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• Elvira Espejo,  2018 | Foto: Mileniusz Spanowicz

Elvira Espejo: una mujer de resistencias y re-existencias en los Andes*

Elvira Espejo: uma mulher de resistências e re-existências nos Andes

Elvira Espejo: a woman of resistances and re-existences in the Andes

DOI: 10.30578/nomadas.n49a12

 

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Aura Isabel Mora **

Resumen

Este artículo presenta los encuentros con Elvira Espejo Ayca, aymara, sabedora, artista plástica, cantadora, narradora, cuentista, poeta, ensayista, textilera, investigadora y directora del Museo Nacional de Etnografía y el Folclore de la Paz (Bolivia). Indaga sobre su propuesta decolonial en torno a las mujeres en la ciencia, a partir de los conocimientos y técnicas del textil andino que realizan las mujeres. Resalta la importancia que la artista da al trabajo colectivo y a las luchas milenarias de sus antepasados, en defensa de su territorio, como alternativa a las políticas globales.

Palabras clave: resistencia, reexistencia, Ciencia de las Mujeres, interculturalidad, Elvira Espejo Ayca.

Resumo

Este artigo apresenta os encontros com Elvira Espejo Ayca, Aymara, conhecedora, artista plástica, cantora, narradora, contadora de histórias, poetisa, ensaísta, pesquisadora têxtil e diretora do Museu Nacional de Etnografia e Folclore da Paz (Bolívia). Ela examina sua proposta decolonial sobre as mulheres na ciência, baseada no conhecimento e técnicas dos têxteis andinos que as mulheres fazem. Destaca a importância que o artista atribui ao trabalho coletivo e às lutas milenares de seus antepassados, em defesa de seu território, como alternativa às políticas globais.

Palavras-chave: resistência, re-existência, Ciência das Mulheres, interculturalidade, Elvira Espejo Ayca.

Abstract

This text presents the encounters with Elvira Espejo Ayca: Aymara, thinker, visual artist, singer, narrator, storyteller, poet, essayist, textile creator, researcher and director of the National Museum of Ethnography and Folklore of La Paz (Bolivia). The article addresses Elvira Espejo Ayca’s decolonial proposal about women and science, based on the knowledge and techniques of Andean textile work made by women. It highlights the importance that the artist gives to the collective work and to the millenarian struggles of her ancestors, in defense of their territory, as an alternative to the global policies.

Key words: resistance, re-existence, Women’s Science, interculturality, Elvira Espejo Ayca.

*Este artículo es el resultado del proyecto de investigación “Comunicación para el Buen Vivir / Vivir Bien en América Latina (Abya Yala) hacia una Construcción de Diálogos Interculturales”, financiado por la Corporación Universitaria Miuto de Dios (Uniminuto).
**Docente e investigadora de la Maestría en Comunicación-Educación en la Cultura, Facultad de Ciencias de la Comunicación, Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto), Bogotá (Colombia). Educadora y comunicadora social. Magíster en Investigación en Problemas Sociales Contemporáneos y Especialista en Comunicación-Educación. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

Tapach tapachma chiru chiru
Alturupuniw thapachanta chiru chiru
Ayilira juthanispa chiru chiru
Pakalira juthanispa chiru chiru
(Construye, construye, chiru chiru
En la parte más alta, chiru chiru
Cuidado venga el águila, chiru chiru
Cuidado venga el halcón, chiru chiru)
Elvira Espejo Ayca

Elvira Espejo Ayca se crió en la comunidad indígena Qaqachaca, en el departamento boliviano de Oruro. A los catorce años resolvió a salir de allí para estudiar y, por haber sido la primera de su comunidad que salió del territorio, tuvo que romper con la tradición y desobedecer el mandato familiar de ser pastora. Hasta ese momento la vida de las mujeres de Qaqachaca transcurría entre el cuidado de la familia y la crianza de las llamas, alpacas, vicuñas y guanacos, especies de donde se extrae la lana para los diferentes textiles. Salir de allí significaba romper las relaciones familiares, económicas y sociales con sus padres, quienes se preocupaban por el cuidado de los animales, ello implicaría para Elvira que no tendría rebaño y por tanto tampoco herencia ni dote para tener marido ni familia. En otras palabras, no iba tener nada para el futuro. Pero Elvira no pensó en el rebaño, ni en la dote, ni en el marido, ni en la familia; pensó en estudiar, porque ese era su deseo.

(…) yo decidí un día y le dije a mis papás que yo iba a ir a Challapata y quiero terminar bachillerato y hay que hacerlo. ¡Uy!, se enojaron fuertemente porque era romper, en realidad, toda la estructura comunitaria. La estructura comunitaria es tener los dotes, tener el rebaño, conocer mucho del patrón del textil, luego tienes toda esta estructura de la familia, tienes que casarte (Elvira Espejo, comunicación personal, 19 de junio de 2018).

