo está experimentando un cambio cada vez más rápido, y las gestiones ambientales coordinadas en el campo internacional van muy detrás del desarrollo económico y social. Los beneficios ambientales derivados de las nuevas tecnologías y políticas no pueden mantener el ritmo y la escala del desarrollo económico y el crecimiento demográfico”16. Y un tanto perogrullescamente advierte que “los procesos de mundialización que tan fuertemente están influyendo en la evolución social deben procurar resolver, y no agravar, los graves desequilibrios que dividen al mundo de nuestros días. Todos los asociados involucrados -gobiernos, organizaciones intergubernamentales, el sector privado, la comunidad científica, las organizaciones no gubernamentales y otros grupos importantes- deberían trabajar juntos para resolver este conjunto complejo y de influencia recíproca que agrupa a retos económicos, sociales y ambientales en interés de un futuro más sostenible para el planeta y la sociedad humana”.17

Existe, pues, el reconocimiento universal de que el futuro común de la humanidad se encuentra seriamente afectado por las problemáticas ambientales, las cuales rebasan en cantidad y profundidad las soluciones disponibles; máxime ahora, cuando el gobierno de los Estados Unidos ha conducido al mundo globalizado a poner como prioridad la ubicación y captura de Osama Ben Laden, por encima de la crisis ambiental planetaria.

Así las cosas, hay más preguntas que respuestas sobre el rumbo de la civilización humana: “Enfrentada a una naturaleza que a duras penas sobrevive bajo amenaza, la humanidad esgrime los recursos de la tecnología para arrancarle más de lo que el mundo natural podría dar espontáneamente, y tal vez nunca, desde los tiempos casi míticos de la domesticación de las semillas del trigo y del maíz, de los caballos, los toros, las ovejas y los cerdos, se había visto una edad en que la humanidad obrara tantas transformaciones sobre su entorno y sobre su patrimonio común (…) Las preguntas por la naturaleza, la humanidad y la tecnología en esta primera luz del tercer milenio, asumen hoy los nombres técnicos de Desarrollo Sostenible, Diálogos de Culturas y Globalización. No es casual que la Feria Universal de Hannover hiciera énfasis sobre esos tres temas de lo que suele llamarse en estos tiempos la Agenda Global, y no es casual que en su ámbito casi todos los países se estén esforzando por mostrar su naturaleza, su diversidad biológica, sus recursos naturales y humanos”18.

Tampoco es casual que la tendencia globalizadora del ambiente esté cifrada hoy en la letra escrita de los convenios, los protocolos, las convenciones, los pactos, los acuerdos, las agendas comunes; con la misma intensidad y el mismo ímpetu con los que hace 510 años se globalizó a fuerza de arcabuces, de espadas y de cristianismo. Hace 510 años, el Requerimiento era leído en latín a los nativos americanos. En esa lengua desconocida e incomprensible para ellos, se les informaba de sus nuevas condiciones de vida y, sobre todo, se les anunciaba la buena nueva de que sus territorios, sus personas, sus recursos, pasaban a ser propiedad de unos reyes lejanos: la naturaleza humana y biofísica pasaban a ser propiedad de la naturaleza divina conferida a los monarcas patrocinadores del proceso colonizador. Hoy, el requerimiento de responsabilidad común se redacta y se lee originalmente en inglés de los Estados Unidos, y se traduce a las lenguas de los países megabiodiversos, de modo que éstos puedan asumir totalmente la responsabilidad que se les requiere. Ayer fue mejor un mal pleito, un pleito exterminador de sociedades y territorios. Hoy parece ser más conveniente un buen arreglo. A ello apuntan los llamados Acuerdos de Río.

3. Los acuerdos de Río: obligaciones y derechos, consecuencias y limitaciones

En este contexto, la actual globalización de la biodiversidad y del medio ambiente en general se da, sobre todo, en el campo jurídico-político, a través de la suscripción vinculante de distintos tratados y convenios que intentan dar respuesta a la responsabilidad global por la suerte del planeta; pero cuyos contenidos y alcances son evidentemente orientados por los países que no poseen gran biodiversidad, pero sí necesitan conservarla para diversos efectos productivos y vitales de sus sociedades. Los países ricos en biodiversidad consiguen, excepcionalmente, la inclusión de aspectos favorables a su condición y a sus intereses.

Los países que orientan dichos acuerdos son los mismos que dirigen el proceso todo de la Globalización, y no suscriben, ni adhieren, ni ratifican, o sea que no se vinculan u obligan, si no les satisfacen los contenidos y alcances de dichos acuerdos: “La política es cada vez más biopolítica”19.

