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Editorial

El proceso de globalización viene acarreando cambios profundos en los ámbitos económico, social,político y cultural de las sociedades contemporáneas. Dentro de esta pluralidad de espacios quizásel económico ha sido uno de los más visiblemente afectados y, dentro de él, la dimensión deltrabajo incuestionablemente resulta objeto de significativas transformaciones, en gran medidaresponsables de las crisis que estremecen hoy al mundo y particularmente a países comoColombia.

Es la razón para que, desde los avances de la línea de investigación del Diuc centrada en elestudio de las Identidades, la temática del trabajo, la globalización y las inequidades que estaúltima incrementa –de manera diferenciada conforme se pertenezca a los centros o periferias delmundo o de los países–, se convirtiera en eje de la sección monográfica de esta décima segundaedición de NÓMADAS. Consideramos un compromiso ético, académico y político del Diuc aportarelementos sustantivos para la discusión de esta compleja problemática.

Por supuesto un tema tan sensible es susceptible de las más disímiles miradas que comprometendistintas perspectivas teóricas, diferentes lecturas e interpretaciones conducentes a la identificaciónde alternativas para, dentro de los relativos márgenes de autonomía de sociedades como lanuestra, construir y gestionar propuestas que, cuando menos, propendan por la humanización deun capitalismo que en el relance de sus apuestas de desarrollo se torna más implacable quenunca. Así mismo, el mundo del trabajo puede ser visto desde múltiples tópicos: lo fabril-urbano, loagrario, lo sectorial, lo sindical; sus comportamientos diferenciados según variables de clase, degénero o de edad... Son parte de los retos a los que NÓMADAS busca responder con esta entrega.

La aludida globalización ha implicado cambios en las relaciones de producción, en las formas deorganización laboral y, según algunos analistas, ha puesto en duda incluso la existencia del mundodel trabajo, acorde a su conocida fisonomía capitalista. Emerge como una salida provocada por lapresencia de grandes excedentes de capital y se impone desde el postulado que legitima laeconomía de mercado en tanto, se dice, potencia las economías locales, las vuelve másproductivas y competitivas y las hace menos irracionales.

Soportada en el avance de la ciencia y la tecnología, la globalización supone entonces una nuevaorganización de la economía, de la producción y de las finanzas; desde aquí los capitales circulanconvertidos en información, buscando los más altos márgenes de rentabilidad y seguridad, a travésde redes que saben identificar las oportunidades del mercado, más allá de las tradicionalesregulaciones estatales. Una nueva organización que, otra vez, parte de inequitativas fortalezas: lasde los países del centro que les permiten captar la mayor parte del ahorro y la inversión del mundo,conquistar los más sólidos mercados y consumir la más amplia porción de la producción delplaneta; en tanto, aquéllos de la periferia, y en aras de sus fortalezas poco competitivas, debenasumir la contraparte de esta lógica económica regulada, como dirían Amín y Herrera en su escritopara este número de NÓMADAS, “unilateralmente por el capital mundialmente dominante” que asícuestiona la tan mencionada “libre” apertura de los mercados.

Acaso las urgencias economicistas reducen la globalización a su dimensión económicadesconociendo miope y peligrosamente sus capacidades para permear y penetrar las másdisímiles instancias de la vida social. Algunos teóricos como Renato Ortiz, reconocen el fenómenode la actual mundialización de la cultura que, distante de imposiciones exógenas con pretensioneshomogenizantes, supone un proceso transformador del sentido de las sociedadescontemporáneas. Globalización aludiría a la economía y a la técnica como instancias queinvolucran una cierta unicidad relativa al componente tecnológico que la sostiene –apropiado sídiferencialmente de acuerdo a los desarrollos de los distintos países y regiones–; mundializaciónde la cultura convoca universos simbólicos en los que convive la diversidad –de lenguas, religiones, etnias, etc.– y da cabida a factores de orden político al articular niveles diferentes de larealidad social. Es desde aquí donde la mencionada miopía resultaría poco rentable al pensar enlos procesos de transformación de nuestras sociedades.

Superar la crisis capitalista que suponen los capitales flotantes ávidos de rentabilidad, implicacambios en los aparatos productivos y en las formas de organización de las distintas sociedades:aquéllas que según su lugar en el planeta –centro o periferia– se insertan positiva o negativamente,activa o pasivamente en la ineludible globalización. Son cambios que involucran lo legal, lo político,lo laboral, desde las demandas de la llamada “liberalización” del mundo del trabajo; esto es,flexibilizar lo laboral, liberalizar precios y salarios, debilitar las “rigideces sindicales”, reducir el gastopúblico, entre otros, privatizando los servicios públicos, abolir las regulaciones del comercio exteriordando cabida a la “libre” apertura de los mercados. En otras palabras, es someter a los países,particularmente a los del Tercer y Cuarto mundos, al llamado “ajuste estructural” desdelineamientos conservadores liderados por los organismos internacionales.