Elvira aprendió a tejer a los seis años con las abuelas y con su mamá, acompañada de los cuentos y narraciones de su abuelo, Daniel Espejo, uno de los mejores narradores y cantadores de la región. Él le cantaba al cóndor, al suri1 y a las fiestas, lo que alimentó su imaginación, como primera influencia literaria. Los abuelos y abuelas juegan un papel importante en la vida familiar de la cultura aymara; les enseñan a los niños los mitos y los ritos a través de narraciones; poseen saberes sobre los animales, las tierras y la sanación.

Se formó entre la escuela tradicional occidental y la de las abuelas, por lo que hoy en día puede contrastarlas diferencias entre las dos, y tomar elementos valiosos de ambas. El principal contraste es que en la escuela de su comunidad se utilizan los sentidos para ver y conocer el mundo de una manera más amplia (el cuerpo se integra al aprendizaje: se baila, se canta y se teje mientras se aprende), en la escuela tradicional, en cambio, el cuerpo se encuentra en reposo mientras se piensa para aprender. Un segundo contraste tiene que ver con que en la escuela tradicional occidental se les permite a los estudiantes ir más allá del territorio e interactuar con realidades y saberes diferentes a los de los pueblos indígenas, en un horizonte desconocido, mientras que la educación de su comunidad no permite a las mujeres salir e interactuar con otras culturas. Ellas cumplen un rol dentro del territorio de cuidado y se les limita la interacción.

A mí me gustaba más el oficio del textil, que es una educación más visual: tocas, palpas, se reconoce(n) los colores, mientras que cuando me enseñaban a leer y a escribir era como una escritura muerta, no se ve. La escala de educación era tres años básicos, luego tercero y ya las mujeres no entraban, y empezaban a reducir a quinto básico, y yo me rebelé ¿por qué los hombres tenían el derecho de ir a la escuela y las mujeres no?, mis padres lo que me contestaban era que los hombres manejan papeles y negocios y las mujeres manejaban las familias y los animales que, aunque sean dotes grandes de animales, para mí era no era suficiente (Elvira Espejo, comunicación personal, 19 de junio de 2018).
En mi comunidad, por ejemplo, las mujeres no tuvimos esa opción de terminar el bachillerato. Máximo llegabas a quinto básico y la mayor parte de las mujeres de la comunidad llegaba hasta tercero; eso quiere decir: tres años en la escuela y terminaba ahí. Viendo esa situación, que quería romper, me decía: “¿Por qué yo no puedo estudiar?, ¿por qué no puedo terminar mi bachillerato?”, entonces tuve que renunciar a la identidad y la cultura… porque, para mi comunidad, las mujeres tenían que ser buenas pastoras y estar cerca de los camélidos. Me fui a Challapata y ahí terminé mi bachillerato. (Elvira Espejo, comunicación personal, 16 de octubre de 2014).

Elvira es hija de una mujer aymara de las tierras altas, donde hay muchos rebaños de camélidos. Su comunidad se compone de llameros y alpaqueros en Catagua. Su papá es de origen quechua, de las tierras bajas de la cabecera del valle, donde hay pocos animales, pero mucha producción de papa, arveja y choclo. Hay cierta diferencia entre las culturas de sus padres, por lo que desde muy pequeña, Elvira aprendió a cultivar la tierra y a tejer, además de aprender dos lenguas: aymara y quechua. Ser bilingüe le permitió entender estos dos mundos y sus conexiones. Posteriormente, en la escuela aprendió español, una lengua más; conocer tres lenguas le amplió su proceso de interculturalidad y le ha permitido sacar lo mejor de cada una de las culturas por las que transita.

Elvira: sabedora, mujer de ciencia

Siendo Elvira aún una niña, conoció a Denise Arnold con quien realizó varias investigaciones importantes en torno al textil. En 2008, junto a Juan de Dios Yapita, publicaron el ensayo Hilos sueltos: los Andes desde el Textil. En este libro, los autores visualizan aspectos del textil como lo corporal, lo territorial, lo textual, lo religioso y lo sagrado a partir del verso como un elemento subversivo de las mujeres andinas tejedoras. Allí se inicia una discusión que atraviesa la reflexión sobre la Ciencia de las Mujeres, centrada en el diseño de los textiles como arte vivo. Entender los Andes es entender cómo cada diseño hace parte de la fiesta, cada color y forma expresa las maneras en que los pueblos viven los ciclos anuales como “el ciclo agrario, el ciclo del ganado, el ciclo de las lluvias; los diseños fortalecen la noción cíclica de la vida y participan de la ritualización de la fiesta” (Mario Rodríguez, comunicación personal, 20 de junio de 2018).

• Elvira Espejo  | Foto: archivo familia Espejo

En el 2010 Elvira y Denis publican el libro Ciencia de las mujeres, en donde recogen los resultados de una de las investigaciones más reconocidas en el campo de la técnica de los textiles andinos. El libro presenta la cadena de producción del textil y ubica el campo del diseño y el tejido como una ciencia desarrollada por las mujeres tejedoras andinas, a partir de la experiencia en su territorio en los ayllus2 de Oruro y Qaqachaca. Junto a la comunidad, Elvira reivindica lo textil, no solamente en función de las ténicas tradicionales, sino a partir de la reconstrucción y recuperación de una tecnología, de una verdadera ciencia. Ciencia de las Mujeres pone en discusión el desconocimiento de las técnicas tradicionales ancestrales, los lugares comunes en los que el textil es limitado a lo folclórico y la invisibilización de su valor cultural.