El conjunto de esos acuerdos, sean o no suscritos por los miembros del G-7, constituyen actualmente la guía vinculante de Colombia a la responsabilidad global de conservación del medio ambiente. Así lo reconoce y acepta la máxima autoridad ambiental del país, el Ministerio del Medio Ambiente, al utilizar como uno de sus marcos de política ambiental nacional para el cuatrienio de gobierno que acaba de concluir, los resultados que en este sentido arrojó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Ambiente y Desarrollo o Cumbre de la Tierra, realizada hace diez años en Río de Janeiro. El denominado Proyecto Colectivo Ambiental (PCA), que fija los lineamientos de política ambiental del Plan Nacional de Desarrollo 1998-200220, contiene una serie de consideraciones relevantes respecto a la globalización del medio ambiente.

En general, el PCA percibe a la Cumbre de la Tierra (Río 92) como una fuente de ajuste estructural a la Globalización del Medio Ambiente, y como un acontecimiento generador de transformaciones orientadas a adaptar las estructuras nacionales de gestión ambiental a las exigencias de la Globalización.

Así, por ejemplo, concibe el patrimonio ecológico y el medio ambiente no sólo como una fuente de riqueza nacional, sino también mundial, para las generaciones presentes y futuras. En esta perspectiva, reconoce que la Cumbre de la Tierra fue el primer evento internacional en el que las naciones del mundo reconocieron la evidencia de una crisis ambiental global que afectaba el conjunto de las economías nacionales y constituía una grave amenaza para la supervivencia de los seres humanos. No es coincidencial que esta cumbre tuviera lugar en momentos en que se verificaba un esfuerzo internacional para adecuar las distintas estructuras estatales a la globalización”21.

Asume, igualmente, que la Cumbre de la Tierra fue el escenario en donde se reconoció por primera vez “el valor estratégico de la biodiversidad y los servicios ambientales para los procesos de desarrollo y estableció los parámetros para orientar la inserción del medio ambiente en la economía global”, parámetros éstos que se tradujeron en acuerdos multilaterales, denominados en conjunto los Acuerdos de Río, que “marcaron la pauta para las principales reformas institucionales y normativas que han tenido lugar en nuestros países en el campo ambiental durante la década de los noventa”22.

Así mismo, el PCA ve en el Agua, eje articulador de la política ambiental allí descrita, “un potencial importante hacia el futuro frente a los requerimientos mundiales”23.

Por otra parte, el PCA utiliza como uno de sus elementos de contexto la relación existente entre el medio ambiente y la inserción del país en el campo internacional. Al respecto señala que “el deterioro ambiental de Colombia conlleva amenazas y oportunidades tanto para su política interna como para su política exterior”24. Y liga este hecho a las amenazas específicas que hoy forman parte de la agenda global: cambio climático, pérdida de diversidad biológica, deterioro del suelo, deforestación y degradación de bosques, contaminación de aguas continentales y marinas, destrucción de la capa de ozono y acumulación de contaminantes orgánicos persistentes.

De este modo el PCA inscribe definitivamente la política ambiental colombiana en el marco de las exigencias de la Globalización. Por ello, en el PCA los tratados y acuerdos de carácter ambiental se presentan como imperativos de la dinámica globalizadora: “Colombia ha participado activamente en el proceso de negociación de los tratados multilaterales y acuerdos bilaterales dirigidos a enfrentar los problemas ambientales, como uno de los nuevos retos impuestos por la globalización25.

Asumir el cumplimiento de dichos acuerdos y tratados, según lo estipulado por el PCA, es un asunto de obligaciones, en nombre de la salud ambiental del planeta y del país, “a partir del principio de responsabilidades compartidas pero diferenciadas”26 y de derechos, que “se derivan de los servicios ambientales que el país presta al planeta, a través de los ecosistemas ubicados en nuestro territorio que, por su riqueza privilegiada, son de interés para la humanidad. Estos derechos están representados en compensaciones económicas y constituyen una fuente de recursos crítica para su preservación”27. El énfasis del PCA para estos efectos se hizo en el Convenio sobre Diversidad Biológica, la Convención de Cambio Climático y los foros relacionados con el tema de bosques.

En este contexto de globalización por las buenas, la calidad ambiental de las 63’777.519 hectáreas de coberturas boscosas de Colombia, que equivalen al 55.9% del territorio nacional y de las 20’671.960 hectáreas de ecosistemas no boscosos, correspondientes al 18.1% del territorio, así como de las 29’210.512 hectáreas de agroecosistemas colombianos, que cubren el 25.6% de la superficie del país28, depende en gran medida del comportamiento y de la dinámica real del binomio obligaciones-derechos desde el cual se ha concebido, en la política ambiental colombiana, el cumplimiento de los acuerdos y tratados suscritos. El uso de estos ecosistemas se encuentra, pues, sujeto a los avances en materia de cumplimiento de dichos acuerdos.

Así, dada su condición de jurídicamente vinculantes, el Convenio sobre Diversidad Biológica y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se tornan definitorios de la gestión ambiental pública de Colombia en asuntos realmente trascendentales para la calidad ambiental y el desarrollo sostenible. Del mismo modo que la vinculación de Colombia a la Agenda 21 y a los grupos de trabajo sobre bosques y otros aspectos medioambientales, no obstante su carácter jurídicamente no vinculante, tiene efectos orientadores en cuanto a la política ambiental.

