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Vulnerabilización de los jóvenes en Argentina: política y subjetividad

Vulnerabilización da juventude na Argentina: política e subjetividade

Vulnerability of young people in Argentina: politics and subjectivity

Ana M. Fernández*
Mercedes López**


* Profesora titular plenaria e investigadora de la Cátedra Teoría y Técnica de Grupos e Introducción a los Estudios de Género. Directora del Programa de Actualización en el Campo de Problemas de la Subjetividad, Post-Grado Facultad de Psicología, U.B.A. E:mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

** Profesora adjunta e investigadora de la Cátedra Teoría y Técnica de Grupos “I”, Facultad de Psicología, UBA. E-mail: mlopezpsi.uba.ar


Resumen

Se presenta una caracterización de los procesos de vulnerabilización social ocurridos en Argentina –con particular énfasis en la crisis del año 2001– conformados por un conjunto de estrategias biopolíticas que afectaron de maneras específicas a los jóvenes, quienes al no tener inserción en el mercado laboral y con casi nula posibilidad de lograrla, con pocas o frágiles pertenencias institucionales, se constituyeron en una población fragilizada de características específicas.

Palabras clave: vulnerabilización social, juventud, autonomía, subjetividad, nueva pobreza.

Resumo

Apresentase uma caracterização dos processos de vulneravilizaçao social em Argentina, particularmente depois 2001, e seu impato nos jovens. A vulneravilizaçao social inclue estratégias biopoliticas que afetan a os jovens particularmente e os torna fragiles de modos especificos.

Palavras-chave: vulneravilizaçao social, juventude, autonomia, subjetividade, nova pobreza.

Abstract

This paper presents some aspects about processes of social vulnerabilization in Argentine, particularly after 2001, and how they affect young people. Social vulnerabilization includes biopolitic strategies like: fragilized identitary and institutional references, fragilized public and labor codes, and complex subjective processes such as guilt, impoverishment of imagination capabilities and lack of interest in future, which affect youth in a specific ways that make them as a frail population with specific characteristics. It also offers considerations about youth micro-entrepeneurs proyects wich had been reaserched.

Key words: social vulnerability, youth, autonomy, subjectivity, new poverty.


1. Introducción

Los procesos de vulnerabilización social ocurridos en Argentina alcanzaron un particular énfasis a partir de la crisis producida en el año 2001 y afectaron de manera general a las clases medias y bajas de la sociedad. Dichos procesos están conformados por un conjunto de estrategias biopolíticas que incluyen -junto a la precarización económico-laboral, la desafiliación y la crisis de los procesos identificatorios- la producción de complejos procesos subjetivos que afectaron de maneras específicas a los y las jóvenes1. En aquellos pertenecientes a sectores sociales de pocos recursos, el no tener inserción en el mercado laboral y con la casi nula posibilidad de lograrla, con pocas o lábiles pertenencias institucionales, produjeron específicas fragilidades sociales y subjetivas.

La imposibilidad de imaginar proyecto de futuro, de investir sus prácticas cotidianas de sentido de progreso, el desfondamiento de sentido social de proyectos emancipadores, el quiebre de los procesos identificatorios con el pasado de luchas populares produce, particularmente en muchos jóvenes formas existenciales, prácticas de vida de un presente sin brújula. Despojados de la posibilidad de animar esperanzas colectivas, la apatía suele despotencializar su accionar cotidiano. Se componen así modos de subjetivaciones en virtud de los cuales se dejan estar en un presente que no se afirma en anclajes en el pasado ni en proyectos de futuro que pudieran operar como sentido organizador de prácticas, significaciones y pasiones.

Si bien esto es así en términos generales, también puede decirse que junto a los procesos puestos en marcha por las estrategias biopolíticas de vulnerabilización, pueden identificarse prácticas colectivas que, en determinadas condiciones, ciertos jóvenes pueden implementar logrando potenciar sus proyectos; cuando esto es posible, se constata que, pese a las adversidades que atraviesan, pueden investir proyectos colectivos con algunos rasgos de autogestión y generalmente insertos en redes comunitarias2.