En Ciencia de las Mujeres se visibilizan conocimientos originarios y ancestrales que no se aprecian normalmente, y que no gozan del estatus de ciencia, pero que resultan muy importantes para pensar la organización de la sociedad y aprender a solucionar problemas estrategicos de la vida. Por ello, la labor de Elvira es poner en discusión estas miradas, visibilizar la ciencia y las técnicas desarrolladas por la cultura andina acerca del arte, el color y la iconografía y, con ello, la elaboración del textil. Esta investigación de más de veinte años participa en el debate con las teorías europeas sobre el textil.

En el año 2012, Elvira publicó, junto con su equipo y comunidad, Ciencias de Tejer en los Andes: estructuras y técnicas de faz de urdimbre. En esta etapa de la investigación, Elvira y Denise realizaron la clasificación de los textiles andinos rescatando la terminología de los sistemas de tejido a partir del punto de vista de las tejedoras de la región andina, que cuestiona los estudios clásicos como Textiles of Ancient Peru and their techniques de Raoul d´Harcourt (1962); The Primar Estructures of Fabrics de Irene Emery (1966) y Warp Patterned Weaves of the Andes de Ann Pollard Rowe (1977). Dichos estudios, según Elvira, han sido realizados por autores que clasifican los textiles andinos a partir de una terminología clasificatoria universal. Por ello, las autoras encuentran que estos estudios clásicos son contradictorios con la realidad de la cadena del textil y que se toman como verdaderos sin una verificación con las comunidades:

El lenguaje de las mujeres sobre el textil me ayudó a repensar la terminología y gracias a eso es el resultado de la investigación; entre otras cosas, queríamos casar entre las teorías que escriben los expertos académicos y lo que decían las tejedoras que no era así, y comenzamos a observar la estructura de cómo se arma el telar y, desde las lenguas aymara y quechua, las tejedoras nos sacaron de dudas frente a aspectos que no se entienden en la técnica moderna. Cuando se habla de hilos flotantes o complementarios no coincidían, las tejedoras decían si es un flotante es un error, si es suplementaria es un error porque no complementa, ya que cada hilo tiene su propia direccionalidad (Elvira Espejo, comunicación personal, 24 octubre de 2014).

Los autores clásicos del textil andino en las décadas de los sesenta y setenta no tuvieron en cuenta la palabra y el saber de las tejedoras, su terminología y sistemas clasificatorios en la lengua propia de la región. Este es uno de los grandes valores de la investigación de Ciencia de las Mujeres: el rescate de una terminología y sistema andinos del textil, y la exploración de la relación entre tecnología y lengua. Esta exploración llevó a la autoras a comprender que “en el mundo moderno subyace la percepción sociocultural del textil como objeto” (Espejo y Arnold, 2012:4) insensible, pasivo y sin vida, que bien podría estar en el museo. Las investigadoras explican que el textil se “conforma de una trayectoria mucho más amplia de varios elementos de elaboración que luego intervienen en las vidas humanas, en un momento determinado, y que finalmente entran en un proceso de descomposición e incluso de entierro antes de ser rescatado por los arqueólogos” (Espejo y Arnold, 2012: 4).

En el 2013 apareció el libro El Textil Tridimensional: la naturaleza del tejido como objeto y como sujeto, en donde se examina el textil de los Andes como sujeto, en su condición de ser viviente que entra en relación íntima con las tejedoras que lo han elaborado. Allí, las autoras profundizan en la idea del textil como objeto y sujeto en sus aspectos tecnológicos, técnicos e iconográficos.

Después de terminar su carrera universitaria, Elvira regresó a su comunidad y lideró el empoderamiento de las mujeres del textil a través de lo que han llamado la Ciencia de las Mujeres y, acompañada de los saberes y conocimientos tradicionales de los mayores acerca de la producción de los textiles, comenzó a perfeccionar el desarrollo de la confección de sus prendas. A partir de allí, se constituyeron en la Asociación de Artesanías para Seguir Unidos (APSU).

en la década de los ochenta, una comunidad de puna3 de pastores andinos, Livichuco, pertenecientes al ayllu mayor de Qaqachaca, emprendió un mejoramiento de su producción textil, con un mínimo de recursos, la comunidad compró ollas y bateas metálicas para la producción (Espejo y Arnold, 2010: 15)

Juntos lograron construir, de manera autónoma, un centro de textil, y allí, APSU mejoró los colores producidos por los tintes y diversificar su oferta de prendas para la venta. El centro fue diseñado en una arquitectura propia, aunque experimental, con ventanas amplias para dejar entrar suficiente luz, donde las tejedoras podían trabajar protegidas en la estación lluviosa y llevar a cabo sus reuniones.