Algunos ejemplos concretos de problemáticas y propósitos incluidos en la agenda global ambiental, que incumben a Colombia como oferente de condiciones ambientales favorables a dichos propósitos, y que por lo mismo afectarán su capacidad de iniciativa autónoma en cuanto a la definición de políticas públicas ambientales son los siguientes:

  • El control y la reducción de gases de efecto invernadero, así como la reducción de la producción, consumo y liberación de sustancias agotadoras del ozono.
  • La reducción de emisiones de nitrógeno a la atmósfera, que contribuyen al calentamiento global, al punto de que ya se reconoce que “la escala de ruptura en el ciclo del nitrógeno puede tener consecuencias mundiales comparables a las que causó la ruptura del ciclo del carbono”29.
  • La necesidad de disponer de sistemas de alerta temprana y de respuesta frente a desastres ambientales, como incendios forestales, inundaciones, terremotos, etc., desde una gestión integral del riesgo, lo mismo que frente a los efectos del fenómeno de El Niño.
  • El control y disminución de los niveles de destrucción y degradación de bosques y praderas, con su efecto directo de amenaza contra la diversidad biológica.
  • La evidente necesidad de detener los procesos de degradación de zonas marinas y costeras, por efectos del desarrollo urbano e industrial, el turismo, la acuicultura, el vertimiento de desechos, entre otros factores.
  • El imperativo de concebir y promover ciudades sostenibles, que pasa por encontrar soluciones integrales a problemas de manejo de residuos domésticos e industriales, contaminación atmosférica de diversas fuentes y disponibilidad de agua potable.

Vista la situación “el proceso de globalización pone de relieve la existencia de un conjunto amplio de temas y problemas de proyección universal que sólo pueden ser encarados de manera eficaz reconociendo esa proyección, y adoptando acciones y estrategias también de proyección global, o por lo menos regional. Es, por supuesto, el caso del medio ambiente. A él podemos agregar la problemática de los derechos humanos, de los trabajadores migrantes, del desarme; los derechos de la infancia; la violencia contra las mujeres; el lavado de dinero producto de actividades ilícitas; el endeudamiento externo y las condiciones leoninas de pago impuestas a los países deudores”30.

Colombia no podrá perder de vista que, habiendo asumido un papel y una cuota de globalización dentro de la Agenda Ambiental Global, el ejercicio de sus derechos deberá ser equitativo respecto al cumplimiento de sus obligaciones: un desequilibrio en este aspecto conduciría al país a un incremento de sus niveles de dependencia y sujeción en materia de relaciones internacionales.


Citas

1 Galeano, Eduardo. Memoria del fuego. I. Los Nacimientos. Siglo XXI editores, S.A. 1986. p. 54.

2 PNUMA: Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente; PNUD: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo; BID: Banco Interamericano de Desarrollo; UICN: Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza; WWF: World Wildlife Fund.

3 Ospina, William. El surgimiento del globo. En: Revista Diners. Edición de Navidad. Diciembre de 2000. pp. 45-55. p. 45

4 Sachs, Wolfgang. La anatomía política del desarrollo sostenible. En: La gallina de los huevos de oro. Debate sobre el concepto de desarrollo sostenible. Ecofondo-Cerec, Bogotá, 1996. pp. 15-43.

5 Vilas, Carlos M. Seis ideas falsas sobre la globalización. Argumentos desde América latina para refutar una ideología. Artículo en www.globalizacion CLAES, Febrero 2002.

6 Vilas, Carlos M. Op. Cit.

7 Bayon, Ricardo et al. Financiamiento de la conservación de la biodiversidad. Banco Interamericano de Desarrollo. Departamento de Desarrollo Sostenible. División de Medio Ambiente. Junio 2000. 42 pp. p. 1.

8 Idem. Ibidem.

9 Vilas, Carlos M. Op. Cit.

10 Ospina, William. Op. Cit. p. 47.

11 Bayon, Ricardo et al. Financiamiento de la conservación de la biodiversidad. Banco Interamericano de Desarrollo. Departamento de Desarrollo Sostenible. División de Medio Ambiente. Washington D.C. Junio de 2000. 42 pp. p. 2.

12 Idem. Ibidem.

13 Sachs, Wolfgang. Op. Cit. p. 17.

14 Bayon, Ricardo et al. Op. Cit. p. 4.

15 Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA. Perspectivas del medio ambiente mundial 2000. Ediciones Mundi-Prensa. 2000. 397 pp.

16 Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA. Perspectivas del medio ambiente mundial 2000. Ediciones Mundi-Prensa. 2000. 397 pp.

17 Ibidem.

18 Ospina, William. Op. Cit. pp. 47-48

19 Soto Santiesteban, César. Presente y futuro del movimiento antiglobalizador. Artículo en www.globalizacion CLAES, Febrero 2002.