En este artículo se presenta la identificación de algunos aspectos vinculados con la vulnerabilización de los jóvenes. Para ello, se incluye un perfil del actual contexto general de crisis social en Argentina, luego se realizan referencias a algunas prácticas y significaciones sociales detectadas y se concluye con la presentación de consideraciones para reflexionar.

2. Tres nociones básicas: vulnerabilización, biopolítica y subjetividad

Para el desarrollo de los temas que se trabajan en este artículo, se apela a algunas nociones cuya presentación se sintetiza en este apartado. El debate actual en las Ciencias Sociales sobre vulnerabilidad social –a partir de los aportes de Robert Castel (1999)– plantea a ésta como un proceso que involucra un recorrido desde la inclusión social hasta la marginalidad profunda y la desafiliación. La vulnerabilidad se encuentra a mitad del mismo y se caracteriza por el acoplamiento de la pérdida del trabajo y el aislamiento relacional. La zona de vulnerabilidad es un espacio social de inestabilidad entre la integración y la exclusión y ocupa una posición estratégica ya que es la vulnerabilidad la que alimenta a la marginalidad.

Por nuestra parte, consideramos más adecuado hablar de procesos de vulnerabilización y no de vulnerabilidad, ya que los mismos son el resultado manifiesto de políticas de vaciamiento de pertenencias comunitario-subjetivas que han sido funcionales al vaciamiento económico y político del Estado y sus instituciones, al quiebre de la sociedad salarial y del patrimonio nacional.

Los procesos de vulnerabilización despliegan estrategias biopolíticas; esta noción, desarrollada por M. Foucault (1978), remite a un conjunto heterogéneo de elementos materiales y simbólicos que operan como poder sobre la vida de las personas, sus cuerpos, emociones, voluntades. Hemos constatado que estas formas de dominio sobre la vida de las poblaciones cuando operan vulnerabilizando, producen no solo desigualdad de oportunidades, desnutrición, desempleo, etc., sino que configuran procesos de destitución subjetiva, particularmente profundos sentimientos de apatía, culpa, paralización de la capacidad de iniciativa y el empobrecimiento de la imaginación en la población afectada. La operación de las estrategias biopolíticas sobre la población, si bien constituye un complejo entramado, el mismo no es invulnerable ni se instala de una vez para siempre. Esta condición de lo histórico social hace que en determinados momentos políticos, particularmente en situaciones de revuelta social, como lo acontecido a partir del 19 y 20 de diciembre del 2001, se puedan crear algunas condiciones de resistencia y/ o transformación.

Así, en otros trabajos (Fernández, López, 2004b) hemos constatado que cuando la población vulnerabilizada sobre la que han operando tales estrategias logró constituir agrupamientos participativos que desarrollaron acciones colectivas –especialmente cuando éstas fueron autogestivas– se produjeron posicionamientos subjetivos de mayor autonomía y simultáneamente el potenciamiento de las funciones que desde la fragilidad del aislamiento individualista se habían debilitado o desdibujado. La noción de subjetividad que se presenta en este trabajo se desmarca de la idea de interioridad psíquica para articular aspectos sociales y psíquicos. Las mutaciones en el ámbito sociohistórico incluyen transformaciones en el modo de percibir y significar al mundo y en las formas de sensibilidad así como en las prácticas sociales, tanto públicas como privadas, produciendo cambios en las prioridades desde las cuales las personas ordenan sus vidas, instalando nuevas producciones de sentido y modificando posicionamientos psíquicos. Estos fenómenos se producen más allá de la conciencia de los actores sociales, enlazando de manera profunda los procesos sociales con las percepciones, los sentimientos, las imágenes y prácticas de sí, constituyéndose en condición de posibilidad para que puedan ser sostenidas tanto las prácticas de la vida cotidiana como las de la vida social (Fernández, 1999).

En tal sentido, puede afirmarse que las estrategias biopolíticas de vulnerabilización en Argentina han producido procesos de destitución subjetiva que en los y las jóvenes producen particulares modos de subjetivación ya que quiebran toda posibilidad de ilusionar futuro, justo en la edad donde se hace necesario proyectar la vida.