Elvira regresó a su comunidad luego de estudiar, no para repetir lo que le habían enseñado en la escuela, sino para construir territorio a partir de la recuperación de los conocimientos de las mujeres en el textil desde de su cotidianidad. De esa manera, abrió junto a ellas un horizonte, la posibilidad de realizar los sueños y las esperanzas de generar, desde dichas acciones, una propuesta de economía propia. Estos procesos insertados en el territorio permiten fortalecer la idea de la epistemología andina. Elvira propuso la idea de la Ciencia de las Mujeres motivada por su amor al arte, aunada a las bases teóricas de su formación como artista en la academia de Bellas Artes.

La primera situación que se me presentó como un reto es que fui la primera mujer con pollera que se ha insertado en la Escuela de Bellas Artes. La segunda, que la carrera de Artes Plásticas estaba pensada para personas con recursos económicos fuertes, ya que se decía que era una carrera muy costosa, ni siquiera para clase media sino para clase alta, y que no era pa’ indígenas. (Elvira Espejo, comunicación personal, 25 de junio de 2018).

Ciencia y ación política: una epistemología de los Andes

Durante sus estudios universitarios en la academia de Bellas Artes, Elvira padeció discriminación racial. A partir de entonces ha luchado para disminuir las desigualdades sociales que sufre su comunidad. Por esta razón, ha desarrollado alternativas para que entren en disputa con el orden hegemónico de un sistema con una matriz de poder blanca, patriarcal y capitalista que le tocó vivir como mujer indígena.

Cuando estudié, no podías entrar a los hoteles, no podías entrar a los restaurantes todavía ahí, a fines de los años 1990, no podían entrar indígenas a ciertos lugares. Yo me acuerdo que una vez había una exposición del escultor Victor Zapana, es un escultor muy interesante, es uno de los mejores en temáticas andinas, y nos dijeron en la Universidad: ¡hoy es la inauguración de la exposción de Zapana en el Hotel Radisson, todos vamos como amigos del curso. Fuimos en grupo; todos han entrado menos yo, no me dejaron entrar, y mi amiga no aceptó y me dijo ‘no puede ser este trato por lo que solo tienes pollera’. Y casi he llorado, pero al final he dicho: ‘no debo llorar porque esto no es la única razón de estar aquí’, entonces ella ha dicho: ‘si a ti te botan, yo tampoco voy a entrar’, las dos nos hemos retirado, hemos salido y hemos lamentado lo que ha pasado. (Elvira Espejo, comunicación personal, 25 de junio de 2018).

Esta situación de discriminación vivida por Elvira es el rezago de la colonialidad que aún pervive en Latinoamérica. Los imaginarios tradicionales sobre ciencia y tecnología, llevan a pensar que la producción de conocimiento es exclusiva de la academia y de los grandes centros de investigación europeos y estadounidenses donde trabajan personas con trayectorias de vida de estudios avanzados en determinadas especialidades científicas, cada vez más refinadas y complejas. Por tanto, la investigación y la ciencia se siguen viendo cómo un privilegio de personas que pertenecen a determinada clase social, supuestamente inteligentes, encerrados en centros y oficinas donde se produce el conocimiento. Estas posturas excluyen los conocimientos desarrollados por los pueblos originarios, así como la ciencia y tecnología de las comunidades indígenas, su epistemología y universo teórico. Los pueblos originarios conservan una relación mucho más equilibrada con la naturaleza y es precisamente este elemento de comunicación con la tierra4 el que permite una mayor potencia de su conocimiento.

Uno de los puntos fundamentales de Ciencia de las Mujeres es la recuperación de tintes naturales de la región y el rescate de la cadena de producción del textil, a partir del trabajo de las comunidades en el ayllu mayor de Qaqachaca, en las comunidades de Livichuco y Challapata de la provincia de Avaroa, en el departamento de Oruro. Para ello, se propuso trabajar con novecientas mujeres tejedoras en toda la cadena operativa y de producción, desde la sanidad de los animales y el mejoramiento de su fibra, hasta la terminación del producto, así como su comercialización y los flujos de mercado que lo envuelven. Para el logro de este objetivo fue fundamental APSU

Queríamos casar entre la teoría que escriben los expertos académicos y el saber de las tejedoras y comenzamos por agarrar la estructura de cómo se arma el telar y no coincidía lo que decían los autores clásicos acerca del textil de los Andes con la verdadera forma del hacer de las tejedoras en su lengua aymara o quechua, por eso las tejedoras me sacaron de muchas dudas y contradicciones de las teorías de los clásicos, nos dimos cuenta que la lengua era muy importante porque en aymara y quechua había palabras que no existían en las teorías (Elvira Espejo, comunicación personal, 21 de junio de 2018).

