Revista Nómadas
Dirección de Investigación y Transferencia de Conocimiento
Carrera 5 No. 21-38
Bogotá, Colombia
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Este número de la revista NÓMADAS está dedicado a la investigación acerca de la familia contemporánea, ejemplificando con ello algunas de las tendencias actuales de la ciencia social. Basándonos en la línea de trabajo del DIUC sobre socialización y violencia, nos hemos propuesto mostrar el estado de desarrollo de los estudios en esta temática, considerando tanto la producción colombiana como aquella realizada en algunos países latinoamericanos y europeos. El esquema del tema monográfico responde a un diagrama funcional donde se diferencian las prácticas y técnicas propias de la familia en cinco ámbitos distintos: provisión, cuidado, castigo, alianza y sexualidad, situando de esta manera los diversos estudios.
Los artículos publicados se inscriben en los desplazamientos sufridos por las ciencias sociales como consecuencia de la crítica a los postulados cientificistas de universalidad, expresados en la necesariedad del objetividad y mensurabilidad, requisitos del rigor. Crítica que al destronar las leyes y los modelos busca establecer otras estrategias para la construcción de los objetos sociales, a través de distintos ordenamientos de aprehensión de lo real y de sistematización del dato que da cuenta de lo empírico.
Mientras el camino para que los estudios sociales adquieran el estatuto de cientificidad los obliga a plegarse a las ciencias naturales, la crítica persigue la creación de un espacio particular que los identifique en cuanto ciencia y, simultáneamente, los diferencie. De hecho, la supremacía de la objetividad fuerza a la adquisición de un estatuto de veracidad, en un ejercicio que pone en contacto una abstracción producto de lo puramente intelectual, con mecanismos técnicos resultantes de procedimientos estandarizados. El destierro de la ley científica y, por tanto, de la verdad, permite el ingreso de la subjetividad al campo de la ciencia al trastocar al tiempo la abstracción y la técnica.
Desde una primera perspectiva, la construcción del objeto al liberarse de sus ataduras universales entra en un terreno regido por la posibilidad y ya no por la verdad, donde su legitimidad depende de sistemas consensuales de reconocimiento, que le imponen nuevas demandas. En primera instancia, los límites objetuales se trazan en la lógica de lo comunicable, aquella partícipe de la opinión que se legitima a través del consenso. En segunda instancia, las herramientas de acceso y sistematización del dato son definidas por los sistemas de comunicación de cierta comunidad académica, forzando al empleo de una técnica que permite su codificación y propagación. Por último, la vinculación entre lo abstracto y lo concreto se imbrica en la tecnología, diestra para registrar directamente lo real sin requerir de ninguna traducción y para intelectualizarlo por medio de procedimientos informáticos de ordenamiento del dato. Lo subjetivo es así objetivado, al insertarse en lo tecnológico, garantía de su veracidad, al tiempo que lo veraz está sustentado en la presentación directa de lo real, situando al investigador en una cierta distancia con su objeto.
No obstante, lo consensual no es la única opción generada por la crítica aludida. Existe una segunda forma de aproximación que sujetándose a los procedimientos que garantizan el rigor de la postura naturalista, inscribe también sus hallazgos en la posibilidad, puesto que requiere explicitar el modelo y justificar su uso. Aunque podría considerarse un modo tradicional de ciencia, su realización lleva implícita una variación que desplaza el estatuto del dato a ilustración del hecho, requiriendo para su legitimidad la no pretensión de universalidad y sustentando su veracidad en la especificidad de la casuística. Ello la obliga, en primer término, a definir exhaustivamente su objeto de manera tal que éste tenga por límite las herramientas de su valoración, con miras a abolir cualquier intersticio entre su denotación y su descripción empírica. En segundo término, a establecer una correspondencia entre dicha exhaustividad y la herramienta, forzando a esta última a un máximo de especialización y de precisión, de manera que su utilidad se subordine al objeto. En tercer término, a sustentar tal precisión en un modo acumulativo de legitimidad que supone a la verdad como un sistema aditivo de pequeños hallazgos. Lo subjetivo resulta así subsumido en lo objetivo, al constituir una mínima parte de una realidad que nunca se completa.
Y una tercera perspectiva emerge que rompe por completo con la separación entre lo subjetivo y lo objetivo y en consecuencia entre lo natural y lo social, proponiendo una vinculación de la experiencia con la idea, donde cada una es el elemento genético de la otra, de manera que la división entre lo abstracto y lo concreto pierde su razón de ser. Por ello lo real no es el objeto que está por fuera del sujeto, ni éste es algo distinto de lo real, siendo una construcción que depende de su afectación mutua. Se trata así de un modo de la ciencia no sustentado en la legitimidad, en la verdad, o en la argumentación. En lugar de consenso, busca describir las condiciones que le obligan a adoptar un punto de vista, instaurando una crítica sostenida en evidenciar las relaciones que dan forma a la realidad. En lugar de lo veraz, se orienta a componer un real posible, dando cuenta del acontecimiento en el que éste se produce. En lugar del argumento, pone en relación elementos heterogéneos a través de la afirmación. Ello le supone, en primera instancia, un distanciamiento pero no de su objeto, sino de la realidad en la que está inmersa, obligándola a discernir aquello que la afecta y sus modos de afección. En segunda, la ruptura con cualquier teleología, puesto que no hay punto de partida ni final, solo proceso. Finalmente, una relación de proximidad con el dato que a la vez es experiencia e idea.
La investigación sobre la familia responde a esta crítica, la cual, a nuestro juicio, enfrenta y alía la razón y el afecto, dando así cabida a una mirada distinta de la institución, donde prima el personaje acompasando las luchas sociales reivindicativas. En algunas ocasiones, habla la víctima, el niño y la mujer, a través del murmullo de los testimonios que a manera de chismes, se tornan datos, evidenciando una realidad, la del sometimiento. En otras habla el victimario, el hombre, quien también por el testimonio se justifica y justifica su crueldad. A veces hablan las instituciones de fomento investigativo que susurran al oído los caminos por los que la ciencia puede advenir utilidad. Por último, se manifiesta la experiencia, armando las extrañas conexiones que dan forma al sometimiento y a la crueldad, pero ya no de la víctima ni del victimario, sino de la condición de la existencia en Occidente.
Al señalar las tendencias recientes de la investigación, queremos sobre todo hacer referencia al atolladero en el que, a nuestro juicio, están inmersas las ciencias sociales. La apertura al espacio de lo subjetivo, aunque las convoca a inventar otros modos de praxis, en ocasiones las encierra en sus propios prejuicios, que sin ninguna crítica, sobrevuelan las pesquisas, tornando los estudios en círculos viciosos, donde el dato dice lo que el investigador quiere que diga, convirtiéndose en arma para fundamentar una postura.
Lo anterior pone de manifiesto el contraste entre los distintos artículos. Unos, muy puntuales, esgrimen una posición. Otros, más generales, señalan un estado de cosas a través de los datos, mostrando transformaciones de tipos familiares. Hay algunos que enfatizan la situación de pobreza del Tercer Mundo y allí implantan la familia, pero como forma flexible, capaz de cambiarse a sí misma, al forjar artimañas de adaptación para la sobrevivencia, las cuales se propagan por lo burgués. Otros abren la problemática exponiendo a la familia actual, aquella donde lo privado y lo público entran en un juego perverso que da origen a un nuevo sujeto, el niño, a través del cual se gestan nuevas relaciones amorosas, económica, normativas y rituales, insertas en el capitalismo.
Este panorama, diverso, heterogéneo y al mismo tiempo homogéneo, evidencia el surgimiento de un nuevo modo de lo familiar, el más contemporáneo: aquel donde el hombre, la mujer y el niño ya no constituyen la tríada, sino dan lugar a la individuación. Todos los trabajos exponen de alguna manera, los signos de ello. Una lectura transversal de los mismos lo muestra, puesto que ya cada individuo no es asumido por el investigador en relación al otro, sino aparte, como si su mundo pudiera romperse y aislarse del mundo del otro, dentro del vínculo familiar.
En tal movimiento de las ciencias sociales, nos parece importante diferenciar los trabajos de Virginia Gutiérrez. Éstos, que en su momento abren un hito en la investigación en Colombia – aquella hecha por mujeres– continúan jalonando. Su concepción de los géneros, metódica y positiva, planteada desde la articulación y no la segmentación, nos muestra una nueva pareja, describiendo al detalle las operaciones que la constituyen y diferenciándola de la otra, la propia de lo despótico. Optica rigurosa, donde la novedad se inserta al tiempo que lo social varía y no obedece a imposición artificiosa alguna. Sea esta la ocasión para llorar su muerte, no sólo por lo que dejó, sino por lo que aún era capaz de construir.
DEPARTAMENTO DE INVESTIGACIONES
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Mónica Zuleta*
* Investigadora en la línea de socialización y violencia del DIUC..
Los procesos que emergen de ¡as relaciones entre trabajo, administración del dinero y gasto se constituyen en los compuestos para la elaboración de las formas de subjetivación capitalistas. En las últimas tres décadas distinguimos dos modos de edificación de los sujetos en nuestra particularidad. El primero se sustenta en la propagación de ¡a norma, el segundo en la extensión de la individuación. Este artículo descfbe ej aperar de sus mecanismos.
De la moral burguesa, la de la clase, metamorfoseada en norma, se abre paso a todo un conjunto de operaciones con las cuales fabricar un cuerpo preso en su libertad de optar. Ya no es el del burgués, al no ser propio del socius2 el cuerpo exclusivo y excluyente de la élite. Si estamos condenados a otra libertad, la del libre albedrío en el consumo, tran mada en proclama planetaria donde el grito de la afirmación de la diferencia, la de cada uno, nos atraviesa a todos, trasmutando la corporeidad en individualidad encadenada a la anarquía, cabe la pregunta por la especificidad del tercer mundo, dentro de un orden, el nuevo orden. En éste el limite ya no es la anormalidad, sino el caos y la otredad ya no se corresponde con la utopía del salvador: un viejo mito empieza a renacer, no estamos en los tiempos en los que reina Edipo a quien es necesario ensamblarle una cruz con la cual esgrimir el arma de la culpa, de la mala conciencia, sino es el engendro, el hijo de la culpa, quien entra en la familia, arrastrando tras sí la desutopía del salvaje, el mal salvaje… ¿Cómo desde nuestra particularidad se conforma este cuerpo y cuáles son las técnicas para su montaje?
Cuatro son los tiempos que requiere la individuación para establecerse en nuestra particularidad. Con el primero se asienta el Estado asistencial. E l segundo da forma a una juventud apta para componer un margen. El tercero instituye la distribución. El cuarto, fatal, entroniza al individuo y con éste todos devienen capaces o excluidos.
El tiempo ganado3, el tiempo debido4 y el máximo beneficio5. estilos familiares de los abuelos y padres, componen las formas de subjetivación que acompasan la normalización de mediados del siglo. E n efecto, al ligarse la pertenencia al consumo, el Estado benefactor6 instaura en signo de adultez la operación particular de los más ricos, por la cual se delimitan las acciones familiares encausadas a adiestrar en la obtención del rédito, de aquellas orientadas a situar a los sujetos en el consumo. Ello condena a los demás a la minoría de edad, instalándolos en la dependencia: los menos pobres son signados de operarios incompetentes para producir; los más pobres de obreros rasos sometidos al beneficio de la producción7.
Al ritmo en que la ciudad se asienta en metrópoli, se gira de este Estado, vigilante del cumplimiento distintivo de lo normal, a uno asistencial regulador de la distribución de servicios, bajo la proclama: todos tienen derecho, iniciándose el cambio a un modo de normalidad inclusiva, movilizado por las prerrogativas del trabajador. Modernidad tardía8 que sitúa al empleado como figura central, constriñéndolo a alcanzar la norma. También enclava a la mujer en tanto trabajadora9 y a la familia en blanco asistencial. Todas las formas de coalición distintivas del asalariado propenden por la conquista del cuerpo burgués, tejiendo mecanismos que permiten modificar los privilegios en derechos. Ello es patente con los menos pobres.
El proceso de obrerización10 caracterísrico del Esrado asistencial altera la cláusula para la mayoría de edad al determinarle al salario valor de cambio, a través de servicios11, abogando por la ampliación de los límites del gasto. E l adulto es ahora aquél que posee los mecanismos para consumir, atados al salario y al endeudamiento, con independencia del género, de la edad y de la clase.
Mientras que con los abuelos menos pobres el endeudamiento es el medio para aumentar el valor de la fuerza de trabajo, incrementando el gasto y enrutando la felicidad hacia un futuro donde se atinan moral y deber, con los padres el endeudamiento es esencial para aumentar la adquisición pero disponiendo la felicidad en un presente donde se enlaza moral y gasto. Se ensamblan así las formas de subjetivación de los más ricos y de los menos pobres, permitiendo a estos últimos arribar a la felicidad por la concesión a la voluntad de la redención del mal y a la voluntariedad de la insinuación del deseo. Ello dota a los hijos jóvenes de una conciencia de sí, inscrita en la salvación y en la individuación.
La salvación se torna viable por la técnica que fuerza al gasto en el presente, al incorporarlo a la moral: la demanda por la buena salud acaece instrumento para el acceso al consumo a través del salario. Dado que la naciente política de salud abarca estilos de vida, la familia es compelida a ampliar el gasto para poder plegarse a ésta, cumpliendo así con el deber moral.
“Mi mamá ayudaba no sólo para los percances, ella nos vestía, tenía que darnos la otra parte de la universidad, los gastos, libros, materiales, transportes, todas las cosas ella las ponía, mi papá decía que nunca tenía para eso, mejor dicho mi papá la plata para el mercado y los pagos y pare de contar. Mi mamá era la que nos daba para la mesada.”12
La individuación, por su parte, constriñe a un gasto diferenciador. En contraste con los abuelos más ricos, gestores en sus hijos de lo personal, a través del amparo a un consumo apto para satisfacer su inclinación, expresada por el deseo en la voluntariedad, a estos hijos se les otorga complacencia del deseo, siempre y cuando sus signos de manifestación se vinculen con técnicas de redención incluidas en el presente y ya no en lo que garantiza el aumento del valor de la fuerza de trabajo hacia el futuro. De esta manera se fomenta cierto derroche para acciones sin finalidades predeterminadas, es decir inoculadas en el ocio, bajo la estipulación de instituirse como marcas de la fuerza personal por materializarse, girando de un futuro planeado a uno posible.
“De las cosas que recuerdo de mi papá, él jugando con nosotros y todo ese cuento de comprarnos libros, de ir por ejemplo a San Victorino y comprar libros y enciclopedias y hay veces, eso no lo entiendo, porque yo ubico una época muy tenaz económicamente y él comprándonos libros, suena paradójico. Me acuerdo que fueron los Olímpicos de Alemania y él me compró una enciclopedia en la que traía un recuento de lo que iban a ser los juegos, una enciclopedia Salvat”13.
Aunque a través del salario se arriba a los servicios, el estilo de vida impuesto por la voluntariedad supone un gasto mayor a éste, provocando la deuda. Ello trastoca la previsión del tiempo debido y anula la finalidad asentada en el futuro, incrustando al grupo en un presenté regido por la obligación. La implantación del deseo personal se acompaña por la incertidumbre de lo porvenir, lo que ocasiona un cambio en la provisión: mientras es factible la planeación, la garantía de la inversión en el incremento del valor del tiempo de trabajo de los hijos se subordina al tiempo del de sus padres, bajo la condición de su hipoteca, asegurando su permanencia y continuidad para amparar el pago perseverante de la misma. Cuando el presente suprime la previsión sitúa la garantía en el lugar de los ingresos, forzando la ampliación de sus fuentes: no puede darse un orden al gasto y el salario es siempre inferior al mismo. E n tal virtud la ocupación se desvincula del oficio, al no asegurar el gasto y la moral se ancla en la buena salud y en la potencia redentora individual, separándose del trabajo, relegado ahora a medio.
“Mi papá trabajó 20 años como operario de una empresa de plásticos y mientras fue operario de esa empresa también montó una pequeña tienda de barrio. Y se retira de la empresa, porque cada vez lo que ganaba era menos y nosotros cada vez teníamos más gastos, y monta un supermercado cuando no había hipermercados, después quiebra y monta un restaurante también de barrio donde todos trabajábamos”14.
Los padres más pobres, tanto en la ciudad como en el campo, son también cobijados por las políticas del Estado asistencial, en la medida en que se vuelven obreros o miembros de asociaciones campesinas15. Excluidos de la mayor parte de los servicios que esta forma estatal implanta, puesto que sus ingresos permanecen asidos al valor de uso, es por otros caminos que adquieren existencia. La Alianza para el Progreso entra en la familia y con ella la ciudad se sitúa en punto de mira subordinando al campo, arrastrando consigo su propio enemigo, nuevo aliado plebeyo, mezcla explosiva de vodka y agua bendita16: La conciencia de clase, la de la clase obrera, importada a una sociedad donde ésta no se forja. En la carretera que ahora une el campo a la ciudad y ésta al mundo, junto con las escuelas y los centros de salud, circula nuestra “clase obrera” para darse a valer un derecho, el de la propiedad17.
Ocupación del latifundio en el campo, invasión del ptedio para forjarse un barrio en la urbe, la masa en su limbo de pobreza busca ser asistida por la reciente industria para adquirir su derecho. A pesar de su escasa valía, esta mano de obra no del todo absorbida por el capital, arrastra su estrategia de supervivencia y la impone en la ciudad: vendedor de plaza ahora vendedor de esquina18. Y con el barrio gestado por ellos irrumpe la salud que a su vez es autogestada, tanto como la casa que es autoconstruida o el alcantarillado, obra comunitaria, al igual que la sede del partido y el pulpito donde el cura oficia. Cuerpo burgués autogestionado para poder ser capturado por la consigna revolucionaria que torna propietario al desposeído.
Sometidos a las leyes del consumo, aunque no por la vía de la inclusión, sino por el camino de la expropiación que emplaza la prerrogativa a la posesión, en tanto deseo al usufructo, los padres más pobres derrumban el cerco impuesto al gasto por el clan familiar, aquel suscitador de un provecho en tiempo, fruto de la extracción del máximo rendimiento del dinero y del tiempo de trabajo, desapareciendo el tiempo ganado.
“Inicialmente era joyero y él hizo un capital, ese señor compró unos buses urbanos y le dio uno a manejar a mi papá de la empresa Samper Mendoza, mi papá se puso juicioso, entonces trabajaba con ese bus, medio se estabilizó un poco la parte económica del hogar de ellos, este señor de los buses, el tío político, le dio por meterse en narcotráfico, entonces ahí a mi papá le daban viajecitos del norte, no se a qué punto y le daban cuarenta mil pesos por cargar esa vaina en el bus, pero el negocio era del mismo dueño del bus, pero por el solo hecho de cargar eso, exponiendo su cuero, lo cogieron, le daban su cuarenta mil, sesenta mil pesos y era plata en ese tiempo, ahí medio se pudo estabilizar, el lote seguía allá en Juan Rey abandonado, de vez en cuando íbamos a verlo”19.
La introyección de la conciencia de clase, situada en la apertura de los límites al consumo, fuerza la entrada de lo comunal abriendo asimismo al clan. De esta suerte, empujados al gasto, aunque sin opción a éste, requieren forjarlo para ser reconocidos como asistidos, a la vez que la condición para ser parte de la clase los aboca al goce del derecho. Mientras esta coacción les roba su utilidad, condenándolos a la proletarización inserta sólo en el valor de uso, al tiempo que los insta a derrochar, la introyección de la conciencia los fuerza al usufructo de la propiedad, a la par que los reconoce por la no pertenencia.