20 Ministerio del Medio Ambiente. Proyecto colectivo ambiental. Bogotá, Enero de 2000. 115 pp.

21 Ibidem. p. 11.

22 Idem. p. 12.

23 Idem. p. 15.

24 Idem. p. 18.

25 Ibidem.

26 Idem. p. 19.

27 Ibidem.

28 Instituto de Estudios Ambientales y Meteorológicos, Ideam. En: www.ideam.gov.co

29 PNUMA. Op. Cit. P. XXI.

30 Mattelard, Armand. La hipnosis de la nueva economía y el progreso. Artículo en: www.globalizacion Claes, febrero 2002.

  Versión PDF

 

Tecnología CORBA (Common Object Request Broker Architecture)

Tecnologia CORBA (Common Object Request Broker Architecture)

CORBA technology (Common Object Request Broker Architecture)

Crisman Martínez Barrera*


* Ingeniero de Sistemas y profesor de la Escuela de Ingeniería de la Universidad Central, Bogotá, coordinador del grupo de computación móvil. Candidato a Magíster en Teleinformática de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas (Bogotá) e integrante del grupo de investigación de agentes de software móviles. Analista de sistemas y consultor de tecnologías de punta. www.mcrisman.telecomunicaciones.com


A todos, gracias por sus pensamientos positivos y oraciones inconmensurables. Brachel.


Resumen

Este artículo pretende introducir al lector en el mundo de una de las tecnologías de punta contemporáneas, mediante la presentación de las características del estándar de la plataforma Corba, que se ha convertido en soporte a multitud de aplicaciones abiertas y es un punto de referencia inevitable para la intercomunicación entre componentes de software heterogéneos. “CORBA es el proyecto de middleware más importante y ambiciosos emprendido por la industria hasta el momento”.

Abstract

This article introduces the reader to the universe of CORBA platform, a leading technology that has become «support for a multitude of open applications» and the inevitable reference point for the intercommunication between the components of heterogeneous software. “CORBA is the most important and ambitious middleware project that the industry has undertaken up to now. Surf the Web without missing calls! Get MSN Broadband”.


Introducción

Actualmente las telecomunicaciones son uno de los sectores más activos y con tasa más alta de crecimiento, principalmente en los países desarrollados. Colombia podría dar un salto tecnológico pasando directamente a las nuevas tecnologías, si se implementaran soluciones de hardware y software que permitieran la integración de sistemas más recientes.

El software tiene un nuevo enfoque: el desarrollo de componentes, que depende de la capacidad de integración para comunicarse entre ellos según las interfaces estandarizadas. Las especificaciones de estandarización son descritas por CORBA, que permite el desarrollo de programas de software fácilmente expansibles, reemplazables y que es el inicio para “conectar todo lo que hay en el mundo a Internet1”, sin poner en riesgo la funcionalidad de los elementos y las aplicaciones en su totalidad.

Este artículo pretende introducir al lector en el mundo de una de las tecnologías de punta, mediante la presentación de las características del estándar de la plataforma CORBA, que se ha convertido en “soporte a multitud de aplicaciones abiertas”2 y es un punto de referencia inevitable para la intercomunicación entre componentes de software heterogéneos. “CORBA es el proyecto de middleware más importante y ambicioso emprendido por la industria hasta el momento”3

Aproximación a la Tecnología CORBA

Los seres vivos desde su aparición hasta nuestros días buscan comunicarse con su propia especie. Los procesos de intercambio de emociones, símbolos, ideas, ilusiones, creencias, conquistas, temores, avisos o sueños son emitidos al receptor. Cuando emisor y receptor intercambian información se está utilizando un conjunto de reglas y símbolos preestablecidos, los cuales gobiernan la comunicación.

Así, el ser humano modelando el comportamiento y los procesos involucrados en la comunicación de los seres vivos logra que los computadores y otros dispositivos puedan intercambiar información en todos los niveles.

Para lograr comunicar dos dispositivos del mismo tipo se debe conocer el idioma (sistema operativo) que manipulan cada uno de ellos. Si el emisor desea intercambiar símbolos (etc.) con otro ser humano (receptor) que no habla el mismo idioma tiene dos alternativas de solución:

  • Que emisor o receptor aprendan el otro idioma
  • Que emisor y receptor utilicen un intermediario que domine los dos idiomas

Si emisor, receptor o intermediario conocen dos idiomas, están manipulando perfectamente las reglas que gobiernan dicha comunicación, lo que se conoce como estándar de comunicación para los componentes de una red que deseen intercambiar información de diferente tecnología y diferente proveedor.

CORBA es una arquitectura de comunicaciones que soporta la construcción e integración de tecnologías de diferente fabricante independientemente del tiempo de creación, así como pueden intercambiar información personas que dominan diferente idioma, sin importar que no sea usado actualmente.

En el futuro podrán comunicarse diferentes tipos de seres vivos, así como trasladar todo a Internet.

Qué es CORBA

CORBA provee una infraestructura que permite la comunicación de objetos independientes de plataforma y de implementación. Uno de los componentes garantiza la portabilidad e interoperabilidad de objetos sobre redes de comunicaciones y sistemas heterogéneos4.