• Elvira Espejo con Aura Mora,  2017 | Foto: Bernardo Hernández

Con esta investigación comunitaria no solamente se descoloniza la práctica del textil, sino que además se resignifican las teorías académicas acerca de sus técnicas y métodos que, convertidos en productos de la cultura, se exponen en museos. Elvira va más allá: visibiliza y legitima, frente a la academia, las tecnologías del textil que las mujeres de los Andes desarrollan desde épocas antiguas y que siguen vigentes hoy para el proceso del textil; en otras palabras, una epistemología andina5. Por ello,

en el 2005, se inicia el proyecto Infotambo – Challapata que se propuso como meta la participación de 500 mujeres tejedoras en toda la cadena de producción, desde la sanidad de los animales y el mejoramiento de la fibra hasta la terminación del producto y su comercialización en el mercado” (Espejo y Arnold, 2010: 16).

Este proyecto produjo el libro Ciencia de las Mujeres, que sirvió para dar a conocer la experiencia de recuperación de la cadena del textil a las organizaciones de base, al personal de los gobiernos municipales y a una de las poblaciones con más relevancia para el equipo del proyecto: los estudiantes de los colegios. Compartir las ideas y resultados con los jóvenes y generar un debate sobre la posibilidad de desarrollar en el futuro estas formas de producción orientadas al textil andino fue uno de los objetivos del libro.

Como parte de este saber integral sobre el textil, también se recuperó y analizó la cadena de sanidad animal para resolver los problemas de parásitos e infecciones de los animales, para lo cual se vieron obligados a lanzar campañas de desparasitación y vitalización animal. Otro de los retos documentados fue la condición genética de los rebaños para mirar si existía un grado de endogamia y si eran adecuadas las prácticas eugenésicas locales en las ceremonias del cruce de las llamas para mirar la posibilidad de variabilidad genética en los rebaños y así mejorar la selección de los machos en cruce. Estos conocimientos los heredaron de los abuelos, dice Elvira. Por ejemplo, en la selección de las crías, se sabía cuáles se debían destinar a la producción de fibra y cuáles a la producción de carne:

en la práctica, en los intercambios regionales, los abuelos podían intercambiar la fibra por otros productos de los valles cómo parte de su propia economía. De esa manera, antes ellos iban a los valles con las caravanas de las llamas, cargados de lana de llama y alpaca, así, los abuelos hacían sus propios intercambios, ya sea por maíz u otros productos, este intercambio se mantuvo vigente hasta que llegó el transporte motorizado que fragmentó la cadena de producción (Espejo, 2010: 74).

En general, el proceso de recuperación se desarrolló a través de un diagnóstico regional de sanidad animal, capacitación en asistencia a campañas de vitalización animal, desarrollo del proceso de sanidad ambiental, valorización de materias primas, recuperación de praderas nativas, rescate del sistema de pastoreo y preservación del suelo, mejoramiento del manejo productivo de los camélidos, mejoramiento en la tinta de las fibras, mejoramiento en general de la cadena textil y sistematización de todas las etapas de la cadena productiva del textil en toda la región. Las autoras comprenden la tecnología como el conjunto de relaciones sociales generadas en torno a las interacciones con el mundo material y productivo:

los textiles poseen condición de mapas territoriales configurados por patrones de ríos, rutas y cerros, dada la ausencia de la escritura, servían en las cortes coloniales como documentos jurídicos de importancia para defender estos territorios contra la penetración de haciendas en distintos momentos históricos” (Espejo y Arnold, 2012: 28).

• Elvira Espejo,  2017 | Foto: archivo Musef, La Paz (Bolivia)

Lo anterior sirve para entender que las tecnologías andinas que se desarrollan para la producción del textil, no son solamente un objeto, sino un sujeto viviente que interviene en la vida de los humanos al participar de sus relaciones.

Si bien las “técnicas de los textiles andinos en las piezas arqueológicas, históricas y contemporáneas se encuentran entre las más complejas del mundo” (Arnold y Espejo, 2012: 3), la mayoría de los estudios realizados por europeos, clasifica de manera universal la terminología de los textiles andinos. Por eso, Elvira se ha propuesto rescatar la terminología y los sistemas clasificatorios de la faz de urdimbre desde el punto de vista de las tejedoras andinas. En este orden de ideas, Espejo y Arnold plantean que la terminología textil de las lenguas andinas actuales no debe ser la misma que en el pasado arqueológico. Sin embargo, evidencian que la actual tecnología del textil aymara y quechua utilizan una serie de términos que describen una lógica compleja, en tanto el objeto es también sujeto: “Los enfoques académicos han fomentado una manera de percibir el textil como un objeto terminado, un texto para leer, cuando en realidad el textil conforma una parte que interviene en las vidas humanas” (Espejo y Arnold, 2012: 5).

En la tecnología del textil universal subyace a la percepción sociocultural del textil como objeto, donde las piezas son folklorizadas y museologizadas. Bajo esta mirada, el textil es un objeto pasivo, bajo el escrutinio de curadores, mientras que en la percepción andina, el objeto interviene en las vidas de la gente, sirve para bailar, vestir, tender, cobijar, cargar a los niños y muchos otros usos en la vida cotidiana. “Las terminologías del textil andino describen al objeto como si fuera un ser viviente” (Arnold y Espejo, 2012: 4) que posee la capacidad de animar relaciones entre individuos y grupos de personas, inclusive entre amplias redes de intercambio, sostenimiento material y espiritual entre comunidades de práctica textil.