"Por intermedio de Hernán Cadavid esposo de la tía, de una hermana, de una tía de mi mamá, hermana de mi abuelo, empezaron los puestos políticos de mi mamá, empezó trabajando primero de secretaria con Campos de Paz, después trabajó en la fábrica de licores un tiempo, unos años, luego en el Seguro Social, luego volvió a Medellín empezó a trabajar con una cosa que se llamaba Massa, un … de asociados del Valle de Aburra, de ahí pasó a empresas públicas de Medellín y de ahí salió por política y se jodio, se salió de ser la doctora Ana Cecilia en Empresas Públicas de Medellín a vender empanadas en la puerta de la casa"20.
Impedidos para constituirse en clase, la asistencia les supone la grupalidad puesto que para designárselos propietarios de lo que aprovechan les es necesaria una relación de vecindad, único camino de su reconocimiento por la asistencia. De ahí que la posesión es consecuencia de la autogestión, por ella también consumen implantando al trabajo: emergencia de la obrerización en esta capa al ser capturada su autonomía, trocándola en liberación de la fuerza de trabajo para ser vendida. No obstante, ante la poca oferta para su nueva posesión se les impulsa al uso de la autogestión, volcándolos en fuente de su ocupación, como independientes. E n cuanto su peculiaridad se sustenta en el usufructo, estando sometidos al gasto, el provecho convertido en posesión del dinero, desligado del saber y del producto, es inmediatamente consumido, obteniendo un beneficio adicional: el prestigio ocasionado por el derroche, que los hace parecerse al cuerpo que se expropian.
Mi papá cuando llegaba con piara, llegaba con tres millones de pesos a la casa, y eso los dejaban ahí en la pieza de mi mamá, nunca los escondían, nunca misterio, hasta que se acabaran los tres millones de pesos, y él llegaba y se iba y de la plata que había eso llegaban y repartían21
La expansión de la asistencia implica para los padres más ricos el aumento en la inversión, ocasionándoles un endeudamiento que los instala en el desafío transnacional. Al adherirse la financiación al endeudamiento, condición para la competencia, surge el riesgo que afecta la noción de futuro y por ende la de felicidad. Ello altera la relación entre satisfacción y goce, entrando la suerte en el espacio de la razón. La voluntad, vehículo de expresión de la razón al involucrarse en el entrenamiento para el rendimiento, ahora tiene que cederle un lugar al azar, modificando a la sinrazón, vehículo de expresión del deseo individual, la cual depende de un plusvalor en la producción. El azar y la deuda sitúan así la subjetividad en un presente, donde la voluntad deja de ser la garantía de la ejecución futura, volviendo lo inmediato el acompañante de la inversión y de lo eventual lo determinante de la rentabilidad. Se aniquila el territorio de la sinrazón, aquél que posibilita la manifestación de la creación en esa dimensión abierta entre deseo y juicio y se despoja a la razón de su certeza, al tener que cederle un espacio al azar.
"… mi papá siempre ha sido de muy buena suerte y aparre de que trabajaba siempre se estaba ganando alguna lotería, o sea, era cuestión de suerte, entonces iba adquiriendo cosas, hizo una empresa muy grande de productos químicos, la empresa creció muchísimo, tenía muchos empleados y todas esas cosas y se tuvo que endeudan Un señor que era familiar de un familiar le dijo "te veré comiendo -no sé si pueda decir la vulgaridad-, comiendo mierda", y empezaron los problemas en mi casa, se encontraban brujos puestos en las puertas de mi casa, cosas en las matas metidas, mi papá se empezó a enloquecer, en vez de salir de las deudas empezó a hacer más deudas, empeñaba una cosa entonces perdía la cosa, tuvo que pagarles hasta el último centavo y aparte de eso se quedaron con todas las propiedades. Él pasó a pedir prestado muchísimo dinero, o sea, yo no te puedo decir cuánto"22.
Por vía de la competencia los padres más ricos retoman las artimañas de sus tatarabuelos y bisabuelos, aquellas que dotan al azar de un emplazamiento privilegiado en la relación entre la posesión y su goce23. No obstante, mientras ellos, al estar aferrados al juicio divino pueden perderlo todo sin derrumbar su mundo, los padres al desposeerse pierden su identidad. Sin embargo, asientan en sus hijos jóvenes la técnica de subjetivación con la cual les inoculan la competencia. E l intersticio abierto por el azar entre la voluntad y la voluntariedad, más que orientar la personalidad a hacer florecer una inclinación a través de un capricho rentable, lo particular de los abuelos, fuerza la aparición de la suficiencia, proveyendo a los hijos del deseo con el cual aumentar su habilidad, al imponerles su desempeño como la marca a vencer, instaurándolos en competidores. De tal suerte lo rentable no se une a la obtención de plusvalía, sino sobre todo al aumento de potencia y a la disminución de la fortaleza del otro, único sendero para triunfar.
Mientras en los menos pobres la subjetivación de los hijos se encamina hacia el aumento de la potencia redentora, siempre incierta al depender del otro, en los más ricos asegura el incremento de la propia fuerza, al doblegarse exclusivamente al sí mismo. Encadenados a su habilidad, pueden burlar el albur, puesto que éste aunque implícito en la contienda, no se enlaza con el perdedor a quien se le atribuye la incompetencia. Ello trastoca la provisión al situarla entre la destreza y el azar: se es apto cuando se obtiene la disposición que favorece la competencia para el rédito, en el juego fortuito de la contienda.
"Entonces cuando llegábamos del colegio… todos los días teníamos clases de cosas; entonces 3 de mis hermanas somos muy musicales, nos inclinamos por la música; las 3 bailamos, estuvimos en el Conservatorio y yo tenía clases de oboe, de piano, de ballet, todas las tardes. Y ahí sí hay que abonarle a mi mamá, ella era como la que más insistía en eso, en que aprendiéramos a hacer muy bien las cosas, Y una hermana que no tuvo oído, que es la segunda, que es médica, se dedicó como a la pintura, como a las cosas pictóricas. Entonces siempre estábamos en clases, arrancábamos, descansábamos un rato y volvíamos a arrancar, esa era nuestra rutina, siempre haciendo algo pero bien, tenía que ser lo mejor…"24.
La juventud25, proceso con el que los tatarabuelos y bisabuelos más ricos otorgan a sus hijos un l u gar de afirmación donde escapan al honor, al cambiar la entrada a las altas jerarquías del saber, en un deseo de conocer, aunado a la exper i e n c i a en el presente y no al prestigio en el futuro, con los abuelos deviene adolescencia, permitiendo su regulación y con ello su propagación. Ello ancla a los jóvenes más ricos en una dirección, cerrando sobre ellos el círculo que los vigila y, simultáneamente abre, para el resto de las capas, un margen donde se posibilita la experiencia gozosa26
Los jóvenes menos pobres, situados por sus padres en un futuro posible, mediante la imbricación entre moral y potencia personal de redención, le abren paso a la aventura como experiencia que fuerza la actualización de la potencia, subsumiendo el trabajo. Mientras que para los hombres, ésta se implanta en espacio de la emancipación por la que se encadenan a la otredad, las mujeres hacen de ella el espacio de ejercitación de la profesión con la cual redimen al género.
“Ah!, yo vivía de la guerrilla, Imagínese, yo era un hombre armado, y un hombre armado no se deja morir de hambre nunca no? No, imagínese una guerrilla, una guerrilla sobrevive en medio de la clandestinidad a través de procedimientos que le permitan no solamente subsistir, sino desarrollarse, entonces una guerrilla que secuestra, es una guerra que hay que financiar, y dentro de las necesidades de financiación de la guerra, están incluidas las necesidades de avituallamiento de los hombres que es en la guerra. Entonces yo vivía… yo era un profesional, como dicen desde Lenin, eso se acuñó un concepto que es el concepto del profesional de la revolución que se supone que es aquel hombre que dedica su vida de tiempo completo al servicio de la revolución.”27.
Estos jóvenes desvinculan la ocupación de los ingresos y la funden con la práctica, permutándola en la adyacencia que les autoriza la actualización de la salvación. Similar a la adolescencia donde los más ricos conceden la exteriorización de la voluntariedad, siempre y cuando ésta se dirija a la exposición de la razón por la voluntad, en el futuro, la juventud de los menos pobres facilita la presencialización de la potencia, desanudándola de la moral objetivada en la buena salud, pero condicionada a su conexión con la profesión. Así, aunque la ruptura hecha por sus padres entre ingresos y ocupación les concede un espacio libre de deuda que incorpora al goce, el fantasma del deber moral se une a la experiencia, haciendo de la profesión o de la militancia la expresión máxima de liberación: es por su calidad de estudiantes o de revolucionarios que la práctica gozosa acaece, en cuanto afirmación de la potencia salvadora.
"…y ta ta ta entro a la universidad y ahí empieza un período de vida muy loco porque en esa época en la universidad nosotros nos sentíamos en París, en el 68, por eso te digo que yo me alejé de mi casa mucho en esa época, a mí me faltó trasladar el colchón. Para mí la época de la universidad fue la más chévere de todas. Eramos una irresponsables completos, aunque yo ya andaba metida en ese cuento del feminismo. Yo iba a las reuniones y toda la carreta, pero me gustaba más era la rumba…"28.
Los jóvenes más pobres también se crean una experiencia que les facilita el goce. Instalados por sus padres en la obrerización, hacen de la sobrevivencia la presentación actual de su posibilidad de autogestión, aferrando a ella la ocupación. Esta actualización permite el disfrute, disociando el trabajo del provecho y vinculándolo sólo a la autogestión, armando una conciencia de sí, fruto del robo al cuerpo asistencial pero desanudada de la asistencia.
"Ahí estuve, era el Partido Socialista de los Trabajadores Troskista, repartiendo el periódico de ellos conocí a X, un compañero del X, el negro, el principal caudal de repartición del periódico en esa época era X, entonces en esas reuniones yo iba a repartir el PST, y la única forma de trabajo político que encontraba para hacer era ese, entonces el negro me decía '¿usted tan linda y repartiendo esa grosería?' El era muy charro y la pasábamos muy chévere, yo me acuerdo que yo lo convoqué para que me acompañara a hacer mi hoja de vida para entrar a la JRDC. Allí me encontré con XX quien me dijo que si me gustaba el periodismo y me metí en esa otra carreta, porque Y me metió, rambién la pasábamos muy chévere ahí"29.
En efecto, el procedimiento con el que extraen de dicho cuerpo los compuestos con los cuales empoderarse, hace del prestigio la finalidad de la autogestión. Por ello no se someten al capital, adhiriéndose a cualquier red de vecindad de donde puedan obtener su ganancia. A l no dejarse imbuir por la utilidad, no orientan sus acciones, insertándolas del todo en el presente. Así los jóvenes, hombres y mujeres, en su condición de sobrevivientes, se tornan hacia la vida y es a ella a la que le hurtan las herramientas para gestarse su conciencia, la cual, al no estar asociada a nada, puede entrelazarse en cualquier red. E l trabajo se desplaza a medio para entrar en un vínculo y la utilidad no se mide en opción de gasto sino en suficiencia de prestigio, frente a la red de la que son provisoriamente parte.
"Fernando dijo 'ella se queda conmigo, porque es que yo quiero a Doris para llevarla por la puerta grande', entonces él empezó a molestarme y la otra compañera empezó a sentir celos y empezó la guerra entre las dos, entonces ya con Fernando empezamos a ensayar con gente ya más de televisión, del cine, yo estaba con Julio del Mar, con Nelly Moreno, o sea ya había gente más de esto, y él siempre pues era su reina y su princesa, eso sí a donde me llevaba era, él era de un respeto hacia mí único"30.
Sin embargo, su gestión está dentro de los límites de la proletarización y de lo comunal. De ahí que muchos de estos jóvenes se vuelvan operarios o excluidos. Los primeros, al robarse el cuerpo asistencial, terminan asistidos. Los segundos, acaban marginados al romper con las redes, siendo el vínculo el requisito para la autogestión. Mientras los operarios son la objetivación de la venta de la fuerza de trabajo, los excluidos son la exacerbación de ese otro lado de la venta, es decir del robo, no supeditado a enlace alguno.
"Como a los 10 años comencé a trabajar debido a la situación de la casa de verdad que era tan difícil que le tocaba a uno salir a trabajar, entonces un amigo me dijo que me fuera a trabajar, o sea, yo supe que él trabajaba en albañilería y me dijo que fuéramos y yo me fui, me tocaba de ayudante de un enchapador, la gente que embaldosina, aprendí ahí de ayudante, viendo. En ese tiempo creo que eran 15 pesos quincenal lo que pagaban"31. "Yo me puse a robar para conseguir la droga… La conseguía en el barrio Trinidad Galán, vendían pacas de $200. Un amigo me enseñó a robar"32 . "A los 14 años yo Trabajaba de prostituta, hacía de todo, robaba… Dormía pues en la calle, por ahí con hombres en la calle. Me pagaban claro…todo para conseguir la droga"33.
La extensión del consumo en Occidente supone la ampliación, por una parte, de los niveles de ingreso, camino para que el proletario acceda a la mercancía que él mismo ha valorizado por la plusvalía y, por otra, de la producción, vía para satisfacer las recientes demandas, lo que conduce a la intensificación del proceso de obrerización. Se impone entonces la función calidad de vida definida como el derecho del trabajador a obtener la mercancía, a través de su participación en la fijación del valor del salario. Presión del proletariado por la democratización del mundo, Occidente, mediante la reivindicación de la prerrogativa del aumento constante de su gasto, estrategia para intervenir la riqueza. Ello instaura como patrón al obrero blanco, americano y medio, único competente para consumir al ser partícipe de la fijación de su salario34.
La democratización provoca la liberación del deseo, antes capturado por Edipo, emplazando la opción por la diferencia; la implantación de la calidad de vida en derecho, fuerza a cada uno a urdir artificios que autoricen la toma de distancia frente a la mismidad, parámetro de normalidad, gestándose una subjetivación expuesta por signos de identidad, los cuales mutan en marcas de separación del otro. El obrero blanco, americano y medio precisa ser absorbido en cada individuo como índice, multiplicando su expresión al infinito para evitar su agotamiento.
Esta operación afecta la periferia. Mientras algunas zonas permutan en fábricas por los beneficios que ofrecen para la producción, bajo coste de la mano de obra y alta ganancia, otras sobrevienen servicios, bajo coste de la tramitación y alta rentabilidad35. La periferia es inundada de productos y servicios, valorizados por el trabajador, pero sin el asentamiento del derecho a su consumo por la vía de la participación en la fijación del salario. Aparece otra vez el obrero, ésta vez transversal36, borrando de un trazo en la periferia cualquier eventualidad que permita su gestación en clase.
Al tiempo que obra la usurpación por la difuminación de la fábrica, surgen artimañas que extienden el usufructo del derecho al consumo; a la vez que se incrementa el nivel de adicción a éste, aparecen sortilegios que la propagan por el socius. Nuevo modo del capitalismo trayendo consigo su corrupción, esta vez inmersa en los senderos de la adicción. En efecto, al desplazarse la plusvalía de su engarce a con el trabajo, se demandan otros procedimientos para extraer más lucro, ya que la incautación de la periferia no es suficíente. En el juego de producción, distribución y residuo, esta producción antepone la distribución, consiguiendo un aumento permanente del rendimiento, al ampliar los circuitos de travesía de la mercancía37. Por estos caminos se cuelan resistencias, las cuales buscan usufructuar ahora los circuitos, favoreciendo la expansión de desarrollos productivos aptos para burlar las compuertas impuestas por este orden. De ahí que se arribuya el carácter de ilegal a dichos desarrollos que se benefician sin gravamen de los trayectos por donde circula el capital. Multiplicación de las redes para que proliferen los réditos, multiplicación de la adicción para que se propague el provecho, captura capitalista de la periferia y captura periférica del capitalismo.
En nuestra particularidad, los hijos más ricos, para conjurar el azar a que los somete el endeudamiento, abren los trayectos por donde circula su riqueza. No obstante, su asimilación a lo transnacional los obliga igualmente a disminuir los costes de la distribución, instituyendo vigilantes que escolten los circuitos. Para lograrlo precisan construir una red horizontal de conexiones donde su ganancia depende del dominio del que es capaz el vigilante respecto de la red, a la vez que el vigilante depende del circuito que lo atraviesa, convirtiéndose en vigilados al tiempo que vigilan sus redes. Son varios los métodos de acceso a la conexión. Uno se engancha al modo feudal de funcionar de la defensa: el transporte no está garantizado por el mercado, demanda el acceso a la identidad del guardián, estableciendo una relación acreedor-deudor bajo la égida de la deuda finita, es decir, del favor, variando al más rico en deudor y al supervisor en acreedor.
"Él me dijo: yo la voy a conectar con alguien y me contactó con X que había sido mi director de tesis. El me dijo: usted tiene que contactarse con un señor de la Presidencia de la República. Lo llamé y me dijo: listo, ven y yo te hago una entrevista y me enganché con la Secretaría de Integración Popular"38 "… por contactos yo traficaba, traficaba por plata simplemente, los pilotos de fumigación siempre hemos sido unos berracos porque nos metíamos en pistas muy pequeñitas, un día llegó un amigo con un avión nuevo, propio, y él era pobre. Le preguntamos y nos dijo: bueno, así y asá. Entonces me fui para el Llano y aprendí hasta que me di cuenta que podías tener mucho dinero, mucha plata, comprar a toda la gente"39.
Un segundo método exige la ubicuidad del empresario obligándolo a la conexión informática al urgir cada vez de mayor información para ampliar sus redes de comunicación, aumentando su competitividad.
"Yo trabajo sin contemplación, como si fuera una enfermedad… he tenido entidades chéveres a mi cargo, el Fondo Nacional del Café, Telecom que es duro, Ecopetrol que es otro duro también, pero rico, rico, porque se mete uno en cómo es que manejan ellos sus presupuestos, sus frutos, sus inversiones, entonces pues sabroso"40.
Otro se introduce en la transnacionalización al imponerse la transversalidad de las redes de distribución puesto que la ganancia se incrementa tantas veces como el producto atraviesa una conexión.
"Yo he expuesto mis obras en muchas partes, tengo como ciento cincuenta y pico exposiciones a nivel nacional e internacional, en Inglarerra, Suiza, España y en toda América de sur a norte, Nueva York, México hasta Argenrina. Yo no me preocupo mucho por la comercialización de mis pinturas, me preocupo más por pinrar. Tengo algunos sitios o personas que me conocen, conocen la obra, mi trayectoria y son las que se encargan de vender mis pinturas"41.
La vinculación entre moral y gasto, en los hijos menos pobres, dispone la subjetivación hacia la salvación de sí y de los suyos. Por su profesionalización participan en la fijación del valor del salario, incorporándose al estatuto de trabajador occidental, siendo los únicos que son parte del patrón blanco, americano y medio. Forzados a su diferenciación por los artilugios que transforman el patrón en índice, estos proletarios vuelven su consumo signo de redención, usando distintas técnicas:
En una de ellas, los sujetos al redimirse del todo en el consumo lo ubican dentro de la categoría que se deriva de la adicción, cuyos extremos son la moderación y el exceso. Al ahincarse la manifestación de la moral en la moderación, la deuda tiene un límite que es el que determina el valor de los ingresos, asimilándolo al salario. Operación con la que se aunan moral y ocupación, ya no por la hipoteca, sino por el deber de salvar para redimirse. De esta manera el gasto se subordina al salario, adecuándose a su monto.