Es una especificación definida por el OMG (Object Management Group) para la creación y uso de objetos remotos, cuyo objetivo es proporcionar interoperabilidad entre aplicaciones en un entorno distribuido y heterogéneo. Es conocido como un tipo de “middleware”, ya que no efectúa las funciones de bajo nivel necesarias para ser considerado un sistema operativo. A pesar de que debe funcionar sobre sistemas operativos tradicionales, efectúa muchas de las operaciones que tradicionalmente se han considerado del dominio de los sistemas operativos para entornos distribuidos5.

CORBA es “Una arquitectura de negociación de petición de objetos comunes y que podrían ser utilizadas en capas superiores de la Red de Gestión de Telecomunicaciones (RTG) influidas fuertemente por las funciones propuestas en la industria de la información. La gestión integrada de las redes de telecomunicación tradicionales y las redes basadas en el IP son fundamentales para la creación de un marco de referencia que sirva para la gestión unificada de redes de conmutación de circuitos y redes de conmutación de paquetes constitutivos para una misma estructura”.6

Luis Sierra afirma que CORBA no es una tecnología particular de Java. Es la arquitectura estándar de OMG para procesamiento distribuido. El funcionamiento es parecido a RMI (Remote Method Invocation)7.

Desde mi punto de vista, CORBA es una arquitectura de comunicaciones entre sistemas heterogéneos que soporta construcción e integración de tecnologías de diferente fabricante. Puede agrupar antiguas y nuevas aplicaciones de software. Está basada en un gestor de peticiones a objetos comunes y permite interoperabilidad entre aplicaciones en máquinas remotas en un entorno distribuido. Es una plataforma que tiene funcionalidad de sistema abierto y que requiere para cada lenguaje soportado una interfaz estandarizada entre CORBA y la herramienta de programación.

Para construir componentes que utilicen el entorno CORBA se deben seguir los siguientes pasos:

  1. Definir la interfaz remota. Se define, en primer lugar, la interfaz del objeto remoto en IDL. Dicha interfaz permitirá generar, de manera automática, el código fuente del stub y el skeleton así como todo el código necesario para comunicarse con el ORB. Si sólo se implementa el cliente porque el servidor ya existe, se tendría que proporcionar el fichero IDL correspondiente a la interfaz que expone el servidor.
  2. Compilar la interfaz remota. El compilador genera todo el código fuente mencionado en el paso anterior.
  3. Implementar el servidor. A partir de los esqueletos que genera el compilador idl es sencillo implementar el servidor. Además de los métodos que implementan la interfaz remota, el código del servidor crea un mecanismo para arrancar el ORB y esperar por la invocación de un cliente.
  4. Implementar el cliente. De una manera similar al servidor, el cliente hace uso de los stubs generados en el paso 2. El cliente se basa en el stub para arrancar su ORB, encontrar el servidor utilizando el servicio de nombrado, obtener una referencia al objeto remoto e invocar sus métodos.
  5. Arrancar los programas. Una vez está todo implementado, se arranca el servicio de nombrado, el servidor y finalmente, el cliente.

1. Arquitectura de Corba

Para que el cliente pueda realizar una invocación sobre un objeto, se debe tener una referencia del objeto (IOR) y conocer el tipo de objeto y la operación que desea invocar. El cliente puede iniciar la petición a través de una conexión IDL o bien construyendo la invocación de forma dinámica utilizando el DII. El ORB se encarga de encontrar el código de la implementación apropiada, transmitir los parámetros y transferir el control a la Implementación de la Interfaz a través del esqueleto IDL, o a través del esqueleto dinámico (DII) como se explica más adelante.

Las invocaciones pueden producir excepciones de diversa índole. Por ejemplo la referencia al objeto puede ya no ser válida, o la interfaz IDL del objeto ha podido cambiar. El ORB se encargará de informarnos de todas estas posibles excepciones y nuestro código deberá estar preparado para gestionar estas excepciones.

A continuación se describe cada una de las características fundamentales de la Arquitectura CORBA (figura 1):

1.1. Objetos CORBA

Las implementaciones de los objetos reciben las invocaciones como llamadas hacia arriba (up-call), desde el ORB hacia la Implementación de la interfaz. La implementación de la interfaz puede elegir un adaptador de objetos entre un conjunto de ellos, una decisión que estará basada en la clase de servicios que pueda requerir dicha implementación.

Los objetos CORBA se diferencian de los objetos de los lenguajes habituales de programación en que8 9:

  • Pueden estar localizados en cualquier lugar de la red.
  • Pueden ejecutarse en cualquier plataforma de hardware y de sistema operativo.
  • Pueden estar escritos en cualquier lenguaje.
  • Pueden tener la capacidad de detectar el entorno, procesar información y además tienen la capacidad de comunicación.