Las autoras plantean que un reto de la creatividad en los Andes es lograr una multi dimensionalidad de corazón y mente que permitan al tejedor (creador) y a la tejedora (creadora) desarrollar la naturaleza viva del textil, con su corporalidad y su aspecto tridimensional, en tanto el textil come y digiere lo que se introduce en el espacio textil con cada pasada de la trama. El textil, como ser viviente, aspira y expira los deseos de vida y muerte de su creador. Parece, entonces, que cada persona que teje, hace posible que el textil surja como sujeto, en la medida que le da vida al textil, pues le impregna su biografía y la narración de su entorno en el momento histórico al que pertenece. La experiencia de la Ciencia de las Mujeres, nos cuenta Elvira,

• Elvira Espejo,  2017 | Foto: archivo Musef, La Paz (Bolivia)

ha sido un éxito: por un lado, los diferentes países de América están interesados en cómo rescatamos las técnicas, para mejorar sus propias cadenas productivas y operativas y, para ello, tenemos la sistematización documentada; y, hacia afuera, varios investigadores de Europa están interesados en las nuevas técnicas, incluso se ha traducido el catálogo al inglés, porque es importante compartir la información (Elvira Espejo, comunicación personal, 20 de junio de 2018).

Arte y tecnología

Elvira empezó a escribir a los trece años, oficio que profundizaría hasta el punto de ganar, en 1994, el premio de Literatura Indígena de Casa de Las Américas, con su libro de cuentos Jichha nä parlt’ä (Ahora les voy a narrar). En una ocasión, recuerda Elvira, aún durante su infancia, llegó a su región la antropóloga Denise Arnold, quien estaba interesada en los cuentos aymara. Ella les regalaba cuadernos y lápices a los miembros de la comunidad para que consignaran en ellos sus narraciones, pero solamente les preguntaba a los mayores. Entonces, la futura escritora y narradora se le acercó a la visitante y, con una sentida inquietud, le preguntó: “¿por qué sólo le pides cuentos a los mayores?, ¡si los niños también sabemos cuentos!”. Sorprendida, la antropóloga accedió a escuchar los cuentos que la pequeña conocía. Tiempo después, escribirían juntas importantes obras sobre el textil.

En 2005, Elvira publicó Sawutuq Parla (Acerca de los textiles) en el que da conocer narraciones de las mujeres tejedoras del norte de Potosí y de Oruro. En el libro explica, entre otras cosas, por qué la manta de la mujer “siempre tiene dos mitades”, y narra la historia del hueso con que se golpea el tejido en su elaboración y cómo se ha aprendido a introducir el color a las telas. Su poemario Canto a las flores (2006), escrito en aymara, quechua y castellano, recibió el premio Poetisa Internacional, en el Festival de Poesía Venezuela de 2007.

La Ciencia de las Mujeres se genera a partir de un profundo convencimiento sobre el significado e inmenso valor que Elvira le da al conocimiento que existe en las prácticas cotidianas de su comunidad acerca del textil y la recuperación de sus técnicas milenarias en los Andes. Para ello tiene en cuenta la integración del arte, la música y el baile, porque son estos los que le dan vida al textil.

En la vida de una adolescente de la comunidad aymara, la forma de entrar al amor y atraer a la pareja es a partir de la música o del baile, así que los jóvenes aprenden lo mejor que pueden a danzar o hacer música para preparar su rito de iniciación al amor:

A los quince años, uno comienza a integrarse al grupo del baile, normalmente se presenta en carnaval y eso se va perfeccionando poco a poco, tanto en tema de rimar, como el tema de improvisación directa, rápida e inmediata acción. Rápida en términos de emociones, en términos de inspiraciones, en términos de creatividades súper complejas, hay personas que pueden llegar a cierta calidad y hay personas que no pueden llegar a cierta calidad, que simplemente pertenecen al baile, tú tienes que improvisar ciertos versos y la improvisación requiere de mucha creatividad, ¿no?, dentro del grupo tú tienes que estar al tanto para tener versos nuevos y complejos y demostrar tu creatividad (Elvira Espejo, comunicación personal, 20 de junio de 2018).

A los quince años, Elvira ya era una excelente tejedora y una de las mejores cantadoras y poetas de la región. En sus cantos entraba en diálogo con las estrellas, el sol y el viento; hacía recorridos con grupos de diversas comunidades y, al mismo tiempo de su desarrollo musical, iba perfeccionando el textil. Aunque en su adolescencia era más conocida en la región por sus cantos y versos que como tejedora, fue perfeccionando su técnica en el textil con el tiempo y la experiencia.