3. Breve puntuación de los escenarios actuales

En Argentina, a partir de la década de los ochenta, se han extremado los mecanismos de inequidad en la distribución de bienes materiales y simbólicos. La pobreza no solo se ha incrementado, sino que el surgimiento de “nuevos pobres” (Feijoo, 2001) –clases medias y ex obreros calificados– permite configurar nuevas cartografías sociales que evidencian rupturas de la red de seguridad social, la incertidumbre laboral e institucional, la mutación de los actores sociales históricos y el tipo de relaciones colectivas e individuales, macro y microsociales, donde es difícil imaginar que aquellos que fueron “expulsados” en la crisis de 2001 puedan reposicionarse con mínimas garantías de empleo, seguridad social, etc.

Actualmente, a las históricas pobrezas materiales y simbólicas “de clase” se agregan3 procesos de empobrecimiento materiales, simbólicos y subjetivos que atraviesan a distintos sectores sociales erosionando la base misma de la res-pública.

El estallido de diciembre de 2001 dio lugar a formas de acción colectiva que instalaron prácticas de autogestión (asambleas barriales, fábricas recuperadas, emprendimientos de desocupados). Por su parte, el Estado incrementó sus propuestas asistencialistas que no sólo bajaron el nivel de conflicto social que dicha revuelta había puesto de manifiesto sino que avanzaron en la destrucción de la cultura del trabajo sosteniendo diferentes tipos de subsidios para desempleados. El poder sobrevivir en la mayor precariedad con un subsidio estatal no sólo supone la dificultad de encontrar empleo, sino que éste –cuando se consigue– se desarrolla en condiciones de extrema precariedad contractual y por salarios que en poco difieren con el subsidio estatal. Esta situación ha limado una serie de procesos subjetivos ligados a la dignidad y el orgullo del oficio, la responsabilidad, el esfuerzo, el cumplimiento y la organización de la vida cotidiana en relación con los horarios laborales, el disfrute de los espacios y tiempos del ocio, etc. Ilustra esta situación el hecho de que los padres de un gran número de los jóvenes indagados en la investigación que enmarca este artículo ya no fueron trabajadores formales sino que subsistieron con la asistencia estatal, por lo cual suele denominárselos “hijos de plan”. Con esta expresión se naturaliza la falta de inquietudes de estos jóvenes criados por padres ya expulsados de la sociedad salarial.

Frente a esta situación, el actual gobierno se propuso recuperar algunos criterios autogestivos que los emprendimientos de desocupados y asambleístas habían iniciado, para lo cual habilitó diferentes programas que propician la auto-organización de los emprendedores.

4. El Programa de Emprendimientos Juveniles

La Dirección de la Juventud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires está desarrollando el Programa de Emprendimientos Autogestivos de Jóvenes, con el que se propone “promover la inclusión social de la población joven a partir del apoyo a emprendimientos que incorporen conceptos de autogestión, solidaridad, economía social y desarrollo local”. La propuesta está dirigida a jóvenes entre 16 y 25 años para que conformen un grupo y que, con el patrocinio de una ONG, presenten un proyecto comunitario productivo4.

Los jóvenes que participan de estos emprendimientos no constituyen un conjunto homogéneo. Se diferencian por sexo, por edad, por situación familiar5; algunos tienen algún tipo de vivienda que los cobija y otros son “jóvenes en situación de calle” o habitan viviendas precarias. Algunos pertenecen a una clase media devenida en “nuevos pobres”, que ha perdido el capital material y simbólico a raíz de la crisis que produjo el neoliberalismo instalado desde hace más de una década. Muchos no sólo no poseen inserción en el mercado laboral formal sino que se encuentran fuera del circuito educativo y sin pertenencias institucionales. Junto a estas precariedades presentan diversas vulnerabilidades tales como problemas de adicciones, posibilidades de contagio de enfermedades de transmisión sexual, desvinculación familiar, conflictos de índole legal como fruto de situaciones delictivas, etc.

También es heterogéneo el conjunto de las ONG capacitadoras (diferentes historias, trayectorias, ideologías, pertenencias partidarias, etc.), todo lo cual generó muy diversas experiencias en la conformación y consolidación de los grupos.