1.2. ORB object request broker

Componente que permite que clientes y objetos puedan comunicarse en un ambiente distribuido como se muestra en la figura 1. Y que contempla cada una de las interfaces que el ORB manipula (figura 2). El bus de objetos es el intermediario entre clientes y servidores que transmite las peticiones cliente-servidor y las respuestas servidor-cliente. Se necesita un ORB en cada máquina. El ORB soporta cuatro tipos de interfaces de objetos:

  • Object Services: Son interfaces para servicios generales. Son usadas en cualquier programa basado en objetos distribuidos.
  • Common Facilities: Son interfaces orientadas al usuario final y que se programan por la aplicación específica.
  • Domain Interfaces: Son interfaces de dominio específico para las aplicaciones.
  • Application Interfaces: Este tipo de interfaz acepta interfaces que no sean estandarizadas y se utilizan en aplicaciones específicas.

1.3. El adaptador de objetos (OA)

El adaptador de objetos (OA) como se muestra en la figura 1, es el módulo que permite a las implementaciones de los objetos acceder a servicios ofrecidos por el ORB, éste genera las referencias a los objetos. El adaptador de objetos exporta una interfaz pública para su uso por la implementación del objeto y una interfaz privada para ser usada por el esqueleto del objeto que depende de la implementación del adaptador de objetos (figura 3).

Las funciones que realiza este adaptador son:

  • Generación e interpretación de las referencias a objetos.
  • Invocación de métodos.
  • Seguridad en las interacciones.
  • Activación y desactivación de objetos e implementaciones.
  • Traducción de referencias a objetos con sus correspondientes implementaciones.
  • Registro de las implementaciones. Debido a que las implementaciones de los objetos dependen del adaptador de objetos, se deben definir la menor cantidad de adaptadores de objetos.

1.4. IDL (Interface Definition Language)

Para poder especificar los servicios que ofrecen los objetos que forman parte de un sistema abierto y distribuido, se necesita contar con algún lenguaje preciso, bien definido, e independiente de cualquier posible representación de los datos o estructuras que él define, así como la futura implementación de los objetos que especifica. La norma ISO/IEC 14750 (ITUT X.920) define dicho lenguaje, al que se conoce como lenguaje de definición de interfaces de ODP, o ODP IDL por su acrónimo en inglés. Su principal objetivo es describir la signatura de los objetos que especifica, en términos de las estructuras de datos que se manejan y el perfil de las operaciones que definen sus servicios. De esta forma se consigue la ocultación necesaria para el desarrollo de aplicaciones abiertas10.

En IDL, una interfaz es una descripción de un conjunto de posibles operaciones que un cliente puede solicitar de un objeto. El objeto satisface una interfaz si este puede satisfacer una solicitud de otro objeto. La interfaz provee mecanismos compuestos que le permiten a tal objeto soportar múltiples interfaces.

Las operaciones que se realizan denotan servicios que pueden ser atendidos y ejecutados para cambiar de valor y adquirir un valor. Una operación es reconocida por un identificador de operación. Una operación no es un valor.

Los tipos de datos que manipula CORBA en IDL son:

  • Tipos básicos : long, short, ushort, ulong, float, double char, boolean, enum, string, octect, any
  • Tipos compuestos: struct, union, array
  • Tipos derivados: sequence <tipo>
  • Tipos de objeto: interface, referencia a objetos

Un tipo es una entidad con predicados asociados y definidos con valores en un objeto. Un valor satisface un tipo si el predicado es verdadero para la variable.

Los tipos son usados para restringir los posibles valores, parámetros, o para identificar un posible resultado.

La Interfaz IDL se compone del repositorio de interfaces y la interoperabilidad de la Interfaz de invocación dinámica:

• El repositorio de interfaces

El repositorio de interfaces (IR) es un servicio que ofrece objetos persistentes que representan la información IDL de las interfaces disponibles en CORBA, de una forma accesible en tiempo de ejecución (runtime). Esta información puede ser utilizada por el ORB para realizar peticiones. Y además, el programador de aplicaciones puede utilizar esta información para acceder a objetos cuya interfaz no se conoce en tiempo de compilación, o para determinar que operaciones son válidas en un objeto.

• La interfaz de invocación dinámica

El DII (Dynamic Invocation Interface) es una interfaz que nos permite la construcción dinámica de invocaciones para un determinado objeto. Ello garantiza que el cliente pueda especificar el objeto, la invocación y los parámetros que se pasan al servidor. La invocación es idéntica a la que llega a través de la interfaz estática pero que ya dentro del cliente, logra una flexibilidad fundamental en arquitecturas complejas y dinámicas. Una invocación dinámica se compone, de una referencia al objeto, una operación y una lista de parámetros. Todos estos datos se obtienen del Repositorio de Interfaces (IR).

1.5. Stub

Es el intermediario entre el cliente y el ORB (figura 1). El Stub recoge del cliente llamadas a métodos y las transmite al ORB. Se requiere una clase de stub por cada clase remota (ver detalles en la figura 3).