Después de terminar sus estudios de bachillerato, siguió cantando en la región. En la búsqueda del canto se encontró con el libro Río de Vellón, Río de Canto de Juan de Dios Yapita y Denise Arnold, sobre los cantos de la poética andina y surgió la idea de rescatar los versos de las abuelas. Para la recuperación de los cantos, Elvira trabajó con Álvaro Montenegro, un músico urbano muy famoso en Bolivia, quien quería combinar los cantos andinos con el jazz y para eso era necesario complementar los cantos con las letras perdidas de las abuelas y las tejedoras, fundamentales en este proceso. Las jóvenes tejían y cantaban, producían nuevos versos y, al mismo tiempo, mejoraban la cadena productiva. Los primeros doce cantos del primer disco, propuesto por Montenegro, salen del trabajo de recordar los cantos de la región e ir tejiendo.

El disco Sonares Comunes, Takhi - La Senda es producido inicialmente por Elvira en compañía del grupo de Los Cisneros, conformado por dos hermanos nacidos en Qaqachaca, la región de Elvira; Álvaro Montenegro les propuso entonces fusionar los grupos para finalizar el disco:

La fusión de los grupos fue muy compleja, fue uno de los desafíos más grandes, fue muy difícil porque tuvimos que trabajar los dos grupos. Nosotros antes manejamos el escenario comunitario de bailar, cantar, en conjunto con el viento, con la lluvia, con todos los audios de todo lo que te rodea porque es el paisaje, pero, de repente, en un estudio tú no te puedes mover, no puedes bailar, fue fatal con audífonos, con micrófonos, es ¡uff, muy complicado! A pesar de eso, salió el disco, igual lo logramos (Elvira Espejo, comunicación personal, 20 de junio de 2018).

El segundo disco, Sonares Comunes Volumen 2, Cantos a las Casas, fue “una recuperación arqueológica de la poetica de los Andes, que viene desde el Imperio Incaico, de las civilizaciones antiguas, donde hablan de la crianza del camélido, de tenerle cariño, de cuidarlo” (Elvira Espejo, comunicación personal, 20 de junio de 2018). Este disco contó con la participación de sus hermanos, quienes tambien tocan y bailan en las fiestas de la región y, con ellos, Elvira recupera la poética de las casas, cuya construcción se hace a partir de arcilla, piedra, madera y paja.

Elvira, una mujer de resistencia y re-existencia

Elvira Espejo es una mujer que tomó la palabra en su comunidad y en el mundo occidental como funcionaria del Estado; en la ciudad de La Paz transita entre los dos mundos. Las mujeres del mundo andino y del mundo indígena en general han hecho un gran esfuerzo para exponer sus ideas, sus argumentos y su palabra. Elvira ha hecho visible su lucha por romper con las percepciones convencionales que la oprimían. Ella, a pesar de sufrir la herida colonial que han padecido las “mujeres con pollera”, se levanta, no con violencia, sino como creadora y gestora de la recuperación de la Ciencia de las Mujeres. Se acerca al mundo occidental como alguien diferente, donde la reconocen y la valoran, y acerca el mundo aymara y el quechua al occidental, al romper la barrera de esa herida colonial para reinventar la organización del mundo de las tejedoras del textil.

• Elvira Espejo en su estudio,  2017 | Foto: archivo familia Espejo

Integra el baile y la música como parte del desarrollo del textil y hace de sí misma y de su comunidad sujetos actuantes y vivientes de su cosmovisión, tan poco valorada por tanto tiempo. Pero Elvira y las tejedoras son mujeres enraizadas, es decir, reconocen la raíz de su historia personal, de su territorio, no niegan su biografía para entrar en conversación con el mundo occidental y, al mismo tiempo, reconocen a sus abuelos y abuelas como maestros.

Elvira es una mujer de resistencias, tiene un alto nivel de conciencia sobre la importancia del trabajo colectivo y de las luchas milenarias de sus antepasados, que se materializan a través del rescate de sus saberes y conocimientos. Por ese mismo camino, reivindica las maneras de ser, pensar, hacer y estar de su comunidad en defensa de su territorio, como alternativa a las políticas neoliberales. Ella asume la responsabilidad de mantener su lengua y su forma de vestir aymara, las posiciona como luchas emancipadoras y de auto reconocimiento en el mundo occidental. La re-existencia de Elvira se trenza a partir de reinventarse como mujer indígena en la academia, disputar el puesto de poder de las “mujeres con pollera” en el centro de Bolivia y luchar contra la matriz de poder blanca y patriarcal.

Ella decidió cambiar su forma de vida y dar un giro a su manera de existir, reinventando la vida, lo que implica cambiar la manera de comprender y asumir las prácticas económicas, sociales y culturales que la formaron. El proceso de organización que inició Elvira es pionero en las alternativas económicas al desarrollo impuesto y de rebeldía porque no acepta la imposición de la práctica del textil, sino que busca rescatar sus conocimientos para ponerlos a disposción, no solo de su comunidad, sino de todo aquel que esté interesado. Por esta razón, Elvira no solamente resiste, sino que re-existe al diseñar dispositivos de memoria para inventar todos los días la vida, para hacer frente a la realidad de un proyecto hegemónico que profesa el consumismo como única forma posible de vivir. La re-existencia de Elvira nace de las profundidades de su cultura, de la producción de la Ciencia de las Mujeres y, con ella, nacen las claves de formas organizativas de producción alimentaria, rituales y estéticas que permiten dignificar la vida y reinventarla para transformarse en economías solidarias, colectivas y comunales.