"El trabajo con los títeres empezó a tener resonancia en Pedagogía Artística. Conocimos gente en la Nacional y nos dejaron trabajar en el León de Greiff, después nos fuimos a Villa de Leyva a montar una obra porque nos salía más barato…, después hicimos una campaña de solidaridad para viajar a un festival de Charleville, después una gira por Europa, después la televisión, ahí empezó a verse el progreso"42.
Una segunda inscribe la redención en un modo de vida donde se aloja tanto el consumo como el quehacer, al subordinarse todo a la pertenencia, pero en la diferencia. E l proyecto, garantía de la redención, le exige al índice su manifestación en marcas que hagan factible su distinción. Ello implanta otro tipo de signos que no requieren de interpretación, sino de presentación frente al otro, quien debe dar cuenta de su disparidad43.
"Todo me llega, esa es una cosa mágica. Ya mi perfil en cada lugar era un perfil diferente. Termino siendo la coordinadora de las Oficinas Regionales de Viva la Ciudadanía, trabajo que exigía cierto nivel de liderazgo. De ahí voy a dar a la Consejería de Juventud, Mujer y Familia. He estado en todos los lugares importantes del tema sobre la mujer. GTZ es lo que sigue y gano más, ahí hago el manual de herramientas para construir Equidad para la Mujer, lo hago con mi exmarido"44.
De esta manera, las nacientes minorías que inventa Occidente transforman la proclama proletarios del mundo: ¡unios!, en proletarios del mundo: ¡diferenciaos!
Los hijos más pobres son los obreros transversales cuyo salario siempre está adscrito al valor de uso. Unos, los menos, se insertan del todo a la fábrica gestando la plusvalía que ésta demanda en su accionar periférico. Su provecho es extraído de la red de vecindad con la cual se agremian para usufructuar al derecho, accediendo por este camino a la asistencia.
"Yo he trabajado toda mi vida en una fábrica de mangueras, me roca hacer el rallador con la parte para el agua y vainas para carros, luces para carros en plástico, me pagan el mínimo, trabajo de 7 a 5, pero los viernes trabajamos hasta las 5 y media para no trabajar los sábados, siempre he ganado el mínimo, claro con presraciones y todo. Cuando nos sindicalizamos nos tenían así, pa allá y pa'ca, de oficios varios pa jodernos"45.
"…yo trabajé de obrera, terrible, entro como señora que sirve los tintos y arregla las oficinas, después aprendí a manejar todas las máquinas como supernumeraria, es muy duro no ser de un lado ni del otro, en la fábrica no pertenecí al grupo de las obreras, clases populares con sus vicios, ni tampoco pertenecí a la clase alta, ganaba el mínimo"46.
Otros obtienen el provecho de la autogestión, al transfigurarse en la fuente de su ocupación. No obstante al aliarse el usufructo con la fuerza de trabajo, por la técnica con la cual se les roba el tiempo ganado, sus ingresos tienen por límite su habilidad para aumentar el beneficio, creando ellos mismos los circuitos por donde este producto incrementa su valor. Operarios sin demanda para la venta de su fuerza, requieren virar a mercancía sumergiéndose del todo en las leyes de la oferta. Sujetos-mercancía se pliegan a la asistencia para hacerse circular.
"Mi papá no descansa , toda una vida vendedor de lotería, hasta los domingos que le toca en el 20 de Julio y a él una vez lo atracaron frente al batallón y no le hicieron nada, ahí le sacaron una vista"47. "Mi esposa tienen que trabajar, usted sabe que uno solo, gasto aquí, gasto allá, ella trabaja en la casa en bordados, puliendo camisas, camisetas, ganando menos del mínimo"48. "Mi mamá trabaja limpiando apartamentos en un edificio, ella es independiente, lleva 8 años"49.
Algunos de los hijos más pobres desplazan el beneficio de la red de vecindad en la que sus padres sitúan la autogestión, a los circuitos de distribución de la mercancía. Esta maniobra les exige aumentar el valor de la venta de su fuerza de trabajo introduciéndola dentro de los desarrollos productivos que burlan las compuertas del orden capitalista. Resultado de la usurpación por la que se propaga el proceso de obrerización en la periferia, el robo del tiempo, estos hijos también fabrican usufructo al expropiar los circuitos de la mercancía, robo de la ganancia. En efecto, aunque ya no usan la vecindad para robarle el cuerpo a la otredad, la pertenencia todavía les asegura el despojo de la distribución. Por ella construyen sus redes cuyos enlaces se gestan en el provecho al extraer un beneficio de cada conexión, con el cual se empoderan aumentando su prestigio. E n tanto se implantan en los circuitos del consumo, la adicción es el enclave de donde obtienen la utilidad, pero al ser la burla al capital, su obrar en ella, regido por la Ley, es despótico, teniendo por regla la lealtad y la traición. Lealtad objetivada en la pertenencia a la red a la que deben su existencia y traición anudada a cada enlace al cual le sacan la ganancia, supeditándose siempre a la otredad.
"Mi papá ha trabajado en muchas cosas: anduvo por la selva, en la costa ha estado, ha andado por hartísimas partes, entonces a él le gusta hablar harto y cuenta que cuando recogía coca le dio paludismo"50. "Logré que un señor me diera la oportunidad de ser ayudante de colectivo y fue bien duro ese trabajo, me tocaban el culo todo el tiempo, yo era una fiera y un tipo iba, tóqueme, señor por favor, hasta que la bolé, prum, lo tiré, yo nunca supe si el ripo quedó vivo, yo solamente se que a la velocidad que iba el colectivo difícilmente"51. "Ella trabajó de prostituta roda la vida, trabajaba en prostíbulos muy elegantes de Medellín, terminó en una esquina allá en el centro"52. "A mí me tocó infiltrarme en la organización de S, estaba conformando grupos de paramilitares con compañeros de base con poca formación política, con el cuento de que había que matar a los compañeros que estuvieran malgastando"53.
Por último, los excluidos se instalan en los circuitos de desecho de la mercancía. Encarnación de la otra cara de la adicción, su destierro se torna en provecho que el capital usurpa componiendo el único circuito que le falta para valorizar lo que ha perdido todo valor: el desperdicio. Sobrevivientes, deben su existencia al excedente del residuo del residuo, erigiendo su subjetividad sobre los desperdicios de la producción. Sujetos-remanentes, ellos hacen del despojo una mercancía con la que se reinicia lo productivo a través de la transfiguración de lo inútil en utilidad incautable. Instrumentos por donde se aspiran los compuestos requeridos para reavivar lo que de otro proceder podría estatuir un límite fatal, la fábrica parada, se instituyen en una amalgama compuesta por todas las identidades factibles que no forma nada pero tampoco deforma, favoreciendo la extracción de sus retazos. Otredad objetivada en mixtura de todos los códigos, sin identidad puesto que están armados de residuos, son el depósito que asegura la continuidad a pesar de haberse dilapidado todo.
"Salimos el jueves y el viernes temprano, no de noche porque es más peligroso, cogemos de la basura, lo que conseguimos lo vendemos en las chatarrerías, mamita, pero es muy bararo. La chatarrita la pagan a 50 pesos. Los huesos los llevan para una fábrica, para molerlos y hacen el jabón, los pagan a 100 pesos 200 huesos. El hueso que uno se come y bota los huesos, por ahí que los niños los botan, esos también los pagan"54. "En la olla voz encuentras periodistas metidos en la droga, vueltos nada, miseria, gente ducha en sistemas, propios profesores, poetas, pintores, industriales, hijos de papi y mami que los papas les pagan la cuenta de bazuco, prostitutas, niños de la calle, sicarios, depravados, matones, cañeros…"55.
La llegada del control56 inserta al mundo en lo empresarial, modo de producción que basándose en el exceso, saca de órbita al trabajo, generando una técnica de extracción de riqueza que no requiere de la fabricación i n dustrial sino de la dominación transterritorial a través de la velocidad de propagación de la información57. Ello trae consigo la entronización de la información, cuya difusión actúa de modulador global del consumo haciendo de cualquiera un cliente o un vendedor. Sus condiciones son la adicción, la vergüenza y la exclusión.
Con la adicción, el gasto se vuelve la exigencia pata la autosatisfacción. Forma de subjetivación que al tener por límite la disposición en los ingresos, subyuga la vida al capital subsumiendo en éste la totalidad del tiempo, perdiéndose la diferencia por la que el trabajador toma distancia de la ocupación, aunque este hiato exteriorice la esclavitud, para implantar un ritmo donde no existe ni operario, ni labor. El trabajador se convierte en mercader instaurando en cláusula el aumento de la propia habilidad, al trocarse la vida en indicador de la facultad para vender: mientras más venda, son mayores sus entradas y en consecuencia superior es la autosatisfacción en el consumo. El trabajo acaece mercadeo, arrastrando tras sí la desaparición del plusvalor al instituirse en medio para poner en marcha la competencia: cada quien lleva consigo su quehacer.
La vergüenza impone el indicador de sí, mientras la culpa tiene por condición al otro. En efecto, la medida, característica del molde, se coloca entre el acreedor y el deudor en tanto equivalencia abstracta, tercería, cuya referencia es la deuda infinita. En contraste, la vergüenza se construye en la acción canibalesca de engullimiento del patrón, transmutándolo en ubicuidad portada en cada uno. La deuda infinita se traslada al ser, quien adviene acreedor y deudor de sí, por relación al índice que es la marca virtual de su existencia. Posibilidad siempre a realizar, ya no encarnada en el desplazamiento, generador de la culpa por su calidad emanativa, signos irradiados del molde de normalidad, sino materializada en rangos cuyos indicios son grados de intensidad, más o menos j existencia respecto al índice, situando a la existencia entre el exceso y el defecto instalando la moderación de modulador. La vergüenza se gesta en impedimento de la existencia plena, al inocularse la posibilidad del ser en un margen que fuerza al aumento constante de la competencia.
La exclusión tiene relación con el margen que abre el impedimento de expresión absoluta del ser. El control en su acción de liberación del deseo requiere también de su captura, abriendo la compuerta del hedonismo. Por ello es que se impone el índice inoculándoselo a cada uno con miras a que opere el autodominio del exceso o del defecto. Ello le permite a la producción obtener un lucro, que no atraviesa los senderos de la plusvalía, sino que subsume a la vida en la propia competencia58. De esta manera los sujetos existen si entregan su vida al capital, en caso contrario quedan excluidos de su opción para ser.
El proceso de obrerización al establecer una mismidad donde la ocupación tiene por referencia la competencia y al erradicar la probabilidad de la venta de la fuerza de trabajo, permutándola en mercancía autocomprable, implanta otra categorización social que desplaza al proletariado: los sin garantía59. Nacienre clasificación desprendida de la futilidad de la clase obrera, al poderse reemplazar por la cibernética, arrasando con el salario, única garantía para acceder al derecho. Es imprescindible que Occidente se vuelva proletario para destruir la clase obrera y colocar en su lugar al vendedor, metamorfoseando al socius en un terreno de contienda, medio propicio para la emergencia del dominio del mercado. En su función de vendedores, los trabajadores se responsabilizan de sus ingresos y se juzgan a sí mismos por su competencia, aniquilando al otro. El proletariado vuelto enemigo entre sí y el obrero contendor de sí mismo, única estrategia para sobrevivir en esta alianza mihtaro-técnica-científica que alinea el mundo hacia la guerra, la pequeña guerra de baja intensidad60, donde el control nos dispone a todos.
La periferia es el territorio de la exclusión transversalizada. La abolición del trabajo como fuente de plusvalía elimina la necesidad de la mano de obra, maniobra de despojo de la garantía. La entronización de la cibernética elimina la posibilidad de la competencia en la producción y por consiguiente de la fijación de los precios, sortilegio de despojo de la dominación del mercado. La dispersión de los desarrollos productivos en objetos etéreos elimina el consumo al obligar el empleo del código para la consumación, acción de despojo de la subjetividad. Inmenso depósito de despojos, la periferia sobreviene desecho.
La exclusión en nuestra particularidad se sustenta entonces en el despojo: de la deuda metamorfoseada en cesión, muy pobres para pagar, demasiado pobres para endeudarnos; del derecho alterado en subsidio, sólo es el capaz quien tiene derecho; del usufructo transmutado en combate, el provecho da paso a la eliminación de la otredad. El capital arma así sus sujetos, aquellos que precisa para que el guetto no quede fuera de control: empresarios, vendedores y compradores, ciudadanos del mundo, operarios que continúan aferrados a desarrollos productivos aunque sin garantías, también excluidos. Todos ellos despojados, se les inocula la competencia para la existencia, puesto que su pertenencia es ante todo transversal.
Los hijos más ricos impelidos a ser parte de lo transnacional, pero despojados de la certeza de su competencia, al volverse vigilados, quedan expuestos a la protección del otro. El azar, aquello con lo que sus padres los dotan de la competencia pero para hacerlos diestros, se traslada al campo del vigía, quien para protegerles el circuito, les exige su postración. Esta incertidumbre les introduce el miedo fragilizándolos frente a sí mismos. Avergonzados de sí y temerosos del otro su riqueza se erige en su amenaza. Secuestrables, extraditables, condenables, el anonimato es su opción para ser. Sus hijos para perpetuar el índice requieren escapar a la amenaza, siendo forzados a emigrar. Ciudadanos del mundo, sin pertenencia local, lo único que los identifica es materializar los rasgos del hombre blanco, americano y rico.
"Yo trabajé con gente muy mala, por ejemplo XX era lo peor que había, si se accidentaban en un avión de él, los pilotos teníamos que pagar el avión. A un amigo lo mataron porque no les pudo pagar. Pero también hay gente muy linda de esos grandes mañosos, por ejemplo un amigo que se cayó y lo cogieron, la gente con la que yo trabajaba le puso abogado y lo sacaron a otro país, eso les costó un millón de dólares"61. "Aunque mi papá ahorraba nunca pensó que le tocara pagar el secuesrro de un hijo, siempre pensó que en la vejez tenía que tener plata para poder sobrellevarla"62. "Para su educación le tenemos una cuenta en esos cosos de seguridad del Estado norteamericano, nosotros queremos que se vaya a E.E.U.U. o en Europa, apenas termine el colegio porque aquí la situación está muy difícil"63.
Los menos ricos asocian su existencia del todo al consumo vuelto un azar que depende de su competencia para acontecer el vendedor. Despojados de su profesión, medio de salvación de sí y de los suyos, transforman la salvación en condena de sí y contienda con el otro. De consultores de procedimientos pasan a vendedores de servicios, desplazando su potencia redentora a un simulacro donde actúan sus habilidades de artificio para plegarse al otro, de quien depende su existencia. Sus hijos sin la redención por el consumo están condenados a la existencia en la precariedad de no poder alcanzar el índice. Ciudadanos sin garantía, es el azar el que ahora los puede salvar.
"Según las épocas nos dan plata para comprar o no. Cuando había podía comprar todo lo que yo quisiera, después vino la mala época, mi papá se quedó sin trabajo y debe hasta la camisa, pero nos dijeron, o sea aportar con la frescura, era sobre todo eso, que estuviéramos frescos, que ellos no nos iban a pedir a nosotros que trabajáramos, pero que no pidiéramos tanto"64.
Los menos pobres que hacen de su vida un modo, son despojados de su propia redención al devenir el proyecto del control. Forzados a expresar el índice, requieren conectarse a los márgenes transversales donde reside la liberación, afirmando la pertenencia transversal. Empujados a adoptar la apariencia demandada, al hurtárseles su proyecto por un reciente mercado delimitado por los signos que testifican la otredad a la que es necesario someterse, su emancipación está garantizada siempre y cuando se encadenen al autodominio. Consumidores de su propósito se convierte en aquello que han buscado cambiar y bajo la consigna del derecho a la diferencia, se doblegan a la individuación. Por estos intersticios se inserta la pasión con la que dotan a sus hijos de la urgencia de la liberación. No obstante, ahora desclasados, convocan a una militancia inmersa en un sueño que ya no puede salvar un mundo estallado en los múltiples fragmentos de la heterogeneidad; si acaso puede proteger su modo de existencia por los caminos que abre la transversalización. Ecólogos, músicos, poetas, algunos conforman clanes de oración o son miembros de los sectarismos que inundan el planeta. De esta manera, estos jóvenes son instados a la conexión o impelidos a la exclusión.
"Aunque somos un grupo de profesionales y tenemos una fundación de la cual soy el director, eso es una ficción, cuando tuvimos amigos ejecutamos un proyecto con la Unión Europea, ahora no tenemos nada y estamos en el vacío"65
Los hijos más pobres, junto con sus h i jos, despojados de la vecindad con la que arman las redes de la autogestión, quedan aferrados sólo al combate, constituyendo la nueva masa, ya no obrera, sino caótica, en tanto encarnación de la otredad que el control ahora instaura de enemiga, la pobreza. Masa que al no estar ligada a la opción de construir la clase, requiere metamorfosearse en sobrevivencia, predispuesta a encarnar el destino fatal, aquel que liga la ganancia a cualquier cosa. Algunos, forzados ante todo a vender su fuerza de trabajo buscan el mejor postor y se venden a sí mismos, puesto que la oferta laboral se inscribe en la única empresa que el capital nos deja: la guerra. Así se alistan de sicarios, mercenarios, guerrilleros, soldados, de cualquiera de los ejércitos que configuran nuestra particularidad.
"Mi barrio está dividido en pandillas y a mis compañeros que ya están muertos, los mataron los enemigos de la calle, porque las pandildillas y a mis compañeros que ya están muertos, los mataron los enemigos de la calle, porque las pandillas hasta que no se cobran su venganza"66.
Otros, los sin garantía, son conminados a aceptar cualquier precio por la venta de su fuerza de trabajo, cuya compra ha advenido caridad.
Transformación del derecho en beneficio, vuelta al Estado benefactor bajo la égida del subsidio que los signa de insuficiencia.
"Mi hija menor no consigue más trabajos sino es en casas de familia, entonces pa'uno conseguit trabajo es en casas de familia, entonces yo le dije usted quiere pasar esa hambte, como yo tanto que trabajar en casas de familia?"67. "Mi hijo menor entró a trabajar ayudándole al papá en la construcción, pero ahora quisque ya no dejan, se quedó sin trabajo, no le dan trabajo porque esrá muy joven, entonces yo no sé, se va a quedar en la calle, yo no sé… Ahorita el único que tienen trabajo es mi esposo, por allá en la construcción, pero quien sabe cuánto le dure"68.
Los últimos, aquellos vendedotes por fuera de los circuitos del gravamen, son impelidos a entrar a éstos por las artimañas que la inteligencia69 inventa para doblegar a cada quien a través de su compra. Pequeños contrabandistas, jíbaros, vendedores ambulantes, espiados a través de sus redes de clientes para cercar la extracción de beneficio al capital.
"Mi hermano, él tenía los puestos de cachivaches y tenía mugreras, tenía bazuco, marihuana, o sea de los intermediarios. Apareció muerto por ahí un día"70.
Los hijos excluidos junto con sus hijos están conminados al control, aquel cuya presentación se ejerce sin la ilusión de la libertad en el consumo, es decir la real adicción. De esta manera, el capital se dispone para usurpar el residuo del residuo. También para instaurar en ellos la vergüenza, la de su adicción, puesto que les introyecta una conciencia para equiparlos con los signos del horror que ellos y los otros deben reconocer, el caos. La exclusión no solo es la despensa que asegura un actuar ilimitado del mercado, materializa la terrible amenaza que resulta del estar fuera del control.
