Saberes, prácticas y redes de colectivos pertenecientes a nuevos movimientos sociales del departamento de Cundinamarca
Conhecimento, práticas e redes de coletivos pertencentes a novos movimentos sociais no departamento de Cundinamarca.
Knowledge, Practices and Networks of Groups Belonging to New Social Movements of the State of Cundinamarca
DOI: 10.30578/nomadas.n47a16
Versión PDF |
Geovanni Forero
Docente del CET Cafam, Bogotá (Colombia). Magíster en Investigación en Problemas Sociales Contemporáneos de la Universidad Central, Psicólogo de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.
DIRECTOR DEL PROYECTO:
Humberto Cubides Cipagauta
COINVESTIGADORES:
Sonia Marsela Rojas y Sandra Liliana Osses
ASISTENTE DE INVESTIGACIÓN: Geovanni Forero
ENTIDAD FINANCIADORA: Universidad Central
Los trazos y las líneas que conectan las redes son múltiples, emergen de muchos puntos, y mientras de un nodo arranca un trazo, de mil puntos en mil lugares distantes van emergiendo o atravesando nodos otros mil trazos. De la investigación “Saberes, prácticas y redes de colectivos pertenecientes a nuevos movimientos sociales del Departamento de Cundinamarca”, emergieron acercamientos al conocimiento de los modos en que estos denominados nuevos movimientos sociales en Cundinamarca se conectan en redes y constituyen saberes y prácticas.
El nodo que inicia este proyecto emerge de los intereses de investigación de miembros del grupo Comunicación-Educación del Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos (Iesco) de la Universidad Central. Las fuerzas que tensarán los hilos con otros grupos, organizaciones o nuevos movimientos sociales de Cundinamarca, adquieren vigor a partir del interés del grupo de investigación, que se fue entrecruzando en medio de algunas certidumbres y de algunas dudas sobre hacia dónde tejer. La elección de los grupos que hicieron parte de la investigación presentó incertidumbres: determinar los criterios de novedad, relevancia de prácticas, saberes y acciones de estos colectivos se hacía difícil, pues los matices que se presentaban en los grupos, diversidad, cantidad de miembros, acciones realizadas, nos hacía pensar si tejíamos con seguridad.
Una vez recorrimos Cundinamarca, establecimos los lugares desde donde nuestras lanas se enredarían; entonces, entretejimos vínculos con cuatro colectivos en Cundinamarca, aunque finalmente el trenzado se hizo más fuerte con tres de éstos1. Estas agrupaciones mostraban intereses en el trabajo político en la defensa de temas como la seguridad alimentaria, el derecho a la tierra o la defensa de “bienes comunes” como el agua y la biodiversidad, en formas alternativas de educación en el ámbito rural o contra la minería depredadora, entre otras.
En la medida en que fuimos acompañando las prácticas y acciones de los diferentes grupos, vinculando tanto los intereses investigativos como el desarrollo de acciones colaborativas que fueran beneficiosas para cada uno de éstos, nuestro tejido se fue enredando con otras redes. Mientras nuestros vínculos podrían ser posibles tejidos de hilos que van y vienen, los de ellos tomaron configuraciones diferentes a las de cualquier tela.
Nuestra experiencia inicialmente técnica, en el sentido de las determinaciones “precisas” y “rígidas” de todo proyecto de investigación, fue perdiendo rigidez. Pasamos de mecanismos secuenciales, estrictos y organizados de tejer, a operar esas lanas desde una corporalidad que se fue haciendo vital en el acompañamiento que realizamos a cada uno de los grupos. Pasamos de esquemas y metodologías de trabajo preestablecidos, precisos y predefinidos, a permitir emergernos en los encuentros con objetivos claros, pero con procederes no muy precisos. Nos permitimos enactuar2, palabra que fue apareciendo desde la experimentación en los encuentros con los grupos; la enacción se constituyó en una base conceptual que emergió más allá de un deber ser que guiara nuestras acciones como investigadores. De la postura academicista del que “sabe qué hacer”, se dio paso a la postura “sabe cómo hacerlo” en lo cotidiano (un saber práctico), esto en la acción continua y práctica, en el irse dando de las relaciones con los diferentes grupos.
Particularmente, mi experiencia dentro de la investigación la viví como la de un tejedor, alguien que conecta hilos que se entrecruzan unos con otros; en últimas, redes lineales que lanzan hilos sobre nodos; quizás la dimensión bidimensional de la red no me hizo pensar en tejidos muy tupidos que lanzan hilos en todas las direcciones y en todos los tiempos. Cuando se podía imaginar que como grupo de investigación tensábamos lanas, las relaciones con los grupos nos mostró la diversidad de redes, diversidad evidente en cuanto a formas, velocidades, saberes, prácticas de resistencia y de trasformaciones sociales.
Nuestros hilos se fueron enredando, sin sentirlo inicialmente, con especies de telarañas: redes que se tejen lentamente, que son pasmosas y tranquilas en su elaboración. Redes que repiten una y otra vez su patrón, que logran capturar, aunque a veces no cautivar. Redes que la rutina ha enseñado a hacer de la misma forma, que se replican en las acciones con las comunidades de las veredas que visitábamos y de los grupos que acompañábamos. La red de telaraña fue particularmente evidente en una de las organizaciones que contaba con mayor tiempo de fundación; su origen campesino y en especial su nacimiento vinculado a procesos de evangelización, determinaban la ejecución de prácticas y acciones rituales, podríamos decir que se trataba de prácticas “religiosamente” establecidas. La rutinización de sus acciones permitía capturar (y no para devorar) a otros grupos; sin embargo, esta misma rutinización por momentos parecía poner en el letargo las acciones del grupo.