La resistencia y re-existencia de Elvira parten de su proceso de auto determinación como persona y como pueblo. Es a partir de ese auto reconocimiento que puede surgir el reconocimiento del otro y de su diferencia, lo que implica un posicionamiento de su propia identidad con digninidad. Elvira ha tenido que resistir la discriminación, por eso denuncia los espacios elitizados del saber, reivindicando los saberes andinos y su lugar en la historia de Bolivia y de América.

Notas

  1. El suri o ñandú es un ave ratite (como los avestruces, kiwis, emúes y casuarios) endémica de Sudamérica.

  2. Ayllu es la forma de comunidad familiar extensa originaria de la región andina que trabaja en forma colectiva en un territorio de propiedad común. Es el conjunto de familias ligadas por vinculos de sangre y afines que conforman un núcleo de producción económica y distribución de los bienes de consumo, es el antecedente más antiguo del municipio en Bolivia (véase Apuntes Jurídicos [on line]. Recuperado de: https://jorgemachicado.blogspot.com/2012/01/am.html.

  3. Puna es un ecosistema o ecorregión propia de los Andes Centrales, que se encuentra en los altiplanos andinos de Bolivia, norte de Chile y de Argentina y sur de Perú, y que tiene características similares a la tundra subártica.

  4. Comunicación con la tierra es la producción de la pachasofía andina, que quiere decir: universo ordenado que proviene de la sabiduría ancestral a partir de principios tales como ‘todo tiene vida’, o ‘nada es inerte’; esto quiere decir que el universo no es una máquina gigantesca que se mueve según las leyes de la mecánica, sino que la Pacha es un organismo vivo en el que todas las partes están relacionadas entre sí, en constante interdependencia y cambio- Los llamados recursos naturales como la tierra, el aire, el agua, los minerales y la energía solar, eólica y geotérmica no son simples recursos a disposición del ser humano, sino seres vivos, órganos en el gran organismo cósmico. El ser humano no tiene mayor dignidad por ser mejor o superior a los demás seres vivos, sino por su lugar específico, por su función en este orden llamado Pacha. El ser humano, para los andinos, no es propietario ni productor, sino cuidante (arariwa). Vivir bien es un modo de existencia en equilibrio con todos los demás elementos de la Pacha, vivir bien no es riqueza ni pobreza, no es despilfarro ni escasez, no es lujo ni carencia, sino una vida en armonía con todos, tampoco se trata de vivir mejor, porque eso implicaría que otros seres vivan peor. El desarrollo, en sentido humano, se orienta a la colectividad y no a la individualidad, no existe desarrollo de unos pocos en desmedro o a costa de otros.

  5. La epistemología andina hace referencia a la produccicón de saberes, conocimientos, prácticas y formas de producción de la cosmología de los pueblos andinos, donde se configuran epistemes, una de las cuales reside en los tejidos. El paradigma de la epistemología andina está recuperando las ciencias y las tecnologías andinas. Desde la racionalidad cartesiana, es posible afirmar que existen la ciencia y la tecnología andinas, y algunos de sus elementos se están recuperando en Perú, Bolivia y Ecuador como la paridad sobre la unidad, la proporción antes que la medición, y las formas de conocimiento sobre el cosmos, cada una asociada con un lugar diferente en el cuerpo: Llankay (cerca del ombligo) dirige la energía del cuerpo, Munay (cerca del corazón) dirige la energía del amor y Llachay (cerca de la coronilla) dirige la energía del pensamiento. Tomado de: < http://www.rebelion.org/noticia.php?id=224546> y <proyectoayni.com.ar/wp-content/uploads/2012/01/Epistemologia-andina.doc>.

Referencias bibliográficas

  1. ESPEJO, Elvira, 1994, Jichha nä parlt’ä (Ahora les voy a narrar), La Paz, ILCA Instituto de Lengua y Cultura Aimara.

  2. ________, 2005, Sawutuq Parla (Acerca de los textiles), La Paz, ILCA Instituto de Lengua y Cultura Aimara.

  3. ________, 2012, Ciencia de tejer en los Andes: estructuras y técnicas de la faz de urdimbre, La Paz, ILCA Instituto de Lengua y Cultura Aimara.

  4. ________, 2013, El textil tridimensional: la naturaleza del tejido como objeto y como sujeto, La Paz, ILCA Instituto de Lengua y Cultura Aimara.

  5. ________, 2013, Kaypi Jaqhaypi Por Aquí por Allá, La Paz, Pirotecnia.

  6. ESPEJO, Elvira, Denise Arnold y Juan de Dios Yapita, 2008, Hilos sueltos: los Andes desde el textil.

  7. ESPEJO, Elvira y Denise Arnold, 2010, Ciencia de las Mujeres, experiencias en la cadena textil desde los ayllus de Challapata, La Paz, ILCA Instituto de Lengua y Cultura Aimara.

• Elvira Espejo  | Foto: archivo familia Espejo