5. Algunas prácticas y significaciones imaginarias sociales que insisten6

Respecto de las prácticas que desplegaron para llevar adelante sus proyectos, pueden identificarse distintas modalidades. Por un lado están los grupos que asistieron a las capacitaciones, que lograron trabajar en equipo e investir el proyecto. Entre ellos van surgiendo significaciones como: “queriendo se puede”, “hay que saber aprovechar lo poco que nos dan”, “está bueno porque conoces gente nueva”, “nuestro proyecto sí funcionó”. Este grupo de significaciones imaginarias sociales (Fernández, López, 2004a) estaría mostrando que frente a la situación de vulnerabilidad social y desamparo, estos grupos de jóvenes presentan disposición para aprovechar los recursos simbólicos y materiales que se les están brindando desde las ONG y las OG para construir su proyecto a partir de estas posibilidades.

Otros grupos desplegaban prácticas en las que se advierte la tendencia a eludir las obligaciones, lo que se expresaba en: llegadas tarde, falta de compromiso con la organización gubernamental, con la organización no gubernamental y con el propio grupo de pares. Prácticas que aparecen ligadas a discursos donde insisten significaciones como por ejemplo: “nos usan”, “nos hacen venir para la foto”, “nos están faltando el respeto”, “estamos desilusionados porque todavía no nos pagaron nada de los viáticos”.

Un tercer grupo lo conformaban los que fingían cumplir; estos grupos hacían todos los “gestos” vinculados con el acatamiento de las pautas del Programa, pero no los sostenían pues sólo les interesaba cobrar los estipendios, de lo cual puede inferirse que significaban su incorporación al proyecto más que como una oportunidad como “un Plan Trabajar para jóvenes”.

La proliferación de comentarios de escepticismo respecto a “lo que se puede esperar del Estado”, respecto a que “prometen y luego no cumplen” y que “siempre es lo mismo, te usan y nada termina funcionando según lo prometido” da cuenta de un imaginario en el cual el Estado no es confiable, promete y frustra, y las acciones que despliega están sobre un trasfondo de intereses partidarios y/o electoralistas.

En ese marco de referencia, este modo de vincularse con este particular tipo de Estado es, en última instancia, una estrategia de supervivencia que consiste en una adaptación formal a los requerimientos de un Estado imaginarizado como proveedor y simultáneamente frustrador, que dice que hace algo que en verdad no hace, y con la cual a su vez dicen que hacen algo que en verdad no hacen como modo de obtener lo que quieren o lo que puedan.

El objetivo final parece ser conseguir lo más que puedan de un Estado que promete oportunidades que luego escatima y ellos parecen no poder ni imaginar que es posible alcanzarlas por otros medios; quizás por eso extreman las conductas de adaptación formal silenciando reclamos o denuncias, aunque implique continuar en el circuito de hierro del clientelismo con otros ropajes.

¿Qué posición subjetiva sostiene estas conductas? Una construida sobre cierto registro de haber sido privados de beneficios a los que tendrían derecho a acceder (trabajo, vida digna, un futuro mejor, seguridad social, vivienda, salud, educación, etc.) y eso mismo es lo que les legitima los “trucos” a los que acuden para conseguir aunque sólo sea algo de todo aquello que se les adeuda. Pero al mismo tiempo los mantiene capturados en una misma lógica clientelar a la que parecen aferrarse y que les impide imaginar otras modalidades que los desmarque de una subjetividad de “ser asistidos” a otra de “autogestionar”.

La detección de estas significaciones imaginarias y prácticas sociales ha permitido la identificación de aspectos que vulnerabilizan aún más a los jóvenes: la fragilización de las referencias identitarias e institucionales, de los códigos público-laborales; la satisfacción en la inmediatez7; la falta de cultura del trabajo; la pérdida de la capacidad imaginante e ilusional necesaria para investir un proyecto y poder sostenerlo en el tiempo. En investigaciones anteriores se habían identificado procesos subjetivos muy similares en jóvenes universitarios.