Las direcciones de las líneas permitieron ir a otros lugares y momentos; las lanas además de enredarse con telarañas se fueron intrincando con formas virtuales. Diseños aparentes y lumínicos que están allí, que se reúnen para proyectar colectivamente una figura y cuando ésta deja de ser necesaria, las luces se pueden apagar. Se hace aquí mención al holograma como una forma de red. La figura luminiscente logra generar efectos en los otros; una mariposa holográfica puede generar alegría aunque después se apague. Los hologramas se mueven, aunque su movimiento sea tan virtual como la luz que lo genera. Los hologramas se proyectan, como los proyectos, aparecen mientras éstos sean necesarios y se mantengan. La reunión en torno a un proyecto fue la característica del colectivo que nos dio una impresión holográfica. Un grupo de personas se juntan ante un proyecto con una fuerte connotación corporativa, su vinculación está ligada a las lógicas de la educación institucionalizada que funciona a partir de propósitos reglamentados. Su proyecto toma trazos institucionales, y esto hace que a veces su red adopte una figura burocrática, centrada en el cumplimiento de tareas; por momentos la red se desvitaliza. El holograma muestra acciones, pero a veces éstas se quedan en movimientos múltiples que por momentos han logrado movilizar a otros, y por momentos hacen que los integrantes de la red giren a grandes velocidades rodando sobre su mismo eje. Nuestras lanas se trataron de corporeizar, la racionalidad institucionalizada del proyecto holográfico permitió tensar sólo aquellos hilos que alimentaban su proyecto, las sensibilidades en ocasiones fueron omitidas.
La última tensión de la lana se tejió bajo la forma de un grupo de neuronas y sus sinapsis. Las características de estas células son sus velocidades, sus aceleraciones y en especial sus destellos. Se trata de conexiones que se enactúan constantemente, se disparan, se proyectan, impulsos que se vitalizan, que van y vienen, corren, se abalanzan, deambulan con afán, explotan con energía y movilizan. Sus ondas de destellos eléctricos logran movilizar a otros. Son como una montaña rusa que deviene en vertiginosos movimientos. Que su aceleración sea su principal marca no quiere decir que sus acciones sean irregulares. Sus destellos aparentemente arbitrarios siguen un objetivo, se enactúan en relación con el entorno. Esta red está conformada por jóvenes dedicados a la defensa de saberes ancestrales, bienes comunes, formas alternativas a la educación institucionalizada, la restitución del lugar de la mujer como guardiana de tradiciones, la organización y promoción de eventos culturales orientados a la formación de la ciudadanía, entre otros. La velocidad y fuerza de sus sinapsis y descargas eléctricas les permite ser vinculados y vincularse a muchas acciones y organizaciones. En medio de su vértigo, de sus cambios de ritmo y sacudidas logran movilizar a otras redes u otras neuronas. El grupo de base son al alrededor de seis a siete jóvenes profesionales que movilizan a otros jóvenes, con lo cual alcanza a ser aproximadamente unos veinticinco. El grupo se disipa en red para dirigir sus acciones a personas originarias de su municipio de acción, pero también de municipios aledaños. Sus acciones son veloces y dirigidas a muchos frentes; más que actividades aisladas son movimientos diversos que terminan conectándose; aunque planean, no se rigen por estructuras sólidas, esquemáticas, predefinidas, sino que se flexibilizaban en la medida en que van ocurriendo sus acciones en relación con determinadas circunstancias.
Los hilos que tejimos se enredaron con otras formas de red: telarañas, hologramas y redes de neuronas. Las conexiones establecidas con cada uno de los grupos nos permitieron repensar las maneras en que se construyen las redes, pero también acercarnos a formas diversas de redes. Aunque sean articulaciones en colectivos o grupos sociales, están son diversas en la forma en que se constituyen y en que actúan. Hablar de una caracterización específica de una red social es restarle a la historicidad de cada uno de los colectivos y grupos con los que trabajamos su potencial constitutivo y al mismo tiempo su posibilidad de despliegue. Siguiendo a Varela (1992), las historias de acoplamiento permiten constituirnos en el futuro. Cada uno de los grupos se configuran de forma diferente en el presente; la diversidad de la relación es amplia tanto en su variedad como en su velocidad. Las redes no se organizan de manera unívoca, métrica o “lógica”. Destellos, sombras, movimientos rutinizados, movimientos lumínicos o virtuales, así como movimientos regulares son posibles en las formas en que se constituyen las redes. Así como no hay una forma única de red, tampoco hay una sola forma en que estas organizaciones construyen sus saberes, sus prácticas y sus procesos reflexivos. La mejor caracterización es la que atiende a las emergencias; afortunadamente, estas emergencias son vitalizantes y fluidas, más que objetos capturables mediante categorías lingüísticas.
Notas
Referencia bibliográfica
-
VARELA, Francisco, Eleanor Rosch y Evan Thompson, 1992, Del cuerpo presente: las ciencias cognitivas y la experiencia humana, Barcelona, Gedisa.
- Detalles
- Última actualización en 29 Junio 2018