Además, es un componente que actúa como servidor, puede estar ejecutándose en cualquier máquina conectada a la red que recibe peticiones por parte de clientes que pueden ser locales o remotos. Indistintamente de ello, el cliente siempre tendrá la ilusión de que la llamada se ejecuta localmente. En otras palabras el stub logra que el programador no se ocupe de las instrucciones de programación remotas ya que son objetos que residen en el cliente y que representan objetos remotos instalados en un servidor. En él se identifica: Host, puerto e identificador del objeto.

1.6. Esqueleto

Es el intermediario entre ORB y los objetos del servidor (figura 1). Recibe llamadas del ORB y ejecuta los métodos correspondientes en el servidor sobre el objeto que corresponda. Cuando el cliente establece un objeto local (con servicio remoto), la petición se realiza por intermedio del protocolo de comunicaciones IIOP a través del ORB. El servidor recibe la petición, busca el objeto definido (compara el esqueleto del método en el módulo esqueleto) lo ejecuta y retorna la respuesta al cliente (figura 3).

2. Ventajas al utilizar CORBA

  • Heterogeneidad
  • Un sistema heterogéneo consiste en conjuntos de elementos interconectados de hardware y software de diferente fabricante y que puede integrar aplicaciones de diferente tecnología (figura 4).

    La infraestructura de sistemas de información antiguos que poseen las compañías no son fácilmente reemplazable, debido al costo de desarrollo y al tiempo de implantación, una de las mejores alternativas es integrar antiguas tecnologías con nuevas para así obtener un completo beneficio.

  • Movilidad11
  • La migración de procesos en sistemas distribuidos tradicionales es muy útil para mejorar el reparto de carga de los diferentes computadores. Tiene como fin garantizan el rendimiento global y ciertas restricciones de administración o seguridad.

  • Eficiencia
    • La red lleva menos mensajes.
    • El servidor realiza más trabajo.
    • Se evita la latencia/inestabilidad de la red en los procesos.
  • Adaptación al cliente
    • El cliente puede extender la funcionalidad del servidor.
    • Fácil instalación para el usuario.
    • No se requiere instalación de servidor.
    • No se acuerdan los procedimientos entre los clientes y los servidores.
    • Instalación dinámica de los procedimientos del cliente en el servidor.
  • Tiempo de desempeño
  • Además, la ejecución asíncrona permite que los procesos controlen la gestión y terminación de tarea y que el cliente pueda finalizar o continuar haciendo otras cosa en su sistema, por otro lado se reduce el tráfico en la red y la capacidad de cómputo del cliente (figura 5).

  • Robusto
    • Reducción de la dependencia de la disponibilidad de la red y del cliente/servidor.
    • Los procesos migrados al sistema servidor no se ven afectados por los fallos del cliente o de la red.
    • Los procesos se ejecutan realizando tareas específicas en lugares diferentes.
    • Automatización de las tareas distribuidas.

3 . Desventajas al utilizar CORBA

El problema fundamental de los sistemas de integración es el software. Aún no existe mucha experiencia en el diseño, implantación y uso de software como CORBA. Precisamente, éste es un campo de investigación actual. Las redes son indispensables para la comunicación entre máquinas; sin embargo, pueden plantear problemas de saturación, embotellamiento, interrupción o pérdidas de mensajes. El posible acceso a todo el sistema por parte de los usuarios plantea el inconveniente de la necesidad de un sistema de seguridad adecuado y estándar, aunque CORBA maneja la seguridad.

Conclusiones

CORBA proporciona una infraestructura y un modelo común desde donde los requisitos expresados en diferentes lenguajes (las diferentes metodologías de desarrollo), pueden ser integrados para formar un sistema globalmente consistente. CORBA ofrece un conjunto de mecanismos muy útiles a la hora de desarrollar aplicaciones distribuidas, junto con un soporte tecnológico suficientemente maduro como para construir aplicaciones robustas, eficientes y competitivas, a la vez que integrables con otros sistemas que cumplan estos estándares. Los sistemas que son desarrollados con tecnologías antiguas pueden ser integrados con las nuevas a través de CORBA. Esto es, construyendo interfaces para que intercambien información local o remota a través de la red para resolver problemas en forma parcial e incremental. Ya, algunas tecnologías incorporan interfaces para intercambiar información a través de CORBA, así como desarrollos adicionales que facilitan la integración de servidores y clientes con filosofía CORBA. Java como herramienta también integra interoperabilidad con CORBA siempre y cuando los objetos estén usando un ORB compatible con las especificaciones y que se apoyen con IIOP como protocolo de comunicaciones. Finalmente, el protocolo de comunicación IIOP, establecido por la especificación CORBA para la interoperabilidad entre distintas plataformas, se ha convertido en el protocolo por defecto utilizado en los estándares para asegurar la interoperabilidad entre todos los sistemas.

4. Glosario

Aplicación

Suministra uno o más programas, es una colección de objetos que interactúan para realizar un objetivo común.

Estado

Corresponde a la situación previa y actual que determina el comportamiento futuro de la información.