"Yo quiero salvar mi alma y rehabilitarme, entregar mi alma a Dios. Me da como la conciencia de que me está mirando, que estoy pecando y que le estoy fallando a mi Dios"71. "Ya a lo último le estaba cogiendo pereza a todo, y yo dije 'ah, yo no quiero consumir más droga, no quiero consumir más', pero sigo en las mismas."72
El advenimiento del control saca las formas de subjetivación del interior de la familia para instalarlas por completo en el afuera. Cada uno dotado con las herramientas para diferenciarse por el consumo, obligado a alcanzar la competencia para devenir el vendedor, de sus productos, de sus servicios, de sus proyectos, de sí mismo, puesto que el único sujeto ahora procurado es aquel cuya identidad está inserta en la adicción con la cual encarnar un índice; modulado a través de la vergüenza de no ser capaz de lograrlo, o de la desvergüenza de personificar la exclusión.
1 Este artículo recoge la segunda fase de la investigación denominada “Familia, socialización y violencia”, sustentada en120 historias de vida de personas que han vivido en la ciudad de Bogotá, pertenecientes a 4 estratos socioeconómicos,según la clasificación del DAÑE: estratos 0; 1 y 2; 3 y 4; 5 y 6. El estrato 0 se denomina excluido, el 1-2, más pobres, el 3-4, menos pobres y el 5-6, más ricos. La primera fase tomó en consideración las generaciones llamadas tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y padres, cuyos análisis llegaron a los años 60, es decir cuando los padres tenían sus hijos pequeños. Para ello se entrevistaron personas nacidas en la primera década del siglo y personas nacidas en la década del 30. Este último toma en cuenta dos generaciones: personas nacidas en los años sesenta que tuvieron hijos en los años ochenta y jóvenes nacidos en los ochenta, denominadas h i jos y nietos. E l punto de enlace entre los trabajos es la generación de los padres: con ellos finalizamos la primera parte e iniciamos la segunda. Los resultados de la primera parte fueron publicados en el libro dte Daza, G . y Zuleta, M. Maquinaciones sutiles de la violencia, Bogotá, Siglo del Hombre Editores, DIUC, 1997.
2 Entendemos por socius el conjunto de operaciones que hacen posible la producción social. E n el caso del capitalismo, su organización está dada por una estrategia de inclusión que busca captar para sí todo aquello que está por fuera y situar dentro de coordenadas todo aquello que no está localizado. Para lograrlo requiere romper las conexiones estáticas e introducir en su lugar pequeñas conexiones flexibles con las cuales armarse sus axiomas. C f Deleuze, G. y Guattari, E. El antiedipo, Barcelona, Paidós, 1991.
3 Una de las características de la operación de la que resulta el tiempo ganado, consiste en “la posesión de la fuerza de trabajo”, haciendo que su uso obedezca a parámetros particulares, determinantes de las condiciones de su puesta en circulación. Es el trabajador quien impone las reglas del juego para el trabajo, concretizado en un producto. Lo vendible es entonces el producto y no la fuerza de trabajo. Esto supone un saber que particulariza un modo de hacer y de circular en el flujo del trabajo y del dinero, así como la ganancia de un tiempo que no se vende al capital, Maquinaciones sutiles…, Ob. cit, pp. 75 - 76.
4 Denominamos tiempo debido a la técnica por la cual los abuelos menos pobres asocian el consumo al deber, orientando a sus hijos hacia un futuro planeado, donde la previsión del gasto se hace factible por la hipoteca del tiempo de trabajo. De esta manera, el consumo de sus hijos se especializa en la educación, instrumento por el cual ellos pueden, a un mismo tiempo, garantizar y valorar la venta de su fuerza de trabajo, lbid, pp. 82 - 85.
5Se hace referencia a la técnica por la cual los abuelos más ricos instauran en sus hijos la diferencia entre capricho y razón. Esta consiste en permitirle la entrada al deseo individual, a través de su satisfacción mediante el consumo, siempre y cuando éste pueda ser orientado por la razón entendida como capacidad para la producción en un máximo de rendimiento. E l lo emplaza una forma de felicidad sustentada en la diferencia de cada uno por la satisfacción limitada en el consumo, se denomina voluntariedad al capricho y voluntad a la razón, lbid, pp. 85 - 87.
6 Se hace alusión al proceso de urbanización que se produce en Colombia a partir de los años cincuenta, asociado, por una parte, a la industrialización, fenómeno común para toda Latinoamérica, así como a los efectos de la manifestación de la violencia política en el campo. Ocampo, J.A. (ed) Historia económica de Colombia, Bogotá, Fedesarrollo - Siglo X X I , 1987.
7 Aunque entre 1945 y 1955 la producción industrial creció al 9% anual, acompasando la urbanización, en 1955 la proporción de obreros capacitados era muy baja, compuesta sobre todo por el sector manufacturero y por la burocracia estatal. Asimismo, la urbanización trajo consigo un aumento en la proporción de obreros no capacitados dedicados a la construcción. No obstante C o lombia todavía se consideraba un país rural, donde el trabajo obrero más que insertarse en su propia lógica como productor de plusvalía, era signado como caridad, bajo la égida de un Estado benefactor: “aunque los conservadores desconfiaban de cualquier tipo de militancia laboral, practicaban cierto paternalismo condescendiente hacia la clase trabajadora. Bajo la presidencia de Ospina, Colombia adquirió un sistema de participación en las ganancias de la industria a través de bonificaciones anuales para los asalariados, medida adoptada por una temerosa clase dirigente, luego del 9 de Abril". Bushnell, D. Colombia una nación a pesar de sí misma, Bogotá, Planeta. 1999, p. 289.
8 E l censo poblacional de 1973 muestra cómo Bogotá duplica en 10 años su población. En 1964 ésta era de un millón y medio de habitantes, aproximadamente. En 1973 llega a 3 millones. Denominamos “modernidad tardía” a esta etapa, puesto que a diferencia de la primera gran urbanización de los cincuenta, ella lleva implícita cierta forma de normalización que obliga a acoger a la masa de asalariados. Ocampo, J. A. y Ramírez, M. (Ed) El problema laboral colombiano, Bogotá, Sena, Departamento Nacional de Planeación-Contraloría General de la República, 1987.
9 En 1970 tanto las manufacturas de bienes de consumo durables como las de bienes de capital aumentaron su participación en el total de la producción industrial y ambos sectores representaron la sustitución de importaciones. La mayoría de los obreros del sector textilero eran mujeres. Más adelante, ellas serán absorbidas por el sector financiero. Historia económica de Colombia, Ob. cit.
10 La hipótesis que guía este ensayo se sustenta en lo que denominamos proceso de obrerización, el cual disocia trabajo de oficio y con ello instituye al trabajo como medio para alcanzar el ingreso. Esta, aunque implícita en los trabajos de Negri, T . y Guattari, F. (Las verdades nómadas, Barcelona, Tercera Prensa, 1996), aquí es tratada como peculiaridad de la periferia, puesto que hace parte de la intensificación de fenómenos como el narcotráfico.
11 Desde la conformación de las Cajas de Compensación en 1962, se i n i c i a en Colombia una presión por parte de los trabajadores, los de mayores ingresos, para que el Estado obligue a las empresas, a través de leyes, a que sus empleados accedan a servicios de salud, educación y recreación, erigiéndose un modelo de buena salud como el propio del derecho. Colombia, una nación…, Ob. cit. pp. 30-338.
12 Informante mujer, primera generación, estrato c
13 Informante hombre, primera generación, estrato c
14 Informante hombre, primera generación, estrato c
15 Bajo el gobierno de Lleras Restrepo se constituye la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) cuyo objetivo es la obtención de servicios estatales, créditos, reforma agraria, extensión agrícola. Así mismo, en 1973 se da paso a la Ley 9 con la cual se rediseña el Sistema Nacional de Salud, teniendo en consideración un nuevo elemento: participación de la comunidad urbana y rural en programas y actividades de este sector. Ministerio de Salud. Empresas solidarias de salud. Bogotá, Ministerio de Salud, Foro nacional por Colombia, ESS, 1995.
16 Esta expresión se refiere a la alianza entre un sector minoritario de la Iglesia que ingresa al movimiento denominado Teología de la Liberación y el Partido Comunista. Más tarde esta combinación da lugar al movimiento guerrillero ELN en el que participa Camilo Torres. Colombia, una nación…, Ob. cit, p. 314.
17 Aparece la Ley de la Reforma Agraria, la cual es reglamentada durante el gobierno de Lleras Restrepo. Más tarde, durante el gobierno de López Michelsen, la ANUC se torna de extrema izquierda. En ella hay inscritos casi un millón de campesinos, cifra mayor a la totalidad de afiliación alcanzada por los sindicatos en toda su historia. Se inician los movimientos de invasión violenta de haciendas, lo mismo que los movimientos de invasión de tierras en las afueras de la ciudad. De otra parte “el aislamiento físico de los valles andinos y las planicies bajas había disminuido gracias a la gradual mejora de la red vial y de otro tipo de infraestructura (una vez más, con considerable ayuda de la Alianza para el Progreso) mientras que el aislamiento intelectual declinó con el aumento del alfabetismo y la mayor toma de conciencia general que lo acompañó”. Colombia una nación…, Ob. cit, p. 330.
18 La gran migración campesina a la ciudad, durante los setentas, y la imposibilidad de absorción de toda esta mano de obra en la industria ocasiona un fenómeno de informalidad de la economía colombiana. Entre 1958 y 1968 mientras el empleo formal aumentó 2.47%, el informal creció 4.36%. Cf, Muñera, R. Rupturas y continuidades, Bogotá, IEPRI - Universidad Nacional-CEREC, p. 313.
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22 Informante mujer, primera generación, estrato d
23 Hacemos referencia a la mayoría de edad de los tatarabuelos y bisabuelos más ricos. Cf Maquinaciones sutiles… Ob. cit, pp, 47 - 52
24 Informante mujer, primera generación, estrato d
25 Los finales de los años sesenta marcan en el mundo occidental una etapa donde los jóvenes pareciera que se lo apropian. Surge todo tipo de movimientos juveniles tales como hippismo, feminismo, antirracismo, revolucionarios, entre otros. E n Latinoamérica estos movimientos están influenciados por la izquierda revolucionaria. Algunos autores consideran el desarrollo de las urbes como la causa del surgimiento de la juventud en tanto grupo diferenciable en lo social. C f , Feixa, C . “La ciudad invisible” en Cubides, H., Laverde, M. C. y Valderrama, C . (Ed) Viviendo a toda, Bogotá, DIUC - Siglo del Hombre Editores, 1998, p. 89.
26 Hacemos uso de la acepción del término desde la pragmática, es decir presencialización de la acción sin dirección, particular a una pasión gozosa, tal como Spinoza lo entiende. Cf Spinoza, B. Etica demostrada según el orden geométrico, Madrid, Orbis, 1980, cap. III.
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34 Negri, refiriéndose al desarrollo actual del capitalismo, señala: “llega un momento en que la apropiación obrera del valor del producto separa salario de cantidad de trabajo realizado, rompiéndose la equivalencia del cambio fuerza de trabajo-salario e inviniéndose el proceso. No se puede hablar ya de plusvalía o sea de utilización capitalista del valor de uso de la fuerza de trabajo, sino de utilización proletaria del valor de uso de la propia fuerza de trabajo. El proletario empieza a reapropiarse del sobretrabajo según sus propias necesidades”. López, S. Antonio Negri: “Marx, más allá de Marx”. Anthropos, Barcelona, #144, Mayo de 1993, p. 65-66.
35 A principios de la década de los ochenta mientras que en países como Colombia el empleo industrial decayó, atribuyéndole su descenso a la organización laboral que requería su participación en la fijación de los salarios, en otros países del tercer mundo éste aumentó al trasladarse a ellos las fábricas puesto que la mano de obra no organizada, tenía un valor irrisorio. Lo que se denomina recesión del capitalismo de los ochenta tuvo que ver con estos procesos que abarataban los costes de producción por su ubicación foránea, mientras disminuía la producción en los países desarrollados. Cf. Deleuze, G . Conversaciones. Valencia, Pre-Textos, 1996
36 Entendemos por obrero transversal aquel que no concuerda con el índice de obrero blanco, americano y medio, es decir que no puede acceder al derecho y por tanto al consumo, gestándose precisamente por la operación que hace de la fábrica una instancia en movimiento. Ello rompe cualquier signo de vinculación ocasionando pérdida de la identidad como clase. Las verdades nómadas, Ob. cit.
37 El énfasis del capitalismo actual en las redes de distribución da cuenta de una mutación capitalista, donde el plusvalor ya no se obtiene del trabajador sino de la velocidad de la circulación de la mercancía. Virilio, P. La velocidad de liberación. Buenos Aires, Ed. Manantial , 1997, p. 159.
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43 Diferenciamos la representación, por la que se da cuenta de la interpretación a la manera del lenguaje, de la presentación, que daría cuenta de la interpretación pero a la manera nietzscheana. En ésta los signos no conducen a develaciones, sino a incitaciones, provocando una acción en el otro. Nietzsche, F. La genealogía de la moral, México, Alianza, 1993
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56 Denominamos control el proceso mediante el cual el capitalismo instaura la individuación a través del consumo. Aunque éste ha sido analizado por varios teóricos contemporáneos, nos acogemos a las reflexiones de Burroughs, W. El almuerzo desnudo, Barcelona, Anagrama, 1997.
57 “Si las tecnologías del teletrabajo liberan a los empleados de su empresa, la jornada de 8 horas y las restricciones propiamente geográficas de la fábrica se convierten a su vez en conceptos sociales superados. Los gestos y los lugares que aún ligaban entre sí a los empleados aparecerán mañana como rituales obsoletos, conllevando la alta movilidad y la ubicuidad del trabajo…. una multitud de inconvenientes en particular el de no permitir la distinción entre los períodos de descanso y trabajo remunerado, amenazando éste último con expandirse a todo el espacio privado y a todo el tiempo del que todos creían aún disponer libremente”. La velocidad de liberación, Ob. cit, p. 105.
58 Negri-Guattari aluden: “el nuevo capital pone todo en marcha para controlar los tiempos singulares de la vida, para reducirlos a los tiempos capitalistas bajo la amenaza de la aniquilación del ser…bajo la égida de este terror se han colocado, en primer lugar, la integración del capitalismo mundial y la reestructuración informática de la producción social”. Las verdades nómadas. Ob. cit, p. 85
59 Concepto tomado de Negri-Guattari con el cual se describe el operar del Capitalismo Mundial Integrado (CMI) . Cf, Las verdades nómadas. Ob. cit.
60 Manejamos aquí la diferenciación que hace Virilio de los cuatro modos de expresión de la guerra. La guerra de baja intensidad haría parte del cuarto modo, particular a lo que él denomina disuasión societal. Virilio, P., citado por Deleuze, G . y Guattati, F. Mil Mesetas, Valencia, Pre-Textos, 1994, pp. 433 - 476
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69 Hacemos referencia a l modo de vigilancia que propicia el control, el cual está sustentado en la inteligencia como un desarrollo de la función de vigilancia. Cf. Benson, E . y Bleitrach, D . “La paix éternelle ou la guerre de basse intensité”, en: Chimeres # 33, París, 1998, pp 149-170.
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Gisela Daza Navarrete *
* Investigadora en la línea de socialización y vio lencia del DIUC
La familia es sujeto y objeto de transformaciones entretejidas en el curso de los acontecimientos que se suceden en la producción económica y social en el capitalismo occidental. Sin embargo, la posición periférica que ocupamos en él produce expresiones susceptibles de ser consideradas como constitutivas de nuestra singularidad, bien sea por el matiz específico de su manifestación, bien sea por su capacidad para ejercer resistencia al curso impuesto por la tendencia general. Este texto, prosiguiendo el acontecer de los cambios de lo social, describe la afectación de los vínculos familiares en la propagación de la normalización, en la generación de los padres y de sus hijos, para dar paso, más tarde, a una serie de prácticas afianzadas en una nueva expresión del poder, el control, cuyas manifestaciones más densas tienen lugar con la generación de los nietos.
La alianza, regida por la moral, es intervenida para tornarla normal mediante la substitución de la ley por la imposición de un estatuto legal que en derecho la legitima2. Este estatuto, sin embargo, no se erige sin más en el derecho del sujeto ciudadano: engarzando la ley en la legislación del Estado benefactor, la moral y el derecho se aunan para mantener el privilegio de la clase. Se constituye así un patrón, que al ser lo propio de la clase se hace excluyente, pero que al regir para todos, adviene parámetro a alcanzar para las demás capas del socius.
No obstante la concesión de un estatuto legal distinto del concerniente al dogma, subordina la moral al derecho. Curio sa operación que fuerza a la moral a inventarse el arma con la cual destruirse. En efecto, la vigilancia requerida para erigir en medida común el signo de la clase, instituye a los abuelos menos pobres3 en guardianes del cumplimiento de esta ley normalizada, al imponerles a sus hijos la obligatoriedad de la legalidad de la alianza, garantía de su moralidad. Estos últimos, portadores entonces de un vínculo legalizado como expresión de su apropiación del signo de la clase, para mantenerlo como suyo, velan por su propagación, vigilándose a sí mismos tanto como a aquellos a quienes hasta ahora pertenece, los más ricos. Operación con la que se diversifican las formas de la alianza. De hecho, los modos de vinculación ostentados por las capas de los más pobres y juzgados por la moral como inobservancia de su ley, al manifestarse en los padres más ricos, requieren ser transformados en legales para que sus signo s pued an operar como parámetro a alcanzar. Así, la moral de la clase impuesta a las otras capas por la vía de la norma excluyente, termina plenamente subordinada al derecho, desapareciendo como privilegio para devenir regulación general.
Proceso que acaece en concomitancia con el cambio del carácter benefactor del Estado por la asunción paulatina de una función asistencial. Ésta, propagada por medio del estatuto del trabajador, adiciona al valor del salario una serie de servicios establecidos como derechos que cobijan también a la familia, permitiendo a los padres menos pobres acceder a un valor hasta entonces solo de la clase: el tiempo libre que acompasa la entrada del ocio4. Sin embargo, éste que en los más ricos está de todas maneras orientado a la producción en el máximo beneficio, ordenando las tareas domésticas, en los menos pobres se constituye en una novedad sin lugar ni función, perturbando todas las acciones mientras es posible crearle una finalidad.
Una de estas transformaciones concierne a la mujer madre. Dueña de un tiempo desligado de cualquier labor hogareña, la madre provisoriamente innecesaria se dota del cuerpo del derecho. Su acceso al afuera, por la adquisición del estatuto del trabajador con el que permite el ingreso de la asistencia a lo privado, junto con el tiempo del ocio genera las condiciones bajo las cuales le es factible regular al grupo reglamentando sus uniones5. Se gesta una primera toma de distancia en la cual la mujer del marianismo se habilita para observar en perspectiva tanto aquello a lo que pertenece como lo que está perdiendo y la novedad del afuera.
Lo foráneo, en este caso el derecho y en particular el derecho de familia, incauta la auto ridad del déspota, quien es sometido o desterrado al estar sujeto a la vigilancia. Así, el padre despótico de estas capas cede paulatinamente su lugar a la norma, generándose al interior de la familia un intersticio del que el rey es destronado y por ello obligado a buscar espacios exteriores para la manifestación de su ley. Este lugar vacío de ley es ocupado por la madre quien puede reinar pero bajo el requisito de acompañarse por la regulación.
"Ya cuando mis hermanos estaban más grandecitos asumen como la defensa de mi mamá y ya ellos se le enfrentan a mi papá y piden que eso no se siga dando, entonces mi papá es desterrado de la casa, entonces ya las visitas de él son muy esporádicas… recuerdo que a mamá un abogado le dijo que él podía hacerle la separación de bienes pero que mi papá tenía derecho a vernos"6.