Las consecuencias de tal ajuste –distinto para países hegemónicos o subalternos y, dentro deellos, diferente si se trata de los dueños de las riquezas o de las clases trabajadoras–, con RicardoAntunes se sintetizan en la desproletarización del trabajo industrial fabril, con mayor intensidad enlas sociedades avanzadas; creciente expansión del trabajo asalariado en el sector servicios que,con más énfasis en las regiones industrializadas, supone un intenso proceso de asalaramiento delos sectores medios; heterogenización del trabajo con la incorporación de amplios sectoresfemeninos; subproletarización intensificada, manifiesta en la expansión del trabajo parcial,temporal, subcontratado, cercano o inmerso en la informalidad; subproletarización que desde uno uotro ámbito habla de la precariedad del empleo y la remuneración, de la desregulación de lascondiciones de trabajo hasta ahora vigentes, es decir, de la ruptura de contratos sociales quedirecta o indirectamente regulaban los mundos laboral y social.

Ajuste que a escala global –pero con mayor impacto en el Tercer Mundo– ha significado unaexpansión sin precedentes del desempleo estructural que, en la reducción del proletariadoindustrial, incrementa el subproletariado moderno. Un desempleo que afecta todos los sectoreslaborales, incluido en trabajo intelectual cuyas transformación conducen a que se hable hoy de laintelectualidad de masa, como nueva capa de trabajadores igualmente precarizada, jerarquizada yexplotada por una industria que no sabe valorizar la riqueza inmensa de la creatividad.

Son parcialmente algunas de las mutaciones del mundo del trabajo, unidas a la tendencia a laindividualización de la relación salarial y a los procesos que, según países y ramas de laproducción, demandan índices crecientes de calificación o descalificación de la mano de obraasalariada. Mutaciones que sin lugar a dudas merman la capacidad negociadora de lostrabajadores y, las posibilidades de fortalecer sus organizaciones y sus luchas.

Estos son parte de los problemas que en el apartado inicial de la sección monográfica de estenúmero abordan distintos teóricos desde perspectivas y lugares diversos que, entre otros,muestran los contrastes entre un capitalismo expansivo y uno en contracción y uno en contracción,aportando elementos sustantivos a un debate no sólo necesario sino urgente. La segunda parte,reconoce la diversidad de lo laboral señalada en los artículos anteriores y, en consecuencia, lasposibilidades de múltiples abordajes investigativos. El mayor número de estos escritos recogeestudios que involucraron acercamientos empíricos a ámbitos diversos del trabajo: urbano, agrario,femenino, infantil, de maquilas, así como a los entornos sindicales; sus resultados, las más de lasveces, corroboran lo teóricamente planteado. En vía de ejemplo, en el dominio del empleocolombiano la supuesta inflexibilidad laboral no era la causa del creciente desempleo: en laflexibilización asumida hace ya varios años, se redujeron los costos laborales y el incremento en elnúmero de desempleados continua. El trabajo agrario, el de las mujeres, los niños, la saludocupacional de los trabajadores y las condiciones laborales de las maquiladoras de México, enverdad han sido blanco nítido de las fuerzas globalizadoras. Se evidencian cambios que no puedenreducirse a la anunciada desaparición de la clase obrera: en las condiciones laborales ratificando las precariedades anunciadas y que demuestran cómo “se complejizó, se fragmentó y se hizo másheterogénea la clase-que-vive-del-trabajo”.

En el tercer apartado de lo monográfico es manifiesta la ausencia de miradas investigativas queasuman esa distancia garante de reflexiones y argumentaciones “neutrales”, rigurosas quepermitan ubicar el problema obrero en el contexto mundial del cual hace parte. De cualquiermanera, dos de los escritos de este capítulo encuentran que no obstante la reducción de la claseobrera y del número de sindicalizados en el mundo, este movimiento ha encontrado formas deacción que permitirían pensar en la recomposición del sentido histórico de la organización sindical,posibilitadora de acuerdos internacionales, de articulaciones de las organizaciones gremiales conla sociedad civil y de una más activa participación política que, en el caso colombiano, tiene sumayor expresión en la reciente creación del Frente Social y Político como opción partidistaalternativa, distante de organizaciones de izquierda o derecha tradicionales.

Por último, tres millones de desempleados colombianos, esto es, el 20% de su Pea, presiona paraque sociedades como la nuestra inicien la búsqueda de caminos alternos, conforme lo revela elescrito del movimiento Los de Abajo. Como lo plantean, entre varios, Amín y Herrera, se requierecon urgencia “la organización de las víctimas de la polarización capitalista –en tanto– sólo ellaspueden librar las luchas para transformar el mundo”. Es un imperativo histórico el que emerjanfuerzas locales activas capaces de formular la propuesta de un nuevo contrato social quemodifique las reglas que actualmente ordenan la distribución del ingreso, del consumo y lasdecisiones de inversión. Fuerzas que logren la reconformación de un Estado eficaz, comprometidocon estrategias de desarrollo interno y externo; dueño de la capacidad para impulsar proyectos deintegración que reconceptualizando lo regional, posibiliten negociaciones colectivas interregionalesdesde lo político y desde lo económico.

Es la premura por reflexiones que permitan la construcción de una propuesta capaz de aunar lasfuerzas sociales en todas las regiones del planeta “para la construcción de un mundo multipolar ydemocrático en el que la interdependencia organizada permitiese mejorar las condiciones de suparticipación en la producción y en el acceso a mejores condiciones de vida”.

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