IDL(Interface Definition Language)

Lenguaje de programación de forma independiente para especificar objetos de interfaz. IIOP (internet-inter-ORB Protocol)

Protocolo de comunicaciones que está diseñado para permitir la interacción entre ORB.

Interfaz

Descripción de un conjunto de posibles usos de un objeto. Una interfaz describe un conjunto de respuestas potenciales en el cual un objeto puede participar. Es el dispositivo o elemento que comunica dos entornos que operan con diferente lenguaje.

Interoperabilidad:

Habilidad para intercambiar peticiones y respuestas. Un objeto es interoperable si los métodos ofrecen y/o evalúan servicios de otros.

ITU-T

International Telecommunication Union. Unión Internacional de Telecomunicaciones, también conocida como CCITT.

Método

Código desarrollado en un lenguaje de programación orientado a objetos que puede ser ejecutado para realizar un objetivo. Componente de una clase.

Objeto

Combinación de estados y conjunto de métodos que personifican las características abstractas y el comportamiento de cualquier cosa. Un objeto es una instancia de una clase.

ODP (Open Distributed Processed)

Procesamiento abierto y distribuido. Modelo de referencia que proporciona normas para el desarrollo de aplicaciones abierta.

ORB(Object Request Broker)

Provee la forma para que cualquier objeto reciba peticiones y ofrezca respuestas.

Sistema distribuido

Formado por un conjunto de elementos de computador autónomos unidos por una red de comunicaciones y equipados con software que soporten el intercambio de componentes.

Sistema operativo

Puede ser definido como aquella parte del sistema que da vida al hardware. El desarrollo de los sistemas operativos va siempre detrás del desarrollo del hardware, pero permiten mejorar el rendimiento de este y en el peor de los casos, ocultarán todas sus particularidades.


Citas

1 Mattern Friedemann. Instituto Federal de Tecnología Suiza. Revista Novotica No. 15. Sept de 2001.

2 Documento 8-S. Unión Internacional de Telecomunicaciones. Oficina de Desarrollo de las Telecomunicaciones. 14 de noviembre de 2000. Reunión preparatoria regional para la conferencia mundial de desarrollo de las telecomunicaciones Sofía (Bulgaria), 28-30 de noviembre de 2000.

3 Castells, Pablo. Programación orientada a objetos. E.T.S. Informática, Universidad Autónoma de Madrid. 23 de mayo de 2002.

4 A Discussion of the Object Management Architecture. Copyright 2000, Object Management Group., Inc. (OMG). Año 2000.

5 García Álvarez, Fernando. Objetos distribuidos y agentes móviles. Universidad de Oviedo Departamento de Informática, junio 2001.

6 Documento 8-S. Unión Internacional de Telecomunicaciones Oficina de desarrollo de las Telecomunicaciones. 14 de noviembre de 2000. Reunión preparatoria regional para la Conferencia Mundial de Desarrollo de las Telecomunicaciones Sofía (Bulgaria), 28-30 de noviembre de 2000.

7 Sierra, José Luis. Laboratorio de Programación III. Curso 2001 – 2002

9 García Álvarez, Fernando. Objetos distribuidos y agentes móviles. Universidad de Oviedo. Departamento de Informática, junio 2001

10 Vallecillo Moreno, Antonio. RM-ODP: El modelo de referencia de ISO para el Procesamiento abierto y distribuido. Año 2000.

11 García Álvarez, Fernando. Objetos distribuidos y agentes móviles. Universidad de Oviedo. Departamento de Informática, junio 2001.


Bibliografía

  1. Anónimo. Introducción a las tecnologías e integración de aplicaciones. Agosto -1999.
  2. H. KILOV, B. Rumpe, I. Simmonds (Eds.). Behavioral Specifications of Business and Systems. Kluwer Academic Publishers, 1999.
  3. MESTRAS PAVÓN, Juan. Agentes móviles, Departamento de Sistemas Informáticos y Programación Universidad Complutense Madrid. 2000.
  4. Normas de estandarización de sistemas e integración de componentes.
  5. ODP-protocol Support for Computational Interactions (ISO/IEC 14752; ITU-T X.931)
  6. ODP-Type Repository Function (ISO/IEC 14769; ITU-T X.960)
  7. ODP-Reference Model: Enterprise Viewpoint (ISO/IEC 15414; ITUT X.911)
  8. ODP-Reference Model: Quality of Service (ISO/IEC 15935; ITU-T X.905)
  9. http://www.cs.wustl.edu/~schmidt/corba-products.html
  10. Productos comerciales de CORBA. http://adams.patriot.net/~tvalesky/freecorba.html
  11. Productos libres de CORBA. http://www.itu.int Unión Internacional de Telecomunicaciones.

Contáctenos

Revista Nómadas

Dirección de Investigación y Transferencia de Conocimiento

Carrera 5 No. 21-38

Bogotá, Colombia

Correo electrónico: nomadas@ucentral.edu.co