La no rma trae consigo el conjunto de demarcaciones requeridas para su maniobrar: la conyugalidad, aislada de la filiación, es capturada por la po lítica de salud que traza la función asistencial del Estado, obligando a la relación entre los miembros a ajustarse a los parámetros que ahora definen la buena salud7 y que recubren ámbitos tales como la recreación, la sanidad, la educación8, en el nuevo estatuto que la salud adquiere de ser simultáneamente derecho y servicio. Pero esta captura que participa de la expulsión de la mo ral del dominio familiar, no le impide persistir en el afuera desde donde el déspota puede nuevamente actuar. En efecto, el poder del rey se entroniza en el tribunal que juzga si la familia se acoge o no a su reglamentación9, reiterando aquella operación que desaloja a la mo ral burguesa de la alianza pero la restituye en el vigilante, vo lcando a lo masculino a la jurisdicción del afuera, aquel de la producción de la regulación.
"Aunque ya se hablaba de divorcio, eso era un pecado. Mis palapás terminaron separándose pero mientras él se volvió a casar, mi mamá siempre ahí en la casa. Es que a nuestras mamas les tocó muy duro, nada de pensar en otros hombres, eso era muy mal visto y ella creía que le podían quitar a los hijos por mala conducta, aunque supuestamente la ley era igual para ambos"10
Pese a ello, la alianza legislada permite la normalización de la familia con independencia del vínculo de la pareja. En contraste con los abuelos para quienes la desaparición del padre implica la destrucción de la familia, en la nueva generación ésta puede permanecer gracias al lugar que pala madre adquiere al lado de la regulación y al hecho de que la paternidad se abre campo en nuestro socius como función externa bajo el dominio del derecho11.
"Mi papá y mi mamá se separaron, nosotros estábamos pequeños, nos tocó una época en que vivíamos en un lado y estábamos con mi papá o estábamos con mi mamá, eso fue como una lucha por la tenencia de los hijos más bien. Finalmente terminamos viviendo con mi mamá y a mi papá le tocaba dar una plata para nosotros, que no le tocara todo a mi mamá"12.
El proceso de obrerización que permite a los trabajadores calificados agregar al salario un valor de cambio por su ampliación al derecho de beneficiarse de una serie de servicios instituidos por el Estado asistencial, no ampara de la misma manera a los padres más pobres por su dificultad en el acceso al trabajo, no siéndoles entonces asignado el valor de cambio y por consiguiente tampoco la posibilidad del ocio, a la vez que se los despoja de la resistencia que hace al clan poseedor de un tiempo, su propio tiempo13. Dado que para ellos lo asistencial ingresa, no por la vía del trabajo, sino por la autogestión, puesto que al serles inaccesible el estatuto de trabajador asalariado se v en abocados a constituirse en su propia fuente de trabajo y que para ser reconocidos como propietarios tienen por condición la aso ciación de vecindad, es por el establecimiento de pertenencias comunales que acceden al derecho. Por ello lo comunal impera también en sus formas de vinculación.
Sus relaciones autogestionadas se subordinan al derecho mas no asociando moral y norma, sino posesión y usufructo. El pacto donde prima lo matriarcal, pues la madre erigida en guardiana del límite que separa a la familia de su afuera tiene ahora la potestad de extenderlo tanto como la pertenencia comuni tari a lo demande, convierte al hombte también en beneficio, aquel que se deriva del usufructo de la norma a la que se accede por la auto gestión, pero una vez se transgrede el límite de la comunidad éste desaparece, sea porque deja de ser provechoso o porque para él la alianza deja de ser conveniente. Es por esta razón que del límite de la comunidad impuesto por la madre depende la familia, de ahí también su fragilidad: permanece si pertenece, en caso contrario se deshace.
"Mi mamá 6 de la mañana de pie. Tomarse un café, arreglarse muy bien arreglada, salir a que todo el barrio la mirara, irse a trabajar y después la pobre ahí organizando la construcción del barrio, que el bazar para construir la iglesia, que la fiesta para conseguir plata para lo del agua, ella era toda una líder ahí. Ella se ennovió con el Presidente de la Junta del barrio y estuvieron juntos un poco de tiempo hasta que él se fue de ahí a trabajar al Llano"14.
Los padres más ricos en su consttucción del cuerpo de la performance15, condición requerida para diferenciarse una vez han perdido los signos que los particularizan por efecto de la extensión de la no rmalización, inician su paso a la tecnocracia. Sujetos a la mo ral convertida en parámetro para todos, la asistencia los vigila, forzándolos a regirse por la mismidad que inunda lo social. Sin embargo encuentran mecanismos de distinción: haciendo del matrimonio un acuerdo en apariencia regulado, cada uno de los cónyuges dirige su vida a la competencia por medio de la cual se aumenta el rédito común, único punto de anclaje familiar. En tal maniobra el tiempo libre con el que las madres introyectan a sus hijos pequeño s una ind iv id ual id ad donde separan voluntad de voluntarledad16 ahora se asocia al rédito, transformándose en rentabilidad. En consecuencia el tiempo del ocio, concerniente a la minoría de edad, da ocasión a una praxis que orienta la acción de la voluntad hacia la eficiencia y de la voluntariedad hacia la pasión rentable.
"La familia de mi mamá mucho más urbana, mucho más de sociedad, mucho más importantes las cosas sociales que la realidad de la vida, por eso ellos siempre vivieron cada uno por su lado, cuidando su dinero, mi mamá en la casa o en Nueva York, mi papá en la hacienda viendo por su empresa. Nosotros, los hijos, dependiendo de nuestros gustos hicimos una elección. Mis hermanos mayores se la pasaban con mi mamá y se volvieron ejecutivos elegantísimos e importantísimos. Yo estuve siempre más cerca de mi papá y terminé quedándome a manejar la finca"17.
La intimidad espacio de lo femenino, por el que la mujer se responsabiliza de la moral18, deviene el dominio de lo familiar constituyendo un límite, objeto de la guardia de todos. El grupo se encierra sobre sí, separando su mo ral de la de nuestro socius y más bien conectándo la del todo al cinismo particular de la tecno cracia transnacional.
" A nosotros siempre nos gustó no darnos al hablar de las gentes, eso aterraba a mi mamá. Cada uno andaba por su cuenta, haciendo prácticamente lo que quería, mi papá por un lado, mi mamá por otro y nosotros en nuestro cuento. De lo único en que nos cuidábamos era de no dar que hablar, por eso preferíamos el anonimato o estar en otro lado donde nadie lo conociera a uno"19.
La expresión de lo joven implanta el germen de una primera conciencia de sí que, aunque todavía ligada a la culpa prepara el arribo del control. La juventud perturbando los vínculos dispone el ingreso de la individuación al asentar grados de otredad que permiten la diversificación en las prácticas, no solo al interior, sino favoreciendo otras expresiones de lo femenino y de lo masculino en lo social.
El ocio que entreabre la puerta a la madre de las capas menos pobres, la abre por completo para sus hijas. Tiempo que por la normalización se intenta volcar al consumo, la juventud lo cambia en oportunidad para la experiencia presente. En esta última el lazo de las hijas no constituye la garantía requerida por el tiempo debido para el endeudamiento, sino a través de éste se obtiene la experiencia que inventa la conciencia de sí. No obstante las jóvenes continúan sujetas a la autoridad masculina la cual está situada en el afuera al volverse la instancia productora de la regulación. Similar a la abuela sometida al hombre, para la transmisión del saber de la sexualidad y la madre al médico, para el otorgamiento del veredicto de sanidad en su intensidad sexual, las hijas se doblegan a la experiencia de la que el hombre es capaz. Por ellos acceden a la experiencia, conciencia de sí en el otro, al tiempo en que sus madres toman conciencia de su formar parte, pero por el otro. De esta manera nuestras jóvenes guerrilleras, hippies, feministas, y sobre todo estudiantes, lo son por sus vínculos con guerrilleros, hippies, anarquistas, todos estudiantes.
"A mí me llamó la atención él como personaje, primero porque me pareció absolutamente anarquista, o sea rebelde a morir porque era irreverente en todo, entonces me llamó la atención eso, dije chévere alguien que sea un poco más loco que yo, que pueda romper esquemas más rápido que yo… Era una persona que no tenía límites para nada, absolutamente el caos"20
Asentadas del todo en el afuera, las jóvenes no construyen relaciones susceptibles de retornarlas a su encierro doméstico. Su calidad de estudiantes las co nmina a la profesionalización a la que subordinando sus lazos, al devenir un terreno apto para diferenciarse de sus hombres. De tal suerte acceden al saber de la vigilancia, mientras los hombres ligan su experiencia a la militancia. Saber y experiencia aunados en una co nciencia que las emplaza a la búsqueda del género, en el afuera.
"Cuando me ofrecieron la beca yo vivía con Enrique, para mí ese fue un gran dilema porque la beca no incluía acompañante ni él se quería ir. Después de mucho pensarlo decido tomarla. Él me dijo 'claro vete' pero se acaba lo nuestro. Yo me fui a los EE.UU. a hacer mi especialización y él se quedó aquí en su cuento anarquista. Nos abrimos del todo "21.
Los jóvenes menos pobres en la búsqueda de la experiencia particular para la constitución de la conciencia de clase, labran para su redención el camino de la militancia y en ésta co nstruy en sus uniones. Someten a su pareja a la condición Bj» de su experiencia, la cual prima sobre el pacto, tro cándo lo en una adyacencia que resulta azarosa al no ser necesaria a la salvación de la clase, pero indispensable en el goce y en el cuidado, conjugando las imágenes de mujer madre y libertina22. La prostituta de Babilonia incursiona en el vínculo masculino trastornando el rasgo moral con el que a la mujer se le asimila a la imagen de María, al implantar al goce como atributo femenino de la pareja.
Ella venía de la guerra, era viuda de la guerra y yo también venía de la guerra, cuando nos encontramos el noviazgo no fue la típica relación que se conoce como noviazgo, yo nunca fui un buen partido, yo vivía en el mundo de la anomia y además era el de la clandestinidad y para mucha gente yo era el demonio y con ella una enorme atracción física que casi de inmediato se tradujo en relación sexual y a partir de que tuvimos una relación sexual que casi fue en el mismo instante en que nos vimos, sentimos que no había ningún tipo de distancia ni diferencias e inmediatamente nos juntamos23.
El asentamiento del goce provoca que el cuidado, particular a la mujer, se desplace al afuera entretejiéndose a lo vincular y ya no solo a lo familiar. De esta manera la buena salud, cuyo agente de propagació n es sobre todo la mujer, se traslada al espacio donde reside el redentor.
"Mi compañero en ese momento siempre llevaba un invitado al lugar donde vivíamos. O sea un amigo que estaba en problemas y terminaba viviendo ahí seis meses, un periodista se quedaba 2 semanas… Lo que pasaba es que la gente llegaba muy cómodamente y no aportaba nada. A mí me parecía injusto, si estábamos en una revolución donde todo nos tocaba compartir, ¿a qué horas me responsabilizaba yo de toda esta gente?"24.
Un desplazamiento de lo femenino acaece con las jóvenes más pobres al dotárselas de conciencia: se adueñan de su vida y acomodan en ésta sus uniones. Distintas a sus ancestros mujeres para quienes la vida se asimila a un destino que las somete, ellas asumen el riesgo de su propia vida convirtiéndose en sobrevivientes. Sin la pertenencia a la clase o a la comunidad, sus vínculos se construyen y deshacen al azar de su opción la cual o scila entre la inclusión y el margen. No subyugando su existencia al otro, conquistan lo marginal al hacerlo suyo.
"Con mi traga, que fue mi primer hombre, se llegó ese día, estaba muy niña, que él incluso con los años me dijo que cómo le había dolido haberme hecho ese mal, porque él tenía a su hijo, su matrimonio, yo si sabía de ese matrimonio, pero adoraba a ese hombre con alma, vida y sombrero, yo creo que nunca he querido, pero de pronto a él sí, por él nació un sentimiento muy grande"25.
Usurpación por las jóvenes del territorio detentado siempte por los hombres, la franja aún no habitada por la norma y por la que el capital le roba el cuerpo a la mujer situando a lo masculino como su guardián y regulándolo también a él. Franja de lo indómito donde la libertad se expresa no para ser direccionada, sino para marchar al compás de la vida en su absoluta aceptación. En efecto, aunque el establecimiento de sus enlaces a veces parece someterlas al aceptar las condiciones impuestas por el otro, no comprometen su conciencia a ningún tipo de otredad.
"…Con los hombres he tenido un lío berraco y es que yo no me' doy cuenta cuándo, pero empezamos a competir. Me duele pero es real. Co n el único hombre que yo no he competido ha sido con Oswaldo porque me sumí a él totalmente, es decir me olvidé que yo existía, pero de resto no es que yo ponga la competencia, es que el man empieza a ver a esa mujer despierta, vivaz, que se mete en todo, que lo hace todo, que le importa un carajo lustrar zapatos o vender tortas o ser la doctora… y entonces cuando menos pienso mi compañero, el hombre que yo amo, con el que quiero compartir cosas, está compitiendo viendo cual de los dos es mejor, es un cuento que ya no va a cambiar ni yo quiero que cambie…”26
La franja de lo indómito tiene arraigo en un estilo de familia donde el lugar del rey es ocupado por la madre. Madres despóticas resistentes a la supeditación de la unión, se instalan en el centro familiar como mayores de edad. Su regencia requiere mantener a los demás miembros en el estatuto de mino ría de edad27. Aunque facilita la emergencia de lo jo ven dado que su dictamen no interfiere la vinculación cuando la minoría de edad es su atributo, la madre despótica perturba los enlaces de los hijos al instituirse en juez para autorizarlos o no. De esta manera la permanencia de su dominio, cuyo requisito es el ejercicio del mandato sobre los hijos, les impide a éstos ocupar el mando, obstaculizando una unión que los sitúe en el centro familiar.
"¿Por qué?… por qué no pude yo llevar a cabo una relación con un hombre exitosa en la vida? Yo me he analizado. Porque yo todavía estoy muy ligada a mi mamá; para mí sigue ese respeto hacia mi mamá y esa cosa; entonces yo me estoy olvidando mucho de mí misma. Como ser humano creo tener derecho a tener un hombre, eso es parte de la vida, pero mi mamá todavía me manipula y me maneja. Cuando mi mamá me v i o con un novio, ese día me hizo mala cara, no me volvió a hablar; esa es su manera de manipularme, ella sabe que me duele que no me hable"28.
Los jóvenes más pobres, constructo res de una conciencia de clase por la consigna del derecho a la posesión, alinean su alianza a Edipo. Su opción por la inclusión en el proceso de obrerización bajo la égida de un Estado asistencial, regula sus relaciones pero en tanto que el pacto ya está dotado de legalidad, su norma es similar a la de los padres menos pobres.
"A mi esposa la distinguí en una fiesta que me invitó un amigo, me la presentó y nos flechamos. Mi noviazgo duró poquito tiempo porque mejor dicho juntos congeniamos. Yo le analicé el genio a ella, las actividades que desempeñaba, ella también vio que yo era trabajador y duramos de novios como tres meses y después nos fuimos a vivir, teníamos veinte años y todavía estamos juntos"29.
El beneficio, otro modo de relación con la no rma particular a los jóvenes en estas capas, trae consigo una nueva vinculación ligada a la no asunción del mando. En apariencia semejante a las jóvenes indómitas, otorgan pteeminencia a la vida, pero en contraste con ellas no hacen del margen una opción: arrastrados por éste, buscan en la vida su provecho, directriz de sus vínculos. Gozosos e irresponsables, es en la pareja donde Narciso reina sobre la vida opacando a la otredad.
"Yo tenía amigas a montón pero yo nunca me encerraba, a mí no me gustaba tener novia porque eso era encerrarse uno… Una que me duró un poco, que yo fui su primer y único novio en su vida porque ella murió, ella me amaba pero yo nunca me enamoré, de pronto fue lo que yo sentí por su estado como una consideración. Ya me quedé en la Junta de Acción Comunal y ahí conocí una muchacha y se enamoró de mí. Yo era muy exigente con las novias, por eso fue una cosa pasajera y no más"30.
En la exclusión, allí donde la burla a los parámetros de no rmalidad impera, las relaciones respond en a un azar subyugado por la adicción. Para estos jóvenes la pareja es el emplazamiento donde otra vez impera el déspota. Dueño del mando, su vinculació n tiene por límite al proveedor, razón por la cual somete al tiempo en que es sometido. Réplica de la subyugación, su imperio se ejerce en ese lugar trazado para ser o cupado por cualquier hombre.
"Es que las mujeres son para obedecerle a uno, uno es el que manda, así era mi papá con mi mamá y si ella se portaba mal mi papá la castigaba, entonces yo soy así con las mujeres, eso lo aprendí de mi papá"31.
Doblemente domeñada, la jo ven excluida supedita el lazo al consumo, posibilitándosele su transgresión, en cuanto la ley despótica no se ejerce en el azar de sus uniones, sino constituye el vínculo'. Por esto siempre puede romperlo para armar otro donde perpetuamente rija el tirano.
"Es que cuando yo era joven y tenía novios, mi novio no me dejaba hacer nada, ni trabajar ni nada, cualquier cosa que necesitara tenía que pedírsela a él y si uno le pide a ellos y no le dan, entonces yo me le escapaba y él me daba unas tundas…, entonces yo lo dejé y me conseguí otro y ese si fue peor y así siempre"32.
El paso de hijos a padres instituye la feminizació n de lo so c ial generándose la función pareja en nuestra especificidad. La vigilancia convocada por el Estado asistencial, la particular al ojo femenino, convierte la unión no rmal en defensa y sitúa a la mujer en víctima cuyo socorro necesita del centro de servicios33. Aparece una clasificación de la buena salud donde se la reconoce sujeto civil por la vía exclusiva de la defensa: maltratada, abandonada, violada, requiere ahora acudir al juez del tribunal para su protección, puesto que la salida del hombre del interior familiar precisa de su transformación en victimatio: agresor, irresponsable, violador34. Cesión del despotismo en la conyugalidad por la atribución del derecho a la minoría de edad.
A esta nueva mujer al mismo tiempo frágil y lesiva se la dota así del mecanismo para la vigilancia de un nuevo hombre conjuntamente no c iv o e imp utable. Apertura de un territorio desconocido, albergue de la disputa entre dos seres igualados por sentencia pero diferenciados por la jurisdicción que los instituye ahora en sujetos de legislación. La alianza dispone de esta manera la amenaza del otto, separando el papel de cada cónyuge al determinar la protección a la mujer del peligro expresado por el hombre35. Vigía, ya no solo de la moral del grupo, sobre todo de la masculina, la técnica co n que recela los signos del mal la condena también a vigilarse.
Siendo lo asistencial el vehículo por el que circula la civilidad, al hombre se le despoja del derecho natural para vo lverlo ciudadano sólo en tanto culpable a priori, al tiempo que se le atribuye a la mujer el estatuto de víctima, desplazando el dictamen que la decreta culpable a priori, para instituirla sujeto civil. De tal suerte la calidad de ciudadanía femenina se sigimplanta en el hiato abierto por el desplazamiento de la desigualdad.
Este ensamblaje de la pareja al interior de la diferencia otorgada a cada uno de sus miembros a través del enfrentamiento intimado por el mal, adviene la estrategia óptima para realizar la separación forjadora del derecho a la igualdad. Por esta razón la alianza requiere de dicha función: su acción propaga la civilidad.