Se puede señalar que las situaciones de vulnerabilidad social por las que atraviesan los jóvenes no son determinantes frente a la posibilidad de que el proyecto funcione, dado que la situación de extrema pobreza o carencias de los jóvenes, si bien son barreras que deben sortear, no fueron impedimentos en varios grupos para asumir el compromiso con el proyecto emprendido. Muchos de estos déficit parecían fortalecer a algunos grupos, que los enfrentaban con mucha solidaridad, afianzándose aún más sus lazos.

Entre las estrategias desplegadas, a modo de ejemplo, se puede considerar la presencia de madres adolescentes con sus bebés –que es una constante en casi todos los grupos8 – sin embargo, mientras que en algunos se presentaban las necesidades del hijo como un obstáculo para comprometerse con la tarea, en otros grupos el bebé de una compañera era cuidado por los demás integrantes del grupo facilitando el desarrollo de las actividades.

En otros casos se cubrían en los horarios y realizaban una división racional del trabajo con el fin de poder cumplir con tareas laborales por fuera del proyecto, así como con las responsabilidades asignadas en el seno de la familia.

6. Consideraciones para reflexionar

Los procesos de vulnerabilización económico-social implican modalidades de subjetivación específicas en jóvenes y dentro de la banda etaria es necesario diferenciar clases sociales de pertenencia histórica, géneros, zonas de procedencia de sus familias, etc., ya que estas diferencias se expresan en potencialidades diferenciales de resistencia y enfrentamiento de los procesos de exclusión social de los cuales sus posiciones de vulnerabilidad constituyen un riesgoso paso previo.

El corrimiento del Estado como garante no solo ha aumentado las desigualdades sociales y ha desamparado a los más frágiles sino que ha desfondado las prácticas y derechos ciudadanos. Los muy ricos no necesitan ejercer ciudadanía y los muy pobres no tienen posibilidades de ejercerla, creándose condiciones para prácticas de impunidades y violencias de todo tipo pues se vacían los espacios de participación ciudadana quedando habilitados sólo para una élite que podría desenvolverse a su arbitrio, o arbitrariamente. Esta situación ha entretejido complejos entramados de desamparos institucionales y personales, sobre los cuales las poblaciones en estado de precariedad despliegan múltiples estrategias de supervivencia. Como ya se ha dicho, en los últimos años el asistencialismo clientelar ha sido una de las principales fuentes de sostén de estas poblaciones.

Particular circuito donde grandes poblaciones de trabajadores son expropiados de su trabajo, su salario, sus pertenencias identitarias y sus potencias subjetivas, para luego quedar económica, social y subjetivamente dependientes de los aparatos clientelares que el mismo Estado compone para “socorrerlos”.

Los proyectos autogestivos tienen históricamente una genealogía política de linaje libertario, en situaciones instituyentes, posibles en condiciones de democracia directa, horizontalidad y producción de autonomía política y subjetiva, generalmente producida en acciones de resistencia y/o en políticas de desobediencia civil de diverso tipo. En ellos la posibilidad misma de lo autogestivo se produce en el empoderamiento colectivo que sus acciones políticas producen (Fernández, Imaz, Calloway, Ojam, 2005).

Por tanto, es necesario plantear un interrogante: ¿es posible crear condiciones de autogestión desde el Estado? ¿Es posible producir la potencia autogestiva en microemprendimientos que no se encuadran en políticas de resistencia y/o desobediencia civil? Si la cuestión está planteada en estos términos, la respuesta sería sin duda negativa.

Sin embargo, es importante no hacer invisible dicha interrogación; si se deja abierta la pregunta, ésta puede operar no como descalificación sino como tensión (Fernández, Borakievich, Rivera, 2003) que atraviese este tipo de proyectos y puede operar productivamente; de este modo hace posible, por un lado, tener presentes las dificultades y limitaciones sobre las que es necesario operar y, por otro lado, permite ponderar –en el marco de lo que estos proyectos gubernamentales pueden ofrecer– las experiencias que estos jóvenes realizan de investidura libidinal de sus proyectos con otros que quiebran – en situación y momentáneamente– las estrategias biopolíticas de las lógicas capitalistas de producción de soledades.