Los menos ricos, capa cuyo surgimiento se ahinca en la convergencia de la profesionalización y el ocio, hacen de la función pareja una expresión del consumo. La permanencia del lazo se somete a la garantía del gasto, bisagra que a la vez que permite lo común, crea lo discrepante. La profesionalización, vehículo de la igualdad, los habilita para ser dueños de su consumo, diferenciándolos.
"Nos casamos, y ese año de preparación fue muy chévere como de pensar muchas cosas, de muchas expectativas, de ir comprando cosas, de ir mirando apartamento, fue chévere, era como eso, compartir con alguien. Más bien pensamos en que pues que tiene que ser bien, que tenemos que tratar de vivir bien, de estar bien, entonces, yo tenía un carro, yo había comprado un carro…"36. Los dos somos como muy independientes y como muy celosos con nuestro territorio,… cada uno debe tener como su propio campo de acción, si los campos de la experiencia en el trabajo son distintos pues entonces el interior de los dos se retroalimenta, nos parece como más enriquecedora la relación así, pues yo me intereso por la psicología y ella por los títeres y en ese sentido nos enriquecemos…"37.
Los menos pobres atenúan su confrontación a través de la construcción de un proyecto de vida donde la pareja se inserta. Arbitro de la disputa, instala en simultaneidad lo común y lo dispar. En efecto, aunque actúa de límite en el vínculo afianzándolo, facilita a cada uno la construcción de una relación particular de experiencia, es decir de conciencia de sí anudada a la individuación. Introducción de la unión en el camino de la salvación de sí y de los suyos, demarcando las tareas a cumplir por cada miembro en la redención común, las cuales se distribuyen de forma similar al espacio de la juventud: las mujeres se supeditan a la experiencia del hombre a excepció n de su profesionalidad, único punto que los diferencia como paridad.
"El era una persona como muy abierta, de unas maneras, pues uno en EE.UU. le toca trabajar, le toca estudiar, le toca funcionar allá y es muy poco el tiempo para otras cosas, además estábamos metidos en todo un rollo político y él era militante sandinista y esos fueron más o menos casi cuatro años que v ivimos en EE.UU., antes de regresar a Nicaragua. Antes del triunfo ya nos íbamos para Nicaragua y yo dije listo me voy, me embarco, me meto y me voy a ese mundo y fue el triunfo y nosotros estábamos en Nicaragua, a las dos semanas siguientes ya estábamos en Nicaragua, dejamos todo y volamos a Nicaragua a hacer una nueva vida allá"38.
Los más pobres sometidos a la asistencia, no encuentran en la pareja igualdad distinta a la legal. Imposibilidad de lo común, pero también imposibilidad de la pareja normalizada, su divergencia proviene del afuera comunal, requisito de su clase. La disputa, al interior siempre presente, produce el mantenimiento de la pareja por el usufructo de la propiedad o por la legislación que los conmina.
"Decidí casarme de pronto por legalizar las cosas, yo siempre he sido de esa mentalidad, entonces yo le dije a ella que nos casáramos y ella claro que estuvo de acuerdo"39.
Los indómitos más pobres regidos todavía por la ley materna, no acceden a la civilidad que gesta la conyugalidad, aunque sí acceden a la disputa particular al género. Las mujeres no formalizan sus lazos dando paso a enlaces no amparados por la legislación. En contraste con las bisabuelas cortesanas cuya resistencia se ejerce en la exclusión, las hijas más pobres se afirman con el vínculo que al no estar legislado provoca una unión donde el presente vuelve a actuar.
"Yo no le envidio a ninguna mujer su luna de miel, qué belleza, qué elegancia, qué lujo, fue una noche espectacular. De novios, novios duramos yo creo que como unos 2 o 3 meses, ya después la relación cambió, ya fue una relación de amantes, nosotros ya manejábamos esa relación"40.
No obstante por la vía de la procreación se forja la disputa, propagando otra función en lo social con la que se gestan las condiciones por las que el madresolterismo se transfo rma. Independientemente de la alianza, la filiación perdura al reconocérsele a la paternidad un nuevo estatuto legal co n el cual el hombre deviene apto para la crianza de los hijos41. Esto provoca una conmoción en la función materna: sin abandonar al hijo, la madre puede renunciar a las acciones de cuidado que su maternidad siempre le ha impuesto, inmiscuyendo al padre. Esta expresión de la función paterna, en nuestra singularidad, afecta a las otras capas por la vía del divo rcio y la separación, parecido a lo que ocurre en la generac ió n de lo s padres: las uniones de las capas más pobres solo se legislan en el momento en que son asumidas por las más ricas42.
"Mi hija se queda en mi casa, bueno, poco a poco, empezó quedándose a guardar un rato, que la cuidaba mientras la mamá iba, después que la mamá no podía, que se le había hecho tarde, que ya no fue por ella, y se fue quedando. Resulta que la mamá tenía como mucha inestabilidad, no solamente laboral sino emocional también, entonces yo la llamaba como a la sensatez y le decía ¿tú crees que la niña está mejor contigo si estás ocupada camellando, con quién la vas a dejar? En mi casa hay un modelo de hogar, mal que bien, mi mama siempre esta y yo tengo tiempo "43
Los más ricos junto con los excluidos o rientan sus enlaces a la adicción44. Los primeros a través del procedimiento que liga trabajo y rédito, forjando a la pareja en el camino de la performance común a los cónyuges, es decir del requerimiento del éxito por el que encarnan los índices, los del superávit, pero diferenciándolos en los modos en los que cada uno adquiere su performance. Aunque la competencia individual genera la adicción al éxito, éste es condición de la pareja.
"Mi esposa es una mujer terriblemente fuerte, no se deja vencer, yo soy más bien como débil de carácter, bastante débil; ella es muy emprendedora, no se deja achantar fácilmente, yo de pronto sí me deprimo tontamente por cualquier cosa. Entonces somos como el uno para el otro ¿no?; cuando yo estoy medio achantado me coge a patadas, a gritos y bueno qué le pasó, no sea pendejo, mire y uno como que sí, uno hace cara de tigre y pelea y discute, pero a los dos días uno sabe que le sentó el vaciadón que le pegaron. Y ella ha estado siempre de acuerdo en todas las locuras que yo he emprendido, las ha respetado, igual yo a ella"45.
Los segundos a través de la operación que liga sometimiento y consumo, fo rjando a la pareja en el camino del proveedor común a los cónyuges, es decir por el requerimiento de la satisfacción, pero distinguiéndolos en el papel que cada quien cumple en dicha satisfacción. Parejas frágiles, la mujer supeditada siempre al déspota, cualquier hombre y el hombre supeditado a la ley del proveedor, es la adicción su particularidad.
"Entonces como mi marido, él me ha pegado mucho, con machete eso, esto acá es un cabezazo que él me pegó, eso coge el machete a darme machete, eso no, porque mi marido me cogía era a darme duro, y a pegarme, entonces yo no, yo me escondía, no me dejaba que me cogieran, por que no ve que él me cogía era a cascarme"46.
El asentamiento del control, con la generación de los nietos, abre a todos el camino a la civilidad al fundar el cuidado de sí. Divergiendo del estatuto de sujeto c iv i l otorgado a las hijas, el Estado subsidiario requiere de mecanismos muy complejos que le permitan mantener la condición víctima-victimario para otorgar la civilidad, pero inmersa en el autodominio: aunque se es víctima de la amenaza del otro, no se otorga socorro sino más bien se impele a la propia defensa a través de la responsabilidad en el agravio47
Emergencia de una alianza de antemano abocada a su fractura, en la que los índices de la buena salud reemplazan la autoridad de la tríada, la que culpabilizando al niño al dotárselo del deseo hacia la madre requiere la presencia fantasmática d el padre para desplazarlo todo e instaurar a Edipo como imagen del yo. Los procesos de información, que al referir a índices las marcas de autodominio forjan la amenaza del riesgo, obligando a sus miembros a mantener en el vínculo la diferenciación de la otredad, erigida por el cuidado de sí. Se abóle entonces una única autoridad en la familia forzando a cada uno a cargar con su derecho.
El capital requiere entonces de subterfugios todavía más complejos con miras a ligar la alianza a la autocapacidad: expulsar al padre de la escena familiar para buscarle un paraje donde pueda imponerse y admitir la transgresión edípica bajo la égida de una nueva diada donde la madre y el hijo se sitúen en un mismo terreno, permitiendo la aparición del engendro, hijo del incesto.
La puerta entreabierta por la madre de los menos pobres no solo deja entrar el afuera para llenar a la familia de asistencia, sino que fuerza la salida del padre, del patriarca, emplazando su ley en la zona donde se gesta la regulación. La información retoma ese mismo proceder pero no le asigna una posición dentro de coordenadas, más bien vuelve virtualidad la ley d el padre, la to rna indicador de autoconciencia. De esta manera cada individuo se hace portador de dicha ley, la única co n la cual puede efectivamente demostrar que no es signo de amenaza, dado que por ésta se informa de los grados actuales de capacidad de su potencia de individuación.
La relación que establece la madre despótica co n sus hijos jóvenes es también retomada por el control, pero dándole un vuelco. En efecto mientras que ésta autoriza a la madre a reinar, subyugando a los hijos al materializar el fantasma del padre, el control convertido en la ubicuidad del padre autoriza a los miembros del grupo un tipo de parentesco que los infantiliza a todos. En consecuencia el emplazamiento del capitalismo no requiere ya de la imagen de Edipo para componerse su agujero a través de la familia, puesto que ha trasladado la autoridad a un no lugar donde puede fabricar a sus sujetos. Edipo deja de imperar, en tanto la culpa se metamorfosea en vergüenza de sí y la dominación de lo virtual se presencializa en cada uno, indicándole su camino para juzgarse y juzgar la otredad. La filiación ya no es necesaria, solo su apariencia es demandada. La diada de la fraternidad inunda lo social, pero en contraste con el amigo griego, el filósofo, lo fraterno deviene infante y el infante enemigo. Se prepara el retorno del salvaje.
En Occidente el desalojo de la moral del interior de la familia, para situarla en la virtualidad donde ahora reside la ley del padre, produce sus efectos que se manifiestan, a nuestro juicio, en el complejo militaro-écnico-científico que dispone todo el afuera a la guerra, mutando lo policivo en una función espía de sí y del otro en los individuos. Su repercusión en la familia implica la individuación de sus miembros, situándolos en contendores y competidores entre ellos. Teniendo en cuenta que en nuestra singularidad la función espía no gesta el autodominio sino propaga el usufructo, transforma a cada uno en déspota, no de sí, sino exclusivamente del otro, camino seguro para el beneficio. Razón por la cual la víctima no se enuncia en su derecho a la defensa, sino que se instala en el inteisticio de la delación que es la vía por la que se accede al usufructo. El déspota, antes entronizado por derecho natural, es ahora el portador de la marca del índice.
La pareja legislada, necesaria para el ingreso del control, se desplaza con su propagación, puesto que éste requiere de la identidad del código 49 y no de la familia como centro. De ahí que el énfasis dado por la legislación al romp imiento de la pareja se afiance en la custodia de los hijos. De ahí también el énfasis dado a las nacientes funciones paterna y materna por fuera de la conyugalidad.
La función de paternidad, cuyos inicios se remontan al momento en que la asistenc ia inunda a lo privado, reemplazando al padre, se introduce, con su legalización, en el territorio de la capacidad, enfrentando a los padres en una competencia por corresponder al índice que los torna aptos para el cuidado legalizado de sus hijos50. Al tiempo que abre la alternativa legal de lo uniparental, favo rece el camino a la desresponsabilización del cuidado, liberando a la mujer de la culpa del abandono. Razón por la que la custodia no es necesariamente lo característico del padre o de la madre, sino se otorga a quien tenga la capacidad demandada por el código, en redes de parentesco. Otra vez lo particular a las capas más pobres, para quienes la permanencia familiar se inserta en lo comunal, cuando se expande a las otras capas, adquiere un estatuto legal.
"Yo vivo con uno de mis hijos, el segundo vive con la mamá desde hace poco"51. "Mamá hace como 2 años se fue de la casa, se fue a vivir a Genova sola, nosotras nos quedamos con mi papá"52. "Mi hijastra, Natalia, vivió con nosotros hasta que hace un año saltó y se fue a vivir con la abuela paterna"53. "Mi mamá y mis hermanas v iven muy al pendiente de la niña, yo casi no la veo "54. "Mi hija mayor se quedó con mi mamá, con la abuelita de ella, después nació María, ella vive con el papá porque yo me fui al Ecuador porque quería cambiar de v id a"55.
Los hijos menos ricos ligan la vinculación a la capacidad de independencia en el consumo, juzgando a su pareja por grados de autosuficiencia que se expresan en la autonomía para la toma de decisiones en las acciones comunes e individuales, las cuales se supeditan al gasto.
"Como que no se comprometía con nada, era como muy irresponsable, como muy dispersa, yo creo por una enfermedad que la deprimía mucho y la hacía en unos momentos muy frágil que ella era asmática; entonces eso también pienso que fue una circunstancia que la volvió a ella como muy pendiente a ser muy víctima de todo, entonces era una persona que en ese sentido le faltaba no solamente oxígeno físico, sino oxígeno espiritual, una persona muy dependiente en todo sentido56.
Sus hijos, dotados del juicio que les permite su derecho a la defensa, dictaminan los grados de autosuficiencia de quienes cumplen las funciones paterna y materna.
" Digamos que mi papá para mí siempre había sido un super héroe, desde chiquita para mí era lo más grande y siempre me había educado y me decía "usted va a ser muy valiente, va a ser honesta, va a luchar por sus ideas así se muera, siempre" y entonces ahorita yo digo, bueno, no fue valiente, no fue honesto porque siempre le dijo mentiras a mi mamá y a nosotros, entonces ese papá que siempre me había educado a mí en una línea muy correcta no existe, entonces ahí se me quedó un vacío"57.
Los hijos menos pobres asientan su conyugalidad en la cooperación derivada de la división de labores particular al proyecto de vida que supedita la mujer al cuidado y el hombre al mando. Las alteraciones en dicha distribución conllevan la imposibilidad del proyecto y en consecuencia la ruptura del pacto.
"Llevábamos casi 8 años de pareja y yo le dije bueno si la cosa es así, entonces hagamos lo siguiente esto es una pareja abierta, puedes tener todas las relaciones que quieras y yo también puedo tener las relaciones y puedo manejar eso, él me dijo si claro muy bien, muy bien, entonces yo tuve una relación y eso fue un escándalo, mejor dicho eso se armó la de troya, él podía y yo no podía, le dije pues qué pena y básicamente por eso fue que yo me separé, yo decidí ya no había posibilidades de salvar nada, ni de resolver nada"58.
Sus hijos, dotados del juicio que el derecho les otorga, juzgan la pertinencia del proyecto de vida de sus padres, reservándose la potestad de participar o no, perturbando así la alianza.
"Entonces un grupo de tres parejas y sus hijos se reunieron y compraron esa finca y se fueron a vivir todos allá je je je, yo tenía en esa época cuatro años e hice toda la primaria allá… Mi hermano está encargado de tener la finca limpia, que no haya papeles, que las basuras estén bien organizadas, que todo eso esté bien; mi mamá revisando sus cosas, mi papá los sábados por la taide a veces sale porque él dirige un grupo de campesinos allá en Granada, en la finca hay dos casas y están construyendo otra, una cancha de basquetball. Yo en cambio sí vivo aquí en Bogotá, eso ha causado problemas, la familia se ha tenido que dividir, unos allá y otros acá"59.
Los hijos más pobres en su conyugalidad burlan la designación víctima-victimario al asumir los índices del auto dominio solo para extraer un usufructo. Alianzas fracturadas en tanto la individuación no conlleva lo común, por el contrario, situados el uno frente al otro, la po tencia en su propia defensa subyuga la potencia del otro, a la vez que les otorga el juicio de su propia responsabilidad.
"El man la cagó a los seis años, embarazó a una amiga, no fui capaz de pasar eso por alto, no me arrepiento además, porque fue recuperar, es decir aquel golpe tan teso de que aquel man embarazara una amiga mía, decirle se acabó, se va de mi vida, usted no está más aquí, el mismo temperamento fuerte he tenido toda la vida, es decir para mí las cosas siempre o son o no son, yo no conozco partes tibias, no me gustan; me dio muy duro, casi me muero, me pegué la rasca del siglo, no, no…, la situación económica se afectó claro, pero yo no podía aceptar esa vaina, yo no"60.
La ruptura del contrato afianza la relación filial bajo las recientes fo rmas de lo uniparental, motivo por el que sus hijos se hallan exentos de la atribución del juicio a la alianza de sus padres.
Mi papá se mudó hace un año de la casa, pero él vivía con nosotros en el Quindío, él se separó de mi mamá, se casó con otta mujer, se vo lviero n a separar, a lo último volvió al apartamento porque tenía muchos gastos.
Los hijos más ricos, encarnación del índice, arrastran la vergüenza de su incompetencia en la ruptura de la conyugalidad. Jueces de sí y del otro, se someten a las mateas de incapacidad, abocando para dicha ruptura la emergencia de cualquier signo de rezago en la performance individual. El límite co n el que encierran el grupo en la intimidad, actúa asimismo para el divo rcio, el cual aunque se somete a la legalidad es un asunto privado.
"Yo fui a lo de mi familia, pues como al velorio y todo el mundo sabía que yo me había separado, eso pues no es un secrero y ya públicamente lo regaron por todas partes, pero cuando fui a la misa del hermano de la mamá de Rafa, me presentaron como la esposa de fulanito, es decir, socialmente ellos no han sido capaces de manejar todo el rollo de nuestra separación porque eso es una vergüenza, no sé, me entendés?"61.
Sus hijos también se atribuyen el juicio, pero distinto de las otras capas, éste se direcciona al dictamen sobre la competencia o incompetencia de sus padres en la alianza.
"Mi mamá no quiere volver con mi papá, mi papá con ella sí, es que la relación de ellos fue muy tormentosa… muy tormentosa y sobre todo que yo me tuve que aguantar todo porque mis hermanos nunca estaban, entonces siempre hubo una falta de comunicación por lo que mi papá nunca estaba en la casa, siempre estaba volando y entonces no había comunicación, y mi papá es super machista y super obsesivo y super celoso, entonces mi mamá al principio era toda… pues que se dejaba y ya después como que empezó a despertarse…"62.
Lo s hijo s excluido s, igualmente encarnación del índice, al estar supeditados al déspota arman y desarman sus uniones al ritmo de la adicción. No obstante aparece, en ocasiones, la función paterna y materna, co n la cual se encargan de sus hijo s, apoderándose del derecho a la defensa. Supeditados al despotismo, sus hijos ajenos al juicio por la no posesión de este derecho, se vuelv en impasibles frente a la alianza de sus padres.
"Mi papá estuvo como… un año en la cárcel, lo metieron porque lo que dijo mi mamá eran puras mentiras, porque fue que mi mamá le metió unos chismes a la policía, que él había vendido una niña, la menor, por eso le metieron un año, le dije "papá, y por qué lo metieron" entonces dijo "no, por su mamá" entonces le dije "¿por mi mamá?"… y fui a buscar a mi mamá para decirle y mi mamá ya no estaba ahí, se había ido, ella nos abandonó y estuvimos viviendo con una tía mientras mi papá salía de la cárcel, ahora que él salió entonces él es el que nos cuida a mi hermano y a mí"63.
Las vinculaciones de los nietos de todas las capas tienen en común el privilegiar la grupalidad sobre la pareja. Lo s excluido s la insertan en el parche; los más pobres en el barrio, los menos pobres en las redes de amigos, los menos ricos en el consumo y los más ricos en la clase que ha devenido performance.
El engendro, producto del caos de la filiación de la sangre, requiere del código para dotarse de identidad. Hijo de cualquier padre y de cualquier madre, es por el índice que se asigna la responsabilidad del cuidado de sí, erigiéndolo en el espía de sí y del otro. En nuestra singularidad la clase forjada en la razón y el derecho natural, paulatinamente comienza a ser parte de una jerarquía exteriormente impuesta, conduciéndola a abandonar el centro visible que ocupa en su dominio, para cederle su puesto a un Estado que dejando de ser el suyo, nos rija a todos. Nuevo Estado aún más lejano que la clase, aquello que lo moldea se gesta en la globalidad que el control requiere para operar, asegurando la individualidad con la cual a los sujetos se les habilita para la competencia. Sin embargo el margen, en su exclusión, que del humanismo sólo hereda el despotismo, recibe ahora el beneplácito para reinar, al portar el signo del caos. Retorno del salvaje, ya no para ser redimido, sino para evidenciar el mal que encarna: la amenaza. Mal salvaje, expresión del engendro, su imperio obedece a la imputación que le hace el control de escapársele, disponiendo al mundo para erradicarlo de sí y de los otros.
1Este texto se sustenta en los resultados obtenidos en la investigación "Familia, socialización y violencia", II fase, realizada por Mónica Zuleta y Gisela Daza, investigadoras del DIUC y cofinanciada por COLCIENCIAS.
2 La primera fase de esta investigación describe la diversidad de mecanismos por los cuales la normalización ingresa paulatinamente al ámbito familiar, a través de connivencias con ordenamiento que, sin ser propios del capitalismo, resultan direccionados por éste para imponer su medida común. Se opera así una conjunción entre moral y norma, adicionándole a ésta leyes y sobrecodificaciones propias del socius despótico. De esta manera, lo que rige a un grupo por una ley particular pasa a regular a todas las capas por el proceso de normalización. Cf. Daza, G. y Zuleta, M. Maquinaciones sutiles de la violencia, Bogotá, Siglo del Hombre Editores-DIUC, 1997.
3 Las dos fases de la investigación "Familia, socialización y violencia" cubren la micro historia de la familia a lo largo del siglo, a través de seis generaciones. Este artículo se refiere a los resultados obtenidos para el período comprendido entre los años 60-90 cuyas generaciones se diferencian así: los hijos, quienes criaron a sus hijos en la década 60-70; los nietos, nacidos en la década de los 80. Así mismo la distribución por estratos so cio económico s correspond e, según estratificación del DAÑE, a la siguiente nominació n: más rico s, estratos 5 y 6; meno s pobres, estratos 3 y 4; más pobres, estratos 1 y 2; excluid o s, personas po r debajo de la línea de pobreza. Las alusiones que se hacen en este texto a la generación de los abuelos se refieren a una de las generaciones descritas en la fase I de la investigación, correspondiente a personas que criaron sus hijos en la década 40-50. Así mismo, la generación de los padres, común a las dos fases, corresponde a personas que criaron sus hijos en la década 50-60.
4 En concordancia con lo expuesto por Valcárcel quien atribuye algún impacto para el surgimiento del feminismo en el siglo XVIII, "a la abundancia, la riqueza y el ocio "propios de la Francia de la revolución. Valcárcel, A. Sexo y filosofía, Anthropos, Madrid, 1994, p. 4.
5 Arias señala cómo el decreto 2820 del 74 le pone término a las desigualdades jurídicas entre los sexos. "Abolió esta humillante potestad marital y consagró expresamente la igualdad entre el hombre y la mujer en cuanto la legislación civil: el marido y la mujer tienen conjuntamente la dirección del hogar. Dicha dirección estará a cargo de uno de los cónyuges cuando el otro no la pueda ejercer o falte" Arias, M. Mujer, sexualidad y ley, Bogotá, Ed ito rial Presencia, 1988, p. 281.
6 Informante mujer, primera generación, estrato c
7 La Ley de 1976 establece como causales del divorcio, entre o tras, la embriaguez habitual de uno de los cónyuges, el uso habitual de substancias alucinógenas y toda enfermedad o anormalidad grave o incurable, ísica o psíquica de uno de los cónyuges, que ponga en peligro la salud física o moral del otro e imposibilite la comunidad matrimo nial. Tafur, A. (Compilador) Código Civil, Santafé de Bogotá, Grupo Editorial Leyer, 1999, p. 42.
8 La creación de las Cajas de Compensación, en 1962, es un ejemplo de los nuevos ámbitos que incluye la noción de buena salud y que se traducen en servicios establecidos por derecho para el trabajador.
9 La Ley 1a de 1976 define que "en caso de desacuerdo acerca de los hijos se recurrirá al juez o al funcionario que la ley designe". Código Civil, Ob. cit, p. 63.
10 Informante hombre, primera generación, estrato c.
11 La sentencia del divorcio disuelve el víncul o matrimonial y la socied ad conyugal, pero subsisten los derechos y obligaciones de los padres frente a los hijos, Mujer, sexualidad y ley, Ob. cit, p. 379. Así mismo, la Ley 75 de 1968 dispone: "las mujeres pueden ser tuto ras en los mismos casos que los v arones transformando con ello el artículo 587 del Código Civil que "consideraba a las mujeres como incapaces para el ejercicio de las guardas, salvo las excepciones previstas en la misma Ley". El lo tiene repercusiones no sólo para la guarda, también para la Patria potestad y la custodia de los hijos. A medida en que a la mujer se le atribuye la mayoría de edad, al hombre se le involucra más en el cuidado de sus hijos. Suárez, R, Derecho de familia, Santafé de Bogotá, Temis, 1998, p. 257.
12 Informante hombre, primera generación, estrato c
13 Esta operación, designada con el nombre de tiempo ganado corresponde a una particularidad de la generación de los abuelos más pobres consistente en extraer del trabajo un beneficio no representado en dinero sino en tiempo, Maquinaciones sutiles… Ob. cit. pp. 74-83
14 Informante mujer, primera generación, estrato b
15 Hacemos referencia a lo que Virilio denomina la ideología sanitaria: "una ideología que ya no se interesa tanto en la salud pública como en su mejora permanente: ya no se quiere únicamente vivir mejor, sino vivir más intensamente, desarrollar la intensidad nerviosa de la vida por la ingestión de productos biotecnológicos". Virilio, R, El arte del motor, aceleración y realidad virtual, Buenos Aires, Ediciones Manantial, 1996, p. 132.
16 Esta diferenciación entre voluntad y voluntariedad es propia de la generación de los abuelos más ricos quienes asocian la primera a la razón y la segunda al capricho, permitiéndoles a sus hijos, durante la adolescencia, una zona de expresión ajena a la finalidad del estilo de familia que los caracteriza, la razón, como estrategia para el conocimiento de la sin razón. Cf. Maquinaciones sutiles… Ob. cit, pp. 69-73.
17 Informante hombre, primera generación, estrato d
18 Se hace aquí referencia a la operación por la cual las abuelas y madres se apropian de su sexualidad al convertirse en guardianas de la intimidad. Cf Maquinaciones sutiles, Ob. cit, pp. 118-124.
19 Informante mujer, primera generación, estrato d
20 Informante mujer, primera generación, estrato c
21 Informante mujer, primera generación, estrato c
22 Se remite a las imágenes de mujer propias a las tatarabuelas y bisabuelas de las capas menos pobres. Cf. Maquinaciones sutiles, Ob. cit, pp. 108-118.
23 Info rmante hombre, primera generación, estrato c
24 Informante mujer, primera generación, estrato c
25 Informante mujer, primera generación, estrato b
26 Informante mujer, primera generación, estrato b
27 Se hace referencia a las resistencias de las bisabuelas más pobres, quienes renunciando a la alianza ocupan el lugar del padre despótico, haciendo que al interior de la familia todo diverja y converja a partir de ellas. Esta es la primera operación de feminización familiar en nuestra particularid ad. Cf. Maquinaciones sutiles…, Ob. cit., pp. 61-65.
28 Informante mujer, primera generación, estrato b
29 Informante hombre, primera generación, estrato b
30 Informante hombre, primera generación, estrato b
31 Informante hombre, primera generación, estrato b
32 Informante mujer, primera generación, estrato a
33 La Ley 1a de 1976 establece como causal del divorcio lo siguiente, entre otros: "el grave o injustificado incumplimiento, por parte de uno de los cónyuges, de sus deberes de marido o de padre y de esposa o madre" (segunda causal). Los deberes del cónyuge son: fidelidad, cohabitación, socorro y auxilio. Simultáneamente con esta ley aparecen las comisarías de familia, las cuales se prestan como fiscales que aportan las pruebas ante el tribunal y "asisten a la mujer en estos casos en que el marido no cumple con sus obligaciones", Código Civil, Ob. cit.
34 La tercera causal del divorcio "recoge toda la violencia conyugal e intrafamiliar, aunque esté referida en términos generales a la sufrida por la mujer y los niños, a manos del marido y padre, ya que de manera muy excepcional se da el caso contrario de ser el hombre el maltratado por la mujer y los hijos" Mujer, sexualidad y ley,Ob. cit, p. 385.
35 La primera legislación sobre divorcio no considera el mutuo consentimiento. El lo porque "los colombianos no hemos alcanzado todavía el grado de cultura política y social, por lo tanto ello se prestaría a inenarrables abusos que son necesarlos evitar". Por esta razón, todas las causales "deben ser debida y suficientemente probadas, nunca se admite la sola confesión del cónyuge, pues ello daría pie para conformarse un divorcio por mutuo consentimiento… si alguno de los dos considera oportuno confesar algo, debe reforzar con otras pruebas. Es por lo tanto que la demanda debe ser formulada por el inocente pues a nadie se le permite alegar frente a la justicia sus propias faltas, tal sería el caso de quien alega ser el agresor brutal de su mujer e hijos", Mujer, sexualidad y ley… Ob. cit, p. 407.
36 Informante hombre, primera generación, estrato c
37 Informante hombre, primera generación, estrato c
38 Informante mujer, primera generación, estrato c
39 Informante hombre, primera generación, estrato b
40 Informante mujer, primera generación, estrato b
41 La sentencia del Consejero de Estado Jorge Arango, en 1980, "obliga al padre a ocuparse de sus hijos naturales haciéndolos titulares de alimentos congruos y obliga al Estado de tomar en defensa los hijos", Arias, M. Mujer, Sexualidad y Ley, Ob. cit. p. 366.
42 La legislación concerniente al divorcio trae consigo un nuevo estatuto para los hijos extramatrimoniales, con el cual se les otorga los mismos derechos que a los hijos del matrimonio, reconociendo el concubinato como una forma de unión en la que el hombre y la mujer tienen los mismos derechos que los cónyuges. Esta última disposición es muy posterior a los primeros intentos de legalización del concubinato y es resultado de la necesidad de legislar las relaciones líbales de los hijos de padres separados, los cuales son propios de las capas más ricas y menos ricas. Cf. Ley 25 de 1992.
43 Informante hombre, primera generación, estrato b
44 La adicción entendida como una expresión de la compulsión, hace parte de los mecanismos de control que incitan a llevar la vida al máximo de intensidad, en los que se inscriben las nuevas tecnologías, incluidas las biotecnologías, el uso de estimulantes, la dependencia televisiva, etc. Cf. Virilio, P., La velocidad de liberación, Bueno s A i re s, Ed i to rial Manantial, 1997, pp.127-135.
45 Informante hombre, primera generación, estrato d
46 Informante mujer, primera generación, estrato a
47 La Ley 25 de 1992 expone el procedimiento para el caso del divorcio por mutuo acuerdo: "en la demanda los cónyuges manifestarán, además de su consentimiento, la forma como cumplirán sus obligaciones alimentarias entre ellas y respecto de los hijos comunes, la residencia de los cónyuges, el cuidado personal de los hijos comunes y su régimen de visitas así como el estado en que se encuentra su sociedad conyugal", Derecho de familia. Ob. cit, p. 221.
48 Aunque desde 1968, a través de la Ley 75 el instrumento heredobiológico forma parte de las pruebas para demostrar la paternid ad, o la maternidad si es el caso, con un énfasis en lo negativo, es decir se utilizan para descartar más que para comprobar, dándole un carácter de auxiliar, el examen genético poco a poco se convierte en un instrumento con mayor peso. A este respecto ha sostenido la Corte Suprema de Justicia "no está bien mostrar desprecio por las pruebas científicas de paternidad porque ello significa desconocer el considerable valor demostrativo que tienen estas pruebas…, el juez que se abstiene de decretar estas pruebas científicas sin un motivo jurídico y racional que lo justifique compromete su responsabilidad…", Derecho de familia, Ob. cu, p. 108.
49 Por ejemplo, la Ley 54 de 1990 transforma el nombre de concubinato por "el de unión marital de hecho". El lo legisla esta forma de enlace dándole los mismos derechos del matrimonio legal tanto a la mujer como a los hijos, Derecho de familia, Ob. cit, p. 443.
50 Esta ley abre el camino del mutuo acuerdo sobre la custodia de los hijos. A diferencia del Decreto 2820 de 1974, donde era el juez quien fallaba culpabilidad o inocencia y bajo este fallo sentenciaba la custodia, ahora se privilegia el consenso para mediar la posible disputa, Derecho de familia, Ob. cit, p. 184.
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Ricardo Cicerchia*
* Dr. en Historia de Columbia University, New York, Profesor Titular de Historia Latinoamericana en la Carrera de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Investigador de Carrera del CONICET, Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani". Facultad de Filosofía y Letras, UBA, Consultor UNICEF, Atgentina.
La familia es una organización social que contiene intrínsecamente cambio y tradición, novedad y hábito, estrategia y norma; sobre estas particularidades el autor logra identificar las alianzas y redes que se tejen en las nuevas formas familiares.
Una de las consecuencias del gradual abandono del funcionalismo y su reflexión sobre los procesos de modernización ha sido la reorientación de las ciencias sociales hacia la dinámica de los cambios sociales, las transformaciones pluridireccionales y la historia social. En este contexto, iniciado hace aproximadamente treinta y cinco años, el campo temático de la familia está siendo abordado con renovado entusiasmo por un arco que va desde los trabajos sociológicos –los más fecundos– hasta modelos de interpretación psicoanalíticos, dando origen a un sólido objeto de estudio de naturaleza, incontrastablemente interdisciplinario.
Tal ruptura epistemológica se vio agudizada ante la evidencia de los cambios drásticos que estaban ocurriendo en la familia occidental: transformación de ios valores sexuales, aumento de las tasas de divorcio a niveles antes impensables, abandono masivo de las mujeres de sus espacios tradicionales, visible cuestionamiento al poder patriarcal, etc.1
Quedaba claro, entonces, que la familia (sujeto histórico) era un hecho demográfico, un hecho económico, un hecho jurídico, y fundamentalmente una relación humana, es decir cultural. Es justamente esta diversidad la que determina la posición estratégica de la historia dentro de las ciencias sociales. La familia es una organización social que contiene intrínsecamente cambio y tradición, novedad y hábito, estrategia y norma. Tal tensión, siempre histórica, no solo ha alterado la textura de los roles intrafamiliares sino también la funcionalidad de las relaciones entre la organización interna familiar y las necesidades estructurales del cambio social.
Diversas son las influencias que ha recibido la historia social de la familia. Las primeras desde la sociología y la demografía, cuando Engels2 intentaba vincular la organización familiar a la industrialización y Le Play fijaba la primera tipología de estructura familiar, desde familia extensa a familia nuclear. Tempranas observaciones que, por otro lado, ayudaron a consolidar la teoría de la transición demográfica. También la historia legal e institucional produjo un impacto importante, sobre todo las investigaciones sobre costumbres matrimoniales y leyes de herencia. Posteriormente, fue la constante preocupación de los antropólogos por las estructuras de parentesco, tabúes, endogamia y exogamia matrimonial, lo que se retoma por los historiadores. Y por último, la incorporación como cuestionamiento historiográfico de la reflexión crítica sobre las relaciones de género, producto de la capacidad de acción de un movimiento de mujeres que fue capaz de incorporar al debate científico el ámbito doméstico y la familia como espacios sociales conflictivos.
Para el caso de América Latina, es solo a partir de fines de la década de los setenta que el tema se incorpora a la agenda de la investigación científíca3. En un primer momento, esa investigación estuvo orientada a adaptar a la realidad latinoamericana la hipótesis tradicional sobre el papel de la familia en la sociedad occidental: la transferencia del control de los recursos económicos y políticos desde la familia y los grupos de parentesco y linaje hacia las nuevas instituciones que surgieron con la emergencia del Estado moderno. Una segunda etapa enfatizó la familia como actor social central en la determinación de las condiciones económicas, políticas y sociales de la región. Desde esta perspectiva se abordaron por primera vez temas vinculados al papel empresarial de la familia política y familia en el período de construcción de los estados nacionales, parentesco y organización del espacio urbano y relaciones intrafamiliares, entre otros. Una mirada a los trabajos actuales confirma la vigencia de tales temáticas y la importancia crucial de los estudios regionales4.
Entre las afirmaciones históricas más destacadas, encontramos que algunos de los fenómenos que aparecen como contemporáneos se vienen manifestando con relativa fuerza desde fines del siglo XVIII y principios del XIX. Nos referimos a la tendencia a la reducción del tamaño promedio de las unidades domésticas (entre cuatro y seis miembros); significativo número de mujeres jefas de hogar (entre el 15% y el 25% del total de las unidades familiares, dependiendo de las regiones), con porcentajes muy superiores al 12% calculado para Europa durante el mismo período; y finalmente, un altísimo porcentaje de uniones consensúales (alrededor del 30% del total de uniones conyugales).
Desde otra perspectiva, las investigaciones han puesto en evidencia la permanente tensión entre las prescripciones legales y religiosas y las conductas sociales históricamente dadas. Aquí, lejos de las rigideces escolásticas, ha sido el pragmatismo de los actores sociales el mecanismo articulador entre el discurso patriarcal hegemónico y las prácticas sociales al margen de la normatividad5. Como conclusión de estas observaciones, es importante señalar no sólo la enorme variedad de situaciones familiares sino el grado de legitimidad y consenso que algunas de estas formas peculiares de familia contuvieron. La verificación de esta misma diversidad nos lleva, por último, a remarcar la importancia de hacer, al momento de las caracterizaciones de la organización familiar, una distinción analítica entre grupo residencial (habitat); familia (organización con sustrato biológico); unidad doméstica (integración de individuos emparentados y no emparentados), unidad reproductiva (reposición generacional) y unidad económica (actividades de producción y consumo cotidiano de alimentos y otros bienes y servicios para la subsistencia). La familia como idea, aunque tiene un sustrato biológico ligado a la procreación, debe ser entendida, en sus diversas formas, como una institución social que trasciende la normatividad de la sexualidad y la filiación.
Podemos decir que existen en general dos influencias sobre el imaginario familiar. Una perspectiva científica y a la vez realista, a la que nosotros adscribimos y una visión ideológica (componente importante del discurso oficial dominante). Dentro de la primera corriente, nos parece imprescindible la incorporación de la categoría de Formas Familiares en reemplazo de la de familia, para así poder entender a la organización familiar como un sujeto histórico complejo receptor de una multiplicidad de sobredeterminaciones sociales. Esta posición ha encontrado eco y ratificación en la declaración de principios de la Proclamación del Año Internacional de la Familia; en ella las Naciones Unidas hacen expresa mención a las familias que asumen "diversas formas y funciones… que expresan diversidad de preferencias individuales y condiciones sociales".