Permite asimismo considerar que las destituciones subjetivas producidas no se resolverán con otorgar algunos rudimentos de oficios. Estas capacitaciones son condición necesaria, pero no suficiente. Se hace así posible el desafío de crear condiciones de posibilidad que alienten modos de interacción que promuevan potencias imaginantes y de acción a partir de la articulación de saberes y prácticas colectivos, donde estos jóvenes en situación de precariedad realicen experiencias puntuales en grupo que si bien no les permiten salir hoy del circuito material de la supervivencia, puedan afectar a contramano de un destino de expulsión. Puede parecer poco. Sin duda lo es, pero si la experiencia permite a algunos/as de estos jóvenes quebrar la apatía y la desolación, sus emprendimientos habrán sido productivos.


Citas

1 El presente artículo se desarrolla a partir de los primeros hallazgos del proyecto de investigación enmarcado en el área de Urgencia Social de UBACyT (Universidad de Buenos Aires Ciencia y Técnica), “Microemprendimientos autogestivos de jóvenes. Dispositivos de Acción Colectiva frente a la vulnerabilización social”, (UBACyT P705) con la dirección de la Lic. A.M. Fernández, la codirección de la Dra. M. López, y un equipo integrado por Lic. Enrique Ojam, Lic. Xabier Imaz, Lic. Valeria Falleti. Se trabaja con el Programa Emprendimientos Juveniles de la Dirección General de la Juventud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que agrupa a jóvenes en situación de vulnerabilidad social que residen en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires.

2 Esto ha sido uno de los hallazgos de la investigación “Grupos de vulnerabilidad social: transformaciones en los Imaginarios Sociales y en las prácticas comunitarias. Un estudio en el barrio Balvanera”, UBACyT P047 (Universidad de Buenos Aires Ciencia y Técnica, código P047), con la dirección de Lic. A.M. Fernández.

3 El escenario de pobreza e indigencia ha crecido a proporciones nunca antes alcanzadas en Argentina. Según información del INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), al segundo semestre del 2004 el porcentaje de población pobre asciende a 44,7 por ciento, y la indigencia afecta al 17 por ciento de la población. Más de la mitad de los pobres e indigentes son menores de 22 años, se trata de una infantilización de la pobreza y la indigencia, que se presenta en un escenario en el cual, según los revelamientos censales, se observa un proceso de desaceleración en la reducción de la pobreza y la indigencia.

4 Cada organización puede patrocinar hasta dos proyectos, conteniendo cada uno un mínimo de cinco y un máximo de diez beneficiarios. Los beneficiarios del Programa que hayan cumplido con un mínimo del 75 por ciento de asistencia a actividades de capacitación en temáticas vinculadas con trabajo, emprendimientos, y también capacitaciones específicas referidas al área de trabajo del Proyecto, reciben una beca individual –con evaluación grupal– para cada uno de los integrantes. Se informa que la beca se asigna mensualmente durante los cuatro meses que dura la capacitación y 200 pesos al finalizar el programa.

5 Hay madres adolescentes solas y otras con alguna contención familiar; jóvenes en general con grupo familiar que contiene y/u opera como punto de referencia y otros que no cuentan con esto; jóvenes que comparten la responsabilidad del sostén familiar y otros que son los únicos a cargo.

6 Este apartado se redacta en base a un escrito anterior. A.M. Fernández, M. López, E. Ojam, X. Imaz, “Microemprendimientos juveniles: modalidades de relación de los jóvenes con las OG y las ONG”. XII Jornadas de Investigación, Facultad de Psicología, UBA., 2005.

7 Significaciones con estas características fueron halladas en una investigación previa “Imaginarios Estudiantiles. Producciones del Imaginario Social en la Facultad de Psicología, UBA” (TP016) en alumnos de la Facultad de Psicología. Ver A.M. Fernández, y M. López, “Imaginarios Estudiantiles”, en: A.M. Fernández y Col., Instituciones Estalladas, Buenos Aires, Eudeba, 1999.

8 Al respecto es revelador el Índice de Vulnerabilidad Juvenil elaborado por la Fundación SEADE de San Pablo que ha considerado para su diseño como elementos diferenciales por género: la tasa de mortalidad por homicidio en los varones y el porcentual de madres adolescentes – de 14 a 17 años– en las mujeres.


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