Sin embargo, todavía padecemos de la estrechez de un debate cuyo marco sigue pautado por las posiciones tributarias de dogmas religiosos y que en términos generales apoya una pretensión ahistórica e idealizada de la organización familiar. Desde mi perspectiva, la legitimidad de un discurso debería centrarse en su capacidad para ejercer el rigor crítico, en especial sobre su propio Corpus, no siendo esto lo que ocurre en este caso. De hecho las iglesias, con raras excepciones, poco o nada han variado sus posiciones.Tal hermetismo dificulta la discusión y la congela a una mirada de índole moral de efectos discriminatorios. El resultado es doblemente perverso. Hacia la sociedad, se estimulan dispositivos de exclusión a cualquier arreglo familiar contrario al modelo. La idea difundida de familias "incompletas" es sólo uno de los efectos perniciosos de tal adoctrinamiento. Hacia el universo doméstico, se le otorga un carácter sacramental al matrimonio, piedra angular de la organización familiar, reforzándose su inviolabilidad y por ende la imposibilidad de cualquier tipo de intervención. El fenómeno de la violencia doméstica, por ejemplo, una de las formas criminales más frecuentes y menos penalizadas queda, de esta forma, encubierto por una supuesta armonía natural de la familia consagrada6.
Desde una perspectiva historiográfica podemos afirmar que la familia ha tenido un papel activo la formación de las identidades nacionales, influyendo en la determinación de estructuras económicas, las prácticas sociales y las mentalidades. En el marco de un acelerado proceso de secularización de los mecanismos de reproducción social que se produce a fines del siglo XIX (nos referimos al recorte jurisdiccional que sufre la Iglesia sobre los hechos sociales, en particular, los vinculados a la esfera familiar, y su traspaso institucional a órganos estatales que son, a partir de entonces, los encargados exclusivos de los dispositivos de orden y control social), los grupos familiares de diversas clases sociales participaron de la vida institucional, en los procesos económicos y en la toma de decisión política a fin de consolidar y utilizar los recursos e influencia en favor de sus intereses familiares. Con un proceso de individuación apenas comenzado, junto a una institucionalización embrionaria de los estados-nación, las familias, y en especial las redes familiares ocuparon una posición privilegiada como organización social. Las familias y las unidades domésticas fueron muy flexibles, grupos informales con identidades legales e intereses comunes capaces de crear el orden que caracterizó a toda la región hasta bien entrado el siglo. No sólo fueron las familias de élites las que se constituyeron en pivotes de estas formaciones nacionales, sino que también las familias populares fueron capaces de participar en el diseño de los estados emergentes. L a familia actual, como sugiere Támara Hareven, como un "intermediario crucial" entre la sociedad, las instituciones y el cambio social7.
El análisis de los procesos sociales contemporáneos se ha centrado de modo primordial en los sistemas de producción, y generalmente se ha detenido en el cuestionable estigma de "vida privada" otorgado al mundo doméstico. La creación de ámbitos productivos especializados separados de la residencia y la familia es un fenómeno histórico relativamente nuevo. El grado de autosuficiencia de la unidad doméstica disminuye y gran parte de las necesidades cotidianas pasan a satisfacerse a través de intercambios de mercado. Sin embargo, y a pesar de tales fenómenos, un conjunto de actividades fundamentales permanece y no de manera aislada en el ámbito familiar: tareas de mantenimiento y reproducción en estrecha vinculación con el ámbito público del poder y la producción social. En otras palabras, el espacio familiar se sigue conformando de forma interdependiente con el mundo público de los servicios, la legislación y el control social. De ahí que su naturaleza social sea incuestionable. En el mismo sentido, las imágenes sociales sobre la familia se construyen a partir del enfrentamiento y resolución de una gran diversidad reflexiva: un discurso oficial versus voces disonantes del "modelo" que provienen de la misma realidad social.
Observar las variedades en las formas familiares se plantea como una etapa imprescindible en la inauguración de un debate hoy por hoy clausurado. Los países de nuestra región comparten muchas de las tendencias mundiales de la organización familiar: reducción de su tamaño, creciente inestabilidad conyugal, auge de los hogares uniparentales, incremento de las uniones consensúales, cambios en la moral sexual, mujeres con jefatura doméstica, etc. Además, en una dimensión más simbólica presenciamos la desacralización del matrimonio, la pérdida del "orden" familiar directamente proporcional a la erosión del poder del pater, y la disociación entre el sexo (placer) y la reproducción (mandato).
Los fenómenos mencionados pueden ser vistos como la crisis definitiva de la familia como organización social básica, ya que en principio tales cambios parecieran implicar modificaciones profundas en el "sentido común" familiar de la mayoría de nuestros países. S i n embargo, esta lectura queda confrontada por dos hechos: 1) son justamente otiro tipo de formas, también familiares, las que emergen de este escenario alterado; y 2) muchas de las prácticas familiares que hoy aparecen como novedosas, en realidad existían antes, sólo que invisibles para las ciencias sociales. En otras palabras, el concepto de crisis surge únicamente si nos ajustamos al modelo tradicional, aquel acuñado fundamentalmente por la Iglesia católica a mediados del siglo XVI y que todavía forma la columna vertebral de la doctrina acerca del matrimonio y la familia. En mi opinión, dado que dicho modelo nunca ha representado la realidad social familiar, no puede ser utilizado como parámetro para definir ni medir la existencia de una supuesta crisis. Creemos, más bien, que nos encontramos en presencia de transformaciones profundas e incluso potencialmente positivas8.
latinoamericana contemporánea debemos tomar en cuenta, en primer lugar, que la región se caracteriza por tener una población muy joven. El 36% de la población total de América Latina y el Caribe no supera los 14 años de edad. Tal porcentaje tiene una incidencia decisiva en la mayor importancia numérica de las familias que se encuentran en la etapa crítica de consolidación y expansión. Cerca del 45% de la población total del área vive en la pobreza, la mayoría en zonas urbanas. La pobreza influye tanto en la formación como en la estructura y funciones familiares. Según datos de la CEPAL las uniones consensúales y los hogares encabezados por mujeres sin cónyuge se concentraron en los estratos con ingresos más bajos. La proporción de hogares con hijos menores de 15 años trepó del 14% al 19%, y del 21% al 26% en los estratos de menores ingresos. Como resultado de esta tendencia, a fines de la última década, el 20% de los niños menores de 15 años vivía en hogares nucleares encabezados por mujeres sin cónyuge u organizados en uniones consensúales, en tanto que esa proporción alcanzaba al 25% en los estratos de menores ingresos. Como ya hemos señalado, las uniones consensúales son cada vez más frecuentes y más comunes aún en los niveles socioeconómicos más bajos. Aunque se carece de estudios en profundidad de tales uniones, éstas suelen ser más inestables que los matrimonios formales, con menor poder de negociación de las mujeres y con limitado poder de socialización9.
Es posible que tales circunstancias alteren las funciones de los diversos integrantes de la familia, experimentándose cambios que no responden a un proyecto familiar sino a fuerzas sociales, que están más allá de su control. El desempleo del padre puede obligar a migraciones, interrupción de la escolaridad de los hijos, abandono o huida del hogar de alguno de los cónyuges (casi unánimemente el varón). También la falta de vivienda adecuada y el hacinamiento afectan directamente la nutrición, la salud y la convivencia con los menores. Por otro lado, en los últimos años los gobiernos de la región han restringido el gasto público, lo que ha tenido graves consecuencias en la provisión de servicios de educación, salud y seguridad social.
Dentro de este dramático cuadro socioeconómico, el cambio del papel social de la mujer es el verdadero centro transformador de la vida familiar contemporánea. Durante la década del 30, muy pocas mujeres en las ciudades tenían otra perspectiva vital que la de conformar una identidad ligada a su condición familiar; es decir al universo reducido del espacio doméstico y la "vida privada". A partir de la década del 60 se inicia el gran cambio: el ingreso masivo de las mujeres al mercado de trabajo que, aunque con grandes diferencias regionales, incluye no solamente el aumento de la participación de las mujeres jóvenes solteras sino también el de las casadas y de las casadas con hijos. Las consecuencias excedieron el impacto sobre el mercado de trabajo afectando también la organización y las vivencias de la vida cotidiana. Los nuevos patrones de inserción laboral de la mujeres y su acceso al ámbito público y social son los datos determinante de la profunda transformación de la organización familiar.
Estos procesos alteraron la distribución del poder en el seno de la familia y remarcaron las fronteras de experiencias diferenciadas. La base de legitimidad que se centraba en la autoridad del padre-esposo (basada en el cumplimiento de las responsabilidades del varón como único sostén de la familia, dispositivo denominado breadivinner system), comenzó a erosionarse irreversiblemente.
Las mujeres, sin embargo, siguen siendo las responsables de la tarea doméstica y el cuidado de los hijos, cualquiera sea la situación laboral. Teniendo en cuenta que las tasas de participación de las mujeres se ha incrementado, en especial en el caso de aquellas entre los 20 y 30 años (o sea las que contemporáneamente tienen la mayor carga doméstica), la combinación de trabajo doméstico y extradoméstico en este grupo resulta en una sobrecarga significativamente pesada. También la constatación de que las mujeres asumen un papel más protagónico en época de crisis es una de las hipótesis que podrían explicar cambios en la composición de las unidades domésticas, entre otros, el aumento constante de laproporción de hogares encabezados por mujeres, tanto por separación voluntaria como por abandono masculino. Para las mujeres de las clases populares, tales situaciones llevan casi indefectiblemente a la pobreza extrema10.
En los segmentos más pobres de la población, dejaron de ser trabajadoras "secundarias" para convertirse en las proveedoras principales del sustento familiar11. Esta mayor participación conlleva al mismo tiempo el traslado de su doble estigma de "mujeres y pobres" al mundo laboral, lo que las confina a empleos de baja remuneración y prestigio, generalmente con características de trabajo precario. La observación de estos fenómenos determinó el énfasis puesto en los estudios sociales sobre el concepto de "estrategias de sobrevivencia familiar".
Sobre este punto vale la pena señalar una consecuencia interesante. A raíz del análisis de estas "estrategias", se dejaron de lado viejas perspectivas que excluían como "anormales" formas familiares que no se ajustaban al modelo sociológico funcionalista. Esta vieja concepción planteaba de manera esquemática un pasaje casi mecánico y sin fisuras de la familia tradicional a la familia moderna. En cambio, a través de la nueva mirada es posible dar cuenta de la recurrencia de algunos segmentos familiares a antiguos mecanismos para hacer frente a la reproducción de las condiciones de vida cotidanas y generacionales. Nos referimos a la continuidad y recuperación de "costumbres" familiares excluidas del análisis por dichos parámetros interpretativos tributarios de la teoría de la modernización: ciertas estructuras de hogares "anormales" a la familia nuclear; la transitoriedad de algunos miembros de la unidad familiar; actividades destinadas al autoconsumo combinadas con una mayor participación en el mercado de trabajo; circulación de menores a través de redes familiares, etc. Todos cambios que confirman el carácter cultural, histórico y flexible de la organización familiar.
Se hace imprescindible establecer una conexión genuma entre la reflexión de las ciencias sociales sobre la temática familiar y el mapa social de las formas familiares. De esta manera se enriquece el concepto de familia en tres dimensiones: como categoría analítica, como realidad social y como sujeto de políticas públicas.
La incorporación de la categoría de "formas familiares" en lugar de LA FAMILIA, permite imponer una perspectiva científica y a la vez realista del fenómeno familiar. Esto implica instalar al grupo familiar como sujeto social –determinado y determinante del contexto global-y como sujeto histórico complejo –receptor de una multiplicidad de sobredeterminaciones étnicas, de clase, de género, regionales, etc.–.
Aceptar una definición de familia que se asiente en una pretensión ideológica no ofrece más perspectivas que las de diseñar (en el caso de que exista una voluntad política de hacerlo), políticas sociales discriminatorias que apuntan a reforzar las apariencias de homogeneidad y armonía, componentes esenciales del discurso oficial. Por el contrario, la diversidad familiar debe legitimizarse enfatizando la naturaleza social, histórica y multicultural de la organización familiar en oposición a aquellas imágenes que la condenan a constituirse en una unidad natural, sacramentada, permanente, universal, rígida e ideal. Unicamente desde una perspectiva pluralista es posible reconocer las tendencias actuales y realizar la reflexión necesaria que de cuenta de los patrones de comportamiento familiar.
Más del 85% de la población de la América Latina es parte de una trama familiar. Las familias pobres son las más afectadas por las políticas de ajuste. Las mujeres conducen con mucha más frecuencia el grupo familiar, al mismo tiempo que aumentan su participación en el mercado de trabajo. Las uniones consensúales se han vigorizado como forma legítima de arreglo familiar. El Estado prácticamente se ha retirado de la oferta de servicios sociales. Tal es, a grandes rasgos, el mapa familiar de la región.
En este escenario merecen mencionarse, como vimos, los aportes innovadores de prácticas y estrategias de los sectores populares. El corazón de tales estrategias se vincula a los nuevos roles de la mujer y sus efectos sociales. Su aporte como colectivo es crucial en tanto sus reivindicaciones de género (explícitas o no) se plantean como requisitos indispensables del respeto y vigencia de los derechos humanos y del desarrollo social. Han sido ellas mismas las que han soportado el mayor peso de la crisis en tanto protagonistas de estrategias familiares y colectivas de supervivencia. Por estas razones, y desde la perspectiva de la familia, son justamente los hogares encabezados por mujeres los que reclaman una mayor atención al mismo tiempo que iniciativas que estimulen sus potencialidades de modificación definitiva de la estructura patriarcal de familia que aún impera en nuestras sociedades.
La incomodidad producida por la rigidez conceptual que separa tajantemente la esfera pública del universo de lo "privado", conlleva necesariamente a observar con detenimiento la relación entre las formas familiares y el Estado. La premisa parte de la necesidad de defensa de los derechos ciudadanos fundamentales por parte del Estado. A esta responsabilidad no cabe ninguna excepción, ni siquiera cuando éstos son violados en el ámbito "privado" del mundo doméstico. En este sentido, el desafío implica plantear mecanismos viables de intervención que, vía aumento del gasto social, armonicen políticas de generación de condiciones materiales dignas y provisión de servicios de excelencia para la consolidación de la vida en familia, con aquellas que promuevan una democratización de las relaciones intrafamiliares. La profundidad de algunos de los cambios producidos en las formas familiares, y en especial aquellos que afectan a las clases populares, también permite avizorar novedosas prácticas sociales que estimulan cierto proceso democratizador en el seno familiar. Es impensable el despliegue de esta potencialidad renovadora de las relaciones familiares sin un papel activo por parte del Estado. Consolidar tal perspectiva tiene como premisa inexcusable un amplio debate y un sinceramiento sobre la realidad social en el marco de una mirada tolerante y responsable que sitúe en el centro de la escena la voz de los verdaderos protagonistas.
1 Críticas al modelo de Parsons desafían sus afirmaciones sobre el aislamiento de la moderna familia nuclear y document a n patrones de asistencia interfamiliares. Ver Bert Adams, Kinship in an Urban Setting, Chicago, Marckham, 1968. Por otro lado, desde la demografía histórica, los hallazgos sobre la preexistencia del modelo familiar nuclear al momento de la revolución industrial en Europa Occidental terminaron por develar el carácter ideológico de la perspectiva estructural-funcionalista. Ver Peter Laslett y Richard Wall (ed.), Household and Family in Past Time, London, Cambridge University Press, 1972. También en Catalina Wainerman, Vivir en familia, UNICEF/Losada, 1994, en el cual se incluye el capítulo "Familia: Historia de una idea" de mi autoría que discute la misma temática.
2 Friedrich Engels, The Origins of the Family, Prívate Property and the State, Moscow, Foreign Languages Publishing House, First Ed. 1981; Pierre G . F. Le Play, L'Organisation de la Famille, París, Bibliothecaires de lueuvre Sant-Michel, 1871.
3 Un hito casi fundacional lo constituye el número especial sobre América Latina dedicado por una de las revistas académicas de más prestigio sobre el tema. Journal of Family History, vol 3, N. 4, 1978.
4 Para un estudio de caso sobre tal diversidad de formas familiares y su grado de consenso social ver Ricardo Cicerchia (comp.), Formas familiares, procesos históricos y cambio social en América Latina, Quito, Abyayala, 1998.
5 No muy lejos de Trento hoy la doctrina establecida en el Documento del Pontificio Consejo para la Familia, de 1992, sigue definiendo a la familia "el santuario de la vida" como una unión natural fundada en el matrimonio que une, en comunión permanente de vida y de amor, a un hombre y una mujer. Como hace más de 400 años la Iglesia continúa condenando la idea de planificación familiar por ser contraria a los mandatos divinos; el placer sexual por ser expresión desordenada del placer venéreo separado de las finalidades de procreación y de unión; y la homosexualidad por tratarse de actos contrarios a la ley natural.
6 No hay muchos datos seguros sobre el fenómeno de la violencia doméstica. Se estima que cerca de un 25% del total de homicidios son., asesinatos domésticos donde la víctima es miembro de la familia. Y se calcula que entre el 70 y 80% de las mujeres en América Latina han sido víctimas de violencia conyugal. Algunas de estas cifras son recogidas por Roxana Carrillo, "La violencia contra la mujer: obstáculo para el desarrollo" en Virginia Guzmán, Patricia Portocarrero y Virginia Lagos (eds.), Una nueva lectura: género en el desarrollo, Lima, Ediciones Flora Tristán/Entre mujeres, 1991. Por otro lado, la violencia conyugal no es privativa de los grupos marginales sino que deriva más bien de actitudes culturales aprendidas como forma "natural" de resolución de conflictos. Una investigación realizada en Argentina por la Fundación Alicia Moreau de Justo sobre 500 casos de mujeres víctimas de violencia conyugal entre 1989 y 1991 en Buenos Aires, revela que algo más del 80% de los hombres que maltratan a sus cónyuges tiene ingresos medios y medios altos.
7 Támara Hareven, Family Time and Industrial Time, Cambridge, Cambridge University Press, 1982.
8 Vale destacar la importancia del discurso religioso en la constitución del imaginario familiar. Y esto también tiene una larga historia. Como institución clave de todo el edificio social mediev a l , en la organización familiar confluían tanto los aspectos materiales como simbólicos en el mantenimiento de las estructuras del sistema de dominación que organizaba la sociedad. C on ello el matrimonio, regulador de la transmisión de riquezas y ordenador de la actividad sexual, quedó definitivamente bajo la tutela de la Iglesia, convirtiéndose en sacramento en el siglo X I I , el único de los siete no instituido por la Biblia. La "sagrada familia" significaba la unión entre la Iglesia y Cristo, representado por el poder absoluto del pater. Toda otra "forma" implicaba una transgresión grave a los postulados cristianos dramatizados por el catolicismo. Desde entonces, y sin muchas variaciones, -basta leer los documentos de trabajo de la Comisión Episcopal de la Pastoral Familiar de 1994-, la moral matrimonial predicada se ajusta a tres preceptos: monogamia, exogamia y represión del placer consagrados en un acto ritual único, heterosexual y permanente: el legitimun matrimoniun.
9 Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Hacia un perfil de la familia actual en Latinoamérica y el Caribe, Santiago de Chile, 1992.
10 Es conocida la asociación entre pobreza y hogares con jefes mujeres y la tendencia hacia la feminización de la pobreza. Ver T . Merrick y M . Schmink, OHouseholds Headed by Women and Urban Poverty in BrazilÓ, en M. Buvinic, M. A. Lycette y W. McGreevey (eds.), Women and Poverty in the Third World, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1983.
11 Alberto Minujín, Fróm "secondary workers" to breadwinners. Poor and non-poor women facing the crisis", Buenos Aires, mimeo, 1990.
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